miércoles, 28 de diciembre de 2016

Seamos un poco inocentes y soñemos, señora Carmena

Inocentes, quizá, pero a veces esa inocencia también puede encerrar cierta lógica y sentido común, todo es cuestión de voluntad y de no prejuzgar


Quizá ustedes ya tendrán noticia de que la Plaza Mayor de Madrid está a punto de cumplir su cuarto centenario, que se dice pronto. La que en su momento ocupó la plaza del Arrabal y algunas viviendas aledañas, se erigió como centro de la vida de la Villa y Corte y aparte de lugar de autos sacramentales y otras actividades aún más ignominiosas, fue pensada como escenario de los juegos de toros a los que tan aficionados eran por aquel entonces los madrileños. Al fin, una plaza de obra, un lugar fijo en el que celebrar los festejos taurinos.

Por este motivo, la señora alcaldesa, doña Manuela Carmena, siempre atenta y conocedora de la historia, usos y costumbres de la capital y respetuosa con el gusto de sus conciudadanos, ha decidido, taurinamente hablando, echar la pata pa’lante y encargar al Área de Cultura del Ayuntamiento la celebración de un festejo, de una corrida de toros, en semejante marco, para al menos recuperar por un día el fin para el que allá por el siglo XVII fue construida dicha plaza. Incluso la señora Meyer, responsable de esta parcela, ha dejado entrever la posibilidad de contar con matadores recientemente retirados o con poca actividad en estos momentos, para que actuasen en una fecha tan señalada.

Lógicamente hay muchos cabos que atar pero el entusiasmo que ha originado esta iniciativa ha hecho que los engranajes de la Fiesta se muevan con una rapidez inusitada. Hay dudas sobre si organizar dos festejos, uno matinal y otro vespertino o si, según los usos de la época, celebrar una corrida de doce toros. Unos se inclinan decididamente por esta opción, pero por otra parte también hay que sopesar el estar más de cuatro horas sobre los tablados de la plaza. Quizá sea la opción mixta, la de los doce toros, pero con un descanso que permita al menos el parar a comer y que los espectadores pudieran disfrutar de los establecimientos hosteleros de la zona, que también han mostrado su adhesión al proyecto. Es más, se estima que la venta de bocadillos de calamares podría ser superior a la que se realiza durante una semana entera de Navidad. El impulso al sector sería más que evidente.

Se barajan nombres y ya has saltado algunos como los del maestro Esplá, José Tomás o Joselito, que según fuentes de su entorno habría recibido la noticia con gran satisfacción y dispuesto a vestirse de luces una vez más en su casa, en Madrid. Entusiasmo que no ha mostrado Morante de la Puebla, pues no se ve allí con la estatua ecuestre del rey Felipe III. Que si ya no ve lo de la chepa de las Ventas, como para transigir con lo del monumento, sin modificar su decisión a pesar de que se le ha asegurado que, lógicamente, durante el festejo se trasladaría la estatua a otro lugar, de forma provisional claro está. “Es que vaya manía de poner cosas raras en los ruedos que tienen en Madrid”, ha declarado el diestro sevillano. Tampoco estarán Enrique Ponce, pues aunque no se ha fijado la fecha exacta, ya ha declarado que ese día, sea el que sea, tiene prueba en el sastre para su nuevo smoking y que le va a ser imposible acudir. Lo mismo que Finito de Córdoba, que aunque no tiene sastre ese día, tampoco tiene ganas y los aficionados mucho menos. Julián López “El Juli” anda en la disyuntiva de ir o no ir, pues parece que nadie le asegura que en la Plaza Mayor pueda haber una mala corriente  que le pille por semejante parte de la riñonada y que le origine un problema serio en las lumbares, que tan castigadas tiene el ya de por si. Con los demás del escalafón aún habrá que mantener conversaciones y si no es esto posible, será con sus representantes de verbo más fluido.

En cuanto al ganado, en principio parece ser que se ha puesto sobre la mesa el ofrecimiento de Núñez del Cuvillo, pero se ha desestimado su ofrecimiento, no sin agradecérselo profundamente, pues la idea es organizar un festejo serio y sin mascotas. Han salido los nombres habituales, Victorino, Adolfo, Cuadri y algún hierro más, como el de Moreno Sila y sus Saltillos, pero en este último caso no se retiraría la estatua de Felipe III y se rodearía de burladeros, por aquello de auxiliar a los matadores en caso de huída despavorida.


Muchas gracias señora Carmena por ser, por una vez y sin que sirva de precedente, alcaldesa de todos los madrileños, teniendo en cuenta también el sentir del aficionado capitalino, que con su rigor, su perseverancia, su afición y su amor al toro, manifestado desde hace siglos, han hecho que el nombre de Madrid, la ciudad que usted preside, sea conocida como la cátedra del toreo, que su plaza sea considerada la primera de este amplísimo mundo taurino y que sea para muchos un lugar de peregrinación obligada, al menos una vez en la vida, simplemente para traspasar las puertas de Las Ventas, para transitar por sus pasillos respirando toreo, para sentir lo dura que es la piedra de la sierra, para ver in situ eso del toro de Madrid y para, si tienen esa suerte, escuchar cómo ruge cuándo surge el imposible del toreo, del toreo de verdad. Una afición dura y entregada como ninguna, que igual todo esto le pilla demasiado lejano, pero al menos escuche por un momento a muchos de los ciudadanos de su Villa y Corte, que incluso los habrá que la votaron a usted, aunque desprecie su voto por esta entrega al toro de lidia, pero de momento... seamos un poco inocentes y soñemos, señora Carmena.

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Don Ponce y su piquito de oro

Resulta que es imposible no torear con el pico de la muleta, pues que delicia esos imposibles que nos amarraron a esta afición como el señor Ponce nunca podrá imaginar, pensará que eso también es imposible.


Quizá algunos duden de la facilidad de palabra de don Enrique Ponce, del embrujo de su verborrea, de su locuacidad y poder persuasivo de su voz, pero de todos es conocido ese piquito de oro que tantas alegrías le ha dado. Y si junta la palabra con el pico, mejor dicho, con su explicación o justificación de la trampa, pues tenemos lo que tenemos, al personal desaforado y rasgándose las vestiduras, unos inclinando la testuz rindiendo homenaje al maestro y otros negando su maestría, las virtudes de su piquito de oro y hasta su singular locuacidad. Pero digan lo que digan, no me negarán ese ángel que tiene el señor Ponce para ponerse a tanta gente en su contra. Y lo peor de todo es que él, tan metido en su mundo, tan convencido de su toque divino, no entiende cómo puede haber alguien que respire bajo la cúpula celeste, que no se eche de hinojos a sus pies, como la máxima deidad del toreo que cree que es; y que además no hay quién le haga que se apee del burro.

Que se va a Bilbao para soltar que no es posible torear sin el pico de la muleta. ¡Ay señor! Con lo revuelto que estás el mundo y él apagando fuegos con gasolina. Que por menos de esto se lió la de Cuba y Filipinas. Que los héroes de Baler se dice que se metieron allí dentro porque los tagalos decían que la muleta plana y los del rayadillo que no, que no y que no, que sin pico es imposible. Y que no se crean, que no dieron su brazo a torcer. ¡Sabrán los tagalos de toreo! ¡No te amuela! Pues nada, que de un plumazo, el señor Ponce se ha quitado del medio a tantos y a tantos toreros, en otros tiempos la mayoría, que presentaban la muleta plana, que se la echaban al hocico del burel, para en el momento de su arrancada adelantar la pierna de salida, embarcando a su oponente en la pañosa, con la cara empapada de franela. Que no, que no y que no, que eso no es así, eso es imposible, así que en virtud de tal afirmación, queda prohibido tal uso y por esta misma causa, todos los vídeos, fotografías o recuerdos de los aficionados deberán ser destruidos en un plazo máximo de ya mismo, no vaya a ser que alguien se atreva a afirmar que ese imposible es posible.

Y que conste que servidor está completamente de acuerdo con el maestro de Chiva. Primero, porque no me atrevo a contradecirle, no vaya a ser que me excomulguen de mi fe taurina o lo que es peor, que me manden Siberia a picar piedra en los Urales. Segundo, porque si lo dice un maestro que lleva poniendo en práctica semejante... ¿trampa? durante un cuarto de siglo. Y tercero, porque casi prefiero que me tenga como creyente y no como descreído, no vaya a ser que me lo explique otra vez eso del imposible que resulta de intentar no torear con el pico de la muleta. Que ya es dar vueltas al molino, para simplemente justificarse e intentar convertir en dogma lo que no hay cristiano que se crea. Quizá por eso quiere convertirlo en dogma, para que nadie se atreva a cuestionarlo. Pero mi adhesión al señor Ponce es sincera y sin fisuras, es verdad, no se puede torear sin meter el pico de la muleta, torear con la panza es un imposible. Si es que no hay discusión. Pero... ¿será por eso que los aficionados hubo un tiempo en que salían toreando de las plazas? ¿Quizá esa imposibilidad era la que provocaba que se les grabaran a fuego faenas, naturales, derechazos, en definitiva, toreo puro cuándo este surgía en la arena? A ver si va a resultar que el aficionado a los toros se aferra a esto precisamente esperando que brote lo imposible, a ver si es eso precisamente lo que le piden a los toreros, lo que vieron en tantos y tantos que de verdad pueden ser tratados de maestros. Volvemos a los nombres de siempre, aunque aquí que cada uno elabore su lista. El Viti, Curro Vázquez, Antoñete, Curro Romero, Rafael de Paula, Manolo Vázquez, Pepín Jiménez, Paco Camino, José Ignacio Sánchez, El Cid en su momento y hasta un tal Enrique Ponce, pero cuándo aún alternaba la Lengua y las Matemáticas con eso de ir a torear, cuando entre toro y toro tenía que estudiarse la generación del 27, el sujeto y el predicado y la segunda y tercera declinación, aparte del verbo toreo toreas toreare, toreai, toreatum. Qué cosas. Será el tiempo el que ha provocado que al maestro de Chiva se le olviden aquellas maneras de sus inicios. Que ahora parece que él no estuvo allí. Ya han visto que no me he ido demasiado atrás en el tiempo, no es necesario, porque los hay contemporáneos del señor conferenciante, con los que probablemente hasta ha alternado en más de una ocasión. Y no cito a José Tomás, porque ahí ya se le cruzan los cables, cortocircuita y puede hasta vestirse de azafato del IFEMA para ponerse a torear o nos hace un moonwalker en un abrir y cerrar de clisos.


