lunes, 26 de julio de 2010

La estela de un maestro

El toreo clásico, esa utopía



Si hay algo que nadie puede negar en esta temporada es la trayectoria repleta de triunfos de Julián López “El Juli”, en unos sitios certificados con orejas aclamadas por la masa poseída por la locura y en otros hurtados, como si de un roba gallinas se tratara, por los ocupantes del palco. Triunfos aclamados por esa masa furibunda, por la prensa especializada, especializada en cantar triunfos sin decir nada sustancial, y reconocidos por empresarios y ganaderos. No hay ciudad en fiestas donde acuda el madrileño, donde no provoque la locura, como si de una Marta Sánchez rejuvenecida se tratara, en medio de la tropa en el Golfo.

Pero, siempre existe un pero, el Juli no acaba de convencer a un grupito de “amargaos”, que no saben o no quieren dejarse enamorar con sus excelsas cualidades de profesional del toreo. Hay incluso quien opina que este reconocimiento se le niega simple y llanamente porque no cae bien, porque estos caballeros padecen de manía persecutoria y hacen del Juli el centro de sus iras, de sus frustraciones familiares, laborales o porque su equipo sigue sin ganar nada un año más. Todo puede ser, habría que estudiar este fenómeno con más detenimiento.

Lo que ocurre es que quizás pueda haber una alteración en la escala de valores de la tauromaquia pasada, esa cosa vetusta que algunos se empeñan en mantener viva, y la moderna, en la que se aprecia mucho más el que un torero “puntúe” en todas las plazas, aunque sea sacando un empate ramplón, pero que al final de la temporada le haga enseñorearse en la clasificación de orejas, patas, asaduras y criadillas en salsa de soja. Por esta regla de tres, el torero madrileño, de un pueblo de Madrid, pasará a los anales de la historia del arte junto a aquellos que también encabezaron las listas de número de películas, de recaudación o de discos vendidos. El Olimpo hispano quedaría formado por El Juli, Ozores, Esteso y El Fary. Nadie como ellos han representado los récords en el mundo del arte.

Como ocurre con otros genios, tampoco fueron del todo aceptados por esos “amargaos” que en todas partes existen. Estos ignorantes preferían a Buñuel, Berlanga, Fernando Rey, Fernando Fernán Gómez, Plácido Domingo o el mismísimo Carlos Cano. Sabrán ellos lo que es triunfar de verdad. Pues en los toros ocurre tres cuartos de lo mismo, bueno no, en los toros además hay un presidente que no duda en helarle la sangre al más apasionado mitómano ibérico.

Yo no le voy a negar los triunfos, estadísticos, de El Juli, pero si me gustarían dos cosas: que sus súbditos taurinos entendieran la posición de esos “amargaos” y que me pudieran dar una explicación lo suficientemente convincente que me empujara abrazar su fe. Las otras deidades del Olimpo patrio podían acreditar como méritos el que hacían reír hasta desternillarse, que hacían enseñar los pechos a parte del elenco o que la simpatía rebosante hacía que no importara tanto el arte, como la interpretación. Pero creo que ninguno de estos valores cuadrarían demasiado bien en un torero, que no debe ni hacer reír, ni conseguir que su cuadrilla enseñara los pechos, ni encandilar al público por lo simpático que es. Aunque seguro que habrá quien me descubra el por qué de esta trayectoria que arrolla en la temporada española.

Yo de todas formas me voy a adelantar y voy a expresar mis porqués, que no sé si coincidirán con los de esos “amargaos”. Imagino que no porque hasta el momento vivo muy feliz con mi familia, mis amistades y hasta puedo celebrar las alegrías que últimamente me da mi equipo. A mí me encantaría que El Juli me enamorara; menudo chollo, cada semana un alegrón de grandes magnitudes. Pero es ponerme a verlo torear y se me cae el alma a los pies. Con el capote, en contra de lo que muchos afirman, nunca le he considerado un maestro, por ser un torero que dejó de lado las suertes fundamentales, verónica y media verónica, a favor de quites en los que el capote parecía más un ala delta que un instrumento apto para la lidia con el poder a un animal para prepararlo para la muerte. Tampoco ha sido el Juli un excelso lidiador, es más en ocasiones parece un mero espectador que pasa como puede esos infumables trámites que preceden a la faena de muleta. Faenas de muleta que además de eternas, resultan pesadas y sin cualquier atisbo de arte.

