lunes, 28 de diciembre de 2015

Ya no es 28 de diciembre

Este año no tenía el cuerpo para inocentadas, así que me he tirado por la parte seria del esperpento, perdón, del espectáculo


Han llegado a mis manos diferentes noticias que van tener su importancia a lo largo de la temporada que en nada ya comenzará. Un par de meses, tres en el caso de Madrid y ya estamos otra vez con los clarines y timbales. Novedades que sin duda harán mejor el futuro. He querido esperar a que pasara el 28 de diciembre, porque no quería que todo esto se confundiera con una simple inocentada. No es justo confundir un bulo sin fuste con una exclusiva mundial en el mundo del toro. Pues, ¡ea! Prepárense, que se les van a quedar los ojos como platos.

Se ha sabido que los maestrantes sevillanos han accedido a las peticiones de las figuras del toreo y que pronto darán inicio a las obras que reformarán el coso del Baratillo. La principal y más destacable mejora es eliminar la irregularidad del ruedo, dejándolo en una circunferencia perfecta. Parece ser que este hecho molestaba a los matadores que, representados por Morante de la Puebla, expresaron su incertidumbre a la hora de crear arte. “Esa falta de armonía nos impide expresar lo armónico del toreo”, han declarado los maestros. En el espacio que se gana al ruedo, la empresa planea poner una terraza para los días de toros, eso sí con sombrillas patrocinadas, para evitar a los clientes que se amodorren a pleno sol.

Incidiendo en sus inquietudes por la arquitectura taurina, los toreros, encabezados por las figuras, también han pedido que la plaza de Zaragoza deje de estar cubierta y recupere su estado original, permitiendo de esta manera que los días de lluvia el ruedo se encharque. Así podremos utilizar la climatología como excusa para seguir sin ir a la Feria del Pilar y poder despreciar tan descaradamente al aficionado maño.

A principio de año se celebrará un acto de hermandad entre prensa y toreros, en el que estos podrán manifestar su “agradecimiento” a los otros, por labor a lo largo de la temporada anterior. Se “sobre” entiende que será una reunión con múltiples sorpresas y llena de agradecimientos.

Confirmado, José Tomás no reaparecerá en la temporada 2016 en Las Ventas, ni se va a encerrar con seis toros en solitario, ni va a firmar cuarenta contratos, ni exclusivas, ni tan siquiera va a hacerse rejoneador y vista la última experiencia y reacción de algunos aficionados que más bien parecían debutantas en un baile de disfraces, no volverá a la plaza de Madrid, a no ser que pase antes por maquillaje, para que le caractericen de japonés.

La Comunidad de Madrid, por medio de Asuntos Taurinos, ha habilitado una partida presupuestaria para que la empresa pueda comprar las cabezas de camadas de las ganaderías que acudirán a San Isidro. El problema surgió cuando Taurodelta quiso convencer a la administración de que Núñez del Cuvillo tenía ocho corridas para Madrid; Garcigrande, tres; Victoriano, cuatro; Pererda, otras tres; el Vellosino, cuatro, no quedando un duro para Cuadri, Moreno Silva, Miura, Pedraza de Yeltes y otras cuantas más que no tienen ni una miaja de arte.

En sus desvelos manifiestos y demostrados de la Comunidad de Madrid, por la fiesta, esta va a poner en marcha una nueva medida en la plaza de las Ventas. A partir de ahora se establecerán controles de alcoholemía en los tendidos de la plaza, pudiéndose ser llevados a efecto los días de petición estrambótica de orejas. A demanda del usía, ante esas peticiones inexplicables tan frecuentes en los últimos tiempos, podrá ordenar que a los pañueleros se les haga soplar para comprobar la cuota de alcohol en sangre. Si esta sobrepasa los límites admisibles, el presidente procederá a no conceder los trofeos, así como a invitar a abandonar su localidad los afectados. Estos serán conducidos a la sala de desintoxicación, con capacidad limitada para 20.000 personas, donde se les acostará, se les arropará convenientemente y se les entregará un pañuelo para que superen la crisis alcohólica.

