domingo, 22 de febrero de 2015

Sevilla, Valencia, Cuadri y la lógica que todo lo puede



Los parientes de Revisor no aparecerán este año por Valencia
Me gustaría que alguien, mejor si es uno de esos devotos de la Tauromaquia 2.0, me explicaran el motivo de sus ofuscaciones con todo lo que está pasando en torno a los carteles de Sevilla para este año y con la exclusión de Valencia de los triunfadores de la pasada temporada, en especial la de los pupilos de la familia Cuadri. ¿Qué esperaban? Todo esto está lleno de lógica, rebosa, y además lo que está pasando era más que predecible, así que menos echarse las manos a la cabeza y a tragar, que es lo que toca. ¿Qué esperan que después de atender los caprichos y perretas de las figuras, de repente se nos hubieran hecho mayores y asumieran su responsabilidad con la plaza de Sevilla? ¿Esperaban si acaso que tras permitir al señor Casas ciscarse en la plaza de Valencia, en sus abonados y en el público en general, ahora le diera un ataque de cordura y se le disiparan las ideas de productor despótico? Hombre, seamos serios y consecuentes, no pidamos peras al olmo.

La plaza de Sevilla es propiedad de unos señores que llevan años y años practicando el “aquí mando yo y tú te aguantas”, Pues no pensemos en que nos van a permitir opinar sobre la decoración de su casa, ni sobre los horarios de comidas, cenas y meriendas. Y si a esto le sumamos lo de las figuritas que necesitarían una “Súper Nanny taurina” que les pusiera los puntos sobre las íes, tenemos como resultado el pitote que tienen ambas partes entre manos en estos días de frío y ventarrones. ¡Qué es la Maestranza! ¿Y qué? En ese caos presente los toreros ya no necesitan de plazas como Sevilla o Madrid, ni tan siquiera depende el número de contratos de sus actuaciones en esas y otras plazas. Son puro trámite, que a veces, ni merece la pena pasar. Aquellas exigencias pretéritas, aquello de que para ser alguien en el toro había que triunfar en El Baratillo y en el ruedo del foro, aquello ya es cosa pasada. Existe un grupo de toreros, entre los que por supuesto se encuentran las figuras, que tienen asegurada su presencia en todas las ferias, si les apetece, pero si no van o no triunfan, no pasa absolutamente nada. Qué digo triunfar, ni tan siquiera se les exige que se justifiquen. Que con que un torero se enfrente un día a una ganadería seria, ya nos quedamos satisfechos. Que El Juli, Talavante, Manzanares, Castella, el mismo Cid, Morante de la Puebla, Daniel Luque, Juan José Padilla y otros que no se me vienen ahora a la cabeza llevan años, pero años, sin tan siquiera hacer eso, justificarse. Que me pueden salir con lo de las orejas y las puertas grandes, pero bien sabemos lo que significan los despojos en estos momentos. Si el mismo Manzanares se sorprendió de que el presidente de la plaza de Madrid le diera una oreja. Y podría extenderme en los demás nombres que he citado, pero eso solo lo haré si a alguien le interesa. Pero ellos seguirán acudiendo año tras año, si no deciden otra cosa. Como así han decidido no ir a Sevilla, porque si se escabullen no pasa nada, no les afectará a sus carreras, pues el número de contratos depende casi exclusivamente de la casa que les lleve y no de lo hecho en el ruedo.

Lo mismo ocurre con las ganaderías, fracasan un año y repiten el siguiente, repiten el fracaso y las empresas les compran dos corridas, como el sangrante caso de Núñez del Cuvillo, aunque no es el único. Que ya se aplaude el que un toro no se desmorone y siga las telas, porque de lo del tercio de varas ya ni hablamos. Pero feria tras feria las empresas, incluidas las de Madrid y Sevilla, y Valencia, Castellón, Albacete, Valladolid, Salamanca, Alicante, Pamplona, Bilbao y las de todas las plazas de España, siguen dándole a la fotocopia y repiten los fracasos pretéritos. Ya puede triunfar quien sea, que como no pertenezca a la familia taurina, van dados. ¿Por qué? Porque el público sigue tragando como un bendito. La asistencia cada vez es menor, hasta de forma alarmante diría yo, pero bueno, ¿qué más da? Si de lo que se trata es de estrujar la teta hasta que salga la última gota de leche. Luego, el que venga detrás, que arree. Pero no hay quien levante la voz en el sitio en el que hay que levantarla, en las plazas. Será porque no se puede estar a la vez al cubata, al bocata, al móvil, a la chuti cachas de su derecha, al colega, a mandar que se callen a los que protestan, a las orejas, a los indultos y a cualquier cosa, menos a lo fundamental, al toro y a la lidia, aunque esto ya hace tiempo que dejó de ser fundamental.


