martes, 29 de noviembre de 2011

Tauromogollón, el limpiatodo, para toda la Fiesta


Se nos está acabando la pasión







Que no cunda el pánico, ya empezamos a ver la cara de los que nos van a sacar del jaleo en que nos encontramos. Ya sabemos el nombre de los que van a dejar más limpio que los chorros del oro el mundo del toreo. No solo llegarán a todos los rincones, sino que además limpia y desinfecta. Tan limpio lo van a dejar todo, que no va a quedar ni algodón para pasarlo al final.
Los Choperitas, Casas y Matilla han unido sus experiencias a favor de la Fiesta, de la fiesta que se van a correr cuando recojan los beneficios que les reporte la plaza de Madrid. Con Tauromogollón, con solo una pasada, no queda ni una mota de polvo, ni un céntimo en la hucha de los aficionados. Con su triple efecto, el de limpiar las dehesas de bobonas desmochadas, el de efecto maxicierre para clausurar plazas a perpetuidad y el efecto extra innovation, que lo mismo te anuncia una corrida de toros con mulos, que picadores en moto; eso sí, siempre bilingüe, en francés- español, español- francés.
Además parece ser que la fórmula secreta de Tauromogollón está reforzada con el G7, el ingrediente secreto que convierte la limpieza en arte y cultura. Ese G7 que parece la reencarnación de “Reservoir dogs” con el señor negro, el señor blanco o el doctor marrón. Todos juntos para dejar limpio el mundo de los toros. Limpio de toros, limpio de toreros y limpio de aficionados. Que gran mérito, salir de la nada y acabar definitivamente con la fiesta de los toros.
Tantas vueltas que estábamos dando y teníamos la respuesta delante de nosotros. Taurodelta vuelve a ocupar el sillón del capo máximo taurino, Simón Casas cumple con su ilusión de coronarse como “El Pequeño Napoleón Imperator Taurus Máximo” y el señor Matilla, que así puede lavar ese pasado tan cercano y bochornoso de haber sido el primero en la piel de toro que tuvo que echar el cierre de una plaza de toros, por mandato legal. La fórmula parece ser la ideal, la responsabilidad compartida, el desgaste del puesto también compartido y los beneficios repartidos. Esto es lo peor de todo y quizás ya se barruntaba algo el señor Casas cuando decía que el pliego era malísimo para los empresarios. Pero eso se remedia enseguida, solo es ponerse y subir el precio de las entradas un 300%, exigir al ganadero que pague por llevar sus toros a Madrid, en lugar de cobrar por ellos y conseguir que los toreros no cubran ni los gastos. Igual así equilibramos la balanza un poco, ¿no, señor Casas?
Uno la verdad que ya está cansado y aburrido de tanta negatividad, de que nada nos parezca bien. ¡Fuera penas! Acabo de decidir que estoy feliz del cariz que está tomando el futuro de la plaza de Madrid. De momento ya tenemos asegurado que habrá toros; grandes, pequeños, buenos o malos, pero de algo tiene que servir el peinado de las dehesas de bravo que Taurodelta lleva haciendo desde hace tiempo. Eso es ser previsor y generoso, porque ¿quién les garantizaba que iban a volver a regir Las Ventas? Vale, vale, no es necesario que me contesten a esta pregunta. Por otra parte, con el bueno de Simón, uno no sabrá nunca que se va a encontrar a eso de las siete de la tarde cuando suenen los clarines y timbales. Lo mismo se organiza un karaoke multitudinario en el que el público podrá corear el pasodoble de Marcial, durante el paseo de las cuadrillas. O quizás podamos ver a los de luces acompasando su caminar torsionando la cintura al ritmo de Paquito el Chocolatero, seguidos de los picadores montados en un Tío Vivo de feria y acompañados por simpáticas mayorettes ataviadas de monosabios. Por su parte el señor Matilla igual consigue que José Tomás vuelva a Madrid, aunque sea dentro de este absurdo circo, pero no tan absurdo como resulta el ver a unos señores que se toman en serio lo que ellos llaman toro de lidia y ese baile al que no dudan en llamar toreo.
Mira que lo intento y que pongo todo por mi parte para dejarme inundar de esa corriente optimista. Pero al final uno no ve nada más que ridículos monigotes empapados de estupidez o ridículos monigotes empapados de los billetes de los anteriores, ante un panorama que no solo no mejora, sino que cada vez empeora un poquito más. Y llegarán las ferias, llegarán los triunfos y los indultos y se mantendrá esta nube de humo que no nos quiere dejar ver la realidad. Si es que no hay manera.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Madrid, a cara o cruz


