miércoles, 22 de julio de 2015

Señor Perera, no podemos con su triunfalismo

¿Les parece elegante y torero? Pues entonces no es Perera


Don Miguel Ángel Perera, desde hace mucho tiempo a algunos nos parece que está usted empeñado en conseguir unas estadísticas de leyenda, de eso de ocho mil rabos, cuatro mil indultos y millón y medio de orejas. Pero lo malo es que por las vías habituales no parece que vaya a alcanzar las cifras a las que aspira, ni en cien vidas que viviera atormentando y perpetrando su vulgaridad contra el buen gusto torero. No podemos con tanto muermo, ni podemos con tanta soberbia, ni podemos con ese castigo que usted mismo nos impone de su propio toreo. Qué curioso, nunca pensé que un torero que se supone que quiere deleitar con su toreo, acabe utilizándolo como castigo. ¿Tan malo, dañino e insoportable lo considera usted? Usted cree que los aficionados no podemos protestarle su monotonía taurina, que no podemos pedirle que pase a los toros con verdad y poder, no podemos pedirle que no tire de bajonazo para asegurar los despojos y cuando pinta en bastos, usted le echa la culpa a Podemos. Hombre, no seré yo quién les presente como candidatos a ser patrón de los toreros, pero antes de echarle cuenta a su ignorancia taurina, apelo a la suya, o perdón, que me he explicado mal, quiero decir que apelo a que usted sabrá entender lo que el aficionado le pide, porque como no sea así, entonces sí que “Podemos” y vámonos.

¿Cree usted que podemos con más triunfalismo, con la única causa de engordar sus gloriosas estadísticas y su desmedido ego? Pues vaya que no ha habido suficiente triunfalismo en los últimos tiempos en las Ventas, tanto, que ni Plaza de Madrid se le puede llamar, con eso no podemos. El año anterior se erigió en triunfador, no sin triunfalismos, como a usted le gusta, de la feria del santo y este, un año de extremado triunfalismo, ha pasado desapercibido. Pues ya es mala pata que en medio de esa locura verbenera no haya sido capaz de impresionar ni a los isidros que con tanta benevolencia visitaban el coso de la calle de Alcalá. No me diga que aún necesita más triunfalismo, porque dudo que se pueda ir más allá, no podemos. “Jínchese” usted a recoger despojos por el mundo, incluso hasta podemos organizarle juergas privadas para que los triunfos de le apelotonen. Anda que no tiene usted incondicionales triunfalistas que le jalean hasta esos desplantes soberbios al respetable, que ya puede tirarse veinte minutos pegando trapazos sin sustancia, que aún después de un bajonazo, sacan los moqueros a pasear para darle gusto a su ego, al de usted.


Pero no se equivoque, que aunque alcance esos números supersónicos a los que aspira, eso no le garantiza el pasar a la historia, ni mucho menos el convertirse en leyenda. Hace unos días un grandísimo aficionado de Linares, del que no doy el nombre por no saber si su modestia, la de mi amigo, le haría sentirse a gusto, me decía algo lleno de sentido que desmantela cualquier teoría triunfalista. Este sabio del toreo me decía que los toreros pasan  a convertirse en leyenda y a ser parte de la historia porque los aficionados les mantienen vivos años y años después de su retirada e incluso mucho después de haberse cortado la coleta en esta vida. No voy a enumerar a tantos y tantos matadores de toros que todavía se mantienen en activo en la mente de los aficionados, sin que nadie recuerde ya ni Puertas Grandes, ni orejas, ni triunfos; el aficionado simplemente recuerda el toreo, el puro, ese que enamora a los que usted llama puristas y que ya pueden caer rayos del cielo, que no conseguirá que se les borre de la memoria el día en que vieron torear a fulanito o menganito. Dese cuenta de la diferencia, la feria de Madrid paso hace un par de meses y de lo que usted hizo solo recuerdo sus retorcimientos, esa forma descarada de esconder la pierna de salida, su toreo ventajista abusando del pico y su cara de pocos amigos, porque el triunfalismo no llegaba a las cotas que usted necesitaba para poder cortar un despojo. ¿De todo esto tiene la culpa “Podemos”? Le veo muy preocupado con este partido, del que me reservo la opinión, pues no viene al caso, y, como buen taurino, se desentiende de lo pasa en el ruedo. Es más, si ve como un novillo sangra por los pitones mientras su compañero López Escobar pone caras y posturas, seguro que se derrite de gusto. ¿No se ha parado a pensar que la mejor forma de contraatacar contra las tesis de Podemos es hacer que aparezca el toro? Que por otro lado, más parece que le preocupa su negocio, que no la Fiesta de los toros, pues Podemos es solo una parte de las huestes antitaurinas que están emboscadas esperando el momento para hincar el diente a este espectáculo. Pero no, a usted, como a mucho manipulador interesado, solo le preocupan los violetas. Que si quiere tarea, tiene de sobra, empezando por partidos con más recorrido, como son IU, que se empeña en mantener esa falsa postura progresista que les obliga a denostar los Toros; decídase a ver si logra espabilar de una vez al PSOE, que está entre ser progresista, querer agradar a todo el mundo, no molestar a nadie y decidirse por algo concreto aunque solo sea una vez; pero no se crea que ya descansaría, que al PP le podría exigir medidas reales, no poses ineficaces, ni declaraciones que no van a ningún sitio, hasta podría pedirle explicaciones por haber permitido la degradación que ha sufrido la Plaza de las ventas de Madrid. Aunque no creo que usted vaya a censurar su gestión, pues tanto usted, como muchos como usted, son los directamente beneficiados con tanto desbarajuste, triunfalismo, poca exigencia y la incesante expulsión de la afición de Madrid, los puristas. Seguro que no llegará a entender jamás los argumentos de los que ya se han marchado, pero ya le digo yo a usted que tal y como va esto, no podemos con su triunfalismo.