Puede que algunos hayan visto un rasgo de soberbia, un intento de legitimar la trampa como única forma de toreo, incluso hasta los habrá que vean una ofensa en esa afirmación de que es imposible torear sin meter el pico de la muleta, pero... ¿nadie ha pensado que puede ser un rasgo de humildad en el que el mismo Ponce reconoce su incapacidad manifiesta para hacer el toreo puro, el de verdad, el de embarcar con la panza de la muleta forzando hasta detrás de la cadera para ligar con el siguiente, siempre dominando la embestida? Que igual sí, oiga, que cosas más raras se han visto. Que quién nos dice a nosotros que con esa manifestación de intenciones el señor Ponce dimite de su condición de matador de toros para conformarse con quedarse en pegapases, en uno más de los muchísimos que ahora sufrimos. Quizá en algún momento, en alguna otra conferencia futura, nos aclare estas dudas, pero por el momento son muchos los que se apuntan a la indignidad que les ha provocado don Ponce y su piquito de oro.

lunes, 19 de diciembre de 2016

Talibán, no, por favor

También desde esta grada quiero felicitar a todos los amigos que tan generosamente dedican su tiempo y su atención visitando este espacio. A todos, Muy felices fiestas y un feliz año 2017... y los que vengan


Es muy frecuente escuchar cómo se denomina con tal término a los que se considera aficionados a los toros extremadamente exigentes, casi diría yo intransigentes, y a su vez observar que el destinatario del “piropo” lo recibe entre el regocijo y el orgullo. Corríjanme si no es así, pero tengo la sensación de que se califica de talibanes a los mismos que se llama toristas, a esos que cierran los ojos predeterminadamente a las figuras, aunque en casi todos los casos al final haya que darles la razón, o a todo lo que sea Domecq, que también tienen su razón, aunque aquí sí que hay esperanzadoras excepciones. Pero tampoco creo que sea bueno entrar en el detalle, pues el propio termino tengo la sensación que obedece más a una filosofía que a realidades concretas. Repito que es apreciación personal, muy personal, pero más bien parece que es un extremismo que a veces mantiene una posición ultradefensiva, temerosos a cualquier asomo de grieta, no vaya a ser que pueda peligrar esa imagen de aficionado íntegro, que se desvela por guardar el tesoro de la pureza, lo que por otro lado no está mal, pero si tenemos una obra de arte única, tampoco pasa nada por dejar que los visitantes se acerquen a contemplarla; con el cordoncito de seguridad, por supuesto, no vaya a ser que alguien empiece a meter los deditos, que no, las manos al bolsillo, solo abrir los ojos, mucho, y lo que es más importante: las entendederas.

Que conste que no pretendo hacer ni el menos amago de crítica, faltaría más, porque hay virtudes que veo en ellos, que ya me gustarían para mi mismo; pero yo no me veo cómodo en la totalidad de los parámetros que se le suponen a un talibán. Tengo que confesar que en ocasiones ha habido gentes generosas y de buen corazón, llenos de buenísimas intenciones, que me han querido regalar el oído con eso de talibán. Se lo agradezco en el alma, pero más por las intenciones que por recibir la dignidad de talibán. Es una camisa que no se ajusta a la percha de servidor, que uno tiene ya su tripita, los brazos igual más largos, las espaldas más anchas o el cuello estrecho, que a otros les cae como una pintura, pero no todos gastamos la misma percha.

Entiendo que el aficionado a os toros debe ser flexible, muy flexible y acomodar las reacciones a las circunstancias, pero que no se me malentienda. Las normas, escritas o transmitidas por tradición, tienen que estar ahí, deben respetarse, escrupulosamente, pero sin que estas supongan unas cadenas que nos oprimen el cuello. Quizá es más cuestión de predisposición que de otra cosa. Que no piensen que me he vuelto loco, ni que he recibido un sobre mullidito, ni un Guijuelo pata negra, que va. Que sigo siendo el mismo que iba a la plaza deseando de que le gustara Espartaco ¿Cabe mayor rasgo de optimismo y apertura de miras? Otra cosa es que no lo consiguiera nunca, pero eso no era cosa mía, eso era más bien por lo que me venía dado del exterior. Que aunque no lo crean, uno espera cosas de una tarde Victoriano del Río, Núñez del Cuvillo, El Juli, Perera y compañía, pero tampoco somos tontos, que el ir abierto a todo no quiere decir que no tengamos memoria, que no nos escuezan los escándalos pasados, que no nos amosquemos esperando que los bailes de corrales puedan hacerse presentes, que nos tiren a la cara una manada de borregos para lucimiento de vulgarotes pegapases. Que no hablo de hacer tabla rasa cada tarde, porque de la misma forma que es de buen aficionado tener memoria de lo bueno y agradecerlo al final del paseíllo, también lo es el tener presentes los antecedentes y en casos de ese vaivén de ganaderías, tampoco resulta descabellado comenzar la protesta antes del paseíllo o al acabar este, pues los propios protagonistas ya se ocuparon de que se iniciara el festejo en el momento del reconocimiento, si no antes. Que si seguimos avanzando, lo mismo me pueden decir al final acabamos en el mismo punto al que llegan los talibanes, no les digo yo que no y tampoco es para rasgarse las vestiduras, pero sí que me reconocerán que al talibanismos puede estar ciego por momentos, pero no por incapacidad o ignorancia, nada más lejos, simplemente es una ceguera voluntaria, que más puede obedecer a no querer que se le pueda tildar de blando. El aficionado a los toros no creo que tenga necesidad de autoetiquetarse como exigente, el más exigente, ni irlo pregonando por peñas, clubes, asociaciones, restaurantes, bares, tabernas, tascas o garitos de mala nota, baste con acudir a la plaza y manifestarse y de la misma forma que no hay que presuponer la negatividad al de enfrente, tampoco hay que dejarse llevar por las preferencias, que es muy humano, es hasta una muestra de lealtad al torero afín o al ganadero hospitalario, pero, ¿y la lealtad a la Fiesta, al toro? Ahí sí que me perdonen, pero nada por encima de eso. Que nadie se lo tome a mal, que nadie vea ni tan siquiera un intento de adoctrinamiento desde el púlpito, nada más lejos de mi intención, ni de mis creencias, no soy nadie para tales cosas. Eso sí si ustedes quieren halagarme, llámenme pibón, pibonazo, tío bueno, monumento, tío cachas, macizo, macizorro, lo que quieran, aunque ande lejos de la realidad evidente, que yo se lo agradeceré en el alma eternamente, pero talibán, no, por favor.


Enlace al programa Tendido de Sol del 18 de diciembre de 2016:

lunes, 12 de diciembre de 2016

De verdad que es verdad

La visión que un niño tuvo de un maestro; el maestro siempre estará presente y el niño ya se me ha hecho mayor.


Aunque haya por ahí gentes de mala baba que dudan de los demás y que se creen más listos que Platón, en Toros Grada Seis vamos a lo nuestro y obviamos esos comentarios dañinos y mal intencionados que solo quieren minar la moral. Pues bien, para demostrar que esas cosas no nos afectan y que pa’ listos los mendas, le damos en los morros a esos incrédulos con unas primicias que nadie ha tenido antes que nosotros, que pa’ eso somos incisivos y no cesamos en la investigación y de todo lo que viene detrás, a ver quién es el guapo que me dice que esto no es verdad, que lo demuestre, pero bien demostrao, ¿eh? No demostrar así de ahí lo dejo. Datos.

Parece confirmado que para la temporada entrante José Tomás reaparecerá unas 20 veces, o no, más o menos, decena arriba, decena abajo. Las mismas fuentes afirman que
Morante desaparecerá otras tantas; solo depende de si las musas le vayan a inspirar... o no.

Para tranquilidad de los aficionados, se comunica que El Juli mejora de sus lumbares. El Colegio Oficial de Fisioterapeutas de Madrid se congratula con este logro de la ciencia y con tal motivo y para estudiar este caso ha convocado unas jornadas de trabajo que se celebrarán en las instalaciones del Guanda Metropolitano, bajo el título de: “Pero, ¿cómo se retuerce ese tío?” Como gesto de confraternización, los ponentes y asistentes obsequiarán con una sesión de masaje a todo aquel trabajador del estadio que lo solicite, previa presentación del casco que les acredite como tales.

