domingo, 19 de mayo de 2024
sábado, 18 de mayo de 2024
Si querer es poder y se quiere poco o nada, el poder se queda en…
Lo mejor de la tarde llegó al ver cómo un torero con dos pares de banderillas se jugó que le arrancaran los alamares de un arreón |
Tarde de toreros extremeños y de mucho partidario de la tierra que acudía a acompañar a sus paisanos y si hacía falta, romperse las manos a aplaudir, lo que siempre está muy bien, por supuesto, pero sin que esto se convierta en una obligación universal que condene al que no se adhiera a su causa. Cada uno en su casa y Dios en la de todos. Que lo de ilusionarse es magnífico, pero que cada uno se las ventile con esto de la ilusión de la mejor manera que pueda. Otra cosa es la colaboración de los que pisan el ruedo, primero el ganado y después los de luces, aunque hoy en día ya está demasiado extendido eso de que primero los de luces y luego… luego, lo que sea; que tanto es así, que a veces solo se anuncian los caballeros de luces y no el propietario de la vacada, aunque en Madrid, por el momento, eso no pasa. En este caso el hierro era el de la Quinta, la doble “c” de Conradi. Que los modernos igual los llamarían los grises de la Quinta, pero no nos desviemos por estas rutas de la vanguardia taurina que a algunos clásicos les chirria hasta hacerles sangrar los oídos y el alma de aficionado.
Encierro bien presentado, rosos cinqueños, que así s evitan
problemas en los reconocimientos y afirmaciones y justificaciones para querer
hacer pasar novillos por toros con eso de que este encaste es así o asao. Con
kilos, con bastante margen entre el que más pesaba y el que menos, pero no sé
si habrá muchos que se hayan detenido en esto al ir viendo los toros aparecer
por la puerta de toriles. Toros con su aquel, llamémosle casta, sin excesos o
dejémoslo en un pelín de picante. Que sí se enteraban un poco de lo que allí
pasaba, pero sin tampoco mostrar una listeza como para escribir un libro. Casi
inéditos en el caballo, donde apenas se les castigó, a algunos ni un picotazo
siquiera. Que no se dio opción ni a que los del sol protestaran al picador.
Miguel Ángel Perera cerraba sus comparecencias madrileñas en
esta feria y si hay que resumir su presencia con una frase, sería esa de “tanta
paz lleves, como tranquilidad dejas” Un paso anodino, en el que se ha empeñado
en castigar a los presentes con interminables faenas acumulando pases y pases y
más pases insulsos y sin contenido. Que viendo lo de la presente tarde, quizá
lo más jaleado sea una serie de derechazos empalmados, que no ligados. Muy
fuera, siempre, siempre, abusando del pico estrepitosamente, más empeñado en
gastar el bono de mil trapazos, que en dar un muletazo templado, cargando la
suerte, conduciendo y mandando en la embestida y rematando atrás para ligar con
el siguiente. De eso, ni rastro. Pero él, como es habitual, a lo suyo. Pero
digamos algo positivo, que no todo va a ser malo, ¿no? A su primero intentó
llevarlo a contraquerencia, pero enseguida se vio que el de la Quinta no estaba
para nada, se marchaba de la suerte buscando escapar. Entonces Perera optó por
ir adónde el animal le marcara, hacia terrenos de chiqueros, aunque allí la
tónica fue la de siempre, tirones, muleta al bies, siempre fuera y alargando el
trasteo hasta el aviso previo a decidirse a montar la espada. Curiosamente, no
ha habido un toro en el que no le hayan avisado desde el palco, lo que puede
dar idea de que Perera no somete, no manda, no torea, pega trapazos y los toros
pueden estar yendo y viniendo hasta el día del Juicio Final. Pero aún así, él
se debe sentir artista y se pone a dar capotazos a pies juntos, como si su
toreo y sus formas derrocharan elegancia, pero que no le engañen. Su segundo no
humillaba y además tampoco se intento subsanar el defecto bajándole la mano
sometiéndole, no citando con la mano baja y simplemente moverla, pero sin
someter, que no es lo mismo bajar la mano, que llevar la mano baja, ¡Cuidado”.
Un achuchón de primeras, que evidenciaba que de momento el pacense no podía con
el toro. Más pico, más vulgaridad, sin rematar ni un muletazo y sin hacerse con
el animal, más bien al contrario. Aperreado, siguió intentando trapazos, un
arreón y Perera que veía como le comían la merienda. Y sería por eso de
despedirse de esta plaza en la que seguro que se siente muy a gusto, aunque lo
disimula a la perfección y habrá que esperarle para Otoño o para el año
próximo, aunque tampoco es absolutamente necesario, ¿no creen?
Emilio de Justo, al que una parte de la plaza convirtió un
día en su ídolo y parece que aún lo mantienen en ese pedestal, parecía que
empezaba con seriedad y comprometido para hacer las cosas con verdad. Ya saben,
aquí con la intención ya se ganan muchos puntos. A su primero hasta le alargó
el viaje en los primeros capotazos, para a continuación capearle retrasando la
pierna. Unas chicuelinas hasta medio aguantando, aunque de repente en el primer
tercio se organizara una capea con mucho telón rosa sacudido por allí. El toro había
que sacarlo de las tablas para poderlo parear y aún así, esperaba bastante a
los de los palos. Comenzó de Justo con muletazos por abajo hasta con cierto
temple, mientras el de la Quinta se le vencía por ambos pitones. Y a partir de
ahí, pico, pico y más pico desde fuera, trallazos echándolo fuera, lo mismo con
la zurda, hasta ya ponerse un poquito pesado, para acabar de un bajonazo. Vaya,
y que parecía que la cosa iba a ser otra. Al cuarto le recibió de una larga de
rodillas, para que a continuación el toro se fuera escapando a su querencia de
toriles. En contra de lo que parece dictar la lógica, en la primera vara lo
puso de lejos y en la segunda de cerca. Bien Morenito de Arlés con los palos,
aguantando los envites y la cercanía de los pitones al clavar. De Justo empezó
la faena por abajo, para después empezar con la sesión de pico, toreo desde muy
fuera, muñecazos, sin conducir las embestidas y al quedarse al descubierto
recibió una voltereta que por la forma de caer de las alturas recordó lo que
nadie quería recordar. Afortunadamente se pudo levantar sin más y proseguir el
trasteo. Alguna colada más y lo que se hacía evidente era que no podía
controlar a su adversario, no podía con él, sin mando, medios muletazos quitándole
el engaño de repente y sin rematar en ningún caso. Para concluir con muletazos
de frente con la zurda y acabar sacándoselo a los medios pasando por la cara
del toro. Una entera y varios golpes de verduguillo, que quizá fueron los
culpables de que no se le pidieran y dieran trofeos, lo que parecía más que
probable, con un público entregado y conmovido por el revolcón. Otra cosa es
pretender que ese toreo ventajista sea merecedor de premio. Pero por lo que se
ve últimamente, estas muestras de no poder encandilan al personal, que es como
si viera reencarnado a un gladiador de la antigüedad, pero no, simplemente es
falta de recursos y de mando.
Ginés Marín cerraba el cartel de toreros extremeños y la
verdad, muy poquito que reseñar, que a su primero apenas se le rozó con el palo
después de que el de la Quinta desmontara al picador. Sería que a este le
quedaban las energías que no había gastado en el caballo, que poco a poco se
iba adueñando de la situación, con la única respuesta del espada de destoreo y
más destoreo. Se le estaba yendo sin torear, pero solo obtenía como respuesta
trapazos de mano alta y un trasteo interminable. Pero en el sexto la cosa no
mejoró, con un toro que buscaba la salida por el mismo sitio por el que entró.
