martes, 31 de enero de 2012

Entre Finitos, esquiroles y los gestos toreros


El toro a la espera de acontecimientos

Se torea como se es, sentenció el maestro. Y que verdad más grande. Como muestra vale con escuchar las declaraciones “explosivas” de Juan Serrano, “Finito de Córdoba” a Tendido Cero, programa amable y delicado con todo el mundo, en especial con las figuras, en el que lo más altisonante que se ha dicho en los últimos años es que un señor estornudó en la sopa. Pues allí que se fueron a escuchar al torero catalán de Córdoba, quien se puso a soltar por la boca en un ataque de sinceridad o de tontería; eso aún está por descubrir.
Ahora resulta que a los toros se les inyecta para que se mantengan en pie.¡Maldita sea! dirán algunos después de lidiar una de Escolar o Dolores Aguirre. A estos se les ha ido la mano con la jeringa. Se les ha ido la mano con toda la camada, toda la reata y la madre que parió a ese encaste. Y si será valiente y honesto, que en todos estos años se lo ha callado y no ha pedido que se analicen las vísceras de los sospechosos y así poner luz en un asunto que de ser verdad, sería gravísimo e inaceptable taparlo bajo la alfombra. Yo había oído otros rumores, quizás leyendas urbanas taurinas, que iban en la dirección opuesta; hablaban de que a los toros se les administraban tranquilizantes, lo que explicaba el que en ocasiones los animales salieran al ruedo tambaleándose, quizás por una sobredosis de Valium. Pero eso también habría que demostrarlo ¿verdad que sí?
Pero don Finito, el señor Serrano, no tenía bastante con sus inquietudes sanitarias, sino que también se lanzó al charco del humanitarismo y la modernidad. Ahora resulta que los que crían toros encastados y los que disfrutan con ellos al verlos en el ruedo, son amantes de la tragedia, que por otra parte no es propia del siglo XXI. Pero, ¿ en qué mundo vives, Finito de Córdoba? Qué forma de confundir los términos y de confundir al personal; porque ahora parece que solo hay belleza y estética en la pantomima de él y sus colegas de la Tauromaquia 2.0. Pues si te da miedo el fuego, ¿pa’ qué te metes a bombero?
Luego están sus compis del G x, que cada vez que sacan un comunicado no aclaran nada, pero hacen que suba el pan. En el último más bien parecía que en lugar de informar de algo, solo pretendían justificarse. Vamos, no es que lo pareciera, que se justificaban descaradamente, después de haber montado la que han montado, en el momento menos oportuno, cuando ya se estaban confeccionando los carteles de las primeras ferias, cuando se estaban abocetando los de las más importantes de la temporada, cuando ya había compromisos hechos por parte de los apoderados y cuando no quedaba tiempo para reaccionar. Ellos aducen que aunque se podía haber planteado esto en otro momento y no se hizo, que alguna vez había que dar el paso. Eso está muy bien; que lo apliquen a todo y se darán cuenta de que no trae cuenta. ¿Y si a El Fandi le da la morriña y quiere hacer esquí acuático en enero en el Mar Báltico? ¿O que a don Julián se le ponga hacer una barbacoa en Cádiz un día de Levante? ¿O celebrar el Día Mundial del Madridismo en Canaletas y Neptuno? ¿O el Día del Orgullo en pleno Viernes Santo en la Castellana? Hay cosas que es mejor madurar y esperar el momento, porque a veces el momento y la forma es tan importante como lo que uno pretende hacer. Porque el que es torpe y llega tarde, es doblemente torpe e inoportuno.
Pero mientras estaban redactando el último comunicado, la encíclica taurina “Iustificatio Plena Mundi”, allí se quedaron unos cuantos solitos con el boli en la mano, porque los demás se tenían que marchar corriendo porque tenían que torear en las Fallas. Eso se llama unión. ¡Qué gran lema! “La Unión hace la fuerza! Aunque a algunos de estos Geses les suene al último éxito de Bisbal. Resulta que los que tienen apoderados empresarios no han aguantado ni un puyazo; ha sido notar el palo y cantar la gallina y allí se han ido corriendo a la querencia de los billetes y para no mosquear al que busca los contratos. Creo que El Juli y Morante se han sacado un abono para todas las corridas de Fallas, aunque queda por confirmar si irán a la plaza con un muñequito lleno de agujas, o no.
Aunque esto de los toros es tan grande, que siempre nos queda algún rincón de autenticidad en el que podamos refugiarnos. Entre tanto despendole nos vamos encontrando con las noticias de los compromisos que han asumido Fandiño, David Mora, Urdiales, Javier Castaño y Fernando Robleño. Discretamente y sin hacer ruido, unos se apuntan a un mano a mano en Madrid, aunque lo del ganado no huela demasiado bien; los otros han decidido encerrarse con seis toros de Victorino, Miura y José Escolar. Qué malas son las comparaciones ¿verdad? No sé como saldrán del envite, bien, mal o regular, pero lo que nadie les puede negar es la voluntad y el orgullo de quien se siente torero. Porque esto, aunque algunos no lo crean, no es una ciencia exacta y depende del toro, del hombre, del tiempo, de muchas cosas, pero de momento ya se han puesto los medios y se han podido ver las intenciones. Solo deseo que estas expectativas no se vean truncadas por causas ajenas a lo estrictamente taurino y que no sea utilizado por las hordas oficiales para cargar contra los toreros que de momento viven alejados de esa Tauromaquia 2.0, en la que tan cómodos se sienten los Geses y demás allegados. Eso sí, si en estas tardes de toros hay televisión, que no cuenten con Juan Serrano, don Finito de Córdoba, porque él es un amante de la belleza y no de la tragedia. Olé ahí, con un par.

