viernes, 11 de julio de 2025

Los mismos de siempre, con borrachos debutantes

Y si no quieren ir a los toros a Madrid, póngase el encierro de Pamplona, presentado por un confeso anti de las corridas de toros, pero que si le pagan bien, madruga por San Fermín y se traga sus elevados principios éticos y morales.


Esto de “Engúllete las Ventas” es una oda a la catástrofe. Catástrofe jaleada por la empresa y jaleada y auspiciada, promovida y patrocinada por la Comunidad de Madrid, que también tiene entre sus funciones el alardear de que defienden la Tauromaquia ¡Miau! Que hay muchas formas de entender esto de defender; que claro, como a los madrileños nos gustan las cañitas, las terrazas y el colegueo de hago lo que me sale de mis santas... pues la plaza de Madrid es el ejemplo perfecto, el paradigma de la defensa de la Tauromaquia, nadie mejor... o quizá nos supera el sol de Pamplona, aunque eso ahora parece algo inalcanzable, pero demos tiempo al tiempo. Las Ventas es el mayor botellódromo y el mayor despropósito del mundo de los toros. Chavales, a mansalva, que empiezan a notar los efectos báquicos... que narices báquicas, del alcoholazo garrafero, a partir del tercer toro. Chavales que no paran de pasear por tendidos gradas y andanadas a su aire, sin importarles si hay algún incauto que se interese por lo que sucede en el ruedo. A ellos, evidentemente y como se dice vulgarmente, les suda los... bueno, tan vulgar no hay que ser. Que les importa nada, vamos. De pie, de espaldas a la arena de charla con este, con aquel y eso sí, cuando ellos deciden, ¡Sssssssshhhh! ¡Sssssssshhhh! ¡Sssssssshhhh! ¿Y antes? Y vívases por aquí por allí, apareciendo el hijo de..., el cabr... con solemne descaro, lo que ya les digo que sorprende y ofende a los habituales de las plazas de toros, al menos la de Madrid. Que uno lleva... unos pocos años por esos lares y nunca, salvo ebrias excepciones, había escuchado tal terminología ¡Vivir para ver... y escuchar! Y por si alguien dudaba de lo que había, pudimos ver el triste, tristísimo espectáculo de como a un chaval, porque era un chaval, se lo tenían que llevar sujeto entre sus “colegas!, porque el crío no se sujetaba en pie. Y esto dicen que es defender la Tauromaquia.

Y la empresa sin poner personal de plaza, porque ver un polo azul intentando poner orden es un imposible en estas noches de botellón. Qué gran empresa y que cosa más nefasta. Que el grupo inversor y los de la agencia de viajes deben estar encantados, hasta la Comunidad de Madrid debe estar encantada, pero, ¿ha habido una empresa que haya podido hacer tanto daño a los toros y a la plaza de Madrid? Y anda que no lo tenían fácil, pero lo ha conseguido con creces. Y ya he nombrado dos veces, tres con esta, a la Comunidad de Madrid, concretamente al Centro de Asuntos Taurinos, que no es que intente controlar la gestión de Plaza 1, no es que se abochorne del deplorable espectáculo que se viene produciendo en la plaza de las Ventas, es que ha asumido su posición de subordinada ante la empresa, se ha postrado de hinojos como los siervos ante el tirano, diciendo a todo que sí y que bueno, la Discoventas, el macrobotellón ya habitual, los precios, los carteles, las fechas de festejos, los... si es que son tantas cosas ¿Y el aficionado? Lo primero, ¿qué es el aficionado? Si hablamos de los abonados, pues unos están encantados con que se liberen los precios, pensando que a ellos no les tocará la china -pobres ingenuos, pobres ilusos que igual hasta se ahogan con su propio y abundante baboseo- Los que esperan con ansias el indulto y el rabo, los que jalean al amigo o paisano y les sacan a saludar antes de empezar, los que quieren las ganaderías amigas, los que meriendan como todos y reniegan de las meriendas ajenas, los que pasan lista por si va Pepito o Juanito -que miden el nivel de afición por el desgaste de culo en la piedra- Pero al final, tragan como benditos, tragan y tragan y ya ni montan broncas, no vaya a ser que el periodista amigo, el ganadero amigo, el torero amigo, el amigo del torero amigo o el lucero del Alba, les afee esa actitud tan poco taurina, porque que no se olvide nadie, ellos también quieren ser taurinos, ¡pobres ingenuos, pobres ilusos!

