jueves, 27 de septiembre de 2012

De las corridas concurso


El caballo, fundamental en las concurso

El domingo se cierra en Madrid el ciclo que Taurodelta denominó de “Encastes Minoritarios”, como si el aficionado, además de ir a disfrutar de la tarde de toros de cada domingo, visitara un “Parque Jurásico Taurino”. La única diferencia sería que en lugar de crear el tiranosaurio  a partir de un bichito apresado en una gota de ámbar, en un tiempo habrá que envolver a un veragua en un barreño de ámbar, a ver si en un futuro se consigue devolver a la vida a este encaste, aunque seguro que antes arreglan lo de Walt Disney para sacarle del congelador. Pero bueno, esto ya son cosas habladas en otros momentos, ahora quería centrarme en la novillada concurso. Como idea, me parece estupenda, a ver quién es el valiente que critica que se organice un festejo en el que el protagonista es el toro, en el que se va a poder contemplar el comportamiento de reses de diferente procedencia y donde demostrarán su valía fundamentalmente en el primer tercio. Es como cuando te llaman por teléfono unos señores y te dicen que si quieres pagar menos en la factura de teléfono, con Internet, llamadas interprovinciales, a móviles y además tendrás beneficios en el consumo eléctrico, en el gas y en la cuota mensual en el gimnasio. Esto es la bomba, qué chollazo. Pero claro, después te pones a pensar y te das cuenta que tienes que llamar en horario de madrugada, que hay límite de 15 megas en Internet, que tienes placas solares en el tejado que te costaron una pasta y que te abastecen todas tus necesidades y que el gimnasio de marras está en la provincia de Soria, pues entonces empiezas a pensar que si te han visto cara de bobo.

Vayamos por partes (sic Jack el Destripador), uno de los fundamentos de las concursos es la lidia, el conocimiento del toro y los terrenos y lucirlo especialmente en el caballo. Esto si uno no se pegado un golpe en la cabeza que le haga ver cosas que no son. Y además, se hace necesario tener una mínima base sobre el comportamiento de cada ganadería y cada encaste, aunque esto es algo nuevo. Antes quizás no se le daba tanto valor al encaste y que no se me entienda mal. Es que cuando había más variedad de hierros de uno y otro encaste, cada ganadería tenía su propia personalidad, aunque sí que se la podía encuadrar dentro de una misma familia, pero la variedad llegaba a tal punto, que dos de Albaserrada podían ser diferentes, simplemente por el criador que los llevaba a la plaza. Uno que ya tiene unos años, recuerda los Victorinos de verdad, aquellos de los que salía uno bueno y seis alimañas, pero que si buscaba lo mismo en los del señor Marqués de Albaserrada, aparte de la lámina, tenía pocas cosas en común con los del de Galapagar. Es más, si compramos los Victorinos de Cáceres con los criados en la sierra madrileña, la diferencia es más que notable, incluso hasta de presentación.

Igual con tanto embrollo lo que he conseguido es confundir a todo el mundo; pues bien, ahora traslademos este batiburrillo a la cabeza de los novilleros anunciados en la concurso. Con el agravante de que estos vienen a cortar orejas a base de pegar pases y más pases, y si cae raspando una orejita y otra más, salir por la Puerta Grande, aunque sea a cuestas y aupado por el paisanaje antes de que salga el autobús de vuelta al pueblo. Durante todo el verano hemos podido comprobar como chavales del mismo tipo que los que lidiarán la concurso, no han sabido fijar a ningún novillo, hiciera calor o lloviera a cántaros. No han tenido el tino de poner correctamente el toro al caballo ni una vez. Eso sí, como el penco tiene patas, dejaban el negrillo donde fuera, que ya se ponía el otro donde le dijeran. Es como si el señor pianista arrimara el piano a la silla, en lugar de la silla al piano. Vale que este tiene ruedas, pero hombre, no lo veo yo muy lógico.

Y explíquenle ustedes a los jóvenes valores que al segundo picotazo no se puede pedir el cambio, díganles que hay que medir el castigo, pidan a los de arriba que no tapen la salida y que si el toro se derrumba, habrá que picar igual, que no vale eso de hacer que se hace. Demasiadas cosas a tener en cuenta para un solo día. Quizás para conseguir que esto cale en el personal habría que darle un toque de competición deportiva. Bastaría con que el toro hubiera que colocarlo en un pasillo no demasiado ancho, que fuera de la puerta de toriles al otro extremo del ruedo. Entonces se trataría de dejar al toro entre esas dos paralelas, lo más lejos posible y para certificarlo saldría un señor con una cinta métrica que midiera desde la pezuña más adelantada, hasta el estribo derecho del picador. Ya, ya me he dado cuenta de que el novillo igual no se deja tocar la pezuña ¿no? Bueno, pues se hace a ojo, como toda la vida, o mejor, se contrata al del Plus, al que te dice en el fútbol que la barrera, la de los defensas tapándose su virilidad, a 9 m. 12 cm y 3 mm.; esto aparecería en un marcador electrónico, para regocijo del respetable. No me dirán que no aporto soluciones o que al menos no pongo de mi parte.

Para la muleta hay varias posibilidades; una es que el público fuera coreando los pases, uuuuuuno, dooooos, tres, cuaaaaatro… Y si el pase ha sido de mentira, no le cuenta se corearía el número anterior. Puede ser una opción, pero me da que íbamos a pasarnos la tarde cantando ¡Uuuuuuuno, uuuuuuno, uuuuuno, uuuuuno! y acabar en ¡Ninguuuuuuno! Con lo fácil que parecía lo de la muleta y puede que sea lo más frustrante de la tarde. Pero claro, hay otra cosa peor y es cuando se anuncie el novillo ganador. ¿Cómo se le da el premio? Lo bonito sería que subieran a un podio, como en los Juegos Olímpicos, con un cajón de alfalfa de diferentes tamaños, dependiendo de la clasificación; pero esto no se puede hacer, cuando los señores miembros y “miembras” del jurado deliberen, los novillos ya estarán preparados para ser acompañados por unas patatitas y salsa de roquefort. Eso habría que arreglarlo de alguna forma. ¡Ya está! Se invita a la familia y se le hace entrega del cheque alfalfa a la madre y al padre, aunque si el hijo no se dejaba tocar la pezuña para medir las distancias, no creo que estos se dejen tocar la moral para recibir el premio. Con lo bonita que quedaría una foto todos sonrientes, la vaca, el padre, el mayoral, el ganadero, los vaqueros y los terneros menores de la misma familia, todos alrededor del cheque. Eso sí que sería una foto para el recuerdo, ya lo creo. Y durante un mes, o más, se colocaría la foto del novillero triunfador a la entrada de la plaza, a modo de “El Empleado del Mes”.

