Un puyazo a un toro empujando con el alma, con la firma de don Eduardo Miura en la esquina. Ideas y nombres de cuando los Toros eran algo grande. |
Se aprueba la ILP entre el regocijo de los taurinos,
aficionados, público y demás eventuales que una vez al año meriendan en una
plaza de toros. Pero esta realidad me sigue aporreando las sienes:
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Las fundas.
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Simulación de la suerte de varas.
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Déficit preocupante de casta.
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Monotonía y uniformidad en toros y toreros.
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Silencio de la prensa ante la evidente decadencia de la
Fiesta.
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Adoctrinamiento de la prensa en pro de intereses
particulares de la élite
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Abandono de la afición.
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Concentración de funciones en pocas personas,
duplicándose los roles de estas, ganaderos, empresarios, apoderados, toreros.
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Oligarquía incompetente e interesada que sólo ve a
corto plazo.
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Carteles cerrados en todas las plazas, con derecho a
veto de las figuras.
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No se reconocen los verdaderos males de la Fiesta,
echando la culpa siempre al de enfrente.
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Exclusión de los Toros de la sociedad.
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Público muy informado, pero escasamente formado, con
cada vez menos aficionados.
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Aceptación del fraude por el público, cómo un mal menor
y cómo la única forma posible de dar continuidad a la Fiesta de los Toros.
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Excesivo poder medios de comunicación incluso en la
elaboración de carteles y en elevar artificialmente a figuras sin consistencia.
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Sustitución de los cánones clásicos por la vulgaridad
ventajista, con la anuencia de las élites, medios y público.
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Sometimiento de la Fiesta a los caprichos de las
figuras.
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Las figuras más contestadas y discutidas de la
historia, que protagonizan y provocan la mayor degradación que ha sufrido el
toreo.
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Ausencia de empuje e interés de novilleros, que se
acomodan a los vicios desde sus principios.
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Alarmante escasez de novilladas, con y sin caballos.
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Reducción generalizada de festejos.
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Figuras que ocupan el puesto que deberían tener los
toreros más modestos, toreando hasta en plazas portátiles.
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Pretensiones de que los toreros que salen en la
televisión actúen en todas partes.
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No hay ninguna figura capaz de mandar en la fiesta y
quién podría serlo, renuncia a ello, dimitiendo de su responsabilidad cómo
torero importante y cómo figura.
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Consolidación del aburrimiento como algo innato de las
corridas de Toros.
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Deterioro progresivo de las plazas de primera.
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Descenso más que peligroso de la exigencia en la plaza
de Madrid.
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Deseos irrefrenables de perjudicar la temporada de
Madrid y acabar con ella definitivamente, a favor de ferias largas y mediocres.
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Ataques desmedidos a todo aquel que no aplaude a la
vulgaridad imperante.
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Coaliciones de los poderosos para proteger sus
intereses, perjudicando a los más modestos.
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Concursos para gestionar las plazas de toros con
exigencias que impiden el acceso a todos los empresarios, favoreciendo a
aquellos que cumplen las preferencias, no taurinas, de la administración que
adjudica dichos concursos.
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Oscurantismo generalizado que absorbe a todos los que
creen que pueden beneficiarse del toro.
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Nula exigencia a los ganaderos habituales de las
figuras, que venden su producto año tras año y fracaso tras fracaso.
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Excesivas maniobras en la sombra para elegir
ganaderías, toros y para que los que quieren las figuras pasen el
reconocimiento veterinario, en ocasiones con amenazas de no actuar si no se
atienden los caprichos de los toreros.
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Desprecio por la historia del toreo, con el único fin
de acomodar ésta para agrandar artificialmente a las figuras del momento.
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Intentos de convertir los toros en un espectáculo caro
y elitista.
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Negación de las críticas con la pretensión de imponer a
todo el mundo un gusto uniforme, poco riguroso y triunfalista.
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Confundir arte con baile y nobleza con docilidad y
falta de fiereza en el toro.
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Desánimo generalizado de los aficionados, que ven cómo
aquello que un día vivieron como algo grande, va tocando a su fin.
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Disfrazar de evolución a la degradación.
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El toreo se ha vaciado de contenido y ha escalado a gran
velocidad a la cima del negocio.
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Manipulación permanente del público para defender este
negocio, bien repitiendo hasta el tedio que es un arte lo que ya no lo es, y
pidiendo la promulgación de leyes inútiles que sólo servirán, teóricamente, para
asegurar las ganancias de la élite, a corto plazo.
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Continuos intentos de lavar la cara a lo accesorio,
pero sin profundizar en lo esencial, para intentar atraer a nuevos adeptos a un
espectáculo sin interés.
Eso sí, podemos felicitarnos y morirnos de la satisfacción
de habernos conocido, porque el Parlamento ha admitido la ILP para declarar éste
adefesio Bien de Interés Cultural. ¿Ustedes creen que la Fiesta íntegra y con
el toro como eje único, necesita protecciones legales? ¿Coinciden conmigo en
que si el Toreo se muestra en toda su extensión, es más que suficiente para
subyugar a cualquiera con la sensibilidad necesaria para entender la Fiesta?