A todos, muy felices fiestas y que el año que entra nos haga olvidar el pasado, que sea como si nunca hubiera existido, aunque... |
Que no habremos escuchado una y mil veces eso de los valores
del toreo, pero quizá eso sea generalizar demasiado. Que el toreo tiene unos
valores indiscutibles y hasta ejemplarizantes para todo el mundo, aficionados,
no aficionados y mediopensionistas. Valores como el de enfrentarse a una fuerza
de la naturaleza poniendo la vida por delante, enfrentarse a un toro, al toro
íntegro, con edad, con sus defensas sin manipular, habiendo sido seleccionado
manteniendo su casta, la fiereza propia de su estirpe, un ser que impresiona,
hechiza, atemoriza solo con la mirada, la mirada de un animal dispuesto a
arrancarte lo más precioso. Unos valores admitidos por todos, por el que decide
vestir el traje de luces, respetando el rito, un rito heredado generación tras
generación que ha llegado hasta hoy. Los valores que puede encerrar la tradición,
el uso y la costumbre. Valores que respetan, hacen suyos y exigen que se
respeten los que son espectadores de todo esto; que no solo espectadores, sino
estudiosos, entusiastas pensadores, tertulianos, compartiendo su pasión de
igual a igual con todo el que quiera rendirse al toro, eje del rito, fuente de
todos estos valores.
Pero… y aquí viene el pero, una cosa son los valores del
toreo y otra los valores de los taurinos, que para entenderlos mejor, borren
todo lo anterior y así no habrá lugar ni a confusiones tendenciosas, ni a
contaminación de todo lo dicho hasta ahora, todo lo que ha hecho grande esto
del toreo, pero que estos taurinos se empeñan en… dejémoslo en no tenerlo en
cuenta. Que si empezamos por el principio, por el eje, el toro, eso es lo
primero para lo que los valores mutan en fraude. La casta, la integridad, el
respeto que debe imponer el toro y el respeto que se le exige, todo salta por
los aires en cuanto empiezan las manipulaciones. Que si una selección buscando
la docilidad, la ausencia de casta, la exclusión de la fiereza, pretendiendo
convertir al toro a un simple colaborador de aquel hacia quién han trasladado
el eje, el torero. Sus valores van dirigidos a la eliminación de todo lo que
pueda incomodar al de luces, ya sean encastes poco habituales, pitones en
puntas, exigencias de cualquier tipo. Y sus valores solo se ven ensalzados
cuando los réditos económicos son jugosos. ¡El parné! Que no quieren perder ni
un céntimo y si para ello hay que poner unas fundas a los animales, con el
evidente perjuicio para la lidia y para el toro, constituyendo en un afeitado
encubierto y legal, aunque que ilícito. Esos valores que suponen el escapar de
la verdad, el zambullirse con delirio en las trampas, en el destoreo y en la
imposición de la mentira como verdad, anulando no gustos, que también, sino
cualquier voz discrepante, cualquier voz que pretenda tan solo hacer referencia
a lo que se vio en otro tiempo. Estos son sus valores, los de los que nda vale
si se sale de sus esquemas, de sus intereses. Los valores de despreciar al que
paga, en la mayoría de los casos con mucho esfuerzo, pero que nunca es
suficiente, el no entender que esto no es solo para privilegiados, es para
todos. Como ellos dicen, es del pueblo, pero claro, según sus esquemas, es solo
del pueblo seguidista, de la masa que aclama su vulgaridad, porque si uno dice
que así no, ese queda desterrado, a partir de ese momento ya no es pueblo, es…
Pero estos valores también alcanzan a los que se sientan en
los tendidos. Ahora solo pueden estar dirigidos en una dirección, la del triunfalismo,
sin preocuparse de que ese triunfalismo mine los cimientos de la fiesta de
siempre y de esos valores que engrandecieron el rito del toreo. A ver dónde
están los valores del saber estar en una plaza, con seriedad, con
apasionamientos, incluso con partidismos, pero por encima de todo, leales al
toreo. Los valores de estar en una plaza con ese respeto y a la vez exigencia,
esta por encima de todo, han mutado en el botellón, la algarabía sin criterio,
los vivas y los jaleos al paisano, que ni tan siquiera se dice ¡olé! Mucho
alcohol, incluso impulsado por los propios empresarios, para los que es más
importante convertir una plaza en una macrotasca, que conservar la dignidad de
una plaza de toros. Eso sí, todos estos luego van corriendo desaforadamente a
hablarnos de los valores de…
Enlace al programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
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