lunes, 20 de julio de 2015

Las nuevas medidas adoptadas en las Ventas o entre col y col, lechuga

El futuro parece incierto y poco claro, esperemos que nos depara el futuro


Taurodelta, la empresa que vela por el buen estado de la Fiesta en la plaza de Madrid, aunque casi nunca lo consiga y casi nunca o nunca lo parezca, ha decidido en compañía de otros taurinos, porque también lo parecen los “aficionados” y “abonados” con los que ha contado,  tomar nuevas medidas para beneficiar el desarrollo de los festejos y para que en lugar de salir a las nueve y veinte, lo hagamos a las nueve y cinco o y diez. ¡Viva Taurodelta! En San Isidro vamos cenar un ratito antes. Pero mejor será que con un “corta y pega” reproduzca la nota publicada por Taurodelta en la página de Las Ventas.

Un grupo de treinta representantes de diversos estamentos taurinos de Madrid han asistido esta mañana a una reunión convocada por Taurodelta con el fin de analizar posibles medidas que ayuden a mejorar y agilizar el transcurso de los espectáculos taurinos en la Plaza de Madrid.
En esta reunión, presidida por el empresario, José Antonio Martínez Uranga, y a la que se ha incorporado el nuevo director Gerente del Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid, Manuel Ángel Fernández, han participado representantes de presidentes de la Plaza de Madrid, matadores, ganaderos, picadores, banderilleros, abonados, peñas de aficionados y medios de comunicación. 
A lo largo de dos horas y media se han debatido asuntos que durante los últimos meses, y en especial tras la Feria de San Isidro, han sido sugeridos a Taurodelta por los distintos sectores.
Las conclusiones, adoptadas por amplia mayoría, han sido las siguientes:
  1. Con carácter inmediato el Centro de Asuntos Taurinos analizará la posibilidad de incorporar al reglamento la limitación del uso del descabello y la puntilla en los espectáculos taurinos de Las Ventas, en cuanto al número de intentos que puedan practicar los matadores y sus cuadrillas. Se insta además a los matadores a la utilización del puntillero de plaza para lo cual Taurodelta facilitará su óptima preparación y su gratuidad para los matadores.
Quizá se avanzaría bastante si se contrataran a matadores competentes, de acuerdo a sus méritos en los ruedos y no por su bajo caché, independientemente de que en los últimos años apenas hayan toreado uno, dos o como mucho, tres festejos. Que todo el mundo puede tener un día malo, pero es que los toreros contratados mayoritariamente por la empresa de Madrid, lo extraño es que tengan un día bueno, poco o nada placeados o en algunos casos se les anuncia para pagar favores o incluso por su verbo fácil en las retransmisiones televisivas.
En cambio creo que será bien recibida la medida de que sea el puntillero de la plaza el que finiquite a los toros, evitando ese mal trago a los terceros, que en muchos casos, si no eran ellos los que apuntillaban y delegaban en el de la plaza, se veían obligados a pagarle el servicio de su bolsillo. Cuántas veces habremos recordado a Agapito Rodríguez, aquel grandísimo torero que despenaba a las reses con una eficacia espectacular. Si que hay veces que no hay más que mirar atrás para hallar la respuesta. Pero sigamos.