Pero creo que nada de esto será posible, a no ser que el señor empresario/ productor/ creador/ artista/ emprendedor taurino don Simón tome cartas en el asunto. Si así fuera, lo mismo hacía resucitar a los novillos premiados para recibir el premio. Será una novillada llena de ilusión y esperanzas, en la que el aficionado añejo esperará ver lo que vio un día en esta misma plaza, el más joven deseará contemplar lo que le han contado y es muy fácil que todos nos volvamos a casa con la cabeza fría y los pies calientes y pensando que esto no tiene solución posible, al menos a la vista. Ojalá me equivoque, pero mucho. Aunque una cosa nada más, ¿se imaginan que los señores picadores hicieran la suerte como se debe? Esos mismos que habitualmente pican en medio del lomo o más atrás, que dejan cojos a los animales de un marronazo en la paletilla y que hacen la carioca como si bailaran un chotis muy “apretao”. Solo nos queda esperar, porque para desesperar… siempre habrá tiempo.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Terminología taurina 2.0, nivel usuario

Las vueltas que le damos a las cosas para ponerles nombre



Tengo que confesar que uno cuando se pone a leer ciertas cosas o cuando las escucha por la radio o en cualquiera de los múltiples programas de información taurina que se emiten por todas las televisiones, en la mayoría de los casos estoy más perdido que Chencho en la Plaza Mayor de Madrid. Pero para que esto no le pase a los muchos mortales e ignorantes que pueblan el mundo de los toros, me he enfrascado en una profunda labor de investigación a la que he dedicado mucho tiempo y desvelos, todos los que caben en los diez minutos que he tardado en escribir esta tesis semántica con trazos semiológicos, semióticos y estrambóticos sobre la Tauromaquia 2.0. Que es que uno tiene que estar en todo, así que aquí van algunos de los términos y expresiones estudiadas, pero no aprendidas; habrá que estudiar más.

-          “Le ha sacado todo lo que tenía dentro”: Dícese del torero exprime-limones, que se preocupa más de sacarle el jugo a un mortecino animalillo  que de torearle de verdad.
-          “Fondo”: El toro que va y viene muchas veces, aunque en el fondo nada tenga de toro.
-          “Empaque”: Algo que tiene que ver tanto con “empacar” (hacer las maletas en las pelis con doblaje hispano americano), como con la apostura, clase y torería que se supone que muestra un señor mientras se retuerce dentro de un traje brillante con mucho colorín.
-          “Estar por encima del toro”: Debe ser ir con zancos, sobrevolarle con ala delta o merodearle con cara de disgusto mientras el animalito permanece despanzurrado en la arena.
-          “Gesto”: Ademán o signo exterior que los señores toreros ponen cuando quieren hacer creer que están haciendo algo grandioso, digno de ser olvidado al salir de la plaza.
-          “Gesta”: Ademana o signa exteriora que las señoras toreras ponen cuanda quieren hacer creer que están hacienda alga grandiosa, digna de ser olvidada al salir de la plazo.
-          “Estar preparado, muy ilusionado, responsabilizado y seguro de que voy a triunfar”: Lo que dicen los que no tienen nada que decir.
-          “Bonito, bajito, con una cabeza muy seria, muy fino y rematao”: ¿Danny de Vito?
-          “Una tía de corrida”: Eso no puede ser, tiene que ser otra cosa diferente a lo que esta usted pensando.
-          “Un toro imposible”: Mejor medio toro y si es un cuarto, mejor, pero, ¿uno entero?
-          “Se metía pa’dentro”: Porque aún no se ha inventado meterse pa’ fuera, pero tiempo al tiempo.
-          “Toros artistas”: Famosa troupe músico- vocal, famosa por éxitos como “Quisiera ser…”, “Ese toro enamorado de la luna”, “No tengo edad” o “Mi novio es un zombi”.
-          “Torista”: Talibán, mal bicho, reventador, ¡cómo te pille!
-          “Torerista”: Buen afisionao, cariñoso, calladito e ignorante.
-          “Toreabilidad”: Pues eso, bobonería, aburrimiento, ir y venir, na’ de na’.
-          “Integridad de la Fiesta”: Para Julián López, “dejadme tranquilo que siga con lo mío”. Hay otras acepciones, pero no con tanto sentido del humor. Es que me parto con este chico.
-          “Eficacia y contundencia”: La del matarife, que no la del torero tipo Julián, Fandi, Ponce, Manzanares y demás eficaces consumados.
-          “Picador”: Véase tercio de varas.
-          “Tercio de Varas”: Véase picador, y a ver si dejamos de enredar ya con el temita.
-          “Vale, vale”: Atraviésalo hasta jundirle en la arena.
-          “Artista”: hartista o jartista (sic Xavier González Fisher), que harta una jartá.
-          “Productor Taurino”: ¡Qué jeta le echa usted, don Simón!
-          “Se metía pa’dentro”: Que ya te hemos oído chico, venga, que ya pasó, despierta, que ha sido una pesadilla, ¡ea!, ya venga torero, bieeeen, hala, ya, duérmete otra vez.
-          “Quería cogerme”: Si te parece va querer echarte una a la pocha.
-          “Televisión”: Mala, no paga lo que merecemos y solo dice mentiras de nosotros… ¡bueno, no siempre!
-          “Plazas de responsabilidad”: Brihuega, Ciempozuelos, Requena, Valdilecha, Andújar, Estremera, Esquivias, Almazán, Olivenza y todas aquellas en las que las figuras imparten su magisterio.
-          “Emoción”: e mail, e book, e tú, e niño! e learning, e eeeeeeh, e zzzzzzz…
-          “Me he gustao”: Yo me he aburrido.
-          “He torao pa’ mí”: Yo me he aburrido.
-          “Faena pa’l afisionao”: Me toman por tonto.
-          “Ha estao en profesional”: Ahora sí que me quedo frito, me duermo, me sobo, me ausento.
-          “Derechos de imagen”: Lo que reclaman los que torean más “doblaos” que un segador en verano, para no quedarse tiesos.

