Cuando aparece la incertidumbre que provoca el toro, todo se vuelve pasiones, ilusiones y por supuesto hasta decepciones |
Lo de la tarde era el desafío de Conde de la Corte y Palha.
Ahí empezó el primer chasco. El ganado muy justito, algunos, ni llegaban a esa
justeza. Lo del Conde no recordaba a lo del Conde y lo de Palha… lo de Palha
recordaba a los años del hambre. Se les picó muy mal, en la paletilla, en el
guarismo, en mitad del lomo, no admitían apenas una vara, pero como les dijeron
a Sánchez Vara, Morenito de Aranda y Ángel Sánchez que había que respetar el
primer tercio, ellos entendieron que esto iba solo de poner el toro lejos,
luego más lejos y luego lejísimos. Y así pasaba, que los animales se iban acercando
poquito a poco, que miraban para allá y luego para acá y al final igual se
arrancaban con alegría, mucho más cerca de dónde les pusieron. Eso sí, cuando a
los animales les daba la real gana. Que estaré equivocado, pero a mí me parece
que respetar la suerte de varas es medir el castigo, las distancias, cuanto más
lejos más espectacular, los terrenos, que a veces hay que cambiarlos y si el toro
tardea y tardea, pues habrá que moverlo, porque así también se muestra al
animal y se puede llevar una lidia lógica. Los espadas, pues como siempre,
vamos a dar naturales y derechazos y si se me viene violento, pues sigo hasta
ver si se calma. Ellos en su papel y Morenito poniendo un toro cinco veces al
caballo, cuando ya todo el mundo había visto que allí… Que yo abogo por
recuperar las tres entradas al caballo, pero con sentido, siempre con sentido. Y
algo que nunca habí vivido, los organizadores del festejo, conscientes de la
expectación y del resultado del festejo, tomaron el micrófono y pidieron perdón
a los asistentes por el resultado del ganado, porque consideraron que se habían
equivocado en la elección de las reses. Quizá esto suceda porque ellos, como
muchos de los presentes, viven esto como aficionados. Y sí se equivocaron, pero
reconociendo este error, seguro que les será más fácil aprender de él ¿Se imaginan
a los señores de Plaza 1 responsabilizándose de na feria de desastre ganadero
tras desastre ganadero? Yo tampoco, pero a lis señores de 3 Puyazos, sí y así
sucedió. Eso sí, también les digo, yo con esta gente no soy del todo imparcial,
que vaya por delante, por el momento.
Y nos desayunamos el domingo con una de Dolores Aguirre, con
presencia de doña Isabel, la mano que ahora conduce los atanasios de la
recordada Dolores. Un encierro en los que hubo toros buenos, malos y regulares,
pero con máximo interés, obligándote a estar muy atento en todos los detalles,
porque en un suspiro te cambiaban a mejor, a peor o a… Destacó el segundo de la
matinal, cuatro entradas al caballo, cumpliendo en el peto, con fijeza, la que
mantuvo hasta el último momento, a pesar de las puñaladas a lo largo del lomo.
Damián Castaño fue generoso con él, dejándolo ver, citando dándole distancia,
aunque su toreo no estuviera a la altura del de Dolores. El público ya se había
decidido por el toro, pero desde mucho antes de que el espada cogiera el acero,
que usó sin sentido, tirando el engaño y pretendiéndose encunar, lo que tampoco
logró, echándose sobre un pitón. Se le dio la vuelta al ruedo al toro y al
menos los presentes ya pudieron reconciliarse de nuevo con este veneno que es
la afición a los toros. Algo a lo que también contribuyó Antonio Peralta,
picando en todo lo alto y si no, no restándole al toro sus ventajas. Sergio
Serrano y Francisco Montero se limitaron a poner los toros lejos, a veces sin
pensar en nada más que en metros y no en terrenos y luego, pues al derechazo y el
natural y como en el caso del segundo, a aprovechar las vibrantes embestidas
que le regaló el sexto, lo que no se esperaba, sobre todo después de un primer
tercio saliéndose suelto del peto y un segundo tercio esperando a los de los
palos. O ese colorado que parecía un marrajo, que arrolló Castaño de salida,
teniendo que cogerlo Serrano, que derrotaba en el peto, que se dolía, que no
parecía tener nada y que en tres muletazos que se le corrió la mano, el animal
seguía el engaño, ¡qué cosas! Pero esto es lo que tiene, o debe tener el toro,
que pueda pasar lo inesperado, para lo bueno y para lo malo.
Y después de salir a la carrera, comer a la carrera y llegar
a las Ventas a la carrera, hasta salimos del festejo no a la carrera, pero si
prontito, que nadie se lo podía creer. Que los que fueron a los toros a Madrid
llegaron más pronto de lo esperado a las citas posteriores, con los riesgos que
esto puede conllevar. Que los había que esperaban algo de lo Arauz de Robles y
el primero de la tarde, el de la confirmación de Calerito parecía augurar una
tarde con toros, pero al final todo se quedó en una pasarela con toros de
bonita estampa, que incluso hasta seguían las muletas, pero hay que reconocer
que los de luces tampoco ayudaron a que la cosa fuera para arriba. Toros de
esos que estamos cansados de ver, para toreros que parecían cansados de torear.
Curro Díaz pareció que iba a querer después del recibo de capote a su primero,
un inválido que no se devolvió y que él se empeñó en mantener con muletazos insulsos.
David de Miranda, quién en su día levantó Madrid, parecía ausente. Mucho a pies
juntos, pero sin ángel, lo mismo de capote, que con la muleta. Muchos pases, sin
moverse del sitio, que eso lo mantiene, pero sin sangre, sin llegar y solo
acumulando muletazos, como si la ciencia fuera la cantidad. Aunque
sorprendentemente en su segundo se le pidió la oreja, pero no me pregunten
motivos, que les respondan los que agitaron el pañuelo, aunque tampoco con
demasiado entusiasmo, pues ni le hicieron dar la vuelta al ruedo, se vinieron
abajo. Y Calerito, pues… pues, que confirmó la alternativa y poco más. Con esa
voluntad del que quiere ser demostrando voluntad recibiendo a su primero de
rodillas de muleta, que si trapazo por aquí y por allí, pero luego todo ese
brío se venía abajo con ese muletear escondiendo descaradamente la pierna de
salida y con todos los vicios modernistas y como sus compañeros, dejándosela
enganchar muchísimo. Eso sí, que también hay quien jalea, o bienea, los
enganchones, que hay gente “pa to”. Y si no es por la inoperancia de la
cuadrilla del que cerraba plaza, les digo yo que el festejo no habría llegado
ni a los dos horas, con el riesgo que supone llegar a una cita con demasiada
antelación. Y así acabamos un fin de semana lleno de toros, de encuentros con
amigos, de encuentros con conocidos a través de las redes, muy conocidos, pero
a los que nunca les pudimos saludar, con buenas compañías, algunas mejores que
otras, como le pasó a un servidor los cuatro festejos y parecido al refrán de
la niebla y las tardecitas de paseo, todo se resumiría en que fue un fin de
semana de mañanitas de ilusión, tardes de decepción.
Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
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