miércoles, 25 de enero de 2012

Imprescindible es el toro y se acabó


Ese toro enamorado de la Luna, que amarga a las figuras su paz


Llevamos tantos días navegando entre rumores, opiniones, noticias contradictorias, comunicados, explicaciones y excusas, que al final parece que si la tele no paga a los diez insustituibles, se acabó el toreo y todas las ferias donde tenía lugar. Pues vaya chasco. Tanta historia, tanta literatura, tanta cultura y tanto pitote, para al final depender del capricho de estos diez señores. Pues sí que estamos bien. Si la cosa es así, cedamos y démosle lo que piden, que digo lo que piden, lo que piden y lo que se les pueda ocurrir de aquí a un mes. Cedamos a nuestras doncellas a estos valores del taurinismo, restaurando su sagrado derecho de pernada. Sometamos nuestra voluntad a la suya. En sus manos está nuestro espíritu, nuestro cuerpo, nuestro corazón y, lo que más les importa, nuestro bolsillo.
Y que no me niegue nadie está verdad eterna. Tienen a los pobres empresarios amargados porque no pueden confeccionar los carteles de las ferias, porque no hay toreros disponibles, bueno sí que hay, pero no tan excelsos y majestuosos. Son figuras por la gracias de Dios, igual que el Rey Sol era el amo de Francia. Han puesto boca abajo el estamento taurino. Si ellos no se mueven, no hay Fiesta que valga. Aunque ¿esto es realmente así? Ahora tengo mis dudas. La verdad, es que si ellos no torean, seguro que habrá quien lo haga ¿no? Igual podíamos ir conformando las ferias con Urdiales, Fandiño, Juan Mora, David Mora, Robleño, Morenito de Aranda, Curro Díaz y otros tantos que si me paro a pensar aparecerán por mi memoria. Y a la vista de esta lista de nombres, me empieza a apetecer que los genios mantengan su paro reivindicativo. A ver si ahora estos señores nos están haciendo un favor. Y aún queda por saber qué ocurrirá con José Tomás. No me dirán que visto así la cosa no promete. Vamos, que habría que convencer a los diez de que piden poco para lo que les deberían pagar. Igual así conseguimos que no se vistan de luces durante todo el 2012.
Pues toreros ya tenemos; una preocupación menos. Empresarios, apoderados y subalternos hay, y si no, se echa mano de ayuntamientos, aficionados, socios capitalistas o quien puede ayudar para organizar la función, así que eso también está arreglado. Incluso hasta contamos con la tele. Seguro, además ahora que el señor Molés ha decidido que no se va, o quizás habría que decir que lo ha aclarado y además con bríos renovados. Seguro que hasta ha afinado su sentido crítico con respecto a cierto tipo de toreros y toros. ¡Ah! los toros, en eso no había caído, ¡los toros!
Los toros, eso es más peliagudo, porque los toros carrileros están acaparados por los cesantes por su imagen, y lo que queda no son chocolatinas precisamente. Pero claro, lo que no podemos es coger a dos chavales y que se disfracen de toro. No cuela. Ni tan siquiera uno manejando el carretón, aunque tenga muy malas intenciones, ni tan siquiera aunque tenga un ojo de cristal, por aquello de que la embestida sea más incierta. Ya está, que toreen de salón, ¿no? Pues no, parecería un baile de máscaras y en lugar de conseguir emocionar al público, si este no se aburre, en el mejor de los casos se acabarían riendo de los que cogieran los trastos. Pues vaya, al final habrá que irse al campo a buscar toros. Ni ayuntamientos, ni aficionados voluntariosos, ni mecenas del toreo con los bolsillos llenos, ninguno podría hacer la función del toro. A ver si ahora el toro es el único imprescindible en todo este tinglado.
Pues sí, el toro es imprescindible y así como sea el toro, así nos saldrá el festejo. Como he podido tardar tanto en darme cuenta. Cuatro párrafos he necesitado y al quinto caigo en la cuenta de que lo de verdad vale en todo esto es el de las patas negras. No hay otra. Pero bueno, me consuela que hay quien vive del toro y aún no se ha enterado de que todo es secundario si lo comparamos con el toro. Ahora entiendo aquello de que si el toro se cae, se cae la fiesta. Lo de la fiesta brava, lo de la fiesta de los toros. Incluso que cuando el toro no es toro, la fiesta se convierte en un show y el show en una pantomima. Si el toro no tiene emoción, no vale la pena perder el tiempo buscándola por ahí, si no tiene fiereza, ni llevando un león, entonces no habría arte, solo valor y poco sentido común. A ver si va a resultar verdad eso de que sean los toreros que sean, si aparece el toro ya no hay quien se pueda mostrar impasible ante su poder, fuerza, bravura y hasta nobleza. Por eso las bobonas desmochadas permiten merendar tranquilamente sin peligro de atragantarse durante la corrida, o engullir una bolsa de pipas de a kilo o enfundarse tres cubatas en el coleto. Hasta te da tiempo para hablar con tu media naranja por el móvil y si la tienes al lado, hasta la puedes exprimir allí mismo.
Que ignorantes podemos llegar a ser. Tantos rodeos para acabar en el toro. Pero pensando, pensando, ¿quién nos dice que esta movilización de la decena de oro no nos va a venir como anillo al dedo? Miren, si es por ayudar, ahora que ya tenemos asimiladas ciertas costumbres, como dar el cartel de la Beneficencia antes de que empiece San Isidro, propongo que sea con toros de José Escolar o Dolores Aguirre para Robleño, Urdiales y David Mora. Casta para un gladiador, para un dominador y para ver si la promesa se decanta para un lado o para el otro. Luego los Cuadri para Castaño, Juan Mora y Morenito de Aranda. Algo de Buendía para Curro Díaz, Urdiales y Fandiño. Vaya, si hasta me estoy animando yo solo. Una de Coquilla para José Tomás, Oliva Soto y Luguillano o Leandro, para ver qué pasa con ellos. Y como fin de fiesta, algo de Graciliano para Gallo, Spínola y Sergio Aguilar y una de Moreno Silva para Valentín Mingo, que ya sabe lo que hacen sudar estos cárdenos, El Payo y Alberto Aguilar. ¿Alguien da más? Pues una de Veragua para alguien dispuesto a dejarlos ver en el caballo, aunque luego la faena sea de diez pases escasos.
Que manera más tonta de ponerse uno como una moto, solo pensando en el toro y en matadores de toros capaces de ponerse delante con dignidad. No son figuras, ni han montado un grupito de torerillos que quieren aparentar pertenecer a la élite del toreo. Estos lo mismo ni saben qué es eso de un toro a contraestilo. Algunos ya han demostrado que como mejor les va es mostrando al toro, dándole todas las ventajas e irle ganado terreno poco a poco, hasta que al final el toro se entrega pidiendo la muerte. Y es que al final, la conclusión que saco es que imprescindible es el toro y se acabó.

