viernes, 30 de septiembre de 2011

Tanta modernidad me mata

Confieso que uno no está preparado para tanto toreo moderno; vamos por la Tauromaquia 2.0 y yo me doy cuenta que todavía estoy queriendo asimilar el toreo de siempre. Llámenme torpe, pero a un servidor ya le resulta suficientemente complicado el ir descubriendo los secretos del toro y del toreo de siempre, como para meterme en desentrañar y decodificar los mensajes, seguramente encriptados, de esta tauromaquia de última tecnología.

Uno espera que salgan toros con poder y se encuentra con seis inválidos a los que les costaba un mundo mantenerse en pie. Una lástima el bravo y buen primero, que no llegó ni al primer capotazo. Lo que podría haber sido una delicia, viendo como quería empujar con fijeza, acabó dando lástima. En cambio el cuarto, que tuvo más aguante, se fue suelto al caballo y empujó, mientras pudo, con la cara alta, para en el segundo picotazo, querer humillar bajo el peto. Ni los de El Puerto de San Lorenzo, ni el sobrero que hizo sexto de Los Bayones juntaban energías para recibir un solo puyazo entre los seis. Como consecuencia hemos “disfrutado” de un penoso tercio de varas en el que un señor subido a un caballo con faldas ponía cara de apretón repentino para hacernos creer que estaba picando. Pero que nadie se crea que todo el mérito se lo llevan los del castoreño y la cucarda, tengamos un recuerdo para los matadores de la segunda de Otoño EL Cid, Monsieur Castelá y Miguel Ángel Perera, que no han puesto el toro en suerte ni una vez en toda la tarde, que en lugar de irse a su sitio se quedaban parados a la derecha del caballo como la portera cotilla que sale al portal cada vez que la del segundo se despide del novio. Total ¿qué más da? Si en esta Tauromaquia 2.0 lo que cuenta es la muleta, ¿a quién le importa eso de la suerte de varas? en que la verdadera suerte es verla practicar como Dios manda, si es que manda estas cosas. Aunque lo del numerito de la muleta tampoco les ha quedado demasiado logrado, pues aparte de cucamonear un rato los de luces, lo más parecido a una embestida era ese ir y venir que solo emociona a los vanguardistas del toreo.

Abría plaza El Cid, quien ya ha confirmado su paso al lado oscuro, abandonando definitivamente aquel toreo clásico y de verdad que tantas satisfacciones nos dio y tantas esperanzas creó en nuestro corazoncito de aprendiz de aficionado. A su primero le manteo con la sosería que requería el bondadoso primer tullido. En su segundo nos quiso hacer creer que se había reencontrado con su toreo de siempre, pero a cada pase, a cada derechazo o natural ahondaba más en la herida del toreo postmoderno. La peor noticia se había confirmado, aquel torero que no sabía engañar, ya ha aprendido. Varias tandas con la izquierda tirando del toro con el pico de la muleta, muy despegados, en línea recta y sin rematar, que calaban en parte del público que coreaba olés de colegio de monjas. Cambió a la mano derecha y la cosa cambió. Derechazos medianamente aceptables, especialmente si se comparan con lo anterior y con lo que seguiría. Medios pases con media muleta, sin rematar y más enganchados que ligados, más ajustados que el resto. Pinchazo y bajonazo en medio del vientre del animal.

Monsieur Castelá, un torero con una sensibilidad muy personal, aunque ésta no la dirija hacia el toreo, tiene la facultad de estar en el ruedo y dar la sensación de que no hay nadie; es la reencarnación del gran Houdini y sus trucos de escapismo, pero vestido de luces. Además tiene la capacidad de abstraerse de todo lo que hay a su alrededor; ya puede tener delante un inválido sin fuerzas al que le cuesta coger resuello, que él va y lo brinda al respetable, como si fuera el toro de su vida. Pases y más pases sosos, sin gracia, ni torería, con el brazo encogido y sin obedecer a ninguna lógica torera.

Acababa Miguel Ángel Perera, quien se obcecó en torear en los medios a su primero, un manso que al tercer muletazo salía escapado, dejando al bueno de Perera con la palabra en la boca. El toro buscando la querencia y el extremeño empeñado en no salir de los medios. Que no digo yo que no sea una buena decisión, pero a partir de la quinta serie hay que intentar otra cosa. Quizás habría sido más recomendable probar primero entre las rayas del tercio, pero él es un hombre decidido y resoluto, o los medios o toriles. Y el toro decidió por él, pues a toriles. Pases afeados por el pico y por esa costumbre de esconder la pierna contraria, pero que a fin de cuentas no llevan a ninguna parte. En el de los Bayones hizo verdaderos esfuerzos por no estar jamás en su sitio durante toda la lidia. Más toreo moderno, mantazos y un aburrimiento perseverante que empezó pasadas las cinco y media y que concluyó unas dos horas después.

Una tarde con un cartel que nadie entendía, que ha cumplido con las peores expectativas posibles. Quizás haya sido del gusto de la televisión oficial de la plaza de Madrid, pero no de la afición de Las Ventas, que antes de comenzar la corrida lanzó unos papelillos llenos de buenos deseos para la fiesta, la de siempre, la que un día fue grande, la que nos emociona y la que todavía nos arrastra a las plazas esperando que renazca en cualquier momento; pero la realidad es tozuda y tarde tras tarde nos pone delante esta modernidad insoportable. Y es que a mí, tanta modernidad me mata.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Una plaza muy, muy cariñosa



La plaza de Madrid ha evolucionado, usando la terminología de los taurinos cuando quieren decir degeneración, ha pasado de ser una plaza seria, después una plaza amable y al final se ha convertido en una plaza muy, muy cariñosa. Daba gusto ver como trataban a los tres novilleros en la primera de la Feria de Otoño, y lo poco que se han quejado del ganado y lo que han aplaudido al noble y buen sexto, a pesar de no haber sido casi picado y de su forma de arrancarse al caballo, que más parecía un gazapeo que una galopada alegre y codiciosa contra el tío del palo largo.

Los de don Gabriel Rojas han sido el prototipo del toro moderno, o salen mulos o salen babosas que se comen la muleta. Vamos, que un poquito más de ánimos y lo mismo estamos hablando del indulto de un novillo en Madrid y nos ponemos en la senda que ya iniciaron otras plazas, como Sevilla, que se empieza por el novillo y se sigue por… pero eso ya es historia. Silbato, que así se llamaba el novillote, tras superar los trámites del primer y segundo tercio, se encontró con la muleta y su poderoso poder hipnotizador. Embestida tras embestida, nobleza a raudales y sin tirar ni una mala cornada. El ganadero puede que esté muy feliz y orgulloso de lo que ha sacado su pupilo, que no ha sido poco, pero de ahí a pensar en darle la vuelta al ruedo, como he escuchado a algunos mientras salíamos, hay un mundo, pero es que cuando uno se pone cariñoso, la seriedad se alborota y salta por la ventana.