Si es que la Comunidad no para en sus desvelos por la mejora de la Fiesta, notándose evidentemente la mano del nuevo gobierno regional. Por aquello de la economía de espacios y para obtener una mayor rentabilidad de las instalaciones de la plaza, durante la feria de San Isidro se celebrará la “Tauriniation Fashion Week”. Por primera vez en la historia se fusionará el mundo de la moda y el de la tauromaquia. Los toreros, los glamourosos, por supuesto, lucirán los diseños de los más grandes del hilo y la aguja; que si al hacer un quite, que si al poner el toro al caballo, al brindar al presidente, durante la faena de muleta y, faltaría más, al pasear el triunfo por el ruedo. Y no teman por los modelos, pues el único riesgo que corren las ropas es que se les salten las costuras a causa de los retorcimientos y estiramientos a que serán sometidos. ¿Mancharse? No, eso, como respondió una voz autorizada, “no hay huevos de que el toro se les acerque”. Eso es conocer la tauromaquia moderna a fondo.


Y recuerden que Ya no es 28 de diciembre, pero, ¿y en México y resto de América?


Enlace del programa Tendido de Sol del 28 de diciembre de 2015:
http://www.ivoox.com/tendido-sol-28-dic-2015-audios-mp3_rf_9881052_1.html

martes, 22 de diciembre de 2015

Las cosas que tiene la vida

Si no se cruzan afonías inoportunas, esperemos que en el año nuevo sigamos disfrutando de la calidez del sol en nuestro tendido.


Iba el otro día paseando por la selva (vale, no he estado jamás en la selva, si acaso en el vivero de plantas de al lado de casa, pero aquí me viene bien empezar por ahí). Pues como decía, iba yo paseando por la selva, abriendo camino con mi machete, cuando llegamos a un claro de la jungla y observé a un elefante moribundo al que le costaba hasta echar su último aliento, y a un cuervo engallado sobre su panza, pegando alaridos y alentando a la masa para que allí mismo acabaran con aquel ser indigno y salvaje que tantas veces impuso su brío y fortaleza en la comarca. “Se comía las hojas de los árboles por toneladas y se bebía el agua de los estanques por litros, acabemos con este ser pérfido y egoísta. Él bebía y bebía sin importarle si los demás teníamos sed o si necesitábamos el agua para regar nuestro jardín o llenar nuestras piscinas, abajo el tirano”. El cuervo se deshacía en proclamas que parecían mostrar más odio y rencor que clamar por un derecho. Iban llegando otros cuervos y aves de rapiña a cuentagotas, mientras alrededor del elefante se arremolinaban los monos gritando y pidiendo que se marchara tanto pájaro de mal agüero. “¡Marchaos! ¡Muerte al tirano! ¡Marchaos! ¡Muerte al tirano! ¡Marchaos! ¡Muerte al tirano!”

En aquella ensalada de chirríos nadie parecía escuchar al otro, solo gritaban y gritaban, intentando superar el alarido anterior. Unos contra otros y un grupo de lo que parecían mentes pensantes por ambos bandos, ofreciendo propuestas que se suponía que iban a acabar con el conflicto. Unos inventaban tropelías imposibles: “Cuando sobrevoló nuestra aldea y la bombardeó con cagarrutas elefantiásicas, cuando devoraba crías de aves, cachorros de león y se regocijaba desmembrando gacelas”. Mientras tanto, los de la otra vertiente ideaban absurdas excusas e inútiles soluciones: “Pero eso era porque se ponía nervioso los días calurosas; creemos una comisión que impida que los carroñeros puedan acercarse al elefante y firmemos una proclama en la que se diga que va a haber elefantes por los siglos de los siglos, porque son muy grandes y siempre, tradicionalmente, han sido muy grandes y así de grandes tienen que seguir siendo, porque son así de grandes. Le pintaremos las uñas de colores y la trompa se la decoraremos con dibujos hechos por los alumnos de la escuela de animales y nos tatuaremos todos la frase “Yo soy elefantino” y nos pasearemos por la selva gritando lo grande y lo guapo que es el elefante y toda su parentela y para que el elefante no parezca elefante, le pintaremos rayas blancas y negras y le anudaremos la trompa, le limaremos los colmillos y le plegaremos las orejotas”. Pero nadie hacía nada, el elefante moría y solo un par de patos salvajes le intentaban refrescar con el agua que podían llevar en sus picos, intentaban resguardarle del sol, le administraban bayas silvestres esperando que sirvieran para recuperara su vigor, en mitad del griterío y teniendo que soportar cómo los elefantinos les acusaban de querer envenenar a aquella mole que un día fue impresionante.

