martes, 20 de mayo de 2025

Estos tienen madera de figuras

Quizá la primera lección, para novilleros y espadas de alternativa, sea la afición a esto, no la simple pretensión de ser figura.


Las novilladas de siempre han sido una ventana a la esperanza, a la ilusión por poder atisbar el futuro que en poco tiempo será nuestro presente. Ver a ese novillero del que un día poder decir: yo le vi presentarse en Madrid, ya vi que el chaval... Vivir esto como un pequeño o un gran descubrimiento, un pequeño tesoro que con el paso del tiempo se convertirá en mucho más que las Minas del Rey Salomón. Yo ya lo dije, este chaval tenía que dar mucho que hablar, este quería ser en esto del toro. Que oiga, también todo depende del color del cristal con que se mira. Que siempre están los que lo quieren ver todo mal ¡Nooooo! Hay que ser positivo y más con los chavales ¿Verdad que sí? Que a veces hay que hacer verdaderos esfuerzos para ver algo positivo; puede ser, pero con un poquito de empeño y buena voluntad. Aunque ya digo, también depende de la tarde, el ánimo, si el sol te da lleno, si el frío se te mete en los huesos. En la novillada del Conde de Mayalde, seguro que muchos habrán visto con tranquilidad que el futuro del negocio taurino lo tienen asegurado. Toros de vaivén, perdón, novillos, pero novillos de los modernos, no se esos que le complican la vida a los chavales, de esos que les quitan la ilusión y luego, ¿a ver qué hacemos? Que daba lo mismo que no se les pudiera picar, ¿qué más da? Que daba lo mismo que ninguno de los novilleros haya sido capaz de sujetar a uno solo de sus oponentes, que estos no echaran cuentas de los mantazos que les propinaban, que se iban sueltos a los caballos y de las mismas se marchaban del peto. Aunque no se vayan a pensar que los chavales no estaban atentos, claro que sí, allí, desde la distancia, para tener mejor perspectiva, lo divisaban todo a la perfección. Vamos, que seguro que habrán podido percatarse de que lo mejor que pueden hacer es cambiar de cuadrilla, los de a pie y los de a caballo, de la misma forma que con mejor perspectiva, el que haya estado en tendidos, gradas y andanadas se habrá quedado con la copla de que ninguno de los tres actuantes sabe manejar el capote y no solo no tienen el menor sentido de la lidia, es que por si esto fuera poco, es como si no fuera con ellos. Y en esto incluyo su colocación y colaboración con los compañeros en el segundo tercio. Que el que parea viene apurado, pues que corra más, que no van a menear un dedo por un quítame allá ese novillo. Que si se piensan que los del Conde iban devorando tiernas criaturas, nada más lejos. Que aguantaban en pie cómo mejor podían y llegado el último tercio, hasta iban con docilidad detrás del trapito. Que se caían demasiado a menudo, sí, pero es que si por eso vamos a abandonar esta bonita postura del positivismo, es que no somos ni positivos, ni nada, solo pura fachada. Que sí, que el cuarto de la tarde, después de varios desplomes se derrumbó definitivamente y no había manera de levantarlo y sin tan siquiera poder el espada ni tan siquiera cambiar el estoque simulado por el de verdad, hubo que apuntillarlo en los medios, pero eso son pequeñeces. Total, si había que despenarlo igual, ¿no? Que vale, que igual resulta un espectáculo bochornoso, que todo puede ser, pero es que si no aguantamos que a un novillo no se le puede ni tan siquiera entrar a matar, pues estamos buenos.