Ya se sabe que el escenario de la plaza de Madrid es el más apropiado para echar una moneda al aire y esperar a ver si sale cara o cruz. Quien lo diría, en una cosa tan seria como es la vida de los que saltan al ruedo, la salud de un espectáculo extremadamente amenazado y arrinconado no se sabe bien en virtud de que criterios y al final lo importante depende de una monedita volando. Lo mismo da el futuro de un torero que viene a Madrid a jugársela como último recurso, que el futuro de la primera plaza del mundo y de la Fiesta de los toros. Aunque como si estuviésemos entre los tahúres del Misissippi, la moneda está trucada y de cada diez veces, nueve sale Taurodelta y una Simón Casas. Y si nos paramos a ver detenidamente el pliego, esta diferencia puede incrementarse aún más. Aunque también puede ser que los dos tahúres se asocien y se lleven todo el botín de Las Ventas. Repartirían beneficios, gastos y lo que les viene todavía mejor, responsabilidades. Si echamos mano a las cuentas del año pasado, les esperan casi 20 millones de euros, más el incremento del precio de las entradas.

No me voy a poner a destripar parte por parte el tan esperado pliego, sería un castigo que no creo que merezca ser impuesto a nadie. Otra cosa son los masocas que se enfrascarán en su lectura para ver el grado de cabreo que son capaces de alcanzar con un papel en la mano. Pero vamos allá. Y creo que lo primero es empezar por las cláusulas excluyentes que cierran la puerta a cualquier posible aspirante con ideas, ganas de trabajar y afición, pero que si no ha regentado al menos dos plazas de primera durante tres años, con un mínimo de diez festejos por año, ya se puede ir por donde ha venido. Que conste que a mi no parece mal poner un filtro para evitar que se apunten los advenedizos y aprovechados, pero no creo que la gestión de las plazas de primera sea la más adecuada. Eso sí, la Comunidad de Madrid se asegura que no se les cuele ningún antisistema ajeno a la actual jerarquía de taurinos que “tan bien” manejan el mundo del toro.

Eso sí, hay que agradecer el celo que se observa en la contratación de toros y toreros. Según se dice, se valorará la variedad de hierros y encastes y la contratación de las figuras y toreros de interés. Algo que suena muy bien, que hasta podría provocar la ilusión del aficionado, pero que así dicho es como no decir nada. Luego te ponen a El Fandi, Castella y Perera con los Jandillas y en rigor que cumplen esos requisitos. Pero claro, Cualquiera de los tres, igual que otros muchos, ponen por delante el pasaporte de matador sellado en mil y una plazas de pueblo, con cantidades ingentes de orejas cortadas, pero claro, Madrid, su público y sus gustos son otra cosa; aunque cada vez hay menos diferencias. Y entonces ya estamos montando unos cartelesmás acordes con las apetencias de Villamulas, Manceteros del Conde y Retortillo del Bizco. Y además serán aplaudidos y acogidos con alborozo por los medios de comunicación afines al régimen taurino que nos tiraniza.

En el susodicho pliego también han tenido el cuidado suficiente en aclararnos el por qué de esas visitas a las fincas por parte de la gente de Taurodelta apalabrando corridas para la temporada que viene. Y es que en el tocho de la Comunidad de Madrid se dice que se valorarán los compromisos ya suscritos; pero lo que no aclaran es por qué unos tenían noticia de este punto o al menos se imaginaban que podría incluirse. Pero nada se dice de tener en cuenta el gusto del aficionado, de solicitar y tener en cuenta su opinión, pudiendo expresarse sobre la inclusión o exclusión de ganaderías y toreros. No aquíhay que tragar lo que se les antoje a los señores empresarios y seguir con el circo itinerante de Manolita Chen, con sus figuras de mazapán y sus borregas chochas y desmochadas. Aunque seguro que veremos como se contrata a algún hierro como Moreno Silva, tan añorado el año pasado en Madrid, y por esas casualidades de la vida, lo mismo salen que no se tienen en pie, para que nos demos cuenta de una vez de que este hierro no merece estar en Las Ventas, aunque no nos logren convencer. Eso sí, nos hincharemos a ver Domecq y Núñez comerciales a tutiplén. Y lo mismo puede pasar con Urdiales o Fandiño, si no se “ajustan” a lo que demandan los mercados, que los estrellarán contra un ganado infame incapaz de dar dos pasos seguidos.

Que conste que no digo yo que no vengan las figuras, sí, que vengan, pero ¿por qué no cambiamos la fórmula? Yo ya sé que están habituados a viajar con los de su troupe, pero no creo que se vayan a morir por matar una corrida que elijan ellos de un hierro que no sea ni Domecq, ni Núñez, ni Osborne, acompañados por Urdiales, Fandiño o, ¿por qué no?, Frascuelo. Yo creo que hay tardes suficientes para algún día darnos gusto con una de estas combinaciones que sí que llamarían la atención del aficionado. Y si no hay fechas, se echa mano de esos festejos de más que el adjudicatario podría organizar para mejorar su oferta.

