¿Imaginan a Diego Urdiales con 60 contratos ya firmados a estas alturas y presentando su gira estilo Hollywood? |
La certeza de lo que se nos viene, de que tal día de tal mes
nos embolsaremos un pastizal, cinco días después otro tanto, nueve días de
reposo y venga a sumar, tres días de trabajo en una semana, dos de promoción de
un trabajo que va a ser exitoso, viaje en avión con billete cerrado para volver
a los tres días en el vuelo de las 16:35, puede resultar para unos la
tranquilidad de saber lo que se les viene encima, para otros la angustia de
tener todo medido al segundo, pero para un torero debería ser algo inverosímil,
un imposible, un sueño utópico que el toro tendría que aceptar y los compañeros
permitir. Pero y si decimos que estamos hablando de Julián López o alguno de
sus compañeros de Grupo de Presión, a excepción de Manzanares, igual la cosa ya
se entiende un poco mejor.
Lo que nos quedaba por ver, ahora va y se pone de moda el
que los maestros presenten su temporada, lo que quiere decir que o se ven muy
seguros de si mismos, de su poder en los despachos o que son unos perfectos
ignorantes que quieren dejar en evidencia su falta de respeto, torería, afición
y amor por esto que se llama Fiesta de los Toros. Finales de febrero, la
temporada gateando aún, que ni tan siquiera andando y estos próceres del taurinismo,
los que exigen respeto hasta al Papa, los que se desmadejan la sesera para
poner los Toros en el sitio que ellos creen que debe estar, ya tienen su
calendario confeccionado de aquí a octubre, en la Feria del Pilar. Estos son
unos fenómenos, unos acaparadores y unos oficinistas del Toreo, lo que se viene
llamando unos stajanovistas, unos profesionales que diría aquel. No sólo me
hacen rememorar aquellos tiempos en los que un torero, una verdadera figura,
empezaba en Castellón o Valencia y a partir de ahí iba ganando contratos, se
iba haciendo sitio en las ferias que se iban sucediendo, cobrando en cada
momento a razón de lo hecho en la arena. Ni que decir tiene el ánimo con el que
salían cada tarde, pegando dentelladas, porque de allí saldrían más actuaciones y mayores dineros,
si la cosa se daba.
Si es que ya no deben ni firmar los contratos, deben
rubricar al final de una lista de plazas y andando. Incluso pueden hacerse el
calendario a modo para aprovechar los viajes y no tener que atravesar España
tres veces en dos días. Ya pueden planear lo que será la “Julián Tour 2014”,
por poner un ejemplo, o la “Miguel Ángel Tour”, para que nadie se sienta
discriminado. Pero qué puede pensar un torero que se quiere abrir camino y
quiere hacerse con un nombre en el Toreo. Que como no se disloque un pie uno de
los fenómenos, lo más cerca que van a estar de un toro va a ser en Guisando, y
eso no les cuenta como festejo toreado. Da igual que cojan una sustitución un
día, que rompan con la pana, que parezcan Belmonte, Joselito y el Espartero
todo en uno, que no hay sitio, y esto lo saben ya desde el mes de febrero. Y
dicen que los plantes, las extorsiones y las negociaciones son para favorecer a
los toreros modestos. Pues casi mejor que no les ayuden, porque una ayudita más
y me les veo en el paro de por vida.
Pero se les da mejor el copar todos los puestos posibles
hasta en plazas de talanqueras, el quitar de los carteles a quién pueda
resultar molesto y como a alguno se le ocurra torear una corrida al año por menos
de lo estipulado, les ponen de hoja perejil y les tildan de tuneleros. Eso sí,
ni se les ocurre hacer intento de sacarle los colores al ruin empresario que
ofrece cuatro duros a un hombre por jugarse la vida de verdad, con verdadero
riesgo, aprovechando la circunstancia de que este es capaz de lo que sea por
vestirse de torero y por llevar algo de dinero a su casa.
No es que el pasado fuera mejor, pero quizá resulte más
atractivo eso de hacer la temporada tarde a tarde. Esto exigía dar la cara muy
a menudo, el demostrar la valía con el toro bueno, con el malo, con el regular,
con el duro y el pastueño y por eso lo de torear de todos los encastes habidos
y por haber. Que no era sólo el orgullo de sentirse matador de toros y salir
triunfante en cada envite, sino que esa variedad también les permitía a unos y
a otros llevarse a los demás coletudos a su terreno. Así, si uno se gustaba con
lo de Santa Coloma y se le daba especialmente bien este toro, era lógico pensar
que en las tardes de compromiso prefiriera este ganado, igual que aunque no le
fuera tan bien con lo de Núñez, no podría quitarse de en medio, porque su
competidor le dejaría en mal lugar en el ruedo. Eso del hoy por ti, mañana por
mí, pero llevado al terreno de la competencia, esa palabra que un día significó
algo en los Toros y que ahora parece vacía de significado. Unos toreros
destacaban por la lidia, otros por su arte, por la variedad, por el poder, por
dominar todas las suertes, por saber ver al toro, y apretaban a un a costa del
riesgo cierto que suponía la enfermería. Pero en estas fechas que merodeamos,
tal y como declaró un día en Madrid el señor Finito de Córdoba, ¿para qué se
van a arriesgar? ¿Para perder 20 o 30 contratos? Eso es dinero, mucho dinero y
una empresa no se puede permitir un bajón en la producción, simplemente por
arrimarse un poco más una tarde. Por eso pueden permitirse el lujo de a estas
alturas hacer una presentación de lo que va a ser la temporada. Habrá
percances, por supuesto, pero igual no los hay y si se deja de cumplir algún
compromiso, igual es porque el maestro está cansado y decide cortar la
temporada. Que me dirán que el Juli no toreó los Miuras en Sevilla por aquel
cornalón, pero también tendrán que admitir que esto suele ser la excepción.
Así se creen con derecho a pedir comprensión al que paga,
porque si dan ese paso adelante que a veces exige el toro, pueden ver
comprometidos contratos posteriores, y esta comprensión se compensa con una
gesta, que puede ser encerrarse con seis borregos de diferente ganaderías, que
siempre son las mismas, o ya rizando el rizo, con unos Victorinos de Domecq o
unos Miura, aunque de momento este caso no se ha dado. Da lo mismo, la cuestión
es que alguien se plantee hacer una temporada seria, construyendo una feria
sobre otra y la siguiente a partir de las anteriores, pero claro, esto ahora es
algo utópico, pues ya se ve que los figurones tienen todo atado y bien atado,
como muestra ya tenemos bastante con el “Julián Tour 2014. Un futuro con
demasiadas certezas”.