lunes, 23 de enero de 2012

Madrid solo hay una, afortunadamente


Que la plaza de Madrid es ejemplo para muchos aficionados es un hecho contrastado, pero Madrid es Madrid y basta, porque el tipo de plaza, la afición y los gustos son los propios de las Ventas y no se puede pretender extrapolarlos a otras plazas. Habrá cosas de las que se pueden aprender, pero sin querer fotocopiar el coso de la calle de Alcalá y aplicarlo a todas partes. Sería una atrocidad pretender convertir la plaza del Baratillo en otra cosa que no es, o la Malagueta, la Glorieta, Vista Alegre, Illumbe. Madrid solo hay una y ya vale.
¿Y a qué viene todo esto? Pues porque creo que desde hace tiempo se nos ha olvidado el papel que tiene cada plaza en esto de los toros. La mayoría han dimitido de la función que tienen dentro de la Fiesta y se han embarcado en la tarea imposible de imitar a las plazas de primera, queriendo ver siempre a los que encabezan el escalafón, facilitándoles el triunfo a costa de lo que sea y olvidándose de la mínima exigencia con toros y toreros. Hombre, ya que nos convertimos en plaza de primera, imitemos también el nivel de exigencia que a ésta se le supone; pero no, ya digo que eso no tiene sentido.
Esta circunstancia, tan extendida en la actualidad, nos hace ver anunciados a los del G 10, a los del papel couché y a otros cuantos, en plazas portátiles, en pueblos de los que hasta ese día no se tenía noticia, pero que una vez indultado el torillo o cortadas todas las orejas y rabos que admiten en la casquería, pasan directamente al currículo y estadísticas del diestro en cuestión. Otras veces se pinta de gesta el matar seis novillos en una plaza de tercera, o de corridón un mano a mano entre una figura y el héroe local al que se le organiza el festejo para que tome la alternativa y a continuación pasar a engrosar el paro de matadores o con mucha suerte, poder vestirse de plata.
Por el bien de la Fiesta, cada plaza tiene que tener claro qué puede aportar a los toros. Hay pueblos que son dignos de admiración, entre ellos se me vienen a la cabeza Arnedo o Andorra (Teruel), con su feria de novilladas, con ganaderías de encastes distintos al oficial de las figuras y más pensando en satisfacer al aficionado que el ego del señor alcalde o del concejal de fiestas. Pero ya sabemos que esto son dos de las escasas excepciones que podemos echarnos a la vista. Lo habitual es que entre los Ges y los toreros de la tauromaquia rosa cubran los cada vez más escasos puestos de toreros. Ellos solitos devoran las oportunidades que por lógica corresponden a los modestos, a los novilleros y a los becerristas. Me cuesta creer que el pedazo de tarta sea tan grande como para hacer acudir a los fenómenos hasta a las plazas de carros. Incluso llego a pensar que sin ellos, la organización de festejos se abarataría bastante. A lo mejor, hasta se pueden poner entradas a precios más asequibles.
Como decía El gran Joselito, estos no deberían ir a los pueblos donde no hubiera tranvía, aunque tampoco quiere decir esto que esté en contra de apariciones esporádicas en plazas de segunda o tercera. Pero una cosa es eso y otra basar la temporada en una gira que parezca la de “Un país para comérselo”. Las gestas, como las llaman ahora y los compromisos de enjundia son para plazas como Sevilla o Madrid, y poco más, sobre todo si tenemos en cuenta en lo que se han convertido el resto de plazas de primera. De esta forma tanto a toreros como ganaderos, se les exigiría que un día determinado y a una hora determinada, las figuras den el do pecho y sean capaces de hacer algo sobresaliente, que merezca ser recordado y recogido en los anales del toreo. Justo lo contrario de lo que marcan las modas en estos momentos, que Madrid es un mero trámite en el que ya no pesa tanto ni el triunfo, ni el fracaso. Quizás los triunfos, o los simulacros de triunfos, solo le salen rentables a esas figuras, que ahora confeccionan su currículo de heroicidades en plazas de segunda, tercera, carros o algunas de primera que podrían encuadrarse en cualquiera de los apartados anteriores.
En el resto de la temporada todos los matadores deberían mantener un mínimo de dignidad y vergüenza torera, tanto por actitud, como aptitud, como por el ganado al que se enfrenten, Quizás así ellos mismos darían valor a los triunfos obtenidos por esas plazas de Dios. Y tampoco estaría mal que no se rehuyera ir a Sevilla o Madrid fuera de las ferias. Insisto que no pretendo que las figuras no visiten jamás las plazas de los pueblos, pero que lo hagan con cierta medida; que dejen estos lugares a los que se pretenden abrir camino en esto del toro, que bastante difícil lo tienen ya, como para que sus “compañeros” les condenen al ostracismo taurino.
Y que no se me entienda mal, que Madrid tampoco puede convertirse en un guetto cerrado para figuras y hazañas, Las Ventas debe convertirse en una Universidad del toreo, pero en cuanto a universalidad. En la plaza de la calle de Alcalá tienen que tener lugar grandes festejos de a pie, novilladas con los chavales que más empujen en cada momento, toreo a caballo, novilladas sin caballos y una muestra de las tauromaquias de otras latitudes; hace siglos que no vemos forcados en esta plaza, igual que tampoco vemos casi toreo cómico. Será porque somos demasiado serios.
Que yo entiendo que una figura quiera matar seis toros en su tierra, vale, pero ¡hombre! que luego no me lo quieran vender como la gesta más grande del universo desde la retirada de Lagartijo el Grande. Que ahora resulta que la feria de Olivenza, Brihuega, Zafra, Ciempozuelos, La Roda o el Burgo de Osma son el eje de la temporada de toros. Que no quiero yo decir que en esos cosos no se jueguen la vida cada tarde, es más, si repasamos la historia del toreo, a todos se nos vienen a la cabeza nombres como Joselito, Manolete, Yiyo o Sánchez Mejías, unidos fatalmente a una plaza de pueblo. Pero la cosa no va por ahí, la cuestión es que se empiece a imponer la cordura y que pensemos que Madrid solo hay una, afortunadamente.

