Que ya está bien de quejarse que si esto no hay quién lo
aguante, que ¡vaya con los que van a ser alternativados! Que qué largo se me ha
hecho, que ni un par de banderillas, que los de Fuente Ymbro… Pues si no te
gusta, no vayas, haberte ido de compras al Primark a comprarte un pijama, tres
camisetas y dos calzoncillos de felpa de cuello vuelto para el frío. Pero ya
vale de quejarse, hay que saber buscarle la parte buena a las cosas, hay que
ser optimista. Que sí, que ni a los de Fuente Ymbro, ni a Valentín Hoyos, ni a
Nek Romero, ni a Chicharro, ni a los paisanos, ni a nadie había por dónde
cogerlos, que si te ponías a sacarles algo se quedaban como un pingajo, pero
hay que ser optimista ¿Y qué ha sido lo más positivo de la tarde? Pues… pues…
pues… Ya sé, que no han ido los GEOS a bloquear las puertas de la plaza y
después del sexto nos han dejado volvernos a casa. Qué felicidad poder volver a
abrazar a los tuyos ¡Ya estoy aquí! Y que te reciban como si volvieras de la
guerra de Cuba, aunque volvieran cantando.
Pero claro, una cosa es ponerse optimista y otra obligarles
a leer lo que ha pasado en la novillada. Pero nada, no me voy a extender, que
tampoco hay para extenderse mucho. Que resulta más fácil hablar de lo bueno de
los pueblos de los novilleros, que de los novilleros mismos, que se les está
poniendo una cara de abrir carteles de figuras para el año que viene, que no lo
pueden evitar. Abría plaza Valentín Hoyos, de La Alberca, Salamanca; se lo
recomiendo, que preciosidad y qué embutido. Seguía Nek Romero, de Algemesí, que
preciosidad de plaza de toros y las paellas, los caracoles, la locura. Y
cerraba Alejandro Chicharro, de Miraflores de la Sierra, uno de esos refugios
cerca de Madrid para perderse y casi tocar el cielo. Ahora, de lo sucedido en
el ruedo, es hablar de uno y hablar de los tres, porque es complicado
diferenciar a los unos de los otros. Con los capotes son una verdadera nulidad,
que ya pueden estar a las puertas del doctorado, incluso con fecha ya fijada,
pero con la seda parecen verdaderos principiantes, cuando no los mozos del
pueblo en la capea en honor a su patrón. Ni fijar un toro, ni ponerlo al
caballo, que lo mismo venía suelto al hilo de las tablas, que va suelto y el
picador en lugar de picar, no pone el palo por delante y acaba en el suelo y el
factor común de dar mantazos de más, no por eso de quitar con lucimiento, sino
por esa incapacidad de no hacerse con el animal. Y con el percal, ¡ay el
percal! Lo de las faenas de muleta es a ver cómo te enjaretan siempre el mismo
repertorio, que deciden empezar de rodillas, esté el novillo cómo esté.
Consecuencia: el trapo por el suelo y el matador a la carrera. Lo habitual de
citar desde fuera, de abusar del pico, de a lo sumo cazar trapazos y cuando ya
no dan para más, a meterse entre los cuernos, a sacarlos de uno en uno y
alargar el trasteo hasta la desesperación del personal sentado en los tendidos.
Que lo de Fuente Ymbro tampoco ha dado para demasiado, casi para nada y menos,
pero le sale uno con nervio a Alejandro Chicharro en el sexto y no es capaz de
pararlo, de mandarle y de evitar enganchón tras enganchón para frenar la brusquedad
de sus embestidas. Y quizá este fue el único caso que se ha salido un poco de
la norma. Y con la espada, pues que igual hay que pensar en una escopeta de
dardos tranquilizantes o irse a hacer carrera a Portugal, que allí lo de las
espadas… ya saben. Eso sí, hacerle trabajar a los de los clarines, con avisos
tras avisos y a veces hasta rondando el tercero.
Por otro lado, lo de Gallardo ha salido unas veces manseando
buscando las tablas, si acaso medio peleando alguno aislado en el caballo, como
mucho con un solo pitón, saliéndose sueltos del peto, yendo o no a la muleta
como borricas detrás de una zanahoria. Eso sí, una presentación impecable, uno
que se acercaba ya a toro, otros que cada vez salían más escrurriditos en el
tipo raspa asardinada, otro que le tapaban los cuernos, otro con cabeza de
novillo y cuerpo de gorrino Duroc e incluso uno feo acaballado, ideal para el
domingo en el premio Marqués de Bradomín en el hipódromo de la Zarzuela. En
definitiva, ¡una tarde… vaya tarde! Que alguno habrá pensado que el reloj se le
había parado y que marcaba menos tiempo del que llevábamos allí encerrados
viendo semejante espectáculo, viendo el provenir de la fiesta, que ya es el más
irremediable presente. Pero claro, si resulta que todo les parece mal, que no
les gusta nada, que no ponen ni un poquito de su parte para rescatar algo, para
ver lo positivo, pues no haber venido, ¡leches!
Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
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