En estas fechas que se avecinan, llenas de amor, buen rollo y cogorzas como pianos de cola, pero que alegran el ambiente, parece ser que a pesar de todo Miguel Ángel Perera sigue enfurruñado, pero que está aprendiendo a disimularlo. De momento ya ha conseguido abrirle la puerta al del “correo comercial”, sin mentarle a la madre.

En esa carrera de fondo que es la cría del toro, se ha filtrado que el gestor de Núñez del Cuvillo, tras varios cruces y asesorado por primeros espadas de la genética, ha conseguido obtener el toro que te trae el periódico y las zapatillas; un éxito más después del que le tirabas la pelotita y te la traía en la boca. Ahora se espera que en próximos cruces logre el que te hace las camas, te plancha la raya de las camisas y te baña a los niños.

La llegada de Simón Casas a la plaza de Madrid se hará evidente ya en el mes de mayo, en el que el ruedo venteño albergará la feria de San Isidro y la pasarela Cibeles Fashion Güik, al mismo tiempo y a la misma hora. Gracias a la creatividad y la imaginación del productor se ha enriquecido la propuesta artística los días en que comparezcan las máximas figuras del escalafón. Igualmente y gracias a los conocimientos del señor productor, se ha subsanado el posible peligro que correría la integridad de las modelos. Para evitar desgracias, estas no pasarán por detrás de las caballerías, que una coz en mal sitio puede tener consecuencias fatales. Los días de toros solo se darán toros.

El mundo del toro continúa siendo hostigado por las turbas antitaurinas. La última es la demanda interpuesta por el PACMA a los ganaderos de bravo. Como consecuencia de esta, un juzgado de Bracamontes del Rey ha dictaminado que a partir de ahora los toros deberán viajar en AVE, clase turista, por supuesto, o en limusinas, con los cristales tintados, por supuesto, para preservar su intimidad durante el trayecto, por supuesto.

Los problemas se le apelotonan a la alcaldesa de Madrid, la señora Carmena, que en un ahora voy, ahora no voy, se olvidó de renovar su abono para la feria de Otoño, lo que le ha hecho perder el derecho a hacerlo para la feria de San Isidro del año próximo. Tendrá que ver la feria por la tele, que como la propia regidora ha declarado: no es lo mismo, pero algo es algo.

Aunque Manolo Molés se haya marchado de Canal Plus, durante el próximo San Isidro no se quedará mano sobre mano y será el encargado de narrar las corridas en exclusiva para el canal de circuito cerrado, pirateando la señal del Plus, para la urbanización Montepinares. Al final ha dado sus frutos la inestimable gestión del Recio, mayorista que no limpia pescado, y de Enrique, el calvo con barba que como muchos políticos, parece un hombre de orden. El portero hará de comentarista junto al mismo Molés, total, para decir ¡bieeejjjnnn! y ¡bieeeen torero!, tampoco se necesita mucho seso.

Tenemos que lamentar que Diego Ventura tendrá que indemnizar a unos padres a causa de que uno de los caballos de su cuadra mordió a un niño que jugaba en un parque. La sanción se agravó por el hecho de que transitara sin bozal y sin correa, caballo, se entiende.

La Agencia Estatal de Meteorología comunica que la próxima tormenta tropical se llamará Andrés y la de después, Roca Rey.

Para tranquilidad de la población y de cara a las fechas que se avecinan, el señor Casas está tranquilo, aunque los vulcanólogos recomiendan que no cunda el exceso de confianza ya que puede reactivar su actividad en cualquier momento, sin que se puedan predecir las consecuencias.

Los sagaces integrantes de Toros Grada Seis, en colaboración con los del programa radiofónico Tendido de Sol han sorprendido a políticos de izquierdas comprando disfraces de políticos de derechas para así poder, de una santa vez, ir a los toros sin ser reconocidos y disfrutar de esa afición que de unos años para acá se les niega. En otro orden de cosas, se ha sabido que existe una corriente de populares que estudia abandonar el partido, porque no les gustan los toros y están hasta los h... de tener que ir para aparentar. Los de Ciudadanos han elevado una consulta al señor Rivera, para saber si tienen que pactar o si no es necesario, para sacarse un tendido e ir a los toros por su cuenta. A partir de ahí el máximo dirigente de este partido ha iniciado una serie de conversaciones para pactar con las parejas de los aficionados “díscolos” y determinar quién va a por los niños al colegio los días que haya toros entre semana. La siguiente cuestión será pactar si se paga el Plus otro año más o si lo sustituyen por Canal Series.

Resulta complicado pretender esconder algo inconfensable en el mundo de la política. Se ha sabido que la señora Carmena ha sufrido una insoportable persecución para saber si la señora alcaldesa había renovado su abono en las ventas o no. Todo indica, mejor dicho, Eduardo Inda ha filtrado de forma interesada, que Pablo Iglesias e Íñigo Errejón se han hecho con dicho abono, que lo pagarán a pachas y que será la suerte la que decida a los festejos a que acudirá cada uno de ellos. Ahora solo queda esperar aque Esperanza Aguirre tenga un lapsus por la Gran Vía y que abandone el suyo para mayo. Así al menos se asegurarán estar juntitos, como lo estaban en el pasado doña Manuela y doña Aguirre.

A pesar de las críticas recibidas en el pasado por el señor Rufián, hay que reconocerle su celo para desarrollar su labor parlamentaria. Se ha sabido que el diputado de Esquerra ha solicitado licencia para acudir a todo el abono de la Maestranza en Sevilla, al menos para la Feria de Abril, “para estudiar lo malísimo, lo pérfido, lo ominoso, lo deplorable que es eso de los toros, la Feria de Abril, las sevillanas, el rebujito y todo lo que huela a rancio centralismo”. Eso es profesionalidad, ¿que no?

El programa de Salvados dedicado al mundo del toro contará con una baja de última hora. Jordi Évole renuncia a entrevistar a Enrique Ponce, “es que no hay manera de aclararse con él y se cree tan magnífico y grandioso, que acompleja”, ha declarado el periodista.

Y ahora, a ver quién dice que todo lo anteriormente expuesto no es verdad. Que hay mucho derrotismo en esto de los toros y cuando ven que estás en la cúspide de la información, tiran a dar con inquina, mala baba y lo que es peor, con una puntería ¡Cabr...s! Que hacéis daño, caramba. Solo me queda decir que todo esto es de verdad que es verdad.


Enlace Programa Tendido de Sol del 11 de diciembre de 2016:

lunes, 5 de diciembre de 2016

Los amargos quejíos de Finito de Córdoba

Quizá haya quién no quiera tener un cuadro de toros en su casa, pero para los que sí, aquí me permito darles algunas ideas


Pocas injusticias tan grandes habrá en el Mundo Mundial como las que ha sufrido don Juan Serrano, Finito de Córdoba, en los últimos tiempos. Tanto ha sido la cosa que ha expresado su pena con las siguientes palabras: “desgraciadamente, los que quieren hacer daño están dentro y las personas que son aficionados al toro no se enteran de cómo está esto montado y en manos de quien estamos”. Dirán ustedes que cuánto saber y cuánta verdad se encierran en este párrafo; coincide plenamente con lo que muchos buenos aficionados dicen, eso de que los antis los tenemos dentro. Pero no se me embalen, que ya me embalé yo bastante cuándo lo leí.

Si profundizamos y leemos el resto de las manifestaciones y los orígenes de esta reflexión, lo mismo hasta puede que lleguemos a ofendernos y a comprobar que don Juan Serrano, Finito de Córdoba, continúa en sus posturas ya conocidas y que le importa muy poquito esa fiesta de la que habla, ni como está montado todo esto. Lo que realmente le interesa a este señor es que a él no le ponen. Ni tan siquiera se para a reflexionar en el motivo del cada vez menos interés que despierta entre empresarios y aficionados, ni mucho menos en porque se le ha hecho hueco en las últimas campañas.

Bien es verdad que Finito de Córdoba consiguió lo que está al alcance de muy pocos, triunfar en Madrid... hace más de veinte años, allá por 1993. Esto le valió adquirir cierto cartel, que se diluyó pronto en la capital al no ver renovado aquel triunfo. Pasaron años en los que ya no se justificaba su presencia en los carteles, pero bueno, como tantos, hasta que aquello ya no se sujetaba por ninguna parte. Dejó de acudir a la feria de Madrid, al menos de matador de toros y lo volvió hacer años después como comentarista en las retransmisiones de televisión. ¿Y qué ocurrió? Pues la sensación que muchos aficionados tenían era que había que recompensarle por los servicios prestados ante el micrófono y volvió a aparecer de luces una tarde. Ahí no parece que pidiera explicaciones, es más, sin aparente merecimiento y con bastantes malos modos, sin ese respeto al aficionado que no para de exigir para si mismo, se asomó por las Ventas, cobró y se marchó. Incluso se le repitió en años sucesivos y aprovechando esa marea orejera que invade Madrid de un tiempo para acá, hasta pudo pasear algún despojo. Pero él seguía sin cuestionarse nada, en su miope egocentrismo no era capaz de ver lo que realmente era y lo que ofrecía Finito de Córdoba en el ruedo.

