sábado, 24 de mayo de 2025

Tanta preparación, tanta preparación, ¿para esto?

Una tarde preparada para los triunfos grandes y solo te puedes quedar con un banderillero llevando a un toro a una mano

Se habían escuchado muchas cosas acerca del festejo con los toros de Victoriano del Río, paradigma de la cabaña brava moderna; con el ojito derecho de algunos de esos afisionaos que se han ganado el derecho a todo solo por el paso de los años, como en la mili, Emilio de Justo, aunque parece que en ese ojito derecho lucen un parche, como el del pirata Mala Pata; Además, Roca Rey, el que gusta de llevarlo todo atado y bien atado; y cerrando, Tomás Rufo, gran esperanza de más afisionaos, unos que creen saber ver el talento en la forma de rascarse la nariz y otros que creen ver talento en el destoreo del majestuoso trapaceo. Que lo que son las malas lenguas, se decía que quién iba segundo ya había elegido sus toros por contrato, pero, ¿cómo va a ser eso' Ya digo, las malas lenguas, porque, ¿creen ustedes que esto es posible? ¿Qué presidente, comisario de policía por añadidura, iba a consentir eso en una plaza como la de Madrid. Eso no puede ser, ¿no? Aunque tampoco nadie, ni por accidente, han desmentido tal cosa. Pero vamos, que seguro que sin ninguna duda, esto será aclarado, ¿verdad que sí?

Pero cuestiones fuera de la legalidad aparte, lo que no se puede negar es que era un cartel muy bien pensado, muy bien preparadito. Lo de Victoriano del Río, pues ya digo, a lo moderno, que algunos que estaban para devolverlos hasta se mantenían en pie para jugar a ir detrás del pañuelito rojo. Que no olvidemos que estamos hablando de la modernidad, lo que quiere decir que eso de la suerte de varas, ¡Miau! A otro perro con ese hueso. Que sí, que les tapaban la salida, que unos se querían ir del peto, otros cabeceaban queriendo quitarse el palo, pero a ninguno se le pico. Que claro, dirán algunos que si se les picaba, nos quedábamos sin toro y si nos quedábamos sin toro, nos quedábamos sin trapaceo sublime. Pues hala, que no se pique, lo que muchos no solo agradecían, sino que además lo aplaudían. Picadores triunfantes por no picar, por hacer que hacían. Que sí, que es verdad, que así está el panorama. Que igual al que renqueaba de una mano, de una pata, a nada que se le hubiera dado con el palo lo mismo se venían abajo. Pues nada, sale el sobrero y si el sobrero anda igual, el sobrero del sobrero y el sobrero del sobrero del sobrero, que los hay felices porque se les time, pero también los hay que...

De los de luces, pues depende a quién pregunten, unos les dirán que ha sido el primor del toreo a cargo de Emilio de Justo y Tomás Rufo, pero claro, si quieren oír o leer eso, pregunten a los que tal cosa afirman. La verdad es que por momentos, hasta resulta resultón con el capote, pero olvídense de que lo eche por delante para enganchar la embestida y despedirlo detrás de la cadera y sin dar el pasito atrás, que lo que manda es saludar con el telón y poco más. Eso sí, incluso fue capaz de poner el toro al caballo con un tosco galleo, pero lo del garbo y la gracia se tiene o no se tiene y de Justo...

En el trasteo de muleta todo fue un correr y correr para recuperar el sitio después de cada trapazo con el pico, cuando no rematada con un enganchón. Si hasta parecía que no pudiera con el Victoriano. Siempre muy fuera y dejando ver que lo de la quietud iba a ser aspirar a una utopía. Pero lo bueno de verdad se lo guardaba para el final, cuando con chabacano desdén tiró el estoque a la arena, para dar trapazos enganchados con la derecha. Luego un mal ratito con la espada y punto. El cuarto, después de echarse una siestecita apoyado en el peto, revivió para la gran sinfonía del trapazo con mucho pico, muy perfilero, venga trallazos acelerados, más carreras y remates alargando el brazo casi hasta el contorsionismo; que no paraba quieto, muletazos de frente, sacando el brazo y por lo tanto, desviando la posible embestida para fuera. Otra vez el numerito de tirar el palo y para acabar, una entera caída, por lo que el usía le concedió una orejita de esas que se recuerdan por los siglos de los siglos, o igual no, que si no es porque uno va anotando lo sucedido, nada de lo sucedido lo habría podido describir aquí.

Pero no podemos negar que todos eran convidados de piedra en esta tarde en la que aparecía Roca Rey. Al que iban a ver era al limeño, claro que sí. Pues no lo vieron, o por lo menos no vieron lo que pretendían. Que ni una culerina... o sí. Igual sí, pero, ¿quién se acuerda ya? Nada que destacar en los trasteos de muleta, que primero citaba a cierta distancia, para acortarla inmediatamente y liarse a pegar los trapazos propios de la casa, muy fuera, muleta muy atravesada, pico, pico, ausencia de mando, para acabar en toriles. A su segundo, un inválido que siempre se quería marchar a tablas, se lio a repetir el repertorio habitual de destoreo, intentando dar trapazos a una borrica de las de ir a vender melones. Pero Roca Rey insistía en la nada, enganchones, pico, trapazos, hasta que se decidió por probar con el número de la cabra de trapazos sin criterio, alargando en exceso la faena. Bueno, esta vez, con el cuidado que había puesto él y su gente, pues no han acertado o quizá... bueno, alguien en algún momento no lo ha hecho. A ver la otra que aún le resta.

Tomás Rufo es un prototipo de la modernidad, es un hijo de su tiempo, que parece que tampoco se haya preocupado por enterarse de algún fundamento de esto que se llama toreo. Y me refiero a cosas como ponerse a dar chicuelinas de recibo a un toro, en lugar de pensar en alargar las embestidas. Me refiero a eso de pegar trallazos con la muleta desde fuera y abusar con descaro del pico, que igual alguien le tendría que explicar qué es eso, que lo mismo le hablan de pico y te cuenta que su vecino cría gallinas en el sobrado. Pero lo que nadie parece que tenga que explicarle es cómo encender al personal, al público, a ese que lo del pico tampoco le suena a nada que tenga que ver con el toreo, que realmente nada tiene que ver con él, pero ustedes me entienden. A un animalito limitadito de fuerzas, pero como era de los modernos, muy dispuesto a jugar a lo de seguir el trapito, aunque solo divisara el pico que le mostraba Rufo. Cites con la muleta atrás, atravesando la tela una barbaridad, apelotonando, que no ligando trapazos y sin pensar en un momento en eso de presentarla plaza, que tenía los despojos en e bolsillo, pero la espada, ese juez implacable dejó la cosa en nada. Que con el cuidado con se habían puesto todos los elementos a favor para fabricar triunfos y...Tanta preparación, tanta preparación, ¿para esto?


Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

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