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Cuando sale un toro para el triunfo, hay que agarrarlo con las dos manos, antes de que se escape volando a la Luna, para no volver más. |
Decir que volvía Fuente Ymbro a Madrid resulta ya demasiado redundante, ¿Se ha ido alguna vez? En las Ventas es típico y ya tradición el que haya dos tiros de mulillas, que no haya música durante la lidia, que las protestan sean habituales y que Fuente Ymbro aparezca y repita varias veces en la temporada. Que unas veces decepciona, incluso con estrépito, y otras hace que todo el mundo lamente que sus toros no hayan tenido suerte con los lidiadores que les acompañaban en el cartel. Pues en este festejo de San Isidro han tenido la peor suerte imaginable y es que si los de luces anteponen el despojo al toreo, al final se concluye que lo mismo no hay despojo, pero sí destoreo, destoreo a tutiplén. Corrida bien presentada, algunos, como ese sexto, mejor que sus hermanos, pero en la presentación, ni un pero. Luego tenían sus cosas, en la mayoría de los casos defectos en parte provocados por la ineficacia de los de luces y en otros, acrecentados por la ineficacia de los de luces. Ineficacia como la del confirmante, Diego San Román, amparado por leales compatriotas a los que les puso muy difícil el poderle dar su ánimo, porque a poquito que se vio, el coletudo no daba de sí para merecer medio halago. Sonaban las carracas, flameaban las tricolores, pero nada. A su primero ya le costaba sujetarle de salida y eso que las fuerzas del animal estaban más que justas, aunque le daba para encelarse en el peto, aunque cuando no notaba el palo. Inicio de faena en los medios con culerina y trapazo, pero o se levantaba o le levantaban y se levantó para empezar la primera sesión de trallazos. Que hasta la presentaba plaza de primeras. Pero al momento, ¡zas! Pico y enganchones. Sin acabar de encontrar los terrenos adecuados, el mansito acabó yéndose a tablas y lo único que lo9gró San Román es verse agobiado por el toro, que no sabía por dónde tirar y como no sabía, bajonazo que te crío.
Pero bueno, a continuación venía un veterano al que todo el mundo le reconocía su buen gusto. Le salió otro manso que se recorrió casi tres cuartos de la plaza curioseando el olor del olivo y cuando ya parecía tomar los capotes, Curro Díaz se vio completamente superado, incluso perdiendo su defensa. Incapaces él y su cuadrilla de ponerlo al caballo, con capotazos y más capotazo, algunos queriendo acariciar el cielo. Con la pañosa, si el toro aguantaba en pie, aparte de un trincherazo que animó a los suyos, muletazos atravesando la muleta en exceso, citando muy fuera. Encimista, un desarme y la firma con un bajonazo. En su segundo, que hizo cuarto, de nuevo inédito con el capote, dejándoselo tocar demasiado. El Fuente Ymbro a su aire, teniendo que hacerse cargo de llevarlo al caballo el peonaje. Mal picado, recibiendo leña en el segundo encuentro, una vez que el de aúpa se orientó y dio con el palo en el lomo del animal. Ya en el último tercio, más trallazos y enganchones, sin que Curro Díaz fuera capaz de ordenarse, a merced del animal, hasta acabar frente a toriles o adónde hubiera decidido su oponente. Y con un bajonazo se diluyeron las esperanzas de los que todavía esperan, pero que cada vez parece que hay menos que esperar.
Román repetía y hasta los había que le esperaban después de su digna actuación de su primer día en esta feria. Y la verdad es que no decepcionó y volvió a ser el Román de siempre, el Román con sus cosas que a veces no se entienden. Recibo a pies juntos, como si no importara que el toro corriera y corriera al no quedarse en su capote. Este torero sabe lo que gusta en esta plaza y así puso de lejos al Fuente Ymbro en su segunda vara. La verdad es que se le pegó apenas nada. Y tomó la muleta y allí que se fue a los medios a pegar trallazos con la diestra, enganchones y más enganchones, adelantando el viaje del engaño, lo que provocó una colada por ese pitón, por el que ya apretó en banderillas. Venga carreras con la zurda, acompañando y acto seguido seguir corriendo, sin parar ni un momento, dejándosela tocar demasiado. Pero lo fuerte surgió en el quinto, al que sí que recogió con el capote, pasándolo por abajo. Exceso de capotazos para llevarlo adónde no quería ir, al caballo, para acabar siendo apenas picado entre el 6 y el 7. Muy suelto por el ruedo, lo recogió por bajo con la derecha y acto seguido se fue a los medios a darle distancia. Y venga a meter el pico, siguió citando de punta a punta, lo que entusiasmaba a la parroquia, que se quedaba más con la distancia, que con la ausencia de toreo. Lo que importaba era jalearlo todo, que en una serie de cinco trapazos se la enganchó en tres, pero eso poco les importaba, los vivas estaban justificados, viva esto, viva lo otro y Román pegando unos majestuosos trapazos, siempre con el pico por delante y muy fuera. Y llegó el revolcón, afortunadamente sin consecuencias, pero que seguro que sería la llave para arrancar un despojo. Muy vulgar, muy talanquerista, con las inefables bernadinas atropelladas, lo que para muchos era el sumun del dramatismo en plaza de carros. Y el toro, una maravilla para la muleta, se le iba de trapazo en trapazo y tras un pinchazo y más de media caída, una orejita. Y sí, el toro se le fue, un toro para el que pidieron algunos la vuelta al ruedo, pero quizá estos serían los que en los dos primeros tercios estaban mirando en el móvil si iba a llover o si había atasco en la A 3 para volver a casa.
Y cerraba Diego San Román, escuchando de nuevo las carracas y, por supuesto, más vivas a su tierra, a los que respondían otros con los vivas a la suya. Vivas y más vivas y ni un triste ¡Aúpa Aleti! ¿No? Pues no. Y el queretano igual esperaba que le saliera un toro bien enseñado, con educación, uno de esos con embestidas formales, pero... De primeras no quería capotes, ya vamos mal. Pero si al segundo mantazo nos liamos a pegar chicuelinas, así, de salida, igual la cosa puede ir de complicado, a más complicado. Lo del picador de tanda fue para mandarle primero a aprender a montar y luego ya, si eso, a que aprendiera a picar, que no metiera la grupa para recibir al toro y que no masacrara con el palo largo en mitad del lomo y bastante más allá. Y, ¿qué se puede esperar de un torero? ¿Que toree? Pues este toro era para eso, para que un torero toreara, porque todo lo que le hiciera con verdad tendría mérito, mérito para ensalzar al que hubiera sido capaz de ello. Pero San Román no estaba para eso, él estaba para dar trapazos, pocos limpios, ninguno templado, lo que hacía que la cosa se le complicara más y más. Le quitaba el engaño y el toro la buscaba, le sorprendió en más de una ocasión, venga a largar tela y a ver si aquí o allí cazaba un muletazo, para acabar a merced del Fuente Ymbro. Acabó encimista, pero la ocasión se le había escapado entre tanta vulgar inoperancia. El personal no sacó pañuelos, pero quizá lo debería haber sacado él para decir adiós a una oportunidad como esta para afirmar que quiere ser torero, aunque igual... igual solo quiere ser figura o algo así sin importancia. Y así se quedó más de uno, viendo cómo entre vivas y carracas se diluyó toda esperanza de toreo.
Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
2 comentarios:
Nueva lección para los junta líneas de tantos y tantos medios: "que viven lo mismito que somormujos"..( salvo excepciones). Mu pocas...
Sorry de anonimo nada. Gregorio Tebar "El Inclusero"...
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