Aquello parecía el supremo ritual del absurdo: unos cebándose contra un ser a punto de dejar de existir, queriendo apropiarse del mérito de finiquitar al moribundo al que no fueron capaces ni de amenazar cuando este vivía su esplendor, y otros que más parecían preocupados por peinar el viento que por recuperar y salvar a aquel majestuoso ser e intentar recuperar el vigor del que no tenían ni idea que pudiera haber existido. Solo esos patos silvestres que no se resignaban a lo que parecía más que un seguro futuro inminente, buscaban devolver la vida a quién tanto admiraron. Y a mí que todo esto me resulta familiar. Las cosas que tiene la vida.


miércoles, 16 de diciembre de 2015

Hristo el antitaurino ventajista

Otro año más, el gordito gracioso da rienda suelta a su afición


Estos ataques ya están pasando de castaño oscuro, como diría el otro, “hasta aquí hemos llegao”. El señor Mejide ha sobrepasado todos los límites en sus ataques a la Fiesta de los Toros. ¿Por qué? Pues porque no se puede llevar al Juli a un programa de la tele, esperando que con su verbo defienda nada. Eso es abusar. ¿Qué nos queda ya? ¿Qué llamen también a Ponce, a Jesulín, al lotero de doña Manolita? Anda que no podían haber contactado con Esplá, por poner un ejemplo, que en esa marea de diálogo entre amable y venenoso se maneja como pez en el agua, que no solo explica, sino que rebate y desecha argumentos tan vacíos como sobados. Uno tira de tópicos sin demasiado convencimiento y el otro los desmorona y además ofrece argumentos sólidos y que sorprenden a los propios antis, que también tiran de su propia retórica, ignorante, pero que cala en los espíritus cándidos del ciudadanos amigos de los animales... que hablan.

Resulta una utopía el pensar que la mayoría de los toreros sean capaces de defender la Fiesta, ni son capaces, ni tienen convicción. Ellos lo que sí saben defender a bocados es su negocio y de ahí no les saquen. Que así pasa, que nos llega el indignadísimo Castella, ese que dice que no hay derecho a lo que están haciendo con ellos y que en su día confesó la lástima que le producía un toro antes de entrar con la espada. O el último, Miguel Rodríguez, que aboga para que no se maten los toros. ¿Estamos locos? ¿De que estamos hablando? Nos quejamos de los animalistas, falsos naturalistas y transitamos por el mismo carril que ellos. Quizá nuestra propia ignorancia y desconocimiento del toro sean los que nos lleven a creer que los Toros se salvarán, precisamente cuando dejen de ser los Toros, lo que ahora los finos llaman Tauromaquia. Salvemos el fútbol, a partir de ahora, para evitar el sacrificio de vacas proveedoras de piel para balones, se jugará sin pelota, si acaso con una de trapo, pero no siempre, que las plantas de algodón también se crispan cuando se las corta. El cine será cine sin películas, la vendimia sin vino, la Nochebuena sin cordero, la natación sin agua y la estupidez sin seso.

La verdad es que cuando uno ve que los toreros se disponen a hablar, salvo contadísimas excepciones, o cuando van a un programa no taurino, me echo a temblar. Mi primer impulso es recoger todos los libros de toros, los cuadros, las películas, los dibujos, los recuerdos y la tarjeta de abono de Madrid y meterlos en un baúl del tiempo, enterrado a cinco metros de profundidad, debajo de un piedrolo de mil toneladas y sin dejar pistas de lo que allí hay. Y a ver si con el paso de los siglos, alguien lo encuentra y se anima a descifrar el significado de todo aquello. ¿Se imaginan? Encuentran esta caja precisamente cuando una máquina excavadora removía los terrenos sobre los que se iba a construir una plaza de toros; la Nueva Plaza de Madrid, con cabida para 80.000 personas, junto al parque arqueológico de la antigua villa de Coslada, ya desaparecida. Estaría bien, puestos a imaginar.