Empezamos el año en Sevilla; allí se nos dijo que había dado una auténtica clase de torería, profesionalidad y no sé cuántas cosas más. Y todo lo que pudimos comprobar es cómo se pasaba de lejos a un torillo que seguía la muleta como un cordero. Mucho pase, casi siempre embarcando al toro con el pico de la muleta que viaja cómodamente entre los dos pitones, como si fuera sentado en el butacón del testuz del animal, para acabar abandonándolo allá en las lejanías, mientras el matador se retorcía y alargaba el brazo de forma poco decorosa. En el mejor de los casos se recolocaba con un horrible y exagerado paso atrás, sin ninguna naturalidad, como si estuviera realizando un esfuerzo titánico, más propio del forzudo de un circo, que de un torero. Habrá quien me diga que el esfuerzo que exige el enfrentarse a un toro es máximo, estoy de acuerdo, pero al torero no se le debe notar, el torero es un artista, no un minero de León.

Esta misma faena la repitió en las ferias apelotonadas de Madrid, pero como la gente le tiene manía y el presidente es un sieso, pues no se reconoció el mérito que su toreo tenía. En Madrid nos regaló una faena como si fuera un buen taco de fotocopias, igual que si nos hubiera enjaretado el temario de una oposición a juez, largo, espeso, soporífero y pareciéndonos todo lo mismo. Y esto mismo se ha ido repitiendo, teniendo su última edición en la feria de julio de Valencia. Venga orejas y orejas y quien no se la da es un malaje. Pero es que Julián no se da cuenta de que ya cansa, aburre y hasta cabrea. Y no es que haya una panda que ya vaya “amargá” a la plaza, es que sale “amargá” de ella. Podríamos utilizar la atenuante de que es un torero en cuanto al ganado al que se enfrenta, pero es que ni por esas hay por dónde agarrarle y si no, echen un vistazo al vídeo de Andrés Verdeguer en “Cornadas para todos”. Que Andrés puede ser uno de esos “amargaos”, que seguro que lo es, pero el vídeo canta por sí mismo.

También ha habido toreros que tapaban cualquier defecto con la espada, pero es que precisamente la suerte suprema es la máxima expresión de lo que es su toreo, un compendio de trucos y triquiñuelas efectistas, que distan mucho de la correcta ejecución de las suertes. Se ha especializado y ha perfeccionado el ya archiconocido “julipie” (acertadamente bautizado así por Joaquín Monfil). Esa es la mayor aportación del Juli a la fiesta, lo cual no es gran cosa y casi mejor que pronto cayera en el olvido.

De todas formas estoy convencido que mañana o pasado volveremos a tener noticia de los triunfos, que no éxitos, de Julián López “El Juli”, volveremos a oír que se han robado unas orejas en no sé que plaza, pero volveremos a ver cómo el aficionado “amargao” sigue sin entender el por qué de todo esto. Quizás, aunque fuera por un minuto, alguien podría plantearse la causa de este desencuentro, aunque también podría decir que ¿pa’qué? Para unos una forma demasiado ramplona de mandar en el toreo, para otros una injusticia continua que no llegan a entender. Pues allá ellos.



PD.: Desde aquí me gustaría hacer llegar mi apoyo a Martín Ruiz Gárate de Taurofilia, el blog que decidió cerrar definitivamente y que algunos esperábamos que sólo fuera por un tiempo. Desconozco los motivos de este cierre y respeto su decisión, pero que sepa que algunos “amargaos” le echamos de menos y no dejamos de esperarle.

