viernes, 31 de enero de 2014

El Juli: Respeto a todos los valores que representamos



Los toreros que representaban valores del Toreo


Tengo que reconocer que no sé por donde coger a Julián López, motejado como “El Juli”, no acabo de saber si está mal aconsejado, si le obligan las circunstancias y pactos firmados con sus compañeros de profesión o si su entorno le mantiene en una burbuja, una nube de vanidad y extrema egolatría que le mantiene alejado de la realidad y el sentido común. O una carga sobresaliente de cinismo, aunque no creo que esta circunstancia se dé en el torero de Velilla; otra cosa sería si habláramos de Roberto Domínguez, quien parece encontrarse sumamente cómodo en su maquiavélico papel de un Yago taurino que cambia la oreja de Otelo por la de Julián y sus allegados. Aunque si alguien asegura que no hay razonamiento menos real que este, tendré que darle la razón, pero de momento prefiero seguir creyendo en el buen fondo del espada.

Otra cosa es la opinión que me merecen los comentarios, actuaciones en el ruedo y fuera de él y toda esa bruma asfixiante que acompaña al Juli en su deambular por el mundo del toro. A lo largo del tiempo ha interpretado a la perfección el papel de figura dominante; allí está él cuando hay que entrevistarse con los políticos, ofreciendo su apoyo con su presencia a las puertas del Congreso el día en que se votaba la admisión a trámite de la famosa ILP, defendiendo los derechos de imagen de los toreros en las corridas televisadas, formando parte de los sucesivos grupos de presión compuestos por toreros, asumiendo su soledad ante varios de estos compañeros que le dejaron abandonado a su suerte frente a empresas y televisiones, hasta sacando la cara por los novilleros, solicitando mayor comodidad para los chavales o abogando por la modernidad de la Fiesta que tanto le preocupa. Son muchas sus aportaciones, aunque para el aficionado más bien parece todo un deseo inagotable por alcanzar mayor comodidad, menor riesgo y esa desmedida sed de  idolatría a su persona, la de la figura de la Tauromaquia 2.0 que dicen que es, de esa modernidad devastadora que predica sin vergüenza.

Su última hazaña ha sido lo de Sevilla, ese plante que si no te lo explican muy bien, pero mucho, tiene toda la apariencia de una extorsión perpetrada por cinco toreros que se creen con derecho a todo, a decidir quien lleva una plaza, si se televisa una feria o no, quién la retransmite, los compañeros de cartel, el ganado y hasta cómo se debe comportar el público, siempre rendido a sus pies, por supuesto. Unas fuentes de arte primoroso que hay que cuidar y mimar. Y en estas melopeas de arte y divismo, a don Julián no se le ocurre otra cosa que intentar explicar la causa última, el origen de esa autoexclusión de la Maestranza durante la Feria de Abril de 1014. Nos han vomitado varios motivos, pero yo me quedo con una frase que encierra tanto la falta de modestia, como la lejanía con respecto a la realidad, como la ignorancia de lo que ha sido el Toreo. Julián López exige a la empresa de Sevilla El “Respeto a todos los valores que representamos”. Aparte de la constante de “el respeto”, esa gran obsesión de las figuras actuales, quizá las más contestadas de la historia; el respeto que se les tiene como a todo hombre que se viste de luces, aparece eso de “los valores que representan”. “Pa’bernos matao”. Que no digo yo que no representen algún valor, pero a mi juicio distan años luz de los que siempre han presidido el mundo de los Toros. Valores que por otro lado no han dudado en pisotear tarde tras tarde desde hace años. Valores que pretenden subvertir y sustituir por la entronización de la vulgaridad, la trampa, el fraude, la mentira y la corrupción en los Toros.

Confunden “respeto” con “idolatría”, con sumisión absoluta y acatamiento de los caprichos de unos señores que están en el polo opuesto de lo que siempre se ha considerado una figura del toreo. Morante es la encarnación del arte por un par de quites en la plaza de Madrid y poco más, pues desde que le acogió Curro Vázquez, su trayectoria quedó marcada por el escándalo y la permanente presencia del mojicón con cuernos domecqsticado. Manzanares es el desencadenante de la locura entre un público más preocupado por otros factores que parecen camuflar ese toreo crispado desde las lejanías, aunque según dicen, compone muy bien; esperemos escuchar pronto alguna de sus sinfonías. Talavante, el torero que sorprendió por su quietud, que hasta podía recordar a José Tomás, pero que como muchos, tomó el camino de la facilidad y se aprovechó de la inercia de sus buenos inicios, hasta alcanzar unas elevadas cotas del ridículo aullando delante de un moribundo en Mérida. Perera, un caso con cierto parecido a Talavante, sin cante y bastante más vulgar, pero que cree caminar dos palmos por encima del resto de los mortales, con unas gestos y unas maneras que dejan ver hasta asomos de soberbia y desprecio hacia el público que no le es afín. Y Julián, el niño prodigio, al que creo que se le ha valorado más por o que se pensaba que podría llegar a ser, que por lo que realmente ha sido. Se le supone poder para enfrentarse con todos los toros, pero se cuida muy mucho de hacerlo.

Estos son los que valores que representan estos señores que visten traje de luces, pero que pueden parecer cualquier cosa, menos toreros, porque los toreros, aún embutidos en un saco de patatas, siempre se ven toreros. Confunden la soberbia con la majeza, el orgullo y la chulería que debe rebosarles. Esa misma majeza la mudan en burda astracanada. Quieren disfrazar de torería el histrionismo más propio de una revista de varietés y pretenden que pase como Toreo, como arte, la monotonía insoportable que nace de su escasa capacidad, nula afición y exagerado egoísmo y preocupación por su bolsillo. Pero nada, aún así tendremos que escuchar como Julián López, El Juli, tiene el valor de reclamar “Respeto a todos los valores que representamos”. 

sábado, 25 de enero de 2014

Comunicado de un servidor, para no comunicar nada

El toro es el único que puede acabar con tanto comunicado fuera de lugar.


Antes decían que si escribías en Google tu nombre y no aparecías, es que no eras nadie, no existías, pero como los tiempos cambian, ahora no eres nadie si no emites un comunicado. Que está muy bien esto de comunicar, pero la verdad es que dice más bien poco del comunicador que lo comunica y que buen comunicador será, entre otras cosas porque se cree que tiene algo importante que decir y que además le va a interesar a alguien. Pero como yo soy vanidoso, inmodesto y cumplo con los siete pecados capitales como el que más, pues voy a emitir mi propio comunicado. Faltaría más.