No se sintió herido ni atacado en esos momentos en los que se le contrataba a pesar de que nadie entendiera que aún hubiera alguien dispuesto a ofrecerle un contrato. Resulta excesivo estirar tanto un triunfo que se produjo en el año 93, ¿no? Cuanto menos, extremadamente optimista. Y ahora que alza la voz para denunciar que los malos, los que dañan a la fiesta están dentro y que pone en el disparadero al aficionado diciéndole que no tiene ni idea de cómo se mueve esto y cómo funcionan las cosas, no es por otra causa que porque no le contratan 15 o 20 tardes en los pueblos de la provincia de Córdoba para poder conmemorar sus bodas de plata como matador de toros. Que le prometieron el oro y el moro, pero. ¿qué obligación hay para contratarle? ¿Resulta de obligado cumplimiento el profesar la fe de la “finitología”? Realmente, si don Juan Serrano llega a estas conclusiones y con ese convencimiento, ¿cómo funciona esto y en manos de quién estamos?

Que no se crean que a Finito de Córdoba le preocupa el que el toro carezca de la integridad mínima deseable, ni de que los figurones se ciñan a pasaportar las camadas enteras de un puñado de hierros, ni que hayan convertido esto en una pantomima, ni tan siquiera de la exclusión social que sufren los toros, ni tan siquiera de la situación de los novilleros, que cada día son menos y los que son presentan un nivel ínfimo, aguantándose ahí a base de poner, poner y poner. No, nada de esto le preocupa, cuándo se ofende, se exalta e intenta enardecer a las masas es cuando a él no le contratan para pasearse por las plazas de la provincia de Córdoba y de paso por la de Madrid. Que para colmo dice que Taurodelta le llamó en mayo para liquidar lo del mayo del anterior, como si eso fuera algo a lo que él se vio sometido de forma extraordinaria. ¿Ahora también le ofende eso? ¿Y hasta el momento? Hasta entonces no, cuando es vox populi que esas eran las maneras habituales de los anteriores empresarios de Madrid.


Que  ejemplo más gráfico y del que tanto se puede aprender el que nos da don Juan Serrano, Finito de Córdoba. A él, como a sus camaradas, a los ganaderos del sistema, a los periodistas y demás taurinos, lo único que les preocupa es la pasta, su negocio y lo de la Fiesta, el toro y demás cantinelas les da lo mismo, que al que grita, si interesa callarle le dan una tarde dónde sea y andando. Eso sí, si los capos no cumplen, entonces no nos quedará otra que escuchar los amargos quejíos de Finito de Córdoba.

Enlace programa Tendido de Sol del 4 de diciembre de 2016:

lunes, 28 de noviembre de 2016

Amigo, primo, vecino o conocido, recuerda que a mí me gustan los toros

Dios me libre de los que me quieren salvar no llevándome a la plaza. Si quieren que viva, vayan a las plazas de toros


Te escucho y te leo cuándo hablas de la barbaridad, de lo salvaje e incivilizado que es matar a un toro en el ruedo, de los energúmenos que vamos a “divertirnos” viendo cómo se sacrifica a un animal, porque a veces habláis del toro como si lo hicierais de un gato, un perro de compañía, una cigüeña o el pato Donald y su troupe de impertinentes sobrinos. No se puede ser más sanguinario, ni desalmado, porque te crees que los que van a los toros, los que vamos, lo hacemos llevados por una sed de sangre irrefrenable; hasta hay quién nos ha negado el derecho a querer a los nuestros, a sentir como lo más grande el abrazo de nuestros hijos. Os preguntáis cómo somos capaces de volver de la plaza y apretujarnos con todo el amor imaginable contra esos niños que nos dan la vida. Nos negáis esa capacidad de amar a los animales, de amar y disfrutar la naturaleza y veis un imposible el que podamos albergar una gota de sensibilidad.

Miradme bien, que no digo que me veas, digo que me mires, al que comparte mesa y alegrías contigo en las celebraciones familiares, el que llora con la pérdida de los seres queridos, el que juega, regaña y se preocupa de sus hijos, el que se preocupa y siente cuándo tú estás mal, cuándo lo están los que me rodean, el que se indigna con la barbarie entre seres humanos, el que no entiende de guerras, de abusos, de violencia sin límites, el que no soporta la injusticia, los gobiernos despóticos, los políticos trincones, apáticos y complacientes ante los poderosos. Soy el mismo que se apasiona con su equipo, que se emociona con el deporte, que se estremece ante un cuadro, que se ve empequeñecido ante la grandiosidad de una escultura, una catedral, una pequeña ermita, el mismo al que se le remueve el alma con una película, la música o un libro, porque sí, los aficionados a los toros, los que vamos a la plaza también leemos libros y los hay que hasta también los escriben.

Cuando llames asesinos a los que van a una plaza de toros no te olvides de llamarme por teléfono, de llamar a mi puerta y decirme a mí lo mismo, ¡asesino! Porque yo voy a los toros, siempre que puedo y el día que no es posible, me rebelo y me fastidia, ¿cómo no? Pero no porque sufra el síndrome de abstinencia que todo sanguinario sufre cuando no ve fluir ese rojo “manjar”; no porque necesite ver a un animal despellejado y despiezado colgando de un gancho. Cuando voy a la plaza no voy a ver cómo matan a un animal, que por otro lado es un toro; ningún otro animal podría ser lidiado como él, ninguno pelearía hasta su último aliento no por huir, ni defenderse, sino por mantener su hegemonía, esa de la que está convencido que le pertenece, por conquistar la cima del mundo. Cada uno tiene su lugar en el reino animal y el toro está convencido de que su puesto es el de ser el rey, el ídolo al que todos deben adorar y los aficionados a los toros profesamos esta religión con absoluto convencimiento y fieles a nuestra fe taurina.

Los que vamos a los toros vamos a ver a un hombre enfrentarse ante ese tótem y con el respeto que merecen los dioses, vencerle con el respeto y la devoción que merece el oponente, que no dudará en arrancarte la vida al menor desliz; pero ese es el juego, vida o muerte y para los elegidos, gloria. Gloria efímera, porque la fiesta de los toros, este espectáculo, esta fe de la que abomináis hace que aunque el toro muera cada tarde, siempre permanece vivo, siempre saldrá un toro al ruedo queriendo conquistar esa cumbre que considera suya. Los toros, las corridas de toros, son esa permanente presencia del toro, siempre el toro, la fiesta avala su eternidad, impidiendo que llegue alguien que decida llevarse este ser por delante, porque no sirve para otra cosa, porque no hay quien se haga con él, porque siempre querrá salir vencedor y nunca permitirá que nadie le trate como otro de los muchos animales que ocupan otro lugar en la naturaleza, pero no el del toro. Qué bella palabra para el aficionado a esta locura, el toro. No nos cansamos de pronunciarla, toro, toro, toro. Y, por favor, no caigamos en eso de que el torero tiene ventaja porque lleva un trapito para defenderse y evitar el vendaval de embestidas del de las patas negras, que han sido siglos de aprendizaje y a pesar de ello la muerte siempre está ahí. Resulta inevitable que lo inevitable, la caída del hombre, se produzca en un ruedo. Quizá tú lo verás como la victoria del toro, pero en esto no hay vencedores ni vencidos, es mucho más sencillo, todo se acaba con la vida o la muerte y las emociones que genera en el espectador, que para intentar entender lo que pasa ahí abajo no cesa en sus ansias de aprender, de desvelar ese misterio que es el toro, de conocer ese imperfecto imposible que es el toreo y de este sentimiento que son los toros. Si quieres saber de ello, vente y siéntate a mi lado y a ver si entre los dos podemos saber algo más de este misterio, pero si no, amigo, primo, vecino o conocido, recuerda que a mí me gustan los toros.


Enlace programa Tendido de Sol del 27 de noviembre de 2016:

lunes, 21 de noviembre de 2016

Monsieur Casas, ¿lobo con piel de cordero?

El toro, el toro, el toro... a ver si don Simón se olvida de lo de los Encastes Minoritarios y recuperamos la variedad de estos y los que mal llamaron minoritarios vuelven a ser la base de nuestra Fiesta


Que nos lo queríamos perder. Invitan al señor Casas a una tertulia de esas de abolengo, en la que se supone que le van a poner las peras al cuarto, que algunos incluso hasta le avisaron de sus intenciones con una pancarta en las Ventas, iba a terreno hostil, al menos a priori, y llega el señor productor y poco menos que se los mete en el bolsillo. Si hasta le reían las gracias. Pero bueno, cada uno puede reírse de lo que le dé la gana y nadie, y yo mucho menos, somos nadie para decir si ahora te ríes o si ahora lloras. Mucho mejor reír, desde luego. La cuestión es saber si la idea del orante y los oyentes coinciden, sin tener que estar de acuerdo, por supuesto, pero que al menos haya un punto de partida, unos conceptos básicos en los que haya una mínima coincidencia. Ahí quizá pueda originarse el conflicto, si es que este se llega a dar.