21 comentarios:

  1. Enrique:
    Con tu permiso. Para Julian López "El Juli": Mamá, ¡quiero ser artista!
    Un saludo.

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  2. Enrique pues una vez más...PUERTA GRANDE!
    He de reconocer, como tú ya sabrás, que yo soy uno de esos ¨amargaos¨
    Saludos!

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  3. Señor, he leído su artículo, y lo único que estoy de acuerdo con usted, es la falta de gusto y arte que tiene ese torero. No llega a los públicos tanto como Manzanares por ejemplo por su sosería. Por lo demás, ,me parece un pedazo de torero que está arrasando por todas las plazas a un nivel fuera de lo normal.
    En MAdrid lo haga bien o mal, ciertos amargaos como dice usted no van a dejar de faltarle el respeto a mitad de la gran ligazón que posee. Si yo fuera él, no vendría a Madrid a aguantar la falta de respeto de ciertos aficionados mientras un tío da muletazos de escándalo.

    En fin, es la realidad y habrá que tragarla. tendré que coger el AVE para ir a verle a Sevilla en vez de MAdrid, porque la afición es lo que ha querido: ECHARLE DE MADRID

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  4. David:
    Como ya imaginas, una cosa es "querer ser" y otra "poder lograrlo". Aunque tú ya lo eres, no tienes que pedirle permiso a nadie.
    Un saludo

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  5. Iván:
    Ya sabes que los "amargaos" vamos a acabar siendo legión. Yo me quiero acabar de incluir, porque me parece que seo también hay que ganárselo; aunque ya me gustaría a mí.
    Un saludo

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  6. eltrincherazo:
    No creo que nadie quiera echar al Juli de Madrid. Madrid es tan grande que cabemos todos, lo único es que Madrid tiene sus gustos y él se empeña en que en su pueblo pierdan la cabeza con su toreo adocenado. La ligazón es una virtud, ¿cómo no iba a serlo? pero el toreo es mucho más, colocación, lidia y sobre todo torear a un toro, aunque también tengo que reconocerle que El Juli se enfrenta a un ganado que otras figuras ni saben que existe, pero sin llegar al mínimo de toro exigible. Ligazón también tenía Dámaso González, mucha, pero su toreo ere muy, muy vulgar, aunque se lo hacía al toro. Y le insisto en mi petición, en que me expliquen la tauromaquia de El Juli, describiendo su forma de torear punto por punto, detallando su colocación, la forma de ejecutar las suertes y su capacidad lidiadora para poder a los toros, que no es lo mismo que hacerles embestir. Ese es un vicio moderno que ahora se quiere convertir en virtud. Si al toro hay que hacerle embestir, igual es que no lo hace de forma natural y entonces dejarían de existir las corridas de toros. Y que conste que describir una tauromaquia no es decir que está por encima del toro, estar en profesional o arrasar por todas las plazas donde va como si fuera el Katrina.
    De todas formas le agradezco profundamente que vierta aquí su opinión y que me dé oportunidad de contestarles, eso dice mucho de usted y de su afición.
    Un saludo

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  7. Enrique: Has dado en el clavo. Lo importante no es "decir las cosas", sino la manera en que se "dicen".

    Hace algunos años le comentaba a algunos amigos que yo ya había "visto" a El Juli y que realmente no era un torero "que me sacara de mi casa" para ir a verlo, precisamente porque se había vuelto mecánico y en algún modo, pretendía hacerle la misma faena a todos los toros.

    Hoy parece que él y su "entorno" se preocupan por el "orejímetro", que es, tristemente, lo que revela si hay triunfo o no, echando de lado la torería, el buen gusto para hacer las cosas y el haberle podido a los toros.

    Sí ese es su "gusto" como decimos aquí, pues adelante, pero que a mí no me lo den por bueno...

    Un abrazo.

