Venían los toros sobre las aguas, para quedarse en un lodazal imposible, dónde antes el caudal corría cuesta abajo, para perderse al pie de las tablas de Madrid |
En estos días en los que la feria ya empieza a hacerse un
poquito cuesta arriba, uno se encuentra a toda clase de fenómenos, meteorológicos
y de los otros. Que era una tarde rara, que no parecía que fuera a ser objetivo
de los isidros, pero al final, será por la inclusión de Talavante, ha sido una
tarde de lleno y de esas que los buenos públicos se graban a fuego en la
memoria y a la mínima la usan como arma arrojadiza contra el que se le ponga
delante y ose preguntar que qué tal los toros. A veces, ni tan siquiera esperan
a encontrarse con el conocido, pariente o compañero de trabajo. Que ya doblado
el último de la tarde he podido escuchar cómo un señor todo puesto él, con su
camisa empapada, eso sí, de cuadros gordos, verdes y blancos, cogía el móvil y
le soltaba al otro:” cuñao pa’ un día que no vas a los toros y te pierdes lo
mejor de lo mejor, cuatro orejas. Que cuándo quieras, me pasas otra vez la
entrada, que yo encantao. Lo que te has perdido, colega”. Y el cuñado, igual se
subía por las paredes, que se le confirmaban todas sus sospechas acerca del “cuñao”
y su amplitud de miras taurinas. Pero eso no lo sabremos.
Lo que sí sabemos es que después de la corrida de Núñez del
Cuvillo, el aficionado ya va entrando por el aro de la modernidad y admite las
corridas sin picar, porque así se pueden ver faenas de mil muletazos, y que el
año que viene no nos libra de estos bobones, ni el padre Astete. Encierro muy
anovillado en líneas generales, muy flojito, que apenas tuvo arrestos para
pelear en el caballo, extremadamente noble y bobona, que en el último tercio se
lo pasaba chupi jugando con el señor del trapito, aunque no hay que obviar que
incluso con estos ejemplares que no tiraban un mal derrote, a partir del
tercero, cuándo la lluvia se hizo presente, el peligro siempre estaba presente,
con el suelo que llegó a estar impracticable y con más que evidente riesgos
para los toreros. Un riesgo que quizá no deberían haber corrido. Podría decidir
el presidente, el empresario, los matadores y hasta admitirlo las cuadrillas,
pero no hay por qué hacer pasar por esto a nadie. Llovió y mucho, pero resulta
llamativo que desde hace no demasiado, la plaza de Madrid parece haber perdido
aquel drenaje que sorprendía a todos. Tardaba bastante más en formarse charcos,
incluso con chaparrones como los de estos días, y al día siguiente el ruedo no
estaba convertido en la playa que es en la actualidad. Ignoro si será el
eliminar la cuesta que hacía que el agua corriera, ignoro si serán otras
causas, pero esto es un hecho que se aprecia todos los días de lluvia. Que
igual hay quién quiere el ruedo de Madrid con unas características determinadas
para eso del arte, pero es de ser muy poco vivo el no enterarse de que en
Madrid, en mayo, que es cuándo se celebra la feria de San Isidro desde 1947,
llueve, hace sol, hace frío, calor insoportable y vuelve a llover. Pero debe
ser un secreto que ya nadie conoce y menos los visitantes del 4, 5 y tendidos
del 6, que a la segunda nota ya desfilan camino de Belén.
El primer novillote de Núñez del Cuvillo correspondía a Juan
Bautista. Pretendía empujar en el caballo, pero el animal no podía, cómo iba a
poder si bastante tenía con sujetarse. Había que tener cuidado de no bajarle la
mano, porque rodaba por la arena. Mucho muletazo, ninguno rematado, muleta al
bies, de uno en uno, cambio a la izquierda y para colmo el viento, mientras el
toro seguía perdiendo las manos. El cuarto transcurrió en mitad de la lluvia,
al principio suave, pero que cuándo arreció aquello era un imposible. De escaso
trapío, Juan Bautista se cuidó de ponerlo al caballo. Se le picó trasero y
apenas nada, yéndose suelto tras el segundo encuentro. Y a partir de aquí, a todo
lo que se pueda decir hay que añadir que el suelo estaba ya imposible y no se
sería justo si se mide lo realizado con el mismo rasero que si el suelo
estuviera seco. Lo que en otras circunstancias podría ser una trampa, con el
ruedo así puede ser un recurso para evitar posibles percances. No obstante, digamos
que Juan Bautista comenzó sin apenas poderse parar, tirando del pico, mientras
el de Cuvillo perdía las manos. Caía el diluvio y allí seguía el galo, que
coronó con un pinchazo y una estocada entera recibiendo. No había para mucho,
pero ya digo que todo lo que se hiciera sobre esa pista de patinaje, había que
respetarlo.