  1. Durante el próximo mes de agosto, de forma experimental, el caballo de turno en la suerte de varas accederá al ruedo por la puerta de Madrid (entre los tendido 7 y 8) en vez de hacerlo por la puerta de cuadrillas (entre los tendidos 3 y 4). El objetivo es  reducir la duración del espectáculo en alrededor de 10 o 12 minutos por corrida, no interrumpir  el ritmo de la lidia, no obligar al toro a un ejercicio y a un desgaste innecesario ni permitir la reiteración de derrotes en el burladero del 7. Los presidentes ordenarán la salida del caballo sólo cuando el toro haya sido parado por el matador y / o su cuadrilla.
Durante los seis espectáculos del mes de agosto y, si la experiencia es positiva, en adelante, el caballo de turno tomará posiciones en la Puerta de Madrid por el callejón durante el arrastre del toro anterior y volverá por el mismo camino a la puerta de cuadrillas tras el cambio de tercio.

Volvemos a aquella vieja costumbre que durante unos años se padeció en el coso venteño, cuyo único beneficio no era otro que el que así se devolvían menos toros. Algo tan sencillo como el que fueran los peones los que pararan a los toros y que una vez fijados salieran los caballos y mientras tomaban posiciones, el torero lanceaba de capote, para a continuación ponerlo por primera vez en suerte. Esta medida, aparte de evitar esa posible devolución de inválidos, solo sirve para tapar a los mediocres que no saben ni agarrar el capote, que reciben a sus oponentes de cuatro trapazos de compromiso, sin preocuparse prácticamente de las condiciones del toro. Bien que podrían verlo en manos del peonaje, pero tal y cómo están las cosas, ¿para qué? ¿Qué más les da?
  1. A partir del próximo domingo los presidentes exhibirán un pañuelo blanco por cada trofeo concedido y lo mantendrán visible hasta el arrastre de la res. Igual práctica se producirá con la exhibición de otros pañuelos, como el verde que ordena la devolución, que deberá permanecer visible hasta que la res vuelva a corrales.
Al leer este punto solo se me ocurre una cosa, ¿tan tontos nos hemos vuelto? ¿Tan complicado se nos ha vuelto esto de un pañuelo blanco una oreja, se vuelve a sacar para la segunda y punto? Que si hay algún señor presidente al que se le apelotonan los pañuelos, igual es que hay que explicárselo un poquito más despacio, pero convertir aquello en un tenderete porque una tarde don Julio Martínez se lió y sacando pañuelos concedió un rabo que no quería conceder, quizá sea excesivo. Que desde que a principios del siglo XX a Vicente Pastor se le concedió la primera oreja, hasta nuestros días, tampoco ha sido esto un sin dios sin control. No sé yo en otras plazas, que igual les funciona muy bien esto del muestrario de pañuelos, pero hasta ahora en Madrid nos apañábamos bien así.
  1. Los presidentes extremarán el cuidado en la valoración de la petición de trofeos por parte de los espectadores en el caso del primer trofeo, teniendo en cuenta que esta petición no siempre se realiza mediante la exhibición de pañuelos blancos, y en su pronta concesión siempre que exista mayoría en la petición.
Ya puestos, Taurodelta podría agenciarse un dron que sobrevolara la plaza, a ver si así los señores presidentes ven con más claridad eso de las mayorías, aparte de procurar que no vayan bajando el nivel de exigencia a medida que los alaridos suben de nivel.
  1. Se descarta por amplia mayoría la solicitud de algunas peñas y asociaciones de aficionados en el sentido de que el criterio para abrir la puerta grande de Madrid requiera de dos trofeos en la misma res. Se entiende que la apertura de la puerta grande debe seguir siendo un acto democrático y producirse como consecuencia de la petición mayoritaria del público (a quien corresponde la concesión del primer trofeo) en vez de depender de la decisión de una sola persona.
Bastaría con que se mantuviera la seriedad de la plaza, aunque hay cosas en las que el término democrático puede no ser el más idóneo, como es el caso de que se abra la Puerta de Madrid. Quizá a este parlamento taurino le ha parecido demasiado evidente el que así se reconocería de forma oficial la degradación que ha sufrido Las Ventas en los últimos años.
  1. Se volverá a estudiar y valorar técnicamente la disminución en la elevación del centro del ruedo de Las Ventas para atender la demanda de matadores, picadores y banderilleros en este sentido, siempre que se garantice la óptima evacuación de agua para evitar encharcamientos y, en su caso, suspensiones.
Don Morante de la Puebla estará de uñas, pero si esa chepa ha existido siempre, si esa chepa evita que la plaza se convierta en una piscina, ¿Por qué ahora hay que hacer caso a los caprichos de un señor especialista en lo accesorio e incapaz con lo fundamental? Que ya me veo que lo siguiente será el achicar el ruedo, para así tapar las carencias de la torería que no es capaz de fijar un toro de salida; bueno, de salida y de no salida, pues cuántos son los animales que son apuntillados sin que nadie lo haya conseguido pararse en los engaños.
  1. Con carácter inmediato se sustituirá el vestido de torear que lucen el torilero y el chulo de banderillas en Las Ventas por una vestimenta adecuada, que respete el hecho de que sólo quienes participan en la lidia pueden vestir de luces.
Mi enhorabuena al señor Zabala de la Serna y a tantos y tantos ignorantes de la tradición de la Plaza de Madrid, que no solo de Las Ventas, que desde mediados del XIX ha mantenido de luces al chulo de toriles, al de banderillas y al puntillero. ¿Qué no entienden el por qué? No hay nada que entender, es un signo más de identidad de esta plaza. Que si es por dignidad del vestido de torear, quizá antes habría que empezar por tantos y tantos matadores de toros y novillos que cada vez que se lo enfundan ofenden a la historia, a esa misma tradición y a lo que supone vestirse de torero. Como ocurrencia puede resultar hasta gracioso, pero maldita gracia que tiene esto. Que puestos a unificar y hacer de esto de los toros un monolito uniforme y aburrido, podríamos prohibir a los alguacilillos pamplonicas sus escalofriantes carreras, que en Euskadi porten la chapela, que en Valencia asomen las falleras con ese vistoso traje, que se reciba con una jota al toro de la jota por esas plazas de mitad de la península para arriba, que se pare a merendar en otras muchas, que se redondee perfectamente el albero maestrante de Sevilla. Hay muchas peculiaridades que deben permanecer, cada plaza tiene una personalidad que hay que defender y conservar, ¡ojalá que nunca desaparezcan! Pues hagamos lo mismo con la Plaza de Madrid y dejemos de tocar lo que no suena, aunque algunos hayan decidido que la dignidad del toreo está en el vestido del buñolero,¡ah! Por cierto, el Buñolero vestía de luces. Lean su historia y quizá entenderán algunas cosas.
  1. Los presidentes se encargarán de que el trofeo que se concede a los matadores deje de ser la exhibición de la oreja completa de la res, limitando el tamaño y del trofeo.
¿Y esta medida la han debatido tan sesudas mentes? Bien es verdad que últimamente entregaban a los matadores auténticos chuletones de Ávila, pero hombre, igual había sido suficiente el acercarse un día a los alguacilillos, esos que eran la autoridad allí abajo y que cada día son más un elemento decorativo lleno de tipismo, y decirles que exijan que se les despache simplemente cuarto y mitad de oreja, que esto es un trofeo, no una pieza para que un otorrino taurino haga una tesis doctoral sobre el pabellón auditivo de los rumiantes.
  1. Los presidentes extremarán la vigilancia en la diligencia de los mulilleros en el arrastre de las reses para evitar tiempos muertos y presión artificial en las decisiones del equipo presidencial.
Si es que están empeñados en que dudemos de ciertas capacidades de los señores presidentes y al final, lo van a lograr. Es una realidad innegable que entre los mulilleros y los peones más desahogados que lo mismo jalean al personal, que se encaran con el palco, que se plantan delante del tiro de mulillas se han cortado muchas orejas en los últimos tiempos, pero, ¿no son los usías capaces de llamar al orden a estos caballeros? ¿Qué pintan entonces los moradores del palco en todo esto? No me digan que hasta el día de hoy se iban de rositas los sospechosamente lentos mulilleros y los despachados peones que echaban el público encima del presidente. Lo que digo, que al final vamos a acabar creyendo lo que no deberíamos ni llegar a pensar acerca de los señores comisarios de policía de Madrid.

Este grupo de trabajo se volverá a reunir una vez finalizado el mes de agosto para analizar el resultado de las nuevas medidas y avanzar en aquellas que están pendientes de estudio.


Pues nada, después de agosto haremos otro “corta y pega” con las conclusiones definitivas. A propósito, no creo que haya un mes más idóneo que este para llevar a cabo estas probaturas. Seguro que el paisanaje autobusero de los matadores anunciados, los duchos aficionados japoneses, norteamericanos y de vaya usted a saber dónde sabrán aclarar y dar luz sobre cualquier duda que pueda sobrevenir en cuanto a la aplicación de estas medidas. Que puede pasar desadvertido, pero he aquí la consideración en que esta empresa, Taurodelta, y la propietaria de la plaza, la Comunidad de Madrid, tienen al aficionado capitalino. Para qué queremos más Podemos, Animalistas, holandeses antis, nativos antis o Sálvames de Luxe antis, si los taurinos se las apañan como nadie para hundir esto. Ellos se lo guisan, ellos se lo comen y entre col y col, lechuga.

miércoles, 15 de julio de 2015

La vergüenza también llegó a Pamplona

La feria del toro, ¿se acuerdan?


Si decimos Pamplona, inmediatamente al aficionado y no tan aficionado a la Fiesta se le viene la imagen del toro, para después asomar a la mente los encierros, los guiris “condecorados” con un puntazo o una cornada que mostrarán orgullosos en su tierra, lo que les convierte en dignos sucesores de don Ernesto; algunos de no tan lejanas tierras, puede que escuchen Pamplona, San Fermín y recuerden aquellos madrugones de la mano de sus padres para ver los encierros, pero siempre con la dignidad y seriedad que impone el toro, un símbolo que ha hecho que la capital navarra sea conocida en el mundo entero. ¡Qué orgullo! Luego el tiempo y la ignorancia es la que ha pretendido convertir la locura en emblema de estas fiestas, como si todo sobrepasar los límites, lo mismo en la calle, saltando desde la Fuente de la Navarrería, que en la plaza, convirtiendo el sol en un magno botellón ajeno a lo que pase en el ruedo. No sé si esto será o no parte de la fiesta, no quiero ni entrar en ello, pues soy ajeno a todo esto y ni debo, ni me atrevo a juzgar; a través de la tele pocas conclusiones razonadas se pueden obtener. Pero sí que me gustaría detenerme en lo ocurrido en el ruedo, a cargo de los “profesionales” del toro,

Ni tan siquiera me detendré en ese señor que desnudo de medio cuerpo se paseó con un mensaje pintado en el pecho. Por supuesto que no comparto ni su actitud, ni el mensaje, pero bueno, se supone que él y todos los que piensan como él, lo que pretenden es atacar y desprestigiar los toros, queriendo demostrar constantemente las carencias y ataques a la dignidad del toro que ellos creen que se producen durante la corrida. Puede que no sea posible ni discutir con ellos sobre esto del toro, ni por supuesto nos permitirán poner sobre la mesa nuestros argumentos. En el mejor de los caso, siendo muy optimistas, igual se llega al acuerdo de que no habrá acuerdo. Ya es algo. Pero, ¿qué hacemos con los furibundos ataques que llegan desde nuestro lado? O al menos eso pensamos muchos, que algunos que incluso viven del toro, están de nuestro lado. Nada más lejos de la realidad. Seguro que el que más y el que menos ha podido ver una foto de un toro de Garcigrande, lidiado en estos sanfermines de 2015, en el que el animal aparece con un pitón triturado, como si fuera un escobón y con el otro con la vaina sacada, o esa en la que el torero, El Juli, ante el mismo animal, se le ve poniendo caras, como si estuviera enfrentándose al Minotauro del laberinto.

Quizá alguno de los que estén leyendo estas líneas sean capaces de explicar medio decentemente esta imagen, puede que hasta lleguen a encontrar una justificación medio aceptable, pero lo veo difícil; o igual no es tan complicado, porque ya se sabe que hay gente pa’to, incluso los habrá que se escandalicen con la fotito, pero que al tiempo admitan lo de las fundas, pero de lo que no me cabe ninguna duda es de que lo que me cuenten tenga una gota de honradez y honestidad con la Fiesta de los Toros. Pónganse delante de esta imagen y cuéntenme que las fundas son necesarias para evitarle al ganadero pérdidas económicas y que estas no afectan negativamente durante la lidia. O si lo prefieren, explíquenme que este señor que se viste de torero y todos los demás que alimentan esta vergüenza, son grandes figuras del toreo, que son el summun de la tauromaquia y que constituyen la quinta esencia del toreo. Díganmelo. Hasta podemos dejar a un lado lo de los retorcimientos, trucos tramposos, robos de dos tercios de la lidia y alguna cosita más que hacen especialmente indigno este espectáculo. Las orejas benévolas, los triunfalismos, los indultos inexplicables, la falta de casta y todo eso que realmente ataca las bases del toreo, se quedan en nada ante esta vergüenza, la que supone denigrar la imagen del toro de lidia hasta estos límites. Ya ven, señores antitaurinos, les actualizamos su banco de imágenes con fotografías vergonzantes, sin que se tengan que ir a rebuscar a las hemerotecas. Aquí tienen dos de especial valor, donde pueden apreciar en lo que se ha convertido el toro en lo que siempre se ha llamado “la Feria del Toro” y a lo que se dedica uno de los máximos exponentes de la tauromaquia actual.

Me dirán que también ha habido imágenes que dicen todo lo contrario, como las del día de los escolares, Miura o el Conde de la Maza; por supuesto, pero es tanto el daño que provocan las otras, son tantas las facilidades que se le dan a los que no quieren ver esto ni en pintura, que esas pasan casi desapercibidas para el gran público, aunque los aficionados se recreen y se estremezcan contemplando al toro. Habrá muchas cosas que puedan parecer escandalosas en los sanfermimes, seguro, pero ninguna hará tanto daño a la fiesta de los toros, como estas en las que el toro parece un ser maltratado. Sí, sí, den todas las explicaciones que crean convenientes, pero el mal ya está hecho y aunque convenzan a los taurinos, a esos que no llegan a matadores de toros, que simplemente se tienen que conformar con ser profesionales, no conseguirán que a los demás les llegue ningún mensaje positivo. ¡Qué pena! ¿Por esto quieren echar al aficionado? ¿Para cantar estas barbaridades sin complejos quieren callar las voces críticas? Esto se nos va y si nos quedaba alguna duda, ahora ya sabemos que la vergüenza también llegó a Pamplona.


PD.: Y ya si quieren, pueden ponerse de nuevo la montera y dejar de hacer el ridículo con gestos que ustedes mismos se empeñan en vaciar de todo posible significado.

jueves, 9 de julio de 2015

De izquierdas, antitaurino, vegetariano... y aburrido

La calle dedicada a Manuel Rodríguez, Manolete, pasará a llamarse calle del brócoli a la plancha.


Ha corrido el rumor por las redes sociales de que al proyecto de cambio de nombres de calles que hagan referencia a un pasado negro y de extremo sufrimiento para las gentes de a pie, ahora la señora Carmena quiere añadir la eliminación de toda referencia al mundo del toro en la ciudad de Madrid. ¡Vaya! Lo que nos gusta llevar patrones a rajatabla. Creamos unos clichés, o los crean otros, y no nos salimos de ellos ni un milímetro. Si ya molesta que la derecha se arrobe la exclusividad de la defensa de los toros, no lo es menos el que los que se llaman progresistas se vean en la obligación de colocarse en el punto más opuesto que puedan encontrar. Que no digo yo que esto de la tauromaquia sea bueno, seguro que es una de las mayores plagas que el mundo debería hacer desaparecer, pero antes de poner en funcionamiento la guillotina, por favor, concédannos un juicio justo. Seguro que la señora alcaldesa sabrá cómo organizarlo.

Pero no hay posibilidad de juicio y en consecuencia, nos niegan el derecho a la defensa, a exponer los argumentos de los que aman la Fiesta de los toros, a escuchar a los que saben de medio ambiente, de la correlación entre especies, entre fauna y flora y el equilibrio de los ecosistemas y su conservación, para que al menos podamos recordar como era este mundo antes de que la locura desarrollista sin criterio entrara en nuestras vidas. Incluso hasta podría dársele voz a los que conocen de los valores éticos y morales del ser humano. Y no quiero olvidarme de los historiadores, esos que podrían dar testimonio de como Manolete, al que se quiso convertir en símbolo de la España franquista, se reunía en México con reconocidos republicanos en el exilio, que entre otras cosas, eran aficionados a los toros. Porque claro, en este afán moralista de la antiviolencia, quizá tendríamos que empezar a hacer recuento de los cuadros que tratan el tema y si nos ponemos exquisitos, devolver el Guernica a quién corresponda, que así por las buenas nos coló un regalo envenenado, una obra en la que se junta la imagen del toro y que el autor, de izquierdas, exiliado, republicano, pero aficionado reconocido a la tauromaquia. Se contaba que el pintor confesaba que una de las coas que más le dolían de su exilio era el no poder acudir a los toros en su país.

Si hacemos caso a esos patrones tan estrictos, tan poco permisivos con el prójimo y tan contrarios a la libertad del individuo, España es el último país apto para la libertad, la armonía y la antiviolencia. O borramos nuestro pasado de un plumazo o borramos el país de un escobazo.  Si seguimos un orden cronológico, ya me veo a los operarios frotando con aguarrás las paredes de Altamira, desmoronando a mazazos los toros de guisando, quemando las Tauromaquias de Goya o Picasso y quemando en público la obra de Lorca, Cela o Guillen. ¿Ridículo? ¿Extremo? ¿Exagerado? Por supuesto, no tengan la menor duda, pero, ¿no lo es el querer mantener esa pose de progresista que hoy dice que los toros son extrema violencia y mañana que los toreros son artistas llenos de sensibilidad?


Cuando se habla del cambio de nombres de calles muchas veces se apela a que la historia no se puede borrar, tampoco es recomendable hacerlo, pero una cosa es mantener honores a quién no se le deben rendir y otra el querer eliminar lo que a quién sea no le gusta. Que los representantes elegidos en las urnas deben velar por los derechos y bienestar de los ciudadanos, tanto material, como espiritual, y si ustedes tienen unas preferencias personales sobre cuestiones como esta de los toros, pues consérvenlas, cultívenlas y hasta intenten alcanzar los máximos niveles de crecimiento como ser humano, pero piensen que cada uno tiene sus cosas y que agradeceríamos que las respetaran. ¿No les gustan los toros? Estupendo, a mi sí. ¿No irán a una plaza de toros a no ser que actúe Loquillo, Gabinete Caligari o Sabina? Magnífico, pero tengan cuidado, porque alguno de estos son rojos declarados y además muy buenos aficionados a este espectáculo. Que no digo yo que se empiece a neter el toro en el callejero con calzador, que no se trata de poner calle del Julipié, ni calle del Bajonazo, ni del Trapazo Excelso, ni tan siquiera del Vulgar orejerismo, o sí, la historia, los acontecimientos y los fervores del pueblo serán los que al final se impondrán. A propósito, ¿qué haríamos con la calle del Toro? Señora alcaldesa, bienvenida al Ayuntamiento de Madrid, que usted tenga mucha suerte, que será la nuestra, y como dijo otro alcalde de Madrid, el señor Tierno, colóquese y al loro. Y si tiene tiempo, estaría bien que le echara un ojo a un ensayo muy cortito que se titula “Los Toros, acontecimiento nacional”, que debió escribir en un momento de locura don Enrique. Que el profesor también gustaba de verónicas y naturales. Sería más que nada para acabar con ese cliché absurdo y trasnochado de ser de izquierdas, antitaurino, vegetariano... y aburrido.

martes, 7 de julio de 2015

Vaz Monteiro, encaste único

Un toro único, que no debe ser solo un recuerdo


Lo preocupados que andamos con la pureza de los encastes, lo que se ofenden unos porque se incluyan en las ferias esos tan desacertadamente llamados encastes minoritarios, lo mismo que otros no entienden que no estén presentes. Los antitoro se “jartan” de decir que estos hierros no embisten y que por eso los empresarios, por indicación de las figuras, optan por el borrego tonto; esos sí que embisten o como dicen los modernos, rompen pa’lante, que no es lo mismo. Estos animalejos no son de embestir, igual que los burros no lo hacen cuando persiguen una zanahoria. Desprecian al toro, pero luego se deshacen en rogativas cuando ven que el negocio se les puede ir de las manos, que si la tradición, la cultura, el arte, los puestos de trabajo, la libertad y todo eso que repiten y repiten y repiten, hasta conseguir vaciar de sentido estos argumentos. Si parece que se cortarían un brazo por defender la fiesta. Pero todo eso es mentira. Basta con que se presente una situación real de peligro para el toro, para su integridad o la variedad que siempre ha presidido este mundo, para que se vea su inoperancia, su abulia taurina y el desdén con que se manejan si no hay parné de por medio.

Nos piden unidad, eso tan socorrido de que hay que remar todos en la misma dirección, aunque lo que no dicen es que ellos marcan el rumbo y no piden parecer a los galeotes, que al fin y al cabo son los que van agarrados al leño. Se pasan la vida pidiendo el favor de la administración, pero solo si el beneficio les engorda la saca. Igual que los señores políticos se alinean como defensores a ultranza de la fiesta, sin que esto se traduzca en nada positivo para los toros. Y si quieren un ejemplo de lo que digo, bastará con enjuiciar lo hecho en la Comunidad de Madrid y Ayuntamiento de la capital en las últimas décadas. Lo que venga de aquí en adelante está por ver, pero lo pasado ya lo hemos visto. Aparte que lo que esté por venir o lo que se adivine merecerá un espacio aparte más adelante. A lo que voy es a la situación de absoluta desprotección y abandono en que se encuentra un patrimonio como es la fiesta de los toros, en especial en lo que toca al toro, al animal, a esta especie única, que mientras dure servirá de garante para la conservación de los espacios naturales en los que vive.

Pero por desgracia, este abandono no es algo exclusivo de España, nuestros vecinos portugueses no quieren ser menos y se suman a este abandono al toro de lidia. Imagínense hasta que punto llega este desdén, que puede que estén a punto de ver desaparecer la casta portuguesa y según parece, la administración lusa permanece de brazos cruzados. La ganadería de Vaz Monteiro, que empezó a sonar en esto del toro a mediados del siglo XIX, creada con reses de casta portuguesa, siendo en la actualidad el último refugio de esta sangre, puede perderse de forma definitiva si nadie lo evita. No voy a negar mi amistad con la ganadera, Rita Vaz Cabreira, de la que me siento muy agradecido y satisfecho, pero esta cuestión nada tiene que ver con las relaciones personales.


La cuestión es que por cuestiones de familia, por diferencia de pareceres entre unos y otros, el hierro y la casa de estas reses ha acabado en los tribunales, cuestiones de herencias, de derechos que unos deciden reclamar al cabo de los años y que la ganadera actual, quién lleva años queriendo mantener esto a flote, quiere defender a toda costa. Estas historias siempre son muy delicadas, tanto que es un juez el que debe poner orden, la mayoría de las veces sin dejar a nadie contento, pero claro, mientras los juzgados llevan su ritmo, mientras se estudian concienzudamente los legajos y expedientes, mientras se toman medidas cautelares o no, las vacas y toros  portugueses no están en las condiciones más idóneas y la ganadera no puede hacer otra cosa que ir parcheando e intentando salvar su sueño, sus “meninos”, como ellas llama a sus toros y a sus vacas. Busca fincas donde realojarlos, con el único objetivo de poder conseguir que sigan comiendo y bebiendo a diario. No parece una gran aspiración, qué menos, pero en casos de emergencia alcanzar la supervivencia ya es toda una hazaña. Y mientras, ¿qué hace la administración portuguesa? ¿Qué hacen los demás ganaderos, tanto los de la parte de allá de la raya como los de acá? Pues absolutamente nada. Quizá estén haciendo acopio de excusas para el momento de la defunción definitiva, ensayando palabras de consuelo y de apoyo a la ganadera; a lo mejor hasta organizan un homenaje a la sangre echada a perder. Que eso está muy bien, es justo valorarlo, pero, ¿no se podría hacer un poquito más de lo que se está haciendo ahora que todavía se puede? Aunque sea una medida de urgencia, como podría ser que el Estado o una comisión de ganaderos se hiciera cargo de estas cabezas de ganado, supervisando la situación la autoridad, más que nada por evitar posibles manipulaciones con el ganado que pudieran perjudicar los intereses de los propietarios que en su momento decida el juez. Pero esto no se puede dejar de la mano de unos funcionarios que no saben de la cría del toro de lidia, ni tienen por qué saberlo, pero estas cosas hay que tenerlas en cuenta. De poco o nada serviría ningún veredicto si ya no hay propiedad que defender, si no hay toros que mantener, ni casta portuguesa que mantener. Que los jueces decidan lo que sea conveniente y justo, pero el proceso en si mismo no puede constituirse en un descalabro monumental. Eso sí, los que tienen capacidad de aportar alguna solución, los que podrían ayudar a salvar este encaste único, seguirán pidiendo para ellos, aunque no para la fiesta. En caso contrario aquí tienen una oportunidad de oro para que siga siendo una realidad eso de Vaz Monteiro, encaste único.