martes, 19 de enero de 2021

Una verdadera gesta


Lo bueno o lo malo de Miura es que, aunque no mires el hierro, se ve Miura


Como diría la canción: cómo hemos cambiado. Cuánto ha cambiado todo, el mundo, el país, la gente, los toros, los que viven de los toros, los aficionados a los toros y las gestas en los toros. Que gran palabra: gesta. Suena al mismo tiempo a epopeya, a épica y a lírica. Es lo que marca un antes y un después, un hito en la historia, escribiendo con letras de oro al artífice de tal heroicidad. Hechos que generan aluviones de reacciones favorables. Cuantas ganas de tener nuestros propios ídolos, poder hacer a un lado a los del pasado a aquellos de los que nos hablaban nuestros mayores y sustituirlos en el pedestal de la admiración por los nuestros. ¡Ay! Vano esfuerzo el pretender recrear la historia para así sentirnos unos privilegiados, por encima de generaciones anteriores. Qué manía con las gestas, si ya es bastante gesta el vivir, para qué buscar más allá. Pero no aprenderemos. Ahora va el don José Antonio Morante de la Puebla y se descuelga con que se pide la de Miura para la feria de Abril de este incierto 2021. Que no voy a entrar en si se podrá celebrar tal evento, ni tan siquiera en si esa propuesta viene con fecha de caducidad o dependiendo de las circunstancias puede ser ad aeternum. Pero sí que entro en eso de la gesta.

 Ya es costumbre que cuando un matador anuncia que se acartelará con una de las ganaderías que en toda su larga carrera no ha querido ver ni en pintura y que, probablemente no volverá a ver ni en fotos, se levanten las voces y acojan tal decisión en loor de multitudes. Lo calificarán de hecho histórico, de heroicidad y por supuesto, de gesta. Y lo de Morante en Sevilla con los Miuras, no iba a ser menos. Ya estamos gestando gestas por los rincones, ya le estamos haciendo hueco en los altares de los toreros comprometidos que se enfrentaban a todo. ¡Calma, amigo Sancho! Que el bueno de monsieur Castella se apuntó a una, una vez y al acabar ya dijo que una y no más, Santo Tomás, que esa había sido porque se le había puesto a él en los perendengues y que ni una más, que para hacer vergüenzas ya había otras vacadas con las que se pasaba mucho menos traguito que con los Miura. Que yo no espero tal cosa de Morante, que igual que se quiere apuntar a esta este año como homenaje a Joselito, del que se cumplió en el nefasto el centenario de lo de Talavera, quién nos dice que no se apunta para homenajearle en el segundo centenario de tal hecho.

 Pero de verdad, ya está bien de gestas y gestos. Porque la mayor gesta en sí misma es ser torero. Que lo de vestir de luces impresiona hasta para una fiesta de disfraces, cuantito más para ir a la plaza y pisar el ruedo en compañía del toro. Esa es la mayor gesta. Bueno, esa y aceptar y hacer suyo el compromiso que supone investirse de oro, plata y azabache. Y no digo enfundarse, ponerse o algo parecido, porque vestir de luces en la plaza va más allá de portar una uniformidad, pero… ¡Qué cosas digo! No solo dudo que lo entiendan como tal muchos de los que hoy en día se visten de toreros, esos que tienen como máxima ambición el ser figuras, sino que no sé si tampoco llegamos a entenderlo los que acudimos religiosamente a las plazas, según el caso, con mayor o menor compromiso, respeto y afición.

 Que el que quiera cantar loas a Morante, o a cualquiera que se anuncie una vez cada centuria con Miuras, que le cante, pero que no pretendan que traguemos ese sapo en amable camaradería taurina. Que no digo yo que Morante, ni ningún otro espada se apunten todos los años a los de la gaita, lo que no estaría nada mal. Aunque sí pido que no se vanaglorien en  público por no hacerlo ni “jartos” de kalimocho. Lo que quizá sería muy bien aceptado es que además de a los Miuras, se apuntaran con la regularidad que marcan todas las temporadas, con Victorinos, Ibanes, Dolores, Rehuelgas, Saltillos, Valdellanes, además de otros hierros ya casi perdidos para siempre, Barcial, Coquilla, Concha y Sierra, Pablo Romero (ahora Partido de Resina), y hasta de lo que ahora torean camadas enteras. Y ya puestos, que se retaran entre los de la parte alta del escalafón, entre figuras, que se midieran con todo aquel que pareciera que pudiera ser alguien en el toreo. Abran los carteles, abran la fiesta a todos, pero sobre todo, abran la mente. Por el bien de todos, olvídense por un momento del negocio y piensen en esto que se nos va de las manos. Que pensándolo bien, si el que un figura se acartele con la de Miura es un acontecimiento histórico que hasta merece el calificativo de gesta, entonces es que estamos mucho peor de lo que nos pensamos. Y si además hay una legión de palmeros que lo alaban como algo fuera de todo lo imaginable, es que ya bordeamos el precipicio borrachos, con los ojos vendados y en mitad de un vendaval que nos va a arrastrar acantilado abajo, hasta despeñarnos contra los peñascos de la vulgaridad, la monotonía y la vergüenza de esta cosa que los finos llaman pomposamente tauromaquia. Si nuestros abuelos abrieran el ojo y nos oyeran, les cegarían las lágrimas al ver en lo que ha quedado eso que ellos llamaban simplemente los toros. Ellos a los que no les cabía la menor duda de que el ser torero, ser matador de toros, eso sí que era y es una verdadera gesta.