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  8. Xavier:
    Das en el clavo tres veces, así que quedará bien clavado. Una, que ahora El Juli no está para sacar a nadie de casa para ir a verle, hoy todo son orejas y se olvidan de si se ha toreado o no y que nos quieren convencer, bajo pena de multa, de sus excelencias como torero y si no nos gusta es que le tenemos animadversión personal, somos unos amargados y no sé qué más cosas.
    Un saludo

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  9. Enrique, nada más que apuntar.

    Sólo una cosa para El Trincherazo: para echar a alguien de algún sitio antes tiene que entrar. Y el Juli nunca ha entrado en Madrid. Habrá tenido alguna actuación suelta digna, pero entrar, lo que se dice entrar en Madrid, no lo ha hecho nunca. Ni creo que a este paso lo consiga.


    Saludos

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  10. Enrique, uff, me ausento tres días de mi hogar y aprovechas para darle estera a El Juli, jejeje, es broma.

    Interesante la reflexión, en la que, como imaginarás, no estoy de acuerdo en varias cosas, en otras si.

    Ahora recién llegado de mi periplo por La Rioja, no tengo ni tiempo ni lucidez para intentar rebatirte alguna de tus afirmaciones. A ver si otro rato que esté más inspirado puedo, que hay que estar a la altura del interpelante.

    Dos apuntes solo:

    1)Me ha parecido muy cruel la comparación cinematográfica que haces. Injusta, incluso.

    2)Vuelvo a reprochar la utilización de "ejemplos" que se hace con El Juli, y no con otros toreros, para ponerle a caldo. Las famosas fotos del julipie (es muy facil desvirtuar la realidad con una foto). Si quieres te paso una que tengo yo de El Fundi (creo que la puse en algún comentario de mi blog cuando hablamos de criticar a base de fotos) y nos ponemos a darle estopa. El famoso video de Valencia de la pasada Feria de Julio. Para mi una vergüenza. PEro no se puede hacer de una parte un todo, más aún con un torero que va a TODAS las plazas de España. A mi El Juli me gusta, pero no todos los días ni todas las tardes, y cuando está mal no me duelen prendas en reconocerlo.

    Lo dicho, quedamos emplazados en la blogosfera taurina para seguir debatiendo sobre El Juli.

    Aps, y de "amargaos" nada de nada, mas bien "dulzones", jeje.

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  11. David:
    Tú siempre tienes una silla en mi blog, así que la puedes ocupar cuando quieras y nos ponemos a charlar de toros. No sé si será abusar de tu benevolencia, pero si lo crees conveniente, me encantaría que me hicieras esa descripción de la tauromaquia de El Juli. También te digo una cosa, con nadie voy a estar más abierto de miras y con mejor predisposición que si este "trabajito" lo haces tú. Y volviendo de la Rioja, entiendo que no estés para gaitas.

    Un saludo

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  12. Antonio:
    Eso mismo pensé cuando leí el comentario, que El Juli nunca a llegado a entrar en Madrid, siempre ha venido de paso.
    Un saludo

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  13. Enrique, esto qué es? una venganza por mi pregunta sobre Frascuelo? jjejeje

    Realmente me resulta muy complicado describir la tauromaquia de El Juli en particular y la de cualquier torero en general. Prefiero moverme más por las emociones, por lo que me llega a erizar la piel sin pararme a pensar si tal o cual suerte está hecha de acuerdo a los cánones del toreo antiguo aunque normalmente una cosa suele llevarme a la otra. Prefiero primero sentir/emocionarme y después analizar, que tener que analizar para poder sentir/emocionarme.

    No soy muy de sacar la escuadra y el cartabón para medir si la pierna de cargar está más o menos adelantada aunque a veces no está de más.

    Por supuesto que la versión festiva de El Juli (toritos anovillados, público festivo, plazas de feria, toreo de galería mas que de verdad...) no me gusta o me gusta menos, como me pasa con el resto de toreros. Pero en las citas importantes, con el toro de verdad creo que da una dimensión al alcance de muy pocos.