Y es que los que se supone que más saben de esto, los únicos con derecho a opinar, porque ellos si se han puesto delante, los artistas sublimes, los genios, los héroes absolutos del toreo, les quitas lo de la tradición, la cultura y los puestos de trabajo que genera el toro y se nos pierden. Pero tampoco nos sorprendamos, esto no resulta tan ilógico, pues si es verdad esa máxima de que se es cómo se torea, ¿qué podemos esperar? Le echan un toro encastado y se lo quita de encima cómo puede, le echan un Mejide con genio y le aplica la misma medicina, le insinúan que es un asesino en serie y le salta por lo del arte, en fin, que los del pico, la pata retrasada, los retorcimientos y el julipié asoman de igual manera en un ruedo, que en un set de televisión. Y el Hristo crecido y más encantado de conocerse que nunca. Que si el Toro de la Vega, que si se disfruta matando animales mientras los bárbaros sanguinarios disfrutamos con la crueldad gratuita. Un poco más y hace que el torero se trague lo de Sodoma y Gomorra, sin decir ni pío, si acaso, que las estatuas de sal son arte y que forman parte de la tradición escultórica del Mar Muerto. No hace mucho un aficionado de los buenos me decía que a él los toreros le gustaban toreando y no hablando, o cómo responde otra máxima, los de luces, dónde tienen que hablar es en el ruedo. Así que mientras que nuestras figuras no se manejen adecuadamente en eso de la retórica, que también es un arte, por favor, eviten enfrentamientos innecesarios con Hristo el antitaurino ventajista.


Enlace Tendido de Sol del 14 de diciembre de 2015:
http://www.ivoox.com/tendido-sol-14-dic-2015-audios-mp3_rf_9716436_1.html

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Disculpen mi pesimismo, pero entiendan mi pena

Si al menos puedo colaborar a mantener la ilusión por los Toros, bienvenido sea


Es verdad que algunos vemos esto de la Fiesta de los toros con un alto nivel de pesimismo, hace dos días me lo hacía notar un buen aficionado, uno de esos que ofrecen la menor duda de su militancia taurina; aunque al final la convergencia era inevitable, lo que parecía diferenciarnos era la forma de encarar la cuestión. Uno quería ver la botella medio llena y el otro, servidor, la veía medio vacía, pero sin renunciar a querer llenarla y mantenerla rebosante de esa refrescante pócima que nos embriaga de toreo, casta, bravura y emoción como para infartar mil corazones por embestida. Les pido perdón si a veces, si casi siempre, uno les hace ver como la botella está casi en el culín, no es mi intención y por nada del mundo me gustaría empañarles una buena tarde de disfrute, pero también les pido que me entiendan, que cómo decía el otro, bastante tengo con lo mío.

A veces siento indignación, enfado, desolación, pero sobre todo, sobre todo, siento una pena grande y profunda, porque veo como se me escapa algo tan mío, tan íntimo, tan personal, compartido, pero personal; es cómo si se me fueran yendo días de vida. Será por esa manía mía de sentarme a ver pasar las cosas y permitir que estas me hagan pensar. Si no las hiciera caso y además no les echara cuentas, seguro que me iría mejor. Pero no, resulta que me pongo a pensar en la temporada pasada y veo que de tantas tardes y tantas plazas, no soy capaz de rescatar recuerdos que me congratulen con mi afición, ni para cubrir los dedos de una mano. Que aún siendo una leche, casi es peor el intentar mirar al futuro y darse cuenta del páramo que nos espera, que en el mejor de los casos puede ser una réplica de lo pasado, si no peor, pues los de arriba no solo no renuncian a su comodidad, sino que se esfuerzan en que cada vez sea mucho mayor y los que vienen por detrás no se puede decir que vengan con ganas de comerse el mundo, más bien su intención es hacerse un hueco e instalarse en ese estado de máximo confort al que los mandones no dejan que nadie entre así como así.