Menudo escándalo que se ha montado con lo de Cuadri en Valencia, todo el mundo está indignado, todos clamamos ante tal injusticia, como la de Rafaelillo, que se ganó su derecho a volver a fuerza de pelear con el toro, toro, pero esperemos a ver qué pasa el primer día de Fallas. Ojalá me equivoque, no hay nada que me gustase más, pero como mucho refunfuñarán entre dientes los que asistan a la calle Xátiva; bastará una tanda de trapazos de cualquiera que vista medias rosas, para que se celebre el evento con un trago de la bota y a otra cosa. Total, ¿qué más da? Los Cuadri solo interesan a cuatro chalados y si el respetable le reconoce su éxito en la misma plaza cuando hay un toro de su hierro en el ruedo, pues ya se le pasará. Qué tiempos aquellos en los que el público contaba para algo, cuando los empresarios se afanaban en contratar a los toreros y ganaderías que interesaban gracias a los méritos contraídos, cuando de un festejo salían tres contratos y luego ocho y así sucesivamente; y si el triunfo era en plazas como Sevilla o Madrid, el criador ya podía dar por vendida la camada del año siguiente por unos buenos duros y el coletudo ya tenía que andar reservando hoteles para todas las ferias importantes de esa temporada. Así que no nos echemos ahora las manos a la cabeza al contemplar este disloque insultante, porque esto que sufrimos no es otra cosa que una consecuencia de lo que se viene sembrando diariamente, no es otra cosa que la imposición de la lógica. Si se crían ganaderos, toreros y hasta empresarios caprichosos, habrá que aguantar sus arbitrariedades, pero que nadie piense que esta lógica se frenará aquí, como apisonadora imparable seguirá avanzando y puede que lo siguiente, a más o menos años vista, sea el abandono definitivo de los aficionados de los tendidos, un debilitamiento aún más extremo de la Fiesta de los Toros y que unos políticos oportunistas la elijan como víctima propiciatoria y acaben con ella con tal de obtener un puñado de votos y poder sacar pecho como salvadores de la moral ciudadana. ¿Catastrofista? Puede ser, no lo voy a negar, pero, ¿por qué no se puede repetir lo de Cataluña? 

lunes, 16 de febrero de 2015

Defiende lo nuestro, toro, cultura y tradición

Toro, Torero y Tradición; no cabe más


Así se encabezaba la manifestación sucedida en Castellón, junto con otra pancarta en la que se abogaba  “por la libertad de elegir”. Grandes propósitos para una gran causa, pero cuando se veía a algunos de los que sujetaban el cartelón, entonces cabía preguntarse por la intención de estas sentencias y por la intención de esta concentración. No me dirán que cuanto menos, todo esto resulta un tanto esperpéntico. Los verdugos de la Fiesta en una manifestación a favor de ella. Parte de los responsables de la degradación que estamos viviendo de la Fiesta de los Toros, la Tauromaquia, que se dice ahora con tanto bambolloneo, clamando por su defensa. Pero no hay error posible, la única diferencia es que a lo que muchos llaman Fiesta es al toro íntegro y a los toreros que con toda la verdad por delante; mientras que los otros y en especial los taurinos que viven del toro, a lo que se refieren como Fiesta, o Tauromaquia, es a su negocio a esa forma de vida que les permite vivir muy bien. Con una clientela sumisa a la que no se le permiten más derechos que el de pagar y callar, entiendo ambos como derecho irrenunciable y obligatorio. No hay posibilidad de elección, no existe esa libertad que ahora reclaman.