El cartel lo formaban Francisco Montiel, Alberto Durán y Víctor Barrio, y ninguno resultó ser el triunfador de aquellas novilladas de julio que aparte de ofrecer la posibilidad de torear en Madrid, además venía con el regalo de tener garantizado un puesto en esta feria. Francisco Montiel ya parecía atisbar el calvario que tenía que pasar cuando al primer lance vio como le salía volando el capote. Mala lidia, nula colocación y toneladas de aburrimiento y sosería en su parado primero al que logró finiquitar después de escuchar dos avisos. En el segundo se fue a portagayola, mantazos de recibo y más de lo mismo, aparte de la cogida de Antonio Cama, rápida y certera. Nueva sesión de mantazos con el capote, trapazos con la muleta y el vía crucis de la espada, el descabello y el puntillero. Alguien tendrá que contarle a Montiel que para matar hay que bajar la mano izquierda, que para descabellar hace falta que el toro se descubra y que si el puntillero no atina, igual acabas viendo como se te va el toro a los corrales. Pero como el roce hace el cariño, el matador solo ha tenido que escuchar un tímido abucheo a modo de tironcillo de orejas. Ya habrá días mejores. Total ¿a quién no le han sonado los tres avisos en Madrid? Y pelillos a la mar.

Alberto Durán se destapó con un más que aceptable quite a la verónica, rematado con una media de rodillas. Vulgar con la muleta, con demasiadas carreras y sin acabar de quedarse quieto, cambiando el toreo por el trapaceo y sin cuidar la colocación. En su segundo una especie de tafalleras sin gracia, apiladas con dos verónicas más, para acabar con otra faena de muleta insulsa y aburrida.

Cerraba la tarde Víctor Barrio, al que después de tantas comparecencias al final uno le coge cariño. Para que luego digan que lo de Madrid no se valora; una faena valiente y con cabeza a un novillo complicado, otra vulgar a uno bueno y con eso ya ha venido a la oportunidad de julio y a la recién estrenada Feria de Otoño. Y bien que la ha aprovechado la tarde el segoviano. Vale que no ha encontrado su sitio durante la lidia de sus dos novillos, no importándole tener que pasar por el culo del penco en el primer tercio, ni si el toro iba al relance contra el peto o si ponía en práctica la afamada suerte del “ahí te quedas”, sin preocuparle si los terrenos son los adecuados o no. Con la muleta muy vulgar y mal en su primero y aprovechando las dulces embestidas de su segundo. Recibió al que cerraba plaza de rodillas, mantazo va y mantazo viene. Mucho derechazo componiendo la figura, llevando al novillo enganchado al pico de la muleta, allá por las lejanías, no vaya a ser que en una de estas se le ciña y le manche el terno. Ni por el derecho, ni por el izquierdo impuso su ley, acompañaba el viaje sin mando, ni toreo. Y para agradecer el cariño recibido, nada mejor que tirar de repertorio de plaza de talanqueras o puede que sea lo apropiado para una plaza muy, muy cariñosa, pero como uno no está acostumbrado a tanta amabilidad, pues se pierde, me pierdo, no acabo de cogerle la medida a esta relación entre los de arriba y el de abajo. Estocada entera y contraria y la orejita, ¡Viva los despojos! La pena es que la oreja bien limpita, bien lavada y con unas judías, no da para invitar a comer a toda una plaza de Las Ventas, pero ¿qué más da? si lo que cuenta es la intención y el ser cariñoso, eso siempre, hay que ser muy, muy cariñoso.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Barcelona. Y después ¿qué?

A vicente Pastor, el Chico de la Blusa, que el 30 de septiembre serán 49 años sin "er sordao romano".


El final de Barcelona ya es un hecho más que consumado. Si Dios no lo remedia, que parece que no lo remediará, los toros han desaparecido de Cataluña. Y ahora ¿qué? La verdad es que el mundo del toro hizo poco y tarde para evitar este cierre por defunción. Alguna tibia manifestación con pose de indignados y poco más. Cualquier iniciativa plausible ha tenido que partir del aficionado, que en muchos casos ni iba, ni se planteaba ir a los toros a la Monumental, pero que el hecho de esta prohibición lo sentía como si le amputaran un brazo. Luego la lucha hasta el final de los escasos aficionados que aún quedaban en Cataluña, que tuvieron que sufrir en sus carnes como el acudir a la plaza se convertía en una actividad de riesgo, en la que en el mejor de los casos tenían que aguantar que les llamaran bárbaros, crueles, inmhumanos, asesinos y otras lindezas del estilo. Yo me pongo en su pellejo imaginándome esa situación en la puerta de Las Ventas mientras voy de la mano de mi hija y se me remueven muchas cosas por dentro. Y no quiero caer en la burda tentación de acusar al aficionado catalán de haber dejado de ir a la plaza y permitir la desaparición de las corridas de toros, porque sería tanto como acusarles de no haber aguantado el constante abuso, abandono y falta de interés de los responsables taurinos y de no haber sido capaces de ponerse delante de un tsunami político y detenerlo. El aficionado puede tener la conciencia muy tranquila, porque han defendido su pasión como han podido.

Se han recogido firmas, ha habido a quien su bolsillo se lo ha permitido y se ha acercado por la Monumental, pero al final se les ha dejado solos, se les abandonó hace muchos años y de la misma forma se les ha dejado tirados. Les han pegado, zarandeado, insultado, han tenido que contemplar el bochornoso espectáculo del Parlament y nadie se movió. Serafín Marín tuvo que aguantar en soledad como una votación le convertía en un proscrito en su tierra. De la noche a la mañana, nunca más podría volver a trabajar en su casa. Nadie le acompañó en ese trance, ni los Ges, más preocupados por eso de la cultura, ni los empresarios, que no sé si les preocupa algo, ni ganaderos, que hace décadas que no ven mercado en Cataluña, ni mucho menos los medios de comunicación, en los que muy de tarde en tarde se puede ver u oír algo de información taurina a modo de canto de cisne.

Pero una vez que todo esto parece acabado, a pesar de esos leves intentos de retrasar lo inevitable, ¿nos podemos quedar tranquilos? Pues a mí me da que no, que a lo mejor esto solo es el principio evidente de un final cierto. Hace un par de décadas parecía impensable el que se pudiera llegar a estos términos. Igual que ahora parece inaudito tan solo el plantearse unas Fallas sin toros, un San Isidro sin feria, unos sanfermines sin encierros ni corridas de toros y así podríamos hacer la lista todo lo extensa que queramos. Pero una vez perpetrado el atropello, pensemos que esta corriente se puede extender y que además son muchos los que están dispuestos a ello.

Los antitaurinos cuentan con el terreno abonado ideal, con la ignorancia de la gente. Y si no, que cualquiera piense en esas creencias absurdas que se tienen sobre el mundo de los toros, que serán falsas, pero que han calado profundamente. Eso de que el toro en el campo no hace nada, que se les enseña a embestir, que se les pinchan antes de salir para que salgan al ruedo cabreados como monas, que los toreros llevan protecciones en el vestido de torear, los que no distinguen el ganado para carne del toro de lidia, que a las vacas bravas se las ordeña, y todas las barbaridades que se nos antojen. Y esto que cuento juro que lo he oído o leído en algún momento, que no son invenciones propias de un momento de delirio de una mente truculenta.