Bueno, espero que estos términos nos ayuden a entender mejor este mundo. Yo cada vez estoy más despistado, entiendo todo esto cada vez peor, o mejor dicho, no entiendo nada de nada; pero habrá que aplicarse, porque solo con ver como disfrutan unos y otros y a la velocidad en que unos neófitos se convierten en avezados aficionados, el asunto tiene que merecer la pena. Pero no niego que estoy hecho un verdadero lío. ¡Señor! con los desvelos que yo dedico a la Tauromaquia 2.0, y cada vez la veo más alejada de mis posibilidades. Algo lógico por otro lado, porque muchos son los llamados y domingueros los elgidos.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Expongo en Tamames, mi pueblo

Este remate de Pepín Martín Vázquez me acompañará con otros tantos a Tamames, un pueblo de Salamanca.



Alguna que otra vez, tirando de descaro, he traído por aquí a Tamames, un pueblo de la provincia de Salamanca en el que el toro es el dios de las dehesas, algo que se mantiene en el día a día de la vida del pueblo y de donde un día partió quién me envenenó con esto del toro, y al que años después volvió para siempre, para poder disfrutar de su tierra, del toro, del campo y de lo que le acercaba definitivamente a los suyos. Uno no nació allí, pero bueno, eso es lo de menos; incluso la gente de una edad ya ni ha oído hablar de mi familia. Ya no debe quedar nadie que al verme por la calle me identificara con mi abuelo o con mi padre por el aspecto, incluso hasta me tomarán por un forastero, uno de tantos que acuden a las fiestas, el último martes de septiembre y el fin de semana que le precede. Pero bueno, para mí seguirá siendo mi pueblo.

Como si fuera un regalo del cielo, un amigo me comentó hace mucho que si yo querría exponer allí mis toros y toreros, ¿cómo no? que orgullo; y meses después recibí una llamada del alcalde del pueblo, haciéndome el ofrecimiento de una sala en el ayuntamiento, en la plaza mayor del pueblo. No es que no me pudiera negar, es que no quería negarme. Se me vinieron muchas cosas a la cabeza, ideas que no se las lleva ni un huracán, imágenes de mi padre, yo jugando al toro en la plaza que ponían antes en la misma plaza mayor, la gente jaleando a los torerillos, la feria del ganado en la que uno ponía poses de torero, como si las vacas de carne le fueran a entrar a la muleta, mis abuelos escuchando la retransmisión por la radio de las corridas de Salamanca y algo que repetía mi abuelo una mañana de sol, sentado en una ventana, mientras me vigilaba en mis juegos: “Salamaaanca laaaa blancaaaa”.

Pues allí me iré a colgar mis toreros, mis ilusiones, mis recuerdos y mis dos aficiones, el toro y la pintura. No sé cuanta gente pasará, de familia nadie, pues nadie queda allí, pero seguro que lo harán algunos que son más que familia y con los que recordaremos al que ya no está, pero eso tampoco es novedad, porque su amigo desde niño y yo, todos los años en San Isidro, bien un día u otro, o bien varios días, nos ponemos a hablar de su infancia y ya empezamos la tarde más tiernos que el pan Bimbo. Pero bueno, aunque uno se enternezca, son recuerdos que gustan.

Yo invito a todo el mundo a que se pase por allí este fin de semana y estoy seguro que de una manera u otra, estaréis todos, los de México, Venezuela, Galicia, Levante, Andalucía, Francia, Madrid y tantos sitios, incluidos los lectores silenciosos de Estados Unidos u Oriente. Yo así lo sentiré, porque de una manera u otra, todos me habéis ido pegando empujoncitos para seguir para adelante. Eso sí, a los que vayáis en persona, recomiendo que se provean de embutidos bendecidos por la gracia divina, que se detengan a ver la filigrana charra de los descendientes de un señor con el que yo me quedaba embobado viendo enroscar la plata, el castillo que solo se ve desde fuera, y si hay tiempo, aparte de ver los encierros a caballo, pues comer un buen cocido o cabrito, que nunca vienen mal. El que escribe esto, además se pasará por la iglesia para rendir visita al Cristo del Amparo, el que cuida a todo hijo de Tamames, haya o no nacido en sus contornos, y a los que de vez en cuando nos llama para que volvamos por unas horas a la tierra de nuestros mayores. Allí os espero.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Pater, me confieso tomasista

Aún queremos creer en José Tomás, como aquel 5 de junio en la plaza de Madrid



Dicen que esto es solo una afición, pero ¡caramba! Ha sido ver algunas imágenes, escasas, de lo de José Tomás en Nimes, algo que se oía por allí, algo que se desprendía por allá, total, que uno tiene grandes deseos de serle infiel al de Galapagar. Y esto es algo de una gravedad extrema, un adulterio taurino en toda regla. Años de idilio con un torero y basta con verlo delante de un novillote para empezar a pensar que no era tan guapo, que tampoco era tan buen partido, que ni las tierras de la familia, ni las herencias, pueden contentar mi corazón. Me dicen que llegó a hacer el toreo perfecto, y me lo creo, pero otras opiniones me hacen bajarme de la nube. ¿Qué es el toreo perfecto si no ha existido la lidia? Ya sé que me pongo pesado con esto, pero no sé dónde está la perfección cuando no ha habido tercio de varas, ni tan siquiera en el toro indultado.

Siempre me he considerado tomasista, he sacado la cara por él, le he entregado mi alma taurina de forma incondicional, pero no sé como tragarme este sapo, ni quiero parecer más papista que el Papa. No sé si todo esto será la consagración de la Tauromaquia 2.0, esa fiesta en que definitivamente se prescinde de la suerte de varas y del toro, toro, o una reivindicación del toreo de siempre, pero… sin primer tercio y sin toro.

Hay que reconocer que José Tomás se enfrenta al mismo tipo de toro que cualquiera de los geses, en las mismas plazas en las que estos triunfan, aunque es justo destacar que hay una sustancial diferencia entre los terrenos que pisan unos y el otro y la distancia a que se pasan el toro los artistas y el fenómeno de Galapagar. En esto poco hay que censurar al madrileño, al contrario que al resto. ¿Y esto debe se suficiente? Pues allá cada uno, para mí sería muy fácil ponerme digno y severo, pero como no estuve en Nimes, creo que no debo opinar. A priori digo que con esto no me basta, pero repito, sin haber estado allí, mejor callar. Es como el que hace caso a las habladurías del patio de vecinos, que dice que la del cuarto es una chica de costumbres libertinas. Todo el portal pensando que cada noche era acompañada por un caballero diferente, con el que se pasaba un buen rato de carantoñas, que escandalizaban a las señoras, los señores y dibujaban una sonrisa a los adolescentes. Luego se descubrió todo, el novio de la vecinita del cuarto trabajaba en una alquiler de coches; así que mejor hablar de algo de primera mano y no por el “me han dicho”.