Habrá quién quiera ver desacuerdo con una manifestación a favor de los Toros, lo que no sería otra cosa que abundar en la postura inmovilista de los taurinos contemporáneos ese “O estás conmigo o estás contra mí”. O me apoyas incondicionalmente o estás en contra de la Fiesta. He ahí el principal problema, que ellos se creen la Fiesta y no admiten otra vertiente que no sea la suya, la de los que hacen un negocio muy rentable para sus bolsillos, sin importarles si hacen o dejan de hacer daño, y los aspirantes a vivir del cuento, que por algo se están tragando lo que se tragan, con toda la alegría del mundo.  No sé si serán muchos o pocos a los que les produce salpullido el ver a ganaderos que han tirado por la cloaca un hierro y una sangre insigne como la de Albaserrada, a otros que crían un pseudo toro como el que cría gallinas para vender las plumas para hacer almohadas, o como don Manuel Molés, el que crea figuras y las descabalga según le parece o según atiendan a sus caprichos, sin importarle los cadáveres que queden en el camino. Ese mismo que justifica todo, absolutamente todo a las figuras y que suelta palos a los más modestos.

“Por la libertad de elegir”. ¿Quién nos deja elegir a nosotros? Nadie, es más, no elijas lo que marcan, que entonces vas dado. Menos mal que los que no eligen lo que se debe normalmente son locos que viven para el toro y no del toro, que son tan ambiciosos que no se conformarían con hacer de esto su medio de vida, no señor, quieren más y por eso convierten los Toros en una pasión. No, pero lo que hay que hacer es luchar contra los agresores externos y luego si acaso, ya arreglamos esto desde dentro ¡Miau! Esa es la cantinela que utiliz
an como coartada estos asalta plazas, estos aprovechados y aspirantes a ello, pero la cuestión es que cada vez avanzan más en el desgüace del Toreo. No les importa destruir el pasado, el presente, lo que vale y lo que puede valer, pero con un par se agarran a esa pancarta de “Toro, torero y tradición” ¡Ele! Justamente lo que más les estorba para mantener su negocio, el toro, al que no quieren ni en pintura; el torero, que no puede ni molestar a los que están acomodados en la cúspide; y la tradición, la historia que a nada que asoma les saca los colores y les descubre el fraude.


Pero los que hablamos así y no estamos de acuerdo con estos señores es simplemente porque estamos amargados. Pues tienen toda la razón del mundo, porque vemos desde hace años como esto está más cerca de la pantomima, que de la verdad de lo que siempre ha sido el Toro y el Toreo, porque somos testigos de una degradación que hace dos décadas nos sonaba a película americana de catástrofes y encima nos quieren obligar a abrazar el pensamiento único. Si será grande esto del Toro, que es capaz de reunir a miles de personas, a miles de aficionados, dispuestos a clamar por su derecho a seguir viviendo esta pasión, por su voluntad a no dejarse arrancar algo verdaderamente importante en sus vidas. Incluso a pesar de esa cabecera de la manifestación que una vez más vacía de contenido todo lo que cae en sus manos, que lo mismo es “el Toro, Torero y Tradición”, que “la libertad de elegir”. Justamente lo que llevamos pidiendo los aficionados, y aspirantes, desde hace mucho, pero mucho, cada tarde que vamos a la plaza, cada vez que charlamos de toros y todas las noches cuando soñamos con toros encastados y toreros embraguetados, con la ilusión de que nunca se pierda nuestra tradición.

viernes, 13 de febrero de 2015

Ver frenarse a un toro

Lo de frenar a los toros no es algo que esté al alcance de cualquier, es un privilegio exclusivo de los elegidos.A ver si eso de parar, templar y mandar va a ser más verdad de lo que se dice.


Quizá ustedes han experimentado en algún momento una extraña sensación que creo que hace años que no siento. Será la edad, será que uno ya no se fija en las cosas como lo hacía antes, que el toreo ya no despierta en mí las emociones de otros tiempos y también será por eso que uno no se entera de lo que sucede en el ruedo y, en consecuencia, no lo puede saborear. Eso sí, debo de ser un tío estupendo cuando hay personas que se aplican con fervor a hacerme notar tal circunstancia, que no me entero de nada y que no entiendo nada de nada de lo que pasa en una plaza de toros. Ya ven, una desgracia que viene acompañada por el ansia de hacerme ver. Y no es fácil, qué digo fácil, es casi imposible. De vez en cuando, muy de vez en cuando, cometo el error de leer y escuchar a los que saben, atento a sus dictámenes me parece que me cuentan las cosas a medias, que no me cuentan la historia completa, me dejan el cuento co
lgado en la mitad. Así me pasa, que me creo que Blancanieves vive instalada en una casita del bosque con siete camas enanas, sin saber para qué las necesita. Será que vaya a montar un negocio de hostelería en los bosques de Centroeuropa. En Caperucita me he quedado en es una repartidora de comida a domicilio. La Bella Durmiente es un niña que quiere aprender a coser, pero que luego debió arrepentirse y se dedicó a hacer magdalenas, combinando su nombre con el de su tierra, Easo o Donosti. El Conde Drácula simplemente era un señor con mal dormir y problemas de fotofobia. Ya ven, que esto es un permanente quedarse a medias.