Y me dirán que, ¿y del festejo, qué? Pues un encierro de los Chospes en el que la mansedumbre se enseñoreó a sus anchas, en que cada novillo superaba al anterior y el siguiente al anterior, echando sobre todo tres novillos finales que en muchas plazas pasarían por toros sin ningún esfuerzo. O quizá no, pero más bien porque algunos decidirían que con esa presencia no hay quién se pueda expresar. Blandos, en algún caso en demasía, muy mal lidiados; perdón, corrijo, no lidiados. Con tres novilleros, Nino Julián, Mariscal Ruiz y Juan Alberto Torrijos, que venían a hablar de su libro, a dar trapazos muleteros a diestro y siniestro, dejando el resto para el peonaje, que allí anduvo como Dios se las dio a entender. Los picadores, pues en su línea, pero también hay que reconocer algo, que los dejan a merced, lo que no influye para que peguen un navajazo en la paletilla. Pero si un toro no quiere capotes y mucho menos caballo y se arranca de mala manera, además de evitarse un marronazo, los de a pie, especialmente el matador de turno, deben estar al tanto para sacar al animal del peto y no ponerse a lo lejos a levantar la mano. Y si el toro no va al caballo y el caballo tiene que ir al toro, porque ya solo se trata de picar, no pasa nada porque se pise la raya. Que al final veo que va a montarse la Asociación de amigos de la cal, integrada por esos que luego relinchan una y otra vez, una y otra vez lo de “picadoooor, que malo...”. Que sí, que son muy malos, pero a veces, si nos paráramos a pensar y además pensáramos que esto no es un acto mecánico, pues...

Nino Julián tiene las maneras de un torero del Folie Bergere. Zarandea el capote sin idea, pone banderillas amanerado, como todo lo que hace, y unas veces sobre un pitón, otras al quiebro, según pase. Con la muleta, pues uno de tantos, que si más telonazos o más culerinas, cites descarados con el pico. Sin ningún criterio lidiador, que si el toro se le va a tablas, allí va él sin pensar si en terrenos, si en querencias. Y si su segundo quiere escapar constantemente, pues nada, hay que seguir dando trapazos a tutiplén y si la cosa no pita, entre los pitones. Y la espada... pues eso, bajonazo, pinchazo y siempre tirando el trapo al suelo. Un fenómeno.

Da cosa hablar de mariscal Ruiz después del trompazo que dejó conmocionada a la plaza, pero quizá no nos quede otra. Que el hombre, lo que se dice duende, pues no tiene y además se esfuerza en dejar evidente su vulgaridad en el trapaceo, pico, tirones, manivolazos y perdiendo el tiempo alrededor del novillo. Como sus compañeros, ni piensa en fijar a un toro, que ellos están para dar pases, a ver cuándo nos enteramos. Y en el quinto, que entraba cómo un buey y después de unos telonazos, en un momento se quedó descubierto y allí que tiró el manso el derrote que le levantó y tras una caída a plomo, inmóvil en la arena y con espasmos, fue llevado a la enfermería y los móviles ardiendo, con el personal deseando ver un avance del parte. Salió un banderillero y se señalaba el costado, sin otros ademanes, lo que al menos tranquilizaba algo. Parece que la cosa quedó en solo ese trompazo, que ya es bastante y que pudo haber sido otra cosa.

El tercero era Juan Alberto Torrijos, que ya con el capote dejó evidencias de su escasa pericia capotera. Que claro, si todo tu saber se reduce a irse a portagayola, pues ya es para no esperar demasiado. Con la pañosa, pues, poco que contar, que a veces parecía que era el prólogo al Empastre y el Bombero torero. Trallazos absurdos, enganchones y manteniendo ese nivel de diez en cuanto a la vulgaridad. Vulgaridad en la misma concepción del ciclo, de los carteles, del respetable que no se respeta, de los responsables de la empresa, la plaza y hasta del que vende fantas y al final solo queda en que a esto siempre van los mismos de siempre, con borrachos debutantes.


Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

viernes, 4 de julio de 2025

El que dijo que esto no podía ir a peor... se equivocó y de qué forma

Igual la cosa sea volver a los orígenes, pero viendo cómo está esto, lo mismo hay que remontarse hasta...