 Enlace programa Tendido de Sol del 17 de enero de 2021:

https://www.ivoox.com/tendido-sol-17-enero-2021-audios-mp3_rf_64039066_1.html



miércoles, 13 de enero de 2021

El fútbol de regional

 

Quién podría adivinar lo que hubiera sido el Chico de la Blusa sin capear con vacas y novillos por los pueblos

Recuerdo aquellos años, allá por… hace mucho, en que los domingos por la mañana la gente, normalmente los caballeros, iban al fútbol los domingos por la mañana. Los campos de los equipos de barrio, no diremos que se llenaban a rebosar, pero tenían us parroquianos habituales; incluso tenían hasta socios que pagaban su cuota mensual y mostraban orgullosos el carnet del equipo. En lo que me toca más de cerca recuerdo el Ventas, el Canillejas o el Destino, además de otros como el Pueblo Nuevo. Porque hablar de los Moscardó, Pegaso, Sanse, Torrejón, Alcalá, Parla, Puerta Bonita, Carabanchel, eran ya palabras mayores, ni qué decir ya del Castilla o Atlético Madrileño. Y por la tarde, pues a ver a los mayores, alternándose Madrid y Aleti y reivindicando su sitio el Rayo. Había sitio para todos, todos tenían su lugar y todos medio subsistían, quizá no tanto económicamente, como apoyados por esa gente que mantenía esa lealtad dominical. Pero ahora, ahora no sé si ni cuándo juegan los equipos de barrio y lo que es peor, no se sabe en muchos casos ni si sobrevive el equipo de barrio. Todo lo ha devorado la televisión, todo ha sido canibalizado por los equipos de primera y hasta a veces da la sensación de que solo se existe si se llega a asomar aunque sea un minuto, por la primera y por las retransmisiones de la tele. Y me preguntarán que qué tiene esto que ver con los toros. Pues hombre, seguro que hay interpretaciones, pero, ¿no ven cierto paralelismo entre ambos mundos?

 Discúlpenme al establecer algún paralelismo entre toros y fútbol, con la lucha enconada que se mantuvo durante décadas, pero al final va a resultar que hay más en común de lo que podíamos imaginar. Que poco se podía pensar tal cosa cuando en los tendidos uno se levantaba a insultar y siempre había alguien que le respondía: ¡oiga, no insulte, váyase al fútbol! Pero ya eso es cosa del pasado. Si pensamos en que esos partidos de regional son las novilladas, con y sin caballos, esas que se montaban aparte de fiestas patronales, dónde los chavales se iban fogueando. Esas fiestas de los pueblos en los que había suelta de vacas y a veces toros pasados de edad, en las que la principal lección a aprender era defenderse de ese ganado resabiado, cuando no capeado. Igual que esos jóvenes prometedores tenían que esquivar las tarascadas del defensa que ya no le quedaba pelo en la azotea, pero si malas ideas para levantarte cinco palmos del suelo, infiriendo al novel una cornada de tres trayectorias. Que solo tener que ponerse al lado de semejantes criaturas ya hacía pensarse a más de uno lo de salir a la palestra. Que era jugarse las espinillas o la femoral o que te partieran el alma por los aires.

 Pero todo eso ya casi son recuerdos, épicas pasadas, porque ya me dirán qué pinta uno con el frío del invierno, o del infierno, y los calores del verano, viendo a una gente que probablemente no llegarían a anda, que los buenos, buenos de verdad te los ponen en la tele, cómodamente desde el sillón o incluso tumbadazo en el sofá, en las champions y ferias de postín. Y ya se sabe, lo que no sale en la tele, no existe. Y además, con lo bien que te lo explican todo, que te cuentan el fuera de juego por tener las pestañas adelantadas y ritmo y la formalidad de un animal en sus embestidas. Y me dirán que para que pasar malos ratos si la comodidad nos las ponen en el salón de nuestras casas. Que la verdad, no les falta ni una gotica de razón. Pero claro, luego esperamos que surjan nuevas promesas que levanten la fiesta o que ganen un mundial o en cualquiera de los casos, que pongan nuestra tierra en el mapa y hagan que nos enorgullezcamos de ver en letras de molde el nombre de nuestro pueblo o nuestro barrio. Que la tele al tiempo que nos trae esa comodidad, al mismo tiempo va minando los cimientos de esas pasiones a las que nos sentimos tan atados y con tanta afición. Lo bueno mata lo mejor, ¿qué le vamos a hacer? Pero que no se me confunda nadie, que no estoy en contra de las retransmisiones de nada, ni mucho menos, porque si el canal para alimentar esa pasión se reduce a la pequeña pantalla, aunque esta sea de 200 pulgadas, bienvenida la tele. Que entre nada de toros, o de lo que sea, y el poderlo ver por la tele, la elección es simple, tele, siempre tele. Porque todo sea dicho, no todo el mundo puede gozar del privilegio de ir todos los domingos a la plaza, ni todos los domingos al fútbol, ni mucho menos a ver a los grandes, pero que ni el fútbol grande, ni las grandes ferias devoren la base por eso de televisarlo todo y hagan que todo, en especial la fiesta de los toros, vaya haciéndose cada vez más pequeño, un gigante con patas de alambre, que cuando menos lo esperemos puede ceder y venirse abajo sin remedio. Que otra cuestión para la reflexión son los precios de las entradas, algo que debería pensarse más de uno, aunque solo sea para que puedan sobrevivir nuestras pasiones con las novilladas con o sin caballos, las capeas, los festejos en los pueblos y el fútbol de regional.

 Enlace programa Tendido de Sol del 10 de enero de 2021:

https://www.ivoox.com/tendido-sol-10-enero-de-audios-mp3_rf_63715074_1.html