Pero me van a permitir que abuse de ustedes y en especial de aquellos que tan bien explican esto del toreo, aunque me crea que no me cuentan todo el cuento. Pues vamos allá. La cuestión es que hace mucho tiempo, antes de que Caperucita empezase a emplearse por horas como repartidora de comida a domicilio, había momentos en los que al ver a un matador dar un natural, por poner un ejemplo, veía arrancarse al toro a la tela como si se la quisiera comer y de repente se frenara casi en seco, para a continuación seguir el engaño a menor velocidad que la que traía, embestía al ritmo que le marcara el hombre. Pero lo curioso es que me parecía ver como la muleta dibujara un abanico que envolvía y mandaba en el ímpetu atacante, para acabar viendo como los vuelos rojos guiaban al toro hasta un punto concreto, sin que se retirara violentamente estos de su vista. Es más, el pase concluía porque resultaba imposible seguir más allá la pañosa, que se ofrecía de nuevo para el siguiente viaje, una dos, tres veces, para concluir con el pase de pecho.

Dirán ustedes que qué cosas más extrañas se me pasaban por la cabeza, ¿verdad? Pues sí, y encima voy y lo comparto con todos los que tan amablemente me visitan en esta grada. Era como si la fuerza de un rayo fuera absorbida por la muleta, como si esta violencia fuera dominada así, de repente, conducida y dejada a la espera del siguiente natural, dispuesta para seguir mandando en la tormenta. Llámenme ingenuo, pero yo eso se lo he visto hacer a toreros como a Rafael de Paula o Curro Romero, que ya sabemos que no son ni de lejos, dignos de compartir espacio con las ilustres eminencias taurinas con las que hoy compartimos las horas. Era como si en cada natural hubiera varias fases, una primera en la que el toro se arrancaba como si se fuera a llevar por delante el mundo, una segunda en la que se paraba al animal en un punto determinado en el que quizá debería estar el engaño, pero que no está porque ya ha iniciado la siguiente etapa, la que marca el recorrido al toro, haciendo que siga un trayecto circular alrededor del torero, que actúa a modo de eje en esta sucesión de movimientos. Y todo para llegar al último instante, que es cuando la muleta se despliega para detener el viaje y preparar el siguiente, continuación del anterior y del anterior, hasta que irremediablemente se abroche la tanda con el forzado de pecho.


Los años, la falta de atención y, ¿por qué no reconocerlo? mi incapacidad para reconocer la grandiosidad, hacen que mis sensaciones presentes sean muy diferentes. Cuando veo torear ahora al natural me parece que lo que estoy viendo son sucesiones de segmentos aislados que si los uniéramos obtendríamos una línea recta interminable y llena de lañas para coser las rectas. Es un como si el toro se arrancara, le pusieran la tela delante y a la velocidad que trajera el animal, la moviera hasta que la longitud del brazo hiciera imposible mantener la zanahoria en movimiento, por lo que se hace imprescindible retirarla de golpe, para a continuación repetir la misma operación a partir del lugar en que el engañado hubiera decidido pararse. Eso sí, con semejante método contamos con la ventaja de divertirnos con tandas de multitud de pases. Lo otro es solamente una espiral trazada sobre la arena sin levantar el lápiz del papel, para acabar con la rúbrica en sentido opuesto. Cuánto les agradecería que me explicaran las causas de estas visiones mías, el por qué antes el toreo me parecía una cosa y ahora me parece otra; y lo que es para mí más doloroso, me estoy perdiendo lo más grande que pudiéramos haber imaginado jamás, simplemente porque no me entero. Atiendan mi llamada de socorro y aclárenme por que ya no soy capaz de ver frenarse a un toro.