Servidor quiere hacer saber que está hasta el gorro frigio de tanta estupidez, tantas maneras cuasi versallescas de respeto, amabilidad, victimismo en algunos casos y que luego, a la hora de la verdad sin mediar palabra sacan la faca y primero te limpian la bolsa y luego te rebanan la afición, todo en la misma rebaná. Te prometen cosas, ponen a Snoopy por testigo de sus buenas intenciones, pero ¡amigo! del dicho al hecho hay mucho trecho, el mismo que hay de las palabras vacías a la dura realidad. Todos los años parece que las empresas, en mi caso la de Madrid, va a traer lo más granado del campo bravo y al final repetimos las mismas birrias de años anteriores. Igual es que los baremos de unos y otros no coinciden y lo que para Taurodelta es bueno, para los aficionados es la ruina, que todo puede ser. Nos cuentan que va a venir lo mejor de la torería y nos traen a Luque, los mexicanos y otros cuantos que son la leche, pero que no dan ni frío, ni calor, que los pones el 12 de julio y no llenan ni el cuarto de plaza habitual de los veranos de la Villa.

El que suscribe está harto de esta tauromaquia de mentira, de los analistas del bisturí que te explican las cosas de una manera que en lugar de aclararme algo me ponen de una leche que pa’qué, como si fueras un lili que no se entera de la misa la media. Esos enterados que te atiborran de mensajes, que se han enterado que la prima del tío del cuñado del vecino del quinto de la querida del carnicero de José Tomás ha dejado al novio. Y qué cosas, siempre sale el de Galapagar. Que la chica deja al novio, pues porque sale con el torero, que cambia de coche, porque se lo ha comprado el torero, que se cambia el corte de pelo, pues está claro, por el torero. Señales evidentes que indican que el torero vuelve a los ruedos. Un razonamiento perfecto, no me dirá nadie que no.

Uno quiere hacer saber que está aburrido, pero aburrido del todo, de que le pretendan contar la historia del toreo y del toro según le cuadre mejor a una u otra figura, que resulta que en una misma obra te dicen que allá por los años de los 1600, cuando ni tan siquiera a nadie se le podía pasar por la cabeza eso de 6 Toros 6, de la afamada ganadería de Núñez de Victorino Martín, encaste Domecq blandito, que ya los criadores se habían percatado de que el toro más pequeñito era más cómodo para torear. Se pusieron manos a la obra y ¡hala! el toro más chiquito. No me dirán que no es para hacerse mirar tanto poder de imaginación. Nostradamus al lado de estos era un cantamañanas. Pero cuidado, que luego, en el mismo libro, te sueltan la milonga de que a finales del s. XX, cuatro centurias después, se buscaba un toro más grandón, eso de sacarlos de tipo. Pero, ¿Quién lo sacó de tipo realmente? Los clarividentes que presentían el G 7, 8, 10, 5 y lo qué venga o los iluminados que se postran de hinojos a los pies de estos fenómenos de la Tauromaquia 2.0 y actualizaciones sucesivas.

En el presente comunicado quiero pedir un poco de sesera en esto de los Toros y que se recuperen unas gotitas de sentido común y no dejarse enfangar por esa molicie, vulgaridad y falta de afición que nos asfixia. A ver si es posible que los puestos de las ferias se vayan ganando a medida que avanza la temporada, que haya toreros que puedan hacerse un sitio en San Isidro durante las corridas previas a la feria, aunque al paso que vamos, la temporada de Madrid va a acabar comenzando en mayo, sin lugar a posibles corridas para irnos calentando. No pido que las ganaderías vengan en las mismas condiciones, porque eso es inviable, sería un absurdo, pero bastaría que los hacedores de carteles se fijaran en lo ocurrido en los dos o tres últimos años y que se borren esa idea que parecen tener de que al que fracasa estrepitosamente un lustro, hay que seguirle dando oportunidades, como si fueran sus taurinos exámenes de septiembre, de febrero, de junio, recuperación, septiembre otra vez y las convocatorias de gracia que el empresario quiera. Y si nos metemos con lo de la Beneficencia, pues podemos echar aquí unos cuantos comunicados especiales más. Ahora el señor Ponce, por si no nos acordábamos lo que es destorear desde Almusafes un borrego entrado en carnes en Madrid. Que aún recuerdo la faena destartalada de Lironcito, en que la incapacidad de dominar a aquel animal fue la gran gloria de don Enrique.

Y a uno le quedan muchos más comunicados en el bolsillo, pero tampoco pasa nada, pues ya veo que se puede difundir uno y sus anexos, y las respuestas a las respuestas, total para no decir nada, que es lo más sorprendente del caso, aunque en casi todos se aprecia esa actitud de “Señorita, que ese niño ma’ mirao mal”. ¡Por favor! un poco de tacto, que ese niño es “Juanito el bizco”. A ver si nos fijamos un poquito, que a veces parecemos menguados.

Puede que alguien eche de menos algún punto centrado en el aficionado, apoyándole y pidiendo algún detalle para él, lo que demuestra muy poca perspicacia y poco poder de observación por su parte, y perdonen que les diga esto, pero ¿no se han dado cuenta que en los comunicados el aficionado no pinta nada? Que esto de los comunicados es algo muy serio, sólo los pueden emitir personas de prestigio taurino para tratarse con sus iguales, aquí el aficionado es un cero a la izquierda, al que se le reconocen sus derechos y sus obligaciones, pero con tiento. Tiene derecho a pagar religiosamente, o agnósticamente su entrada o abono, y la obligación de estar más callado que los Toros de Guisando. ¡El aficionado! Ese sí que es el verdadero cáncer, la perdición de esta cosa tan bonita. Y espero haber conseguido mi propósito cuando comencé a escribir el “Comunicado de un servidor, para no comunicar nada”.


lunes, 20 de enero de 2014

¿Qué habría pasado si…?

¿Y si José no hubiera ido a Talavera?


La historia está cuajada de acontecimientos de tal importancia y trascendencia que condicionaron todo lo que pudiera suceder a partir de ese momento. Hechos que de haber tomado otro rumbo, habrían supuesto un vuelco absolutamente impredecible en todos los ámbitos de actuación del ser humano. ¿Qué habría pasado si Roma hubiera sucumbido ante Cartago? ¿Qué tipo de civilización y qué cultura imperaría en la actualidad? ¿Habría supuesto algún cambio el que Atila hubiera entrado en Roma obviando la conversación que mantuvo a sus puertas con el papa León I? ¿Habría llegado Colón a América si los Reyes Católicos no hubieran conquistado Granada en enero de 1492? ¿Cuál sería la composición de Europa si Napoleón no hubiera doblado la rodilla en Waterloo? ¿Y si no hubiera existido un general llamado Napoleón Bonaparte? ¿En qué mundo viviríamos si el ejército nazi hubiera podido disponer de la bomba atómica? ¿Y si los Estados Unidos no hubieran entrado en guerra junto a los aliados? ¿Dónde estaríamos si el hombre no hubiese pisado la Luna? Son tantos los supuestos y tantas las posibilidades que se abren en cada caso, que resulta imposible poder plantear una tesis medianamente seria. Es pura ciencia ficción, historia ficción.