Parece ser que ha quedado suficientemente clara la distancia que existe entre José Tomás y los demás, incluidos Ponce, Juli, Manzanares o Talavante, es muy, muy grande, todo un Camino de Santiago taurino, pero ¿no va siendo ya hora de comprobar todo esto en la plaza? ¿No es momento de que comience una competencia real en las plazas? Siempre he pensado que a nadie se le podía exigir que asumiera más responsabilidad de la que esté dispuesto a tomar, pero el deterioro al que se ha llegado demanda que se tomen medidas que de verdad relancen todo esto, que la competencia sea competencia, que el toro también lo sea y que cada cuál aguante su vela.

Don José Tomás Román Martín, permítame que le diga lo que pienso, equivocado o no, posible o no, pero es lo que me ronda desde ya tiempo. ¿Por qué no coge el cetro del toreo y lo pone en juego en las plazas de mayor responsabilidad? ¿Por qué no se decide a retar a los demás coletudos con toros de verdad, y que cada uno aguante lo que pueda? Pensemos más a largo plazo y pongamos las miras más allá del ombligo de cada uno. Dejemos de intentar hacer comparaciones entre todos, pero desde la lejanía, porque puede que a esto le queden diez minutos mal contados. Igual así todos volveríamos a creer ciegamente en nuestro ídolo y no nos dolerían prendas al afirmar que somos practicantes de la religión o de la fe de José Tomás, El Juli, Manzanares o El Espartero, sin tener que mirar con recelo la magnificencia de su toreo ante un medio toro con la lengua fuera. Don José Tomás, ¿podremos seguir siendo tomasistas sin miedo a ser traicionados? 

viernes, 14 de septiembre de 2012

Taurodelta acaba con las colas interminables




Habrá que mandar unas flores a los señores de Taurodelta

Una de las asignaturas pendientes y una de las quejas más repetidas por los abonados de la plaza de Madrid, eran las largas colas y ante las taquillas y el tiempo que se perdía para renovar el abono, pero eso parece que ya empieza a ser historia. Enhorabuena a los abonados, que eran los que sufrían el castigo y a Taurodelta, que era quien tenía la llave para evitar ese lamentable espectáculo. Y es que no hay como ponerse a trabajar y hacer funcionar a la materia gris. Dedicación, un poco de imaginación, unas gotitas de entusiasmo y ya está, se agita, se sirve en vaso largo y a disfrutar.

La verdad es que la solución la teníamos delante de las narices, pero nadie había reparado en ello, han tenido que ser las tropas de infantería del triunvirato venteño las que hayan puesto las cosas en su sitio. Lo primero que había que hacer era buscar un buen motivo sobre el que apoyar esta iniciativa; la cosa estaba clara, en los tiempos que corren, cualquier cosa que pase es debido a la crisis. ¿Qué sube el bacalao? Por la crisis. ¿Qué hay sequía en la cuenca del Guadalquivir? La crisis, por supuesto. ¿Qué los niños lloran el primer día de cole? La crisis. ¿Qué los mayores no, porque les da vergüenza? Ay, esa crisis. Y, ¿por qué hay que clausurar las colas ante las taquillas? Pues ya me dirán, por la crisis, no podía ser de otra manera.

Pero esto no es motivo suficiente, se necesita también un poquito de aderezo, ese sabor que dan algunas especias combinando sabores de oriente y occidente; repercutamos el IVA en las entradas y subamos el precio de estas. Pero que nadie se eche las manos a la cabeza y empiece a decir barbaridades, que siempre hay algún lanzado que se dispara sin pensarse las cosas. Nada tiene que ver en esto la sustancial rebaja del canon que se publico en el pliego de licitación para explotar la plaza de Madrid, ni esa pequeña subida en el precio de las entradas a principio de temporada, ni la rebaja a ganaderos, toreros y demás profesionales del toreo. Esto es aparte y ¿saben a que se debe? ¡Exacto! ¡Premio para el caballero de la chaqueta fucsia y el peluquín teñido! Esto es… por la crisis. Y no se vayan a pensar que la subida ha sido de esas de ponerse a pedir o empeñar el colchón, como hacían los castizos, no y mucho menos si es un “Equipo de descanso LoMonaco”, que es como se llaman ahora a los catres de gomaespuma de diseño. Pero eso de que te suban un céntimo ya jo…roba; ya te pone así como de uñas y con ganas de pagar el abono en monedas de 1 céntimo. Pero ¿qué culpa tendrán esas pobres taquilleras con acento francés que nos ha traído el señor Casas? O a lo mejor no, pero mosquea y alguno hasta echa de manos a aquellos tipos corpulentos mal encarados, con pinta de estibadores del puerto de Odessa, que a la mínima trifulca se arrimaban al compañero para poner gesto de me han pisado un callo y lo vas a pagar tú. Era cómo si por un tortazo te regalaran una entrada de los caballitos, y por dos te incluían el precio de la almohadilla. Que hogareño era aquello; qué tradiciones dejamos que se pierdan por traernos unas niñas con un toque provenzal.

Si alguien no cree que lo que digo, que mire esta imagen obtenida por Javier Salamanca  adelante de las taquillas de la plaza

Aunque acabar con las colas no se resuelve así en dos patadas, no, esta es una empresa para la que esté preparado cualquier mindundi, ¡Por Dios! ¿Dónde vamos a llegar? Ni el vigilante jurado ese rubio del pelo a lo Fido Dido que con tanto mimo y respeto levantaba el brazo mientras te señalaba con el índice de la otra y recitaba “A vern caballerio, dos más ahí” Y tú adivinabas que ahí, era una taquilla que había al doblar la esquina y ante la cual también había la correspondiente cola. No avanzabas nada en realidad, pero el gesto ya te animaba. Pero esto no es la razón fundamental. El meollo de todo esto, según mi opinión y después de mucho reflexionar, creo que está en el atractivo de los carteles de la Feria de Otoño, ahí está lo güeno, güeno del asunto. Párense un minuto y deléitense conmigo. La novilla con Gómez del Pilar, un embrión de pegapases que a costa de unas orejitas del paisanaje he hecho creer a muchos que era torero. Luis Gerpe, que cortó otra con sabor oriental, pues fueron dos familias chinas los que la pidieron, pero como las familias orientales son tan largas, pues toma, premio para el caballero. Y Gonzalo Caballero, al que sí gusta ver, pero que ya debería haber aprendido algo más que a quedarse quieto. Que a mí me da lo mismo oiga, pero es que a paliza por tarde, se le quita la afición al más pintao. El ganado que nadie espere que sea de Javier Molina, ni Moreno Silva, ni del señor Escobar, no, porque para las grandes ocasiones, tenemos ahí los novillos de los señores Lozano y así les dejamos los corrales limpios como la patena.