martes, 10 de febrero de 2015

Rabo de toro a la madrileña

Muchos serán los que no quieran dar más largas a un rabo en la plaza de Madrid


Ya queda poco para que empiece la temporada en la plaza de Madrid, ya está ahí, como quién dice. Después de ese aperitivo de las primeras ferias del año en las que las plazas parecen esos hoteles tallados en hielo en Finlandia, Siberia o Valdemorillo, ¡Dios! ¡Qué rasca, niño! amos, que a uno le da palo denunciar al ayuntamiento serrano por plagio por el cartel anunciador de la feria. Si lo que tenía que hacer es llevarles un brasero y un caldito para ver si entran en razón. Qué lástima de feria, si los asistentes no podrán si haber merendado a gusto; díganme ¿cómo se coge un canapé de ibérico con salsa de cardos borriqueros caramelizados, con una reducción de mirinda con aromas de Cabrales, con una manopla de esas gordas y forradas de borreguito? Que los gintonics no te los ponían con hielo, te los daban con un palo para ir chupando.

Pero en la plaza de Madrid no tenemos esos problemas, en la plaza de Madrid, si hace falta los combinados los alegra don Simón y no hay que andarse ni con manoplas, ni calcetines gordos, ni na’ de na’. Porque allá para finales de marzo ya no hará este frío de cascar huevos. Y esto hay que agradecérselo a los señores de Taurodelta, ¿por qué? Muy fácil. Con ese afán de empezar la temporada de Madrid cada vez más tarde, al final acabaremos abriendo las puertas de las Ventas el último domingo de julio, casi justo para la final de los ciclos de novilladas de novilleros nada placeados y espectadores muy viajados en los taurinobuses en los que siguen al torerillo del pueblo por esas plazas del mundo.

Que Madrid es la primera plaza del mundo es algo que se nota y no se discute. Y eso se ve en pequeños detalles como este de las grandes meriendas. ¡Qué manjares! ¡Qué bandejas! ¡Qué indigestiones! Lo de las Ventas es alta cocina y si no, juzguen ustedes la última receta que quieren poner de moda este año en las tardes de mayo y, si tiene éxito, servir el plato durante todo el año. Atención y no se pierdan el “Rabo de toro a la madrileña”. La receta era un secreto, pero servidor se ha hecho con él y, gracias a un suculento soborno, puedo ofrecerles la primicia.

Ingredientes:
-          Figuritas varias de la torería moderna, que tengan tirón popular y que tengan una buena relación con los medios de comunicación.
-          Torillos borregueros que vayan y vengan a la muleta, sin necesidad de que antes acudan al caballo. Es más, si no se les picara, mejor, pues así el animalito podrá ir y venir más veces sin maldad ninguna. No importa que embista con el estilo del perrillo que sigue una zanahoria, pues esto hasta le puede dar cierto gusto al guiso.
-          Público clavelero, agradecido, poco ducho en los fundamentos clásicos del toreo, preferentemente no muy asiduo a las plazas de toros, no fuera a ser que aprendiera a distinguir un toro de una oveja lacha, parroquiano de los toros en la tele y fiel de las doctrinas impartidas por los comentaristas de las retransmisiones. Hay que tener cuidado, pues el ser espectador habitual de los toros por la caja tonta no quiere decir que sean leales a la Tauromaquia 2.0. Este error podría echar por tierra la culminación con éxito del plato.
-          Unas gotitas de gintonics, calimocho, dyc coca, birras o cualquier otro elemento líquido con suficiente contenido alcohólico como para poder reblandecer entendimiento y rigor taurino.
-          Claveles para las solapas, que siempre darán color al plato.
-          Programas de televisión, prensa, redes sociales y tertulias que vayan creando el ambiente propicio para que el rabo de toro esté en su punto.


Modo de preparación:

Se cogen los figuritas, animalejos borregueros y público clavelero y se depositan todos sobre una perola grande, así como la plaza de toros de Madrid, a fuego lento, muy despacito, hasta conseguir un sofrito espesado con los licores y canapés. Se va dejando hacer durante días, semanas incluso o meses, en plazas de todo el orbe taurino, pero ya digo que a fuego muy lentito. Se va removiendo al tiempo que se dice: esta faena es de rabo, hasta en Madrid; el torero está en un momento dulce, está en el mejor momento de su carrera; hoy se torea mejor que nunca; qué torería, qué empaque, está por encima del toro. También hay que rezar por el borreguillo con eso de: qué noble; mira como hace el avión; es toro de vacas; el toro es bueno, pero él lo está entendiendo muy bien; es un toro para el torero; enhorabuena al ganadero; Y lo que cada uno sea capaz de poner de su cosecha. Y como guinda de todo esto: el público lo está entendiendo; que buenos aficionados, qué cariñosos y cuánto respeto; lo ha puesto patas arriba; están con el torero; va a haber trofeos. Todo esto es muy importante, pues sirve para que el guiso se vaya haciendo, para que el rabo se vaya ablandando poquito a poco, sin prisa.

Se reserva aparte lo anterior y se pasa a elaborar los carteles de San Isidro, qué sean los que sean, hay que decir, y muy convencido, que son unos carteles redondos y muy bien rematados, ¡vamos! la mejor feria de los últimos años, con sus figuras, sus torillos claveleros y una alegría en el cuerpo que no se puede aguantar, que ese mes entero de festejos se nos hace hasta corto, que porque es mayo, que si fuera febrero, aún nos quedábamos con ganas y se propondría una ILP para alargar el mes hasta los 35 días. Es necesario aprovechar todas las ocasiones que surjan para engrandecer la feria preparada por Taurodelta, incluso entrevistando a don Simón, don Choperita y don Matilla, dando amplia cobertura al acto de presentación de los carteles, aderezando todo con tascurrios para antes de las corridas, el set y el palco del plus y muchos invitados encantados por ir de gorra a los toros. Si hubiera alguno que presentara la más mínima queja o disconformidad con lo sucedido en el ruedo, inmediatamente lo retiramos de la perola, pues corremos el riesgo de que el rabo se nos arrebate, se queme y arruine el plato, vamos, como si le echáramos aguarrás al guiso.


Según el gusto, antes de los festejos pueden repartirse pañuelos blancos en las inmediaciones de la plaza antes de cada corrida. Y ya el día en el que asomen los figuritas, los que paran el tiempo, los que dominan ratas, ratones y roedores varios a ritmo de ratonerías, los que dan el cante, los que cantan, los que no encantan, los que divierten, los que enajenan, encocoran y arrebatan, se pone todo a la vez en la perola, ya a un fuego un poquito más vivo, subiéndolo por momentos, más que nada para que no se escuchen voces disonantes y disconformes. En la televisión ya se bajará el sonido ambiente y se evitará el que se les enfoque, no vaya a ser que se contagien de esta actitud más de la cuenta. Luego, entre canapés de claveles, gintonics de jarte y durabilidad, entre el clamor popular, el arreo de comentaristas y taurinos y las poses pedigüeñas de palmas regaladas generosamente por los palmeros, habrá que conseguir que todo eso haga chup chup, pase en el ruedo lo que pase y si el animalejo cae de un sablazo, caiga este donde caiga, a sacar los pañuelos con las dos manos, los pies la boca y hasta amarrados al peluquín, agitándolos histéricamente mientras se vocifera hasta vaciarse el alma, todo de forma compulsiva, hasta conseguir que el señor presidente saque el pañuelo blanco tres veces. Que no es posible en un toro, da lo mismo, se repite todo esto en los siguientes hasta que el guiso esté listo para servir. Y una vez llegado el momento, que les aproveche este “Rabo de toro a la madrileña.

martes, 3 de febrero de 2015

Hoy estoy perezoso


Qué bonito es el ver torear... bien
Hay veces en las que se quiere dar a conocer la opinión de uno como si esto fuera lo más importante del mundo, como si no hubiera otro fin en la vida que vocear al viento los sentimientos que luchan por salir, pero otras la galbana nos inunda, empezamos a pensar que a quién c... anastos le importa lo que uno diga, y lo que es peor, que tampoco se tiene nada que decir. Pues yo hoy no tengo ganas de decir nada. Si hasta esta introducción ya se me hace larga.

Si me permiten, por una vez, les voy a dejar a ustedes el trabajo de pensar y si lo desean, hasta el de opinar. Aquí les dejo unos vídeos de unas tardes en las que unos perdieron la cabeza y el “sentío” y otros se quedaron fríos, y otras en las que resultaba difçicil abstraerse de la locura que produce el toreo en el ser humano. Que cada uno se apunte a uno u otro grupo según las siguientes imágenes.



https://www.youtube.com/watch?v=M9wUg-wYRv8

https://www.youtube.com/watch?v=YQG3qlHHllU