Puede parecer exagerado, pero yo tengo la sensación de que la fiesta de los toros está abandonada. Abandonada precisamente por aquellos que más fuerza e influencia tienen para manejarla, que se mantienen firmes en esa creencia inmovilista de que nada acabará con los toros y que cualquier posible actuación de mejora solo va dirigida a acomodar hasta lo inverosímil su situación personal. Ellos quieren ver bondad por todas partes y rechazan cualquier ataque a las corridas de toros como algo contra natura y que nunca conseguirá derribar el tótem ibérico del toro de lidia. Igual tienen razón y yo me estoy poniendo demasiado trágico, pero vuelvo a unos párrafos más arriba, ¿el caso catalán no se puede dar en otras regiones españolas? Pues cuando menos, habría que plantearse tal posibilidad ¿no? De acuerdo que esta prohibición responde a intereses partidistas y se ha utilizado el argumento erróneo de la exclusiva españolidad de los toros, como si fuera un invento propio del centralismo y que se hubiera impuesto al resto de territorios hispanos a la fuerza. Razonamientos falsos a todas luces, pero que han calado en parte de la población y que los políticos han hecho suyos esperando obtener sus buenos réditos electorales.

¿Quién nos dice que en Galicia, Asturias, Cantabria, Euskadi, Aragón, Comunidad Valenciana, Islas Baleares, La Rioja y así una por una, no se vayan infectando del virus abolicionista? Pues ahora mismo creo que nadie; y aunque parezca un contrasentido, el tomar conciencia de ello favorecería sobre manera a la fiesta de los toros. Sintámonos atacados, sintámonos vulnerables y que esto que un día fue grande puede desaparecer para siempre. Aprendamos esta lección de una vez, preparémonos para ello y quizás aseguraremos una larga vida a la fiesta de los toros. Pero esto no se arregla con declaraciones de Interés Cultural, con clamar que la tauromaquia es cultura, que es arte y todo lo que ya sabemos, porque basta con cambiar el tiempo del verbo, ponerlo en pasado y sanseacabó. Todo esto es indiscutible, pero además de todo eso, lo más urgente ahora mismo es devolverle a la fiesta el interés, la pasión, la emoción y la verdad que rara vez se ve ya en las plazas del mundo. Porque de una cosa sí que estoy plenamente convencido y es que si la tauromaquia se muestra en toda su integridad, engancha. Y si no, solo hay que ver como el aficionado que un día vio hacer el toreo sigue yendo a la plaza, a pesar de todo, para ver si el milagro se vuelve a producir.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Aficionados, ciudadanos, votantes y sufridores



Quiero empezar diciendo que admiro a todos aquellos que rigen nuestro país, desde uno y otro lado, nuestras comunidades, ciudades, pueblos, empresas que se dedican a organizar los espectáculos, funciones o eventos de todo aquello que es nuestra afición. No me negará nadie que la cosa está bien montada. Está tan bien montada, de momento, que todos estos señores pueden hacer lo que les dé la gana, sin que se pueda hacer nada de forma inmediata. Tan bien montado está el tinglado, que para atacar estas fortalezas lo primero que se precisa es paciencia y una formidable fuerza de ánimo. Aunque ahora visto así no sé si debo cambiar la admiración por la sorpresa y el estupor; creo que se ajusta más a lo que siento.

No será la primera vez, ni el primer blog de toros que recuerde el pensamiento de Ortega y Gasset y la estrecha relación entre la historia del toreo y la historia de España y la necesidad de ambas para ayudar a comprenderlas. Ahora nos encontramos en un momento en que la dualidad se ha llevado al extremo y se ha conducido hacia la radicalización de las posturas. Tu eres rojo y yo azul, o viceversa, y gracias a los que mandan, nos mantendremos uno frente al otro, por el simple hecho de que nos hemos tenido que alistar en uno de los dos bandos. Poco a poco se fueron eliminando otras tendencias de pensamiento y lo hemos dejado en ser rojo o azul. Así como mucho tenemos dos tipos uniformes de pensamiento, despreciando cualquier idea que se salte esta tiránica tendencia. Y mientras nos enredamos entre nosotros, hay unos señores que sacan provecho de la situación, más preocupados de mantener su sillón, que de actuar a favor de quien les paga, quien les vota, quien deposita en ellos su confianza y quien en definitiva les hace el encargo de vigilarle sus intereses, los intereses mde la "res publica". Mientras unos ladramos, otros se comen la pieza.

Algo parecido ocurre en este mundo de los toros, de momento ya han conseguido dividir a la afición. Los que entienden el espectáculo actual y los que no nos cabe en la cabeza. Los prodomecq y los antidomecq, los afines al G10 o a algunos con sus faenas majestuosas y los que no les vemos la gracia ni haciéndonos cosquillas. Los que no quieren ni ver al toro encastado y que pone complicaciones para su lidia y los que los preferimos antes que las borregotas tontas, los que entran en disquisiciones vanas sobre tal o cual crónica, sobre una oreja negada o un indulto discutido y los que creen que entrar en eso es hacerle el caldo gordo a los poderosos. Y mientras, estos poderosos hacen lo que les sale de la punta del belfo. Mientras nos tienen entretenidos con esa oreja negada o regalada al Juli, si Manzanares tiene porte y elegancia o si tiene un toreo crispado y de lejanías, si Morante es el arte más puro bajo las estrellas o si se ha acomodado, si hay que tragarse muchas cosas a partir de un ganado impresentable e inasumible por el aficionado.

Ahí nos tienen entretenidos con un sonajero y mientras, por detrás, están repartiéndose unos las plazas, otros los carteles, las ferias y hasta los programas y espacios en los medios de comunicación. Me los imagino como en la película “Con Faldas y a lo loco”, en la reunión anual de “Los Amigos d la Ópera Italiana” en Florida, con el Pequeño Bonaparte al que quieren jubilar, Botines Colombo quitándose de en medio a Charlie Mondadientes y en medio de todo dos chalados travestidos y tocando en una banda de señoritas. Y luego en Chicago, Florida, Nueva York o donde sea, la gente tragando quina y aguantando lo que esta panda de matones decide por ellos.

Pues el paralelismo a mi me sale muy fácil, unos señores decidiendo quien cogerá Madrid, otros poniendo en los carteles de las ferias los nombres de los afines, de los más sumisos o de los que nunca pueden suponer una molestia para sus toreros. Y hecho el reparto puede que nos encontremos que las preferencias del público, del aficionado, acaban ametrallados en un garaje en la Noche de San Valentín. Solo nos reconocerán nuestro derecho a pagar y nuestra obligación de callar, porque esto ya no es que lo pidan o lo sugieran, lo exigen. Los que están dentro del sistema tienen suficientemente asumidas y aprendidas las coartadas para tapar tanta indecencia, como los gansters, los políticos o los encargados de una obra en la comunidad de vecinos. Y el que se quiera salir de tal embrollo, va dado. Ya no solo no nos quieren dejar ladrar, quieren que ladremos a los que ellos quieren. Y si no te gusta, te vas. ¡Tócate los pies! Si vivo en un país lleno de indecencia, tendré que emigrar a otro, si en mi ciudad hay un señor que se gasta mi dinero en lo que le da la gana a él y no en lo que sus siervos necesitamos, pues a mudarme a otro sitio y si en un espectáculo que mantengo yo y otra legión de incautos no estamos de acuerdo, pues o callamos o nos vamos. Pero lo malo es eso, que no se dan cuenta, o parecen no dársela, que si dejamos de ir los que pagamos, no habrá quien les dé de comer, porque una plaza llena de amigos, parientes y leales con invitación, no reportan los cuartos suficientes como para mantener esto.