Bueno, pues ya que la torería no parece muy dispuesta a borrar ese pesimismo que me invade, me refugiaré en el toro, sí, eso hará, el toro nunca defrauda, pero... para eso tiene que salir el toro, ¿no? Si no, no hay quién se aferre a esperanza alguna. Parece que me repito, pero estamos repitiendo la cantinela de unas líneas más arriba, los amos de las grandes factorías de bovinos no quieren perder ni una opción de vender una res, que no digo toro, porque para algo se han inventado la producción en cadena en las dehesas de bravo. Buscar la bravura y recuperar la casta no les preocupa, pero en lo del toro en serie no cesan los avances. Ahora se habla de que están probando el toro emblistado, todos igualitos, el mismo peso, la misma cara, los mismos pitones, el mismo comportamiento, en varios colores y con una fecha de caducidad a muy largo plazo, lo que les permite poder llevar los animalitos por toda la península hasta que los veterinarios se los aprueben y acaben colando para la corrida. Aunque tampoco se crean que se ven apurados en eso del reconocimiento veterinario, no suele haber problemas y aunque los animalitos tengan menos trapío que Piolín, cuelan como campeones. Alguien pensará que el panorama es que ni pintado para el que se atreva a criar el toro, que con ofrecerlo a las empresas ya lo tiene vendido todo. Pues no y no. Ni se los compran, ni se suelen plantear eso del toro con presencia y encastado. Como los aspirantes a figuras, estos solo piensan en alcanzar el status de ganadero de figuras y desde esa comodidad que supone el que estas se lleven tus reses, perdón, productos, debajo del brazo, preocuparse solo de tener remanente y a vivir.


Vaya, dos de dos, veo que no se me va a ir la pena así cómo así. Y la cosa empeora cuando uno repara en que la que fue primera plaza del mundo se va cayendo piedra a piedra, hasta haber llegado a ese punto de ruinosa vergüenza. El toro emigró hace tiempo y no son demasiadas las tardes que todavía asoma, la torería se evaporó y salvo contadísimas excepciones, esta ha sido desplazada por la chabacanería, la vulgaridad, la teatralidad, el triunfalismo desaforado y la intransigencia de los que quieren imponer el gusto que nunca fue admitido en esta plaza, el inconsciente atrevimiento en lugar del valor consciente y real, los gladiadores que se limitan a estar, incapaces de llegar a hacer, los trapaceros que agitan banderas de incapacidad, pero sin torear. Y esa muchedumbre que todo lo jalea, que todo lo aplaude y que no distingue entre toreros y toreadores. Quizá porque a aquellos no llegó a conocerlos. Será esto el motivo de mi pena, de ese pesimismo que puede molestarles. Ya me gustaría derrochar el entusiasmo de los días en que el toreo inundó mis ojos, cuando me entraba como un rayo por todos los poros, sin dejar uno, cuando me hacía enmudecer sin dejarme palabras para explicar todo aquello, cuando aquel arte efímero se hacía eterno en mi memoria, con tanta fuerza que ahora hace que siga yendo a la plaza con la esperanza de volver a revivir aquel milagro. Pero la realidad es otra y esta me obliga a pedirles que disculpen mi pesimismo, pero entiendan mi pena.

Enlace Tendido de Sol del 7 de diciembre de 2015:
http://www.ivoox.com/tendido-sol-7-dic-2015-audios-mp3_rf_9624478_1.html

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Julián I, el Generoso, abrirá los carteles a los jóvenes

Se abre la puerta a los alumnos aventajados

Por mucho que se quiera disimular, al final cada uno se pone en su lugar y basta con dejarle abrir la boca, para que nos aclare lo que sospechábamos o lo que tanto quisieron ocultar; y si hay alguien que se retrate con una nitidez fotográfica, ese es Julián López Escobar, el Juli. No es el único, pero si uno de los más destacados miembros de la cofradía de “Por la boca muere el pez”. Parece ser que se le queda chica la hermandad de los de “Por sus hechos les conoceréis” y de tanto en tanto nos regala sus enseñanzas en forma de perlas cultivadas, dentro de las ostras que él tanto cuida y aburre con su insufrible “magisterio”.

Debía pensar que no teníamos bastante con su colección de grandes éxitos de la literatura, la trilogía formada por “Historias de corrales”, “Relatos en los despachos”, “La lejanía y el dolor de lomos” y “Cuando me callo, mejoro”. Vale, son cuatro, pero para los maestros, las trilogías pueden ser de tres o más clases magistrales. De la cuarta de la trilogía procede su última enseñanza, esa en que nos ilumina afirmando que a partir de ahora va a abrir los carteles, porque así se ha posicionado el público y así lo demanda. Que dice que es el momento de alternar con los jóvenes, que ahora el interés se genera incluyendo a estos en los carteles. Vamos a ver; a veces uno se cree que está quedando como un marqués y la realidad es que queda como la Chencha. O sea, que hasta ahora, él, el gran maestro, se permitía el lujo de poner o quitar a otros compañeros a su antojo, que se anunciaba con él, aquel al que su magnanimidad se lo permitía, importantándole un bledo el aficionado y sin que se atisbara el más mínimo asomo de dignidad, vergüenza torera y orgullo de querer ser el mejor y demostrarlo en el ruedo en competencia con todos. O sea, que según parece, eso de la comodidad y el veto a los que le podían molestar, es tal cual muchos suponían. ¡Caramba! Y se queda más ancho que pancho tras confesar semejante tropelía que se ha convertido en norma a lo largo de los años. No, si ya nos parecía que algo de todo esto había en el mundo del toro y más concretamente en las altas esferas, en esas supremas instancias de las figuritas.