Luego está el hecho de facilitar al público la asistencia a la plaza. De momento parece que se valora más el sacar las entradas por los terminales de fuera de la plaza que pasar por taquilla y se intenta propulsar la renovación por domiciliación bancaria. La idea me parece estupenda y muy adecuada para el general del público que acude a Las Ventas. Pero a ver como se les explica a los viejecitos que no fallan un domingo, que la entrada se saca por Internet ¡Miau! Y lo de la domiciliación es la mejor solución del mundo, pero claro, si por el hecho de renovar el abono a través del banco te pegan un zurriagazo en mitad del lomo, Pues, ¿qué quieres que te diga?. Así que parece que va a haber que seguir yendo a la cola de la taquilla a pasar la mañana, mientras se contempla como solo se abren dos ventanillas. O como un domingo de agosto hay quien entra al segundo toro. por no abrirse todas las taquillas, viéndose en la tesitura de entrar tarde o mandarlo todo a paseo. Luego estánlos abonos de temporada para jóvenes y mayores, pero no nos engañemos, no se puede decir que sea algo con demasiado tirón. Solo hace falta ver los números.

Y por último el cajón de sastre, donde está la publicidad de los festejos, que debe correr a cargo de algún creativo desganado, desinformado y al que además no le gusten los toros, pues aún recuerdo las cuñas de radio de las novilladas de la Oportunidad, en las que se hablaba de todo, menos del ganado a lidiar cada tarde noche. Cierran este apartado lasactividades culturales y artísticas, como será la convocatoria de concurso de carteles, que ni tan siquiera se exponen a la vista del público. La promoción de las escuelas taurinascomo fábrica de futuras “figuras del toreo”, que no matadores de toros. Cierra el pliego el apartado de mejoras de la plaza, aparte del mantenimiento de sus instalaciones, donde no se habla nada de facilitar el acceso a las localidades de tendido alto, grada y andanada. No sé, por lo menos una botellita de oxígeno en cada estación, porque está claro que lo de las escaleras mecánicas es un lujo inalcanzable. Algo tan utópico como el conseguir que los baños estén limpios y que no de la sensación que cinco minutos antes pasó por allí la cuadra de picar a hacer sus cosas. Y si la limpieza ya es un logro, lo de cubrir la plaza no parece ni planteable. Es mucho más bonito, más romántico dicen algunos, eso de mojarse cuando llueve, torrarse con el sol o aguantar el viento, siempre tan presente en Las Ventas, evitando que el espectador pueda disfrutar a razón de lo que ha pagado por su entrada.

En definitiva, la conclusión que uno puede sacar es que todo seguirá igual, que al aficionado se le tiene muy, muy poquito en cuenta, que se montan espectáculos para el gusto de no se sabe quién, en una plaza que sigue siendo igual de incómoda, con toreros de saldo y ganado vergonzante, y todo ello con un incremento en los precios del 5%, lo que hará que la recaudación de la temporada 2012 supere esos 20.000.000 de euros. Cómo no les va a parecer que la Fiesta va sobre ruedas; su fiesta va en avión y la que muchos queremos en carro de bueyes, y a veces ni eso, porque te los quitan del tiro para que los maten como toros las figuritas. Estos mandamientos se encierran en dos, la misma basura de los últimos años, a precios más altos. Pues que Dios reparta suerte, porque como reparta justicia…

martes, 22 de noviembre de 2011

Paso a la numerología en el toreo

¿A qué distancia hay que parar al toro en el caballo?
Parece claro que en la tauromaquia, en esa carrera incesante hacia la simplificación, vamos a toda prisa hacia la complejidad y el absurdo. Después de un comentario de Óscar en la última entrada y a propósito de las aportaciones de los señores presidentes en cuanto a número límite de estocadas o de descabellos, uno se ha puesto a pensar en posibles nuevas modificaciones para “mejorar” la Fiesta. La verdad es que todo se simplificaría bastante. Pongámonos en la faena de muleta; si establecemos una escala de 50 pases, saludos desde el tercio; 75, vuelta al ruedo; 100, oreja; 150, dos orejas; 200, indulto y a partir de ahí, léanse el prospecto o consulten a su médico, pues puede ser peligroso. Cuantificando así las faenas, la gente podría prestar más atención al bocata, al cubata, a la charla del acompañante o a la sonrisa de las jovencitas del tendido.