Luego vienen los de El Puerto, que lo mismo salen arrastrándose, que igual echan un toro de bandera, eso está por ver. El Fundi, que se despide por segunda vez y del que se espera que no “indulte” ningún toro más en Madrid, aunque por supuesto que se marchará con el respeto de la afición y su cariño. Luego El Cid, ese fantasma que abjuró de su fe clásica para abrazar la secta del pegapasismo, en su versión “Joer, qué pesao madre”. Y como tercero, el señor Luque, don Daniel, que parece el típico tronco que está en el banquillo y que cuando el entrenador ya no ve solución le dice eso de “Luque, salga”. Pensábamos que en este Otoño, doña Dolores Aguirre nos iba a mandar recado por medio de sus chicos, pero no, al final otra más de la factoría Fraile, versión Valdefresno y Fraile Mazas, en los que se repite el mismo esquema de los de El Puerto. La matarán Sergio Aguilar, que se ganó su presencia en el ruedo hace unos días, y luego Iván Fandiño el “Estancado” y David Mora el “Acomodao”. No voy a decir que no guste ver al vasco pero quizás podría haberse saltado esta fecha, aunque siempre es de agradecer que no vuelva la cara a Madrid. Lo de Mora ya es otro cantar. Hasta puede ser un error su presencia en esta feria, pues han sido demasiados los torso buenos que se le han medio escapado esta temporada sin alcanzar el nivel que muchos profetizaban. Ha plantado sus reales en la comodidad, en espera de que le admitan como miembro de hecho del “G”, para después dedicarse a pintar la mona y a vivir como un artista incomprendido, aunque toreando hasta en las bodas.

Lo más parecido a lo esperado, aquella feria centrada en el toro, es la de Palha, que lo mismo nos emociona y levanta el prestigio del hierro portugués, que nos sigue dejando ese sabor a dudas casi eternas; que sí, que no, que caiga un chaparrón, que últimamente, ni presencia tenían los de Folque. La terna la componen un Robleño con el cartel muy revalorizado después de lo de Francia; Javier Castaño, decidido a asumir el papel de lidiador modélico al servicio del toro y del aficionado; y Alberto Aguilar, que al final se dejó ver este año en Madrid, demostrando la altura de torero que quiere llegar a tener.

Pero a pesar de todas estas menudencias de los Palha, Robleño y demás, no le quitemos su mérito a los señores triunviros que reinan en el Imperio de las Ventas, donde a base de tesón, trabajo, imaginación, maltrato al aficionado, maltrato a la fiesta y a todo lo que ronde cerca de la plaza, han conseguido acabar con las colas para renovar los abonos y digo más, hasta han echado a patadas a los reventas. Bueno, tampoco quiero exagerar, más bien, estos han salido huyendo despavoridos al ver como no hay quien venda un entrada por un céntimo más del precio de taquilla. Don Chopera, don Matilla, don Simón, ¡Viva el vino! Brindemos por el éxito pasado y futuro, el que nos lleve a poder contemplar la caída del Imperio taurino, aquel que solo provocaba incomodidad, disputas y alborotos. El señor segurata, el Fido Dido o el bajito, ya no tendrán que organizar nada; los reventas ya no repetirán aquello “Para los toros, para los toros, dos bajos del 8;  y el que quiera, hasta podrá practicar sus avances en el francés. Mi reconocimiento a las mentes privilegiadas de la empresa y Comunidad de Madrid, por tundir de semejante a la Fiesta de los toros.

martes, 11 de septiembre de 2012

La sublime técnica presente frente a los pelanas del pasado

La técnica esconde las trampas, el toreo puro solo puede existir con la verdad y la sinceridad del que lo practica



Como diría el sabio clásico “Vuelta la burra al trigo”. Anda que no habremos hablado de la técnica, ese don que le rebosa a la torería de nuestros días, y de la ausencia de esta, que era lo normal al menos desde Joselito El Gallo, hasta ayer por la tarde, justo antes de que apareciera todo este figureo mandón. Según los más ilustrados y documentados expertos en tauromaquia, de este siglo XXI, la técnica es esa ciencia y conocimiento que a los toreros les permite evitar ser cogidos y dar muchos pases a los toros. Pero cuidado, paren, paren, que ya veo a algún listo que se lanza a traducirlo a su lenguaje corrupto  e influenciado por el toreo clásico. Porque si no les freno, seguro que me dicen que entonces la técnica es estirar mucho el brazo que porte la muleta, poner esta oblicua mientras el pico le toca el testuz al toro, que cuando se arranca traza una casi perfecta línea recta tan larga como la longitud del brazo y el lomo encorvado del matador lo permitan, dejando entre toro y torero una distancia suficientemente amplia como para instalar allí un centro comercial con cines, hipermercado, amplio aparcamiento, más de 300 tiendas y zonas deportivas. Y a todo esto, habrá que añadir todas las carreras que sean necesarias para volver a ponerse en un sitio al que el animal tenga un acceso casi imposible. ¿Es esto a lo qué se refieren cuando hablan de técnica? Quizás no hagan falta tantas palabras y basta recordar lo que decía Alfonso Navalón, que la trampa la quieren convertir en técnica.

Lo que parece que ha calado profundamente es que esa técnica salva a los toreros de las cornadas, cornadas inevitables para los que algunos considerábamos maestros del toreo. Y a lo mejor tengo que dar la razón a los que se alistan a este banderín de la modernidad. La técnica que ha permitido la creación de un animal bobalicón, descastado, que a todo lo más va y viene como el péndulo de un reloj, con un trayecto predecible, cansinamente repetitivo y dando la sensación de no tener fuerzas para marcar el próximo segundo. Quizás la técnica es esa trampa que quieren taparnos y sobretodo esa apariencia de legitimidad que los taurinos y prensa pesebrera quieren convertir en arte excelso. Maestros de la comunicación y la manipulación, pues han conseguido que se acepte como sublime esta pantomima que dinamita los cimientos de la fiesta.