Segunda merienda multitudinaria y ya parece que han devorado el poco prestigio que le quedaba a la plaza de Madrid. Bien servido en unas cajitas de cartón muy monas, con salsa al gusto y una buena bañera de lo que guste para inundar el gaznate y a devorar como hienas esta plaza que un día fue algo que se echa tanto de menos. La afición, por ejemplo, ¿dónde estará la afición? Pues igual ya va camino del panteón de personajes ilustres, pero sin boato, sin plañideras, sin apenas nadie que lamente tal pérdida, quizá porque entre tanta zampa y tanto trasegar alcoholazo, al personal se le va la cabeza y más que pensar en prestigios y tradiciones, está más por eso de ir y venir a por más carnaza que obnubile los sentidos, que ciegue la vista y aceporre el sentido común. Y si a todo esto le unimos la lluvia, pues pasa lo que pasa, que las Ventas enloquece; que siempre quedan unos cuantos, cada vez menos, que no dan crédito, que por las horas, pues se llevan su bocata, que eso no es malo, y su lata o latas de lo que sea y son capaces de seguir el festejo. Y si llueve, pues se mojan, que es lo que tiene el estar al aire libre, pero intentan no perder detalle de lo que pasa en la arena. Pero ya digo que esto son contados, que hasta casi podemos ponerles nombres, que si Alberto, Carlitos, Adrián, Felipe, David y alguno más que sí, que iban a cenar, pero sobre todo iban a los toros, que cenar en los toros ya digo que no es un deshonor, pero ir a cenar y si acaso ver algo de los toros, eso es otro cantar. Que caen cuatro gotas y para arriba, a saltar a las gradas, que como la empresa apenas pone personal para estos días, pues aquello se convierte en una gymcana gigante. Que afloja, pues para abajo otra vez. ¡Ay, que llueve! Venga para arriba, que para, pues... y así toda la santa noche. Y además las visitas al festival del gourmet de las jornadas de “ponga su colesterol a mil”, “A tomar por... la operación bikini” o “Abuela, que eso tiene mucha sal y grasa y... un día es un día”. Que si se pasa un antropólogo estudioso del fenómeno taurino como rito atávico enraizado con la esencia de la civilización mediterránea y ve esto, se vuelve a su casa y quema todos los legajos escrito durante años, para empezar otra tesis de nuevo cuño: “La Tauromaquia del s XXI o el co... de la Bernarda”.

Que dirán que por estas tampoco voy a hablar del festejo, pero, si ustedes hubieran vivido lo que hemos vivido, entenderían mi desamparo, mi sensación de que el fin del mundo ha empezado por Madrid, por la calle de Alcalá. Que no vivas han soltado, que entre el trasiego y el trasegar no daban para más. Que sí, que era una novillada de Sagrario Moreno, una señora novillada de aspecto impecable, seis láminas, seis novillos que en esas plazas del mundo igual habrían pasado tranquilamente como toros. Que a alguno igual algún figura de áureo palmito no lo habrían querido ni ver, ni que les mostraran una foto de los animales. Pero luego han dejado ver demasiada flojedad, más de lo admisible. Eso sí, flojos y todo, pero que han podido con creces con los tres actuantes que estaban anunciados. Que habrá quién piense que nocturna, novillada y que van y ponen a tres que apenas han ido por el mundo, pero ni mucho menos. Fabián Jiménez volvía para demostrar que la primera vez era nada y ahora sigue siéndolo. Bruno Aloi, que seguro que tiene predicamento en México, que ya ha repetido varias veces en eta plaza, pero al que se sigue sin entender que siga viniendo. Y Pedro Luis, novillero llegado de Perú, que lo que ha copiado de los fenómenos de aquellas tierras es el ponerse a torear de salón mientras sus compañeros se las están apañando con el novillo en el ruedo. Será que esto se lo enseñan en las escuelas de allende los mares.

Tres escuelas diferentes que convergen en una, la escuela del mantazo capotero y el trapazo muletero, rematado con sartenazos que deberían ofender hasta a los del sube y baja, baja y sube, pero no, estos lo celebraban, quizá porque así podían volver a la barra a por más pitanza, aunque... si les daba igual que hubiera toro o no, si ellos transitaban por los tendidos como Juan y Manuela.

Que esta escuela de la modernidad ahora dicta que el toreo de capote es sacudir la manta sin criterio ninguno, que igual se ponen a dar chicuelinas o lo que sea de salida... ¡Caramba! ¡Igual que sus mayores! Pero el manejo del capote para simplemente fijar a un toro, eso lo dejan para otra tarde, lo mismo que el poner el toro en suerte. Venga capotazos y más capotazos y al final el toro se les va. Que sí, que lo de Sagrario Moreno andaba suelto y hasta buscando los terrenos de toriles de salida, pero es que nadie le ofrecía un capote para sujetarlo mínimamente. El comportamiento en el caballo ha sido más que discreto, aunque en los tendidos siempre se gritaba eso de ¡Picaaaadoooor! Incluso en el sexto, que no quería caballo de ninguna de las maneras y para poderlo picar, en lugar de ir el toro al caballo, ha ido el caballo al toro y ha tenido que pisar la raya ¡Anatemaaaa! La raya no se toca. En fin, lo de siempre. Luego venga trapazos, sin que el personal hiciera demasiado caso, y cuando se lo hacían, pues venga a jalear lo injaleable. Pico descarado, en los tres, escupiendo al toro y pasándoselo lejos, los tres, venga a pegarse carreras y más carreras, los tres, y dejándosela enganchar hasta la desesperación, los tres. Que como estos sean el futuro, futuro, no vengas. Que algunos nos acusarán de que no vemos nada positivo, pero de verdad, es que está muy difícil el querer ver algo bueno o simplemente nuevo. Que seguiremos yendo a la plaza, faltaría más, pero de verdad, el que dijo que esto no podía ir a peor... se equivocó y de qué forma.


Enlace Programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html