jueves, 19 de enero de 2012

La Venta del Batán, una molesta tradición


Pocos aficionados a los toros no saben lo que fue la Venta del Batán, aquel lugar que desde loa años cincuenta era el escaparate de los toros que se lidiarían en la feria del Santo Patrón. Incluso los madrileños no taurinos se convertían en habituales visitantes, aunque solo fuera para ver de cerca un toro de lidia y sentirse por unos minutos “er más grande”. Cuanto romanticismo se encierra entre sus tapias, el lugar donde muchos vieron de niños el primer toro de su vida, donde el papá o abuelo aficionado llevaban a pasear a los hijos y los nietos, donde se llevaba a la novia para impresionarla ante la presencia de un cinqueño bien plantado y donde aún sueñan los que quieren llegar a vestir el traje de luces y pasear por el mundo sus triunfos en con el toro.
Pero algo que puede parecer tan hermoso e inofensivo es una de las más grandes molestias que los taurinos pueden encontrar en su camino. Es un mal que hay que evitar, es un signo de transparencia que no se puede consentir. Porque ya se sabe, transparencia y taurinos no se llevan bien. Una quiere revelar la realidad, sea cual sea, y los otros huyen de ella como de la peste.
¿Y por qué el Batán es una tradición tan molesta? Pues básicamente porque el público y sobre todo el aficionado de Madrid son unos pejigueras. Imagínense el panorama. Los madrileños, que son todos los residentes en Madrid, independientemente de su lugar de nacimiento, que para el caso no importa, tiene, perdón, tenía la costumbre de pasarse una, dos o tres veces por las corraletas de la Casa de Campo. A pesar de que en cada una se indicaba el nombre de la ganadería y los diestros que lidiarían la corrida, los había que se presentaban allí con el cartel de toda la feria y miraban y comparaban los toros de unos y los de otros. Se daban el paseo por todo el recinto, así como haciéndose una idea de la generalidad, para volver a dar una segunda vuelta con más detenimiento. Podrán imaginarse que si todas las comparaciones son odiosas, las que se establecían entre lo que mataban las figuras y las no figuras, era absolutamente nefasta. Pero peor era cuando esos toros de las figuras no aguantaban la comparación ni con cualquiera de las novilladas anunciadas en la feria.
Con estas, lo normal es que el aficionado se amoscara. Y amoscado se iba por la tarde a la plaza y empezaba a soltar por su boca a los habituales de su localidad. “¿Has visto los de fulano? De esos y con generosidad, igual pasa uno y…” “Que vergüenza la corrida de…” o “Menudos pavos los de…, claro, como esos no los matan las figuras”. Y la gente se iba calentando y calentando y calentando y esperaban a ver qué pasaba ene. primer reconocimiento y luego iban al apartado y resulta que de los seis del Batán quedaba uno, más tres que el ganadero presentó más tarde, más un remiendo de otra ganadería que no desentonara ni en trapío, ni en carácter. Entonces se ponía en funcionamiento la memoria del aficionado y comprobaba que año tras año se repetían las mismas circunstancias con los mismos espadas y con ganaderías similares. Como para no cabrearse ¿no?
Este es el principal problema del aficionado de Madrid, que se acuerda de las cosas. Y si después de todo y pueden, van y se acercan al apartado y ven como se han echado para atrás varios de los toros anunciados, que coinciden con los que en el Batán no inspiraban demasiada confianza. Y si no había ido a la Casa de Campo, al llegar a la plaza y recoger el programa se da cuenta que él iba a ver una cosa y le dan otra. Entonces estaba claro, mejor poner por delante la lengua azul, que pasar quince días colorado. Así que fuera el Batán, que no vale para nada más que para enredar e irritar los ánimos y para molestar a las figuras. Quizás este sea uno de los motivos de eso que dicen algunos, de que el público de Madrid va enfadado a la plaza. Pero claro, sin poder ver los toros en los corrales de la Casa de Campo, casi nos cabreamos mucho más, porque cuando vemos lo que sale por la puerta de chiqueros, en lugar de pensar en lenguas azules, pensamos en ese esfuerzo por mantener el oscurantismo en la Fiesta, ese “a ver si cuela” y esa forma tan escandalosa de huir de la claridad y transparencia. Volvamos a esos días en que los niños no pagaban, en que los abonados entraban un día gratis o incluso todas las veces que le apeteciera ir a ver los toros.
Así que propongamos la reapertura del Batán, que ésta no caiga en el baúl del olvido, como la Venta de Antequera en Sevilla, que el aficionado y no aficionado lo agradecerá y que nadie piense que la Venta del Batán es una molesta tradición.

lunes, 16 de enero de 2012

Caramba con algunas familias





La sangre cárdena de los Saltillo

La historia que voy a contar podría ser una cualquiera de La jauría humana”, “Calles de fuego”, o con otro estilo de “El Honor de los Prizzi”, “Uno de los nuestros”, Érase una vez América”, “Historias del Bronx” o “El Padrino I, II, III”, pero nada tiene que ver. Esto nos lo contaba un ganadero de los que les aguanta en esto la afición y que prefiere no echar demasiadas cuentas, porque entonces sí que esto es una verdadera locura.
Al entrar en la coqueta y muy bien pensada finca, cerca de la puerta había un cercado con siete novillos y con una amplia charca, salvavidas en los meses más calurosos de la meseta. Lógicamente, el aficionado en lo primero que repara es en los siete mocitos que no pierden detalle de la visita. Siete jovenzuelos de sangre Santa Coloma, siete cárdenos que delatan su procedencia de Buendía. Una preciosidad para contemplar relajadamente y sin prisas. Unos disfrutarán llenándose los ojos con la bella imagen del toro en su medio, igual que lo podrían hacer nuestros antepasados hace décadas y hasta siglos. Otros además recrearán en su mente las evoluciones de este tipo de ganado en el ruedo, con ese nervio y esa intransigencia que presentan ante las cosas mal hechas, que no sabes, al lomo. Es la ley del toro. Pero la visión del ganadero, además de todo esto se ve completada por un “menudos hijos de…”, porque sabe lo que se sufre en su manejo, la dificultad de su carácter y ese espíritu indómito de este encaste.
Nos contaba el ganadero que esos aparentemente apacibles novillos, de vez en cuando se ofuscan, se les nubla el sentido y no atienden a razones. Ni por favor, ni sin favor. ¡Qué cosas tiene el toro bravo y qué cosas tiene la casta! Pues en una de estas, dos novillos empezaron a medir sus fuerzas como lo hacen tantas veces, pero tarascada por aquí, tarascada por allí, de tanto medirse no midieron que la cosa iba a más. La cosa se ponía fea, el uno contra el otro arremetía con fieras embestidas buscando hacer daño al contrincante. Y como suele pasar en los Buendía, los demás no podían seguir a sus cosas y dejar en paz a los díscolos de la manada. Lógicamente metieron baza, especialmente para evitar que ninguno tomase las de Villadiego. ¿Qué te escapas? Tantarantán, ¿qué lo vuelves a intentar? Otro tantarantán y así una y otra vez, hasta hacer que el supuesto perdedor se refugiara dentro de esa charca, que puede pasar inadvertida para el mero observador, pero que cuenta mucho para estos caballeros que viven allí. Pues bien, una vez que consiguieron meter en el agua al más débil, se apostaron los demás en la orilla esperando y cada intento de salir a la orilla era contestado con una andanada de embestidas. ¿No quieres pelea? Muy bien, pero de no pienses salir de ahí. No había escapada posible, el precio de la orilla era la cornada. Los vaqueros no podían ni intentar mediar en la refriega. Parecía que para los novillos era más importante mantener en alto el honor de la familia, la sangre Buendía, que perdonar la debilidad de un hermano. Se cruzaron tres fuerzas, la del perdedor que buscaba la paz del pasto, la de los cuidadores que no veían el momento en que aquello tocara a su fin y la de la casta, que estuvo durante horas esperando al fugitivo en la orilla, para obligarle a volver a la charca a cada intento de escapada, hasta que por fin el reo no pudo más y acabó su penitencia en el fondo de las aguas. Muerto, pero con el honor familiar impoluto. La estampa cárdena y la sangre del clan podrían seguir sintiéndose los amos de la dehesa, los herederos de la gloria de su antepasados.