Pero vamos a ser benévolos, intentemos ponernos en su piel y creamos la eficacia de esa técnica, que muy grande tiene que ser para librarse tarde tras tarde de los disparos del toro; aunque la mayoría de las veces parecen cartuchos de sal, que solo pican y que siempre buscan el culo. Así ya tenemos explicación a toadas esas ideas que nos rondan la cabeza, ¿no? Pues no del todo. Si toda la tropa de medias rosas, incluidos los novilleros, tiene más técnica que todos los maestros juntos, ¿por qué cuando les sale un animalillo un pelín de picante, andan cabeza abajo, sin saber por dónde meterle mano? Y ya no quiero ni pensar cuando de muy tarde en tarde aparece un barrabás pegando bocados, entonces ni técnica, ni saber, ni poder, ni na’ de na’, solo les vale el “pies para qué os quiero”. Unos dechados de técnica que cuando no les ponen la bobona delante, no tienen más explicación que “es que me quería coger”. Pero hombre, ¿qué te va a hacer? ¿Sacarte a bailar? ¿Invitarte a un chocolate en San Ginés, pagando él? Señores “profesionales”, que no tiene por qué ser sinónimo de torero, que los toros van a coger, que lo de los toros artistas es una patraña, que los toros se dividen en buenos o malos, y a lo que ustedes están acostumbrados no es fácil eso de considerarlos toros.


En ocasiones esa técnica también va acompañada de poderío. ¡Qué paradoja! ¿Qué tiene que poder cualquier muchacho que se pone delante de cualquiera de las muchas ganaderías comerciales? Si ya nos salen podidos desde la finca, y además eso de poderío parece ser lo mismo que trampas y triquiñuelas del que sisa en la compra.

Al oír estas cosas uno deja que se la vaya el santo al cielo y se pone a pensar en Andrés Vázquez, el torero aquel que se hizo por los pueblos de Castilla, aprendiendo primero a defenderse y luego a lo demás. Eso sí que era técnica, la que exigía el toro, porque si no, la técnica que se ponía en marcha era la del cirujano y ese, cuanto más tranquilo, mejor. Y uno se pone a recordar como los toreros plantaban cara al toro que pedía pelea y que tiraban de los muchos recursos que atesoraban para poder salir andando de la plaza. Ahora resulta que los toros reponen, se vienen para adentro, miran por encima del palo, no dejan colocarse y no sé cuantas memeces más, que la técnica parece no poder resolver. Entonces, ¿para qué vale? ¿Qué utilidad tiene? Pues de momento el desesperar al personal, el aburrir al respetable y profundizar un poquito más en la ruina de esta Fiesta, eso sí, siempre haciendo derroche de una técnica sublime y excelsa, que al final no vale para nada.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Y después de la tele ¿qué?

Si uno se asoma al balcón, el balcón puede saltar por los aires



Ya se ha televisado una corrida de toros por la televisión pública, esa demanda generalizada ya ha sido atendida por RTVE, pero, ¿qué pasará a partir de ahora? ¿Qué ha mejorado la fiesta? Pues empecemos por el final. El efecto que esto ha ejercido sobre la Fiesta de los toros creo que ha sido nulo, en el mejor de los casos, pues después de ver como salían un torillos a los que ni se les podía enseñar la puya o que rodaban por el suelo, mientras los comentaristas lo jaleaban absolutamente todo, no creo que habrá nadie que se haya sentido atraído por semejante esperpento.

Lo fáciles que somos de contentar, o eso se cree el poder, aunque no sé si la realidad coincide con sus pensamientos infantiles. Va Taurodelta y ya que pedimos toros de diferentes encastes, pues se saca de la manga el invento este de septiembre, eligiendo quizás no a las ganaderías en mejor estado, sino a las más propicias para luego poder regañarnos. Ay, estos niños mimados y caprichosos, siempre pidiendo ¡No quiero más Domecq, no quiero más Domecq! Y entonces tus padres te cambian el yogur con sabor a Juan Pedro por otro con sabor a Prieto de la Cal. Y ya la tenemos liada, te quejas porque está pasado de fecha y te dicen que es la última vez que van a ceder, que desde ahora, solo yogures bodegueros, que son más baratos y más suavecitos.

Pues lo mismo con esta obsesión por los toros en la tele. Tanto tiempo penando y a la primera de cambio nos ponen a tres toreros de esos del grupo que tiene nombre de quitamanchas, G-10 no dejará ni rastro. Hace mucha espuma, llena la habitación de aromas del campo, fácil de llevar, fácil de aplicar y cuando lo retiras frotando con un cepillito, la superficie afectada está como siempre, pero ahora haga lo mismo, pero aplicándolo en la mancha, que si la mancha iba a fastidiar, que si se metía para adentro, que la gente no sabe lo difícil que es enfrentarse a esas manchas, que si las manchas buenas son las de cerveza y no las de tomate, que las de tomate son imposibles, que no entienden como la gente se empeña en quitar estos lamparones de tomate. Y seguro que todavía los habrá que les aplaudan, solo por el aroma. Pero claro, en la reaparición de la tele en una plaza, no solo fue cosa del quitamanchas, sino que además, el yogur era de sabor a Juan Pedro. Menuda mezcla, como para que se te cayera un pelotón en la pechera.

Pero bueno, ya nos han puesto toros en la tele de todos, ya podremos estar felices durante otra eternidad, porque no sé yo si habrá toros muy a menudo; y más si es en horario infantil. Con todas las protestas que han salido como setas por todas partes; con las que estoy completamente de acuerdo, esa pantomima no es para que la vean los niños, no vaya a ser que se piensen que esto de los toros sea una patochada. Casi mejor que se aguanten las ganas y esperen un día en el que sea una corrida seria, y perdón por la redundancia, porque una corrida, si es de toros, siempre es seria. Será más fácil que antes repitan tres veces Verano Azul o Pretty Woman; con este caramelito nos tendrán entretenidos por un tiempo, nos callarán la boca los políticos que han propiciado la retransmisión y se creerán con todos los derechos para enarbolar la bandera del taurinismo.

