Se nos está acabando la pasión
Que no cunda el pánico, ya empezamos a ver la cara de los que nos van a sacar del jaleo en que nos encontramos. Ya sabemos el nombre de los que van a dejar más limpio que los chorros del oro el mundo del toreo. No solo llegarán a todos los rincones, sino que además limpia y desinfecta. Tan limpio lo van a dejar todo, que no va a quedar ni algodón para pasarlo al final.
Los Choperitas, Casas y Matilla han unido sus experiencias a favor de la Fiesta, de la fiesta que se van a correr cuando recojan los beneficios que les reporte la plaza de Madrid. Con Tauromogollón, con solo una pasada, no queda ni una mota de polvo, ni un céntimo en la hucha de los aficionados. Con su triple efecto, el de limpiar las dehesas de bobonas desmochadas, el de efecto maxicierre para clausurar plazas a perpetuidad y el efecto extra innovation, que lo mismo te anuncia una corrida de toros con mulos, que picadores en moto; eso sí, siempre bilingüe, en francés- español, español- francés.
Además parece ser que la fórmula secreta de Tauromogollón está reforzada con el G7, el ingrediente secreto que convierte la limpieza en arte y cultura. Ese G7 que parece la reencarnación de “Reservoir dogs” con el señor negro, el señor blanco o el doctor marrón. Todos juntos para dejar limpio el mundo de los toros. Limpio de toros, limpio de toreros y limpio de aficionados. Que gran mérito, salir de la nada y acabar definitivamente con la fiesta de los toros.
Tantas vueltas que estábamos dando y teníamos la respuesta delante de nosotros. Taurodelta vuelve a ocupar el sillón del capo máximo taurino, Simón Casas cumple con su ilusión de coronarse como “El Pequeño Napoleón Imperator Taurus Máximo” y el señor Matilla, que así puede lavar ese pasado tan cercano y bochornoso de haber sido el primero en la piel de toro que tuvo que echar el cierre de una plaza de toros, por mandato legal. La fórmula parece ser la ideal, la responsabilidad compartida, el desgaste del puesto también compartido y los beneficios repartidos. Esto es lo peor de todo y quizás ya se barruntaba algo el señor Casas cuando decía que el pliego era malísimo para los empresarios. Pero eso se remedia enseguida, solo es ponerse y subir el precio de las entradas un 300%, exigir al ganadero que pague por llevar sus toros a Madrid, en lugar de cobrar por ellos y conseguir que los toreros no cubran ni los gastos. Igual así equilibramos la balanza un poco, ¿no, señor Casas?
Uno la verdad que ya está cansado y aburrido de tanta negatividad, de que nada nos parezca bien. ¡Fuera penas! Acabo de decidir que estoy feliz del cariz que está tomando el futuro de la plaza de Madrid. De momento ya tenemos asegurado que habrá toros; grandes, pequeños, buenos o malos, pero de algo tiene que servir el peinado de las dehesas de bravo que Taurodelta lleva haciendo desde hace tiempo. Eso es ser previsor y generoso, porque ¿quién les garantizaba que iban a volver a regir Las Ventas? Vale, vale, no es necesario que me contesten a esta pregunta. Por otra parte, con el bueno de Simón, uno no sabrá nunca que se va a encontrar a eso de las siete de la tarde cuando suenen los clarines y timbales. Lo mismo se organiza un karaoke multitudinario en el que el público podrá corear el pasodoble de Marcial, durante el paseo de las cuadrillas. O quizás podamos ver a los de luces acompasando su caminar torsionando la cintura al ritmo de Paquito el Chocolatero, seguidos de los picadores montados en un Tío Vivo de feria y acompañados por simpáticas mayorettes ataviadas de monosabios. Por su parte el señor Matilla igual consigue que José Tomás vuelva a Madrid, aunque sea dentro de este absurdo circo, pero no tan absurdo como resulta el ver a unos señores que se toman en serio lo que ellos llaman toro de lidia y ese baile al que no dudan en llamar toreo.
Mira que lo intento y que pongo todo por mi parte para dejarme inundar de esa corriente optimista. Pero al final uno no ve nada más que ridículos monigotes empapados de estupidez o ridículos monigotes empapados de los billetes de los anteriores, ante un panorama que no solo no mejora, sino que cada vez empeora un poquito más. Y llegarán las ferias, llegarán los triunfos y los indultos y se mantendrá esta nube de humo que no nos quiere dejar ver la realidad. Si es que no hay manera.