El ganadero nos contaba esta historia entre admirado, orgulloso y resignado, aunque sabiendo muy bien con quien se la está jugando. En el paseo nos extraño ver como había un ejemplar espectacular, con un trapío impresionante y una presencia que daba más que respeto, pero en ese mismo cercado había un novillo ¿y eso? pues eso era el más revoltoso de su camada, que no dejaba a nadie tranquilo, que disfrutaba alardeando de su superioridad ante sus primos y hermanos. Entonces hubo que separarlo para hacerle sentar un poco la cabeza y se le hizo compartir apartamento con el toro más grande y con mayor arboladura de toda la ganadería, a ver si así se le calmaban sus ímpetus juveniles. Y la verdad es que parecía que la medida había surtido su efecto. Mientras comentábamos alborozados la eficacia de la decisión el ganadero nos dijo que eso que veíamos no siempre fue así. Nos contó que lo primero que se ocurrió al novillote no es que fuera plantarle cara al más veterano, sino que fue a provocar. Hombre, una cosa es ser condescendiente con los chavales y otra que se te suban a las barbas. El paciente grandullón aceptó el reto y se llevó al provocador hasta la cima de una empinada cuesta a golpe de testuz, fuerza, arranque y casta, y que ésta no falte. Porque claro, si los noveles tienen nervio, los mayores tienen el mismo o más y poder y fortaleza.
Historias que al buen aficionado le suenan a cantos celestiales y que le hacen pensar que quizás no todo esté perdido. Se acabó la visita al país de los Santa Coloma, nos despedimos agradecidos de ganadero, vaqueros y amistades y ya dispuestos a volver grupas para Madrid, vimos como uno de los novillos de la charca seguía vigilándonos, sin perdernos de vista. Siempre atento y siempre el más cercano a nosotros de todo el grupo cárdeno, como si esperara cualquier movimiento extraño por nuestra parte, para acabar empujándonos a la charca. No sé si a eso se le puede llamar, insistencia, paciencia o celo, pero lo que sí estoy seguro que es, es algo muy escaso que se llama casta. Y es que ¡Caramba con algunas familias!

viernes, 13 de enero de 2012

El G- 10 juega a los enigmas, ¿jugamos todos?


El que se atreva, que se meta a darle un capotazo a lo de los derechos de la tele

