sábado, 5 de octubre de 2024

Si es que dan, para lo que dan, portagayola y …

A veces lo sucedido en el pasado más parece un sueño y el sueño que se persigue se convierte en una simple pesadilla y es momento de andar devolviendo orejas que te regalaron de la manera en que se regalan las orejas en estos tiempos de tauromaquia modernista.


Dos de los triunfadores estadísticos de la temporada de Madrid. Y digo estadísticos, porque los números son algo innegable, algo que está ahí y punto, no hay discusión. Eso sí, si entramos en la forma en que se engordaron esas estadísticas, ahí igual sí que la hay; que unos vieron el renacimiento de Lagartijo el Grande y otros… Otros solo vimos a un señor que con trampas, una parroquia muy fiel y una plaza llena de feriantes se le entregaban con el único fin de ver a su amigo, paisano o al paisano del vecino, salir a cuestas. El otro encarnaba todo por lo que antes se pitaba y abroncaba a los que calzaban las rosas. Pero en su momento hubo una extraña conjunción de los astros y ¡hala! a convertirles en figuras, en mandones que tenían que estar en todas las plazas, en todas las ferias y en Madrid más que en ningún sitio, porque en caso contrario se estaría cometiendo una ignominia que el afisionao no podía imaginar. Pues nada, van y los ponen en esta feria de Otoño, con ganado a modo, aunque algunos quieran ver en lo de Victoriano del Río unas fieras que se comen a los niños vestidos de luces. Pero también hay que tener en cuenta que en Madrid en otoño, pasado el verano, con toros cinqueños o a punto de serlo, más fuertes, no es lo mismo que en mayo. Fernando Adrián, acelerado toda la tarde, como si tuviera prisa por ir a celebrar el triunfo que creía seguro. Y Borja Jiménez, que estaba dispuesto a soltar el repertorio de siempre, a veces más deslumbrante que lo que realmente era.

Lo de Victoriano del Río ha seguido su guion habitual, con la inestimable colaboración de sus lidiadores. Un encierro que no se puede picar, que no aguanta más allá del picotazo y medio, al que dejan a su aire los dos primeros tercios y después, en el último, pues que les da por seguir los engaños. Solo el sexto pasó por alto eso de no poderlo picar y sí, a ese sí que se l picó y hasta cumplió en ese primer tercio, peleando debajo del peto. En cuanto a la presencia, bueno, alguno iba más justito que otro, pero bueno, tampoco era para cortarse las venas. Fernando Adrián se fue a portagayola en su primero y a su segundo, y así de primeras se puso a darle afarolados y chicuelinas, que ya si eso el propio toro se pararía y fijaría solo, que esa es su obligación, saber lo que tiene que hacer ya de salida. Aunque no se lo debieron explicar muy bien, porque ya en los primeros banderazos con la muleta parecía que se comía al madrileño, que quizá no esperaba verse desbordado tan pronto. Trapazos con el pico, agazapado en las orejas para citar y que el animalito se le estaba subiendo a las barbas. Que si a ver si cazo un natural por aquí, ah, no por allí, absolutamente incapaz, cerrando de un solemne bajonazo. Pero aún le quedaban dos. El que hizo tercero ya flojeaba casi de salida, picotazo casi en la barriga y ni tan siquiera picotazo, se dolió en banderillas y ya con la muleta, trallazos por abajo y ahí ya se le volvían a complicar las cosas a Fernando Adrián. Insulso, aburrido y sin parar quieto, bailando constantemente. Otro que se le iba a marchar sin haber podido hacerse con él. Que sí, que esto es muy difícil, pero, ¡hombre! Algo tendrá que poner de su parte el matador, no solo posturas, carreras y más posturas con gesto altivo y retador. Que ya solo quedaba uno y a Adrián le entraron las prisas, por si no había tenido pocas toda la tarde. Al menos el recibo de este fue el más orinal de los seis, no le esperó a portagayola. Eso sí, no se puede manejar el capote con más desgana. Hablar de picar sería una utopía, si acaso un raspalijón, mientras el de Victoriano pegaba algún amago de arreón muy discreto. Que ya estábamos en el último tercio y aún nadie había fijado al toro y allá que fue el espada de rodillas en los medios, más dando la sensación que a la desesperada, que siguiendo una idea con cierto criterio y algo de lógica. Banderazos por delante y por detrás jaleados por la popular que aún esperaba reverdecer pasados ridículos para la plaza de Madrid. Por supuesto que siempre abusando del pico, el animal se le revolvía, más que por tener malas ideas, porque nadie lo llevaba embarcado y porque adelantaba el engaño más de la cuenta, quedándose al descubierto. Daba uno, dos y ahí ya le quitaba la muleta y pretendía un desplante. Esa precipitación le costó algún susto; como diría uno de los viejos del lugar, se cogía solo. Siguió cada vez más precipitado, alborotado y cada intento de entusiasmar a su parroquia, más encendía a los que veían que se le iba el toro sin haberlo visto, que alargaba el trasteo sin otro beneficio que desesperar y dejar más que en evidencia su escasa capacidad lidiadora. Que habrá quién tire de la estadística y nos salga con no sé cuántas salidas a cuestas. Pues muy bien, pero en este mano a mano ha despejado todas las dudas de lo que puede dar de sí. Un torero mediocre y con escaso bagaje para algo más que para que los partidarios le pidan despojos simplemente por sumar.

