Si Sánchez Mejías volviera la cabeza... |
Qué complicado me resulta empezar. Yo que pensaba hacer un
resumen de la temporada lleno de loas, alegorías bíblico taurinas paridas por
los dadaístas; revelaciones antropológicas del fundamento de los toros de
Gerión, que seguro que eran Juan Pedros; preguntas y respuestas con las que se
cernía la amenaza y se albergaba la esperanza de que no se nos desplomara
encima la espada de Damocles, que se dice que era una ayuda, que la buena la
guarda el mozo en el fundón. Pero claro, si el error parte de la base de la
mala elección del tema, pues ya vamos como fastidiados, jodidillo que diría el
pueblo llano, pero que yo no me atrevo a decirlo, hasta ahí podíamos llegar.
Pues nada, ¿sabían ustedes que este año ha habido un montón
de corridas de toros y novillos en la Plaza de Madrid? Pues yo tampoco, aunque
allá por marzo, llegué a creer que así iba a ser. La Feria más importante del
mundo, el acontecimiento taurino dónde se reúne los más granado de los toros
entre mayo y unos de días de junio. Los ganaderos criando a sus pupilos; unos
crían toros y otros productos. Los toros se los matan toreros que tragan con
todo y los productos los “atorean” los exquisitos hartistas del G…
Desgraciadamente, en las excavaciones arqueológicas no se han encontrado restos
de toros de verdad en los días de postín en que aparecían estos mozos, así que
pensaremos que no hubo toros, que echarían salmonetes tullidos.
De los otros, aunque con escasez, algo se ha hallado. Una
corrida de Baltasar Ibán interesante, pero que se permitió el lujo de mandar un
toro por coleta para que alguno se pusiera gallito. Toros que mostraron las
dificultades propias del toro, pero que en cuanto se daban cuenta de que allí
había pelea, no volvían la cara ni un segundo y para colmo, si alguien estaba
dispuesto a pararse y mandarle, hasta se entregaban en la muleta. Pero uno tras
otro fue trapaceado vilmente, sin que nadie supiera hacerles el toreo. Spínola
decepcionó, Serafín Marín estuvo a lo suyo, que últimamente es poco y Pinar,
pues eso, como todos los pinares que se precien, para echarse una siestecilla
ala sombra.
Hubo otro día en que se anunciaba una ganadería de esas que
tan bien les viene a los empresarios para rellenar y sacar sus buenos duros,
arriesgando muy poco, pero cuando los isidros ya estaban acabando de limpiar
las bandejas de pasteles, canapés y escurriendo las últimas gotas de güisqui,
va y sale un sobrero de Hermanos Domínguez Camacho; que feo era el condenado,
cinqueño según decía el papel, pero que parecía un novillote sacado de la
inclusa. Pero como pasa muchas veces, el tío no era muy agraciado, pero sí muy
salado; empezó a contar chistes por el ruedo, buscando los caballos, empujando
metiendo los riñones, sin importarle que le acribillaran allí mismo. Lástima
que se doliera de los palos, pero el animalito no paraba de embestir. Morenito
de Aranda lo confundió con un Juanpe y no le picó lo que debía. Y lo que pasa
en estos casos, que el toro se te va subiendo a las barbas y cuando quieres darte
cuenta, zas, ya lo tienes subido a la chepa, con lo que molesta un toro en el
lomo. Que si violento, que si incómodo, que si pegajoso, pero la verdad es que
el matador no pudo con él y allá que se fue el sobrero con la gloria que no se
ganó el torero y la que el torero no le concedió en la lidia.