Otro animal con el que no podía el espada, pico y muñecazos escupiendo al toro
para afuera, trapazos regañados, pero sin poder, enganchones y carreras y más
carreras, cambiando continuamente de pitón, pero sin obtener resultado. Terminó
con un sablazo envainado, un pinchazo y entera tirando el trapo a los pies del
animal. Que lo de la Quinta no se comía a nadie, pero ya saben, hoy en día si
sale un toro que no sea una bobona que ya sale lidiada de toriles, sabiendo
embestir y como ir a los engaños, pues todo se pone patas arriba. Y si querer
es poder y se quiere poco o nada, el poder se queda en…
Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
viernes, 17 de mayo de 2024
Esto no hay por dónde cogerlo
El homenaje a Joselito no fue más allá del minuto de silencio al finalizar el paseíllo. Habría estado bien que se derramaran unas gotitas de toreo |
Tarde de postín, de pitiminí, de pasiones encendidas, para el
que se quiera dejar llevar por esas pasiones, aunque ya les digo que esto no es
apto para todo el mundo, que hay que cumplir una serie de requisitos que si no
los sigues al pie de la letra, no hay manera. Que si pretenden apasionarse, no
se salten ningún paso, porque si no, nanay. Primero hay que tragar con que todo
es arte, pero arte del de verdad, del sublime, porque como empecemos a no
tragar por ahí, ya vamos mal. También hay que admitir que unos novillotes
adelantados se tomen como toros, como fieras devoradoras de ilusiones de todo
aquel que viste de luces. Además hay que admitir sin reservas que el
pegapasismo es la sublimación del toreo y por si fuera poco, que un señor que
trapacea como pocos y que si acaso pone posturas galanas y camina como pisando
cebollas, así despacito, para que no se desprenda esa profunda fragancia que
hace que se salten las lágrimas de la emoción. Acompañado de un caballero que
rebosa arte hasta yendo a comprar el pan, capaz de mover unas telas que podrían
cubrir la Explanada de Alicante y convertirla en un pasaje del terror. Y un
joven al que hay que buscarle cualidades hasta debajo de las zapatillas y si no
se encuentran, se inventan. Y así sí, así sí que se me pueden apasionar llenos
de apasionamiento. Eso sí, si todo esto lo aderezan con unos buenos chorros de
alcoholazo, les queda una tarde que para mí la quisiera yo. Y si no lo hacen,
allá ustedes, será porque no les dé la gana o simplemente por a ustedes les
apasionan cosas mucho más simples, un toro, una tanda de naturales dados de
verdad o una lidia bien llevada, con cabeza y con honestidad para el animal en
primer lugar y por supuesto, para usted que lo está viendo y ha pagado por
ello.
O sea, que todo lo contrario de lo sucedido con la de
Victoriano del Río y el aperitivo de Toros de Cortes. Que la verdad es que se
han comportado mucho mejor de lo que esperábamos algunos. Que ustedes me dirán
que qué poquito esperaba y tienen razón. Unos novillotes cornalones y un sexto
rescatado del Rocío. Al primero del festejo Sebastián Castella le dio mil
capotazos y aún así, no se hacía con él. No pasó de dejarse en el caballo y en
el último tercio se limitaba a ir sin más ante el pico del maestro, intentando
llegar a esa tela que se movía como el rayo en manos de Castella, que después
de aburrirse de pegar tirones, se metió entre los cuernos, ya saben, esa
heroicidad que tanto cala entre ciertos espectadores, el entusiástico arrimón
de plaza de talanqueras. Su segundo, el que hacía cuarto, quizá con kilos de
más, fue recibido con variados latigazos capoteros. De inmediato el animal se
fue a refugiarse en tablas, anunciando algo poco provechoso. Pero después de un
mantazo de Castella se fue casi de punta a punta de la plaza, suelto, al
caballo, bien cogido por Bernal a pesar de la distancia, la velocidad y no haber
sido colocado. Peleó con un pitón nada más y después solo se dejó. Pero acudía
como un rayo a los engaños, en busca del peto y a los banderilleros. Pronto y
codicioso, parecía haberse olvidado de que en las tablas encontraría amparo.
Tiraba para los medios con verdadera ansia. Veía algo moverse y para allá que
se iba. Quizá pedía terrenos abiertos y cierta distancia, pero Castella decidió
que este no le iba a incomodar ni un poquito y no pasó de las rayas del tercio,
ni le dio esa distancia que pedía. Quizá se le encogió el ánimo después del
recibo pasándoselo por la retaguardia y con banderazos por delante con la
diestra. Y allí, esos terrenos, trapazos con el pico, sin permitirle ni atisbar
los medios, dándole aire con el trapo, sin correrle la mano y el de Victoriano
sigue que sigue. Pico, enganchones y ahogándole decididamente la embestida,
hasta que logró frenar la codicia del animal. Y como lo de torear no entraba en
sus planes, el galo decidió tirar de repertorio populachero, a ver si así se le
animaba el sector festivalero y optimista que ocupaba los tendidos. Hasta que
aburrió al toro, que acabó hasta escarbando y recordando su querencia a tablas.
Muy poca generosidad por parte del espada con el toro y con el público, que se
quedó sin ver a este cuarto en toda su dimensión. Eso sí, luego te cuentan que
quieren un toro que se mueva, colaborador y yo qué sé cuántas cosas más. Pues
ya ven.
Manzanares cumplía su primera aparición esta feria y aparte
de mover los telones ya citados, con todas las ventajas posibles, poco más. Que
le jalearon, sí, pero es que habrían jaleado hasta al Pato Donald si se pone a
torear con una fregona. Su primero se le puso pegajosito de salida, que casi se
lo lleva por delante. En el caballo empujó de esa manera como el mal empleado
que hace que trabaja cuando mira el jefe, pero luego… La pañosa la manejó de
aquella manera, de la forma habitual en este torero, trapazos en línea sin
bajar la mano, sin parar quieto, enganchones y venga a buscar el sitio para
recolocarse constantemente. Que con esa muleta tan amplia, por momentos llevaba
un pitón fuera y el otro en el extremo más lejano de la tela. Que un poquito más
y lo saca de la plaza. Esperó recibiendo a su oponente, para dejar casi una
media. En su segundo un toro escurrido que ya de salida se fue al cuatro, cerca
de toriles, a ver qué se cocía allí, para verlo con perspectiva, con
perspectiva de manso. Demasiados capotazos y dos varas en el sitio a cargo de
Paco María, rara avis en esta época. El toro pasó desapercibido en el peto,
derrotando cuando ya no sentía el palo en el morrillo. Muletazos por abajo para
comenzar el trasteo, cortándole el viaje y de nuevo una sinfonía con el pico y
acompañamiento de carreritas, demasiado acelerado y más dando aire que toreando;
bueno, lo de toreando es un decir, pero bueno, ya me entienden, que daba pases,
sin conseguir mandar en ninguno de ellos. Eso sí, el toro seguía embistiendo a
lo que se le pusiera por delante, hasta que dobló.
Y en estas que llegó Tomás Rufo, uno de esos toreros que
muchos tienen en su corazoncito de aficionado, pero ya les digo, es que los hay
muy generosos. A su primero apenas se le picó, quizá le pudieron echar una
regañina nada más. Y todo voluntad llegó el matador y le recibió de rodillas en
el tercio. Ya se pueden imaginar lo que esto altera al personal, trapazos de
aquella manera, el toro de hinojos en la arena y para rematar un desarme, que
por supuesto se aplaudió, faltaría más. Ya en pie, además del pico, Rufo citaba
dándole el culo, con perdón, y quitándole el engaño a mitad de pase. Un cambio
de manos y atravesar en exceso la muleta con la zocata, resultó cogido de mala
manera, aunque afortunadamente pudo continuar en el ruedo. Prosiguió por el
pitón izquierdo largando tela, para continuar ya metido entre los cuernos,
pegando tirones y quitándole la muleta en lugar de rematar el pase. Faena muy vulgar,
pero si eso lo haces acompañado de tanto paisanaje y tanto apasionado de
apasionarse, aunque mates de media caída con derrame, pues te piden la oreja y
no hay más que hablar. El sexto del encierro era el más grandón y ahí lo dejo,
no quiero deci9r que fuera el de más trapío, no, solo digo que era el más
grandón, no confundamos. Y el de más kilos. Que notó el palo y escapó como alma
que lleva el diablo y en el segundo encuentro parecía querer llegar a la luna
con la cara por las nubes. Eso sí, era no sentir el palo y se crecía el muy…
Telonazos de recibo en el último tercio por parte de Rufo, para intentar
continuar su concierto de toreo con el pico y arrebatándole la muleta en lugar
de rematar, tirones, el toro por los suelos y ya quedándose poco a poco, muy
fuera siempre y alardeando de falta de gusto, poniéndose pesado y tras pinchar,
un imperial bajonazo. Que ya les digo que los optimistas, los amantes del
pegapasismo salían encantados, porque además habían visto un despojo, pero ya
les digo que a nada que uno se para a pensar en lo sucedido entre novillotes,
un figura, un artista figurón y un aspirante a figura de su urbanización, esto no
hay por dónde cogerlo.