Que nadie me acuse de usurpar el sitio a Juan Medina en el Escalafón del aficionado, porque aunque parezca lo contrario, él no echa mano de la numerología, él hace hablar a los números. Lo que aquí se propone es mucho más simplón. Si nos centramos en eso de las estocadas y los descabellos limitados, puede que nos encontremos con la paradoja de que a un señor espada le den los tres avisos y que a lo sumo haya pinchado tres veces y que no haya podido usar el verduguillo. ¡Qué barbaridad! Dirán algunos, pero si se entretienen en hacer una llamadita a Israel Téllez, quizás éste les pueda explicar su caso la pasada temporada en la plaza de Sevilla. Y ¿qué hacemos cuando un matador decide no matar a su oponente? ¿Le mandamos unas flores?

Yo sinceramente no creo que haya que limitar nada en este sentido, quizás bastaría con que todos los que tienen derecho a lucir el oro en sus vestidos, volvieran a sentir el orgullo de ser matadores de toros o novillos y no conformarse con ser “figuras del toreo”. Hemos pasado del blanco al negro en un abrir y cerrar de ojos. De aquellos que deseaban que les tragara la tierra cuando le echaban un toro al corral a estos que se ponen a despotricar contra el toro, como si él fuera el culpable de todo, como si no hubiera cumplido con su sagrado deber de ir detrás del trapito, aunque el encargado de moverlo no sepa ni por donde se agarra. Cosas de la modernidad.

Los números no casan del todo con la Fiesta, pero hay uno que la acerca a la perfección; el número mágico por excelencia, el que nos lleva a las puertas del cielo, tanto a creyentes como a aficionados; el número tres. Así de fácil, tres tercios, tres varas, tres pares de banderillas y el infierno de la deshonra y la pena de los tres avisos. Tres intentos para que el toro vaya al caballo antes de cambiar los terrenos o de ser fogueado, tres pasadas para que le corra el turno al banderillero, por lo general tres matadores, tres peones. Siempre el tres, para lo bueno y lo menos bueno. Pero a partir de ahí, poco más hay que contar, si acaso el tiempo de la faena y de eso se ocupa el señor que habita en el palco. ¿Para qué nos vamos a complicar más? Cuando hace falta dar tantas vueltas, es que algo no cuadra bien. Si limitamos el número de veces que se puede entrar a matar, ¿esto no supone evitarle el bochorno a aquel que con el capote y la muleta no supo preparar al toro para el momento que justifica todo esto? ¿No abriríamos definitivamente la puerta a los toreadores y se la cerraríamos a los matadores de toros? No voy a ser yo el que defienda que al toro le dejen como un acerico, pero esto también es una señal para indicarle al “maestro” la puerta de salida.

Podemos darle a esto las vueltas que queramos, puyas de diferentes tallas, la suerte de varas cronometrada y midiendo los kilopondios que desarrolla el toro al empujar, la velocidad media del galope en banderillas, el número de arrancadas en la muleta, la curvatura del arco que debería describir en la embestida, el grado de torsión del espada de turno, la duración de la faena, el número de entradas a matar y la desviación de la línea recta en la ejecución de la suerte suprema o lo que es lo mismo, cuanto se sale al hacer la cruz, los descabellos, los fallos del puntillero, el número exacto en el escrutinio de pañuelos orejeros, los decibelios del personal al berrearle al oído al señor presidente y la longitud del bocata y litros de cubata que un ser humano es capaz de engullir en una “feliz” tarde de toros. Números, cifras, guarismos, ecuaciones, incógnitas, integrales y logaritmos, pero al final todo se reduce a tres tercios, tres puyazos, tres pares de banderillas y la estocada por derecho. Y si todo esto se cumple, al final el toro tendrá que acabar respondiendo a estas exigencias y será la Fiesta la gran beneficiada de la seriedad y rigor en la repetición del número tres.

PD: Mis felicitaciones a Taurodelta por haber conseguido los méritos suficientes para convertirse casi en el único candidato posible para gestionar la Plaza de Madrid; pero de eso hablaremos más adelante, antes uno tiene que asimilar el pliego publicado ayer.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Oportunidad: todas las tallas, todos los tamaños

El picador, una especie en extinción


Anda que no llevamos tiempo buscando soluciones a esto de los toros y mira lo ignorantes que somos, que no nos habíamos dado cuenta de que teníamos el remedio delante de nuestras narices. Señores, “customicemos” la fiesta. Si es que nos resistimos a sumergirnos en la modernidad y es ésta la que nos inunda de repente. ¿No dicen que a cada toro hay que darle su lidia? Pues extendamos eso a todo, y que mejor que aplicarlo también a la suerte de varas. ¡Qué hallazgo! Estoy maravillado. Al fin hemos llegado a que el propio matador decida que puya se necesita en cada caso. Como las grandes eminencias médicas, el maestro solo tendrá que volverse a uno de sus colaboradores para decir: “una del tres”. Y zasca, una puya del tres, no vaya a ser que con la del cuatro machaquemos al torete.

Muchos sospechábamos esta vocación de cirujanos en la torería actual y ahora nos felicitamos de que al final puedan cumplir sus ilusiones y pedirán la puya como si pidieran el bisturí o las pinzas. Además de mozo de espadas, también tendrán que contratar a un mozo de puyas, al que como si fuera su “cadie” se le acercarán para consultarle. “¿Tú que crees? ¿Una L o una XL? Maestro, ¿dónde va? Si con la L ya lo destrozamos, casi mejor una M. Y luego por la tele podrán opinar los expertos y dirán que en esta ganadería siempre se pica con la S, que son muy dulcecitos. Al indultar un torillo podrán decir con orgullo que le picaron dos veces con una M.

Seguro que hasta ya tienen pensado el protocolo de actuación. Los habrá que hasta consultarán con el público y a la hora de picar sacarán el catálogo de pyas, puyitas, medio puyas y casi puyas y dejarán la decisión en manos del personal. Levantarán una y según los aplausos, se pica con esa o se toma otra. Que maravilla, será una fiesta de la democracia cada veinte minutos. “Y ahora, el más difícil todavía, votaremos si se pica o no se pica” Y si el respetable vota que no, los picadores saldrán del ruedo envueltos en abucheos ¡Fuera, fuera! ¡Picatoros, bruto! No me negarán que seguro que hasta los antitaurinos se apuntaban a esta verbena.

Pero a mí me quedan algunas dudas todavía. Cuando al acabar las ferias se hagan públicos los premios al toro más bravo o al mejor puyazo, ¿habrá categorías como en el boxeo? El ganador en la categoría de puya S es “Picassito”, de la ganadería de Juan Pedro Domecq. En la M “Babosito” de Núñez del Cuvillo. En la L, XL y XXL, el premio ha quedado desierto. Además habrá que redactar un nuevo reglamento en el que se recoja que los toros recibirán dos varas, como mínimo, si la suerte se realiza con una puya L, tres con la M, tres y un cachete con la S y con la XL y XXL, será suficiente que el piquero le enseñe de forma amenazadora y con el ceño fruncido.

Yo admiro y agradezco este afán por mejorar la Fiesta y por humanizar la corrida, pero tampoco creo que sea necesaria tanta preocupación. Eliminemos la suerte de varas. Si acaso, hagamos que durante el primer tercio salgan los caballos al ruedo, que se den una vuelta pegaditos a las tablas y que se marchen con las mismas que vinieron. Además se podría aprovechar para que tal paseo lo hicieran la reina de las fiestas del lugar, el hermano mayor de la cofradía, los ganadores del concurso de paellas y de tortillas, los finalistas y campeones del torneo de calva y petanca y todo sería mucho más popular, más amable, mucho menos desagradable y nos evitaríamos ese deplorable espectáculo de ver a un toro sangrando.

Mira que campos vueltas y vueltas para no llegar a ninguna a parte, primero reducir a dos puyazos o menos, para dejarlo en uno o dos raspalijones, luego las puyas a gusto del consumidor y al final llegaremos a que se queden ellos solos con su fiesta y que no necesiten grandes plazas para sus cosas. Igual hasta podrán dar corridas de toros en el salón de su casa. Los demás lo pasaremos mal el primero o segundo mes de mayo sin San Isidro, recordaremos cuando el Centro Comercial Plaza de Las Ventas era un coso taurino, y para quitarnos el gusanillo acudiremos una vez al año al circo Prince, que al fin y al cabo los payasos saben que lo son, los equilibristas y contorsionistas están habituados a los volatines y se sabe de antemano que los leones casi están domesticados. Pero que se cuiden de los taurinos, porque si no, al final los leones serán de peluche y los equilibrios los harán subidos en una caja de galletas.

martes, 15 de noviembre de 2011

La Fiesta, mejor que nunca, en su peor momento

Rafael "El Gallo" no necesito nunca que le reconocieran como un artista, porque el arte era él.


Si nos paramos a mirar el estado de la Fiesta y su consideración oficial, casi podríamos decir que nunca estuvo tan apoyada y tan bien considerada, pero luego la realidad no responde a tal espejismo. Hasta la UNESCO se está liando el capote de paseo para declararse a favor de las corridas de toros, o por lo menos eso se oye por ahí o eso se le está solicitando. Que si Bien de Interés Cultural, que si Patrimonio Inmaterial, que si un ayuntamiento se convierte en torero oficialmente y la guinda de que el Gobierno del Estado concede a los miembros del G- 10 el capricho de reconocer vía BOE, que esto que nos ocupa debe tener la consideración de hecho cultural.

Pero, digo yo ¿esto no resulta cuanto menos sospechoso de ocultar una realidad que se quiere tapar? ¿Alguien se plantearía que se considere como cultura la pintura, la escultura, la música o el cine? Evidentemente, no es necesario. Entonces ¿por qué hace falta hacerlo con las corridas de toros? El caso es que han cogido la Fiesta, la han pasado el plumero y la han metido en una vitrina acorazada con un cartel muy grande que dice “¡Ojo, que esto es arte!" Pero si eso la sabíamos hace décadas ¿no? ¿O todo esto se debe a que todas estas consideraciones no se las creen ni los que lo inventaron?

La realidad es que todo esto se produce en un momento en que escasea el arte, la bravura, la casta y la emoción. Quizás por este motivo hay tanta prisa por colgar la etiqueta que sea. Porque claro, si nos cogemos a un no aficionado, le tomamos de la mano y nos le llevamos a la plaza, contándole en el trayecto las grandezas del toro y de los toreros que se ponen delante; si le hacemos un recorrido por el Museo Taurino de Madrid, por las galerías de Las Ventas y finalmente nos acomodamos en nuestra localidad, aunque eso de acomodarse en la plaza de Madrid es casi ciencia ficción, y en esto que empieza lo “güeno” y nuestro acompañante, que espera ver todo lo que ha oído yendo a la plaza, lo que ve es un toro dando tumbos por la arena, a un señor subido a un penco que se da un paseo por el ruedo sin función alguna conocida y a un señor con las medias rosas poniendo extravagantes poses llenas de estiramientos y retorcimientos; un conjunto que no dice nada y que emociona menos.

Venga decretos, venga declaraciones y venga ILPs, que pretenden conservar y salvaguardar un hecho cultural muy poco culto y que no se sostiene por sí solo. Volvemos a ese tan arraigado proteccionismo patrio. Pero, yo me pregunto ¿por qué no atacamos el problema desde la base y dejamos de andarnos por las ramas? Estaré equivocado, pero creo firmemente que si se empezara a reconstruir la tauromaquia a partir del toro, que si se sustanciara de nuevo la suerte de varas y se ofreciera un toreo de verdad, quizás no harían falta tantos panfletos bien intencionados, porque la Fiesta se defendería por sí sola.

El edifico se nos cae a cachos y nos preocupamos por darle una mano de pintura a la fachada, o casi peor, queremos hacer creer que los desconchones son manifestaciones artísticas de vanguardia y lo pretendemos hacer colar como arte. Y llegados a este punto volvemos al inicio, en que nunca antes hubo tantas manifestaciones y declaraciones proteccionistas, ni la Fiesta estuvo tan necesitada de una reestructuración a fondo que la ayudara a recuperar lo que nunca debió perder, y que solo favorece a unos taurinos y unas figuras que solo se preocupan por su beneficio y por su comodidad. Lo demás les importa un bledo. La prohibición catalana les ha metido las prisas en el cuerpo para asegurarse que este proceso no se repita más en ningún sitio, creyendo que esto nos blinda contra una muerte por inanición. Pero si esto les hace felices, allá ellos.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Esplá habla claro

¿Qué toros estarán esperando a salir en Madrid en 2012?


Si hay pocas cosas que estén claras en esto de los toros, una de ellas es la claridad con la que suele expresarse, vamos como para no dejar lugar a dudas. Pero esa claridad y esa ausencia de dudas en lo que dice, sí que ofrece un trasfondo en clave que hace desconfiar al más pintado. Nadie puede dudar de la carrera del maestro de Alicante, pero si miramos de reojo a la temporada de su despedida y a los penosos espectáculos que protagonizó en algunas plazas, pero que le sirvieron para obtener sus buenos beneficios, puede hacernos pensar que ha vuelto a hacer de tripas corazón, con tal de colocarse en un puesto acomodado.

A priori el matrimonio, o unión de hecho, Casas- Esplá, es de esas que hacen mirar para otro lado tapándose la nariz y a la que se le augura un escaso porvenir. Pero ya ha habido otros enlaces por conveniencia, como aquel “imposible” de Morante y Curro Vázquez, que fraguó con una buena morterada de euros. Y dicen que el dinero no da la felicidad, pues hay algunos que guardan muy bien las apariencias.