Pero claro, a uno estas inquietudes le llevan al mundo del toro y le empujan a pensar en lo que podría haber sucedido si no se hubieran dado ciertas circunstancias. Lógicamente, son elucubraciones que no tienen ninguna base mínimamente creíble, son interpretaciones personales en las que también influyen los gustos, deseos e imaginación del que esto escribe. Así uno empieza a fabular y se pregunta qué habría ocurrido si los frailes se hubieran planteado otra forma de defensa que los toros de lidia o cuál habría sido la historia del toreo si el primer Borbón no hubiera recomendado a los nobles de su corte alejarse de ese espectáculo y esas prácticas crueles impropias de caballeros. Quizá la tauromaquia habría podido tomar caminos parecidos a lo sucedido en Portugal o, ¿por qué no? se podría haber caminado por la indiferencia del pueblo ante un ejercicio propio de los señores y de los que en algún momento podrían haberse sentido excluidos, dejando de lado esa afición por el toro.

Pero muy al contrario, una vez que la nobleza dejó vía libre al populacho que no aspiraba ni de lejos a convertirse en atildados caballeros, se erigió en protagonista de este divertimento en torno al toro y empezaron a surgir los primeros toreros aclamados y cantados por el pueblo. Pepe Hillo, quien según la copla, no tenía miedo ni al toro, ni a los hombres, o Pedro Romero, que según las cartas que dejó cuando los pleitos de la Escuela de Sevilla, debía ser cualquier cosa, menos humilde. Pero quizá tendríamos que llegar hasta los tiempo de Paquiro para encontrarnos con una situación de ¿Y si…? De sobra es sabido que fue el primer normalizador de la Fiesta, a pesar de que Hillo firmara la primera Tauromaquia, pero quizá si no se hubiera verificado esa regularización impuesta por el torero de Chiclana, es posible que el mismo caos, esa vorágine de festejos desordenados y un espectáculo más desordenado aún, hubieran acabado dependiendo de las genialidades de un señor en un momento determinado o en un “más allá” en el que el diestro que viniera detrás debería superar las hazañas y osadías de su predecesor. Es posible que no hubiéramos llegado a lo que hoy tenemos delante y que hubiera desembocado en una especie de circo en el que el “Más difícil todavía” tuviera lugar con un toro delante. Es posible que esta circunstancia no hubiera propiciado la selección y cría de un toro determinado, pues para hacer volatines, igual daba una fiera que un mameluco. No quiero decir que hasta este instante no existiera nada que se pudiera llamar toreo, pero es de sobra conocido que los Toros se encontraban en su infancia y adolescencia, intentando encontrar sus límites, formando un mapa de lo que en el futuro sería el “Planeta de los Toros”. La institucionalización de las suertes y fases de la lidia sirvieron, como todo el mundo sabe, para establecer los parámetros de la cría del toro y de la forma de torear. Es posible que sin esta estabilidad, la pelea entre el hombre y el toro sólo hubieran llegado a ser una costumbre más dentro del panorama de tradiciones curiosas del país.

Pero hay dos hechos que seguramente habrán hecho que todo aficionado se hubiera hecho la pregunta en cuestión de ¿Y si…? Uno de ellos es la muerte de Joselito en Talavera. ¿Cuál habría sido el futuro después de ese 16 de mayo si Bailaor no hubiera hecho carne en el Rey de los toreros? Se da por aceptado que Juan fue el revolucionario, el que puso bocabajo el Toreo, pero no creo que tampoco nadie discuta que el pequeño de los Gallos fue el innovador más decisivo de los Toros. Aventurando, aventurando creo que la evolución posible podría haber sido la de profundizar en el arte, pero manteniendo el toro, quizá no tan incierto como hasta entonces, cuidando más la selección hacia un toro más regular y puede que menos violento. Pero claro, dicho esto en estos primeros días del 2014, parece que estoy afirmando que el resultado que se buscaba era el mojicón con cuernos que ahora sale para las figuras. Y haría mal, caería en ese defecto de proyectar las condiciones actuales de la Fiesta a cualquier momento de su historia. Porque toros nobles y boyantes los ha habido siempre, pero no con esa bobonería tan desesperante. No creo, o no quiero creer, que Joselito persiguiera el toro de hoy, posiblemente porque no se lo podría ni imaginar. Quizá habría conseguido construir un espectáculo más accesible para todo el mundo, tal y como pretendió con la Monumental de Sevilla y la de las Ventas. Quizá podría haber ideado fórmulas para fomentar la competencia, incluso creando un ambiente propicio para que los toreros buscaran ser reconocidos como los más grandes, pero en el ruedo, no en otras partes. Visto lo que vino después, hasta podríamos imaginar que impulsaría el que los matadores pudieran con más tipos de toros, lo que ahora diríamos encastes, pero que al fin y al cabo es el toro bravo, porque lo de los encastes no deja de parecerme una buena coartada para que unos ganaderos puedan lidiar lo que nunca deberían echar a una plaza de toros. Quizá si aquel día de mayo no se hubiera ido José, es posible que no estuviéramos tan obsesionados con los encastes y si más con la variedad y la integridad del toro. Quién nos dice si no habríamos conocido cruces que ni nos imaginaríamos. Y, ¿por qué no? Hasta podríamos hablar de unas fórmulas de contratación de toros y toreros que favoreciese esa competencia y la supremacía de lo bueno sobre lo vulgar. Pero ya digo que en estas afirmaciones puede que me pese demasiado el presente que vivimos.