PD.: Al final la empresa, o quién lo considerara, permitió homenajear a José Gómez Ortega, "Joselito" en el 104 aniversario de la tragedia de Talavera.
Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
miércoles, 15 de mayo de 2024
Ssssssssh Vivaspa… Ssssssssh
De 15 de mayo a 15 de mayo, cómo ha cambiado el panorama |
Hubo un tiempo en el que el pueblo de Madrid honraba al
Santo Patrón en los toros; hasta se veían manolas y chulapos en los tendidos,
pero ya digo, hubo un tiempo. Ahora se llena el aire de la plaza con vivas y
vivas y más vivas, que más que clamar por la patria, parecen clamores etílicos.
Vivas a la tierra de los toreros, vivas a uno que pasaba por allí, mientras
otros no daban crédito a lo que estaba saliendo por toriles y a los que tenían
que vérselas con ellos. Eso sí, que a nadie se le ocurriera no solo protestar,
sino que ni estornudar estaba permitido, pobres los alérgicos a la primavera.
Que a la mínima se poblaban los tendidos de Ssssssssh… Ssssssssh, que una
señora preguntaba si era el día del sifón y se encaraba con su santo por no
estar atento a la semana del sifón en el súper, ‘Compre 2 y pague 3! ¡Ofertón!
Eso sí, a los Vivaspa… Vivastremad… y los bieeeeejjjnnn, no había Ssssssssh…
Ssssssssh.
Y quizá aquí debería poner fin al relato del festejo. Que
uno no quiere aburrir, que ya han aburrido suficientemente los toros del
Parralejo y los de luces, encabezados por Miguel Ángel Perera, con Paco Ureña y
el confirmante Alejandro Fermín. Que igual también puede ser que uno no está
receptivo a este jarte de la modernidad, a este jarte entre vanguardista
tirando a absurdo y un depurado chabacanismo inmerso en la vulgaridad. Que lo
mismo los de los barreños de alcohol son unos visionarios y ven lo que otros no
llegamos a entender, que para aguantar tanta tralla o vas rebosante de morapio
o de tranquicepán en vena. Que siempre estamos con el ganado moderno, que no se
le puede picar, pero que luego va y viene en la muleta. Pues ni a eso han
llegado los Parralejos. Presencia justa, sin más, algunos cornalones, que en el
caballo no dudaban en salir a escape al notar el palo en el lomo, porque es
dónde se les pica hoy en día. Si acaso llegaban a dejarse y punto, que ya era
demasiado. Solo el quinto ha ofrecido cierta residencia y en el sexto Santiago
Chamorro ha picado en buen sitio, lo que el carnicero agradecerá. Un ganado que
buscaba los adentros sin pudor, que se aquerenciaba en tablas sin dudarlo y que
ya de salida se sentían cómodos próximos a toriles ¡Y que salidas! A paso de
borrica, como extrañados de que les dejaran transitar sin tirar del arado o sin
dar vueltas y más vueltas en una noria. En el último tercio, entre que los
mulos acuden sin entusiasmo y que los de los trapos rojos también andaban
carentes de este, pues imagínense, pero imaginen esforzándose mucho, porque si
no, ya les digo que ni se acercarán al esperpento vivido la tarde que había que
honrar al Santo Patrón.
De la terna, pues si les contara los trapazos uno por uno,
ya les digo que nos daban las tantas, parafraseando al cantante… y nos dieron
nueve, las diez… Perera se ha largado dos faenas en las antes de montar la
espada ya le avisaban del palco. Trapazo por aquí, por allí, me meto entre los
cuernos, abuso del pico, dejo que el trapo se me enrede entre los cuernos,
cambio de mano y sigo trapaceando, atravieso el engaño lo indecible, con la
única innovación de recibir a su segundo de rodillas, culerinas incluidas, y
trapazos quedándose al descubierto y rememorando al Taranto y su espectáculo
cómico taurino. Culminando todo con unas cuchilladas traicioneras en los
blandos, una después de metisaca traicionero. Pero oiga, como en botica, hay
gente para todo y los había que seguían con los ¡Vivasss! Que los habrá que
tilden al “maestro” de maestro, que allá cada uno, como si le califican de
simpático y tío que cuenta muy bien los chistes.
Paco Ureña estuvo perdido toda la tarde, intentando hacer lo
de siempre, pero no era el día, quizá le faltó inspiración de las divinidades
el toreo, pero sobre todo le faltó toro y le sobró buey. Mucho trapazo, mucho
enganchón, carreras, pico muy descarado, acabando metido entre los cuernos, que
eso parece ser que es algo que llega al público de los ¡Vivasss! Y los Ssssssh
de los sifones. Y habría plaza Alejandro Fermín, que confirmaba la alternativa.
Que un iba viendo cómo iba transcurriendo su actuación y solo encontraba una
explicación a su presencia, el abrir plaza por delante de Perera. A partir de
ahí, la nada. Con todos los defectos habituales de los fieles a la modernidad
taurina, sin un mínimo de verdad y además, como en el sexto, dando la sensación
de estar a merced del capricho de el pupilo del Parralejo. Pero bueno, ya es
doctor en tauromaquia y el señor Perera no ha tenido que ir por delante. Que ya
que esto es arte, podríamos encuadrarlo en el dadaísmo y su máxima expresión
sea el Ssssssssh Vivaspa… Ssssssssh.
Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
De verdad, ¿quieren ser toreros o solo figuritas?
Es posible que los novilleros aspirantes a matadores de toros hayan errado al elegir el lugar de aprendizaje y... Y así nos va |
Cuando se va a una novillada, lo mínimo que el aficionado
espera es que los actuantes den muestras de querer ser en esto del toro, de
tener una afición a prueba de barrabases, de querer ser la reencarnación de
Joselito o Belmonte, de que les salga el toro soñado y soñar el toreo, de pasar
lo que haya que pasar para cumplir esa ilusión, ser matador de toros y por
supuesto, de hacerse ricos. Pero las cosas han cambiado mucho, ahora estamos,
desde tiempo, en una esfera que dista mucho de lo que siempre fue. Ahora los novilleros
son el cliente y aplican a rajatabla eso de que el cliente siempre tiene razón.
Ello, o los papás, ponen la pasta, pues ellos exigen y además se creen con
derecho a exigir a todo el mundo, empezando por el que paga por ir a una plaza.
Estos tienen la obligación de aguantarles sus perras, sus caprichos de niñato
consentido y cuidadito con no entrar por ese aro. Si ya hasta se permiten
elegir ganaderías como si llevaran veinte años de alternativa y hubiesen
rendido mil plazas a sus pies, la fiesta entera entregada a su ser. Que de
acuerdo que están empezando, que hay que tener paciencia con ellos, faltaría
más; pero si son ellos mismos los que se niegan a si mismos su condición de
noveles y transitan como figurones, pues tratémoslos como desean, aunque igual
tampoco les viene bien.
Novillada de Montealto bien presentada en líneas generales
pero que ha dejado bastante que desear, también gracias a la inexistencia de
ningún sentido de la lidia por parte de la terna que se presentaba en Madrid,
que se limitaba a dar manazos de recibo o hacer quites sin contar con las
condiciones de los novillos, que no eran capaces ni de sujetar a los animales
de salida. Que insisto en que están empezando en esto, pero no estamos hablando
de un encierro complicado, estamos hablando de aplicar unos fundamentos básicos
para poder vestirse de luces y además llegar a un San Isidro. Mal la novillada
en el caballo, donde se les ha picado poco y mal, en mitad del lomo y más allá,
puyazos traseros, cuando no casi en la paletilla, tapándoles la salida. Los de
Montealto echando la cara arriba y peleando cuando buscaban la salida o cuando
n notaban el palo. Y llegamos al último tercio, donde iban y venían y algunos
ofreciendo los trofeos en bandeja, pero… Ahí está el pero, los peros que
vestían de luces.