Alejandro Talavante ingresaba en el cartel por la ausencia
forzada de Paco Ureña. Que habrá quién piense que las sustituciones no son para
las figuras, pero esto ha ocurrido siempre; otra cosa es que a los más modestos
no se les den más oportunidades, son cosas aparte. Pero entendamos también que
a estas golosinas de Cuvillo, las figuras no les hacen ascos. Hay que agradecer
que pusiera las dos veces en suerte al novillo en el primer tercio. Apenas se
le picó, tardeó y se fue suelto. En el tercio de banderillas, un quite de Juan
Bautista a Juan José Trujillo dejó muy claro el por qué de la importancia de la
colocación durante la lidia, en la que un palmo más que menos, puede ser la
distancia entre salir airoso o tener que lamentar. En el inicio de la faena
llegó lo más lucido de Alejandro Talavanre, con la muleta en la derecha y
redondos por abajo, tirando y conduciendo la embestida, llevando el muletazo
hasta el final. Prosiguió ya en pie por el mismo pitón, rematando una serie
corta con un cambio de mano y un natural largo y profundo, haciendo enroscarse
al toro en la cadera. A continuación tandas con cierto temple y otro cambio de
mano emulando el anterior. Tomó la muleta con la izquierda y ahí bajó la
intensidad, con la muleta más oblicua, sin remata los pases, quedándose
demasiado en la pala del pitón. Cites de frente, pero sin variar el escenario,
hasta que volvió al pitón derecho, para concluir por abajo, tal y cómo comenzó.
Estocada defectuosa, lo que no impidió que el usía sacara dos veces el pañuelo,
en mi opinión, de forma excesiva.
En el quinto era como si Moisés acabara de separar las aguas
y estas cayeran encima de toro y toreros. Un aguacero tremendo y un barrizal
impracticable. Creo que no habría pasado nada si se hubiera suspendido el
festejo, sería de entender. Bueno, quizá habrían protestado los que eligieron
esta fecha en el calendario para ir este año a los toros, pero bueno, también
podrían repetir otro día, ¿no? Que hasta octubre, pueden todos los domingos y
fiestas de guardar. Apareció ese quinto y Talavante lo capoteó con las lógicas
precauciones, que no seré yo el que las cuestione. Dos picotazos, a los que el
toro no opuso más resistencia que quedarse debajo del peto. La faena de muleta
transcurrió pasándose el toro lejos, citando fuera de cacho y con el pico. Tampoco
había que intentar mucho más en esas circunstancias.
El primero del hierro titular que le correspondía a López
Simón fue devuelto a los corrales y sustituido por uno del Conde de Malladle,
que en la primera vara empujó con ganas, con la cara muy alta y solo con el pitón
derecho, queriendo darse la vuelta, peleando con ambos pitones al final del
puyazo. Entro suelto en los dos encuentros, escapando como un rayo al notar de
nuevo el palo. Ya con la muleta, López Simón inició con muletazos a una mano
por ambos pitones, para acabar liándose. Derechazos destemplados metiendo mucho
el pico y limitándose a acompañar el viaje, retirando el engaño de repente, se
lo pasaba por delante, por detrás, hasta que en un instante resultó volteado, recibiendo una auténtica paliza,
siendo quizá lo más preocupante un golpetazo en la cabeza. Pudo continuar la
lidia, siguió por el derecho y entre enganchones, cuándo la salida del muletazo
era para adentro, el animal se iba a buscar su querencia a tablas. Atropellado,
cites de frente, desarmes, tirones, pero se jaleaba todo. Pinchazo recibiendo y
entera en toriles, dejándose coger. Creo que todos nos felicitaríamos de ver a
este torero recuperado para la fiesta, creo que necesita un triunfo, pero no sé
si es justo el darle una oreja por ese feo revolcón, no sé si ese es el camino.
