Hubo una vez un natural rematado atrás |
Creo que ya está bien de derrotismo, aunque está claro, que
no se puede ocultar lo malo, pero quizá nos iría mejor si ponemos por delante
lo bueno, si empezamos por lo positivo. Y así voy a hacer en esta ocasión,
empezaré deteniéndome en eso positivo de la corrida de Victoriano del Río, con
Miguel Ángel Perera, Alejandro Talavante Y Roca Rey. Pues bien, allá vamos,
esto fue lo bueno que
pasó……………………………………………………........................................................................................…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………..
y dejó de llover. Y ahora, si les parece, para que se puedan ver las dos caras
y que podamos comparar, comencemos con el resto, aunque las cosas tampoco son
absolutamente buenas o totalmente malas, porque también depende del color del
cristal con que se mire. Que habrá quién no valore la corrida de don
Victoriano, incluso protestada de salida, por escasez de trapío, pero es que
esas no son maneras, no se puede echar por tierra, así como así, la novilladita
adelantada que han mandado a Madrid. Animalitos de fina estampa, especialmente
si se les miraba desde arriba, finos como raspas, anovilladas, pero raspas.
Quizá podía aparentar algo más el primero, pero porque cargaba con más kilos
que los demás, estaba más cebado y eso siempre gusta a los carniceros. Si por
agradar, hasta el gremio de los peleteros se felicitará, que con lo poquito que
se ha picado a los de don Victoriano, las pieles estarán casi entera.
Marronazos en mitad del lomo, en la paletilla, estocadas caídas, pero eso lo
solucionan ellos con un parche color capote de brega y andando.
Al fin llegaba a Madrid Miguel Ángel Perera, con esa alegría
que da verle torear, con esa variedad de todo, que lo mismo pega trapazos aquí,
que veinte metros más allá, que cuarenta. Es la viva imagen de la regularidad,
lleva años siendo regular, tirando a aburrido y ventajista. Que eso es muy
difícil. Le salió corretón su primero, al que le enseñaban los capotes, así,
mira lo que tengo aquí, pero el del señor del Río no se daba por aludido. Capotazos
a pies juntos y el toro que tira para toriles, que debía haber perdido el bono
metro según salía. Igual el picador tenía idea de aplicarle cierto castigo, pero
en seguida se le fue de la cabeza, a él y a los cinco siguientes que pasearon
airosos sobre el penco enfaldado. Quite del maestro por chicuelinas y
tafalleras, lo que podrían ser chicufalleras, con el toro arrastrando sus
escasas fuerzas. El trasteo de muleta fue muy parecido al que el matador
realizó el pasado año y el otro y el otro y el otro y… Muletazos abusando del
pico, que lo mismo te pega un banderazo y lo enhebra con un derechazo y luego
un invertido y escondiendo la pierna de salida, muy perfilero, teniendo que
recuperar el sitio y haciéndose pesado. A su segundo tampoco se le picó y eso
que el bicho parecía querer empujar, pero con la cara muy alta. En el segundo
tercio Curro Javier se libró de la cornada de forma milagrosa, cuándo tras
banderillear, el toro hizo hilo, sin que nadie le auxiliara metiendo un capote
con decisión para librarle de tal compromiso. Faena vulgar, con el toro siempre
queriendo irse a las tablas. Le costaba tomar el engaño para afuera, pero para
adentro casi no era necesario ni darle el toque, para salirse del muletazo
dirección a la barrera. Y entre que uno no quería y al otro tampoco le
apetecía, pasó la primera tarde de Perera por Madrid.
Tuvo la fortuna Alejandro Talavante de ver cómo el cielo
bendecía su labor, con el agua vivificadora que descargaban las nubes sobre el
ruedo. Lluvia intensa y el público, con mucho respeto, eso sí, se piró sin
mirar atrás, montando una tremenda algarabía, saltando por los tendidos,
encaramándose a las gradas, sin hacer ni puñetero caso a lo que pasaba en el
ruedo, importándoles un pito si a alguien le importaba y lo quería ver, pero
eso sí, con respeto, con mucho respeto, casi tanto como el que tuvieron con los
que a lo largo de la corrida protestaban las trampas, los novillotes, el no
picar a los toros o el que unos caballeros quisieran pasarse la tarde con
vulgaridades de plaza de la talanqueras garabateando con aquellos novillotes
adelantados. Será por respeto. El animal se arrancó con prontitud y codicia al
caballo, pero a lo más que se llegó fue a poyarle el palo, mientras apoyaba el
lomo en el peto. No cesaba de perder las manos, lo que continuó en el último
tercio, en el que Talavante se limitó a que pasara el rato haciendo que hacía.