El otro hito que ha hecho cavilar a todos los aficionados es la muerte de Manolete en Linares. Otra carrera cortada brutalmente por la embestida de un toro. No sé si habría vivido el Toreo cambios muy sustanciales en el caso de que el Monstruo hubiera sobrevivido a aquella corrida, pero de lo que sí que estoy convencido es de la difusión internacional que la Fiesta de los Toros habría tenido, más incluso que la que obtuvo y de la que goza, o ha dejado de gozar, hoy en día. Podría incluso unirse a la presencia del toro en México, que quizá condicionara el hecho de la difusión taurina en los Estados Unidos, su presencia en el cine, en la industria de Hollywood. España es la cuna de este arte, en eso no creo que haya dudas, pero si no se hubiera trasplantado en aquella orilla del Atlántico, es posible que no hubiera dejado de ser un fenómeno mucho más localista, aunque en esto me asaltan muchas dudas y la simple fabulación de posibles futuros se convierte en un dilema al que no es posible dar solución. Pero bueno, lo que sí está fuera de toda discusión es que lo más conocido de nuestro país fuera de nuestras fronteras es El Quijote y los Toros y a partir de ahí, que cada uno enuncie sus propias dudas de… ¿Qué habría pasado si…?

miércoles, 15 de enero de 2014

Ciclogénesis explosiva en el arte y la cultura

Lo bien que le vendría a los trapsondistas tres puyacitos en todo lo alto.


Un frente de perturbaciones está penetrando por el Cantábrico, con presencia de fuertes lluvias, en algunos puntos torrenciales y ráfagas de aire superiores a la velocidad de un Opel Corsa Ranchera. Se recomiendo a la población que no circule por zonas arboladas, cerca de la ribera de los ríos o allá dónde se puedan topar con un taurino, ya que las bajas presiones pueden hacer que este le suelte un bofetón sin venir a cuento. Para estos casos no olviden los paraguas, topa de abrigo y un casco integrado que le libre de papada a coronilla, aparte de unas botas de goma, por si hay charcos.

Y es que éramos pocos y… nos peleamos entre nosotros. No piensen que uno es de esos que aboga por la unidad incondicional, por el silencio de las masas al servicio de un caudillo que no se sabe quién ha elegido, ni mucho menos los motivos, pero al que se exige rendir pleitesía y jalear toda palabra que salga de su boca, aunque sea vomitada de cualquier manera, y tomar como ejemplo de vida su forma de desenvolverse en este valle de lágrimas. Creo que el diálogo y el debate son sanos y que enriquecen, siempre que sean expuestos, discutidos y asumidos sin la intoxicación de intereses particulares, tramas con fines inconfesables o la estupidez del que se cree ungido por los dioses e investido de púrpura por los palmeros y corifeos de turno. Pero claro, del debate al combate hay un trecho por el que es mejor no transitar.

De cara al público sentencian que el mal que está minando los pilares de la Fiesta son los banderilleros, ¿solución? Le partimos la cara a su jefe. Otros que el problema es la pérdida de identidad de una plaza y el que se falta al respeto a los deudos de Teseo, que escurren descaradamente el bulto y no asumen que igual ellos son responsables directos de toda esta degradación denunciada. ¿Solución? De forma unilateral exigen la rescisión del contrato que la empresa gestora tiene con la propiedad, exigiéndoles cuentas que no les corresponden, aunque también es cierto que los amos del chiringuito no parecen plantearse pedir ni la más mínima explicación. Pero el desplante ya está hecho y no lo denomino chantaje, porque una vez más o menos conocidas las circunstancias, cada uno sabrá qué término utilizar.

En su momento parecía que estos cinco caballeros, porque son cinco, junto con otros cuantos, que en su momento de mayor unidad llegaron a ser diez, decidieron que se sentían infravalorados, acosados por la autoridad y con un yugo al cuello que les impedía expresar todo lo que les brotaba de dentro, pidieron audiencia con el ministro del Interior que había entonces, el señor Pérez Rubalcaba, y le pidieron auxilio. ¿Solución? Se decidió traspasar el mundo del toro al Ministerio de Cultura; les apretaba menos, no les rozaba en el callo y así creían que no habría quién pusiera coto a sus caprichos. Y contando que el señor ministro del ramo estaba tan interesado en el toro, como lo podía estar en el embarazo de una gamba, les dijo a todo que sí y que bueno, como hacen los papás cuando están cansados de escuchar a los niños berreando a su alrededor. Si estaría interesado el señor Pérez Rubalcaba, que ni se fotografió con la comisión de artistas. Y allá les vimos en aquella bochornosa carrera a un hotel próximo para dar una rueda de prensa y contar lo hablado con el representante del gobierno. Mientras este estaría llamando a su colega de Cultura diciéndole que le mandaba unos chicos muy simpáticos de no sé que gaitas y que querían encuadrarse en Cultura, que por favor les dijera que sí, a ver si así dejaban de enredar.

Eran los tiempos de lo que se empezaba a vislumbrar como el cierre definitivo en Cataluña, con la escenificación del cerrojazo en aquella sesión del Parlament que Serafín Marín tuvo que digerir en solitario, pues nadie tuvo el detalle de ir allí a testimoniar su apoyo a él y a la Fiesta. Pero no debieron quedar muy tocados, pues tampoco apoyaron decididamente la ILP que partió de la región sin toros, Cataluña, para conseguir que el Parlamento Nacional ofreciera protección legal a los Toros y evitar que los hechos recientes se pudieran repetir en otros territorios del Estado. Y el día de la votación, el mismo que se votaba otra ley sobre los desahucios, para que nos demos cuenta como en su momento el PSOE y después el PP, trataban al toro con una desgana insultante, pues ese día sí que se presentaron allí las figuras, por si había que hablar a la tele, para garantizar que lo hiciera una voz autorizada y con mando en plaza, rodeados de los más modestos del mundo del toro y aficionados que acudieron empujados por el deseo de no ver desaparecer parte de su vida a golpe de luces rojas y verdes reflejadas en una pantalla. Eran esos votos pensados y repensados por los políticos, que darían vía libre para que se discutiera la proposición de una ley del toro nacida del pueblo, en el Parlamento de la nación.

Luego vino declarar a los Toros algo que no sirve para nada, que a unos no inquieta porque no ven peligrar su imagen moderna, progresista y acorde con el siglo XXI, a los que oficialmente la Fiesta ni les va, ni les viene; y a los otros, esos defensores a ultranza de esta tradición, les calma la conciencia y les sirve para poder declarar su españolismo sin reservas. Luego uno se para a ver lo hecho en algunas comunidades autónomas para defender al toro y es para ponerse a temblar. Y me voy a parar sólo en Madrid, la primera plaza del Mundo, el mejor instrumento para relanzar y divulgar los Toros, que en los últimos años ha sufrido la mayor y más rápida degradación de su historia, sometiendo todo al imperio del dinero, devaluando la Feria de San Isidro, la temporada de Las Ventas, la Feria de Otoño, las novilladas, permitiendo que la empresa no contrate a lo mejor, tanto en toros, como en toreros y contribuyendo decisivamente a la implantación del monoencaste y al gobierno de la vulgaridad. Eso sí, rápido se llenan la boca de su afición; si hasta doña Esperanza mantiene un abono en la plaza, uno de los que a pesar de la espectacular caída en las renovaciones sigue manteniendo. A los demás, lo que les gusta es ir por la jeta, gratis y a canapé puesto.