    Permíteme enlazaros a un video. Ese Juli es el Juli que me gusta a mí. (absternerse de activar el sonido para que vuestra opinión final no esté sesgada por las chorradas que dicen alguno de los comentaristas).

    http://www.youtube.com/watch?v=lWFPUgm9SVs&feature=related

    Creo que una imagen, en este caso un video, vale más que mil palabras.

    Dos cosas mas, con el capote aporta variedad y capacidad, también de lidia. De acuerdo con lo de las verónicas, pero aparte de Morante, ¿quién llega al tendido toreando a la verónica?. Y con la espada ya hemos discutido mucho sobre ello aunque vuelvo a repetir un par de conceptos. Es imposible físicamente dejar una estocada entera y sin estar atravesada ni tendida si el toro no descubre la muerte y si el torero se sale de la suerte tanto como se critica con el Juli, mas si que es cierto que las fotos no le hacen ningún bien, pero ya sabes lo que opino yo de hacer crítica a base de fotos.

    Gracias por la deferencia de ofrecerme un escaño en tu blog.

    Saludos

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  14. David:
    Yo te voy a reconocer una cosa, que creo que tiene posibilidades para no ser un mal torero, que podría enfrentarse a cualquier toro, sin arte, pero podría torearles, pero al mismo tiempo tiene una inclinación por los malos vicios que no parece que vaya a abandonar nunca. En este vídeo de aquella tarde, toreó con temple, pero no con naturalidad, muy retorcido y excesivamente despatarrado y con el brazo encogido, y sin pureza. Yo veo esa forma de esconder la pierna contraria y es que no puedo con ello, porque pienso que ahí empieza lo que no es verdad. En las imágenes a cámara lenta se le ve como lleva al toro con el pico, lo cual se acrecienta con la forma que tiene de coger la muleta. Además la excepción es que el pase vaya rematado detrás de la cadera, pero con ese retorcimiento parece que su toreo es profundo. A mi parecer, se confunde la largura de los lances con la profundidad de estos, que son dos cosas distintas.
    Como muy bien dices, esto son emociones, y o te llega o no te llega (firmado Pero Grullo) y a mí, con estas cosas, no me llega. Para mi gusto estuvo mejor el día del toro de Ana Bohórquez, algo justito de todo, pero que embistió hasta hartarse y él estuvo mejor que otras veces.
    Y que te conste que te pongo en este compromiso por dos motivos, porque creo que tienes capacidad y porque lo creo, a pesar de lo que pienses, que el análisis lo harías imparcialmente. Luego cada uno tiene sus debilidades, pero también lo decimos.

    Un saludo y gracias por el enlace.

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  15. Enrique, varios comentarios al tuyo:

    1) Aquella tarde si que tenía la figura descompuesta, demasiado "espatarrado", pero creo que en parte era por el estado emocional que tenía el torero viendo dónde y cómo estaba el ambiente. Estaba roto. Fuera de sí.

    2) La famosa pierna escondida es un recurso para alargar el viaje del toro. A mi no me parece mal si se hace como un recurso esporádico y no como un vicio o algo habital y corriente.

    3) El natural a cámara lenta viene de un cambio de mano de muleta por lo que el pico, sin ser mucho en mi opinión, está condicionado por el tipo de cite que exige esa suerte. Eso si, no me podrás negar que está rematado atrás, no escupiéndolo para afuera al toro como tanto se le critica.

    4) Creo que ese día EL Juli si que puso de acuerdo a Madrid, al menos, a un gran porcentaje representativo de la plaza.

    Como me ves, me gusta hacer de abogado del diablo. jejeje. Tampoco creo que El Juli sea la quinta esencia del toreo, pero creo que en ocasiones algunos aficionado sois un poco despiadados con él.

    Saludos

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  16. El tema del Juli da para hablar largo y tendido. Yo no se separar analisis de emoción. Porque para emocionarme antes tengo que saber -analizar- lo que me está llegando. Por ejemplo, un maletilla que se tire al ruedo a pegarle cuatro trapazos al toro me puede emocionar, pero tengo que tener conciencia de lo que estoy viendo y no darle más importancia.