Diego Bastos mostró toda la tarde un largo repertorio de
toreo soso, aburrido y desganado. Con el capote inoperante y con la muleta algo
parecido. Lo de todos, pico, lejanías, enganchones y en ocasiones dando el pase
al aire, el trapo por aquí y el toro por dónde quisiera, que tampoco parecía será
lago que le incomodara al diestro. Desarmes, dejándosela tocar, pero sin
desistir ni por un momento de agotar el bono muletazos que pareció haber comprado
en la puerta de la plaza. ¿me da un bono de 200 trapazos? Pero había oferta y
si se llevaba 300, le regalaban un tutorial para tirar la montera y que esta
siempre cayera boca abajo.
Nek Romero, del que se dice que está a las puertas de la
alternativa, aunque no lo parecía, comenzó queriendo demostrar su valor y
dominio de las telas con un recibo a la verónica por abajo, pero si ahí
empezamos echando la pierna atrás, la estética se nos desmorona. El primero un
toro que anunciaba fiasco en los dos primeros tercios, fue ver la muleta y
venga a embestir, especialmente por el pitón derecho, a lo que el espada
respondía con unos muletazos fríos, muy mecánico, uno, dos, tres, los que
fueran, solo dándose vueltas y más vueltas, para acabar embarullándose. De
nuevo quiso lucirse en el recibo de capote, esta vez de rodillas, pero tuvo que
desistir de inmediato. Un novillo que en banderillas, con los toriles al fondo
iba como un tren, pero que al revés… Quiso calentar al personal en el inicio
del trasteo con eso que tanto gusta al público y que el aficionado no entiende
la necesidad, las culerinas, banderazos, para proseguir con ese dar pases como
un robot, que por otra parte eran enganchones con demasiada frecuencia.
Naturales largando tela sin más, prosiguiendo con esos automatismos tan fríos
como aburridos. Que Romero quería levantar los ánimos y recurrió a recursos que
igual en otras plazas que ha frecuentado surten su efecto, pero esta tarde en
estos lares, pues no.
Cerraba el cartel Samuel Navalón, que encandiló a los más
afines con verónicas echando la pierna atrás siempre. Inicio de la faena de
muleta de rodillas, desacompasado y vulgar, teniendo que renunciar a tal
empresa tras el segundo trapazo, para proseguir dándolos ya de pie. Pico,
enganchones sin reposo, precipitado, apelotonando pases, retrasando la pierna
de salida, muy fuera, muy vulgar, demasiado ventajista y unas bernadinas de
aquella manera, sin ser bernadinas, que ya se sabe que eso a muchos les llega
al corazón. Y tal compendio de incapacidad y trampas solo podía culminar de un
solemne bajonazo. Los partidarios pidieron la oreja y a los que ni les iba, ni
les venía y solo quería ver toreo, pues protestaron, pitaron, palmas de tango,
que se intensificaron cuando el caballero decidió darse una vuelta al ruedo por
su cara bonita. Buena manera de querer conquistar la plaza de Madrid. Pero ese “malogrado”
triunfo quedó en nada en el sexto, al que recibió a portagayola, sin saber
después tener la picardía de salirse de aquellos terrenos, quedándose allí como
un pasmarote soltando mantazo tras mantazo. Después del caos en banderillas allí
que se fue con la pañosa para instrumentar unos banderazos de inicio, que
serían la envidia de cualquier guardiamarina mandando señales a Elcano. La faena
transcurrió en un continuo abuso del pico, carreras, trapazos, para acabar
metido entre los cuernos del Montealto. Eso sí, cuando un torero se pega estos
arrimones pueblerinos, siempre se escuchan las palmas que rompen el silencio
por parte de un afisionao, afisionao, que sabe lo que es eso del arrimón
torero. Manoletinas sin el palo, que tiró lejos de sí al suelo, quizá porque se
preguntaba que para qué quería él espadas ni espados. Un pinchazo, otro, otro…
y una entera traserísima. No quería descabellar y luego se vio por qué, porque
lo del verduguillo no lo debía haber practicado suficiente, lo que es muy
lógico, ese día de clase se fue a aprender a darse vueltas al ruedo en mitad de
las protestas del que paga. ¡Ah, no! Que los que pagan son ellos y eso les da
derecho a exigir que se les idolatre allá donde vayan. Dos avisos y a punto de
caer el tercero quizá le bajaron un poco la soberbia a un joven que debería
preocuparse de muchas otras cosas antes que de alimentar la soberbia, la falta
de afición y la falta de recursos y capacidades para presentarse en Madrid en la
feria de su santo patrón. Y la duda que se me plantea es si estos que aún son
novilleros, si de verdad, ¿quieren ser toreros o solo figuritas?
Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
lunes, 13 de mayo de 2024
Benditas gotitas de normalidad
Ese caminito del centro del ruedo al peto enciende el entusiasmo de cualquiera y sin excepción. |
Después de tanta histeria popular, tanto desvarío del
personal y tanto elemento perturbador de lo que es una corrida de toros, con
tanto aderezo propagandístico y dirigido a favorecer unos intereses que nada
tiene que ver ni remotamente con lo que es la fiesta, se agradece un festejo
que al menos responde algo más a la lógica que se debe suponer y esperar al
acudir a una plaza de toros. Sin pancartas con exabruptos impropios de estos
lugares y que se pretenden atribuir a los que se consideran los malos de
siempre, pero que podrán verlos como malos, pero al menos con más estilo que
eso de los huevos y demás. Sin gritos coreados no escuchados antes al menos en
la plaza de Madrid, ni tan siquiera en otros tiempos, cuando no se podía
levantar la voz. Ni tampoco ese botellón gigante y alentado desde las altas
esferas de las Ventas, lo que no quiere decir que alguien se montara allí su
juerga, pero al menos no se notó tanto. Probablemente los autores de todos
estos desvaríos serían los que dejaron ver tantos huecos de la piedra venteña.
Que el cartel no era gran cosa, no era cartel de figuras de pitiminí, pero si
se anunciaba un hierro que el aficionado quería ver, uno de los pocos que apetecían
desde un principio, pero que por lo visto no interesa ni a los transeúntes, ni
a la propia empresa, que para nada lo publicitó. Con lo bien que suena Baltasar
Ibán a los oídos del aficionado, ¿verdad?
Sí señor, toros de Baltasar Ibán para Calita, el que en otras
fechas se pegó sus vueltas al ruedo por su cuenta, quizá para eso estirar las
piernas. Francisco de Manuel, al que algunos quieren subir a los altares del
figureo, pero que él se empeña una y otra vez en desdecir a sus generosos
partidarios. Y Álvaro Alarcón, que se encontró que la realidad de Madrid es más
que una orejita, unas palmas o un público generoso. El ganado en varios
momentos fue protestado de salida, quizá porque algunos esperaban otra cosa,
pero es que esto suele salir así, que no digo que podrían estar mejor
rematados, desde luego. De cabezas mejor que bien armadas, pero con esas
culatas, y lo que no son culatas, quizá necesitadas de un poco más de pienso.