Y es que estamos de enhorabuena, todo indica que si ya estamos viviendo una nueva Edad de Oro de… de… de esto, lo que viene ya va a ser la monda lironda. Primero lo de Cultura, porque así nos podríamos beneficiar del IVA reducido y otras ventajas fiscales, como se ha podido demostrar el 1 de septiembre, además de una mayor y mejor difusión de la Fiesta, cuyos frutos saltan a la vista con la increíble audiencia de los Tauro-realitys de Canal Sur y Telemadrid; luego esa interminable lista de lugares que han declarado la Fiesta Bien de Interés Cultural, otros Bien Inmaterial, otros algo parecido, pero sin ser capaces de ponerse de acuerdo tampoco en esto, unos andan con el yogur, otros con el quitamanchas y otros pues con lo que Dios les da a entender, que vaya usted a saber lo que entienden. Y finalmente, la guinda del pastel, Arnás, el engominado y el Capea contándonos aquello como si fuera una corrida de toros y como si hiciera mil años que no hubiéramos visto ninguna. Vamos, como cuando televisan la lucha esa de japoneses grandes y bien nutridos, en que te tienen que explicar por qué llevan el pañal de colores y nada más. Pero claro, lo del pañal casi es accesorio, porque los dos señores se zurran la badana de verdad y el que queda en pie es el vencedor. En lo de la tele no, ahí podemos ver a un animalito estamparse contra un caballo con faldas y a un señor que le toca con un palo largo, como si fuera a picarle, pero que inmediatamente agarra la vara como si estuviera señalando al animalito ¡Eeeh! qué está aquí, ¡Eeeh! Hombre, chiquitín era el animalito, pero tampoco hay que humillarlo de esa forma, qué pensarán sus familiares; seis años sin toros en la tele y no se les ocurre otra cosa que señalar al inválido, ¡Aquí está! ¡Ni picarlo puedo! ¡Este, este! Y la vaca, el toro y los terneros avergonzados del haragán del hijo y hermano que se echó a la mala vida y se convirtió en yogur con sabor a Juan Pedro. ¿Cómo no le iban a faltar al respeto esos señores con las medias rosas? Si es que no es para menos, aunque con las posturas que estos ponían y esos retorcimientos, tampoco era para que se les tuviera a ellos. Unos señores que cuando cogían la espada, y según palabras de los comentaristas, eran contundentes, que vale que alguno no fuera muy ortodoxo, como un tal Juli, con su saltito peculiar, pero que según lo escuchado, no era algo para censurar, casi más lo contrario. Lo que yo no acabo de tener claro es si esta retransmisión ha servido para algo más que no sea ridiculizar y caricaturizar la fiesta de los toros, y no para de darme vueltas en la cabeza la misma idea; y después de la tele, ¿qué?

lunes, 3 de septiembre de 2012

Cuidadito con los encastes

Abaniqueo, que no abanicar al toro



Al aficionado de Madrid, como al de la mayoría de amantes de esto que es el toro, cada día tenemos menos motivos para la ilusión y con un destello de luz, esta se nos dispara hasta el infinito. No hace demasiados años, quizás justo los que este grupo de señores llamados G-x, se hicieran con el poder absoluto de la Fiesta, había ferias como la de Madrid, en las que uno de los principales atractivos de sus carteles era la posibilidad de disfrutar de una verdadera variedad de encastes. Era algo tan habitual, como obligado, no se concebía otra cosa. Pero ahora se ha pasado justo al polo opuesto; después de mucho lamento, de ruegos continuados y peticiones al sumo pontífice taurino, don Taurodelta, durante el mes de septiembre tuvo la feliz idea de montar un ciclo de novilladas con encastes en peligro de extinción; vamos, como si fuera un “Parque Jurásico” a lo taurino.

La primera muestra de este paseo por la prehistoria ha sido una novillada de Prieto de la Cal, Veragua, esperado y deseado con ansiedad por el aficionado. El resultado yo creo que fue el esperado, incluso en cuanto al ganado, creo que fue superior al esperado. ¡Pero si fue una novillada espantosa! Claro que lo fue, pero imagínense lo que uno esperaba de este hierro. Yo entiendo que nos queramos agarrar a ese clavo ardiendo de esta ganadería, pero también es verdad que está mal desde hace muchísimo tiempo, es más no recuerdo si alguna vez estuvo a un nivel aceptable, quizás un toro aquí, otro allí, pero sin acabar de salir del pozo. Por otro lado, el ganadero vive y sufre el toro como un buen aficionado y en lugar de callar y entregarse a los poderosos, no tiene reparos en decir lo que piensa, en contar su idea de la Fiesta y de lo que debe ser el toro; otra cosa es poder trasladar todo esto al toro. Pero claro, lo dicho, dicho queda y ahí están los taurinos esperando, agazapados a que los pupilos de don Tomás salgan a una plaza para pegarle con todas sus fuerzas y mandar los Veraguas al matadero.

Si a lo dicho anteriormente añadimos la diferencia de comportamiento de este toro con el que habitualmente sale, le sumamos unos novilleros bisoños a más no poder, habituados al pase por el pase, a la ignorancia casi tragicómica de lo que es la lidia, esa falta de colocación, de mando y saber torear, el resultado es el desastre más absoluto. Que nadie se engañe, que los novillos no servían para nada, mansos y con las complicaciones propias de este encaste, que no de la casta que no tenían, pero hombre, tampoco se les puede hacer justamente lo contrario de lo que pedían. Muchos salieron pidiendo la guillotina para todo lo herrado con la “A”, no sé, eso no, pero que el ganadero se tendría que plantear algo, es más que evidente.

Y esta es la primera, nos queda un mes de variaciones y el cierre con una novillada concurso. Una concurso para unos novilleros que no saben ni poner el toro en suerte, que en el mejor de los casos mueven el caballo al toro; acercan el piano a la silla y no la silla al piano. La conclusión es la misma, pero el efecto evidentemente no, así se desafina el piano y el toro; y nos quedan muchos pianos por desafinar hasta el día de la corrida concurso. Así, en esta orquesta que es el mundo del toro, los de fino oído exigirán que sean expulsados todos los músicos de estas familias tan raras hoy en día y tan melódicas en el pasado, fuera los hijos, los primos, sobrinos, nietos, primos segundos, terceros, como si se pusiera en marcha una Inquisición taurina, en la que solo mantienen limpieza de sangre los iluminados por la Tauromaquia 2.0.