Que nos suelta que los jóvenes han mostrado su capacidad y que interesan y que por lo tanto ahora es el momento de competir con ellos. ¡Ah! Señor supremo, que ya ha decidido que esa plebe coletuda puede gozar del privilegio de respirar el mismo aire que el más grande. A ver si hay borregos para todos y no tienen necesidad de echar mano del toro alguna tarde perdida. Pero seguro que en las tardes en las que don Julián haga el paseíllo, siempre habrá un mojicón que echarse a la boca y si estos escasean, pues no se sortea y punto. Que tampoco va a ser la primera vez que esto suceda. Al final cundirá el ejemplo de algunas tardes de la temporada pasada. Y no es que uno se lo invente, que fue un hecho reconocido hasta por los mismos que perpetraron semejante atropello.  

Lo que ahora nos preguntamos muchos es si este virus, que no sé muy bien si es el de la verdad o el de la necedad, seguirá afectando a Julián López Escobar o si le habrán administrado el oportuno tratamiento. A ver si ahora nos suelta que ha decidido dejar de torear la mona y que va a empezar a ponerse delante del toro de verdad, del toro íntegro, que abandona esa filfa del monoencaste y que va a empezar a sentirse torero y no asalta plazas, toreando ganado de todo tipo; no quiero decir encastes, porque me niego a seguir ese juego de la encastefilia. Basta con que asuma torear el toro en toda su variedad. ¿Se lo imaginan con una de Moreno Silva, Pedraza de Yeltes, Fraile, Adolfo, Escolar, Miura, Ibán, Cuadri y hasta Parladé o Juan Pedro, pero de los complicados, no de los de siempre. Que sí, que son de diferentes encastes, claro que sí, pero empecemos a recuperar el sentido de la ganadería, a reconocer la mano del criador y dejémonos también nosotros de adorar al santo por la peana pidiendo tal o cual hierro por ser de un encaste determinado, cuando sus reses no soportan el más mínimo grado de exigencia como toros de lidia.

Puestos a elucubrar, quizá El Juli nos anuncie que ya no va a montar las peloteras matinales a las que nos tenía acostumbrados por esas plazas de Dios a la hora de los reconocimientos, que eso ya es historia y que como un niño bueno, se arrepiente y no lo volverá a hacer más, que va a respetar los criterios de cada plaza, las decisiones de los veterinarios, presidente y al tiempo mantendrá una máxima observancia de la dignidad de la Fiesta y del respeto por el aficionado. A ver si ya puestos, también decide que abandona esas trampas que tanto ha perfeccionado a lo largo del tiempo, que no habrá más retorcimientos, ni toreo periférico, ni pases en línea recta, ni ese arrastrar la muleta desde antes de iniciar el muletazo, ni el no cargar la suerte, ni mucho menos esa forma traicionera de sacrificar al toro en el momento en que tendría que hacer honor a eso que se dio en llamar la suerte suprema. Estaría bien, así igual podríamos disfrutar por un lado de esta transformación deseada y por otro del espectáculo de ver como los palmeros justificaban lo nuevo sin desdecirse de lo viejo. Pero tranquilos, no hay que aventurarse demasiado al pensar que no habrá nada de todo esto, porque nada de todo esto parece importarle, al menos mientras no le afecte a su negocio al señor Juli. Así que de momento, que se nos quite la cabeza cualquier asomo de mejora, olvidemos cualquier posibilidad de transitar por los caminos de la verdad y meditemos sobre un hecho que en si mismo dice más de lo que su autor habría imaginado jamás y es que Julián I, el Generoso, abrirá los carteles a los jóvenes.


http://www.ivoox.com/tendido-sol-30-nov-2015-audios-mp3_rf_9548498_1.html