A ver si todos, el que esto escribe el primero, nos damos cuenta de una vez que las peleas entre las bases no nos llevan a ningún lado, que tu adversario no es tu igual, ni el desgraciado que paga y no recibe en la misma proporción de lo que paga, sino que hay que mirar más arriba y exigir que nos den lo nuestro, lo que necesitamos, que no es lo mismo que lo que merecemos, porque de momento y mientras sigamos equivocando el punto de mira, seguiremos teniendo lo que nos merecemos, que por lo visto no es lo mejor, es más, la mayoría de las veces es una basura y yo me niego a tragar con que lo que aficionados, ciudadanos, votantes y sufridores nos merecemos sea nada más que eso, los escombros de algo que fue y que ya no es, nos digan lo que nos digan.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Mi exposición y mi agradecimiento

Al fin he sido capaz de meter la exposición del Museo Taurino de Valdemoro en una sola pieza, para mayor facilidad a la hora de verla, si hay alguien que tenga esa inquietud. Aquí se puede ver lo que soy, porque al fin y al cabo, uno es lo que hace, su trabajo, sus opiniones y en este caso mis cuadros intentan reflejar lo que es para mi esta afición a los toros, que me invade y se me manifiesta moviendo las manos con cualquier cosa entre los dedos, garabatos al fin y al cabo.

Esta es la recreación de muchas verónicas, naturales, faenas imposibles y toros bravos que se mueven en mi mente. Lo que no se puede ver es el agradecimiento que siento por todos los que me han mostrado su apoyo. Unos reaccionando sin pensárselo dos veces para dar difusión al hecho de la exposición, otros haciéndome llegar sus buenos deseos, ante la imposibilidad en forma de largas distancias que impedía su asistencia, otros regalándome una tarde para ver mis toros y toros desde mi ventana, dejando sus cosas por acompañarme un rato, sin importar los kilómetros, el transporte público, el cargar con toda la prole a ver los cuadros de un amigo, o hasta tirar de las amistades propias para ver que pinta ese loco por los toros. Vamos, que ni en los funerales. Y en los funerales al fin y al cabo es para consolar a los deudos del difunto, pero en este caso, afortunadamente para mí, no había difunto. Y por último están los que en un momento decidieron que me abrían su casa para exponer, la Peña Taurina de Valdemoro, Fernando, Conchi, Diego y todos los demás, afición viva a los toros, con los que me pasaba todas las tardes un buen rato y me acababan dando las tantas sin enterarme de que el tiempo pasa. Barbacoas, tardes al fresco, toreo de salón. charletas de toros y de lo que ya no queda, niños jugando al toro. Quizás lo menos agradable sea que la exposición de “Los Toros desde la Ventana” ha sido la única presencia de la tauromaquia en las fiestas de Valdemoro de este año, pero seguro que esta carencia se acabará subsanando en futuras celebraciones; al menos el empuje de los peñistas está garantizado. Muchas gracias a todos y ahí os dejo lo que se vio.


domingo, 18 de septiembre de 2011

Juan José y Sánchez Bejarano, de Salamanca

El capote sirve, y mucho, para ahormar al toro. Otra cosa es saber ponerlo en práctica.


Suele ser habitual ver en los carteles como debajo del nombre del matador figura su lugar de procedencia, algo que a priori no debería tener mayor importancia, pues cada uno nace donde le toca y no hay lugar para reclamaciones. Pero esa coletilla que dice de donde viene el coletudo siempre ha supuesto una cierta idea de lo que el aficionado puede esperar ver en el ruedo. Y si alguna ciudad o provincia aseguraba un sello propio y muy definido era la que se anunciaba como “de Salamanca”. Entonces el aficionado esperaba a un torero lidiador, con buen manejo de las telas, buen capotero y capaz de plantar cara al toro complicado. Una fama bien ganada y alimentada por el buen hacer de nombres como El Viti, por encima de todos, El Capea padre, Julio Robles y más tarde José Ignacio Sánchez, que son los más recordados y conocidos por casi cualquier aficionado actual; pero yo no quiero olvidarme de dos toreros con una calidad indiscutible, que mantuvieron un buen cartel, que respondían a la perfección a eso de “de Salamanca”, pero que por diferentes motivos no se les ha valorado como quizás algunos creemos que se debía.

Agapito Sánchez Sánchez, “Sánchez Bejarano”, fue un torero de esos que aunque se anunciara el día de Nochebuena, el aficionado iba a la plaza, que esperara el cordero, ver torear al salmantino siempre tenía interés. Como ocurre con muchos matadores de toros, Sánchez Bejarano sufrió la injusticia de considerársele un buen capotero. Que lo era, pero esto no debe tapar lo buen torero que era. Pero claro, si uno era apoderado por Manolo Escudero y no aprendía a manejar el capote, entonces merecería ser mandado a las mazmorras del toreo y encadenado con grilletes a la vera del Tormes. Manejaba el capote con arte y con mucho poder. Metía a los toros en la tela preparándolo para el último tercio, que para eso sirve básicamente el capote.

Ya deslumbró en su presentación como novillero en Madrid, descubriéndose como un torero con gusto y que sabía lo que se hacía ante los novillos, en esta ocasión del Jaral de la Mira. Se doctoró en Las Ventas en pleno San Isidro, con El Viti de padrino y ganado de Francisco Galache, confirmando las buenas expectativas que despertó con anterioridad, y sorprendiendo en la forma de ejecutar la suerte suprema. Y subrayo lo de la ejecución, tan importante como la colocación y la eficacia de la espada. Tres pilares irrenunciables y en los que ninguno puede prevalecer sobre los demás.

Sánchez Bejarano se mantuvo poco tiempo en lo que se puede llamar el circuito de las grandes ferias, pero sí que era habitual verle en Madrid en las corridas del verano o antes de San Isidro. Él solo ya era suficiente aliciente para decidirse a ir a los toros, unos iban a ver el capote, otros a ver a un torero “de Salamanca”, otros a ver su espada, pero todos coincidían en que se iba a ver a un buen torero, a un matador de toros.

Juan José fue un torero que despertó las ilusiones no solo de la afición charra. Parecía la perfecta continuación a El Viti, ya consagrado, muy del gusto de Madrid, torero sobrio con capote y muleta y con ese saber defenderse que da la experiencia de haber andado por las ganaderías de la provincia. Porque hay que tener en cuenta que estamos hablando de un momento en que el toro era bastante más encastado que lo que podemos ver ahora. Tomó la alternativa en Manzanares y la confirmó en Madrid de manos de El Viti, no podía ser de otra manera. En plena feria de San Isidro, con ganado de Galache, otra vez Galaches, que don Antonio Díaz Cañabate no dudó en calificarlo de borregos. Cortó una oreja y ahí empezó lo que se suponía que iba a ser una fértil y fructífera carrera como matador de toros, confirmando con buenas actuaciones las promesas de sus comienzos. Pero cuando no llevaba casi ni un año de matador de toros la desgracia se le cruzó en la carretera. Un grave accidente de tráfico le ocasionó la pérdida de la visión de un ojo y un freno insuperable en su vida como torero. Continuó vistiendo de luces, pero sensiblemente disminuido en sus facultades, pero afortunadamente para algunos, como es mi caso, en esos años de tenacidad y de resistencia a abandonar, pudimos ver el concepto de su toreo, muy puro, elegante y con mucha verdad. Hoy lleva el timón de la escuela de Salamanca, pero de momento la afición continúa esperando ver de nuevo un torero que ostente los valores que se le suponían a aquello de “de Salamanca”.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

El pliego de Madrid, que sea para Madrid

Madrid, ¿quién te ha visto y quién te ve?