El primero ya se defendía de salida, encontrándose con el capote nada eficaz de
Calita. Fue suelto al caballo, para que le picaran trasero, le taparan la
salida o le volvieran a picar mal, camino de la paletilla. Se limitó a dejarse
debajo del peto. Calita empezó a dar signos de notable impericia, mantazos por
abajo sin pararse para continuar con un espléndido destoreo de lejanías, con el
pico, enganchones y siempre fuera de sitio, quizá para no acortar esas mismas
lejanías. A su segundo le dejó corretear a su aire, ya parará. Le pusieron
dándole distancia en el caballo, para que el Ibán solo se empleara con un
pitón, mientras solo se dejaba y acababa yéndose solo del peto. Esperaba un
mundo a los banderilleros, mirando a ver lo que pasaba a su alrededor. Y volvió
Calita con demasiadas precauciones, pegando latigazos destemplados e intentar
ponerse a eso de los derechazos y… lo de siempre. El toro si se arrancaba era
defendiéndose, sin entregarse nunca, aunque el espada insistía en hablar de su
libro, pero no, nanay. Acortando las distancias y las arrancadas eran simples
arreones, llegando entonces el arrimón sin sentido, si es que alguna vez lo
tiene. Otro bajonazo imperial tirando el trapo y hasta aquí llegó su presencia
en esta feria, sin que crea que nadie lo vaya a reclamar para el futuro, aunque
si es barato y lo quiere imponer el accionariado azteca de la empresa, entonces…
Francisco de Manuel es un torero al que algunos consideran,
no me pregunten por qué. Y si se lo preguntamos a ellos, pues tirarán de estadísticas,
ya saben, del cuánto, pero no del cómo, que es importante, quizá lo más
importante. Su primero tiraba un poquito a cabra, pero ya de salida no se hizo
con él el matador. Mucho capotazo, costándole hasta ponerlo al caballo. Muy mal
picado, siempre trasero, peleaba solo con un pitón, ahora uno y después el
otro, pero nunca de frente y humillando, para luego querer tirar camino de
toriles. Se inició el trasteo por abajo demasiado apresurado, para irse
serenando en los muletazos del final del recibo. Prosiguió sin olvidarse de
meter el pico ni en un muletazo, pegando el muñecazo al final del pase, pero
sin rematar. Distante, siempre fuera, pero muy fuera, enganchones incluidos,
acabando entre los cuernos y con un bajonazo sin disimulo. Y salió el quinto, con
el que ya no pudo de salida, dándose la vuelta y cediendo terreno. Le costó
hasta ponerlo frente al peto, dándole distancia, escarbando y hasta olisqueando,
pero la alegría de la arrancada hizo que muchos se frotaran los ojos. Un puyazo
trasero y tapándole la salida, mientras el Ibán mostraba fijeza, aunque sin
meter abajo la cara y acabando corneando el peto. De nuevo dándole distancia y
otra arrancada codiciosa, para recibir solo un picotazo ¿Una tercera vara? Puede que sí y... La verdad es que fue
un primer tercio espectacular, como el resto de la lidia, pero también hay que
señalar que no paró de hacer cosas feas, esperaba en banderillas, se dolió de
los palos, pero allá que se fue a por la tela que de Manuel le ofrecía de
rodillas en los medios, aunque mejor de pie, que de hinojos, siendo el
resultado el mismo, pico, trapazos destemplados, fuera de cacho, distante,
escupiéndolo de la suerte y dando evidentes muestras de no poder con ese toro,
ni de saber lo que tenía que hacer. El animal que exigía toreo, que cualquier
cosa bien hecha habría tenido mérito, pero que tuvo la mala suerte de no
encontrarse con un torero capaz. Acudía como un tren, descomponía a su
lidiador, que se acabó embarullando, vulgar y con demasiados enganchones. Casi
entera bajera y un golpe de verduguillo, oyéndose dos avisos. Hubo quién pidió
la vuelta al ruedo del de Baltasar Ibán, a mi juicio excesiva, pero se pidió.
Álvaro Alarcón no parece haber asimilado lo que es anunciarse
en Madrid y en San Isidro, dando la sensación, como tantos, de ir a soltar su
repertorio y punto. Malas lidias, dejando corretear a su primero sin hacer
amago de sujetarle, se le fue a toriles sin que nadie le sujetara en los
capotes. Excesivos mantazos para llevarlo al peto, donde se arrancó de lejos,
para que Peña lo cogiera en buen sitio, igual que en la segunda vara, a la que
el toro se fue acercando primero, tardeando y amagando con irse, quizá más
pendiente de los capotes, arrancándose y mostrando fijeza. Bravucón, que
plantaba cara, pero que siempre quería irse a tablas. Que todo esto podrá
parecer bueno, malo o regular, pero que mantiene la atención del aficionado. La
faena de muleta fue un camino constante para demostrar que se estaba dejando ir
el toro, simplemente por querer hacer lo de siempre, el toreo ventajista, con
demasiadas precauciones, pico, fuera… lo de siempre. Teniendo que recolocarse
constantemente, hasta que definitivamente el toro acabó marchándose a tablas.
Que es ahora muy habitual el aplaudir a los que buscan el refugio de las tablas,
allá los gustos. El sexto simplemente se dejó en el peto, mientras le hacían la
carioca, peleando con más ganas cuando ya no sentía el palo. Ya saben esos de “levanta
el palo”, en lugar del “sácalo”. A buenas horas un pica de los de antes iba a
levantar el palo, pero son otros tiempos, otro toro, otros toreros, otros
públicos… Se fue a esperar a los rehileteros a toriles, de donde lo sacó con
acierto Candelas. Una faena descompuesta, sin sustancia, trapacera, largando
tela y demorándose en exceso, como si cobraran por horas y no por toreo, y digo
toreo, no por cantidad de pases. Pero al final el personal hablaba de toros, de
ese al que se pidió la vuelta al ruedo, del otro que… y de que los toreros se
habían dejado de ir un encierro con el que podían haber espabilado a más de uno.
Ni botellones, en exceso, ni pancartas soeces, ni gritos propios de otros
lugares, lo que nos permitió saborear esas benditas gotitas de normalidad.
Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
domingo, 12 de mayo de 2024
Para ligar y tomar copas… las Ventas
Quizá estaría bien que algunos, o todos, los matadores banderilleros tuvieran más curiosidad y en consecuencia asomarse al balcón con decisión y torería. |
¡Qué bien lo pasamos en las Ventas! Ni Tinder, ni una copa
en Chicote, las Ventas y si me apuran, ni Benidorm, porque al sol de los
madriles, por mucho menos dinero te pones de un bronceado zaíno que tira pa tras.
Bueno, ahora igual es más barato irse a Benidorm, que sacarse una entrada para
los toros en Madrid, pero da igual. Y después, varios ambientes de disco en las
terrazas de la plaza. Qué bonito es que vaya la juventud a la plaza, que no a
los toros; lo de ir a los toros es otra cosa. Aunque cuidado, que hay quién le
ha cogido gustillo a pedir orejas entre barreño y barreño, que eso siempre
alegra el ánimo y calienta los sentidos, todos los sentidos. Que entre que
pides fuego, ofreces unos hielos y el de dónde eres y cómo te llamas, acabas
sentado con la otra parte de la parte contraria ¿Y los toros? ¡Qué toros, ni
toros! O bueno sí, eso de los toros es lo que pasa allí en el fondo y que tapa
el barullo jaranero de esa gente que animan a que vaya a la plaza, esos
atraídos por las fotos de gente divertida sonriente y barreño en mano. Que de
verdad que cuesta centrarse en lo del ruedo, aunque siempre los hay que igual
se centran por de más y ven un corridón donde hay una corrida moderna. Buena,
un punto por encima de la modernidad, pero sin dejar de ser moderna. Eso sí, si
los de luces son también modernos, apaga y vámonos. Y así se juntó una de
Fuente Ymbro, la nonagésimo segunda en Madrid en los últimos tiempos, para El
Fandi, en su habitual aparición de feriantes que van de pueblo en pueblo;
Román, que es capaz con su pobre bagaje de conseguir que el personal se
emocione, precisamente por esa falta de todo; y Leo Valadez, que venía a
desplegar su colorido y alegre repertorio de allá la mar océano, pero que tuvo
la mala suerte de ser cogido en su primero.
Los de Fuente Ymbro en esta ocasión fueron de los de
presentación impecable, serios, sin fisuras y duros de patas y si alguno media
el suelo de morros, quizá se debiera más a los tirones de sus lidiadores que a
otras carencias físicas, pero es que a veces el mal uso de los engaños también
puede provocar caídas. En el caballo no destacaron especialmente, el primero,
como varios de sus hermanos le tomó gusto a lo de escarbar, cabeceó en el peto
y se fue suelto. Al segundo le picaron trasero, le hicieron la carioca, pero
tuvo brío para derribar al picador y después pelear solo con un pitón en el
siguiente encuentro. El tercero se dejó sin más, acudiendo con muy poco
entusiasmo. Al cuarto se le picó poco, reservón, derrotando al notar el palo,
escarbando constantemente. El quinto, picado trasero, derrotando la guata. Y el
sexto, después de que le cogieran bien, le taparon la salida y a continuación
solo le propinaron un picotazo trasero.