Mira que machacamos a los pobres “jediez” (Antonio Díaz, sic), no hacen nada que nos parezca bien y otra cosa no, pero ganas de agradar tienen un rato. Toda su preocupación es nuestra salud y nuestro bienestar. Ahora quieren impedir que la gente plante el culo delante de la tele de marzo a octubre y no estamos de acuerdo. Si ellos lo hacen para que salgamos a pasear por los parques, al campo, para que disfrutemos de los niños, hijos, sobrinos o nietos. ¡Qué tanto toro y tanto toro! Un poco de vida en familia y de contacto con la naturaleza. Los abonados de las plazas no acaban de verlo, pero ¿es que no se han dado cuenta que si las figuras no van a Madrid vamos a estar más cómodos y hasta vamos a poder estirar los pies? Es que con esa actitud por parte del aficionado no se puede ir a ninguna parte. Ya está bien hombre.
Pues bien, ahora aunque sea después de las Navidades y hasta pasado Reyes, los “jediez” han sacado al mercado el juego de los enigmas. Es muy fácil de jugar, basta con leerse las instrucciones, donde se cuenta un poco el pitote que han montado con la tele y luego contestar a las preguntas que vienen en las tarjetitas. Yo he jugado y lo recomiendo a todo el mundo. ¡Qué tíos! Lo que se tenían guardado los muy pillos. Es que lo pienso y me parto. Pero bueno, a lo que iba, aquí os voy a dejar unas cuantas preguntitas, para que vayáis haciendo boca y os animéis a comprarlo. Creo que de momento solo está en las tiendas oficiales del “jediez”, donde además hay camisetas de fútbol de tu equipo favorito. Probad a ver qué tal se os da.
- Un torero deposita toda su confianza para gestionarle sus contratos y su dinero a un señor que en sus ratos libres gestiona una plaza de toros, en la que todos años se celebra una feria que televisan para todo el mundo. Pero el torero decide que le quita parte de la confianza a este señor, llamémosle apoderado, para dársela a una empresa deportiva, especializada en sacar mucho dinero a las televisiones o las entidades que dejan entrar a la tele en los espectáculos que organiza. Y esta empresa resulta que le pide una pasta a este señor por permitir que su torero sea televisado y en caso de no llegar a un acuerdo, el torero no cumplirá los contratos que el apoderado había conseguido. Ni en su plaza, ni en otras plazas. El trastorno al apoderado le contraría más de lo normal y le hace cerrarse en banda. A su vez los que quieren sacar pasta de la tele, se ofuscan y no cede. Entonces ¿Qué hará el torero que queda en medio de este lío? ¿Será capaz de intermediar entre quien le busca trabajo y los que le buscan dinero y desconocen el mundo de los toros?
- Resulta que al final el señor apoderado/ empresario ve como tiene que pagar un dinero a la dichosa empresa por cuenta de lo de la tele, que una aparte irá a su propio torero y de la que él no va a ver un duro, en este caso no hay porcentaje que valga.
- Pero también puede ser que el apoderado, con el natural desánimo, flojee en sus gestiones para conseguir contratos, con lo que descenderán el número de actuaciones y bajarán los ingresos, los de imagen, por torear y hasta los puntos de la tarjeta “Cepsa para que tú vuelvas”.
- Si desciende el número de actuaciones y el número de corridas televisadas, puede que tal empresa no vea el negocio tal y como pensó y decida apartarse del negocio.
- Si finalmente sigue habiendo televisión, pero los toreros se mantienen en su trece de no torear y no se les incluye en las ferias, los emolumentos no serán los mismos, pues no se gana lo mismo en Olivenza que en Madrid, aunque en Olivenza sean más simpáticos y agradecidos. Entonces puede que el torero se enfade con el apoderado, que el apoderado se enfade con el torero, que la empresa se mosquee por no haber sacado nada en claro y que el torero se dé cuenta de que en todo este lío nada es como él se las había prometido y que las ganancias se ven reducidas de forma sensible.
- Pero puede ser que apartados los figurones de las grandes ferias, vayan los humildes sustitutos y consigan devolver la ilusión al aficionado, con otro toro, con mejores resultados que años anteriores, demostrándose que las figuras no solo no son necesarias, sino que además molestan.
- Los toreros se ven apartados de todo, nadie les quiere, nadie les hace mimitos, los adoradores de antes se han olvidado de ellos y ahora beben los vientos por esos don nadie que no les llegan a la suela del zapato, los Urdiales, Fandiño, Juan Mora, Alberto Aguilar, Frascuelo, José Luis Moreno, Rafaelillo. Que los hay que no tienen arte, pero que tienen valor. Y entonces miran a los que les han metido en este jaleo, pero uno ha decidido retirarse, el otro se busca la vida por las ferias de su tierra y así colocan enseguida en esta partida de póker quién era el primo: ellos mismos.
- Con mucho esfuerzo intentan recuperar el terreno perdido y hacerse un sitio en los carteles. Pero claro, la gente ha visto que otro mundo es posible, los apoderados y empresarios ya no confían en las criaturas que un día les mordieron la mano. Y las figuras de antaño volverán a las ferias lidiando los Núñez de Escolar, Núñez de Dolores Aguirre, Núñez de Palha, Núñez de Cuadri, Núñez de Adolfo Martín, Núñez de Partido de Resina y para acabar los Garcimiuras. Y si tienen poder mental y capacidad para autoconvencerse, que se piensen que siguen con los Cuvillitos.
- Una vez transformada la realidad taurina, los aficionados pueden empezar a pensar y a contar que ese grupito de señores fueron los que lideraron la época más negra de la historia de la tauromaquia, hundiéndola en un negro pozo de hastío, mentiras y vulgaridad.
- Pero los problemas no acaban aquí. Resulta que si ceden y al final se dejan televisisar o si no ceden, allí sentado en su trono celestial y con su hijo más fiel a su derecha, el bueno de Caballero, les estará esperando el Todopoderoso Molés micrófono en mano y les preguntará: “¿hijos míos, tanto os he ofendido para que me paguéis as? Cegué mi razón, cegué mis ojos para no ver vuestras deficiencias, os impuse virtudes que no teníais ni tenéis y este es el pago que recibo. Pues bien, desde ahora tendréis que ganaros el sustento con el sudor de vuestra frente y tendréis que sufrir el que se me haya agudizado la vista para poder ver como os colocáis, donde ponéis la muleta y los toros que se os irán con las orejas puestas, sin que os enterarais de lo que teníais delante. Así sea”. Y los toreros creerán que el cielo se abre sus cabezas, pero no, lo que pasará es que habrán salido de esa burbuja que les mantenía aislados del mundo de los mortales.
No sé si habéis resuelto muchos de estos enigmas. A lo mejor hasta tenéis que suspender la partida durante un tiempo, y esperar a ver como se van sucediendo los acontecimientos. Seguro que en el futuro habrá muchos más enigmas, que se podrán adquirir en los mismos puntos de venta donde se venda el juego. Lo malo será si deja de haber toros en la tele y los muchos aficionados que no pueden acudir regularmente a las plazas tienen que matar sus tardes sin su pasión favorita. Pero eso no cuenta para nadie, eso es lo menos importante, lo principal es que las figuras acaparen todos los privilegios a los que aspiran. Eso sí, no esperemos que el G- 10 quiera jugar a los enigmas con nosotros.

martes, 10 de enero de 2012

El circuito paralelo ¿es posible?