Se le oye decir al señor Casas que para él el toro es principal protagonista, se le escucha defender al toro por encima de todo y se adivina esa intención de que este se haga presente en la temporada madrileña. Pero, ¿qué entiende don Simón por lo que debe ser el toro? Que no olvidemos de dónde venimos todos, él y la afición de Madrid, que estamos hartos y asqueados de esas peroratas alabando al toro más encastado que nunca, al más bravo de la historia y al que más embiste desde que el mundo es mundo. Qué maravilla, ¿no? Pues no, si a lo que nos referimos es a lo de Daniel Ruiz, Garcigrande, Victoriano del Río los días de figuras, Núñez del Cuvillo y ese largo etcétera de hierros que todos tenemos en la cabeza y que como una condena, van casi siempre unidos a los nombres de esas figuras que con tanto primor están enterrando esto que llamamos Fiesta de los Toros.

Algo parecido ocurre con los matadores y lo que el señor Casas entienda por grandes carteles, a los que por otro lado pretende poner otros precios, más caros, claro que sí. Figuras que en muchísimos casos, por no decir en casi su inmensa mayoría, han subido a los altares de la mano de la prensa y de esos triunfos de bazar chino en las tardes de entusiasmo desmedido, a veces solo explicable por esos ríos de calimocho que fluyen en los autobuses de paisanos y partidarios de los toreros. Imagínense que deciden que me cobran cuatro pesetas más por un cartel con El Juli, Perera y Roca Rey. Para habernos “matao”. Si lo que a muchos les gustaría, si les dieran a elegir, es que ninguno de los tres vuelva a asomar por la plaza de Madrid mientras no se anuncien con toros; y para más inri, ¿me lo cobran más caro? Esto es de locos.

La rumorología viene contando desde hace tiempo que ya se tienen compradas no sé cuántas de Miura, Victorino de todos los hierros duros, pero duros de verdad, para dar gusto a la “majísima” afición capitalina. Por ahí vamos bien, pero que no me cuente que las van a matar primeras figuras, que al final será Ureña, Urdiales y cuatro más, que son los que las han matado siempre y a veces con suma dignidad, ofreciendo toreo del bueno y hasta cosechando valiosos triunfos. Que yo, personalmente casi prefiero que esto siga así, pero por figuras nos vienen los Ponce, Juli, Manzanares, Morante, Castella, Perera y los “emergentes” que tanto ilusionan a muchos. Eso sí, no se preocupen ustedes, que si piden explicaciones, se las van a dar, ya sea en nombre del arte de la tauromaquia, del arte sublime, de la personalidad de los artistas o de la artistología exuberante y si no, pues lo mismo se llevan gratis un corte de mangas, con arte, por supuesto.

Hemos pasado de enseñar los dientes a una sombra a ofrecer el cuello a quien ni tiene sombra, ni se refleja en ningún espejo, porque realmente es único, afortunadamente. Y es que esto es lo que tienen el ya empresario de la plaza de Madrid, que te habla, te habla, te habla y al final se le acaban entregando los auditorios y solo los muy bichos no pueden olvidar aquello de que a los aficionados hay que echarles de la Fiesta, aunque ahora se derrita en halagos a la afición de la capital mundial de la tauromaquia; de aquellas palabras tan ofensivas como cobardes en las que tiraba contra Joaquín Vidal, ejemplo para esa afición de Madrid, y al que, una vez que ya no estaba entre nosotros, se atrevió a tirarle dardos envenenados con el rencor que nace de la envidia y la mediocridad. Son cosas difíciles de olvidar, aunque ahora parece ser que quiere convencernos de otra cosa y que reflexionemos: Monsieur Casas, ¿lobo con piel de cordero?


Enlace programa Tendido de Sol del 20 de noviembre de 2016:


lunes, 14 de noviembre de 2016

Ni quito, ni pongo rey

Empezamos por citar y...


Ha habido ocasiones en las que he escuchado aquello de la torería de no sé quién, el empaque de no sé cuánto o el poderío de El Juli. Que no seré yo quien ahora me ponga a decir que no, aunque no es que me cueste creerlo, es que no puedo, por mucho que me esfuerce, pero ya digo que eso lo dejo de momento. Pero ya que uno se sujeta por ahí, tampoco me pidan que me quede quieto. Que luego pasa que uno se pone a enredar, que le mandan unas fotos dónde el maestro Juli está desplegando todo su jarte, todo su poderío y, ¿qué quieren que les diga? Pues que servidor no es de piedra y como todo el mundo, uno tiene sus debilidades. Así que en una de estas me llegaron tres fotografías en los que se podía ver esa idea del natural que el de Velilla vas desplegando por esas plazas del mundo.

Y uno, que anda en eso de aprender a ver toros, como aún no ha llegado a eso de la fluidez conceptual de la tauromaquia, como no lo vea, se me escapa a mi entendimiento y entonces, para apreciar todos los detalles mucho mejor, me puse a ver en qué se parecía el magisterio de El Juli a lo que mis mayores me contaron. Eso sí, como uno de los dos tenga razón, el de enfrente anda muy, muy alejado de lo que debería ser el toreo. Que ya digo que no voy a inclinarme ni por uno, ni por otros.

Si empezamos por la forma de citar, ahí ya empiezan a fundírseme los plomos. Siempre había entendido que el cite debería ser natural y sin forzar posturas más propias de contorsionistas tailandeses del circo Ringling. Que hasta he oído lo que se valora ese bajarle la mano a los toros, pero, ¿eso de bajar la mano no viene después, una vez que se ha metido al toro en la tela? Que hasta tiene más mérito eso de conducir la embestida de arriba a abajo y no guiar simplemente de abajo a abajo. Pero no me hagan mucho caso, que o bien mis maestros no se explicaban bien o es que servidor no se enteraba, que es lo más probable; y así sigo, que cada día me entero menos y menos y menos y... Lógicamente, para agachar la muleta y ponerla manteniendo la distancia de seguridad entre toro y torero hay que agachar todo el cuerpo, dándose origen al bonito fenómeno de la L invertida, más conocido como la alcayata; no traten de hacerlo en sus casas, pues puede resultar peligroso para sus lomos. Solo si lo hacen bajo la supervisión de un profesional, y de los buenos, de la fisioterapia, con una bote de kilo y medio de Voltadon, eso de los dolores musculares. Pero aquí no acaba todo, que luego está lo de ofrecer la muleta, que puede ser echándosela a la cara con gracia para que el animal se engatuse en las bambas de la pañosa o que groseramente se le ponga el pico por delante, con ese clavo tan feo que asoma en el extremo del estaquillador.



¡Ay, señor! ¿No me podía haber quedado quietecito? Qué lío esto de fijarse en las fotos de don Julián, pero en el pecado llevo la penitencia. Porque, ¿qué me dicen de eso de pasarse el toro por la faja, corriendo la mano y sometiendo al toro ofreciéndole la panza de la muleta? Pues a mí me dirán lo que quieran, pero al Juli parece que no se lo han dicho nunca. Porque si en el cite ya se apuntaba la alcayata, en la ejecución, y nunca mejor empleado este término, decía que en la ejecución del natural ya no es alcayata, ya es la ferretería Hnos. López al completo, con sus tres plantas y todas sus estanterías al completo. Aquí sí que venía que ni pintado lo de bajar la mano, pero no, seguimos con las agachaditas, las lejanías y ese feo y obsceno pico de la muleta. Que cómo en lo del cite, en lo de pasarse el toro aún es posible superponer las imágenes de lo que hace el maestro y de lo que me contaban mis maestros. Al menos aún se puede encontrar un eje a partir del cual se puede establecer esta odiosa comparación. Eso sí, en lo del remate del muletazo, eso es harina de otro costal.



Si el remate es abajo y hacia adentro, ¿cómo se puede casar con el pa’ fuera y a lo lejos? Pues la cuestión queda entre el “malamente” y el “imposible”. Que no hay problema, porque don Julián arregla con una carrerita lo que no solventa mandando con la muleta. Pero ya digo que cuándo me puse a intentar encontrar algún punto en común, un arranque del que partiera una forma y otra, un camino que luego se bifurcara, lo que hallé fueron dos carreteras con origen en mundos diferentes y muy distantes, una me recordaba aquellas autopistas norteamericanas en las que sus rectas se perdían en el horizonte sin tan siquiera asomo de curvas y la otra una de esas carreteras de montaña enredadas entre sus faldas en busca de la cumbre, rodeada primero de bosques y según va tomando altura, rozando las nubes con los labios. Pero no quieran ver en todo esto ni rastro de adoctrinamiento, pues a cada uno le gusta lo que le le gusta y por eso, ni quito, ni pongo rey.


Enlace programa Tendido de Sol del 13 de noviembre de 2016:

martes, 8 de noviembre de 2016

La juventud: los socorristas de la plaza

¿Y si de verdad se plantaran de frente y torearan de verdad? 


Uno se pone a pensar en lo que ha pasado en esta temporada, ya con un poco más de perspectiva, mirando el bosque algo alejado, sin esa sensación abrumadora que provoca la inmensidad de los árboles a tu alrededor. En la calma de los primeros fríos a uno le da por echar cuentas, ayudado, por supuesto, por las opiniones de los aficionados. Unos hablan del año de Roca Rey, el vendaval; de López Simón, el perejil de todos los guisos; o de las cosas, llamémosles excentricidades, de Morante de la Puebla; y ya como postre, del tocomocho de Casas a Taurodelta, que aún andan queriendo cobrar su billete de lotería premiado.