Pedir a los diestros de esta tarde capacidad lidiadora quizá
sea un excesivo ejercicio de optimismo. Desde el primer momento nadie hizo por
fijar a los toros, dejándoles corretear demasiado por la arena. El Fandi desarrolló
todo el repertorio propio de una plaza de carros, quites distantes, pares de
banderillas más distantes aún y un toreo en la misma línea. Y eso que algunos
casi dejan de lado lo de ligar y el cubata al ver a un señor iniciando el
trasteo de rodillas, pero ese pegar pases con tirones, venga trapazos en línea,
fuera y abusando del pico, enganchón tras enganchón, hacía que la chavalería se
volviera a desconectar y siguiera en lo del “cómo te llamas” y el “¿tienes fuego?”.
Que ni las largas de rodillas llamaba la atención de la chavalería, ni mucho
menos el que el Fuente Ymbro fuera una y otra vez a las telas. En su segundo
mucho mantazo con un toro aquerenciado en tablas, más tirones, desarme y cada
vez más alborotado, alargando el trasteo sin ninguna necesidad. Y en el sexto,
el que correspondía a Leo Valadez, pues más de lo mismo. Intentaba
reconciliarse con la parroquia, pero a esas alturas los parroquianos ya solo
pensaban en el after en las terrazas de la plaza, y total, era más de lo mismo,
mucho trapazo, el espada a lo suyo, a seguir acumulando trallazos, dejándose ir
otro animal de esos que quien ahora los de luces, los del callejón, los del
tendido, de la tele, los que ven la tele, que siguen la muleta con una
docilidad que a veces resulta hasta algo cansina. Que el granadino seguro que
volverá el año próximo y los que sean, porque parece que siempre tiene que
haber un festejo programado del arte de poner banderillas y trapacear a gran
velocidad y en eso, no me lo negarán, El Fandi es un hacha.
Román, el segundo del cartel, al menos sabe aparentar y
aunque haga lo que la mayoría, hace creer que allí está pasando algo. Se
agradece eso de darle distancia a los toros y el pú8blico enseguida toma
partido y se olvida de esos trallazos largando tela en línea recta, sin llevar
jamás al toro. El toro va, él sacude la pañosa y cuela para muchos. Muy fuera,
demasiado despegado, pero con ese ir y venir sin mando, llega a la gente y por
un momento, solo por un momento, deja lo del “¿y tú cómo te llamas?”. El toro
repetía y repetía y volvía a repetir, pero lo mismo por uno que por otro pitón,
la receta era la misma, la consabida de la modernidad imperante. Y con una
entera en buen sitio, pues no quedaba otra que dar el despojo. En su segundo,
un toro que por la mala colocación de todo el mundo en banderillas cogió a uno
de los que pareaban, un mansito que se dolió en banderillas y que en la muleta fue
recibido con muletazos destemplados por abajo y al que se sacó al tercio para
iniciar un trasteo que requería algo de mando, por lo que quizá Román anduvo
demasiado a la deriva, que lo mismo se veía sorprendido por una arrancada, que
se liaba pegar muletazos acelerados, muchos de uno en uno, más para aliviarse
el propio matador, incapaz de imponer su dominio. Esta falta de todo provocó
entre el público la sensación de que allí había un gladiador jugándose lo que
no hay que jugarse innecesariamente. Arrancando un trapazo aquí, otro allá y
los de los barreños frotándose los ojos, creyendo encontrarse con el general
romano de la película esa de gladiadores. Una entera muy trasera y como en su
primero, no queriendo coger el verduguillo y limitándose a hacer gestos
astracanados de supuesta épica, que no eran otra cosa que la excusa para no
jugársela con el descabello.
Leo Valadez no tardó en mostrar sus carencias, bastó con el
recibo de capote, contando los lances por enganchones, que continuaron cuando
tomó la muleta. Intentó cazar algo por el izquierdo, pero más de lo mismo,
tirones, enganchones y llegó el revolcón, estando siempre a merced del
oponente, a lo que este decida. Más desarmes y para culminar un bajonazo
quedándose colgado del pitón, lo que hizo que tuviera que pasar a la
enfermería. Que nadie, o muy pocos, se podrían haber pensado que allí hubiera
algo más que un gran botellón, una tertulia eterna de lo que iba a molar el
after, que si tienes fuego, que cómo te llamas, que si estudias ADE o
International Relationships o que si tienes un hielo para mi barreño, pero si
nos ponemos a echar cuentas, la verdad más verdadera, la realidad más real, es que
para ligar y tomar copas… las Ventas.
Enlace al Programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
sábado, 11 de mayo de 2024
Si creen que siempre hay algo bueno… búsquenlo
La torería hoy en día parece ceñirse únicamente al amaneramiento alejado de la cara del toro y a manifestaciones excéntricas aparentando una genialidad tan falsa, como esa amanerada torería. |
En esto de los toros los tópicos abundan por docenas, que el
toro de cinco y el torero de…, que no hay quinto malo, que si al que no hace la
cruz el demonio se lo lleva y uno que rebosa optimismo como si no hubiera un
mañana, eso de que todas las tardes se ve algo bueno, que el aficionado siempre
encuentra aunque solo sea una cucharadita de esencia torera para alimentar su
espíritu de aficionado. Todo está muy bien, superior, pero oiga, que va uno con
toda su buena voluntad y una carga extra de optimismo a la primera de feria y
en la primera esquina te espera un malaje con un ramón de olivo empapado en
agua y te suelta un soplamocos que te deja temblando el naso un mes; y el otro
mes, pues a recuperarse del susto. Que vaya manera de empezar esta feria de San
Isidro. Que íbamos hechos un brazo de mar a los toros, porque así lo han
recomendado los que mandan en la plaza, que a los toros no se puede ir de cualquier
manera, hay que ir hecho un pincel; de lo de las cabezas parece que no han
dicho nada, si acaso eso ya más adelante. La cosa es quedar reguapo en las
fotos oficiales de la empresa ¡Qué gusto! Cuanta gente joven, todo sonrisas,
todo camaradería, quizá más que por pensar en el festejo, porque ya se están
imaginando el monumental botellón que les espera y la culminación en el after
después del sexto de la tarde. Que ya se sabe, el futuro está asegurado, pero
no el de los toros, no, el de las destilerías de Beefeater, Johnny Walker o de
los que producen el garrafón del güeno, ese que te cauteriza el alma ¿El
festejo? El festejo, bien gracias. De verdad, ¿esta es la juventud que queremos
en los toros? Esos que se pasan la tarde de aquí para allí, que si les dicen
que no pueden salir ponen cara de lechuga al pil pil; esos que al acabar se ponen
a tirar almohadillas sin pensar en que pueden partirle la cerviz a una buena
gente que pasaba por allí. Eso sí, todos reguapos, que lo dice la empresa y con
el entusiasmo que provoca el decir vivas a lo que sea o empezar a mentarle la
madre a no sé quién, porque ellos son muy de defender la “tauromaquia” ¡Pa
habernos matao”. Lo que no sé si alguien les habrá dicho a estas criaturitas
que en esto siempre se ve algo bueno. Casi mejor que no, porque lo mismo se
sienten defraudados, por lo que sea, y se pillan un berrinche, que a ver luego
cómo se les calma. Que si alguno piensa que lo bueno, esa esencia de perfume
caro iba a venir de lo los señores Lozano… ¡Blancazo! Que vaya encierro que han
echado estos oligarcas de la fiesta. De presencia, pues vale, pero sin locuras,
aquí no podía estar eso bueno que siempre aparece. Mansos como peluches, que
notaban el palo de picar y salían llamando a su mamá camino de toriles. Que era
notar el aliento del palo y ¡fiuuuuu! ¡Ahí te quedas con tu castoreño! Que
tampoco es que los de luces hayan puesto demasiado de su parte por intentar
sujetarles un poquito, porque los mantazos ni fijan, ni sujetan, ni dan
esplendor. Que la cosa era que los alcurrucenes salieran ya sabidos, como
todos, pero no. Que sí, que luego los ha habido que medio iban de acá para allá
en el último tercio, pero siempre y cuando nadie osara intentar someterlos ni
un poquito, muy poquito. Que sí, que los ha habido que esperaban en banderillas,
pero, ¿con tan poquito nos venimos abajo con los palos? ¡Hombre! Que así no hay
quién encuentre nada bueno, por poquito que sea. Que lo más emocionante ha sido
un burro con cuernos tirando coces al caballo al tiempo que escapaba de allí
como el rayo. Que si los petos no fueran de guata, de tanto derrote los habrían
dejado que ni para que los zurzan las abuelitas de todos los presente allí
presentes. Desastre ganadero. Busquemos lo bueno por otro lado.