Se acaba la temporada, acabaremos con el Ocho Naciones, la feria de Otoño, Frascuelo el día de la Hispanidad y a otra cosa mariposa. El aficionado a sus libros, a escribir, el que sepa, a leer, el que tenga ganas y mientras todos mirando de reojillo lo que decida la Comunidad de Madrid y su Centro de Asuntos Taurinos, que parece devorar cualquier sentido crítico y de buen aficionado de todo el que allí pone sus reales.

Si nos paramos a pensar en los candidatos, la cosa es para echarse a temblar y cualquier panorama posible resulta tenebroso, oscuro y que no se le habría ocurrido ni al peor enemigo de la fiesta. Los Lozano, monsieur Casas, Matilla, los Chopertitas, asociaciones temporales para sangrar a Madrid y a sus aficionados, llevándose por delante mucho de lo que supone la plaza de Las Ventas. Serán unos u otros, pero al final, la sensación que da es que para ser empresario de Madrid, antes se debe haber sido empresario de Madrid. Es un sin sentido, pero al final eso es lo que parece.

Ya han hablado, y muy bien por cierto, otros de las condiciones del pliego, detallando cada uno de los puntos y analizándolos. Pero yo me planteo otra cosa ¿Son válidos estos criterios en la actualidad? ¿Son válidos de cara a los intereses de los aficionados de la plaza de Madrid? ¿Coinciden esos criterios para confeccionar los carteles con el gusto del aficionado de Madrid? Pues sinceramente creo que no. A fuerza de no tener en cuenta al aficionado de Madrid, en la plaza de Las Ventas se vienen produciendo varios fenómenos, por un lado el aficionado está abandonando la plaza, solo acude en las corridas de abono obligatorio y deserta de los tendidos durante el resto de la temporada. En cambio es más que evidente que los que tímidamente sustituyen a estos aficionados son un público de aluvión, los que viajan en autobuses acompañando al torero de la tierra, los turistas que entran a los toros sin saber con qué se van a encontrar y algún que otro despistado que se decide a acercarse a la plaza con cualquier excusa, que si Frascuelo, que si los Coquillas, que si fulano, que si mengano, pero que al final todo es autoengañarse para mantener la afición. Y lo malo es que entre todos, sustitutos, turistas y despistados no llegan casi ni un cuarto de plaza; que ya con escuchar los clarines y timbales estallan en una atronadora ovación y que cuando el paisano está enfrascado en pegar derechazos a montones, se empiezan a oír sospechosos “biieeejnn”, allá en los bajos del nueve. Será la zona de las invitaciones.

Madrid se ha convertido en una plaza que parece que solo quiere acoger a los foráneos y echa de sus tendidos a los de casa. La feria de San Isidro y su continuación del Aniversario parecen montadas única y exclusivamente para dar gusto al canal oficial de la feria, a los taurinos y a algún despistado que aún piensa que la temporada de Madrid es solo en mayo y que el Cordobés fue un maestro del toreo.

Hasta el momento la forma de cumplir con las exigencias de contratación del pliego es que si tantos toreros del grupo A, del B o del W, pero digo una cosa ¿Tantas ganas tiene Madrid de ver una y otra vez a los toreros que actualmente se encuentran en el grupo A? Yo particularmente estoy cansado y aburrido de estos “Aes”. No les soporto, no puedo con ellos y además no me permiten ver a otros toreros mucho más interesantes que ellos, aunque casi no lleguen a la docena de festejos por temporada. Y por si esto fuera poco, estos “Aes” se traen debajo del brazo un ganado infumable, que nos aburre año tras año, para entre todos llevarse nuestro dinero sin dejarnos decir ni mu.

Señores empresarios, presentes y futuros, reales y posibles, señores de la Comunidad de Madrid, ¿tan difícil es escuchar la opinión del aficionado que religiosamente paga su abono y se resigna a mantenerlo de por vida con la esperanza de que esto mejore algún día, como si todavía fuera a reaparecer el maestro Domingo Ortega? ¿Tan complicado es que cada abonado pueda tener un código digital que le permita dar su opinión? De esta forma el abonado de Madrid, que supone más del 80% de la plaza, podría votar a diez toreros a los que quiera ver, sean del grupo que sea, a cinco o diez que no quiera que hagan el paseíllo en Las Ventas y lo mismo con las ganaderías. Los taurinos igual se llevaban alguna que otra sorpresa. Alguno tendría que decir aquello de “en Madrid, que “atoree” San Isidro.

¿Se imaginan los hierros que saldrían en San Isidro? Palha, Miura, Victorino, Buendía, Dolores Aguirre, Escolar, Adolfo, los Cobaledas, Prieto de la Cal, Cuadri y tantos otros que se quieren ver, aunque no estén en su mejor momento. Y entonces seguro que bien en corrida de toros o en novilladas, acabaríamos viendo de nuevo a los de Moreno Silva. De esta manera igual las colas de apoderados a la puerta de los despachos de la empresa serían bastante más cortas, o no, pero lo que seguro que cambiarían serían las caras. Y ya no entro en lo de facilitar la adquisición del abono utilizando los métodos propios del siglo XXI y no del XIX, sobre los accesos a las localidades con escaleras mecánicas, la salubridad de los servicios de la plaza, el conocimiento del reglamento en cuanto al público, del personal que trata con el espectador, de la información de los carteles en los medios de comunicación, de la facilidad para devolver las entradas los días en que los cambios de toros o toreros lo permitan y por último una cosa que no debe ser muy complicada, dar a conocer que lidiadores han merecido ser sancionados durante la lidia por conductas incorrectas o contra el reglamento, así como la cuantía de la sanción y si éstas se satisfacen oportunamente. Pero creo que será más fácil pedir la luna.

martes, 13 de septiembre de 2011

Dos horas más, lo que esconden y lo que no se dice

¿En dos horas se puede aprender a torear como Pepe Luis?


Hoy me voy a apartar del guión habitual de esta bitácora, aunque tampoco creo que me aleje mucho. La duda es si centrarme en los profesores de secundaria de la Comunidad de Madrid o si hacerlo en su señora presidenta, doña Esperanza, esa misma que alardea de su afición al toro siempre que puede, que nos da medio con una mano y nos quita veinte con la otra.