Pero bueno, hasta esa declaración de Bien de Interés Cultural podía haber dado su rédito y colaborar para ofrecer una mejor imagen de esto que los finos llaman Tauromaquia. ¿Y qué hace el mundo del toro ante esta oportunidad de echar pa’lante más o menos bien? Pues muy fácil, a partir de entonces viene lo que ya sabemos que ha sucedido muy recientemente, lo del convenio, lo del empresario parlanchínr, las tortas y los chantajes. Aunque tanto taurinos como políticos, han calmado su conciencia y con todo el ornato y parafernalia habitual de unos y otros se han montado eso de PENTA. La purga Benito, lo que va a solucionar todos los problemas del toro, o mejor dicho, todos los problemas que ellos ven en la Fiesta y que les dificultan el poder mantener su posición, sus privilegios y el poder seguir exigiendo caprichos de niños malcriados. Para ellos no hay problemas con el toro, el que se está imponiendo y el único al que se enfrentan, no hay peligro de muerte por inanición, por mucha ley que proteja el toreo, por supuesto que ellos no son responsables de nada de esto y como si ejerciendo de toreadores respondieran a un destino divino al que todo el mundo se tiene que plegar, ni se les ocurre pensar que toda esta juerga se apoya en el aficionado, que si este no va a la plaza, se acaba todo en diez minutos, que el que paga no tiene obligación de ir y soltar sus billetes, que si deja de sacar sus entradas no son responsables de este hundimiento cada vez más evidente, que los responsables son los que han creado las condiciones que les han expulsado de los tendidos. El aficionado no es que no cuente, es un actor a eliminar, quizá por ser uno de los pocos que levanta la voz exigiendo. Que luego habrá quien escriba libros, de conferencias y ruedas de prensa echando la culpa de la situación actual a don Joaquín Vidal, don Alfonso Navalón y a todos los que les siguieron y que ahora les echan de menos. Esos que dicen que lo que vimos tantas veces no ha existido nunca.


Pues nada, podemos seguir así de confiados, ciegos, sordos y mudos, echarnos a la calle a pasear con la irresponsabilidad del que se pasea con las manos en los bolsillos en medio de un huracán, una tormenta eléctrica, una tormenta tropical, un maremoto, un terremoto y una ciclogénesis explosiva, confiando en que basta con disfrazar tanto fraude y mentira de arte y cultura, para que las riadas de agua pasen de largo, para que se detengan los vientos y para que las entrañas de la Tierra no se traguen nuestra pasión, que no es otra que el toro.

domingo, 12 de enero de 2014

Revisor que estás en los cielos

La última foto de Revisor, haciendo esfuerzos para que Marín, ese buen amigo que tanto paraba por la finca, pudiera sacarle  tan guapo como un galán de cine. (Fotos gentileza de José María Pérez Marín, del blog "El Retoñal" y "El Retoñal Pictures")


Hoy recibía un mensaje desde Huelva, desde Trigueros, que me decía que yo había sido uno de los últimos con los que habló Revisor, aquel toro de Cuadri que se ganó en el ruedo su vuelta al campo, rodeado de las vacas del hierro de la “H” tumbada. Ese toro que este verano tuve la oportunidad de conocer y que no tardo en demostrarme que era un animal especial, con una sensibilidad y un desparpajo que no podía imaginar. Grande como un tótem sagrado, pesado en los andares, como aquellos sabios cargados de años cuando caminaban en busca de sus discípulos para compartir con ellos su saber y tantas experiencias acumuladas en el tiempo. Una arboladura vuelta hacia atrás, en otro tiempo amenaza de muerte o tránsito a la gloria. El símbolo de la dignidad del toro bravo, el toro de lidia, la causa y el motivo por el que el rito del Toreo se mantiene vivo. El toro, el único ser que ha mantenido unida la Balsa de Piedra, como llamaba Saramago a nuestra Península, la cuna de la casta y la bravura que los hombres convierten en arte, en pasión y en puro sentimiento.

Si en una corrida de toros se entremezclan sin control sensaciones y emociones opuestas que en si mismas parece que no pueden darse en un mismo instante, ni conformar ese todo armónico, cuando tenemos la oportunidad de encontrarnos con un toro, un semental que en su día volvió a su casa, que superó esos momentos de las curas en que aún no se sabía si habría posible recuperación y que superado esto pasó a ser germen de bravura con las vacas, todo sentimiento se nos dispara. Es más, hasta parece que proyectamos cualidades humanas, o ¿por qué no? ¿No será que entonces, una vez de regreso, el toro nos desvela una faceta para nosotros desconocida? No pienso detenerme en este punto, porque con toda seguridad no llegaría a ninguna parte y me enredaría en divagaciones sin sentido; y yo no quiero ni volverme loco, ni que ustedes lo piensen. Por eso me voy a limitar a contar mi último y gran secreto en torno a Revisor.

Hace unos días, después de tanta fiesta, tanta comida, compras, carreras y angustias por encontrar los regalos de todos, agotado me tumbé en el sofá de casa, cerré los ojos y dejé que se relajaran todos los músculos de mi cuerpo. Era tal el cansancio, que ni podía quedarme dormido, pero la sensación de paz me envolvía de tal manera, que no importaba. Cómo una brisa del mar me pareció escuchar algo, como una voz conocida, pero que no sabría decir de quién era:

-          Pareces cansado, ¿eh? Sí, sí, tú, el que este verano vino desde Madrid para hacernos una visita al amo, a mis compañeros de campo y a mí.
-          ¿Quién es?
-          No me digas que no te acuerdas de mí. El paseo que me hicieron pegarme con toda la solanera que caía aquella mañana, con la conversación que tuvimos y no te acuerdas.
-          Pero no me digas que eres…
-          Pues claro, ¿o es que conoces alguno con unos cuernos tan grandes como estos?
-          Hombre, no quisiera yo…
-          Vale, vale, he planteado mal la pregunta, pero tú me has entendido.
-          Sí, claro que te he entendido, pero, ¿qué haces tú por aquí?
-          Pues ya ves, ahora, con tantos años, me resulta más fácil colarme en las cabezas de la gente, que levantar este cuerpo y dar tres pasos.
-          Ya lo veo. Este verano ya te costaba caminar, pero ahora…
-          Pues sí, a mis años el invierno ya se te pone muy cuesta arriba y para colmo el tiempo no ha ayudado, no ha caído una gota y al no haber casi hierba fresca, uno casi ni come.
-          Hombre, pero te echarán pienso, no creo que a ti te vaya a faltar para rumiar.
-          Si no me falta, lo que pasa es que los piensos me cuestan más para rumiar y digerir. A los más jóvenes, los que están en edad de crecer y preparándose para la plaza les viene muy bien, pero yo ya no estoy para esos granos, lo mío son hierbitas y agua fresca.
-          No, hombre, aún te queda mucha guerra que dar y mucha vaca por cubrir.
-          ¡Huy! No, eso de las vacas se acabó y lo otro, pues dentro de poco, también, de ahí el motivo de esta vista.
-          ¿Qué me dices? ¿Qué significa todo esto?
-          Pues que se acabo, que en unos días dejaré todo esto y pasaré a ser un recuerdo. Se acabará Revisor para siempre.
-          ¿Cómo es eso?
-          Ley de vida amigo, ley de vida. uno ya ha gastado su última brizna de hierba, ya no le quedan ratos que pasar refugiado bajo los árboles, ya he consumido todo lo que tenía, ni fuerzas me quedan para bufar. Uno anda como alma en pena, viendo como los más jóvenes me miran con pena y me tratan con ese cariño que se les da a los viejos cuando se sabe que ya están a punto de pasar el arroyo que separa las dehesas de esta parte, de las de la otra orilla, las que siempre están verdes, con hierba fresca todo el año, donde la lluvia te sosiega y donde puedes rebozarte en bancos enormes de tierra roja.
-          Amigo, tal y como lo cuentas, me dan ganas de irme contigo.
-          No, ni se te ocurra, tú todavía tienes que quedarte aquí, tienes muchas cosas  que hacer y no renuncies a nada, es mejor decir que no pudiste, que no que no lo intentaste, no tengas miedo a fracasar, tira para adelante.
-          Hombre, de eso tu sabrás bastante, has sido un toro que ha conseguido lo máximo a que puede aspirar uno de tu especie.
-          No, no te dejes deslumbrar por las apariencias. Me voy con un pesar muy grande.
-          No me digas, ¿cuál?
-          No morir en la plaza. No pude cumplir el destino de los toros de lidia, el de los toros bravos, cumplir en todo momento y entregar mi vida al relámpago de una espada.
-          Pero, ¿cómo dices eso?
-          Pues sí, es lo que siempre escuchaba a los aficionados que visitaban la ganadería, les oía hablar de otros compañeros, que me precedieron en la plaza, incluso de varios de mi misma edad y siempre era lo mismo, la bravura que demostraron y que acabaron cayendo en la arena.
-          Y eso es verdad, los toros bravos mueren en la plaza, pero los muy bravos no.
-          No te entiendo.
-          Pues está muy claro, que los muy bravos, los excelentes, los que derrocharon casta, bravura y nobleza, esos se ganan su derecho a volver al campo y precisamente por ser tan extraordinariamente bravos, adquieren la responsabilidad de transmitir todo lo que demostraron en el ruedo, a sus terneros. Por eso tú volviste a Comeuñas.
-          Me estás tomando el pelo y eso no me gusta.
-          Qué no, en serio, si no, ¿por qué te crees que te han mantenido todos estos años con las vacas y como ejemplo para los jóvenes?
-          Pues no me lo había planteado.
-          Pues así es, eres la mayor gloria de esta ganadería, tu ejemplo perdurará para siempre, todos los machos te querrán emular y todas las vacas querrán parir un Revisor.
-          ¡Coño! Y será verdad.
-          Tal y como te lo cuento. Eres único y siempre se te recordará. Los aficionados siempre nos acordaremos de Revisor, el toro de Cuadri que fue indultado por su bravura.
-          Gracias, siempre había vivido con ese pesar dentro de mí, pero ahora me has hecho ver claro. No entendía el motivo de tanto cuidado, pero ahora me has abierto los ojos, No sabes cómo te lo agradezco. ¿Sabes una cosa?
-          No, si no me lo dices tú.
-          Pues que creo que ahora si es el momento de marcharme, de cruzar el arroyo y empezar a disfrutar de esa hierba verde y fresca todo el año. Ya no me queda nada que hacer en esta orilla. Gracias. Cuando te vi pensé que igual podías entenderme y por eso te hablé. Porque no creas que hablo con cualquiera, ni mucho menos.
-          No, ya me imagino.
-          Pero tú me inspiraste confianza, con esa cara como si no hubieras visto nunca un toro, con tu mujer y los niños y también te diré, que por la compañía que traías, que venías con Marín y Luis, que me parece que es su hermano. Ese viene mucho por aquí y el tío se limita a estar observando durante horas, con la misma cara de asombrado que tú. Hace sus fotos, habla con los amos y hasta el día siguiente. Y tiene muy buen trato con Pepe, el jefe. ¡Qué tío! Siempre que te hacía falta, allí estaba. Y te contaba historias de tus padres, tus tíos, tus abuelos, tatarabuelos, de toda la familia; sabía encendernos el espíritu de la bravura y la importancia de llevar la “H” marcada a fuego. Pero ya no te entretengo más, me marcho. Quédate como estás, con los ojos cerrados y dentro de pocos días te avisará Marín de que ya me he ido, pero me voy satisfecho y agradecido por haber nacido toro. Es grande ser toro y poder salir a un ruedo a demostrar que no te rindes ante nada, ni ante nadie, porque eres un toro de lidia. Me voy feliz, cansado, pero feliz. No dejes de ir a las plazas y piensa que no hay nada más grande para un toro, que morir en la plaza. Y ahora también sé lo extraordinario que es volver a la finca. Gracias y hasta pronto, adiós.
-          Adiós.
Donde la hierba siempre es verde y fresca, en el cielo de los toros bravos


Seguí un rato más con los ojos cerrados, pensando en Revisor y en lo que me había dicho, que no hay nada más grande para un toro que morir en la plaza, ¿Podrá entender esto todo el mundo? Pues seguro que no, porque no todo el mundo es capaz de ponerse en la piel del toro, son muchos los que pretenden que todo discurra según su lógica de hombre y que quieren que todos los seres de la naturaleza tengan carácter humano y eso no es posible. Respetemos al toro, ese animal que cuando nace, y sin poder mantenerse en pie, ya quiere embestir, que se crece ante el castigo y que busca desesperadamente todo lo que invade su espacio vital. Eso es el toro, eso es lo que era Revisor, un toro de la ganadería de Cuadri, de Trigueros, Huelva, que ya ha cruzado el arroyo para disfrutar de ese campo con hierba verde y fresca durante todo el año. Ese toro que se ganó en el ruedo el volver a la dehesa y en el campo el ir al cielo de los toros bravos. A Revisor que estás en los cielos.

martes, 7 de enero de 2014

A don Nicolás Fraile Martín. Como el árbitro que se aparta para poder ver el jaleo

El Campo Charro echará de menos a Nicolás Fraile


Eso parece que ha hecho don Nicolás Fraile, el ganadero de Valdefresno, hacerse a un lado para poder ver con detalle el jaleo en el que se encuentra inmerso el mundo del toro, que si unos no quieren ir a Sevilla porque no se les respeta, que si otros se parten la cara a guantazos, que si la tele. Mientras, este ganadero se marchaba a los cielos para poder volver a encontrarse con los suyos que le precedieron, con aficionados, maestros y compañeros en esta pasión de criar el toro de lidia. Cuántas tientas podrá organizar allá arriba invitando a matadores de verdad a probar sus vacas celestes, esas que luego parirán esos Lisardos de pitones escandalosos, los feos y toscos de Valdefresno, con ese pecho y esa cabeza que parecen la proa de un tanque de asalto. Las tientas y los herraderos a los que acudirá mi padre, aunque ya no será avisado por la abuela, que había visto herrar los caballos de picar, para que todo estuviera a punto.

Ya me decía Rosa, la que me tiene al día de lo que pasa en Tamames, que Nico estaba pachucho, que si le internaban o le mandaban para casa, pero cada vez con menos esperanza. Hablaba de él como uno de la familia, porque así lo sentían mutuamente, lo mismo para ir a bodas que a funerales. Esta vez toca lo peor, y ya no le volverá a ver entrar en el Casino, detrás de la iglesia, por donde tantas veces se pasó, sólo, con los hermanos, con matadores de fama, cuando iba Julio Robles a comer cosido. Pero ya, ni el casino es tal. Cambian los tiempos, cambian las personas, pero quedan los recuerdos, sobre todos los buenos.

Seguro que seguiremos viendo la divisa de Valdefresno en la plaza de Madrid, con esos toros que engañan a los aficionados impacientes de nuevo cuño, esos que de salida ya dictaminan que el animal es manso, bravo o vaya usted a saber qué y que no se apean del burro tan fácilmente, pues ellos tienen “muy buen ojo para los toros”. no es nada raro ver a uno de estos Lisardos salir escapando del aire, respingados de los capotes como alma que lleva el diablo, y ya se sabe, mansos, pero mansos, mansos. Si ya hasta piden que los cambien en esta tauromaquia de nuevo cuño, pero es entrar en las telas y el animal pasa de cobardón a no tan manso, parece que hasta toma los capotes con cierto agrado y hasta puede que se entreguen en sus embestidas. En el caballo se comportan como lo hacen los toros de lidia, los bravos aprietan al notar el palo y los mansos se lo quieren quitar a toda costa. ¡Vaya perogrullada! Puede, pero acostumbrados a ver animales que llegan y se van sin que allí pase nada, hacen que lo lógico se convierta en extraordinario. Luego en la muleta pueden ofrecer embestidas de dulce, regalos para matadores que sepan aplicar los secretos del toreo, el temple y el mando. Y si la fuerza les acompaña, pueden ser toros de escándalo, con calidad y no exentos de casta. Pero las fuerzas, ¡ay esas fuerzas! Ese era el mal que desde hace años planea sobre este hierro. Aquellos toros de El Puerto de San Lorenzo que en su tiempo adquirieron fama de duros, pero que después de ser elegidos por las figuras, será una casualidad, empezaron a flojear y medir el suelo con sus lomos demasiadas veces. El problema heredado por las divisas que nacieron de la ganadería madre.


Dirán que qué tiene que ver todo esto con el fallecimiento de Nicolás Fraile; pues a mi juicio, que puede ser discutible, tiene que ver todo, pues creo que no hay mejor homenaje a un ganadero que recordar su obra, su trabajo y su aportación al toro, como es el aguantar con un encaste en vías de extinción, como lo están otros que fueron parte de los cimientos de la Fiesta. Yo prefiero hablar del toro a hacerlo de cómo unos señores pretenden mantener e incrementar sus privilegios, llegando incluso a echar mano del chantaje, exigiendo el cambio de empresa en la plaza de Sevilla, como si ellos estuvieran limpios de todo pecado. O hablar de que un señor de la prensa y un banderillero quieren arreglar sus divergencias a tortas. Ya se sabe, ¿para que hablar cuando se puede solucionar a mamporros? Pues eso, ya puestos, pongamos un ring y que se aclaren allí los convenios del sector, lo de esa supuesta trama mexicana que acecha como un fantasma que pocos ven, los litigios televisivos  y ya puestos, se podrían confeccionar así los carteles de las ferias que vienen. Yo seguiré recordando los ratos que he pasado apoyado en la tapia de El Pilar, Fraile Mazas, la Ventana del Puerto, el Puerto y por supuesto Valdefresno, de los cantos de los toros al sol que se hacen más presentes a medida que vas acercándote a la finca o de aquella tarde de la Feria de San Isidro en que encontré a Nicolás Fraile que se marchaba de la grada y al que pude saludar fugazmente. Pero él se ha apartado, ha tomado distancia para contemplar todo con más claridad desde allá arriba, como el árbitro que se aparta para poder ver el jaleo. Don Nicolás Q.E.P.D.

viernes, 3 de enero de 2014

Señores de Magos y Familia

¿Habrá que cambiar el destino de próximas cartas? (Ilustración de Kolkod)


Llevo ya varios años pidiendo que me traigan cosas, regalos o deseos, pero ya veo que no me tienen en demasiada consideración, es más, yo diría que pasan de mí ampliamente, vamos, que se la bufa, que ya puedo pedirles el bien universal para toda la Humanidad, que ni por esas. Pero no piensen que se lo voy a echar en cara, ni mucho menos, no me atrevería, que todavía veo que me llenan la casa de carbón. Lo mismo es que todo lo que les pido ocupa mucho y no les queda sitio en las jorobas de los camellos, que ya les vale, con los trailers tan colosales que hay ahora en el mercado; si acaso, pídanselo el año que viene a Papá Noel o que este les preste unos cuantos trineos. Les hacen unos arreglitos y a deslizarse por la arenal.