Que no faltan temas de conversación para el que quiera iniciar un rato de charla, pero también podría pensarse que ha sido el año de los jóvenes, porque interesaba que hubiera no sé si un cambio de nombres, pero sí más variedad, más lomos para aguantar el paso. Ya digo que quitando al Morante, que se las pinta solo para complicarse la existencia, los demás han vivido su temporada con un sosiego del que no gozaban hace años. Que aparte de que muchos ya los consideran un mal inevitable y con el que hay que convivir de momento, no han tenido que soportar ni grandes broncas, ni tensiones incómodas. Que no digo que en tal o cual plaza alguien les pegara tres voces aisladas, que eso nunca falta, pero luego no trascendía, el eco era solo silencio. El Juli ha seguido matando lo mismo de siempre con sus trucos de siempre, por no decir trampas; Manzanares ha seguido componiendo a su aire; Perera ha mantenido ese nivel de aburrimiento innecesario; Talavante navegando en ese estar entre dos aguas del bien y del mal; Y luego esa legión de inevitables que siempre encuentran el apoyo de la prensa, Castella, Padilla, Finito, Abellán y tantos y tantos, que a veces uno piensa que igual es por eso por lo que ahí siguen.

Por su parte, los jóvenes se han mantenido ahí en unos casos por el tirón de taquilla y por la aureola que se les ha creado a su alrededor y en otros por lo que parecía adivinarse que iban a ser, con el factor en común de ese comprensible deseo de querer ver caras nuevas. El caso más sobresaliente es el de Roca Rey, al que confieso que solo le he visto en la plaza de Madrid, bueno, como a todos, para qué engañarnos. Que me dirán que incluso aquí en las Ventas triunfó sonoramente. Bueno, bueno, si el cortar despojos es sinónimo de triunfo, pues estamos ante la reencarnación de Lagartijo el Grande, pero, ¿y si hablamos de torear? ¡Ay! Aquí algunos tenemos nuestros peros. Igual el joven Andrés no toreó tanto. Para algunos aún no ha llegado aún a torear, si como toreo entendemos echarse al toro, toro a la cara, plantarse, pararse y mandar en las embestidas, lidiando y pudiendo a sus oponentes. Aunque no les digo yo que estas ideas puedan estar un poquito pasadas de moda, que no digo que no, pero, ¿quién quiere ser esclavo de las modas? Pero ya digo, de repente las multitudes se mesaban los cabellos al ver como se abanica a un animal sacudiendo los trapos por su jeta, con la única condición de que el animal pasara. Cosas de la modernidad, si el toro pasa, se ha toreado, aunque vaya a su aire detrás de la zanahoria. No me dirán que no es buen colchón y animador de masas para que las figuras se pongan a su rebufo y aprovechando el tirón del entusiasmo generalizado, hasta recolecten sus adorados despojos, cebaderos de estadísticas mentirosas.

A pesar de ese destoreo vendavalístico de Roca Rey, quizá se pueda valorar el que al menos pueda ofrecer cierta diferencia con los demás, pero ahora díganme ustedes, ¿en que se diferencia lo que hace López Simón de lo que nos llevan años ofreciendo las figuras? Pues quizá habría que agudizar la vista como si jugáramos a lo de las “siete diferencias”. Pero claro, habrá quién me diga que a lo largo de la temporada le ha mojado la oreja a fulanito y menganito, pero como hace lo que todos, esos todos tienes armas para otra tarde coleccionar más despojos que el de Barajas o cualquier otro de su generación de “emergentes”. El problema se les plantearía si llegara uno y se pusiera a hacer el toreo pur, de verdad, el de siempre. Ahí vendrían las complicaciones, pues no sé yo si habría más de tres que pudieran aguantar el tirón. Tirón que por otra parte, quién primero tendría que aguantar sería el propio que viniera con esas formas. Y si no miremos el ejemplo de José Tomás, al que primero tacharon de loco, suicida, inconsciente y no sé qué barbaridades más, porque se ponía y manejaba los trastos cómo los demás no imaginaban. Al final ha optado, según parece, por un camino extraño y ya parece que no es nada de lo anterior y hasta le permiten alternar con alguno de los fenómenos del sistema.


Y no sé si merece la pena extenderse en otros jovencitos a los que se les valora el estar ahí, pero que poco más se puede decir de sus condiciones de torero. De acuerdo que el valor es una cualidad que hay apreciar, pero en su justa medida. Poco se puede decir de la decisión de Javier Jiménez, hasta de la disposición de Román o ese parecer que quiere de Garrido, pero, ¿y lo de torear? Pues a uno le salen toros de cortijo en Madrid y se limita ver como pasan de un lado para otro; el segundo no da para más que entusiasmo y aguantar ahí las consecuencias que traen consigo el no saber lidiar, que el animal va de bueno a malo y de malo a peor, pero el chaval se mantiene ahía a ver lo qué pasa; y el tal Garrido, que ya está comprándose la placa de “aquí vive un artista” y no tiene más recursos lidiadores que ponerse de rodillas o veroniquear al aire en el primer tercio del toro de un compañero. ¡Caramba! Estos vienen con el cuchillo entre los dientes, ¿eh? Pues será para extender la Nocilla en el pan o lo que es peor, para extendérselo a los maestros a los que no solo no molestan, sino que además les libran de la presión de estar en primera línea. Al final van tenerse bien ganado el título de la juventud: los socorristas de la plaza.


Enlace programa Tendido de Sol del 6 de noviembre de 2016:

lunes, 31 de octubre de 2016

Hablemos de toros

Les esperamos y no puedo más que estar muy agradecido por habernos llevado hasta aquí.



Ahora en estas fechas se cumple el primer año inmerso en un programa de radio, Tendido de Sol, y hace unos cuantos más, por la misma época, ocho años atrás, en el 2008, me arrancaba en este Toros Grada Seis. Será que los meses de octubre ejercen un poderoso influjo sobre servidor. ¿Y cuál era y es el fin de todo esto? Pues está muy claro, hablar de toros, compartir esta pasión, este amor heredado y enseñado por nuestros mayores, ese tesoro que ellos recogieron, que cuidaron y engrandecieron y nos dejaron para que nosotros intentáramos hacer lo propio. Después han venido multitud de amigos, infinidad de satisfacciones y momentos felices, aunque el premio más grande es haber podido seguir hablando de toros durante todo este tiempo. Solo hay una cosa mejor que poder hablar de toros y esa es poder ver toros, poder ir a la plaza todos los domingos, los tan taurinos meses de mayo de Madrid, las ferias de Otoño y las fiestas de guardar, porque cómo le digo a los que no saben que hay toros de marzo a octubre, todos los días que hay que ir a misa, se puede ir a los toros.

Siempre he vivido esta afición de forma muy personal, con los míos, con los más cercanos de la plaza y poco más, pero fue lanzarme a esto de escribir y más tarde hablar por un micrófono y empezar a sentir a tantos y tantos que se me ponían a empujarme detrás, a llevarme en volandas para querer seguir hablando de toros. Podría deshacerme en agradecimientos a todos los que me han leído y escuchado, a los que han tenido la generosidad de dejarme sus opiniones, a los que me han llevado la contraria, a los que me han descubierto lo que yo solo no habría visto, a los que me han obligado a querer saber más y más, pero ya les digo que es una empresa inútil, pues nunca conseguiría agradecer lo suficiente y devolver una mínima parte de lo que yo he recibido. Imaginen lo que han sido ustedes que son los que me han conducido hasta aquí desde aquel 2008. Y sabiendo de su generosidad, aún hoy no dejo de recibir sorpresa tras sorpresa y muestras de cariño y respeto que me guardo solo para mí. Perdonen mi egoísmo, pero es que esto solo se vive una vez y no se puede dejar escapar.

Ya saben ustedes que nunca he pretendido tener razón, ni pensar que mi verdad es la verdad absoluta, ni mucho menos; seguro que si ustedes empezaran a enumerar mis errores llenarían páginas y páginas, porque no sé si de lo que sé se podría llenar un libro, pero les aseguro que de lo que no sé, cabrían enciclopedias enteras. Eso sí les aseguro que cada línea, cada palabra están escritas y ahora dichas por el micrófono, con plena sinceridad, tal y como lo siento. ¿Equivocado? Muchas veces, pero el decir las cosas con convencimiento me permite dos cosas, primero poder defenderlas con pasión y sin reservas y en segundo lugar, el poder convencerme de mi error y rectificar. Cuántas veces me hizo rectificar mi maestro, el que me enseñó a entender el por qué de esto de los toros, el sentido de todo esto. ¡Ay! Nunca se lo pude decir, aunque seguro que él sabía lo que era para mí. Cosas de la vida, que por no decir lo que sentimos cuándo se debe, luego nos la pasamos repitiéndoselo a los demás hasta cansarles; perdónenme por ello si les he resultado pesado.

