Es muy habitual que taurinos y palmeros de taurinos utilicen
la coartada de que hay muchas tauromaquias, para así justificar cualquier
aberración que muchos de luces perpetran en los ruedos y así convertir su
incapacidad en algo excelso. Que dirán ustedes que eso no hay quien lo pase,
¿no? Pues están ustedes muy equivocados, pues baste con repetir esta cantinela
una y otra vez para que los palmeros hagan suya esta teoría de las múltiples
tauromaquias. Y si no, intenten convencer a un palmero de lo contrario; eso sí,
dispónganse a recibir multitud de improperios, pero no esperen ningún
argumento, quizá no los tienen. Que es posible que no los necesiten, les vale
con que les repitan lo grandioso que es lo que ejecutan sus ídolos, para hacer
suyo todo el entusiasmo por la vulgaridad, la incapacidad y la trampa.
Pero seamos serios y sobre todo, coherentes. Tauromaquia hay
una y punto, de la misma forma que hay una literatura, una pintura, una música,
una escultura, ya que las artes no son fraccionables según nos convengan y, si
hay una forma de diferenciación, esta sería la pintura mala y buena, la música
mala y la buena y en este caso la tauromaquia buena o la mala. Y partiendo de
lo que es la tauromaquia, la lucha con el toro, o según la Real Academia, el
arte de lidiar toros, lo que sí encontramos son diferentes formas de
tauromaquia, toros en las calles, recortes, encierros, corrida landesa, corrida
a la portuguesa, el toreo a caballo y por supuesto, la forma más refinada y
también la más complicada, la corrida de toros, el toreo a pie. Quizá esta
modalidad de tauromaquia sea la cumbre de la tauromaquia, la que encierra más
matices, la que ofrece una mayor variedad de posibilidades para el espectador,
el estudioso, el curioso y evidentemente, para el aficionado, uno de los actores
principales de lo que se ha llamado fiesta brava, fiesta de toros o cómo
ustedes prefieran, esa persona que nunca se cansa de querer saber más y más u
que cuanto más sabe, dice que más se da cuenta de lo poquito que sabe;
reflexiones de los sabios.
Pero lo que es innegable es que en esta parcela de la
tauromaquia, como en todas las demás, caben tantas formas de interpretación
como intérpretes en el ruedo, criadores de toros o aficionados. Y solo hay un
elemento invariable que debe presidir la celebración de todo festejo taurómaco:
la integridad del toro y la verdad en la ejecución de las suertes. Porque la
dignidad de la tauromaquia, el argumento de mayor defensa de esta es la lucha
por evitar y erradicar, si es que se da, el fraude, la trampa. Allá cada uno
con sus formas, pero siempre habrá que ofrecer al toro su oportunidad y será el
hombre el que con sus conocimientos, sus facultades o la ayuda divina, quien
libre los envites del animal. Porque cualquier intento de minimizar el riesgo
mediante el fraude, no puede suponer nunca ni una forma admisible de
interpretar, ni muchísimo menos pretender imponerle el sello de “tauromaquia
propia”. Un toro mermado, con las astas manipuladas, seleccionado para aguar la
casta o sin la edad en que se garantice su plenitud, lo mismo que un toreo
ventajista, con trampas que ayuden a escapar de los pitones, no es otra cosa
que retorcer los fundamentos, la esencia de la tauromaquia, lo que la legitima
ante cualquiera que pretenda atacarla o deslegitimarla. Todo aquel que se ponga
delante de un toro debe asumir el compromiso de darle la oportunidad al toro de
hacer por él, pero, y aquí es dónde entraría el arte, evitar una y otra vez el
ser alcanzado y en el caso de la corrida de toros, a través de la lidia,
conseguir enseñar al animal a embestir, poderle, mostrarlo y culminar el rito
con una estocada en todo lo alto, de frente, sin huidas traicioneras,
esquivando a la muerte y honrando siempre al toro. Cargar la suerte, pasárselos
por la faja, sí; esconder la pierna, atravesar el engaño y pasárselo a metro y
medio, no. Pero no creo que a los aficionados a los toros les haya descubierto
nada, espero que disculpen mi descaro. En cambio a otros, pues habrá que
dejarles en sus penosas diatribas, dándole vueltas y más vueltas al molino para
seguir intentando encontrar la coartada perfecta para justificar el fraude, la
trampa, la incapacidad, la vulgaridad y lo que es peor, la falta de integridad
del toro. Pero bueno, yo, con todo y con eso, me sigo quedando con una idea tan
sencilla como esta de hay una solo Tauromaquia que no tauromaquias.
Enlace programa Tendido de Sol del 29 de agosto de 2021:
https://www.ivoox.com/tendido-sol-hablemos-toros-del-29-audios-mp3_rf_74705777_1.html