No sé si el camino actual, ese de que primen más las criadillas que los saberes
taurinos, será el idóneo, pero así da la sensación de que puede ser torero un
loco que no teme el peligro, mejor que alguien con miedo, que lo vence y que
además es capaz de pensar en la cara del toro, darle la lidia que precisa y
además llegar a crear arte. No lo sé, que cada uno decida por dónde prefiere
que siga esto. En el que cerraba plaza, ya solo llovía, el diluvio había
terminado y Noé ya soltó la paloma para que supervisara el terreno y saber dónde
soltar a todo el pasaje. Capotazos a pies juntos para recibir al sexto, al que Yelmo
Álvarez puso al caballo con una eficacia y limpieza envidiable. El Cuvillo fue
al caballo con la cara alta, pero sin ofrecer resistencia. El suelo estaba
impracticable, muchos charcos, con mucho riesgo de resbalar y quedar a merced
del toro. Comenzó el trasteo por abajo, conduciendo la embestida del toro. Siguió
por el pitón izquierdo, largando tela con trapazos en línea y teniendo que
pegarse una carrerita a continuación. Cambió al derecho, continuando con el
pico, medios pases, muy en la pala, repitió por el izquierdo, y siguió y siguió,
mientras el animal seguía el engaño con suma docilidad. Una entera contraria y
la oreja que le daba licencia para salir a cuestas. Puestos a tasar despojos,
este segundo fue más meritorio, pero ya no queda remedio. Unos marchaban
escandalizados de ver el estado al que ha llegado la plaza de Madrid, la que
abordan cada día gentes diferentes, que tienen como objetivo, no el ver torear,
no el ver toros, sino el que se corten despojos y más despojos y como el
caballero que tenía al lado, poder echarle en cara a quién fuera que él había
triunfado y entusiasmado le soltaba que “lo que la he gozao, cuñao”.
3 comentarios:
La prensa y los comentaristas de la tv al servicio de la empresa no comentan acerca de la suerte de varas y la falta de fuerzas de los toretes.El ganaduros lo ha expresado que la pica carece de importancia y lo válido es lo de la muleta.Están en el camino ideal para aburrir y alejar a los pocos aficionados.Cuanta razón tenía El Pimpi ante la queja sobre la pica que,comentó;si los toros no aguantan tres puyazos,no es culpa del picador,sino del ganadero.
T.G.B.
Las lluvias en tarde de Toros en Madrid, me recuerdan a "Mi Tío Jacinto".
La tarde de ayer me pareció la más entretenida de cuantas he presenciado en el ciclo isidril. Los toros del Cuvillo bastante mejores que los del otro día. Con movilidad suficiente como para cortar varios apéndices y sin asustar a la terna. Destaco el sexto, un toro con cierta casta y codicia que estuvo por encima de López Simón.
Tan acostumbrados estamos a ver la desidia de los matadores que ayer, al ver disposición en la terna, supo a agua bendita.
Bautista muy a la deriva en su primero. En el cuarto intentó enmendar la plana, bajó la lluvia supo mantener en pie a un toro que se caía si le bajabas la mano. También supo corregir el calamocheo del toro con buen manejo del temple y cierta elegancia en las formas. He dicho elegancia, no pureza. Intentó matar en buena lid en este toro.
No soy de los que otorga en cada San Isidro más de 2 o 3 orejas, una de ellas sería para Talavante en su primero. Labor de conjunto, sabe torear mejor pero mejoró con respecto a la anterior oreja. En su segundo bajó el tono pero dejó algún detalle de calidad y ejecutó en buena forma la suerte suprema aunque el resultado no fuera el deseado.
También López Simón ha mejorado con respecto a las últimas veces. Disposición en su primero aunque volvió a valer el dicho de que una voltereta en Madrid abre el camino a la oreja. Yo no se la hubiera dado pero es que Joselito Adame puso el listón muy bajo. En el sexto estuvo mejor que en su primero pero por debajo del toro. Oreja que no pedí pero tampoco protesté. Como dirían en el colegio…progresa adecuadamente.
Un abrazo
J.Carlos
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