En su última entrada de la Aldea del Tauro, Xavier González Fisher me atribuía la creación de esta idea y también del término, lo que le agradezco por pensar que yo pueda llegar a tanto, pero no, es un concepto copiado de Gil de O. y de Lesaqueño, el Pequeño Saltillo. Y tengo que decir que me parece una buena salida para la Fiesta y para el aficionado. Que de forma paralela se estableciera un circuito de festejos en el que en primer lugar resurgiera el toro encastado, alejándonos de la borrica de ida y vuelta. Quizás con esto sería suficiente y no habría que preocuparse de si entran en estos carteles los del G- 10, porque si así fuera, el toro ya se ocuparía de ponerles en su sitio y de otorgarle los “privilegios” que solo se ganarían en la plaza. No niego que la idea no pinta nada mal, y si tenemos en cuenta que los contratos se ganarían con el capote y la muleta, entonces volveríamos al modelo de hace más de treinta años. Pero que nadie se equivoque, esto no sería un retroceso, sería un gran avance, uno de los más importantes de la Fiesta en las últimas décadas.
Pues bien, esta idea, que siempre me ha parecido muy acertada, hace unos meses tenía la sensación de que no era demasiado viable. Y no por nada, sino porque el poder establecido no lo permitiría. Las figuras se molestarían, los ganaduros se molestarían y los empresarios lo cortarían de raíz. Pero las cosas cambian y esos mismos del G- 10, los jediez, como dice Antonio Díaz, puede que le estén poniendo esta opción en bandeja a los sufridos empresarios taurinos. Y es que no hay como querer tocarles el bolsillo. Basta con una leve insinuación, para que les dé un ataque de cordura y sensatez. Que si las figuras no van a las Fallas por la tele, que si no irán a otras por lo mismo, pues ya está, se les deja fuera y empezamos desde cero y que desde la Castellón o Valencia, los toreros puedan empezar a hacer su temporada tarde a tarde.
Ya he dicho en otro momento que la petición jediecista me parece lógica y justa, pero como estos chicos son como son, van y lo desbaratan todo por no pararse dos minutos a pensar las cosas. La fiesta está como está, que se nos va escurriendo de entre los dedos y se nos escapa por el desagüe, con ataques y vetos por todas partes, con una disminución harto preocupante en el número de festejos celebrados y con una crisis social y económica terrible, y a estos no se les ocurre otra cosa que pretender ordeñar aún más a la famélica, anémica y anciana vaca de la Fiesta de los toros.
Pero no queda ahí el desbarajuste del grupo de los Juan Palomos, que ellos se lo guisan y ellos se lo comen, sin contar con nadie más, si les va bien a ellos, le va bien a todo el mundo; pues bien, para que defienda sus intereses se han puesto en manos de una empresa que sabrá acorralar y exprimir a las empresas, pero que puede que no piensen para nada en la Fiesta. ¿Qué más les da? Sus intereses son económicos y no miran más allá. Da la sensación de que los jediez no quieren mirar atrás y les urge recaudar a toda prisa. Ahora hay que saber si es porque ven que el chollo se les acaba a ellos solamente o a que creen que a los toros les quedan dos telediarios. Pues muy bien, si alguien tenía alguna duda, ya puede ir espabilándose y dándose cuenta en manos de quien estamos.
Esperemos que como un último intento de salvarla Fiesta, funcionara el modelo del “circuito paralelo”, que podría constituirse no en el paralelo, sino como el único posible. Y como decía al principio, esto que me parecía una bella utopía, ahora puede tener su oportunidad, siempre y cuando los señores empresarios estén por la labor de seguir montando corridas. Entonces puede que los jediez caigan en que no hayan medido suficientemente bien sus fuerzas y las de sus oponentes, que son muchos, incluyendo a los que no les haya caído muy bien eso de hacerle el encargo de negociar a una empresa ajena al mundo de los toros.
Por un lado están los señores empresarios, aunque estos era inevitable no cabrearlos yendo con semejante propuesta. Y entre estos hay algún que otro apoderado que se sienta traicionado. También cabe esperar si los ganaderos también se movilizarán, o si se conformarán con que solo sean estos chicos los que llenen su saca. Está la televisión oficial, que sea cual sea la solución, puede acabar resentida después de semejante tarascada lanzada por sus queridas figuras. Ya se sabe, “Cría cuervos y… tendrás más”. Si no llegan a un acuerdo, imaginamos que el trato dejará de ser tan cariñoso y entregado; pero si al final se arreglan y se dejan televisar, igual hay quien les pasa factura y se lo hace pagar en forma de comentarios. ¿Y si de repente nos convertimos en exigentes y se nos agudiza la vista por arte de magia? Del público no hablo, porque si se les protesta en Madrid dirán que es por rencor y porque tal o cual nos cae mal, y si es en otras plazas, al segundo olé se nos habrán olvidado los malos ratos pasados.
Aunque a mi me ronda una idea que no se me va de la cabeza. Imaginemos que los jedieces se ponen brutos y no torean, que todo puede ser. Imaginemos que a los sustitutos de las figuras les empiezan a echar un toro más digno que el que seguirán matando estos. Y puestos a imaginar, ¿y si resulta que estos chavales resucitan el toreo de siempre y calan de verdad en el público? Porque asomos de esta posibilidad ya hemos visto con Alberto Aguilar en Valencia, con Fandiño en todo 2011, con David Mora que se tiene que acabar de decidir o con Urdiales, siempre esperado en Madrid y que en Bilbao volvió a demostrar lo que es poder a un toro. Esperemos lo que dicta el tiempo, pero por lo pronto, eso del “Circuito Paralelo” (sic Gil de O. y Lesaqueño) empieza a no ser ninguna locura.

viernes, 6 de enero de 2012

Manzanares hijo, el artista del futuro


En multitud de ocasiones escucho estas palabras para referirse al Niño de Manzanares y lo siento, por más que me esfuerzo, mi capacidad taurina no me da para tanto. Los más sabios dicen que es un buen aficionado aquel que más toreros le caben en la cabeza. Pues bien, yo soy muy mal aficionado o mejor dicho, perdón, soy un mal aspirante a aficionado. Pocos habrá con tantas ganas como yo de querer ser agradado por un torero, sea cual sea su nombre. En su día lo intenté muchas tardes con Dámaso González o Espartaco, no lo logré, y ahora entre otros muchos, está José María.
Oigo como gente con conocimientos de sobra sobre el toro y el toreo, hablan del arte y gusto de este torero, pero yo le miro, le vuelvo a mirar y nada, que no. Pero me voy a explicar lo que me echa para atrás. Yo entiendo que el toreo es llevar al toro enganchado a la muleta, tirar de él y dirigirle el viaje con las telas y con una poderosa y frágil muñeca. Que corra y se mueva el toro y no el torero recolocándose a cada pase. Me gusta ver como se pasan el toro por la faja, mientras éste va embebido en las telas, me gusta ver como el torero se rompe al rematar el pase y siempre cargando la suerte. Y con el capote, aparte de la variedad, me emociona ver cuando plantan la pierna contraria y ésta se convierte en el eje del lance, sin haber un previo paso atrás que desluce lo más lucido. Y por favor, cuando haya un indulto, que se simule la suerte de matar con una banderilla y que así nos eviten ese horroroso, irreverente e irrespetuoso palmetazo en el morrillo.
Pues a José María Manzanares yo no le he visto hacer esto nunca, al menos en la plaza de Madrid, donde no faltan los que levantan la voz para proclamar su arte y su toreo majestuoso más propio de querubines celestiales, que de simples mortales. Y que conste que aquí no incluyo los gritos de ¡guapo, guapo! que a menudo se escuchan entre serie y serie. Seguro que mi paladar no está preparado para el arte del alicantino y donde otros ven grandeza yo me quedo en lo accesorio. ¿Y qué es lo accesorio? Pues para mi es ese toreo distante y ventajista, que empieza mal encarrilado desde el momento en que se dispone a citar. En el cite no duda en adelantar el pico de la muleta, mientras, haciendo un arco con el cuerpo, alarga el brazo y troncha la cintura. Cuando el toro inicia la arrancada no duda en meterle el pico entre los dos pitones, haciéndole pasar a gran distancia de su cuerpo, dejando espacio suficiente para que entre ambos pase el expresso de Cádiz, con vía de ida y de vuelta. El trazo del pase es en línea recta, por supuesto, y el remate se reduce a un esfuerzo más en el retorcimieno del cuerpo, pareciendo que remata atrás, algo que sería una honrosa excepción, pero que en verdad solo es vaciar la embestida delante de la cadera. Esto puede alargarse con un circular que acaba retirando la muleta del hocico del toro violentamente y nunca jugando la muñeca, o con una carrerita para recolocarse y remediar lo que no ha sido capaz de hacer con el trapo.
Habrá quien diga que esto no es tan malo como a mi me parece, que hubo una vez que remató un pase, que no lo niego, pero yo no lo he visto. Y bien que lo siento. Pero por esto le dieron una tarde dos orejas en Madrid, la que se supone que es la plaza más seria del mundo y le indultaron un toro en Sevilla, el lugar donde algunos afirman que más sensibilidad se tiene para el arte. Nunca le había dedicado una entrada exclusivamente a Manzanares, pero es que desde hace pocos días ya he escuchado en repetidas ocasiones que Manzanares es un maestro sin discusión. Que no digo yo que no. Lo que pasa es que yo no lo he visto y en los días que me cuentan que se salió del mapa, yo solo vi lo que he descrito.
No quiero entrar en otras consideraciones sobre su repentina ausencia de los carteles o su inexplicable inclusión en otros. Bastante tenemos con los nombres de las ganaderías que preceden al de José Mari Manzanares en los carteles de todas las plazas. Gracias a él, como a otras figuras del “jediez” tenemos que agradecer la presencia en plazas como la de Las Ventas, de hierros como Juan Pedro, Zalduendo, Garcigrande, Cuvillo y tantos más que pueden pasar por cualquier cosa, menos por un toro de lidia. De momento tendré que seguir esperando para ver en Manzanares hijo, al artista del futuro.

