Que sorpresa más grande la de los carteles que con tanto cariño y empeño nos han preparado los Choperitas. Y habrán acabado cansados. Anda que no se nota el esfuerzo que hacen para hacer una feria tan redonda, aunque así, a simple vista, parece que les ha quedado un poco picuda. Habrá quien piense al leer el titular que este año, en lugar de feria nos iban regalar la vista con el nuevo programa de Canal Sur, ese en el que se puede ver mano a mano a la señorita Janeiro, la Jesulina, con el Koala. Pues igual nos divertíamos, que es a lo que se va ahora a los toros. Y ya puestos, otro mano a mano podía ser entre Mourinho y Carmen de Mairena, o Belén Esteban y Arguiñano, o el Mono Burgos y lady Gagá; todo sea por la universalización de la fiesta y por la consagración del espectáculo.
Si empezamos por el ganado estamos de enhorabuena. Se han premiado los bodrios del año anterior en esta misma plaza, aquellos en que salía el toro anovillado al que no se le podía ni enseñar la vara de picar, que no se tenía en pie y que en bastantes ocasiones no conseguían juntar seis toros para una corrida, aunque siempre encontraban cuatro mocitos, evitando la engorrosa devolución de las entradas; y por supuesto, obviando la mansedumbre y falta de casta, que ya parece algo intrínseco al toro feriante. Volveremos a tragar con Bañuelos y sus caídas; Alcurrucén por si suena la flauta,; Garcigrande por si… por si ¿qué? porque esto no pasa ni empanándolo; los novillotes de los Bayones; la flojedad del Puerto de San Lorenzo; los casi sí, casi no de los Cuvillitos, pero que por ahí hacen como si dieran el pego; los artistas de Juan Pedro, a pesar de todo; los Samueles que ni recuerdan lo que eran; Javier Pérez Tabernero con sus toros que están, pero como si no estuvieran, para satisfacción de su dueño; los Espartales, Vellosino, más Cuvillitos, Victoriano del Río, Ramblas y tantos que completan la lista y que se pueden aplicar las mismas virtudes y defectos que los ya nombrados. Aunque más vale no hacerse ilusiones y no esperar casi nada bueno. La esperanza la tendremos que poner en los Palha, a ver si lo del año pasado fue un accidente, José Escolar, que siempre merecen la pena, Partido de Resina, por lo mismo y para ver si se confirma todo lo bueno del año anterior, los novillos de Flor de Jara y por supuesto los Cuadri, que todavía nos tienen conversando de lo que pasó aquella tarde de junio en Madrid. Lloraremos la ausencia de doña Dolores y los novillos de Moreno Silva, aquellos cárdenos intoreables que tanto tenían que torear, pero que unos jovenzuelos no supieron ni por donde empezar. De momento, los de don Joaquín seguirán en el campo, como los de Prieto de la Cal, Miura, Santacoloma, Gracilianos, Coquillas, Albaserrada y, por supuesto, Barcial. Pero tranquilos, que no faltarán los incombustibles Domecq.
Si seguimos por los de luces, pues más de lo mismo, una larga lista de toreros de esos que hacen exclamar a uno eso de “¿Pero qué pinta este aquí?”, que parecen justificar su presencia por ser necesarios para el trueque de cromos que nos taladra el alma, para abaratar los carteles a favor de incrementar los beneficios de los señores empresarios de Madrid y de los señores políticos de la Comunidad de Madrid, o en último caso para que no se resienta la audiencia televisiva, captando la atención de aquellos lugares de procedencia de algunos de estos insignes coletudos; si no, nadie se explica lo de los Tejela, Luque, Pinar, Abellán, Tendero, Padilla, Ferrera, César Jiménez, Cayetano, Adame, Eugenio de Mora, Cortés, Víctor Puerto, Capea, Fandi o Salvador Cortés. Con todos los respetos para su familia, su patria chica y por supuesto para sus personas, pero ¿no les daría igual pasarse por las Ventas en julio o agosto? Así no tendrían que estar con el alma en vilo por si llueve o hace viento. Que se vengan en verano, que el tiempo ya ha asentado en Madrid y a todo lo más que les puede pasar es que se pillen una insolación. Vale que las “figuras” vengan tres tardes, de lo que me declaro partidario, pero las figuras de verdad, no estos.
