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Los parientes de Revisor no aparecerán este año por Valencia |
Me gustaría que alguien, mejor si es uno de esos devotos de
la Tauromaquia 2.0, me explicaran el motivo de sus ofuscaciones con todo lo que
está pasando en torno a los carteles de Sevilla para este año y con la
exclusión de Valencia de los triunfadores de la pasada temporada, en especial
la de los pupilos de la familia Cuadri. ¿Qué esperaban? Todo esto está lleno de
lógica, rebosa, y además lo que está pasando era más que predecible, así que
menos echarse las manos a la cabeza y a tragar, que es lo que toca. ¿Qué
esperan que después de atender los caprichos y perretas de las figuras, de
repente se nos hubieran hecho mayores y asumieran su responsabilidad con la
plaza de Sevilla? ¿Esperaban si acaso que tras permitir al señor Casas ciscarse
en la plaza de Valencia, en sus abonados y en el público en general, ahora le
diera un ataque de cordura y se le disiparan las ideas de productor despótico?
Hombre, seamos serios y consecuentes, no pidamos peras al olmo.
La plaza de Sevilla es propiedad de unos señores que llevan
años y años practicando el “aquí mando yo y tú te aguantas”, Pues no pensemos
en que nos van a permitir opinar sobre la decoración de su casa, ni sobre los
horarios de comidas, cenas y meriendas. Y si a esto le sumamos lo de las
figuritas que necesitarían una “Súper Nanny taurina” que les pusiera los puntos
sobre las íes, tenemos como resultado el pitote que tienen ambas partes entre
manos en estos días de frío y ventarrones. ¡Qué es la Maestranza! ¿Y qué? En
ese caos presente los toreros ya no necesitan de plazas como Sevilla o Madrid,
ni tan siquiera depende el número de contratos de sus actuaciones en esas y
otras plazas. Son puro trámite, que a veces, ni merece la pena pasar. Aquellas
exigencias pretéritas, aquello de que para ser alguien en el toro había que
triunfar en El Baratillo y en el ruedo del foro, aquello ya es cosa pasada.
Existe un grupo de toreros, entre los que por supuesto se encuentran las
figuras, que tienen asegurada su presencia en todas las ferias, si les apetece,
pero si no van o no triunfan, no pasa absolutamente nada. Qué digo triunfar, ni
tan siquiera se les exige que se justifiquen. Que con que un torero se enfrente
un día a una ganadería seria, ya nos quedamos satisfechos. Que El Juli,
Talavante, Manzanares, Castella, el mismo Cid, Morante de la Puebla, Daniel
Luque, Juan José Padilla y otros que no se me vienen ahora a la cabeza llevan
años, pero años, sin tan siquiera hacer eso, justificarse. Que me pueden salir con
lo de las orejas y las puertas grandes, pero bien sabemos lo que significan los
despojos en estos momentos. Si el mismo Manzanares se sorprendió de que el
presidente de la plaza de Madrid le diera una oreja. Y podría extenderme en los
demás nombres que he citado, pero eso solo lo haré si a alguien le interesa.
Pero ellos seguirán acudiendo año tras año, si no deciden otra cosa. Como así
han decidido no ir a Sevilla, porque si se escabullen no pasa nada, no les
afectará a sus carreras, pues el número de contratos depende casi
exclusivamente de la casa que les lleve y no de lo hecho en el ruedo.
Lo mismo ocurre con las ganaderías, fracasan un año y
repiten el siguiente, repiten el fracaso y las empresas les compran dos
corridas, como el sangrante caso de Núñez del Cuvillo, aunque no es el único.
Que ya se aplaude el que un toro no se desmorone y siga las telas, porque de lo
del tercio de varas ya ni hablamos. Pero feria tras feria las empresas,
incluidas las de Madrid y Sevilla, y Valencia, Castellón, Albacete, Valladolid,
Salamanca, Alicante, Pamplona, Bilbao y las de todas las plazas de España,
siguen dándole a la fotocopia y repiten los fracasos pretéritos. Ya puede
triunfar quien sea, que como no pertenezca a la familia taurina, van dados.
¿Por qué? Porque el público sigue tragando como un bendito. La asistencia cada
vez es menor, hasta de forma alarmante diría yo, pero bueno, ¿qué más da? Si de
lo que se trata es de estrujar la teta hasta que salga la última gota de leche.
Luego, el que venga detrás, que arree. Pero no hay quien levante la voz en el
sitio en el que hay que levantarla, en las plazas. Será porque no se puede
estar a la vez al cubata, al bocata, al móvil, a la chuti cachas de su derecha,
al colega, a mandar que se callen a los que protestan, a las orejas, a los
indultos y a cualquier cosa, menos a lo fundamental, al toro y a la lidia,
aunque esto ya hace tiempo que dejó de ser fundamental.
Menudo escándalo que se ha montado con lo de Cuadri en
Valencia, todo el mundo está indignado, todos clamamos ante tal injusticia,
como la de Rafaelillo, que se ganó su derecho a volver a fuerza de pelear con
el toro, toro, pero esperemos a ver qué pasa el primer día de Fallas. Ojalá me
equivoque, no hay nada que me gustase más, pero como mucho refunfuñarán entre
dientes los que asistan a la calle Xátiva; bastará una tanda de trapazos de
cualquiera que vista medias rosas, para que se celebre el evento con un trago
de la bota y a otra cosa. Total, ¿qué más da? Los Cuadri solo interesan a
cuatro chalados y si el respetable le reconoce su éxito en la misma plaza
cuando hay un toro de su hierro en el ruedo, pues ya se le pasará. Qué tiempos
aquellos en los que el público contaba para algo, cuando los empresarios se
afanaban en contratar a los toreros y ganaderías que interesaban gracias a los
méritos contraídos, cuando de un festejo salían tres contratos y luego ocho y
así sucesivamente; y si el triunfo era en plazas como Sevilla o Madrid, el
criador ya podía dar por vendida la camada del año siguiente por unos buenos
duros y el coletudo ya tenía que andar reservando hoteles para todas las ferias
importantes de esa temporada. Así que no nos echemos ahora las manos a la
cabeza al contemplar este disloque insultante, porque esto que sufrimos no es
otra cosa que una consecuencia de lo que se viene sembrando diariamente, no es
otra cosa que la imposición de la lógica. Si se crían ganaderos, toreros y
hasta empresarios caprichosos, habrá que aguantar sus arbitrariedades, pero que
nadie piense que esta lógica se frenará aquí, como apisonadora imparable
seguirá avanzando y puede que lo siguiente, a más o menos años vista, sea el
abandono definitivo de los aficionados de los tendidos, un debilitamiento aún
más extremo de la Fiesta de los Toros y que unos políticos oportunistas la
elijan como víctima propiciatoria y acaben con ella con tal de obtener un
puñado de votos y poder sacar pecho como salvadores de la moral ciudadana.
¿Catastrofista? Puede ser, no lo voy a negar, pero, ¿por qué no se puede
repetir lo de Cataluña?