Ahora solo pido una cosa muy simple y que deseo compartir con ustedes, algo tan sencillo como poder seguir hablando de toros mucho tiempo, que podamos seguir discutiendo de picos, patas retrasadas, naturales largos o profundos, toros encastados o aborregados, figuritas o figurones, aprovechados, descarados, mangantes, chuflas, rechuflas y otros mil temas más, porque cómo un día aparezca el toreo de verdad y el toro bravo y encastado, entonces ese día no tendremos palabras, tanto hablar de toros y cuándo surja el milagro, este nos dejará mudos. Qué cosas y es que así es esta bendita pasión, este amor que nos da la vida y nos corta la respiración, nos mueve y nos paraliza: los toros. Salgamos de las plazas indignados, emocionados, ofuscados, mudos, incluso jurando que nunca más volveremos, pero sigamos yendo a los toros. Ya sé que muchos de ustedes afirman eso de que no teníamos que ir ninguno a las plazas, pero por favor, eso no, pídanme lo que quieran, ordénenme lo primero que se les pase por la cabeza, pero no pidan que no vaya a los toros, no pidan que deje de vivir este amor apasionado, esta entrega incondicional al toro y ya puestos, ya que seguimos y seguiremos viviendo esta locura, al menos, hablemos de toros.


Enlace programa Tendido de Sol del 30 de octubre de 2016:

http://www.ivoox.com/tendido-sol-30-octubre-2016-audios-mp3_rf_13542299_1.html

lunes, 24 de octubre de 2016

Y a partir de ahora, ¿qué?

Sería un logro la vuelta de los toros a Cataluña y más aún si no fuera solo en Barcelona y con José Tomás en días contados 


Ya se ha confirmado la nulidad declarada por el Constitucional de aquella sonora prohibición de las corridas de toros por parte del Parlament de Cataluña. En teoría ya podremos ver una de Garcigrande con Juli, Morante y Manzanares, para satisfacer al buen aficionado. Felicitémonos por tan ilusionante noticia. Aún recuerdo aquellas manifestaciones llenas de dolor e indignación, era como si a la temporada española le hubieran cortado un brazo y una pierna y a partir de entonces ya todo sería vivir en un mundo precario sin los toros en Cataluña. Que no quiero yo decir con esto que me agradara aquella incoherente e interesada decisión que aprobaron por mayoría los representantes del pueblo catalán, ni mucho menos, pero... Y aquí viene el pero; todo era consecuencia de un abandono por parte de los taurinos de la fiesta, primero en toda Cataluña y por último en Barcelona y luego los valentones políticos de entonces se lanzaron a apuntarse el tanto de acabar con la ya más que finiquitada fiesta en aquellas tierras. Sirva el ejemplo del puntillero que da el golpe final a la res y nos quiere convencer de su valor, torería y valor lidiador, haciendo de menos al maestro y a las cuadrillas.  Los cacheteros del Parlament solo despenaron al toro de la fiesta que los mismos taurinos habían antes lidiado y estoqueado con un bajonazo infame, desde tiempo atrás.

Pues bien, ahora se supone que todo eso ya quedó atrás. La cosa no está fácil, por supuesto, pues ya empiezan a cacarear las lenguas de palabrería incontenible que no van a permitir la vuelta de los toros a Cataluña, que si hace falta repetirán la suerte de la desobediencia, porque ellos lo valen. Que no es por dar ideas, pero, ¿se imaginan que los vecinos de Barcelona decidieran no pagar el impuesto de circulación, ni el aparcamiento regulado, ni por supuesto las multas que se les impusieran por incumplir tales obligaciones? Igual la señora alcaldesa no solo les perdonaba, sino que igual hasta les pondría una calle: calle de los “Con un par”. Estaría curioso, pero volvamos a lo del toreo, que bastante tenemos con lo nuestro. Pues bien, ¿y si una empresa decidiera montar veinte festejos ejerciendo su libertad de negocio? Se le alquila la Monumental al señor Balaña y a partir de ahí, toros los domingos. Si la asistencia no fuera más allá de cuatro paisanos y cuarenta guiris, igual no se llegaba ni al paseíllo, pero ¿y si primero hubiera diez mil aficionados, luego doce mil, así en progresión hasta alcanzar unos niveles de asistencia respetables? Igual alguno cambiaba de actitud, no fuera a ser que hubiera más aficionado de lo imaginable y que convirtieran aquel conflicto en un espolón en el talón para las autoridades catalanas. No me perdería ese espectáculo por nada del mundo.

Ahora bien, ¿ustedes creen que habrá quién corra para montar media docena de espectáculos en Barcelona o dónde quiera que fuera? Y que a su vez respondiera la afición. ¡Uff! Mucho imaginar. Y que conste que no dudo que fuera toda la afición catalana; otra cosa es el volumen de tal afición, a la que por otro lado abandonaron en su momento los poderes del taurinismo, todo sea dicho de paso. Que no dudo que se monte un gran festejo, quizá con José Tomás y los acompañantes que quiera poner cada uno. José Tomás y un torero catalán, el torero del pueblo de cada uno, el que más simpático les pueda parecer, el más fotogénico, el de más tirón entre la juventud, el más arrollador entre las jovencitas, mister fotogenia 2015, el del pico de oro, el que quieran, pero, ¿y luego? Que se agotarían las entradas, sin duda, pero aún así, ¿hay futuro para los toros en Cataluña? ¿Existe una afición lo suficientemente nutrida en esta Comunidad Autónoma como para alimentar la fiesta y garantizar su continuidad? Ojalá me equivoque, firmaría ahora mismo esto como un error, pero quizá no sea demasiado descabellado pensar que no. Tarde o temprano volverían los cacheteros de los políticos para apuntillar a una fiesta moribunda en este rincón de España. Tengo la sensación de que seguiría en el abandono en que se encontraba hace años y que ninguno de los que tendrían capacidad para intentar salvarla moverían un dedo por ella.

Llámenme pesimista, pero uno ya tiene quizá demasiado asumido eso de que no haya toros en Cataluña, o quizá debería decir en Barcelona, igual que empiezo a asumir algo parecido en otras comunidades españolas, pero lo que no sé cómo soportaría de nuevo pasar por el trance de “la última corrida”, “el último paseíllo”, “el último toro”, ese paseíllo de los toreros a hombros por las calles de Barcelona por última vez, llevados por esas gentes a las que les robaron algo muy importante en sus vidas, algo que les identificaba con su tierra, con su cultura, con esa pasión que les daba la vida, con ese poder adorar al toro en su casa, sin tener que viajar a otros lugares como apestados. Vale, ya ha quedado anulada la prohibición de las corridas de toros en Cataluña, pero, y a partir de ahora, ¿qué?


Enlace programa Tendido de Sol del 23 de octubre de 2016:

lunes, 17 de octubre de 2016

Ya no nos quieren, Manolito

A alguno le ha saltado todo por los aires y no precisamente por asomarse al balcón


¿Se imaginan a Napoleón Bonaparte recogiendo sus carpetas, sus uniformes, sus condecoraciones, sus pantuflas y su bata de paño para dirigirse a Santa Elena? ¿O a esos reyes que de la noche a la mañana casi solo pudieron coger el cepillo de dientes camino del exilio, mientras los revolucionarios de turno proclamaban repúblicas y abatían monarquías?  ¿Y a ese entrenador que con el equipo último de la tabla, se ve obligado a marchar y no le dejan llevarse ni el chándal, ni las chanclas para la ducha, porque llevan el escudo del equipo? Dramas incomparables con lo vivido por un padre, un hijo y un señor con gafas, que de golpe entendieron el significado de la “toma de la Bastilla”.Han sido instantes dramáticos, trágicos, diría yo, los que han protagonizado Choperita papá y Choperita hijo, escoltando al jefe Matilla. Si estaba todo hecho, todo atado y bien atado y ¡zas! Hocicazo contra el terrazo made in Porcelanosa de las Ventas.  Se quiso ser discreto, pero siempre existe una rendija por la que alguien ve lo que se supone que nadie debería ver. Yo conocí al que sabía de la existencia de una y que me contó con pelos y señales lo que vio a su través. ¡Estremecedor!

El jefe:             Niño, date prisa, que todavía nos pilla el francés a mitad de mudanza.

El Niño:           Papa, ¿va a venir el tío Simón? ¿No le esperamos?

Il consigliere:   Este niño es...

El jefe:            Antonio, déjalo ahí, que él no tiene la culpa

Il consigliere:  No, si culpa no tiene, pero es que...

El jefe:            He dicho que lo dejes

El Niño:          ¿Y por qué él lo puede dejar y yo no? Papa

El jefe:            A ti te he dicho que deprisa y no rechistes.

El Niño:          ¡Jo! No entiendo nada, Yo a correr y el tío Antonio a dejarlo y encima no esperamos al tío Simón, que seguro que me trae alguna sorpresa

Il consigliere:   De eso no me cabe la menor duda, una sorpresa y grande es la que nos ha dado el muy h...

El Niño:          ¿Síii? Yo quiero ver la sorpresa, ¿Qué es? ¿Qué es?

El jefe:            ¡Niño!

EL Niño:         Vale, vale, ya me doy prisa, solo quería saber cuál era la sorpresa. ¿Es de comer? ¿Es de ponerse? ¿Es de...

El jefe:            ¡Es de leches...

Il consigliere:   ¡Calma! ¡Calma! Se supone que el niño no tiene culpa.

El jefe:            Sigamos y punto, cada uno a lo suyo


Se hizo el silencio en la estancia, pero no duró mucho tiempo, más bien no duró ni dos suspiros y un cuarto.

El Niño:          Papa

El jefe:            ¿Qué quieres ahora?

El Niño:          ¿Qué hago con la invitación a mi cumple del tío Simón?

Il consigliere:  ¡Hombre! Si hasta iba a ir al cumple del...

El jefe:            La tiras, la rompes, te la comes, haz lo que te salga de los...

