El toreo es el toreo y todo lo que le queramos quitar no es otra cosa que vaciarlo de contenido y esencia |
Que ahora resulta que los aficionados somos unos
acomplejados y unos pesimistas. ¡Toma y dale! Pues nada, a hacer cola en los
psicólogos, que se vayan preparando para hacer horas extras, a ver si son
capaces de arreglarnos el caletre. Y ya puestos a hacer colas, pues hagámoslas
en las mercerías y papelerías del barrio, que entre velero y chinchetas nos
vamos a dejar un capitalito. Que ya ni las divisas portarán arponcillos, así
que las banderillas, puyas y estoques, imaginemos. Pero que no se piensen que
uno así de repente ha perdido el sentido y se ha puesto a soltar necedades; que
sí, que he perdido el sentido, pero después de escuchar los argumentos de don
José Miguel Arroyo, “Joselito”, matador de toros, y de don Enrique Martín
Arranz, matarife de una fiesta que ya dejó de existir y que ya parece
irrecuperable.
Ahora resulta que hay que quitar la sangre innecesaria de la
fiesta. Completamente de acuerdo, aunque creo que no coincidimos en el punto de
vista. La cuestión no es modificar banderillas, puyas, estoques o divisas;
quizá el quiz esté en que los malos profesionales, los pincha uvas, los
matarifes a caballo o los que las ponen de una en una y no encuentran toro ni
aunque se lo envasen al vacío se dediquen a otra cosa, por mucha ilusión que
puedan tener. Que ahora parece que la ilusión todo lo suple, que se puede ser
un desastre taurino vestido de alamares, pero cómo tiene ilusión… Ilusión y un
ponedor que lo soporte, claro. Que a mí me gustaría saber si con el toro de
hace dos décadas, tampoco hay irse más allá, andarían los taurinos con estos
juegos florales. Aunque igual bastaría no con mirar al calendario y sí con
cambiar de hierros, que no creo yo que a un Escolar, Rehuelga, Saltillo, Cuadri
y alguno más le pongan la puya retráctil, quizá inventen la puya expansiva y
giratoria como una broca para granito, mármol y acero fundido, todo junto en
revoltijo paradigmático de la dureza y del ímpetu barrenador que guía a los
picas desalmados y sin afición.
Parece claro que la cuestión no es tal cómo nos la cuentan,
sino continuar avanzando en ese camino de acomodar todo a las exigencias,
negligencias, carencias e incapacidades de las figuritas de turno, por supuesto
que profundizando en esa ya insostenible degradación del toro comercial, quizá
pasando del medio toro a un cuarto o menos. Perdónenme ustedes, pero voy a
hacer una afirmación que quizá les pueda parecer descabellada y no crean que
voy a intentar ni mínimamente, convencerles de lo contrario, pero creo que al
menos de momento, no se debería consultar a los toreros para ninguna
modificación de las condiciones de la lidia, pues ya es más que evidente que
solo les guía el allanarse el camino, sin preocuparles lo más mínimo los toros,
este espectáculo al que ellos ya solo denominan con todo ringo rango,
tauromaquia.
Tantos años para ir perfeccionando la lidia, dándole sentido
al toro, a prepararlo para el último tercio y estos señores, con filósofos,
taurinos y demás gente de mente preclara deciden que no y cómo en muchos casos,
demasiados, el culpable es el aficionado, un ser pesimista, acomplejado y
amarrado al pasado. Pero, ¿cómo no nos vamos a agarrar con uñas y dientes a esa
balsa en medio del océano que son nuestros recuerdos en los que el toro lo era
todo, el torero se engrandecía ante este y el aficionado se entregaba sin
reservas? Dicen los artífices de este engendro que el aficionado no se
moviliza. Pues que den gracias, porque si algún día llega ese momento, igual no
les quedará calle para correr. Aunque igual es verdad, ¿qué nos queda? Cuatro
aficionados contra cuarenta mil… cuarenta mil o más, que unos igual no
conocieron la fiesta íntegra y otros se empeñan en enterrarla en vida. Eso sí,
excusas para justificar estas barbaridades, a tutiplén, que si estos toros son
los que embisten y no aquellos, que si lo de sacar fuera de tipo, que si los
artistas, que si los que componen y expresan, que sí… que si nada. Que ya lo
dicen, que a partir de nada, un ejemplar de cada encaste en la Venta del batán
de Madrid, a modo de Parque Zoológico Temático de la Tauromaquia, para que los
chinos hagan fotos a esos bicho tan bonitos, unos negros, otros cárdenos,
castaños, coloraos, berrendos, ensabanaos, entrepelaos, mulatos, zaínos,
chorreados, salpicados, sardos burracos, retintos, mientras los aficionados que
se atrevan acudirán allí a llorar por su fiesta, su pasión y serán testigos de
que la idea de los antitaurinos, esa de meter al toro bravo en un zoo para
exhibirlos cómo fósiles vivientes, al final la pusieron en práctica unos que se
decían taurinos, que incluso en su día se lo hicieron creer al aficionado, pero
que por treinta monedas de plata se cambiaron de bando sin pensárselo un
segundo y para asegurarse su sustento se inventaron y nos tiraron a la cara
esto de las Tauromaquias Integradas, que no íntegras.
Enlace programa Tendido de Sol del 4 de Marzo de 2018:
5 comentarios:
Cuando el “Oeste americano” se acabó, Buffalo Bill creó su “espectáculo circense” bajo una carpa para espectadores...
Todo está inventado, y la historia se repite...
La puya retráctil es un proyecto independiente que no está ligado, por el momento, a ningún otro. Ha sido probada por sus promotores exclusivamente y en casi 100 toros, con inmejorables resultados.
Anónimo:
Pues no sé si podremos encontrar un paralelismo más acertado.
Un saludo
Curro Rivero:
de verdad que no llego a ver a qué se pueden llamar inmejorables resultados. No creo que la quieran para una de Miura, Saltillo o Cuadri. Serán inmejorables para esa prole de hierros comerciales que entre toda la camada reciben un puyazo por temporada. Pero ese es otro espectáculo y tampoco parece que se asemeje demasiado con los toros, No?.
Un saludo
Mas nos valdría apoyar al partido VOX, que es el único que se postula claramente a favor de la tauromaquia
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