La terna actuante, compuesta por Morante de la Puebla,
máxima expresión del jarte jartoso, el pitiminí con alamares; Diego Urdiales,
el que hubo tardes que nos puso delante lo que era el verdadero toreo; y García
Pulido, que cuenta con un paisanaje de lo más fiel, pero que igual no contaban
que una cosa son las novilladas rebosantes de corazones tan cándidos como
benévolos y otra abrir la feria ya con el toro. Morante, del que se esperaba que
desparramara jarte como si una DANA inundara la M30, pero… Que se nos puso
tímido y la cosa fue que no. Dejó a sus toros corretear, ¡alegría! En sus dos
toros dejó que el caos se adueñara del ruedo, sin tan siquiera intentar fijar,
sujetar a aquellos mansos a las telas. En su primero probó y probó y volvió a
probar con la pañosa, a veces hasta creando en algunos la ilusión de que
aquello era lo bueno que se iban a llevar a casa, pero no, siempre muy fuera,
abusando del pico y cuando el Alcurrucén ya se acomodó al paso de procesión,
ahí hizo creer que había toreo, cuando solo había acompañamiento y sin alardes.
Concluyó con un recital de pinchazos de todos los colores, tirando puñaladas
alevosas sobre el toro. Con su segundo no estaba para dejar nada bueno y al
cuarto trapazo ya montó la espada y a otra cosa. Hubo muletazos por bajo de
cierta vistosidad, que no dejaron de ser trallazos galanos, pero trallazos, y
dicen que un trincherazo. Y el personal, que no vio el jarte por ninguna parte,
se enfurruñó y le pitó como no se pita a las divinidades. Lo que pasa es que lo
mismo Morante no es una divinidad.
Diego Urdiales es un torero que siempre ha despertado
expectación, aunque luego la galbana le inunde de arriba abajo, pero ahora, con
perspectiva, casi uno prefiere la galbana a la socorrida vulgaridad para pasar
el trámite. Mal en la lidia, sin cuidar los detalles, como hacer circular el
caballo en el sentido de las agujas del reloj y no al contrario, como indica el
reglamento, para picar al quinto yendo a favor de la querencia de manso. Hubo
un aparente destello con un quite por verónicas, siempre con el pasito atrás.
En cuanto al toreo de muleta, pues no parecía ni de lejos el Urdiales que un día
vimos y que todavía algunos esperaban. Poco decidido, siempre fuera y tirando
de pico sin rubor, sin rematar en ningún caso y dejando pasar el tiempo
tanteando y tanteando, no se sabe a qué.
García Pulido, toricantano, pues venía a mostrar el toreo
moderno de siempre, el del pase, pase y más pase. Incapaz con el capote,
incapaz de llevar la lidia, incapaz de sujetar a ninguno de sus oponentes,
incapaz de darle sentido y criterio a todo lo que hacía. Su primero se toreó
solo, iba y venía el manso, pero él solo estaba para soltar su repertorio, que
ya le podía tocar la Revolución francesa, la Guerra de los Cien Años, que él
iba a los reyes godos y de ahí no le sacabas. Que lejos aquellos triunfos
autobuseros prefabricados por el paisanaje. Que no llegaba ni tan siquiera a
saber que en Madrid para pedir el cambio no hay que airear las guedejas, se le
pide al alguacil y este ya sabrá lo que tiene que hacer. Contaba como puyazo el
que el toro pasara cerca del peto y que el palo le pegara apenas un raspalijón,
pero no, caballero, aquí, de momento, las cosas funcionan de otra forma. Pero
él iba a lo suyo, a lo de todos, pases y más pases, siempre muy fuera, con el
pico, sin mando, teniendo que recuperar el sitio y desesperando al personal que
no aguantaba ya ni un trapazo más. Al final hasta hubo almohadillas en el
ruedo, aunque tal y cómo estaba el personal, uno no acaba de saber si eran
muestras de desagrado o la creencia de que después de los toros y antes del
after, lo que tocaba era ejercicio de lanzamiento de cojines y si se tenía
buena o mala puntería, desnucar al primero que pillara desprevenido en el
tendido por semejante majadera barbaridad que a una panda de bárbaros majaderos
les parecía divertido. Eso sí, si ustedes, gentes benévolas y llenas de optimismo,
si creen que siempre hay algo bueno… búsquenlo.
Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
lunes, 6 de mayo de 2024
Tanto esperar, tanto esperar y… acabó lloviendo
A veces la espera alimenta la ilusión más allá de los
límites recomendables y lógicos, acabando todo en un chasco de dos palmos de narices.
Algunos esperábamos la novillada de los Maños con ganas de ver a esos
encastaditos de Buendía poniendo las peras al cuarto a los de coletas postizas
y torería impostada. Pues no, no fue el día; que seguro que los unos y los
otros han ido recogiendo triunfos a espuerta, y los que les quedan, pero en la
previa a la feria no se dio el caso. No hubo ni asomo, ni una falsa ilusión que
nos pudiera llevar a creer que allí iba a poder suceder algo de enjundia. Dos
veces echaron para atrás los toros de este hierro y nos quedamos con las ganas.
Pues bien, a ver si de novillos… Pero nada. Que uno recordaba manifestaciones
procedentes de todas partes reivindicando esta ganadería. El criador nos quería
hacer tragar con ruedas de molino eso de sus toros eran así y así los quería.
Escuchamos indignados arremeter contra Madrid, como si hubiera un veto orquestado
contra esta vacada, tildándonos de tiranos taurinos, de ignorantes, de
prepotentes y yo que sé de cuántas cosas más. Pues nada, nos vino la de los
Maños y esta no pasó ninguno de los exámenes que se supone que debe superar una
corrida, en este caso de novillos. Que uno ya está cansado de escuchar eso de
que lo de Buendía no tiene caja, como si creyeran que nos descubren algo que no
se supiera. Claro que no, porque esto es así, y no confundir e incluir a todo
lo de Santa Coloma, porque entonces podríamos estarnos metiendo en un buen
jardín. Pero claro, tampoco podemos caer en el error de confundir lo chico con
la seriedad, lo mismo que los kilos no significan trapío, nada más lejos. A lo
de los Maños les faltó seriedad, toda, y más para salir a la plaza de Madrid.
Que los de Bucaré, Chopera o los originales de Buendía no eran elefantes, no
nos quieran confundir. Primer examen suspenso, pero vayamos a la segunda parte.
Que uno recuerda lo mismo de esta sangre y se le vienen a la memoria aquellos
toritos que salían y si no se les hacían las cosas bien, ¡ojito! Que los
buenos, si los de luces no estaban en lo que tenían que estar, se convertían en
imposibles, porque todo se lo guardaban en sus adentros. Pero no, lo de los Maños
fue una mansada descastada que huían del caballo al notar el aliento del palo,
que buscaban terrenos cómodos dónde esperaban que no hubiera señores con un
trapo rosa, que no se les picó apenas y que descargaban toda su ira derrotando
desesperadamente contra el peto. Y para el último tercio, pues si acaso iban y
venían, en la mayoría de los casos sin humillar, como mulos en la noria, aunque
aquí también hay que apuntar esto en el debe de los actuantes. Y dirán que por
qué tanta dureza con este hierro. Pues yo se lo explico en dos palabras, porque
hay veces que cuando las cosas no salen, cuando una corrida tuya o de tu hierro
emblemático no pasa, no se puede echar tanta basura sobre una plaza y una
afición. Que solo ha habido que esperar y al esperar, en una sola tarde ha
devenido la desesperación y más cuando se acudía a la plaza a ver algo
diferente, algo ansiosamente diferente.