En el que cerraba su feria de este año, otro novillote, no se esmeró Talavante
ni tan siquiera en ponerlo al caballo. Que parecía hasta que les iban a dar en
el peto, pero frenó de golpe el picador, no fuera a ser que se le fuera la mano
y le hiciera sangre para dos análisis, el del “rh” y el de los triglicéridos. Aunque
viendo la manifiesta escasez de fuerzas, podrían haber aprovechado para mirarle
el hierro, pero no dio para tanto, ni con el segundo puyazo. Comenzó Talavante
con la muleta con ayudados por abajo, después con la diestra, instrumentando muletazos
tirando de pico y pasándoselo muy lejos. No fue la cosa a mejor, sino todo lo
contrario, lo mismo por uno que por otro pitón, de tal forma que la posibilidad
de ver algo interesante se fue diluyendo poco a poco. No era el día, o quizá no
era la ganadería, pero seguro que no será la última vez que el extremeño se
anuncie con este hierro.
También se despedía de Madrid hasta el próximo mayo, Roca
Rey, porque así, en confianza, ¿ustedes creen que se apuntará a volver de nuevo
por aquí? Ya pasado el trámite, hasta otra, amigos. Que no hizo otra cosa que
saltar al ruedo el limeño, bajo la lluvia, y a los primeros trapazos sin tan
siquiera intentar pararse, ya se lo jaleaba ese coro de voces blancas que esta
ocasión poblaban y despoblaban los tendidos de Madrid, todo dependía si caían
cuatro gotas o no y si salían en estampida o no. Lo asiduos a esta plaza que
serían estos “roquistas”, que no se les ocurrió pensar que en mayo, en Madrid y
después de lo de hace dos días, podía llover en Madrid. Que eso lo saben hasta
los que acuden una vez al año a ver al Fandi. Andaban por el ruedo haciendo que
picaban al novillejo, que se dormía bajo el peto y con el matador deambulando
sin saber cuál es su sitio durante la lidia, con los tendidos convertidos en un
verdadero manicomio. Unos iban, otros venían, que saltaban la valla de la grada
como si estuvieran en el Rocío, se apelotonaban en las bocanas de las gradas,
se atascaban las de los tendidos, ahora me voy, me quedo, me vuelvo, me mojo y
el maestro pegando banderazos por el culo, perdón, espalda, por delante, por
detrás, con el pico, enganchón, carreras, el toro para afuera en cada trapazo, él
más fuera aún, muy vulgar, hasta límites poco pensados, arrimón de plaza de
pueblo, pero no había manera, ni un pase regular, todos de pésimos para abajo. Que
dicen que este chico le hace muchas, muchísimas cosas a los toros, pero que
estaría ya bien que empezara por torearles, al menos mientras vista de luces en
una plaza. Que si luciera casaca roja con charreteras, mallas blancas ajustadas
y un látigo en el Roca Rey Circus, entonces no tendría nada que decir. Al sexto
escurrido de la prestigiosa y deseada ganadería de don Victoriano, Roca Rey no
tuvo más recursos que el socorrido mantazo que intentara frenar las codiciosas
embestidas del animalito. Aunque esto le duró muy poquito, que fue verse frente
al peto y ni para adelante, ni para atrás, que no quería palo. Un tercio de
varas en el que ni hubo varas, ni hubo tercio, con un matador que no sabe dónde
ponerse, él se queda por allí, con aire altanero y aquí me las den todas. Comenzó
la faena con telonazos a pies juntos, demostrando que el para eso sí que tiene
vista, para desplazar al toro librándose de la voltereta, más otro trapazo
culero. La locura. Luego ya vino lo de siempre, vulgar, tramposillo, siempre
metiendo el pico y en lugar de rematar los muletazos, pegaba un muñecazo
delante de la cadera. Se echó la pañosa a la zocata, para que el trapo fuera
por un lado y el toro por otro, sin coincidir en el viaje. Arreciaban las protestas
y los roquistas, que lo tomaron como una afrenta imperdonable, empezaron a
jalear aquello como si fuera la monumentalidad del toreo. Arrimón, invertidos,
empalmados, cuándo de repente en un traspies, el espada cae ante la cara del
toro. ¡Qué casta! ¡Qué fiereza! El de don Victoriano se quedó mirando como la
vaca que ve pasar el tren y ni amago de hacer por él. Ahí se descubrió del todo
el pupilo de este fabricante de mojicones para las figuras. Arrimón que bien
podría ser premiado con el galardón del más vulgar del año y tras una rinconera
soltando el trapo, la orejita. Pero no seamos negativos, casi mejor hagámonos
un buen lavado de cerebro, porque si no ya les digo yo que no hay manera y si hay
valor, quedémonos con lo positivo.