Pero este año no quiero que me traigan nada; este año no les voy a pedir, les a rogar que se lleven los trastos incómodos, los personajes nefastos, esos interesados sin escrúpulos y sin afición que viven del toro, y los que pretenden hacerlo. Llévense esas ideas de dinamitero que tanto descerebrado quiere poner en marcha. Pues bien, para empezar y hacer sitio, por favor hagan desaparecer las macrofactorías taurinas, esas ganaderías que parecen granjas de carne con establos amplios y no lo que son, fincas con el ganado apelotonado, esperando la visita de los taurovoyeurs, los veedores. No pretendo que los señores propietarios de este negocio desaparezcan de este valle de lágrimas, no ¡por Dios! Bastaría con que se dedicaran a otra actividad más rentable para ellos, no sé, quizá si se hicieran constructores, ¿no?  Lo mismo descubrían su verdadera vocación, el ladrillo.

Ya me gustaría que también se llevaran a algunos señores que mangon…, que dirigen los destinos del toro, como los señores que se nos instalaron en la plaza de Madrid hace unos años, los Choperitas, y que como los elefantes balanceándose sobre una tela de araña, llamaron a Casas y Matilla, para acabar de arreglar lo de la plaza de Las Ventas y no convertir esta en un ente extraño en el que todo lo que huela a tradición y toro se quiere eliminar, como en la Fiesta en general, pretendiendo convertir ese inmueble para algunos sagrado, en el templo del Bull Business, una feria de 72 tardes para dar gusto a las aficiones de Castilla La Mancha, Castilla- León, Levante, Andalucía, Extremadura, franceses viajeros, catalanes exiliados taurinamente hablando, gente del norte, pero no a la de Madrid de toda la vida de Dios, que tiene que aguantar que le vengan a imponer gustos de otras plazas; que por cierto, que nadie pretenda cambiar en esas ciudades, pero que nos dejen en paz un ratito a los raritos de por aquí. Y el resto del año, pues a dar motos, conciertos de Bisbal y la Voz, mítines en época de elecciones, ferias de la cerveza, circos mundiales y hasta baloncesto en los Juegos Olímpicos.

También podrían llevarse a empresarios de otras plazas, como la de Sevilla, con ese tinglado que se han montado los cuñados, con la inestimable colaboración de cinco jóvenes con una visión muy particular de la realidad. A ese señor llamado Serolo, e hijo, que tanto bien están haciendo por la Fiesta allá por donde van, que lo mismo te amenazan en el tendido si protestas más de lo que ellos consideran oportuno, que devuelven una corrida de toros en pleno si se les cruza una oferta de 2x1 entre el transporte y el desencajonamiento de los toros, que confeccionan unos carteles ideales para quitar las ganas de ir a la plaza hasta a los mismos toreros o que con todo el mimo posible no cesan en su labor de hundir una plaza como la de Zaragoza.

Tengo dudas sobre si debo pedirles que se lleven a los cronistas y toreros que deciden aclarar sus diferencias a base de mamporros, que no digo yo que esta sea la mejor manera de poner orden, pero hombre hay que agradecerles el que nos ayuden a ver lo que se debe mover por ahí detrás, para acabar partiéndose la cara; algo que no es una forma de hablar, sino una descripción literal de lo ocurrido; sólo hay que ver las fotos de Fernando Galindo y Zabala de la Serna, uno con la cara cruzada por una cicatriz más propia de un Albaserrada de hace años y el otro que casi ni puede abrir un ojo. Pero, ¿cuánta basura y podredumbre hay detrás de ese telón de arte y cultura que nos quieren vender? Un conflicto, el del convenio, que vale que moleste y enfrente a empresarios, toreros, subalternos y demás personal dedicado al toro, pero el que ande en este lío también el de la prensa especializada. Prensa que por otra parte cada día es más un coto restringido en el que pajarean unos cuantos capitostes, ayudados por ese fenómeno galopante de la desaparición de la sección de Toros en multitud de medios de comunicación; ni periódicos, ni teles, ni radios, ni hojas parroquiales de escasa tirada.


No sé si les estoy pidiendo demasiado, especialmente viendo el caso que me llevan haciendo de un tiempo para acá, pero tampoco me voy a poner estupendo, ni me voy a amargar la existencia, que no será por falta de motivos, pero bueno, aquí borrón y cuenta nueva, pero con una condición y es que cumplan una petición irrenunciable; casi hasta sería capaz de renunciar a todo lo anterior, lo de este año y lo de los últimos quinquenios. Por favor, Sus Majestades, busquen una mejor colocación para esas mentes retorcidas que se creen iluminados por todas las divinidades del Olimpo Taurino. Hagan que les toque el Euromillón a don Roberto Domínguez, don Curro Vázquez, la conexión mexicana, Matilla y demás hierbas, y que se marchen de esto, que olviden esos proyectos que se rumorean por ahí y que ha contado alguna voz más que autorizada. De verdad, que no me importa si cada uno se lleva una saca de millones, con tal de que abandonen todo esto ahora que todavía puede que haya remedio. Que ya vale de entronizar a vulgares pegapases, de querer institucionalizar el fraude, de querer desnaturalizar el Toreo en nombre de una supuesta modernidad que puede con todo, que no queremos señores que destrozan un torero para convertirlo en artista, ni asalta fincas que no quieren ver al toro ni en pintura. Y dense cuenta señores de Magos, que no les he pedido que los figurones del momento, los adalides del arte y la modernidad se corten la coleta, no, ni mucho menos. Que tampoco es que yo me haya convertido en un espíritu bondadoso, todo lo contrario. Pero es que ese placer de verlos ante el toro íntegro y de verdad, uno no se lo quiere perder por nada del mundo. Es más, estoy convencido que si algunos de estos figurones aguanta el tirón delante del toro, saldremos todos ganado, aunque por la pinta que tienen no parecen muy dispuestos a pasar el trago. Ellos seguirán a lo suyo, a pedir mojicones con cuernos y a seguir simulando eso del toreo. Y ya no les entretengo más, a ver si este año de una santa vez me hacen caso en alguna de mis peticiones, que ya es hora hombre, que luego se quejan de que les disminuye la clientela y que las deserciones al gordo de rojo cada vez son más, pero, ¿qué quieren? Si a todos nos hacen el mismo caso, es que es para pensárselo. Hala, a mandar y que tengan buen viaje de ida y de vuelta. Eso sí, ojito con los radares, que la Menetérica se está poniendo las botas y no respeta ni a reyes, ni a príncipes, ni a concejales que revientan los radares, ni a cuñados de políticos influyentes. Así que andando y buen viaje a SS. MM de Magos y familia.