Ahora resulta que trata de vagos y maleantes a sus empleados, esperando que su clientela, los padres de los alumnos, se vayan corriendo a ser empleados de otros señoritos, aunque quién nos dice a nosotros que el patrón pueda ser el mismo, pero con otras funciones no públicas. Pero esto es una simple conjetura personal y de momento indemostrable por mi parte. Aunque esto no quita para que yo me vea obligado a contar muy por encima lo que hace un profesor de secundaria en un instituto de la Comunidad de Madrid. Aparte de levantarse todos los días a las siete de la mañana, lo que tampoco es infrecuente, para empezar a dar sus clases a las 8:20, cuando no para reunirse con sus compañeros de departamento o con el resto de tutores de un curso, cuidar la biblioteca, mientras coloca y clasifica libros con la esperanza de que los niños pidan alguno prestado, también puede que se pase la hora hablando con teatros, museos, empresas de autobuses o lugares a los que llevar de visitas a los "chicos", como dice ella. También puede ponerse a hacer gestiones para conseguir que algún escritor de prestigio se acerque a su instituto a dar una charla a los chavales, cuando le toca acude a las reuniones que les marcan para conocer las directrices del examen de selectividad, ese que aterra a los estudiantes, para que vayan lo mejor encauzados que se pueda.

Pero que nadie se piense que todo es tan bonito y tan de color de rosa, no todo es trabajar y dar clases, clases que generalmente son de lo que a ella le gusta y lo que en su día estudió por elección propia. También tiene que hablar con los padres, que ya se sabe cómo somos, y si no, imaginemos nuestro comportamiento cuando creemos tener un figura y al niño no nos lo ponen ni en los carteles de las fiestas del pueblo. Pues esto es igual, con la diferencia que te lo ponen en unos papelitos y al tercer aviso te lo mandan a casa una semana. Como si fuera un indulto, pero rebosando cabreos, mosqueos y muchos “¿y ahora qué hacemos contigo?” y eso de “pues en casa, tú solo, no te quedas”. Luego también hay que llamar a los padres con cierta regularidad, cuando el niño precisa de una lidia firme y el papá o la mamá no se pueden acercar al instituto porque están muy ocupados y tienes cosas muy importantes que hacer. Aunque también los hay que son tan vagos y maleantes como los profesores y salen de su casa a las ocho de la mañana para volver a casa a las once de la noche, todo a cambio de un mísero sueldo que les da para bien poco, todo gracias a la crisis. Lo de pasar faltas, poner partes, impartir disciplina y esa serie de menudencias, lo dejamos aparte. Incluso el café que se toman en el recreo, dejando de lado que a veces no hay tal café, pero bueno si lo hay, se disfruta.

Y en estas estamos cuando nos dan las dos y media. Que gusto, ya hasta mañana, ahora ya a disfrutar de una tarde libre, de pasear por el parque, ir de compras, ver la tele, jugar con los niños, tratar a su marido como el rey de la casa cumpliendo las funciones propias de la mujer, según la Sección Femenina de hace 50 años, hacer postres y cocinar ricos platos o dedicarse a hacer la labor. Pero ¡quita! ¿Qué esto no puede ser? pero ¿Cómo? Ah, que ahora toca corregir exámenes, revisar cuadernos, leer redacciones, ver comentarios de texto o preparar clases. Pero, después de tantos años, las clases se prepararán con la gorra ¿no? Pues no, esto es como en los restaurantes, que uno quiere la carne muy hecha, otro vuelta y vuelta y otro en su punto, además de con poca sal, sin sal, muy sabroso, con salsa de roquefort, con salsa de champiñones, con patatas chips, fritas o panaderas, con ensalada, pero que no lleve aceitunas, con mucha lechuga y sin tomate, con tomate pero sin lechuga, sin cebolla, por favor. Pues enseñar La Celestina es algo parecido, porque a parte de tener que releerla todos los años que caiga, hay que descubrírsela al niño chino que lleva tres meses en España, los rumanos, búlgaros, magrebíes, niños con dificultades en casa, niños que la dificultad son ellos, niños que pueden con más de lo que se les exige o niños con deficiencias a los que es necesario adaptarles el material de trabajo. Y además, para incentivar a los niños y para que aprendan mejor lo que se les explica, se buscan textos literarios, se empeña en llevarles al teatro, se hace un periódico, se prepara un plan de fomento de la lectura, se les montan los vídeos de lo hecho en la clase de teatro, para que se vean, se mantiene al día un blog educativo en el que los niños vuelcan su creatividad. Todo esto con clases de 30 alumnos si son de la ESO, pero hasta 37 ha tenido si son de Bachillerato, máximo según ley, y siempre y cuando no tenga que dar una afín, que lo mismo puede ser geografía, que la sustituta de la religión, que latín, griego y según que casos, hasta gimnasia. Vamos, que más que una esposa, uno parece vivir con Super Mario BROS.

Eso sí, las vacaciones son de lujo, aunque bien es verdad que sumando horas todavía te faltan días libres; que a veces esas vacaciones se tienen que dedicar a hacer cursos, pagados del bolsillo de cada vago y maleante en caso de no optar a una beca; sin contar la sustanciosa merma de sueldo durante dichos períodos vacacionales, lo mismo que las pagas extras que distan mucho de ser una paga más, ya que los posibles suplementos desaparecen de repente en verano y Navidad. Pero eso sí, es un trabajo fijo, ¿o no? ¿Quién dice que no se esté intentando privatizar la docencia dejando la puerta abierta a señores irlandeses con traje de lectores de inglés y a los que se les encarga dar clase de Conocimiento del Medio, por poner un ejemplo, sin contar que estos lectores no son ni titulados? ¿Quién dice que supuestas fundaciones, detrás de las cuales se encuentran grandes bancos o empresas privadas, no están aprovechando ciertas facilidades de la administración de la CAM, para acabar haciéndose cargo de la docencia en Madrid, o dónde sea? Y sobre el trabajo seguro, quizás no opinen lo mismo los miles de profesores interinos que este año verán los toros desde la barrera.

¿Y qué suponen esas dos horitas de más? Pues que muchas cosas de la mañana desaparecerían, que los chicos se limitarían a sentarse en sus bancos, recibir el chaparrón y para casa, que las clases estarían superpobladas, que un profesor de lengua y literatura sordo, podría dar música, que uno de gimnasia tecnología y así hacer las combinaciones que queramos. Solo por dos horitas más, que según el aumento de los últimos años, el pasado fue una, este dos y el que viene, ¿qué serán tres?

Así que esto va por todos esos vagos y maleantes, por mi vaga y maleante que todos los años se despide de mí allá por mayo, que organiza todo para que un servidor esté puntual en su grada del seis, a las siete de la tarde, que lo tiene todo preparado para cuando vuelva poder ponerse a dibujar y escribir para Opinión y Toros, para contar la corrida en Toros Grada Seis y para que yo pueda seguir viviendo esta pasión. Creo que se lo debía, aunque ella ya sabe mi postura, aunque sea una vaga y maleante ¿o no?






PD: Perdón por esta zambullida en algo no taurino, pero era para dejar claro que doña Esperanza hace tanto por la Educación, como con su declaración de BIC por la tauromaquia.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Murube, ese de cabeza de carnero

Uno de Bohórquez, puro Murube


Como la mayoría de encastes actuales, el toro de Murube parte de la raíz de Vistahermosa, pasando por las manos del Barbero de Utrera, que parece ser que no era tal, de Arias Saavedra y de Dolores Monge, la viuda de Murube, Joaquín Murube y Carmen de Federico, momentos en los que realmente adquirió las señas de identidad que le distinguen, hasta la actualidad, en que es don Fermín Bohórquez uno de los que mantiene más pura la sangre murubeña, que también tuvo en sus manos Antonio Ordóñez.

Los encargados de enfrentarse en Madrid a los primeros toros con el hierro de Murube, propiedad de doña Dolores Monge, fueron El Tato, El Gordito y Salvador Sánchez “Frascuelo”, el 27 de abril de 1868. El triunfo fue sonado y muchos los que siguieron, lo que hizo pensar a muchos que se había alcanzado la cúspide difícilmente igualable en lo que a la cría del toro de lidia se refiere. Los herederos de la ganadera actuaron de diferente manera, uno, Felipe, vende su parte a Eduardo Ibarra, mientras que Joaquín mantiene la ganadería en la casa hasta su muerte. Es en este momento, en 1917, cuando su viuda se deshace de ella a favor de don Juan Manuel Urquijo, anunciándose a nombre de doña Carmen de Federico. Hubo un intento de cruce con un semental de Guardiola Soto, con resultados muy pocos satisfactorios, y un posterior refresco de la sangre con vacas puras de procedencia Murube, a cargo de don Fermín Bohórquez, padre y abuelo de rejoneadores, quien se anunció por primera vez con su nombre el 22 de abril de 1946. Curiosamente, la plaza que le dio su primera bendición fue la de Barcelona, con Domingo Ortega, Juanito Belmonte, “El Calesero” y Pepe Luis Vázquez. Vamos un cartel no pensado para turistas ignorantes precisamente y sí para una afición exigente. Eran otros tiempos.

De cabeza grande, chatos y con ese característico perfil acarnerado tan definido y muy enmorrillados. Bien armados y frecuentemente brochos, lo que es digno de recordar, pues el hecho de verlos más a menudo desmochados para rejoneo, puede hacernos olvidar su presencia original. El Murube es un toro hondo, con papada, patas largas y fuertes, ensillados ligeramente y acabados con una culata voluminosa, un rabo largo y con poblado borlón. Generalmente son negros, algún mulato, castaño y tostado, pero básicamente salen negros zaínos.

Los mismos toros de Murube, anunciados como Urquijo, con que César Girón tomó la alternativa el 28 de septiembre de 1952, en Barcelona con Farolillo; Julio Aparicio, de manos de Cagancho con Farruquero, el 12 de octubre de 1950, en Valencia, el mismo día en que también se convirtió en matador de toros el Litri, con Pendolito; o Chamaco, con Larguirucho, el 14 de octubre de 1956, también en Barcelona; o el Niño sabio de Camas, Paco Camino, que también se doctoró con un oro de este encaste, Mandarín, el 17 de abril de 1960. Evidentes muestras de que era un toro no solo al que no rehuían las figuras, sino que era el preferido para los días grandes en la vida de un matador. Ahora parecen condenados a ser lidiados casi mogones, como ganado para rejones. Esas tardes en que al público le importa poco si el toro tiene cara de carnero o no, o si son puro murubes, lo importante es ver las cabriolas del caballo, sin hacer tampoco demasiado caso al toreo a caballo.

martes, 6 de septiembre de 2011

Joaquín Vidal, un domingo cualquiera

Romanear no quiere decir ponerse un casco con un escobón encima.


Resulta frecuente que los más “veteranos” recordemos nuestros días pasados como aficionados a esto de los toros, con ese complejo de “abuelo Cebolleta” que nos causa repulsión e incomodidad. Yo hoy no he podido resistir la tentación y emulando a varios maestros de esto de los blogs, me he decidido a dar el paso de comprarme un espejo antiguo y ponerlo delante de todo el que se quiera mirar. Y que cada uno decida si ha mejorado con los años, si le han salido demasiadas canas o si el pelo ha dejado de ser una realidad y se ha convertido en un deseo casi imposible.

Aprovechando que llega la feria de Otoño y que en ella se anuncia la ganadería de El Puerto de San Lorenzo, que desde hace tiempo sufre enormes baches, como que echa toros de bandera, aunque estos sean cada vez menos frecuentes, pues creo que merece la pena recordar lo que pasó hace unos años en Madrid y como lo contó un maestro de las letras, un tal Joaquín Vidal, leído por no aficionados y aficionados y al que ahora algunos quieren atacar. Qué valientes, ahora que no les puede dedicar ni una línea.

sábado, 3 de septiembre de 2011

La Feria de Otoño: Pues me lo expliquen

Si queremos disfrutar del buen toreo de Diego Urdiales, habrá que verle en las tientas.


Citando a un famoso muñeco, al que le metían la mano por detrás y le prestaba la voz un señor especializado en ventriloquia, vistos los carteles de la feria de Otoño, no me sale otra cosa: pues me lo expliquen. No hay por donde cogerla. Si los carteles los hubieran parido como el sorteo de la Champions, quizás el resultado sería más coherente.

Se han debido juntar un día la familia Choperita en plena canícula veraniega, uno con el barreño de sangría con morapio de tetra brik, otro con panceta para que no falte, que son de buen comer -a la vista está-, los vecinos con la discografía de Karina y Parchís que echaba chispas, el cuñado inmortalizando el momento con la cámara de vídeo en ristre, los niños con los manguitos de Phineas y Ferb y el patriarca, en chancletas, con el Meyba azul clarito y libreta y bolígrafo en ristre, levantó la voz: “A ver, un momentito que me vais a ayudar a un mandao que tengo que hacer, que así nos lo quitamos de encima en un pis pas” “ A ver niño, dime un número del 1 al un millón” Y salga lo que salga, adjudicado, Castella y Perera, y de regalo El Cid”. “Y para este amable público que tanto me quiere, nada por aquí, nada por allá, los toros del Puerto de San Lorenzo

Una vez más uno ve los carteles y piensa que o los Choperitas llevan años de exilio en la Argentina y han perdido el contacto con la afición de Madrid, o que el canal de telepago oficial tiene algún fleco que arreglar por ahí, o que por un lado contratan a los que no ponen pegas a la hora de los dineros o a los que en las mismas condiciones, aparte de no dar un ruido, les permiten hacer creer al público que para este miniserial contratan a las figuras.

Los toros de Gabriel Rojas, El Puerto, Gavira y Adolfo, los primeros lo de siempre, los siguientes quizás deberían descansar por un tiempo de Madrid, los terceros los menos oportunos para un mano a mano y por último los que el aficionado siempre aceptará de buen grado a priori. Los matadores con el eterno Víctor Barrio, que aún de novillero, acabará toreando en Madrid más tardes que Joselito Calderón, acompañado de dos chavales, pero que ninguno se llama Conchi Ríos. Y mira que se les llenó la boca diciendo que el triunfador de las novilladas se anunciaría en Otoño. Pues será anunciando Perlan para la ropa delicada, o el nuevo MacMenú con extra de colesterol y el doble de grasa hiposaturadas. Eso es tener palabra. O igual es que la torero murciana pretendía que le pagaran por torear, y eso sí que no, por ahí Taurodelta no pasa, el que quiera torear que lo haga por amor al arte.

Del cartel de figuras, pues bueno, pues eso la presencia testimonial de esta representación del G10, para que se note que no nos dejan de la mano de dios y más ahora que estamos en cultura. Aunque lo que sí que podrían avisar es si para ese día hay que tener preparada alguna lectura de Donna Leon, Kadare, Mishima, las memorias de la duquesa de Alba o las no memorias de Belén Esteban. Que luego empieza el foro literario en la grada y uno no sabe por donde tirar; y entonces no le queda otra que fijarse en El Cid, aquel torero que se decía que iba a resucitar, pero que ha preferido dejarlo para otro día; vuelve Castelá, con sus pases por detrás y esos parones que quitan el sentido y hasta las ganas de merendar; Y Perera, al que por el bien de la parroquia deseamos que le salga todo a pedir de boca, no vaya a ser que se contraríe y empiece a mirarnos de soslayo a los que le pagamos el jornal. Aquí volverán con su desquiciante monotonía.

Lo más esperado era el mano a mano Fandiño- Mora, pero claro, si a dos toreros que vienen empujando les meten con la tonta del bote, pues apaga y vámonos. Y habrá quien me diga que si los Gavira tal o cual, que hasta pueden salir buenos, pero visto así, también te puede tocar el Euromillón, incluso esto último parece más factible. Pero seamos comprensivos, si a los señores Martínez Erice les han tocado seis Gaviras en un rasca y gana en la tómbola de Brihuega, ¿qué hacemos? ¿Los tiramos a la basura? Y ¿a qué basura los echamos, a la orgánica, como despojo animal? ¿Al cubo amarillo como recipiente de la casta brava?

Y como cierre, los Adolfos. ¡Cuánto tiempo! ¿Habrán echado cuerpo para contento de los señores veterinarios de Madrid? ¿Se habrá serenado don Adolfo después de aquel quítate pa’lla? Pues habrá que verlo, pero antes habrá que seguir soportando a Rafaelillo, al que alguien le puede decir que esté tranquilo, que no queremos que le coja ningún toro, y que se acuerde de las tardes en las que a pesar de su toreo basto y exento de arte, el público de Madrid se le entregó premiando su honradez y valor ante el toro que la mayoría no quieren ver ni en pintura. Antonio Barrera y Serafín seguro que habrán hecho méritos para volver por Madrid, pero puestos a elegir y revisar los méritos de cada uno y el gusto de la plaza de Madrid, yo me quedo antes con Curro Díaz, Morenito de Aranda, con alguno de los mexicanos que demostraron querer ser el San Isidro pasado y ya puestos, hasta me inclinaría por algún torero que hubiera estado bien recientemente por alguna plaza importante. No sé, alguno que se hubiera portado como un tío con un toro complicado. Tampoco pido que sea uno de esos que torean 40 o 50 al año, no hace falta, a lo mejor me vale con que hasta agosto no llevara más de diez, pero eso sí, que al menos hubiera triunfado ya en Madrid. ¿Capea? No, porque no ha triunfado con el toro. ¿Juan Bautista? Tampoco, seguro que lleva muchas más corridas ¿Los del G 10? Esos se estarán reservando para el año próximo. Pues a mí solo me sale Urdiales. Lo que son las cosas, sin haberlo pretendido, es el único que cumple las condiciones exigidas. Pero no, no y no. Bien sea por machacar al torero o por martirizar a la afición de Madrid, seguiremos sin verle de nuevo y tendremos que tragar como siempre con lo que a casi nadie le interesa ya. Pues me lo expliquen.

jueves, 1 de septiembre de 2011

¿Y qué digo yo ahora?



Esta es una de esas entradas en que a poco que hagas, quedas como la Chencha, o como Cagancho en Almagro (mirar en La Aldea del Tauro el origen de tal expresión, merece la pena). Resulta que gracias a la generosidad de unos aficionados de Valdemoro, que empujan su peña para adelante como pueden, van y me sueltan que me ponen a mi disposición el espacio del Museo Taurino, en los bajos de la Plaza de Toros, para que haga allí lo que me dé la gana. En seguida pensé que en una fiesta de la espuma o en instalar una casa rural, encanto le sobra al sitio. Pero seguro que habría defraudado la afición de Diego, Conchi y el señor presidente de la Peña. Así que entre todos decidimos montar una exposición de pintura taurina. No hay ni mejor sitio, ni mejor momento, aprovechando las fiestas de Valdemoro. Y en estas me veo metido hasta las orejas, preparando y ordenando el trabajo, como los papás preparan a sus niños para la primera comunión. Había que responder en el mismo tono a tanta generosidad.

Preparamos el cartel, acordamos fechas, horario, los soportes y todo lo necesario para que todo salga bien. Y cuando ya empieza a encarrilarse todo, pues uno va y le manda un correo a aquellos que cree que querrían saber de sus andanzas pictóricas, con la certeza de que la distancia y las circunstancias les impedirían visitar la exposición. Yo dudaba de sacar una nota en este blog, no me parecía del todo correcto, porque cualquier cosa que dijera sonaría a autobombo y no querría caer en ese pecado, ya caigo en bastantes otros y de forma reincidente. Además ya lo iba a hacer Diego en su “Vivir los toros”. Yo mandé mis correos y me puse a lo mío. Pero en estas que uno hace una paradita, abre el blog y ¡contra!, ese dibujo es mío, Juan Medina lo ha debido necesitar para algo, pero sigo bajando y uno, otro, otro y otro, pero ¿es qué la gente no tiene nada mejor que hacer? Intento responder a todos, lo dejo y sigo, pero más amoscado que un pavo en Navidad. Vuelvo al rato y parece el campeonato nacional de publicar el cartel de la exposición de un servidor. Ahí confieso que ya he insultado absolutamente a todos. Y encima dedican unas líneas para que ya se te encoja el espíritu de arriba abajo. Y encima te piden permiso para publicarlo. Es como si alguien se te acerca y muy educadamente te dice: Disculpe, me permite meterle este billete de 500 en su cartera, pero si no es molestia, por supuesto.

Pues muchas gracias a todos, porque qué voy a decir que si sí, que sino, pues hombre “que a todos nos gustan las rosquillas con anís”. Lo único que siento es no poder agradecer uno por uno y en persona este gesto, como otros muchos, que recibo habitualmente en este y en otros blogs. Esto es algo complicado, pero que sepáis que el 7 a las ocho y media me acordaré de muchas cosas y entre ellas estará el trato recibido y los presuntos “culpables”. Muchas gracias a todos por este día y, antes de que se me olvide, gracias a Taurodelta por el adelanto de los carteles de la feria de Otoño. Se ve que han vuelto a hacer un gran esfuerzo, que les han vuelto a quedar “mu bien remataos” y que todavía les quedará tiempo para desguadramillarse de risa pensando en nuestros billetes apilados sobre las mesas de las oficinas de la plaza. Gavira, El Cid, Castella, Perera, Barrera, Barrio, a ver si ya le hacemos figura de una vez, y a lo mejor los adolfos, menos mal, Gabriel Rojas y el Puerto. De momento esperaremos, no vaya a ser que se les haya traspapelado la feria de Brazamorcuernos y estén buscando lo de Madrid, que el “Guordperfez” es muy traicionero y si no se controla bien lo del recorta y pega, se pueden cometer tropelías como esta.

Lo que son las cosas, uno empieza tan contento y tan orgulloso de la gente con quien comparte afición y espacios y acaba más cabreado que una mona con un plátano de madera. Ya hablaremos, respiremos hondo, contemos hasta 10 y luego ya podremos cagarnos en todo lo que flota, pero con serenidad y sin tener el pulso acelerado.