Ahora resulta que puede muchos más ese espíritu innovador del señor Casas que los desmanes que ha perpetrado en Valencia o Nimes, hasta convertir esas plazas en una caricatura de lo que debían ser. La verdad que la jugada del señor empresario le sale redonda; prepara el asalto a Madrid parapetado detrás de un torero querido por las Ventas y al que se le ha consentido todo, precisamente por la honrada trayectoria del maestro Esplá, quien siempre dijo las cosas como las sentía, arriesgando muchas veces el verse excluido de los carteles, a pesar de habérselo ganado en el ruedo, como digo en el inicio, Esplá habla claro. Lo que ocurre en esta ocasión es que a lo mejor esa claridad de sus palabras precisa una exhaustiva aclaración de los motivos que le han llevado a ir de la mano del señor Casas. Ese que no ha dudado en enfrentarse “valientemente” contra la memoria de Joaquín Vidal, sobretodo ahora que no se puede defender de las difamaciones que el empresario galo ha dirigido hacia su quehacer como periodista y aficionado. A ver como se ponen de acuerdo cuando tomando café uno rememore las crónicas recibidas tras una tarde de toros por los ruedos del mundo y el otro afirme que todo era mentira y que era el principal cáncer de la fiesta. ¿Entonces, cómo se come eso de llevar en su comando para asaltar Madrid a un torero fraudulento? Menudo sapo ¿verdad?

Pero tranquilos, nada hay que no curen unas buenas friegas de alcanfor y una tisana, mientras se cuentan los fajos de billetes. Si es posible de a quinientos, para que la tarea no resulte demasiado pesada. Pero si la empresa progresa según esperan, ¿qué cara pondrá Esplá cuando vea salir por los chiqueros de Madrid una legión de borregas fofas y desmochadas? Pues igual se le revuelve el gusanillo y decide volver a vestirse de luces. ¿Y cuando vea la longitud de las cifras de los talones para pagar a las grandes figuras de la tauromaquia 2.0? Porque no hay que olvidar la fidelidad y hasta idolatría que profesa el señor Casas a estos “maestros”.

Hay que ver lo que puede el dinero, que es capaz de hacer que uno se trague su orgullo y que empiece a ver la realidad de otro color, del color de los billetes, pero ojo, que si las cosas no salen como el público desea, seguro que volverán la cabeza hacia el aposento del maestro, con cara de circunstancias, de incredulidad, esperando explicaciones y deseando, entonces sí, que Esplá hable claro.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Toros y política

Son muchas las sombras en la Fiesta


Metidos en plenas elecciones habrá quien espere que algún partido se manifieste sobre los toros con alguna medida concreta a favor de la Fiesta. Pues va “dao”. Aunque no quiere decir que siempre haya quien se declare “mu afisionao”, pero igual que si lo fuera al encaje de bolillos o a la cría del mirlo blanco de la Guinea. Y ¿qué esperamos? Los griegos que ni van ni vienen, los italianos que sí pero no, los franceses y alemanes mandando a los demás al rincón de pensar y los mercados frotándose las manos, mientras se amplía a marchas forzadas el estadio donde se piensan reunir los parados de este país. Como para fijarse en los toros, una actividad que ni da dinero, ni genera puestos de trabajo… en Alemania.

Pero que tampoco se piense el personal que los toros es algo indiferente a los señores políticos, ni mucho menos. Dependiendo del signo de cada uno se expresan de una u otra forma. Unos, con eso de que es muy español y ellos son muy patriotas, se llenan la boca declarando su patriotismo y su defensa de todo lo genuinamente patrio. Incluso firman declaraciones rimbombantes que luego no llevan a nada, pero que de primeras hasta da el pego. Luego están los otros, que tienen que mantener el tipo progresista y un tanto pazguato en dependiendo que cosas, y que aunque sean descendientes del mismísimo Lagartijo el Grande, ocultan sus sentimientos taurinos; el partido y los espíritus vanguardistas no se lo podrían permitir.

Solo hay una cosa que une a los dos partidos mayoritarios respecto a los toros, a ambos les importa un pito que la Fiesta se engrandezca o que se convierta en una farsa ad hoc para turistas. Que no digo yo que de cuando en cuando no veamos a nos y otros asomar por algún tendido, incluso los hay que fardan de tener un abono en San Isidro, pero una cosa es predicar y otra dar trigo. Luego están los que no les gusta esto del toreo y entonces toman la postura de la indiferencia y de hacer como si eso no existiera. Pues muy bien, que procuren que yo llegue a Ministro de Sanidad, porque con la fobia que le tengo a los hospitales, igual me lío la manta a la cabeza y los convierto todos en centros comerciales y de ocio. Y con esa manía que tengo al frío, lo mismo me enfrasco en poner calefacción central en todas las pistas de esquí y las sustituyo por piscinas climatizadas. Así que según esta forma de actuar, que no nombren Ministro de Cultura o de Educación a un incendiario decidido a cargarse la enseñanza ¿no?

Y que nadie piense que uno no tiene sus ideas políticas, claro que sí, pero otra cosita es esa de sentirse aferrado a un partido político en el que no cabe el menor asomo de crítica, aunque sea para decirle al compañero que lleva la bragueta abierta. Según algunos muy cerriles, lo correcto sería alabar el buen gusto de llevar refrigeradas las ingles. Que está muy bien eso de pertenecer a un partido, de tener ideas políticas y todo eso, pero no vendamos nuestra opinión y nuestras aficiones, que luego nos pesará.

