Vista de torero a quién quiera, pero no a un conejo en un parque temático |
Que ahora resulta que en esta tierra nuestra, nos ofende ver
a Bugs Bunny, al que los más talluditos llamábamos el Conejo de la Suerte,
vestido de torero. Que ese loby entusiasta de la modernidad, de las buenas
maneras, de amor y paz, de integración absoluta con la naturaleza urbanizada y
de mirar al mundo desde una bicicleta, ha decidido que no se puede mostrar a un
muñeco vestido de luces… en España; o quizá debería decir Spain, por aquello de
ser modernos y de no ofender al resto del mundo que no tiene, ni entiende la
“ñ”. Lo que sea en esa carrera alocada y frenética para acoger lo que no era
nuestro, que tampoco está mal eso de acoger, pero desplazando elementos que han
constituido nuestra identidad desde hace siglos y lo que es peor, o mejor, que
han sido aspectos que aparte de identificarnos en todo el mundo, han sido
factores por los que se ha admirado a esta parte del mundo. Y perdonen por no
decir España, pero es que no quiero ofender a las pieles finas y sensibles, no vaya
a ser que pidan eliminar también las palabras.
Que lo del Jalogüin está muy bien, que lo del Año Nuevo
chino, también, por supuesto, que lo de internanrnos en las celebraciones del
Ramadán me parece una experiencia más que estimulante, que lo del Blas frinley
es una ideota fenomenal. Que en otra cosa no, pero en eso de acoger, de hacer
nuestras costumbres ajenas, no hay quién nos gane. Que nos ponemos a contar y
esa identidad propia también se ha forjado con importaciones de fuera, que si
empezamos a contar en Madrid, lo que se considera puramente gato, nada tuvo que
ver en origen con el oso y el madroño: el chotis, el cocido, el chocolate con
churros o, ¡cuidadito! El bocadillo de calamares. Y si seguimos, ni la paella,
ni la tortilla de patatas, ni el gazpacho, pudieron haber nacido sin las
aportaciones foráneas. Pero no creo que nada de todo esto desplazara, y mucho
menos por decreto o capricho, a lo que aquí había.
A veces parece que existe cierto complejo de ser español,
quizá porque antes otros permitieron que de esta idea se apropiara otra gente.
Pero, ¡hombre! Un poquito de por favor, no podemos renunciar a jugar a la
pelota, porque un niño decida que la pelota es Sutra y que solo juegan los que
él quiera. Pero parece que estamos en un punto que o vas con las castañuelas
por la calle y la bata de cola o con una gorra del revés y una camiseta de los
Warriors, los Bulls, los Cavs o el Manchester United. Eso sí, ¿se los imaginan
con una de los Bullfight de Tejas? Estaría curioso.
Pero este abandono de ciertos elementos identitarios de aquí
no es solo una ventolera de cuatro “alumbrados”, ni mucho menos. Esto no sé si
es impulsado o apoyado por los poderes públicos, bueno, creo que sí lo sé, pero
hoy me he levantado buenista, pero lo que sí está claro es que a pesar de ese
llenarse la boca con la cultura, la cultura, la cultura, desprecian la cultura,
desprecian lo propio. Y aquí, y que no se me moleste nadie, no hay partido del
espectro político que se salve. Que sí, que unos harán declaraciones pro toros,
en favor de la fiesta de forma incondicional, pero ¡Aaaaayyy! Obras son amores
y no buenas razones. Otros se declararán… la verdad, es que no sé qué se
declararán, pues en esa estrategia del avestruz, de no querer molestar a nadie,
de querer agradar a todos, quizá no se declaren antitaurinos, pero tampoco se
sonrojan con eso de “a mi los animales me gustan vivos” y luego van a no sé que
cumbre del clima.
Que vuelvo a lo de antes, adoptemos costumbres, pero no
desterremos tradiciones, entre otras cosas, por salud mental, quizá para que en
cualquier momento podamos saber quienes somos. Que lo de los toros ya sabemos
que no gusta a todo el mundo; lógico, pues es algo que no está al alcance de la
sensibilidad de cualquiera, pero al menos, que nos dejen un ratito en paz, que
permitan que esta minoría siga luchando por una fiesta de los toros íntegra,
ajena al fraude, a la trampa y fundamentada sobre el pilar del toro, para que
este vuelva a ser el eje de todo esto. Que yo sé que a muchos les costará, por
aquello del qué dirán, pero de verdad, aparten los complejos y decídanse en
querer saber y luego, si no les gusta, si les parece una barbaridad, aboguen
por la abolición, claro que sí. Les parecerá que me he vuelto loco, que tiro
piedras contra mi tejado, pero no, es simplemente que estoy completamente
seguro que si ustedes se acercan a conocer esto un poco, acabarán entendiendo
lo que es y lo que supone. Dejen de lado su urbanofilia por unos instantes e
intenten volver a sus orígenes, al de sus padres, sus abuelos, a aquella forma
de vivir la naturaleza, de entender lo que era este lugar en el que vivimos, de
conocer desde el sentido de nuestra forma de expresarnos, hasta las
consecuencias de ese expresarnos. Y después, sigamos adoptando, pero no a costa
de borrar y eliminar, ni retirando Conejos de la Suerte toreros, ni renunciando
a coger el toro por los cuernos, no vaya a ser que al final se nos conozca por
los Spanish, los sin identidad.
Enlace programa Tendido de Sol del 16 de diciembre de 2018:
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