martes, 3 de enero de 2012

Queridos Reyes Magos:


Este año he tenido que pedir ayuda a mi hijo, a los Reyes y al gordito de rojo, para ver si me traen lo que pido

Este año he sido tan bueno como todos los demás, quizás puede que más, porque con todo lo que está cayendo, ni me tirado al monte con un mosquetón, ni he tomado los suntuosos palacios de esa pobre gente que no llega a fin de mes, ni tan siquiera me he puesto a insultarles a voz en grito, al verles entrar a sus lugares de trabajo. Tampoco se me ha ocurrido desertar de las plazas de toros, bueno de la plaza de Madrid, que es para la única que me daba el dinero y además, con ir a Las Ventas, uno ya llega a los mismos niveles de cabreo de otras plazas.
Ya sé que en estos días estáis muy ocupados, por lo que si os parece bien, me podéis ir dejando mis regalos a lo largo de todo el año. Pero espero que este año me hagáis caso y que no utilicéis mi carta para hacer las cuentas de las ganancias de Taurodelta como otros años, que no se lo lleven todo ellos y que nos dejéis algo para los demás. Por ejemplo me gustaría que me echarais ganaderías de diferentes encastes y que no fueran siempre del mismo, que uno ya lo tiene muy visto. Además haríais bien en hacer acopio de los Saltillo, Santacoloma, Albaserrada, Conde de la Corte, Veragua, Coquillas, Murube y todos los demás, pues me temo que más de un aficionado os va a pedir lo mismo.
También os pido que me traigáis un buen saco de sentido común y afición para repartir entre los que ganen el pliego de Madrid, que aún no se sabe quién será y además no tenemos ni la más remota idea de quién ganará la plaza de Las Ventas, así que eso me lo podéis dejar cuando ya se resuelva el concurso. La cosa está complicada, pues parece ser que se han presentado infinidad de empresas, tantas como una, Taurodelta.
Me gustaría que guardarais también un buen volquete de afición y vergüenza torera para darles una cucharadita antes de acostarse a los señores que se ponen las medias rosas y que se hacen llamar torteros. Los que se autodenominan matadores de toros suelen ir mejor servidos de esto, pero los que son o aspiran a figuras, parece que no conocen ninguna de las dos cosas. Tampoco estaría mal que les trajeran un poco de nociones de la lidia y ganas y ánimo para ponerse delante de los toros de los encastes que ya os he pedido. Y si no saben aprovechar estos regalos, dejadles directamente un trailer lleno de carbón negro, negro.
También querría una buena televisión que nos eduque sobre lo verdaderamente importante de la Fiesta y que no nos entretengan con los números de pases, los kilómetros caminados por toro, torero y por las señoritas que reparten los canapés en los palcos, que permitan los comentaristas vocingleros, hooligans, pideorejas y acosadores de presidentes. Que también podamos ver toros en la televisión pública y que sus comentaristas sean capaces de decir una vez lo que ven y no ponerse a contar en antena la conquista de la Nueva España por obra y gracia de cualquiera de las figuras actuales, especialmente las del G 10.
Para estos del G 10 estaría bien que dejarais toneladas de honradez y de solidaridad con la Fiesta, para ver si se olvidan de una vez de cuidar solamente sus intereses propios y se preocupan algo más por el bien general. Además me gustaría unos políticos que fueran o no aficionados a los toros, pensaran en defender los derechos de una minoría que sí lo es, que se decidieran a elaborar un reglamento común para toda España en lo que afecte a la lidia y que lo hagan aplicar con rigor, y si hace falta, que impongan las sanciones oportunas a los que se lo pasen por el forro. Quizás sería mucho pedir que se hicieran públicas tales sanciones y que todo el mundo se entere cuando una tropelía es castigada y cuando no. Y ya abusando mucho, lo que pediría es mayor transparencia en esto de los toros.
Me gustaría además poder ver información taurina en la prensa generalista, en los informativos de radio y televisión, siendo ésta imparcial veraz e independiente. Que los toros no llevaran preservativos en los cuernos, que a los que la pifien continuadamente los manden a descansar una temporada, que no se aparte a los toreros de verdad por el simple hecho de no pertenecer al clan del circo de Manolita Chen o porque puedan resultar molestos para los más acomodados y que se tenga en cuenta a los aficionados. Y no digo que se les tenga más en cuenta, porque ahora no pintan nada, así que con que se avance un poquito en esto, ya me daba con el carbón en los dientes.
Y, aunque tengo muchas más cosas, para no abusar, os pido por último que el que quiera ir a los toros en su pueblo lo pueda hacer libremente sin encontrarse con prohibiciones que se lo impidan, ni con “amantes de los animales” que no dudan en tratarles como a criminales de guerra. Igual es meterme donde no me llaman, pero para estos “amantes de los animales” yo pediría que se pudieran ilustrar más de lo que son las corridas de toros, de la cría del toro, de la historia del toreo y del por qué de todo esto; a ver si así se enteran de una vez de qué va esto.
Muchas gracias por atenderme y prometo que este año me voy a seguir portando muy bien, que cuando alguien lleve merienda a la plaza y la ofrezca no la despreciaré, que trataré con respeto a los que pretenden ponerse todo cómodos en la grada y que pretenden apoyar su espalda en mi entrepierna, que si alguien me dice que baje yo le diré que “no traje traje”, que seguiré pagando mi abono religiosamente, que continuaré sin comprar ninguna publicación taurina tendenciosa y parcial, que intentaré que siga creciendo la afición a los toros dentro de mis hijos y que todo lo que escriba y diga de toros será lo que piense, aunque me equivoque, pero al fin y al cabo, me equivocaré yo. ¡Ah! y si no me hacéis caso a mí, hacédselo a mis amiguitos de la blogosfera, aunque ya os aviso que en líneas generales, todos pediremos lo mismo, el toro íntegro y de verdad.