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Están los toreros que quedan en la memoria de los aficionados grabados a fuego y los otros |
A veces hay frases desafortunadas que hacen fortuna. Quizá
sean esas que pronuncian aquellos que no las piensan, aquellos que quieren
justificarse, defenderse u ocultar un complejo. Que igual sí o igual no,
quieren pasar por filósofos, pero la realidad es que se quedan en charlatanes
de mercadillo. Eso sí, no quiere decir que tal o cuál frase no sea celebrada y
sea un recurso en mitad de una charla que pretenda ser medio seria, que tampoco
seria, seria del todo. Recordarán ustedes aquello que el inefable Jesulín dijo
un día; no, no me refiero a cuándo se bajó los pantalones en un programa en
directo, ni cuándo comparaba todo con un toro. A lo que voy es a aquello de que
los aficionados a los toros, los fetenes, cabrían en un autobús. Que era una
forma de autojustificarse de que a estos no les entrara ni con calzador su idea
y formas de ser torero y de que, aún rebozado en la vulgaridad más
absolutamente chabacana, lo importante era ser seguido por las masas. Un
argumento sobado y requetesobado por los que nunca podían imaginar ser
apreciados por su toreo por el aficionado. Este que sabe discernir lo bueno de
lo malo, valorar hasta las intenciones, pero que se queda frío ante lo que
estos “héroes de masas del momento” llaman dar espectáculo.
Curiosamente, con la escasez de aficionados que estos
taurinos dicen que hay, no para de preocuparse y ocuparse por su presencia. Que
si son los que caben en ese supuesto autobús, poca guerra podrían dar, ¿no
creen? A ver si va a ser que les afecta más de lo que dicen lo que piensa el
aficionados de ellos. Que luego vendrá lo de la zorra y las uvas, que saltarán,
saltarán e intentarán saltar más alto, pero no llegarán y entonces dirán que
los aficionados están verdes, que se conforman con el gentío que es pan para
hoy y hambre para mañana. Que si nos ponemos a hacer listas, algo de lo que no
soy muy partidario, seguro que los que en su día fueron valorados por el
aficionado, también lo son años más tarde por la masa. En cambio, aquellos que jaleó
esa masa han caído en su olvido, lo mismo han cambiado los nombres por los de
otros que “dan espectáculo” y que cuándo no vistan de luces pasarán
directamente a la olvido y serán sustituidos por otros, manteniendo viva esa
cadena de entusiasmo efímero y amnesia permanente. Cuanto “espectacular se
pregunta el por qué de su situación; él que fue un ídolo de masas. Y cuántos
aficionados, porque serán los únicos que se acuerden de ellos, se preguntarán
que qué fue de fulano o mengano.
Nadie quiere a los aficionados, especialmente esos del coge
el dinero y corre, del trincar sin mirar atrás. Esos que creen que el futuro,
el presente y hasta el pasado es suyo, porque les aclamaron un día las masas
enfervorecidas por los vapores del garrafón. Es esta una “filosofía” con
entusiastas seguidores que repiten una y otra vez que esto de los toros se
mantiene por la pasta que ponen los públicos, que los aficionados aportan nada
y menos y que para cuatro perras que se gastan, no paran de dar la matraca. Y
será verdad que el público supone más dinero, ni entro ni salgo en esas
cuestiones, entre otras cosas, porque no creo que todo se pueda traducir a
dinero. Es como si usted va al médico y le dicen que le tienen que operar y en
lugar de decirle que estará una semana ingresado, un mes de convalecencia en la
cama, otro en reposo con pequeños paseítos y una rehabilitación de seis meses,
le soltaran que usted está enfermo y que son 12.000 por un lado, más 15.000 por
los meses de baja y entre 2 y 3.000 de los medicamentos, que baratos, baratos,
no son. Y marchando.
Si nos ponemos a pensar en una casa, ustedes me dirán que
sin ladrillos no hay casa; y razón llevan, pero, ¿una casa son solo los
ladrillos? ¿Ustedes se quedarían tranquilos si les entregaran su piso, un
cuarto con ascensor levantado solo ladrillo sobre ladrillo sin nada que los
uniera? Yo ni en una caseta para el perro, ni mucho menos metía allí al pobre
perro. Falta algo que dé solidez a todo ese mamotreto, algo que lo mantenga en
pie y que evite que se vaya desmoronando con las primeras lluvias, con los
vientos del invierno, con las tormentas primaverales o con esos aguaceros de
las gotas frías del final del verano y principios del otoño. Pues esa masa, esa
argamasa que une los ladrillos y que evita que la casa degenere en un montón de
cascotes y escombros, eso es el aficionado a los toros. Que si estos no
existieran, el deterioro de la fiesta podría haber sido tal, que ya ni toros,
ni vacas, carretones engalanados con luces de colores. Ni toreo, ni torea, una
danza esperpéntica de unos señores que perdieron el norte y olvidaron el fin
último y el primero de esto que es el toreo: torear. Que sí, que los
aficionados molestan, y mucho, en mitad de una verbena, pero igual es que esto
nunca puede convertirse en una verbena. Que habrá quién me diga que exagero y
que nunca se llegaría a los extremos de tal degradación. Que igual no acabarían
trapaceando un carretón, pero párense a pensar en lo que esto era hace veinte
años y en lo que es ahora, sin que hace dos décadas viviéramos en el edén del
toreo, ni mucho menos. Que lo de ser aficionado no es fácil, por supuesto; que
los habemos que llevamos toda la vida intentando acercarnos a ellos y ya ven,
aún en parvulitos de aficionado, pero creo que merece la pena dejarse el aliento
en el intento. Que no hay que perder el ánimo y hay que seguir y seguir. Y se
dejen ir siendo presa del desaliento y piensen que en el autobús siempre hay
sitio.
Enlace programa Tendido de Sol de 14 y 21 de febrero de
2021:
https://www.ivoox.com/tendido-sol-14-febrero-de-audios-mp3_rf_65414384_1.html
https://www.ivoox.com/tendido-sol-21-febrero-de-audios-mp3_rf_65749588_1.html
2 comentarios:
Cierto. No es fácil ser y comportarse como aficionado y menos, como aficionado bueno en estos tiempos. Donde enseguida te catalogan de iluso, de ensoñador, de que tus ideas están bien, pero que no se corresponden con la actualidad. Al final, aburrido, termino por limitar mis pareceres. Yo solo me limito y sin querer, me parezco a la mayoría. Rigores.
Rigores:
Por mucho que te esforzaras, siempre se te notará el enorme aficionado que eres. Eso sí, coincido contigo en que a veces hay que oír cada cosa.
Un abrazo
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