Luego está el grupo de los que tampoco se les puede negar el pan y la sal, los que puede que en cualquier momento den la sorpresa o esos que algunos les consideran figuras y que tampoco vas a darles con la puerta en las narices porque entiendan el toreo de aquella manera, más próximo a ser declarado deporte olímpico que un arte, como son los Perera, Talavante, Juan Bautista, Monsieur Castelá, Manzanares hijo, que parece que vendrá ya de una vez, el todopoderoso Juli, Rafaelillo, que puede con todo, Robleño, Aguilar, para ver si confirma todo lo bueno que se dice de él y que dan ganas de verlo en Madrid, el eterno Uceda, David Mora, Bolívar o Leandro, que unos días parece que sí y otros que no.
Y por último esos toreros que ya han demostrado en la arena de Madrid lo que es torear y a los que se les espera con cierta ilusión a unos y con muchas ganas a otros. Ahora solo cabe esperar si a estos que nos conquistaron el corazón les han “escogido” el ganado para triunfar o para estrellarlos y evitar así que puedan hacer sombra a las figuras que todo lo pueden. Aquí tenemos a Diego Urdiales, Morenito de Aranda, Curro Díaz, El Cid, Iván Fandiño, Morante y, por supuesto, Juan Mora. Ahora solo queda que el ganado y su disposición les acompañe.
De estas largas listas siempre habrá quien cambie los nombres de un lado para otro, para eso están los gustos, pero por mucho que se cambie, me da que la cosa no va a mejorar, porque si tenemos un ganado infumable por un lado, salvando tres o cuatro hierros, y lo mezclamos con tanta vulgaridad vestida de luces por otro, lo que resulta ingenuo es pensar que vaya salir algo bueno. Lo que no quiere decir que se vayan a cortar mil doscientas treinta y tres orejas, pero toreo y emoción, nada o casi nada. ¿Pesimista? Puede, aunque yo me inclino más por lo de ser realista. Yo la verdad es que no acabo de encontrar alicientes suficientes que me despierten la ilusión. Es verdad que es lo que hay, pero ahí está el problema más grande de todos, que básicamente es lo que hay. Aunque también creo que se han excluido nombres de toreros y ganaderos por no interesar al gran público, por no interesar a la tele oficial de la feria o porque simplemente están al margen del circuito de coros y danzas en que se ha convertido este circo.
Entre las ausencias parece lógico que el público se detenga en la ya tradicional de Ponce, que a un servidor le parece más que escurre el bulto que otra cosa, allá él. Julio Aparicio es un caso crónico de desencuentro, los empresarios no le consideran suficientemente atractivo para hacer un esfuerzo suplementario para traerle a Madrid, y la afición venteña siempre espera verle dando naturales en su casa. Pero seguro que más de uno querría ver a Frascuelo o Pauloba de nuevo, pero eso no parece posible en la torería actual, no resultan rentables desde el punto de vista comercial; siempre es mucho mejor ver a Daniel Luque o Perera, ¿dónde va a parar? Pero las ausencias llegan hasta el escalafón inicial, esa cantera de figuras en la que los señores novilleros imitan en todo a sus mayores. Ahí está Juan del Álamo, la gran esperanza del toreo moderno y que rehúsa pasarse por Madrid, aunque solo sea para decirnos que sus últimas actuaciones fueron un mal accidente y que él es mucho más que aquello que nos dejó fríos. Allá él.
Ojalá que los rectores de los destinos de la plaza de Madrid se pararan a pensar un poquito más en sus clientes, los abonados que cubren más del 80% de la plaza. Que bien estaría que a cada tarjeta de abono le asignaran un código y bien por Internet o con un cupón en la revista que publican mensualmente, nos permitieran elegir a diez matadores y diez ganaderías y que en el momento de empezar a confeccionar los carteles tuvieran en cuenta los resultados. Pero eso no sé si lo verán nuestros ojos.
Recogiendo una iniciativa de un buen aficionado, J. Carlos, durante la feria de San Isidro y del Aniversario, que yo trato como una unidad insoportable e inseparable una de la otra, acudiré a los toros con un brazalete negro para mostrar la pena que siento por el estado en que ha caído la fiesta de los toros, y su representación en la primera feria del mundo. Y si alguien me acompaña en este sentimiento, pues que se amarre a la tela negra y le diga todo el mundo que para tragarse todo este culebrón, el mejor de la historia de los Taurodelta, hace falta valor. Y que Dios reparta suerte, porque como reparta justicia…