Toros y política; hay que ver lo que cambian los tiempos, hace años los toreros hasta eran invitados a cacerías, y hoy a todo lo más que llegan algunos es a fotografiarse con los maestros poniendo una sonrisa forzada y poco natural; y algunos ni eso y después de reunirse con ellos les hacen salir por la ventana como los amantes sorprendidos. Allí los tienes, los más afamados maestros de la tauromaquia deslizándose por la cornisa para llegar a una rueda de prensa a contar que se han entrevistado con su señoría. Pero bueno, esperemos a que pasen las elecciones y sentémonos a esperar a ver todo lo que sus señorías están dispuestas a hacer por la Fiesta de los toros.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Fandiño la has “cagao”, pero muchas gracias



Señores, en cuanto tengan ocasión, vayan a ver a Iván Fandiño, que no es que haya anunciado ni su retirada, ni que se vaya a inmolar realizando la suerte suprema. Pero leyendo sus declaraciones que me permito rescatar desde “El Retoñal”, se podría afirmar que está muy cerca de un sacrificio profesional dentro de los despachos. Si no era suficientemente molesto para los mandones el tener tirándoles de la gabardina a un tío que se enfrenta al toro de verdad, que basa su toreo en la verdad, en cruzarse, en cargar la suerte, en no dar ni un paso atrás y en la pureza y decisión al entrar a matar, ahora va y dice lo que todo el mundo está pensando. Tales palabras han sido las que siguen:

“Creo que al final todo camina en torno a los intereses personales. Cada sector, cada colectivo, busca lo mejor para si mismo, busca lo que mejor le puede convenir, y en definitiva nos estamos olvidando de lo verdaderamente importante, de hacia dónde camina la Fiesta, hacia dónde camina esta profesión. Más allá de reuniones y uniones de unos y de otros, creo que lo que hay que plantear es una Unión de Aficionados que se pregunte cómo plantearse la Fiesta y que la beneficie y ayude en estos momentos tan complicados”.
Y como corresponde a un torero, solo le falto decir “ahí queda eso. Pues sí señor, sí señor Fandiño, en unas líneas ha plasmado con toda claridad cual es el principal mal de la Fiesta, que cada uno va a lo suyo y lo fundamental les importa un pito. Una vez más se ha cruzado, ha adelantado la muleta y ha cargado la suerte, pero que tenga cuidado, porque este toro es bastante menos claro, más peligroso y con un peligro sordo que le puede costar muy caro. Detrás de unas sonrisas y manifestaciones de que “todos somos compañeros”, se puede esconder un marrajo “pregonao” y traicionero.

Si las cosas fueran como deben, después de estas manifestaciones de Iván Fandiño solo cabrían dos reacciones lógicas. Una, que los taurinos le exigieran explicaciones públicas y que le permitieran darlas cara a cara, por si fuera necesario aclarar algún detalle; o en su defecto, que más de uno, de dos, de tres o de una docena de taurinos se marcharan con las orejas gachas, dejando paso a otros que vengan para trabajar a favor de la Fiesta. Pero me temo que la lógica saltará por los aires y que Fandiño recibirá como pago el desprecio y aislamiento por parte de los que manejan todo esto. Lo mismo la temporada que viene hay que hacer una colecta para comprar unos toros y ver juntos al vasco y a Diego Urdiales. Si el primero ya molestaba por su forma de entender el toreo, ahora puede que algunos lo hayan convertido en enemigo.

Como decía la canción, no es que sea dura la verdad, lo que pasa es que no tiene remedio. Una realidad grosera y malencarada en la que lo que prima son los intereses particulares antes que el bien común. ¿Qué nos importa que la Fiesta se acabe desintegrando o reduciéndose a una atracción turística para japoneses con inquietudes antropológicas? Esto se ha convertido en un coge el dinero y corre.


Lo que no se puede hacer ahora es dejar a Fandiño solo ante esos ogros llenos de poder que son los que dicen “tú si, tú no”. Hacía mucho que nadie del mundo del toro se manifestaba a favor del aficionado, teniéndolo en cuenta como parte de la solución y no como el problema, que es lo habitual. Al fin un torero cree que hay que tener en cuenta lo que piensa aquel que paga, el que mantiene todo esto. Por eso hay que decirle al bueno de Iván Fandiño que la ha “cacao”, aunque se lo agradecemos en el alma y que todos sus “deslices” sigan en esta buena dirección. Ahora sí que me creo yo eso de que se torea como se es y el vasco torea, antes que nada, con la verdad por delante.