En alguna que otra ocasión he traído a este espacio el
fútbol, en momentos de máxima felicidad en los que mi equipo, el Aleti,
conquistaba algún título. Y aunque aquí se hable de toros, creo que hay
circunstancias que nos deben hacer apartar ciertas cosas y centrarnos en lo
importante de verdad. No creo que haya nadie que no esté informado de lo
ocurrido a las puertas del estadio del Manzanares, cuando dos bandas de
maleantes y delincuentes se han dado cita simple y llanamente, para montar una
monumental pelea. Desconozco los motivos, es más, no los quiero saber, porque
eso es entrar en el juego de estos clanes mafiosos, si allí pegaron a uno o a
veinte, si aquí agredieron a mil, me da igual, no hay nada que justifique estos
hechos y no hay ofensa que valga la vida de una persona. Seguro que habrá quién
pretenda presentar a la víctima de tal forma que haga pensar que se lo merecía.
¡Qué barbaridad! ¿Cómo puede alguien merecer que le maten y menos de esta
forma, mientras unos y otros se esconden debajo de los colores de un equipo,
¿cómo puede llegar a ser tan absurdo el pensamiento humano?
Ya identificarán a los culpables, serán detenidos y
juzgados, nos darán detalles hasta la náusea de cómo se desarrollaron los
acontecimientos, pero no olvidemos que ha muerto una persona. Se le apaleó
salvajemente y se le tiró al río, como si los asesinos quisieran dar una
muestra mayor de su falta de humanidad. Pero lo que a mí me da que pensar es que
estas cosas ocurren porque a alguien le interesa. Estaba aún volviendo a casa
después del partido, cuando escucho por la radio del coche como el señor
Cerezo, presidente del Atlético de Madrid, no ha tardado un segundo en querer
escurrir el bulto, que si ha sido a un kilómetro del campo, que si el club no
tenía nada que ver y que esto no es fútbol. De acuerdo con lo último, e
indignado y avergonzado del resto. ¿Qué más da que sea a uno o mil metros del
campo? Si nadie le va a culpar a usted del asesinato don Enrique, ni le van a
tocar tan siquiera el bolsillo, estese tranquilo, ni tan siquiera le podrán
acusar de falta de amparo, pues los sucesos fueron tres horas antes del
partido. Pero yo sí le hago culpable de algo, a usted y a los que trabajan en
el club y que desde hace años vienen dando cobertura a esta gentuza, a esos que
un día decidieron que se ponían de pie durante los partidos, a esos a los que
extraoficialmente se les dieron atribuciones que no tenían, entre ellas las de
representar a una afición. Cada quince días los tiene a todos juntitos en el
fondo sur, de cuando en cuando le desean que se muera a quien les apetece y a
pesar de tanta cámara y tanto control, no pasa nada, son unos “chicos graciosos
y simpáticos” que animan al equipo. Se les permite entrar al recinto antes que
a nadie para preparar esos tifos tan espectaculares, se les ceden espacios para
que los usen como mejor consideren y se les “facilita” acompañar al equipo allá
donde este viaje. Eso sí, a un kilómetro o medio kilómetro del campo, ya no son
cosa suya.
Solo se molesta si le gritan a usted, si le insultan y si le
piden que se vaya, que abandone el Atlético de Madrid. Entonces sí que le pican
estos “chavales animosos”. Pues ya lo ve, unas veces le insultan a usted, otras
inventan cánticos, otras organizan mosaicos de gran colorido, otras desean la
muerte al adversario y otras, como hoy, directamente deciden que son ellos los
que deben ejecutar sumariamente a un ser humano. ¿Delito? Ser del equipo
contrario y procesar una ideología opuesta a la suya. No valen leyes, ellos
deciden ser la ley, la ley del odio y la muerte, la ley de la extrema
ignorancia, de la manipulación y del poder oscuro de quienes se esconden debajo
de unos colores, igual que lo hacen debajo de esas capuchas que les tapa el
rostro, pero no lo que son, unos asesinos. Ya nada se puede hacer, ya no hay
solución posible que revierta lo ocurrido este domingo negro, solo buscar a los
culpables, juzgarlos y condenarlos, si se demuestra el delito a los acusados.
Irán a la cárcel y punto, mientras que la gente del fallecido solo podrá ir a
visitarle al cementerio, porque una mañana se le ocurrió ir a un partido de
fútbol. Muy a menudo se oye eso de “hasta que un día pase una desgracia” Muy
bien, ya pasó. Espero que los que mandan en el Club Atlético de Madrid no
profundicen en la vergüenza y el deshonor y que tomen medidas para que esto no
vuelva a pasar jamás y también se lo pido a todos los responsables del fútbol,
el deporte y la nación. No creo que sea posible retirar al equipo de la
competición, pero algo hay que hacer para ayudar a que el mundo sea mejor. Eso
sí, no habrá nada que haga olvidar lo hecho por unos salvajes en el nombre del
Aleti. ¿Qué no es así? Pues no, pero ellos creen que tenían potestad para hacerlo.
Asesinos.