De los novilleros, para que se den cuenta de lo positivo de la tarde, podría resumirle lo hecho por uno de ellos y luego hacen un corta y pega y se lo aplican a los tres. Que eso tiene su mérito, así, sin ensayar, sin prepararlo, visto uno, vistos los tres. Fabio Jiménez, nulo con el capote, solo esperando llegar a la muleta, para empezar a dar trapazos con el pico, cambiar de mano según le soplaba el viento, pico con la derecha, pico con la izquierda, carreras, sin mando, siempre muy fuera y sin que falten los oportunos enganchones, que incluso hubo quién lo jaleaba. Y como he avanzado, esto puede ser un corta y pega y allá vamos, cambiando solo el nombre. El Mene, nulo con el capote, solo esperando llegar a la muleta, para empezar a dar trapazos con el pico, cambiar de mano según le soplaba el viento, pico con la derecha, pico con la izquierda, carreras, sin mando, siempre muy fuera y sin que falten los oportunos enganchones, que incluso hubo quién lo jaleaba. Y por último, Tomás Bastos, nulo con el capote, solo esperando llegar a la muleta, para empezar a dar trapazos con el pico, cambiar de mano según le soplaba el viento, pico con la derecha, pico con la izquierda, carreras, sin mando, siempre muy fuera y sin que falten los oportunos enganchones, que incluso hubo quién lo jaleaba. Y ya les digo que con estas líneas repetidas tres veces, me desvío muy poco de lo desarrollado por cada uno.

Las diferencias pueden ser la cogida en su primero de Fabio Jiménez al quedarse al descubierto por adelantar el viaje de la muleta al del novillo y el no haber llegado ni a montar la espada con el que tuvo que ser apuntillado antes de tiempo. Tomás Bastos, pues la pena es que no hizo nada que le pudiera diferenciar de sus compañeros, así de triste. Y El Mene, que venía con la aureola de figura en ciernes, pues quizá lo conviertan en figura, quién sabe, pero en nada se diferenció ni de sus compañeros de terna en esta, ni en las de otras tardes. Pero oiga, como va para figura, lo que no puede faltar es el descaro y de eso dio muestras más que suficientes, de figurón ya cuajado en esto de faltar al respeto al personal. Que mientras no pasaba nada de nada, en un instante de torpeza, el del Conde le echó la zancadilla, se fue al suelo y se vio en una situación comprometida de la que parece que no hubo consecuencias. Pues ya está, si te dan un revolcón, la oreja del ídem, del revolcón, está más que justificada, ¿no? Que hasta hubo pañuelos y todo, quizá cuarenta, cincuenta o alguno más. Evidentemente, o no tan evidente, el presidente no atendió esa raquítica demanda. Y así, porque sí, El Mene salió a saludar, bronca, y cuando parecía rectificar y meterse para dentro, su cuadrilla le dijo que para adelante y hala, a saludar. Pero lo malo es que los mismos hooligans de luces, incluido el que se tiró una vida limpiando la puntilla antes de que engancharan al toro, le dijeron que diera la vuelta. Nueva bronca, nuevo amago de no seguir y otra vez los peones le animaron a que se la pegara, que querían estirar las piernas. Bronca grande, gritos de fuera fuera, palmas de tango, siendo una de las vueltas más protestadas que se puedan recordar. Pero estas son las cosas por las que uno se convierte en figura, estas son las cosas que tienen que aprender, lo que parar un toro, lo de poderle, lo de lidiarle, lo de... tantas cosas, cosas que no importan, lo que importa es lo otro. Y visto esto, A ver quién me discute que estos tienen madera de figuras.


Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

2 comentarios:

Rulan dijo...

La novillada, sin ser nada del otro mundo, era de triunfo. En especial el lote de El Mene. Fueron maltratados en el caballo, ante la autista mirada de la terna; destacando la nauseabunda suerte de varas al cuarto de la tarde. Mal lidiados, sobre todo el que hizo segundo con un segundo tercio digno de una capea. Con su pan se lo coman. Si este es el futuro que nos aguarda la fiesta, estamos aviados. Discrepo en lo del mal manejo con el capote de El Mene, fue lo único potable de la tarde.

Anónimo dijo...

Desgraciadamente, desde que yo empecé a ir a los toros, allá por los 80, seguimos igual con los novilleros. Deciamos en aquel entonces ¿ya están ricos?