jueves, 5 de junio de 2025

Bendita colonoscopia


Una tarde para ponerse a fabular, a imaginar un pasado que no conocimos y que de lejos mejoraría una tarde insufrible.


Quizá haya alguien en el orbe taurino que no lo viera venir, quizá los que no sacaron la entrada para ese día se callaron y no le dijeron a nadie lo que muchos sospechaban o aún con la entrada en el bolsillo, otros decidieron quedarse en casa a ver el festejo por la tele o ni eso. Que la cosa se podía adivinar, pero de lo que estoy seguro es que nunca llegaron a fabular con lo que realmente ha sido la tarde en la que se conjuraron los planetas para que se forjase semejante debacle taurina. La tarde de los Lagunajanda, Manuel Escribano, Joselito Adame y Alejandro Peñaranda pasará a la historia del despropósito como un elogio a la vulgaridad, una oda al sopor. Una tarde en la al menos los asistentes se han podido conocer más entre sí, uno le hablaba al otro de su trabajo, el otro de la última de su cuñado, que si mañana me examino del carnet de conducir, que si esta semana me hacen una colonoscopia... ¡Una colonoscopia! Pues ya les digo yo que pasar por eso debe ser más llevadero que el festejo en cuestión. Dirán que exagero, pero, ¿ustedes se han puesto a ver con atención semejante despropósito? Que si nos ponemos a buscar culpables, anda que no nos salen candidatos. Empezando por la empresa, que monta un cartel quizá pensado para vengarse de los habituales de las Ventas y que a veces protestan por esto o lo otro. Seguimos por el ganadero, que si lo que ha mandado por ser San Isidro es lo mejor de su casa, que llame a una empresa de limpieza a fondo, porque lo va a necesitar. Ganado manso, insulso, descastado, cuya única virtud, y vaya virtud, era el que iba y venía en el último tercio, aunque con una mandanga insoportable. Mansos en el caballo, que en algún caso se han salvado de las viudas de verdadero milagro. Justos de presencia, nada destacable, aunque sí que se aplaudió la leña de alguno de salida. Que si es por lo de pasar el invierno calentito, pues vale, pero parece que los fríos ya no volverán por un tiempo.

Y por último, los que también han tenido gran parte de culpa en este monumental sopor, son los tres espadas, Escribano, Adame y Peñaranda.

Escribano, que lo más destacable con el capote ha sido la sin gracia larga al irse a portagayola en el cuarto. Mantazos a destajo, sin tan siquiera evitar que el toro se le fuera. Lo que se supone, o suponen algunos, como número fuerte de este torero es el segundo tercio, las banderillas, que para desazón de muchos, no las perdona nunca, pero que gran favor haría si las perdonara. Pares a la carrera, pasadísimos, cuando no que le cae un palo. Y si ya vamos a su manejo de la muleta, en su primero además de no poder con él, todo fueron trapazos con el pico, carreras y como último recurso, una culerina, prólogo a un bajonazo tremendo. En su segundo, un manso al que curiosamente el picador evitó taparle la salida, le recibió con telonazos, culerinas, más pico, manivolazos para quitárselo de encima, más baile y trallazos al gusto, para terminar con un repertorio difícil de calificar y que tampoco creo que sea necesario hacerlo.

Joselito Adame, del que dicen que es la cabeza del escalafón en México, será por el idioma, será por ser de otra cultura, que no hay quien ate cabos con su forma de torear ¿Qué me dice? Que ni el idioma, ni la cultura son una barrera. Pues entonces va a ser que no hay quién entienda tanta chabacanería, tanta postura estridente, retorcimientos, enganchones, pico, carreras, más enganchones, siempre desde muy fuera, intento recibiendo, que quedó en eso. Que ni un ¡Viva México! Le ha permitido a sus leales. En el quinto, una devanadera en el peto, lo recibió con telonazos en el último tercio, pico y trallazos. Repitió las mismas mañas de su primero, pierna de salida retrasada, deambulando por el ruedo y acabar con trapazos con la muleta escondida detrás de la cadera y banderazos, como si así se estuviera despidiendo hasta el año próximo.

Y confirmaba Alejandro Peñaranda, que por supuesto, no iba a salirse del guión de la modernidad marcado por sus mayores., venga trapazos con todos los defectos habituales, encimista y sacando la muleta por un lado, citando con el pico. El toro, soso y parado, ni tan siquiera se animo con una culerina, con lo que eso gusta a chicos y mayores, pero que no. Si será modernos, que hasta se atrevió a tirar la espada al suelo para dar... qué se yo lo que pretendía dar. Al sexto le dejó corretear lo que quiso y más, mal llevada la lidia, montándose un verdadero kilombo en el ruedo en banderillas. Empezó la faena rodilla en tierra, rodilla que posaba con el toro ya pasado, pero que para la foto seguro que colaba. Pico muy descarado, dejándosela tropezar, siempre muy fuera, de nuevo con eso de ponerse encimista y trallazos y más trallazos. Un bajonazo y de repente el personal despertó y pidió una oreja que, después de una estocada bastante defectuosa, no se le concedió. El personal no parecía dar crédito a lo que habían visto, una tarde de sopor, una tarde de la modernidad, con toros modernos de ida y vuelta, a los que tampoco sacaron partido. Un verdadero calvario y si preguntan a más de uno, si les daban a elegir entre una colonoscopia o volver a revivir semejante festejo, igual les contestarían sin dudarlo, que bendita colonoscopia.


Enlace al programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html


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