De los novilleros, pues muy poquito, nada, que decir. Los
dos primeros Jorge Molina y Álvaro Burdiel, con ya unos pocos paseíllos en
Madrid, pero no se puede venir a soltar el mismo discurso de siempre de derechazos
y naturales, naturales y derechazos, allá dónde me pille, yendo detrás de los
novillos, allá adónde estos quisieran transitar, mayormente a favor de su
querencia. Que no se te pueden dar dos avisos en cada toro y que decidas tomar
la espada después del primer toque de clarín. Que me decía un amigo que si no
hay nadie en el callejón midiendo el tiempo, pero, ¿es que el espada no veía lo
que tenía delante? Y todo para abusar del pico, no parar de corretear y dejarse
enganchar la tela con demasiada frecuencia. Y quitando lo de los avisos, que a
Burdiel solo, ¡solo! Le sonó uno por toro, poca diferencia hay entre los dos
primeros. Bueno, entre los tres, porque Víctor Cerrato sigue con absurda
fidelidad los mismos dictados de la modernidad, si acaso con un poco más de
entusiasmo malñ entendido. Que a nada que a loas tres les achuchaban un
poquito, ya estábamos perdiditos, ya se nos nublaba el entendimiento. Y a este,
para colmo, algo que empieza a ser demasiado habitual, convertir la suerte
suprema en un supremo show, envainado la espada en el último y queriéndose encunar,
a ver si así se entusiasmaba el personal, ese que sacaba los pañuelos sin que
ellos mismos supieran la razón. Bueno, sí, que al amigo, paisano, primo o lo
que fuera, había que conseguir que le dieran un despojillo y luego recordárselo
al cruzárselo por la calle del pueblo, barrio o “urba”. Que a Cerrato le tocó
el más entretenido del festejo, un manso de libro que requería mucho mando,
mucho poder, a ver si así se le clamaban esos ímpetus de huida de manso, pero
no, lo único que ofreció el joven torero fue… vaya usted a saber el qué. Y así,
de tanto esperar, tanto esperar y… acabó lloviendo.
Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
viernes, 3 de mayo de 2024
Era el día de los carros
En otros tiempos los toreros madrileños eran capaces de mucho más que dar pases, pases y más pases y no torear. |
Fiesta de la Comunidad Madrid, fiesta que conmemora aquel
levantamiento del pueblo de Madrid ante el francés, mientras el ejército patrio
se echaba un mus mientras estaban acuartelados lejos de las balas, los cañones,
las macetas, las tijeras, navajas de barbero y cualquier cosa con que pudieran
defenderse de las tropas napoleónicas. Gesto y gesta heroica de aquellos
madrileños de principios del XIX. Lo que han cambiado las cosas, cómo ha
cambiado el cuento. Que si hoy se diera el mismo escenario, viendo cómo se comporta
el público que acude ahora a las Ventas, empezarían con que vaya mérito los
pobres soldados invasores, que lo difícil que es aguantar el gorro ese tan
alto, que lo que les aprietan ñas botas, que lo lejos que están de casa, que si
las camas son duras, que el sargento es un sieso y que todavía los hay que se
quejan y protestan. Nada, a por ellos, a por esos indeseables que no se rinden
ante esos brazos de mar uniformados que te llenan los ojos, el corazón y el
alma. Y así, con estos mimbres, dentro de dos siglos no habría ningún festejo
del 2 de mayo que celebrar.
Pero como ahora somos muy sentidos con esto de las
celebraciones y conmemoraciones patrias, van y montan una goyesca para recordar
la fecha. El personal pisando el ruedo, caballos carros, majas, majos, música,
caballos con música, que solo faltaban los bueyes y ya empalmábamos con el
Rocío. Pero no se preocupen, que Plaza 1 lo tiene todo previsto, ¿hacen falta
bueyes? Pues venga bueyes, que los carros ya los tenemos a mano, una del
Montecillo, que ni pintiparada para que te queden unas fotos de chúpame dómine
¡Qué estampa! ¡Qué porte! ¡Qué vacíos! Más huecos que el Felipe IV de la plaza
de Oriente. Lo que es no tener nada dentro y el peligro que desarrollaron en
gran parte hay que achacárselo a los que lucían calzas rosas. Que claro, vacíos
estaban, pero si delante se ponen unos señores a no se sabe qué, pues también
ayuda. Eso sí, hay que reconocerles que sobrevivieron a su propia ineptitud.
Que sí, que ya sé que me dirán que estuvieron grandiosos, pero ya les digo,
como los napoleónicos aquel 2 de mayo, con aquellos uniformes, aquellos
bigotes, aquellos… Aunque para gustos, los colores.
Lo del Montecillo en el caballo a lo más que ha llegado
alguno es a medio pelear con un solo pitón y sin humillar, cabezazos al peto al
notar el palo y si había algún asomo de fijeza era cuando les tapaban la
salida. Salían escapando de allí y durante toda la lidia no perdían ojo de los
terrenos de chiqueros, quizá pensando que allí estarían más cómodos. De salida
se resistían a tomar los capotes, esperaban en banderillas y en el último
tercio, el que mejor se limitaba a ir un poco y venir menos; parados, entrando
como mulos y saliendo como bueyes de carros, opositando para viajar este año al
Rocío. Que habrá a quién esta bueyada les habrá parecido un desfile de
alimañas, pero ya digo, para gustos… Y claro, si esto eran fieras corrupias, la
terna eran guardias de corps luciendo sus galas militares con galanura, aunque
les guiara el mismo Belcebú contra las gentes de Madrid. Afortunadamente, ni
Robleño, ni Javier Cortes, ni francisco José Espada tenían tan aviesas ideas,
ni mucho menos, pero su actuación no ha sido para deslumbrar, no ha habido
oropeles que refulgieran con el sol. Es más, quizá se podría decir que han
hecho lo que saben, lo que les es ya habitual, aunque en otras fechas les
pidieran darse un doble rulo por el ruedo venteño. En esta ocasión ha habido
algo más de decoro, sobre todo por parte del respetable, aunque en el sexto se
le podía haber ido la chaveta a más de uno. Fernando Robleño solo aprovechaba
las arrancadas, acompañando el viaje, que no toreando, metiendo el pico y
recolocándose repetidamente. Se limitaba a cazar muletazos, pegando tirones, allá
adónde fuera el toro y cortar el pase a base de muñecazos por delante de la
cadera.
Javier Cortés no anduvo muy lejos de su compañero de terna,
con la salvedad de dos derechazos aceptables, pero esto es lo de siempre, ¿se
puede llamar toreo a dos muletazos dentro de toda una faena? Que juzgue cada
uno. Lo demás eran trallazos y más trallazos, sin asomo ni de temple, ni de
mando, yendo detrás del animal allá adónde este quisiera marchar. En su segundo
más de lo mismo, enganchones, sin pararse casi en ningún momento y eso sí,
pegando muchos pases. Y cerraba Francisco José Espada, quien no podrá quejarse
de los incondicionales que tanto se esfuerzan en hacerle creer que es un
maestro del arte de torear. Otra cosa es la realidad, un torero que parece
torear al aire, él va por un lado y el toro por el que le dé la gana. Alargando
el brazo, sin mando, viéndose apurado en algunos momentos por los del
Montecillo que se le echaban encima. Mucho baile y poco gusto, sin dudar en
tirar del repertorio más vulgar que pudiera imaginar. Abusando del pico, tanto,
que el toro no dudaba en vencerse por el hueco que dejaba entre el engaño y el
bulto. Que si un cambio de mano por aquí, que si trapazos de uno en uno,
alborotado y vulgar, pero llegando a un público que antes de empezar el trasteo
ya parecía decidido a prefabricar un triunfo a costa de lo que fuera. La tarde
acabó sin más sobresaltos y tal y cómo dio comienzo, podía haberse cerrado, con
los bueyes uncidos a un yugo, que por algo tan señalada fecha era el día de los
carros.
Enlace al programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html