martes, 25 de febrero de 2025

Monsieur Casas, ¿cinismo o tiene un gemelo que va a su aire?

Después de leer o escuchar al señor, monsieur, Casas, don Simón, siempre miro a ver si me han colgado un muñequito por la espalda. Parece una broma, pero no, habla muy en serio, ¿no?


Si ustedes quieren divertirse o simplemente encontrar respuestas al sentido de la vida, a eso de dónde vamos y de dónde venimos, eviten por todos los medios el escuchar o leer una entrevista del señor, monsieur, Casas, don Simón. Que solo me falta oírle decir que esto de la “taugomaquia” es un agte inhumano y que debería desaparecer de la faz de la tierra. Que me dirán que por qué tan atrevido postulado. Pues muy fácil, yo les doy mis razones. Que resulta que desde el minuto uno en el que este señor pareció por la plaza de Madrid allá en los tiempos de los Choperitas, ha tenido que convivir y llenar sus bolsillos con la televisión; pero va no hace mucho y se explaya con que él no quiere televisión, que así se vulgariza este show que tiene montado, que ver tantas veces a los mismos toreros aburre y que por eso, él eliminaría la tele. Que ¡ojito” con lo dicho. Primero, que lo que se retransmite es vulgar y que los figurones que nos hace tragar año tras año son unos... ¡En fin! Pero que la cosa no queda ahí, que se podría haber dado el capricho de prescindir de la tele justo cuando Movistar se apartó de esto de la “taugomaquia”, pero no, no contento co0n no darse un gusto al cuerpo, enredó y enredó hasta conseguir que One Toro se metiera en este embrollo. One Toro, que más tarde pasó a estar bajo el manto de un grupo de personalidades influyentes de Sevilla, muy influyentes. Igual en ese momento esto de la tele dejó de ser tan atractivo como suponíamos que lo era para el señor, monsieur, Casas, don Simón. Vamos, que ahora te suelta que hay que ir a la plaza sea como sea, aunque vivas en el Perú. Que venir, pueden venir, pero que no cuenten con poder dormir en casa, ni llegar a la cena los días de toros. Que les sale mejor, aunque más caro, pagarse un billete de avión, ida y vuelta, un hotel en la capital y hacer tres comidas al día a mesa puesta. Que aunque no lo diga, deja muy claro el perfil de clientes que quiere para las Ventas en la feria. Gente de posibles, gente con el bolsillo más blindado que el búnker del Banco de España. Ya saben, que esto de los toros es un artículo de lujo y como tal lo vende. Que será que como le gusta eso de las tradiciones, pretenderá que el personal haga como aquellos que se decía que empeñaban el colchón para pagarse el boleto.

Pero el señor, monsieur Casas, don Simón, ahora nos suelta que los empresarios no deberían ser también apoderados de toreros ¡Aleluyaaa! ¡Viva la sensatez! Pero... ¿y esto lo dice el que tiene una cuadra de espadas que luego nos los meten con calzador en Madrid y en todas las plazas que gestiona? A ver, ¿dónde me he perdido? Porque estoy muy perdido. Que la propuesta me parece estupenda, pero viniendo de quién viene... Que igual es que así se ahorraría lo que tuviera que pagar a los espadas, a los acompañantes y al lucero del alba, que le valdría con poner el cazo por otro lado y se quitaba de líos. Pero la gran pregunta es: ¿Nos está tomando el pelo? ¿Tiene intereses ocultos que no llegamos a ver? ¿Es un ejercicio de cinismo elevado al nivel dios, que no se puede ser más cínico? ¿Tiene un hermano gemelo que va a su aire y suelta lo primero que se le pasa por la azotea? O quizá otras cosas. Que esto es algo que se viene comentando desde hace... de toda la vida de Dios, para que así los Matilla, Casas, Chopera, Choperitas y demás acaparadores de funciones se centraran en una sola función y que así se crearan contrapesos entre los diferentes actores que intervienen en la fiesta. Que vamos, que solo me falta que en próximas apariciones suelte que la prensa tiene que ser independiente y no bailarle el agua a los taurinos; que los ganaderos no deben plegarse a las exigencias de toreros, empresario y uno que pasaba por allí; que los empresarios y ganaderos no deben dar oídos a los caprichos de los figuras; o que los presidentes no deben estar “tutelados” o presionados por nadie que no sea el que paga y exige el cumplimiento del reglamento que los ampara.

