lunes, 29 de julio de 2013

Qué difícil y qué fácil es hablar de toros


Hace unos años comencé a escribir de toros desde esta grada. Desde ese primer momento intenté jugar limpio, marcando con toda la claridad que podía mi posición en esto de los toros. Años después creo que aquel mismo texto sigue siendo válido y lo he querido recordar por si en algún momento me he podido desviar de aquella idea original. No había vuelto a leer estas líneas, igual que no leo nada de lo que escribo, lo que me hace valorar mucho más el esfuerzo de tantos aficionados que han dedicado su tiempo a lo aquí dicho. No puedo más que darles las gracias y mostrarles lo mucho que me han ayudado, pero seguro que ya lo saben, porque si no fuera así, no habríamos llegado hasta aquí. Pero no me enredo más y dejo aquí la primera entrada del blog, de allá por el año 2008.

Difícil, porque como casi todas las artes, está llena de matices, de interpretaciones, y puntos de vista, aunque, en mi opinión, siempre debe respetarse la esencia clásica de la lidia del toro. Esto es, ejecutando las suertes según la tauromaquia clásica; ¿Que de esa forma los toros pueden coger a los toreros? Pues claro, pero de eso se trata, de que el toro tenga una mínima oportunidad y de que el torero no resulte cogido. Y no es que yo desee que cada tarde salgan los tres espadas por la enfermería, ni mucho menos, pero esa es la forma de que su arte no sea una pantomima y de que sean, con todo derecho, los héroes admirados como ningún otro ser, después de haber sometido a un animal tan fiero como el toro bravo.

Y al mismo tiempo es fácil hablar de toros porque cualquiera de nosotros nos creemos en poder de una verdad absoluta que nos permite expresar tranquilamente los fundamentos de nuestra particular tauromaquia, demostrando así nuestra ignorancia - y que conste que no me excluyo de este grupo-. Aunque yo tengo claro que no la tengo, no soy como creen muchos “un taurino que sabe mucho de toros”. Sólo me considero un aficionado que sí sabe cómo le gusta que se hagan las cosas en la plaza, fuera de la plaza, al prepararse los carteles, al criarse los toros en el campo y hasta cómo me lo cuentan los sabios del toreo.

Se me hace muy difícil digerir las opiniones de gran parte de la prensa especializada, cuando de una faena mentirosa y llena de trucos, me quieren hacer creer que ha sido una faena “para aficionados” y, en cambio, otras en las que el torero se ha jugado la cornada en el muslo ante un toro de verdad, me cuentan que no ha estado tan sublime como Joselito con los seis de Vicente Martínez en la segunda década del s. XX.

Hoy parece que se valora más el arrimón ante un toro ya parado de por sí, que ponerse a dos o tres metros, adelantar la muleta, sin estridencias de contorsionista, esperar la arrancada, embarcar la embestida, pasárselo muy cerquita llevando al toro toreado y darle la salida rematando el pase atrás, quedándose colocado para el siguiente y así una y otra vez, hasta que el propio toro obliga a que se cierre la tanda con el de pecho. Así de fácil ¿no? Lo malo es que de esta forma los toros cogen más a los toreros, pero para eso también tenemos la coartada preparada: si le cogen los toros es que no es buen torero. Lo dijo Blas, punto redondo. Pobres los Joselito, Manolete, Granero, Antonio Bienvenida y tantos otros, que cayeron por “no ser buenos toreros”. Y otros que, aunque no dejaron su último suspiro en el ruedo, salieron demasiadas veces en brazos de peones, monosabios, areneros, y muchos más, tapando con sus manos las bocanadas de sangre que salían de las heridas, que para esos matadores de toros eran el orgullo de su profesión.

A mí me queda el consuelo de intentar plasmar sobre el lienzo o el papel la forma de torear que me gustaría ver unas cuantas veces por temporada, esa que aprendí desde pequeño, cuando mi padre me decía: “No eches la pierna atrás” o “ya no agarra nadie la muleta por el centro”, aunque luego corregía la frase diciendo: “Por el centro justo no, un poco más atrás, así, como la cogía Pepe Luís”. Y yo toreaba y toreaba con mi muletita y mis lápices de colores, sin saber quién era Pepe Luís, Manolo González o Pepín Martín Vázquez, pero al Viti sí, a ese sí le conocía desde muy pequeñito.

Y dicho esto, dejemos que el tiempo siga corriendo y que la verdad acabe imponiéndose a la trampa, pero eso ya parte del camino que hay que seguir recorriendo. Un saludo a todos.

La Fiesta de las Olimpiadas dejará huella

¿Sería "El Gallo" el precursor del toreo en la playa?


Llevo tiempo pensando, dándole vueltas y más vueltas a eso de que asignen a Madrid para organizar los Juegos en el 2020. Si esto me lo preguntan hace años, no tendría ninguna duda y estaría deseando ver a los mejores atletas del mundo pasearse por mi barrio. ¿Se imaginan ir a tomar un helado y que Hussain Bolt se acabara todo el bidón de chocolate? Menuda faena, pero si es Bolt, merece la pena. Pero ahora mismo no veo más que negros nubarrones y fantasmas amenazantes.

Aparte de que me pueda parecer una chapuza, el momento menos oportuno o una sarta de parches por parte del Ayuntamiento de Madrid, hay una cosa que no para de berrearme. En su momento salió la señora alcaldesa afirmando que el baloncesto tendría su sede en la plaza de toros de Las Ventas. Qué bonito y cuánto tipismo, ¿verdad? Pero claro, lo que dejan ahí en una nebulosa es que los “señores de los anillos”, de los cinco anillos, exigen que el recinto esté cubierto y seguro que puestos a pedir, no permitirán que los aficionados estén encajados entre si, tal y como están los que puedan llenar la plaza en una corrida de postín en mayo. Como idea de base, ambas opciones parecen magníficas, cubrir la plaza y hacer más confortables las localidades, pero la pega reside en el cómo. Ahí es cuando se empieza a liar la madeja. Si se busca el confort, parece lógico que habrá que sacrificar aforo y si esto no fuera así, habrá que emplear tiempo en unas obras de magnitudes poco previsibles. Pero ¿Y la cubierta? Todavía los hay que escuchan la palabrita y se llevan las manos a la cabeza, pero para taparse, no vaya a ser que se lleven un telonazo en plena coronilla. Que el numerito de este invierno ha sido como para pensarse hasta meterse debajo de un paraguas. No creo yo que vayan a llamar a los mismos de la otra vez, aunque todo es posible estando de por medio la Comunidad de Madrid, Taurodelta, el Centro de Asuntos Taurinos y los políticos con mando en plaza, esos que dicen defender la Fiesta a capa y espada, siempre que aquella no se les enrede entre las piernas.

Tampoco creo que los “señores de los anillos” traguen con cualquier cosa, pues durante esos quince días de competición quieren que salga todo a pedir de boca, luego a toro pasado, da lo mismo que se descubran compras de votos, cohechos, casos de doping o que una súper campeona de la RDA ahora sea un hombre y se llame Andreas. Pues bien, si se cubre la plaza con garantías, como en el caso de un proyecto presentado a la Comunidad de Madrid allá en los 90, que permitía cubrir y descubrir la plaza en pocos minutos, gracias a un sistema muy similar al diafragma de una cámara de fotos clásica, sin suponer ningún daño estructural o estético al edificio de la plaza, se necesitaría un año de trabajos, haciendo imposible los espectáculos taurinos durante ese tiempo. Y si a ello unimos que lo más probable es que el año de los Juegos no se permitiera dar a la plaza el uso para el que se construyó, puede que nos encontremos que la temporada taurina de Madrid se suspendería al menos durante dos años. Dos años, que pueden ser mortales para los Toros en Madrid, tal y como entendemos ahora mismo este espectáculo. Se abriría la caja de Pandora y de repente eliminaríamos el hábito de algunos de ir a los toros, el aficionado harto se alejaría de la plaza obligado, pero puede que con la excusa perfecta para abandonar definitivamente esta afición. Y los claveleros, pues a lo mejor hasta se sienten más cómodos en el tenis, en la hípica o en un palco en Chamartín o en el Estadio Olímpico. Todo dependerá del sitio donde pongan mejores canapés.

Me dirán que todo esto son elucubraciones mías y estoy absolutamente de acuerdo con quien piense esto, pero hay una cosa que me escama, ¿por qué la señora alcaldesa de Madrid no aclara de una vez cuales son los pasos a seguir en este caso, los plazos de ejecución, si será posible la celebración de festejos, si la temporada será viable, si continuará San Isidro… Y la Comunidad de Madrid, antes presidida por doña Esperanza y ahora por don Ignacio, la propietaria del coso, no dice esta boca es mía. Ellos callados como muertos, sin aclarar nada. Pero por el camino van dejando las huellas de sus intenciones, que hasta el momento se han podido frenar. Lo de la chapuzatapa respondía a un intento de convertir este edificio en la sala de conciertos más grande de Europa, se abortó un plan que pretendía sustituir a gran parte de los trabajadores de la plaza por mozas y mozos esbeltos y bonísimos ellos, incluyendo algo tan específico como los areneros, que no voy a decir que sean imprescindibles y que no haya nadie que pueda hacer esa labor, pero, como dicen los modernos, tienen un “Know how”, un conocimiento de su tarea, que otros ignoran. Y con todo este guirigay, se dejaría todo en manos de la Warner, para que dispusiera de Las Ventas de acuerdo a sus intereses. Yo te dejo este muerto, tú haces lo que te dé la gana, si quieres dar toros los das, que para eso están estos arruinadores profesionales de Taurodelta y de lo que saques me das una parte y aquí paz y después gloria.


Que me perdonen los señores de Taurodelta, esos que tantos desvelos padecen a causa de la plaza de la calle de Alcalá, el primero de ellos ver la forma de quitarse de en medio esa molesta temporada que les hace trabajar para cada domingo y festivo de finales de marzo al 12 de octubre, con lo que a ellos les facilitaría las cosas hacer una feria de 70 festejos basura con obligada adquisición del abono so pena de perder los derechos sobre él. Lo mismo hasta pretenden integrar Las Ventas en un tour deportivo, que viendo el estado del ruedo en estos últimos festejos, podría perfectamente tratarse del de Volley Playa o Fútbol Playa. Hasta ahora el de novilladas Playa no está siendo demasiado exitoso, pues no es lo mismo ver a unos señores vestidos de luces y a unos novillos enterrando la pezuña en semejante arenal, que ver a una pareja de brasileñas y otra de suecas en “top”, luchando por la victoria mientras se rebozan en la arena como “crocretras” caseras. A ver si alguien nos explica algo, más que nada para que el aficionado no empiece a darle vueltas a eso de cambiar los turnos en mayo para poder ir a los toros, aunque qué tonterías dice uno, si para entonces igual no hay nadie que tenga trabajo. Nos manejaremos todos en esa economía sumergida en la que el principal objetivo sea sablear a los turistas llevándoles al bar de un colega a comer, vendiéndole camisetas, palos del campo como antigüedades, haciendo de guías clandestinos cobrándoles 100 € por cabeza por enseñarles la Plaza Mayor y otros 100 € por no llevarles a un lugar oscuro y peligroso. Que viva la ilusión y la esperanza, porque seguro que “La Fiesta de las Olimpiadas dejará huella”.

viernes, 26 de julio de 2013

Diccionario de términos taurinos (I)

Abanicar


En estos días ha caído en mis manos una obra de la que no tenía noticia, ni tan siquiera en las bibliografías taurinas, ni por referencias, pero que puede resultar de interés para los aficionados al toro. Según parece, su creador fue el doctor en Filología Semita y de las Lenguas Muertas del Cáucaso y Montes limítrofes, don Carmelo Comí Maduro. No puedo dar demasiada información sobre este autor, pues las referencias que he encontrado son escasas y ambiguas. En unos textos se habla de su origen en la colonia portuguesa de Macao, donde nació de forma accidental durante un viaje de placer que su madre emprendió once meses atrás, en compañía de su preceptor espiritual, el padre Marcial. Pero por cuestiones que no vienen al caso, se crió en un internado de niñas que dirigían unas monjas, siendo el único varón entre tanta doncella, por lo que pronto se dio a conocer como el “Niño de las Monjas y de las niñas de estas”.

Pronto destacó en lo que luego serían sus grandes pasiones: las lenguas… muertas, lo que alegraba sobremanera a sus compañeras de internado e incluso a algunas novicias, y su afición a los toros, la cual se manifestó de forma arrolladora con esa costumbre de fumar puros, tomar licores, discutir de todo sin saber de qué se discutía, comiendo pipas a todas horas, caminando con un contoneo carnavalesco como imitando a los toreros e inventándose historias de toros y toreros inexistentes, pero que él aseguraba haber sido uña y carne con ellos, incluidos los toros. Hoy podremos contemplar una primera parte de su magna obra, Diccionario de términos taurinos ad limitum et ad exordium vitae circenses, que no quiere decir nada; y así les evito el esfuerzo de ponerse a traducir del latín, lengua que sólo consiguió aprobar en la Universidad a base de cebar con dulces y yemas de la Santa a la señora catedrática, doña Máxima Alba Perpétua.


-          Abanicar: Manera de mover los engaños delante del toro, para darle aire y mitigar el ahogo y el cansancio que le ha provocado desplomarse en la arena como un fardo. No obstante, a pesar de la bochornosa situación, el maestro puede adornarse u ponerse todo lo cañí que le venga en gana.

-          Abanto: Pasota, como si la cosa no fuera con él, escapando constantemente durante la lidia al lugar más inoportuno del ruedo, siendo un rasgo muy característico de toreros modernos y que se creen figuras. También se aplica al toro que escapa, que parece que sale espantado de todo asomo de pelea, incluso durante la ejecución de las suertes, saliéndose de estas antes de tiempo.

-          Abrevar: Lo que va a hacer gran parte del público que puebla las plazas de toros, armado de su cubata, cerveza de lata o bota con vino de la tierra. Además se hace imprescindible el bocata, que deberá ser convenientemente exhibido ante los compañeros de localidad.

-          Abreviar: Algo que los toreros no saben qué significa, pues no entienden que una faena no alcance las 15 docenas de trapazos. Sólo se atreven a abreviar los que se enfadan con el público que le protesta y en algunos casos hasta se encaran con él, le ofrecen bajar al ruedo a enmendarle la plana, le ofrecen unas gafas para que vea mejor lo que no parece percibir desde el tendido, además de cualquier otra lindeza que emane del genio de los toreros.

-          Abrochado: Una gracia que poseen los toros finos, bonitos, guapos de cara, como le gustan a taurinos y maestros, pero que no todo el mundo sabe valorar. Lo que más suele abundar no es el toro abrochado, sino el “abrochaíto mu bonito”, aunque uno no sabe explicar la diferencia.

-          Acapachado: Armónico, pero un tío, según la jerga taurina, antónimo de veleto, que suele ser “cornalón y destartalado”, según los mismos intérpretes.

-          Acaramelado: Tan dócil y suavón, tan noblote él, que dan ganas de darle una chupadita, porque seguro que sabe dulce como los caramelos de la Viuda de Solano, pero sin perjudicar la dentición. También dicen que son los pitones de color caramelo, con un tono más oscuro hacia la punta.

-          Acarnerado: Cuando el perfil de la cabeza del toro presenta una línea convexa, recordando al de un carnero. Y también cuando el conjunto resulta familiar entre las cabras, aunque strictu sensu esta aplicación no es del todo correcta.

En próximas entregas iremos acercando el trabajo de este doctor, de este sabio de las palabras, malabarista con el poder de la lengua.


miércoles, 24 de julio de 2013

Seguimos con los encastes, pero sin ganaderos

Los Urcola casi están en el limbo y su presencia en las plazas es más que extraordinaria, pero, ¿podría cambiar esto?


Una de las peleas que con más énfasis e ilusión mantienen los aficionados, los toristas, según unos mamertos que se creen que así ofenden, es la de la conservación de los encastes a costa de lo que sea. Hasta ahí no puedo esta más de acuerdo, incluso pienso que no hay otra opción posible, pero partiendo de este punto, creo que es necesario seguir andando el camino. En una ocasión un aficionado, y no incluyo lo de bueno o buenísimo, pues decir aficionado ya es mucho decir, don José Olid, que conoce la genealogía taurina como nadie, me cogió del brazo y me dijo: “El problema llega cuando los ganaderos creen que tienen algo”. ¿Pues vaya! Claro que tienen, un tesoro genético, dirán algunos. Y no es del todo falso, pero también encierra una trampa que propicia el inmovilismo y cierra cualquier puerta a una posible evolución. Luego, dependiendo de quien sea el qué la impulse o de la manera en qué lo haga, esta puede ser beneficiosa u otro cáncer más para la Fiesta.

¿Qué hubiera pasado si hace un siglo y algo más, los señores ganaderos hubieran pensado igual? Puede que en aquellos tiempos tuvieran un ideal por el que trabajar, además de la afición para meterse en camisas de once varas. Sí es verdad que hubo ganaderos que no sentían tanto el afán de criar toros, pero al final tampoco aguantaban demasiado. Pero la norma era que siempre se encargaba de las vacadas alguien atrapado por el toro, bien el marido de una rica heredera, la mujer de un ocupado hombre de negocios con mucho dinero, hermanos, cuñados, potentados aconsejados por toreros y hasta criadores de manso que se decidieron a cruzar a la otra orilla del río.

Parece fuera de discusión que hay que mantener las bases, la materia prima con la que poder conseguir bravura, fiereza y sin perder una gota de casta, aunque quizá lo más correcto en este caso sea intentar recuperar lo perdido, si esto es posible. Pero son excepciones los que se atreven a hacer de alquimistas de la bravura y los que se meten a ello, más que alquimistas parecen el doctor Bacterio, cogen un óvulo fertilizado y se lo implantan a una vaca mansa, como en su día parece ser que hizo Álvaro Domecq, pero esto más parecía dirigido a favor de la cantidad, que no de la calidad; y así pasa, que tenemos macroindustrias ganaderas de borregas espasmódicas. Otros se atreven a enganchar un charolés y cruzarlo con una vaca brava, que no sé yo si esta práctica viene de lejos y en especial en esas factorías de toros para figuras, porque viéndolos en el ruedo, dan toda la pinta de haber nacido para ser filetes.

Pero no todo van a ser ocurrencias fruto de una curda de rebujito, también podría haber intentos serios para conseguir un toro serio, bravo y encastado; fíjense que en ningún momento he usado la palabra nobleza. Quizá debería hacerlo, pero es que en la actualidad, a uno le da tanta alergia como un bosque de arizónicas y gramíneas en el salón. Quizá Victorino y familia han sido de los últimos que hayan arriesgado en eso de los cruces, aquello de Monteviejo, que no cuajó, el amago de lo de Urcola, pero todo parece haber quedado en nada, entre otras cosas por el poco apoyo de esos aficionados ancastófilos y que nos creemos el colmo del purismo. Todo progreso ha necesitado de la prueba y el error para seguir buscando y llegar al éxito. Pero cuidado, que lo que se ha conseguido con los Juan Pedro, para mí no es ningún triunfo, más bien es detenerse en el fracaso e insistir en él, una y otra vez, extendiéndolo por el campo bravo, cómo la peste con las ratas. Si bien es verdad que muchos ganaderos llevan años empleando todas sus fuerzas en recuperar lo que tenían, quizá se hayan cerrado demasiado en si mismos, precisamente por lo que comentaba al principio con la teoría de José Olid, que se creían que tenían algo.


Espero no ser crucificado por lo dicho hasta ahora, especialmente por los amantes de los encastes inmovilizados, pero, ¿no estaría bien que los señores ganaderos abrieran más sus mentes y que hubiera ciertos movimientos de ganado entre las fincas? Seguro que muchos de los nuevos ganaderos, esos que se han comprado los Juan Pedro por kilos y esperando ser reconocidos y entrevistados en la tele, lo mismo hasta se atreven a cruzar sus animales. ¿Qué pasaría si echáramos un semental de Santa Coloma a unas vacas de Núñez del Cuvillo? Puede parecer descabellada la idea, pero… Que ya se sabe que en esto del toro dos y dos son lo que la naturaleza quiera, que lo mismo cogemos el semental y vacas más bravas del mundo mundial, y nos salen borregos de machos y alimañas de hembras, pero ya no me voy a meter en más líos, pero pensemos que además de conservar, también se puede evolucionar. Incluso, hasta se podía pedir ayuda al Estado para lo primero y soporte para lo segundo, en lugar de dinero para los señores taurinos.

viernes, 19 de julio de 2013

¿Qué sentido tiene todo esto?

¿Y si ni tan siquiera hubiera existido el toro? ¿Y si fuera otra ilusión?


Cada vez que un aficionado tiene que apartarse, que nunca diré que abandona, si acaso más bien le echan, se me plantea la misma cuestión, ¿qué sentido tiene esta pelea? Incluso entre unos y otros nos damos fuerza diciendo que los que están prostituyendo la Fiesta no pueden ganar, no se pueden salir con la suya, pero en conciencia creo que al final perderemos todos. Estos buscan soluciones que a lo máximo que llegan es a orbitar sobre el problema, sin atacar nunca al núcleo de la cuestión; que si rebajas en las entradas de los jóvenes, que si llevar a los niños a torear de salón, que si cardos, que si flores, pero ni se plantean eso de volver al toro en su integridad, ni recuperar la verdad del toreo, aunque para muchos interesados no haya habido un momento tan glorioso como este.

Todo magnífico, pero uno va viendo como son acosadas y expulsadas todas las opiniones disidentes y que no cantan las glorias de la oligarquía taurina, bajo pena de ser considerados amargados, rencorosos, reprimidos, ignorantes, antitaurinos, estúpidos, ciegos o dementes que esperan y desea volver a los valores de un pasado del que fueron testigos, pero que ahora parece que nunca existió. Lo que nos faltaba, locos; lo que tampoco creo que ande muy lejos de la realidad, porque quién si no unos dementes podrían aguantar todo esto. Ahora resulta que la afición crítica es la gran culpable de todo este desbarajuste, porque no exige con la contundencia debida, que el toro y el toreo dejen de ser una patética caricatura de lo que debe ser. Pero ¡ojo! en el momento en que alguien levanta la voz van corriendo a llamarle maleducado, reventador…, en fin, esa larga lista de “elogios” tantas veces escuchada. Entonces, ¿en qué quedamos? Si la buena afición es la dócil, la triunfalista, la que aplaude un desarme, un pinchazo, un bajonazo, un trapazo o un desplante al público, al que paga, el que mantiene las fincas de todo el mundo. Díganme si no es para volverse tarumba. Unos dicen que hay que protestar al final de la faena, otros que en casa y seguro que algunos pensarán que el último día del año tomando las uvas. Todo esto me parece absurdo, estúpido y un sinsentido.

Creo que ya he visto muchos aficionados, muchos de ellos blogueros, a los que han expulsado estos consentidores del fraude, intransigentes con la verdad, innovadores de la trampa y extremadamente agresivos con la libertad de opinión. No respetan ni a los muertos y ahora, años después de su desaparición, se envalentonan con don Joaquín Vidal y don Alfonso Navalón, será cuando ya tienen la seguridad de que no volverán para darles una colleja y un tirón de orejas. Les consideran los padres de toda esta corriente crítica que tanto les molesta.

Qué envidia siento de esos que han dicho hasta aquí, ahí os quedáis con vuestros torillos, vuestras figuras fraudulentas, vuestra prensa del movimiento, los aduladores profesionales y los censores oficiales que a tantos quieren callar. Envidia y unas ganas terribles de imitarles. Y no es la primera vez que he dicho que hasta aquí hemos llegado cuatrocientos en cuadrilla y si quieres que nos quedemos, saca cuatrocientas sillas. Pero por otro lado tengo la sensación de no tener libertad para hacerlo y cada vez menos. Hubo un momento en que me despedí definitivamente, en otro me daba un descanso, pero al final uno vuelve, ¿por qué? Vaya usted a saber. Leo como unos comentan las ganaderías para tal feria, que ya han salido los la Feria de no sé donde, pero siempre son los mismos. Bien es verdad que los hay que disfrutan hablando de ellos, pero no hay novedad posible. Mil veces que repartas cartas jugando al tute, al final solo pinta en oros, copas, espadas o bastos, no hay más. Podrían salir también diamantes, tréboles, picas y corazones, pero para eso hay que echar mano de otra baraja. Y en el toreo pasa lo mismo, siempre se juega con la misma baraja, que por otro lado tiene toda la pinta de estar marcada.


Pero nada, sigamos pensando en un bien universal que todos perseguimos, sigamos pensando que esta basura la recogerán algún día y la llevarán al vertedero, que las utopías son posibles y que no hay mal que cien años dure, pero uno de momento se queda con eso de que un tonto hace ciento y seguirá pensando, ¿qué sentido tiene todo esto?

martes, 16 de julio de 2013

Airada protesta de grupos antitaurinos

Pobres antis que pierden su sitio


“Ya está bien, esto no se puede aguantar, han llegado demasiado lejos, han sobrepasado todas las líneas que marcan la educación, el decoro y el buen gusto. Callamos después de lo de Valencia, de Sevilla, Madrid y ahora lo de Pamplona ya ha sobrepasado todo lo permisible. Por nuestra parte rompemos cualquier posibilidad de diálogo, todos los posibles canales de comunicación y no dudaremos en cargar contra todos los estamentos de este espectáculo bochornoso, ganaderos, empresarios, profesionales, medios de comunicación y aficionados”. De esta forma hablaba la cúpula de los colectivos antitaurinos más beligerantes, con las caras desencajadas, abrazando papeles desordenados, casi sin mirar al frente y móvil en mano para informar de la situación que, según ellos, ha sobrepasado todo lo admisible por su parte.

No obstante, en este clima de crispación extrema, uno de los rostros antitaurinos más conocidos y que más proselitismo de la causa viene desarrollando en los últimos tiempos, tras reposar unos minutos y serenarse con una botella de agua que fue consumiendo a traguitos cortos, pero muy seguidos, se decidió a conversar con quienes esperaban a la puerta de la sala de reuniones, pero con la condición de que no se desvelara su identidad. Realmente su imagen y el tono desgarrador con que dejaba escapar sus quejas, partían el alma a cualquiera que hubiera contemplado aquella escena. “Nos desprecian, no creo ni que nos consideren seres humanos, ni mucho menos caen en la cuenta de que tenemos familia, incluso muchas de ellas dependen de nuestro trabajo”. “Pero, ¿qué ha ocurrido?” Preguntó uno de los presentes. Y ahí, definitivamente se abrió la caja de los truenos.

“Díganme ustedes, ¿cuál es nuestro papel en esto de la Fiesta de los Toros? Hemos quedado reducidos a la nada, nuestra lucha es un tremendo sinsentido, ellos, sí, ellos, han usurpado nuestro papel, Es un caso patente de intrusismo, se han apropiado de nuestros sentimientos, ellos solos se están encargando de acabar con la Tauromaquia, con el toro de lidia, con la afición, con el arte, con la cultura, en lugar de defenderla, la están aniquilando. Por un lado nos arrebatan nuestra forma de vida, eso por lo que llevamos años luchando, en lo que pusimos todo nuestro corazón para ser los que definitivamente enterraran esa barbarie de los Toros. Y miren, miren, ¿creen que hay derecho a que hayan vaciado los tendidos de las plazas. Que si la crisis, ¡Una mier…! Perdón, perdón, me hacen perder la compostura. Ahora resulta que nosotros no tenemos nada que decir en este declive manifiesto de este espectáculo. Bien es verdad que tengo que reconocer la inestimable ayuda de los que crían el toro, que se han esmerado en crear un zambombo fofo y bobón, que no emociona a nadie, que cuando sale a las plazas da más pena que miedo, despanzurrado en la arena y pasando las de Caín para mantenerse en pie. Si ya ni se les puede picar. Ya me dirán, si no se ve sangre, ¿cómo convencemos a posibles futuros antitaurinos de que es una sangría?”

Escuchando esta exposición, la verdad es que uno no sabía si hacerse socio de ALBA o si invitarle a una de las novillas made in Taurodelta, pero menos mal que me estuve calladito. “Y ahora Taurodelta, como no ha tenido bastante con esas basuras de ferias, con la última que ha parecido una pasarela de mansos y sin llenar la mayoría de las tardes, sigue dale que dale con los ciclos esos de novilladas que espantan a todo el mundo, menos a los guiris. Que éramos nosotros los que teníamos que sacar al público de los tendidos. O miren lo de Pamplona, ese toro rodeado de mozos y que se queda ahí apocado, ¿pero quién se atreve a decir que eso es una carnicería en la que se maltrata al toro?, si sólo faltó que jugaran a la gallinita ciega. Pero lo peor de todo es cuando uno llega a casa y cruza la mirada con sus hijos, con su mujer y ve en sus caras una expresión de lástima, lástima por el que ya no vale para nada, por el que ha sido despojado del impulso que le hacía levantarse cada mañana ¡Acabar con las corridas de Toros! Por si fuera poco, también hay que aguantar a la gilipuertas de la cuñada cuando te dice: ¿Y lo que te vas a ahorrar en cadenas y candados, en pintura roja y en pancartas? Así ya no tendrás que ponerte más en pelotas delante de una plaza y podrás dejar de estar obsesionado por la línea, ya hasta podrás decir que no eres vegetariano, que te gusta el lomo embuchado y la panceta y los bocatas de chistorra no tendrás que comértelos escondido en los baños de los bares. Será hija de p… Y esos taurinos que son una panda de zoquetes, pero que en diez o quince años habrán liquidado todo esto, no dejarán ni rastro y nosotros en décadas sólo hemos conseguido que Alaska y Pilar Rahola se declaren de los nuestros.”


Aún estoy conmovido por esos hombres y mujeres que llevan años de lucha y que ven como los Taurodeltas, Moleses, Pluses, Matillas, Pereras, Julis, Castellas, Manzanares, figuras aspirante, emergentes y aparentes; presidentes generosos con isidros de autobuses llenos; los que se han puesto; los de la merienda en el tercer toro que también se ponen, las botas; los del baja tú, payaso, del Bieeeejjjnnn torero y del vámonos niño, este va a ser; los de los toros artistas y colaboracionistas, del animal chico y recogidito, que son los peligrosos. Estos se van a llevar el honor de aniquilar los Toros y no los antitaurinos, pero lo peor de lo peor, es que esa es la triste realidad, que si de demoler la Fiesta hablamos, donde haya un buen taurino, que se quiten los antis, aunque les duela.

jueves, 11 de julio de 2013

Toros artistas en la Pamplona Fashion Week

Que no todo es jolgorio en los Sanfermines


Antes era costumbre celebrar encierros en Pamplona una semana al año, siempre por el mes de julio, en los que el toro corría por las calles en pos de los aguerridos mozos que tenían el cuajo necesario e imprescindible para templar la carrera que les llevara Cuesta de Santo Domingo arriba. Mercaderes, Estafeta, Telefónica, hasta la plaza de toros. Pero la modernidad y el glamour, con su bella cara y agrietado espíritu también han llegado a la capital navarra. Sin hablar de la ignorancia, que lo mismo se enseñorea por el las calles por donde pasarán los toros, que a cientos de kilómetros en los comentarios de los expertos en encierros.

Da gusto ver a esos Adonis rubicundos elegantemente vestidos como para lucirse por Saint Tropez, con el imprescindible pañuelito al cuello. Con su terno “de durse” se les ve dar saltitos distraídos, sin saber donde ponerse para esperar a la manada, quedándose con cara de bobo que no se entera cuando un lugareño les hace alguna indicación, pero ellos dicen que sí con la cabeza, como si se enteraran. Tan integrados se sienten, que van con su cuadrilla de siempre, los amigotes de Wisconsin, de la hermandad Alfa de YALE, los Omega Plus de Harvard o el Yatching Club de Remeros de un pueblo pegadito a Cambridge. Y luego pasa lo que pasa, que uno decide que se junten en la curva que encara la calle Estafeta, porque allí es donde mejor se ve pasar a los toros. Y allí que están los policías locales empujando a una masa de “aficionados de toda la vida” para apartarlos y hacer sitio a los toros, que no es que estos no sepan abrirse camino, pero lo hacen a su manera. Y también están los que no acaban de aclararse muy bien en que esquina han quedado con los de su cuadrilla, en la curva de la Estafeta, en la parte derecha, ¿pero tu derecha o mi derecha? No, la derecha según se sube ¿Pero según se sube para arriba o según se sube para abajo? En esto que llega un colega por detrás, les vacía un pack de Don Simón por la cabeza, todos se ponen a dar voces y un poco pasadas las ocho, ves a dos gilipollas esperando a los toros apoyados en el tablado sobre el que cada mañana, año tras año, se estrellan los toros sin poder evitarlo.

Pero No solo hay rubios pegando brinquitos con cara de ”Oh, mai goz”, también hay rubias de cortos pantalones, corta camiseta y larga curda, que de la mano pasean sonriendo por el recorrido, cogiditas de la mano y sin poder caminar derechas, cuando no lo hacen cogidas a un espabiladete que quiere confraternizar con otras culturas. Aunque no querría yo que nadie piense que sólo los guiris estorban más que una suegra en la Luna de Miel, también están los zopencos patrios, esos que dominan esto del toro a la perfección y que con toda la autoridad que su afición les permite, no dudan en agarrarse al lomo de los toros, como el que se agarra al pescante del tranvía; y para que se les vea bien, no dudan en ponerse la camiseta de su equipo, el Aleti, el Valencia, el Madrid, el Betis, el Barça, siempre hay una camiseta que destaque entre tanto blanco y rojo y que cumple a la perfección la función de identificar a los “expertos”.

Si hay algo que caracteriza a estas fiestas, es la hospitalidad y esa capacidad ilimitada de acoger a todo el mundo que ofrece Pamplona y tanto es así, que hasta las borregas descastadas tienen el paso franco en los Sanfermines. Si antes lo habitual era ver el toro por las calles, ahora, al igual que los guiris deudores de Hemingway, se pasean por la estafeta como por una pasarela de moda, también lo hacen esos animalillos que no sé si se les puede llamar toros sin ofender a los que durante décadas les han precedido. Los de Alcurrucén, Torrestrella, Valdefresno, el Pilar o Victoriano del Río pueden servir para que la gente se haga la ilusión de estar viendo toros. Ya se sabe, hay que abrirse a la novedad. Incluso hasta batirán el record del encierro más veloz; temblando estarán los Jandillas, ellos siempre rápidos como centellas. Y si alguno se queda petrificado entre la masa de candidatos a correr y ser revolcados en el encierro, no pasa nada, eso es un síntoma evidente de la nobleza y buena educación de las reses de nuestros días. Pobre animal, no sabía si arrancarse a los bellezones nórdicos o si dejarse montar para hacerse una foto de recuerdo. estos son los que luego en la plaza mantienen el tipo y se siguen aguantando las ganas de embestir y de comprometer a los de las medias rosas. Pero entiéndanlos, si durante todo el año se van arrastrando indignamente por esas plazas de Dios, cabreando a todo el que paga su entrada, no iban a ser menos con la afición pamplonica.


Quizá alguno saque la conclusión de que uno infravalora y desprecia esto de los Sanfermines, los corredores, el toro, la tradición, la fiesta y el que durante una semana esta ciudad se abra a todo el mundo. Ni mucho menos. Más bien todo esto es lo que a uno en particular le hace valorar mucho más lo que es esta fiesta. A veces ocurre eso, que viendo lo malo y lo frívolo, aprendes a apreciar en mayor medida lo auténtico y lo que tiene valor. Entre tanta curda hay unos señores y señoritas, aunque pocas, que descansan y se levantan para correr el encierro en las mejores condiciones, que en la calle saben que no todo vale, que el toro es lo primero y que allí existe un peligro cierto y verdadero, que tanto da que hacer al santo Fermín, echando capotes a diestra y siniestra, porque cuando el toro está presente, la cosa se pone muy seria. Cuando oigo hablar de los encierros siempre se me vienen a la cabeza las palabras de un corredor, al que al finalizar un reportero le preguntaba si había sido emocionante la carrera. La respuesta no podía ser más lógica, en todos los encierros hay emoción. Puede que sea esta fiesta uno de los reductos de esa emoción asegurada, que antes siempre aparecía con el toro. No sé si será lo más acertado el detenerse en lo accesorio y superficial de los Sanfermines, pero lo que sí tengo claro es que a muchos nos hace desear todavía más, la autenticidad y verdad de los encierros. Lo de la fiesta, las charangas, las estupendas comilonas, la diversión, la lujuria y la locura, por supuesto, que no falte, pero si no mezclamos, mucho mejor, aunque sea por respeto a tantos que se toman el toro muy en serio. 

lunes, 8 de julio de 2013

Doctor, soy una figura, ¿es grave?


La soledad de una figura

Gracias a la incursión privada en la Sanidad pública han salido a la luz varios casos de lo que parece una enfermedad psiquiátrica desconocida. A continuación transcribiré con toda fidelidad la conversación mantenida entre un paciente, profesional del toro, para más señas, y el doctor Matías Soregveignssen, descendiente del famoso profesor
Soregveignssen, quién se estableció en España allá por los años cuarenta, desarrollando aquí su exitosa carrera médica, escrutando los rincones no desvelados hasta entonces, del cerebro humano.

La consulta a la que nos referimos tuvo lugar en una clínica pública con gestión privada de salud mental, de la Comunidad de Madrid, ubicada en la calle de Alcalá de Madrid, allá por el mes de mayo.

-          Doctor, soy una figura, ¿es grave?
-          No sé, así sin estudiar su caso, me resulta difícil dar un diagnóstico acertado. ¿Cómo ha llegado a esta conclusión?
-          ¿Cómo? ¿Es que no se ha dado cuenta de que soy un artista? ¿No ha sentido cómo se le erizaban los vellos al estar cerca de mí?
-          ¿Eh? Sí, sí, claro, por supuesto, incluso antes de entrar aquí, pero dígame la forma en que esto le afecta a usted.
-          Pues que de repente, siento una necesidad irrefrenable de retorcerme así para un lado, teniendo que estirar mucho el brazo, como si quisiera coger el infinito.
-          Curioso, ¿y algo más?
-          Pues claro, ¿qué pasa, que no se da cuenta de lo difícil que resulta retorcerse y estirarse al mismo tiempo? Seguro que usted ni tan siquiera se ha puesto, pero claro, como está frustrado y no le hacen caso en casa, viene aquí a decirme como me tengo que estirar, ¿qué pasa? ¿Qué usted sabe más de retorcimientos que el que se retuerce todos los días?
-          No, no, líbreme Freud.
-          ¡Ah!
-          ¿Algo más?
-          Sí claro, que me tengo que retorcer muchas veces seguidas e incluso doblar así la cadera, sacando el culo para afuera y echando la pierna del brazo estirado, muy para atrás, todo lo que pueda.
-          ¡Ufff! ¿Y no se cae de morros?
-          ¡No! ¿No le he dicho que soy un artista?
-          Claro, claro, perdone.
-          También me pasa que cuando veo algún animal, siento una fuerza dentro de mí que me empuja a cambiar ese bicho por otro mucho más pequeño y me pongo a retorcerme delante de él.
-          ¿Para qué?
-          ¿Para qué? ¿Cómo que para qué? Porque estoy creando. Interpreto mi forma de sentir el arte. pero claro, cuando cambio esos animales por otros más artistas, por unos que colaboren, hay unos malages que se enfadan y me lo echan en cara. Unos que tampoco se han puesto. Me tratan como si yo comiera del dinero que ellos pagan para verme crear.
-          Ya, ya. ¿Y después de retorcerse?
-          ¡Huy! Después se producen unas situaciones de histeria generalizada en las que algunos, literalmente se vuelven locos. Durante los retorcimientos ya empiezan las señoras a gritarme ¡Guapo! ¡Cuerpo! ¡Te como! y más cosas.
-          ¿Y los caballeros?
-          Esos dicen muchas veces ¡Bieeeeejjjnnn!
-          ¿Bieeeeejjjnnn?
-          Sí, es bien, pero con más sentimiento, así como saliendo desde muy dentro, un bien muy hondo, ¿sabe usted?
-          Sí, claro.
-          ¿Cómo sí, claro? ¿me quiere robar una oreja? ¿Pretende convertirse en el protagonista sin serlo?
-          No, no, nada más lejos, no.
-          Aaah. Es que los hay que me tienen manía.
-          No es posible.
-          ¿verdad que no? Pues sí y me hacen sufrir mucho, pero yo les miro como con indiferencia y con cara de “Menfadao”. Eso les duele.
-          ¡Huy! Sí, ya lo creo, tiene que ser terrible.
-          Y cuando me estoy retorciendo, algunos sueltan un pitidito, pero yo hago como si nada.
-          ¿No le afecta?
-          Pues claro, ¿no ve que soy un artista? Pero yo me retuerzo todavía más, para que vean de lo que soy capaz. Y también me gritan no sé que de un pico, pero luego caen rendidos a mis contorsiones y dicen, así en voz alta y como entregados, ¡Qué emoción! Eso es que ya no aguantan más y se rinden a mi arte y a mis retorcimientos.
-          Ya entiendo, ya. ¿Usted nunca ha cultivado eso de la ironía?
-          No, doctor, yo no, mi madre puede que sí, pero lo que mejor le salen son las rosas y los geranios. Y es que tiene una mano para las plantas…
-          Muy bien, muy bien, estupendo. Y, ¿qué cree que podría hacer para que desaparecieran esas manifestaciones que tanto le molestan?
-          Meterme con animales enormes, grandes, muy grandes, como rascacielos, pero con eso no se puede crear arte.
-          No, ¿verdad?
-          Claro que no. y además quieren que me meta con otros animales feos y sin arte, unos de color así como gris, que te miran malamente mal.
-          Ya, me hago cargo.
-          ¿Tengo remedio, Doctor?
-          Pues está complicada la cosa, va a tener que poner mucho de su parte y estar dispuesto a ciertos sacrificios.
-          Lo que usted me diga.
-          Pues se va a tomar una dosis doble de Toriencastadol, que no tiene muy buen sabor, pero que le hará sentirse muy a gusto consigo mismo. Cuando crea que le va a dar un ataque de retorcimientos, se me va a relajar, si acaso al principio se puede meter por detrás el palo de una escoba.
-          ¿Por el culo?
-          No hombre, no, por la espalda, para así no poder retorcerse y en lugar de estirarse, mueva el brazo y luego gire sobre su cintura. Además, no tendrá que darse muchas vueltas, si me hace caso, bastará que repita esto 20 o 25 veces nada más. Y si el malage ese no se lo premia, no se preocupe, que no pasa nada, lo que cuenta es que usted se sienta bien con su alma torera.
-          ¿Alma torera? ¿será de figura del toreo?
-          No, no exactamente. Y no haga caso a todos los que van detrás de usted, es más, apártelos de usted, porque le harán creer una falsa sensación de orgullo, hasta puede que le estén engañando. Pruebe a meterse con esos animales grises y verá cómo va a experimentar sensaciones desconocidas para usted. Y ahora, si me lo permite, tengo prisa, es que me voy a los toros.
-          ¿Es usted aficionado?
-          Sí.
-          ¿Práctico?
-          Pues prácticamente, no. Yo voy a los toros y si no le importa, es que no me gusta llegar tarde.
-          Pues permítame que le regale dos entradas para mi próxima apoteosis.
-          No, no se moleste, yo ya tengo mi abono y voy siempre al mismo sitio.
-          ¿Sí? Al dos bajo, claro.
-          No, que va, al siete. hala. Vuelva dentro de un mes a ver cómo vamos, ¿vale? Y quítese tanta mandanga de la cabeza.
-          ¿Siete? ¿Mandanga?...


Quiero agradecerle al doctor Soregveignssen su colaboración y la promesa que me hizo de avisarme para posteriores visitas de este paciente, esperando que se recupere y que supere ese cuadro de “figura del toreo”.

miércoles, 3 de julio de 2013

De rabiosa actualidad, ¿no?

Los mejores deseos para un torero, Diego Urdiales


Lo que cuesta seguir el mundo del toro en estos meses del calor, se apelotonan las noticias y uno no da abasto, entre triunfos, triunfalismos y triunfadores, no queda cabeza para otra cosa, pero yo me he puesto como tarea entresacar algunas noticias de las que aparecen en Burladores y Mundoturbio, para que estén al tanto de todo. Algunas yo sé que no son demasiado interesantes, pero también hay que guardar las formas y hacer creer que somos ecuánimes y que vemos más allá de las grandes figuras. Con lo difícil que resulta escapar de esos embrujos de arte y empaque, ¿verdad?

-          Ya se avecina Pamplona, ya están los pañuelicos a punto para adornar los cuellos y pescuezos, los tablados libres de termitas, los guiris ya con los billetes en la mano, las botellas de cava, los parques esperando recibir a sus huéspedes y resulta que a Cebada Gago les ha pillado todo esto mirando a las nubes. ¿Cómo ha podido pasar esto? Resulta que les han echado nueve toros para atrás y no precisamente para que cojan impulso para los encierros. Parece que la modernidad también se quiere adueñar de una de las ferias que eran esperadas cada verano por tener garantizada la presencia del toro. Pues si quitamos la que nos dejó en el campo doña Dolores antes de irse y la de Miura, lo demás puede ser para echar a correr. Y así se quedaría el comentario, pero resulta que uno lee a Patxi Arrizabalaga y descubre que todo parte de una ocurrencia de Burladero, que no ha habido reconocimiento alguno. ¿En qué manos estamos? ¿Qué buscaba o qué pretendía este medio para liar este embrollo? Lo ignoro, pero lo que a uno le hace suponer no es nada bueno. Ya ven, los que deberían informar y defender los intereses del aficionado se dedican a jugar al escondite. Al menos habrá que agradecer y reconocer la honestidad y buen juicio de Patxi Arrizabalaga, que, por cierto, cuenta todo lo que ocurre en Pamplona en su blog Toros y Sanfermines.

-          Diego Urdiales ha recibido el alta tras su percance en Soria. Se le ha podido ver caminando con muletas en una foto, con un golpazo impresionante en la nariz. Ahora a recuperarse, pero sin esa angustia de ver como se pierden contratos durante su convalecencia, simplemente porque no existen. Son diferentes formas de abrirse camino, unos empiezan el año con mil contratos gracias a que están metidos en ese grupo de “imprescindibles”. Imprescindibles para los de la tele, para poder ser moneda de cambio entre empresas, imprescindibles porque no se molestan entre ellos o porque llaman la atención por ser los que más se nombran por todas partes con triunfalismos, orejas “robadas”, desplantes al público o porque son más bonitos que un San Luis. Bien es verdad que Urdiales lleva ya tiempo sin pegar el bombazo en Madrid, pero con todo el tiempo que ha pasado, este es menor que el que hace que no vemos a las figuritas torear. Me traerán el recurso fácil de las orejas, pero no señor. Y con la mayor diferencia entre unos y Urdiales. Aquellos le ven la jeta al medio toro bobalicón, al riojano le metido en la cama uno de Adolfo Martín. Puede resultar demagógico, no lo niego, pero ahí lo dejo.

-          Se prepara el número estelar en Galicia, impidiendo que los menores de 12 años accedan a las plazas de toros, demostrando más generosidad que el Ayuntamiento de Utrera, que dejó la prohibición en los 7 años. ¡Muy bien! pero que muy requetebién, que una plaza de toros no es sitio para un niño, y además por las tardes, para que se pierdan los espacios culturales de la tele, “Mujeres, Hombres y viceversa”, “Sálvame”, “¿Dónde estás corazón?, “El diario de Patricia”, “Gran Hermano 218” y otros tantos en los que los chavales pueden aprender como se trata a una chica, como una chica debe ser sumisa a lo que pida el chico, como se debe insultar a un extranjero, a una persona de otra raza, como un señor asesina a una mujer, como se burla a la ley y no pasa nada cuando se roba más de un millón y todas esas cosas tan necesarias para la vida. Total, ¿qué aprenden en una plaza de toros? Miren a los que fuimos desde pequeñitos a los Toros, que ahora estamos medio tarados y siempre cabreados. Además, ya se ha demostrado que esta es la mejor medida, la más eficaz, si se quieren eliminar las corridas en un futuro. Como muestra el botón catalán, que poco a poco fueron recortando flecos de aquí y de allá y ahora estamos en las que estamos.

-          Madrid sigue con sus novilladas, empezaron en San Isidro casi todas las tardes de feria y así siguen por todo el verano. te anuncian una de Villamarta y te la cambia por una del Puerto de San Lorenzo. ¿No me dirán que no es eso ser fiel a las tradiciones? No me extrañaría nada que Taurodelta te invitara un día a comer cordero y que acabaras comiendo gazmoños fritos. ¿Qué los gazmoños no son comida? Claro que no, pero aplicando la misma regla de tres cuando anuncian toros y nos echan gazmoños.

-          En Colmenar Viejo insisten en eso de las novilladas concurso. Que no digo yo que no sea atractivo de primeras, pero es como si los alevines del Aleti jugaran un torneo de veteranos. Si en este tipo de corridas es imprescindible conocer la lidia a fondo y las características de cada hiero, sus reacciones y la medicina aplicar en cada momento, si esto es algo a lo que no llegan muchísimos matadores de alternativa, ¿cómo esperamos vérselo a los chavales? No creo que sea necesario montar una concurso para ver a la novillería con estos hierros, bastaría con anunciarlos en festejos con Flor de Jara, Miura o lo que quieran y no servirles en bandeja de plata a los toros bodegueros, a los que por otra parte se limitan a pegarles pases, pases y más pases, sin ofrecer nada del otro mundo. Que uno no sabe qué se aprende en las escuelas, pero lo que parece evidente es que eso de la lidia debe resumirse en esa bonita frase de “cuidar al toro”.

-          Se repiten las reacciones de los profesionales del toro en contra de la cuadrilla de Javier Castaño, porque parece ser que alguien considera que se apropian de un protagonismo que no les pertenece. Puede ser y no voy a ser yo quién juzgue si son merecidas, excesivas o escasas para celebrar sus actuaciones en los dos primeros tercios, pero que se pan estos señores profesionales que tanto se ofenden, que la puerta está abierta para todos. La cosa es tan sencilla como que si todos pensaran en el que paga esto y no en el que les paga a ellos, alcanzando unos límites absurdos, quizá nos iría mejor. También podían ponerse estupendos cuando un compañero hace derrotar los toros contra el burladero, cuando pasan tres veces en falso y no clavan, cuando quien parea necesita que le pongan el toro en un punto determinado, cuando no torean a una mano, cuando pegan mil capotazos de más. Tantos motivos hay para enfurruñarse, que para uno que nos hace sonreír, déjennos que lo disfrutemos.

-          La plaza de Burgos será demolida, se ruega a los interesados en montar un negocio que se pongan en contacto con quien proceda, pues seguro que el centro comercial planeado tendrá gran afluencia de gente. O quizá el centro multiusos, el parking para cantidad de coches, un Corte Inglés, una macrodiscoteca, un restaurante chino, dos restaurantes chinos, una guardería o lo que sea será inaugurado por las autoridades que ahora se lucen en el callejón los días de feria. ¿No será esto otro golpe en los riñones a la Fiesta? Vaya usted a saber.

-          Juan Belda ha emulado a otros toreros que en su momento iniciaron su particular peregrinación hasta la plaza de Madrid pidiendo una oportunidad. Como cunda el ejemplo, puede que se monten verdaderas manifestaciones de toreros que se quieren abrir camino, nunca mejor dicho, en esto de los toros. Pero ya les aseguro que esos que se reúnen con ministros para que les pasen a Cultura, esos que van al Congreso a celebrar el voto positivo de las ILP, esos no estarán. Si acaso, emitirán un comunicado de apoyo al torero, pero tampoco lo esperen, que igual no se produce.


Y estas son algunas de las noticias que a uno le han llamado la atención. No se incluyen las de posibles cabreos de los artistas por no ver reconocido su arte en forma de despojos, pero habrá que estar atentos.