Se acababa la feria con los toros de Cuadri, esos tan
grandones que es imposible que embistan bien, tan “fuera de tipo” que no son
aptos para hacer el “harte”, pero mire usted por donde, que año tras año ponen
en ridículo a los que con mala idea hacen estas afirmaciones. No fue la corrida
tan espectacular como el año anterior, quizá porque le faltara un toro como
aquel Frijonero o aquel castaño que levantaron al público de sus asientos. O a
lo mejor si salió ese toro, el primero, pero con tan mala suerte que fue a caer
en las manos de Rafaelillo; este ya le puso el cartel de “No vale”, en cuanto
le vio salir parado y ya ni se fijó en las tres entradas al caballo, dónde se
le castigó mucho y mal, ni en la distancia a la que se venía al caballo, ni la
forma de empujar, ni en su bravura, ni en la nobleza que tenía dentro el
Cuadri, que seguro que con insistirle un poquito, hasta se arrancaba por
fandangos. Hubo dos toros más que podrían haber mostrado algo más, mucho más,
pero ¡ay! la suerte, la mala suerte, quiso que cayeran también en manos del
murciano. Y no digo yo que estos se hubieran lanzado a pegar quejaos, pero
pongo la mano en el fuego que al menos habrían acompañado al primero al toque y
con las palmas.
Que hartura de San Isidro ¿verdad que sí? ¡Ohú Quillo! si es
que no se acaba nunca. Pero a nada que te descuidas, llega lo del Harte y la
Kultura, que es como en los condenas, seis años y un día; pero aquí son mil
tardes y las del Harte. Que lo único que es, es que nos juntan todas las que se
podrían dar en junio y julio, pero todas seguidas. Pero na’ de na’, al menos
para meterlo en este resumen, podía a lo mejor uno de Valdefresno de David
Mora, pero no, creo que hay que exigir un poquito más, que tampoco mucho. Luego
más ciclos de los señores de la empresa de Madrid, que si el Ocho Naciones, el
Camino a las Ventas, o como se llamara, las nocturnas que empezaban a las seis
de la tarde con un solazo que aplastaba, lo de los encastes del Cretácico para
estrellarlos y poder decir que queremos imposibles. Pero miren por donde, que
van y se traen una novilladita de Mauricio Soler Escobar y dos de José Escobar,
Gracilianos; una hermosura, para el espectador, que para los tres chavales fue
un calvario. Era por aquellos días en los que El Juli se autoproclamó defensor
de la novillería. Bien presentados, como ha sido casi siempre el novillo en
Madrid, y con mucho que torear, pero mucho. Lo que no admitían era el
pegapasismo. Encastados y a los que primero había que poder, lidiarles y
hacerles las cosas muy bien, porque si no luego te lo echaban en cara, y para
oponerles mando, firmeza, torería y ganas de ser. Cualquiera de los tres pudo
haber pagado la entrada de una finca en Salamanca o en las Marismas del
Guadalquivir, pero la falta de preparación, el poco gusto por lo clásico y la
falta alarmante de recursos les hizo que no pudieran ni ver el piso piloto de
Urbanización Puerta Grande, a cinco minutos del centro de la gloria, con
magníficas comunicaciones a todas las plazas de España y alrededores, y una
magnífica zona social a la que se acercarían los señores empresarios para
firmar contratos para las ferias más importantes.
Ya ven, es hablar del toro de verdad y a uno se le va el
santo al cielo. A ver si va a ser verdad que a uno le gusta esto de los toros y
que lo que le ponen delante tarde tras tarde no tiene nada que ver con la
Fiesta de los toros. Qué uno hasta se emociona cuando un toro se comporta como
tal, y que no lo puede evitar, porque esa chispa salta de repente, sin tener
que pararse uno a medir con una regla si la pierna, si el peto, ni nada de
nada, la verdad te pincha y saltas del asiento, al contrario que la farsa, que
te aplasta y te fatiga. ¿Qué es muy poca alegría para tanta juerga? Pues sí, porque
de esas sesenta y tantas tardes, es muy triste que nos quedemos con los nombres
de cuatro ganaderías. Pero luego oiremos y leeremos las bobadas de los ejes de
la Fiesta y todo eso, pero ya digo, eso son supremas bobadas, que aún dudo si
el autor lo pensaba en serio o estaba en el Festival del Humor.
PD.: ¿ustedes creen que merece la pena hablar del público y
su comportamiento durante esta temporada pasada? Según me manden, así haré.