    Nunca me gustó el Juli, y dudo mucho que alguna vez lo pueda hacer. Tendría que cambiar o él o yo muchísimo. Soy incapaz de ver lo que hace el Juli como toreo. A mí se me llega de dos maneras: la primera, con la emoción que da un toro bravo y un torero dispuesto. Cosa que al Juli va a ser difícil verle, por la clase de ganaderías que torea. Y en segundo lugar, porque el toreo fluya, que todo lo que pasa entre toro y torero parezca `liquido´, a eso yo lo llamo naturalidad. Ese espatarramiento del Juli, el codilleo horroroso que pega muchas veces al terminar el muletazo para traerse el toro más para adentro -porque antes se lo ha sacado para afuera-, ese toreo en redondo tan mecanizado, es una de las cosas más horrorosas que se pueden ver en una plaza de toros. Hay toreros más malos, claro que sí, pero son más naturales. Y con ellos me quedo.


    Luego hay otra cosa que me parece bochornosa, el Juli lleva los trastos más grandes de todo el escalafón. La muleta parece un toldo de feria y el capote lo mismo. Pues aún así, mete pico y coge en muchas ocasiones, cuando torea al natural, el estaquillador por la punta.

    La otra noche me invitaron a verlo en Atarfe, en un show toros-flamenco. Impresentable.



    Saludos

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  17. David:
    Según mi parecer, siempre personal, el toreo no debe ser tanto longitud, como profundidad. Si lo que haces es que conseguir que vaya muy lejos pero en línea recta y sin torearlo, lo único que haces es acompañar la embestida y así le puedes dar quinientos o más pases; pero si se torea con hondura, el toro se quebranta muchísimo más y por eso sólo se le pueden dar quince o veinte muletazos. Hoy en día hay más gusto por la cantidad, pero yo sigo prefiriendo la calidad, o lo que para mí es calidad.
    No haces de abogado del diablo, es que tienes casta y te creces al castigo, ¿ves? tienes nobleza, pero no eres nada tonot. Espero que entiendas el comentario, porque te acabo de llamar toro. Y no lo borro pporque es una comparación con el toro de lidia, con todas las virtudes que todos veneramos; así que espero que no te lo tomes por donde no va. Yo sé que sabes leer entre líneas y que entenderás mis palabras.
    Un abrazo

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  18. Antonio:
    Hablas de análisis y emoción. Yo no sé que mecanismos se producen en mí cuando veo el toreo o un toro, pero van muy unidos; es más, después sigo dándole vueltas a lo visto y lo sigo disfrutando. Son esas contradiciones del toro.
    En cuanto al Juli, te voy a confesar una cosa, a mí una vez me gustó, cuando tenía nueve años. Después, incluida la tarde de los seis novillos, nunca me llenó. Primero porque esperaba otra cosa y después porque lo que esperaba no me gustaba. Y sigo pensando que podría ser bastante mejor torero, sigo pensando que puede tener aptitud, pero esa tendencia a tirarse por la falta de pureza, por convertir los vicios en elemento básico de su toreo es lo que le ehca a perder. Pero a pesar de todo, nunca podría ser artista, tendría que volver a nacer. Pero ha habido muchos toreros que sin ser artistas, han sido fuguras, aunque estos se basaban en la verdad y en la pureza del toreo, que no es poco.
    Un saludo

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  19. Enrique, comentario aceptado e incluso con cierto rubor. Me halaga tu piropo.

    Asi que un torito noble y encastado... como me descuide, un día me torea El Juli. jejeje

    Para finalizar, resaltar una coincidencia con Antonio y otra con Enrique.

    A mi también me se me llega de las dos formas que explica Antonio y yo también prefiero la calidad a la cantidad como puntualiza Enrique.

    Un placer debatir con ustedes.

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