Llegados a este punto tenemos que plantearnos muy en serio esto de los encastes de uno y otro tipo. No creo que sea bueno extender los males de una ganadería a todo lo que pertenezca al encaste a que pertenezca, ni que se trate diferente a lo de Veragua, Cabrera o Coquilla, que a lo de Domecq o Núñez. Con unos se nos pone la piel fina, fina y con los otros nos nace un duro caparazón que todo lo aguanta. Porque si nos ponemos exquisitos, lo mismo los torillos del monoencaste y aledaños bloquearían el paso a los mataderos. Así que serenémonos y pensemos con la cabeza. La primera exigencia creo que debe ser la del toro, el toro íntegro, encastado y que no se arrastre por el suelo y a partir de ahí que venga todo lo demás. No por pertenecer una ganadería a uno de esos encastes en extinción tenemos la garantía de casta, tipo, fortaleza y bravura; aunque también es verdad que al haber hierros que son el último eslabón de una cadena, también pueden ser los que pongan fin a la historia de un encaste. Ahí ya deben entrar otros factores para que no extinga, aunque tampoco pienso que deban ser lidiados única y exclusivamente por esa causa, pero ya digo que esto es capítulo aparte.

No nos ceguemos con lo de Prieto de la Cal por ser Veragua, no, si está mal, lo está y punto, aunque también digo una cosa, los señores profesionales, las figuras y aspirantes a serlo, también podrían darse cuenta que este espectáculo no es uniforme ni en el paseíllo, que tiene tantas posibilidades como tipos de toro puedan saltar al ruedo. Aquí no vale eso de enjaretar a todos el mismo jersey. Dependiendo del ganado, habrá días en que el espectáculo estará principalmente en el tercio de varas, otros en la muleta, otros en el toro que se va viniendo arriba, en el que exige una lidia cuidada y completa, los que tiran bocados y acaban claudicando, los que parecen un dechado de bondad pero que si no se les guía por el camino adecuado pueden acabar a bocados, toda una baraja de comportamientos que va más allá del toro toreable, con fondo, noble y que se echa para afuera.

A ver si acabamos con esas declaraciones de los toreros que se acercan al callejón a quejarse airadamente de que el toro les quería coger, ¡por Dios! ¿Qué quieres? ¿Qué te de caramelos? Pero claro, tanto se han acomodado, adocenado, vulgarizado, simplificado y uniformado los coletudos, que no admiten nada que no sea el borregón andante. Que despierten de esa somnolencia taurina y empiecen a enterarse para que vale el caballo, que uso le puede dar al capote, como conseguir que el toro no ande a su antojo por el ruedo y tantas y tantas cosas que conforman eso que se llama la lidia. Luego ya tendrán sus preferencias de encastes de hierros y hasta de ganado de una región, pero como decía el otro, lo primero va antes.

El aficionado por su parte también sabrá distinguir más entre hierros, que entre encastes, sabrá que lo de Prieto de la Cal está mal, que lo que con tanta afición y sacrificio pone sobre la mesa su ganadero sigue sin funcionarle, que los de Victorino, Saltillo y Albaserrada, se están desviando preocupantemente hacia el comportamiento Domecq, que lo de Alcurrucén, Núñez, parece que pisa por terrenos cenagosos, que Flor de Jara, Buendía Santa Coloma, mantienen una buena línea, o que lo de Javier Molina, Domecq, está para verlo y disfrutarlo. Y ¿por qué no? los de las medias rosas también podían pensar que los de Moreno Silva no se comen a nadie, solo que lo de ponerse bonito con ellos es o un rasgo ignorancia o de locura extrema. Por los encastes en si mismos, solo garantizan variedad, no presencia, casta o bravura, eso es otra cosa. Defendamos al toro y dejémonos de nombres por tener procedencia de… Eso sí, con aquellos hierros únicos o casi únicos, habrá que tomar otra postura diferente, pero eso ya lo hablaremos otro día.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Los Toros en Pintura, de buen rollo

Portada de "Los Toros en Pintura" (lostorosenpintura.blogspot.com)



Les presento mi nuevo blog “Los Toros en Pintura”; el hermano pequeño de este que en su día debería haberse preocupado por mostrar mis dibujos, mis pinturas mi visión de la Tauromaquia, sobre el lienzo o el papel. Pero parece que este “Toros Grada Seis” tenía vida propia y carácter y en seguida se dejó llevar por sus pasiones taurinas y se empeñó en opinar de lo que acontecía en el mundo del toro. Lo que no sabe él es que se le notan demasiado sus preferencias y gustos, y que así no va a hacer muchos amigos en el G-10, en Taurodelta y en todos esos ambientillos de los taurinos de pacotilla, pero bueno, si lo hace convencido, allá él. Por lo menos es sincero. Yo le digo que así no nos van a invitar ni a un chupachups; con lo bien que estaríamos yendo por la cara a las fincas a “jincharnos” de todo, a comer, a beber y a hacer de confidente de los maestros, solo repitiendo una frase: ¡Bieeejnnn torero, bieeeejnn! Pero no, él venga que si torillos, que si pico, joeeeeer, que no es tan grave hombre, que yo veo a la gente por ahí delirando con todo esto y viven la mar de bien. Que no pido yo tampoco un sobre, un coche, un chalet en Sotogrande, que eso es solo para lo grandes.

Pero “Los Toros en Pintura” va a ser solo eso, toros y toreros pasados por el tamiz de mis ojos y mis manos; Eso sí, que nadie espere que de motu proprio me lance a ilustrar la tauromaquia completa de los modernitos, hasta ahí podríamos llegar, excepto por encargo de algún amante de las figuras. Que todos tendrán cabida en este blog, si es que alguien les tiene un hueco reservado en una pared de su casa. Poco a poco irán apareciendo trabajos que ya han visto la luz y otros nuevos, cada uno con sus especificaciones técnicas, el título y sobre todo, lo más importante, el precio. A ver si así consigo que se sepa que esto que tanto me gusta hacer, también me gustaría que me diera otro tipo de satisfacciones.

Ya en serio, “Los Toros en Pintura” pretende ser una vía para mostrar y vender mis trabajos, lo que no quiere decir que no me satisfaga comprobar que los buenos aficionados disfrutan con ellos, que gracias a ellos estoy metido en estas. Al final han hecho que me lo crea, al final me he creído que soy un artista; me dejaré coleta, largos bigotes, vestiré con ropas más que excéntricas, engolaré la voz y trataré de explicar el significado oculto de cada obra, aunque en la mayoría de las veces será tan simple como un natural, una verónica o cualquier otra suerte del toreo. Os espero a todos en vuestra nueva casa, aunque también seguiré en “Toros Grada Seis”, más que nada para que no se me desmande este hijo rebelde que me ha salido.