El Niño:          Vale, vale, ya me callo.

De nuevo el silencio más que efímero

El Niño:          ¿Entonces...

El jefe:            Entonces, ¿qué?

El Niño:          Que si no le invito a mi cumple, igual se enfada y yo no quiero que se enfade conmigo el tío Simón.

El jefe:            El tío Simón ya no es tu tío, ¿te enteras?

El Niño:          ¿Se ha divorciado? ¿Nos hemos divorciado nosotros?

Il consigliere:  De alguna manera sí, el tío Simón se ha portado mal y ya no somos amigos, porque el tío Simón nos ha dado bien por...

El jefe:            Aquí no se ha divorciado nadie, ya no es tío de nadie y se acabó

El Niño:          ¿Y se puede dejar de ser tío? Tío Antonio, tú no vas a dejar de ser tío, ¿verdad?

Il consigliere:  No, claro que no, ¿cómo iba a dejar yo de ser tío?

El jefe:            ¿Podemos dejar los parentescos y acabar de recoger todo? Veo que todavía nos pilla con todo manga por hombro.

EL Niño:         Entonces, si ya no es tío, ¿ya no va a volver a venir a sentarse con nosotros?

Il consigliere:  Somos nosotros los que ya no nos vamos a venir a sentar más, nos vamos, nos han echado, el tío Simón nos la ha jugado y nos ha echado.

El Niño:          ¿Adónde nos ha echado?

Il consigliere:  A la rúe

El Jefe:            A la p...

Il consigliere:   A la calle, niño, a la calle, ya no quiere ser nuestro amigo, ahora es amigo de un señor que tiene barcos y aviones.

El Niño:           Bueno, pues si no quiere ser nuestro amigo, da igual, porque nosotros somos amigos del señor del sombrero, ese que habla raro y que tiene de todo, de todo, más que el amigo del tío Simón, el de los barcos y aviones... y seguro que también autobuses...y coches... y trenes... y...

El jefe:            ¿Quieres darte prisa?

Il consigliere:  Te juro que no sé si voy a poder aguantar mucho más, o le callas tú o me tiro a los cabestros

El Niño:          No puedes, jajajaja, no puedes, se los ha llevado Florito a su casita de invierno, para que estén calen...

EL jefe:           ¡Basta!

El Niño:          Vale, vale, ya me callo.

Il consigliere:  Gracias

El Niño:          Entonces, ¿ya no vendremos en San Isidro?

El jefe:            ¡No!

El Niño:          ¿Y si el tío Simón, perdón, el que era el tío Simón nos regala unos abonos?

Il consigliere:   No los toques, que pueden estar envenenados con cicuta

El Niño:          ¿Envenenados? ¡Qué malo! Pero sí que podremos ver la feria por la tele, porque seguro que el tío Manolo nos deja que enchufemos la tele al camión de la tele que ponen ahí fuera

El jefe:            El tío Manolo tampoco es tío, el tío Manolo es amigo del tío Simón

A lo lejos se oía un rumor, una voz entre alegre, indescifrable y escupiendo palabrejas indescifrables, que provocaron una fúnebre palidez en los presentes, excepto en el Niño, que no pudo evitar la sorpresa.

Simón:             Bonjour, hola, hola, hola, vengo a ofgesegos bgindag conmigo con shampán, pog el futugo y pog nuesstga etegna amistad, pogque pog ensima de todo está la amistaz y la familia; ven aquí, Manolito, con el tío Simón

El Niño:          ¿Pero no era que el tío Simón ya no es tío?

Il consigliere:   Anda que no tiene tíos el pájaro.

El jefe:            Sí, muchos tíos, pero solo un padre y ese soy yo... para mi suerte y tú desaparece

El Niño:           Pero... ahora tengo menos tíos que hace un rato y encima tengo que recoger para irnos de aquí y encima no me van a dejar entrar en San Isidro y encima...

El jefe:             Sí, Manolito, sí, encima, encima, encima y otro encima, porque, ¿sabes una cosa? Que nos han dado la patada el tío Simón, el del sombrero, el tío Antonio a no mucho tardar y hasta los azulejos de las Ventas, porque aquí ya no nos quieren, Manolito.


Enlace programa Tendido de Sol del 16 de octubre de 2016:
http://www.ivoox.com/tendido-sol-16-octubre-de-audios-mp3_rf_13342950_1.html

martes, 11 de octubre de 2016

La ilusión de un niño

La visión de un niño de lo que era para él el toreo, los nombres que le sonaban sin saber a quién se referían, pero bastaba si eran de un torero, de un ser superior que se enfrentaba al toro todas las tardes.


¿Hay algo más conmovedor y que nos haga ver el futuro, el mundo, con mayor esperanza que la ilusión de un niño? Un niño ilusionado genera una corriente de felicidad comparable con pocas cosas en la vida. Luego se van haciendo mayores y a los padres les gustaría que el fuego de aquella ilusión se mantuviera vivo y con arrogantes llamaradas. Quizá en muchos casos seamos los adultos los que sin darnos cuenta vamos echando paladas de arena en esa llama que se va apagando. De niño quería ser médico, bombero, periodista, enfermera, modelo, trompetista, torero... ¿torero? ¿Ha habido y hay niños cuya ilusión era ser torero? Pues sí, y podrá haber otras muchas igual de fuertes, pero no mayores. Quizá lo que distingue a ese “querer ser torero” es el pundonor, el afán de superación y que los traspiés no solo no hacen retroceder al aspirante, sino que alimentan más esas ganas, esa afición, esa ilusión.

Ser torero supone asumir un camino de sufrimiento, pero que merece la pena por las satisfacciones tan grandes que se reciben y que perdurarán para siempre, esas alegrías, esos momentos, que harán volver a la infancia, a la adolescencia, a la juventud, a señores ya entrados en años. Esa ilusión que transmitirá en los niños que le sigan, los niños que vayan llegando a la familia y que le harán revivir tantas y tantas experiencias que les dio el toro y que no le abandonarán jamás. Esa ilusión que pasa de mayores a niños con un gesto sencillo y limpio, basta con tomar de la mano al crío para que, apoyado por la palabra, vaya fluyendo ese sentimiento que el toreo atesora, edificado sobre una idea: la verdad. Díganme ustedes un espectáculo que sea lo mismo para adultos que para niños y al que se pueda llevar a los pequeños tranquilamente de la mano, sin temor a que ningún energúmeno aparezca por allí para estropearnos el día, un lugar en el que se vivan las pasiones más extremas y donde oiga un mal insulto, un sitio en el que se aprenda de la vida y la muerte, del respeto y la exigencia, del querer y el poder, del hombre y el animal y en el que el animal sea el rey, el centro de todo, el tótem al que se adora, pero en el que ni por un segundo se cuestiona la humanidad y la dignidad del hombre. Amor al toro, pero sin olvidarnos de la persona; exigiendo el respeto a aquel, sin olvidar, ni desear que la cornada está siempre ahí. Quizá parezca difícil de entender lo que puede parecer una contradicción permanente, pero ya les digo que no lo es tanto, basta con ser aficionado para entenderse a la perfección. Eso sí, no lo se lo intenten explicar a quién no lo quiera entender, nunca lo comprenderá.

Qué cosas tiene esto del toro y el toreo; es tanta la pasión que despierta y arrastra, que como contaba un día aquí mismo, hasta se podría afirmar que tiene efectos terapéuticos. No se trata de una dosis cada ocho horas, ni unas gotitas después de las comidas, basta con vivirlo y sentirlos. Es esa ilusión de la que hablaba hace un momento la que provoca ese efecto beneficioso para la salud. ¿Exageración? Pues no les diré ni que sí, ni que no, simplemente les contaré cómo a personas a las que se les estaba haciendo demasiado larga la vida, le tomó el toreo de la mano y le fue conduciendo y a suaves empujoncitos le fue echando para adelante, le fue descubriendo que la vida era bella, muy corta, siempre muy corta, y que había que aprovecharla, había que intentar abarcar ese imposible que es el toro, que tira, tira y tira. Ha habido a quien el dolor hacía insoportable cada minuto del día, pero que encontraba alivio en revivir y volver a ver aquella faena de aquella tarde inolvidable, aquellas faenas del campo que tantas veces vivió en cuerpo y alma, como el mejor de los efectos paliativos, dándole fuerzas para intentar llegar al siguiente San Isidro y poder volver a la plaza de toda la vida. Y también hay niños que están viviendo lo que por edad no les corresponde, un sufrimiento que les llega sin avisar, ese mal traicionero que les trasforma, les vuelve calvitos de golpe, les aparta del recreo por largas temporadas, tienen que pasar por terapias que los mayores superan a duras penas y a pesar de todo viven una bella y maravillosa ilusión: ser torero. ¿Quién se atreve, quién puede ser tan perverso para negarle este asidero que le ata a la vida? ¿Quién le puede hacer culpable de nada por algo tan sincero como la ilusión del toro? Pues parece ser que sí, allá ellos, allá con sus penas y con la condena que supone vivir con un alma envenenada, con una existencia inundada por el odio, la sin razón y la ignorancia, pero a los que sí sabemos de las contradicciones, hermosas contradicciones del toro, déjennos vivir y emocionarnos con la ilusión de un niño.

Adrián, venga, chaval


Enlace programa Tendido de Sol del 9 de octubre de 2016: