lunes, 28 de julio de 2014

Con lo que yo he sido para ti

Como si hubiera perdido a El Juli o a su Roberto, el toro busca en las profundidades de la Tierra


Ahora decides dejarme de lado, apartarme de tu destino y empezar otro camino por tu cuenta. Está bien, esa es tu decisión, la respeto, pero eso no quiere decir que no pueda borrar tantos recuerdos contigo, tantos momentos dulces, esos instantes en que te veía en la cima del mundo, yo era feliz, porque sentía que tu gloria se apoyaba en mis espaldas, en mis esfuerzos y, si me apuras, hasta en mis vergüenzas, pero valía la pena. Todo se me hacía poco si era para ti, porque tú eras mi razón de vivir. Tantas tardes susurrándote cosas al oído, tantas veces gritando al viento ¡ya, ya, ya, ahoraaaa! Y esa cara de satisfacción que vencía a tu agotamiento empapado en el sudor que brotaba de tu entrega, de esa generosidad que solo podía nacer de un ser como tú. Yo te veía como un Dios al que los ángeles se llevaban en volandas camino de la gloria.

¿Qué haré ahora sin ti? Pues seguiré adelante, porque eso es ley de vida. Quizá encuentre otra persona que ocupe tu puesto, pero no tu sitio, tú eres y serás único para mí. Ya sé que te costaba y te cuesta explicar tus sentimientos con palabras, a veces te cuesta hasta hablar, no eres un consumado orador, pero da lo mismo, tus hechos ya eran más que suficientes, con tus hechos yo ya me sentía enriquecer, tenía la sensación de estar acumulando un tesoro digno de un rey. Porque tú eres un rey, heredero de una dinastía de héroes de la antigüedad. Un ser todopoderoso y juntos podíamos dominar el mundo, nada se ponía en nuestro camino, nadie osaba hacer tal cosa, porque si así fuera, lo apartábamos desterrándolo a los confines del mundo. Nuestra fuerza iba más allá de nuestra tierra, atravesaba mares, océanos y se desplegaba en nuevos mundos, con la autoridad y decisión que solo ostentan los elegidos.

Quisieron hacerte sombra, quisieron empequeñecer tus méritos, pero no pudieron. Tú y yo juntos podíamos con todo, nuestros lazos eran tan fuertes que no había espada que los pudiera romper. Ni las palabras de los necios, ni el dinero de los adinerados, ni los argumentos de los que se dicen sabios, porque el pueblo, ciego por tu resplandor, solo obedecía a tus mandatos. Reunías a toda tu corte para anunciarles las buenas nuevas en tu trayecto, tus apariciones casi milagrosas, heroicas, sublimes, divinas. Ni finos artistas, ni dementes sin razón, ni delicados oribes, ni tan siquiera destajistas a sueldo podían acceder a tu trono.

Pero ya todo se ha terminado, tú has querido que me apee en la próxima estación, que coja mi maleta y me marche. Buscaré otra compañía, buscaré otra pareja intentando volver a sentirme rico, me entregaré sin escamotear un gramo de mis energías en esas mañanas en las se empezaba a jugar el futuro, intentaré poner mis exigencias por encima de la razón si es preciso, hasta por encima de las leyes, la honestidad y el decoro, igual que hice contigo, pero no creo que sea lo mismo y no lo será porque quien te suceda no tendrá esa fuerza, ese apoyo incondicional, hasta ciego de tantos a los que hechizaste con tus juegos malabares. Trucos que parecían casi mágicos, aunque no lo fueran, pero que embelesaba a las masas, a esas mismas que los voceros encandilaban con razones que ni ellos se creían, que ni ellos entendían, pero que deleitaban a todos.

Hasta aquí hemos llegado, esta ha sido la última etapa. Nos quedan varios puertos en los que atracar, pero sabiendo que esta vez, el final no es un punto y seguido, esta vez será un punto y final. Julián, siempre tuyo:

Rober.


PD: Con lo que yo he sido para ti

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La viuda corpórea al leerlo no va a conciliar el sueño buen tiempo.
Es incondicional del tumbatoros.
J.De La Riva.

Anónimo dijo...

¿¿Orgullo GAY'??

Anónimo dijo...

DEL ORGULLO GAY?????????