3 comentarios:
¡Qué vuelva El Platanito!
A día de hoy, el único acontecimiento capaz de revitalizar el abono venteño es la vuelta de El Platanito! Que deje la lotería y coja de nuevo los trastos.
¡Qué vergüenza de corrida! ¡Qué birria de toros! ¡Qué poca afición tienen estas pseudofiguras y qué sinvergüenzas! No saben qué artimañas hacer para mantener en pie al inválido, nos toman por gilipollas. Así pasa, que en cuanto sale el toro que tiene un mínimo de fuerza y acude con presteza son incapaces de torearlo. Mira el último toro, un toro ideal para torearlo a la verónica, y Roca Rey incapaz de darle una en condiciones. Estaba tan mal colocado para dar un muletazo que se quedaba perfectamente colocado para seguir con una de esas espaldinas horrendas que receta.
Encima se cruzan al pitón contrario como dándose importancia. ¡Por Dios, pero si cruzas dando la espalda al toro y no te va a coger! Embestían tan lentos que te da tiempo a ponerle la muleta, irte al bar a tomar un café, vuelves y el toro aún no ha llegado a jurisdicción.
Tienen tan poca afición que ni les interesa saber qué toro les ha caído en suerte, no quieren ni ver como toma la primera y única vara, ordenan a los picadores que les tapen la salida. No verás un solo puyazo sin tapar la salida al toro. También la culpa la tiene el público. Si en vez de pitar al picador, pitasen al matador, la cosa cambiaría. El picador hace lo que le ordena el que le paga. En Francia pican de otra manera, mira el año pasado Esquivel o el hermano de El Fundi!
Definitivamente dejo el abono, estas figuritas, estos ganaderos, estos empresarios y este público de aluvión han acabado con lo poco que quedaba de Fiesta taurina. Muchas veces echamos la culpa a la empresa, pero han salido todos para cortar orejas y son tan malos que son incapaces de cortar nada. En cuanto sale un toro que embiste con cierta velocidad, les desborda por completo. No creo que a nadie le guste ver correr los 100 metros lisos a Usain Bolt en 12 segundos cuando es capaz de hacerlo por debajo de los 10 segundos. ¿O es lo mismo ver a Márquez subido en una moto de más de 200 caballos que en una Vespino?
Como le dije a mi compañero, y lo digo de verdad: “tienes más mérito tú toreando becerras que estos de abajo. La becerra se mueve rápido y se te revuelve en un palmo de terreno”.
Un abrazo compañero de desdichas
J. Carlos
La alegría reina en el taurineo con un público asistente verbenero,mayoritario que jalea todo y la novedad es el ponerse de pie ante los muletazos ventajistas.Ahora el toreo accesorio es fundamental,emotivo y si se mata de sartenazo y cae pronto el toro,a pedir orejas los indoctos con fuerza.Y la prensa al servicio del taurineo los apoya en su ignorancia.Y el trilero feliz.
Frogtándose las manos de gusto ante tanto agte.Los que critican,son acusados de reventadores.
M.D.S.
Estoy de acuerod en tu comentario. Pero tu no te movías cuando llovia porque desde donde ves los toros no te llega el agua.
El proximo día que caiga una tormenta como la de ayer hazte el valiente y te pones en el tendido. Que valiente es uno con el agua. Cuando no se moja el culo.
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