Borja Jiménez era otro de los nuevos ídolos de muchos, que iba sumando despojos y al que se le aplaudía lo que en otros tiempos en Madrid se pitaba y no se consentía. Quizá es que los tiempos… Poca originalidad en los recibos, tres portagayolas, tres, incluyendo alguna de esas de cuerpo a tierra. Recibo aparente a su primero, muy jaleado, aunque fuera resbalando la pierna de entrada en cada capotazo, pero vistoso, ha sido vistoso. Se palpaba la predisposición favorable del respetable, que llegó a ovacionar al picador por no picar. Así va la cosa. Inicio medio sentado en el estribo con tintes toreros, pero que quedaron en banderazos destemplados, para seguir por abajo tirando de pico por el pitón derecho y más acomodado en los trincherazos. Luego vino lo de siempre, pico, medios muletazos y citando casi de culo, tirones, enganchones y siempre fuera, muy fuera, para concluir con naturales de frente y ayudados por abajo, siempre atravesando la pañosa. En su segundo, otra vez a la puerta de toriles y mantazos, chicuelinas y lo que haga falta, yéndose el de Victoriano suelto por el ruedo, hasta llegar al peto al hilo de las tablas. Mucho cabezazo y nada de picar o tan siquiera intentarlo. Inicio de faena de rodillas a base de trallazos, para proseguir con empalmados y alborotándose por momentos, trapazos y más trapazos, desarme y cuidadín, que el animal se le empezaba a venir arriba y otro desarme, para concluir aprovechando que el toro se le viniera de repente. Y salió el sexto, nueva portagayola, nuevo desbarajuste, el animal de aquí para allá, que si mira al callejón, más carreras y recibiendo dos puyazos peleados, algo inusual en lo que este hierro nos ha regalado en esta plaza en los últimos tiempos. Se arrancaba con alegría y hubo quién pedía una tercera entrada, aunque personalmente me caben todas las dudas de si habría acudido de la misma forma a ese tercer puyazo. Parecía que el toro pedía media distancia y en los terrenos en los se había sentido cómodo planteando batalla, pero el espada decidió llevárselo lejos, al amparo de las tablas y empezar a sacudirle el repertorio de trapazos insulsos, uno tras otro, después de un inicio agarrado al olivo. Muñecazos, pico, muy fuera, dando la sensación de que el toro se les estaba yendo sin torear. Unos protestaban y como en toda la tarde, otros protestaban a los que protestaban, un clásico cuando Madrid se disfraza de plaza de talanqueras. Y como la cosa no acababa de pitar, pues a meterse entre los cuernos, pero ni ese magno recurso de la vulgaridad consiguió que después florecieran los pañuelos, a lo que tampoco colaboró un bajonazo escapando de mala manera. Quién lo iba a decir, los de Victoriano del Río por encima de unos espadas que no pudieron con ellos, que se limitaron a lo de siempre, pero en esta ocasión con un resultado muy diferente. Cantaron la gallina los “triunfadores” de la temporada, sin posibilidad de regalarles despojo tras despojo, de sacarlos a cuestas, pero no nos engañemos, si es que dan, para lo que dan, portagayola y …

 

Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

1 comentario:

Anónimo dijo...

Enrique, como bien dices, los de Victoriano estuvieron por encima de los triunfadores del ciclo isidril. Ambos suspensos aunque le pondría un punto por encima a Borja Jiménez, también es cierto que pechó con el mejor lote o, tal vez, el menos complicado. De cualquier forma, no fue para nada una tarde aburrida. Firmaba así las dos que nos quedan.

Un abrazo, J.Carlos.