Como diría el otro, vivir para ver. Eso sí, que obras son amores y no buenas razones. Que empece aplicándose el cuento a si mismo y que deje de llevar toreros, que deje de llevarlos a Madrid una y mil veces con el único mérito de estar bajo el ala de este señor, monsieur Casas, don Simón. Que igual así nos librábamos de tragar ruedas de molino de señores de luces y ganaderos que ya no se pueden aguantar ni un minuto más. Que unos se mantienen porque los paisanos medio les mantienen ahí, sin otros mérito que... Eso sí, cortan orejas y como luego la estadística parece que es lo que vale, pues venga otra vez los poderdantes del señor, monsieur, Casas, son Simón. Que igual a ustedes les da por pensar en razones para que este caballero vaya soltando lo que suelta por ahí, pero al final la cuestión concluye con que Monsieur Casas, ¿cinismo o tiene un gemelo que va a su aire?


Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

miércoles, 19 de febrero de 2025

Una feria de otra parte, que no de Madrid

A ver quién reconoce ya a la plaza de Madrid. Seguro que Plaza 1 y la Comunidad no, quizá porque nunca han sabido lo que era, aunque alguno alardee de abono desde los diez años, pero si estás pendiente de lo que dan para merendar, igual se te escapan muchas cosas.


Madrid y su feria de San Isidro no son simplemente una retahíla de carteles con unos nombres de toreros, habitualmente, aunque no siempre, tres y una ganadería, aunque también pueden ser dos de diferente dueño, dos del mismo dueño, un número indeterminado con la simple aclaración de que serán de la misma comunidad, cuando no lo despachan con un “de diferentes ganaderías”. También es verdad que es ver los carteles y, ¡oiga! Que parce que nos hipnotizan o nos idiotizan; que reaccionamos como las gallinas cuando le pintan una raya en el suelo. No vemos más que carteles, nombres y más nombres y ya empezamos a soltar que si este qué pinta, que si el otro qué méritos ha hecho en la última década o nos hacemos cruces al ver como vuelven, como cada año, los hierros que garantizan un sonado fracaso, como ha sucedido en los últimos años, demasiados años. Y cuando queremos reaccionar, a lo más que llegamos es que nos van a traer la misma inmundicia de siempre, sin saber con qué objetivo decente, porque de los otros... de los otros se nos ocurren muchos fines, aunque el fin definitivo no sea otro que la ruina total y absoluta de la plaza de Madrid y que todo lo que vaya a suceder, todo lo anunciado no tenga nada que ver ni con la historia, ni con la tradición, ni con los gustos, ni con lo que nunca debió dejar de ser esta plaza.

Nos arrean el listado de festejos y todos nos valen para tomarlos como feria, como parte de la feria, pero, ¿es esto así realmente? Pues no debería serlo, no debería obedecer todo esto a ese empeño de la empresa actual de bautizar con nombres a veces grandilocuentes, a veces supuestamente conmemorativos y siempre estrambóticos. Que no quiero decir que esté en contra de festejos homenaje a personalidades o instituciones, pero fuera de la feria, fuera del abono, que no sean incluidos en el abono cautivo de la plaza; pero claro, si así se alarga el ciclo y se motiva a los públicos a que acudan a la plaza no por el contenido, sino por el continente, pues acabamos poniéndole nombre a cualquier cosa. Que la feria de Madrid debería tener el suficiente tirón como para que bastara ser nombrada con el número de festejo que hace en el ciclo y es más, que al acabar nos quedáramos con ganas de más, que el sentimiento fuera el de sentirse huérfanos de toros y no liberados por haberse terminado el serial... al fin. Y luego, pues para ir calmando las ganas de toros, pues la beneficencia, la prensa y todo lo que queramos después. Que si el cumpleaños de la Unión, que si el de los amigos del chotis, que si la asociación de chocolateros, pero aparte, aunque... aunque visto como está el panorama, lo mismo a estas celebraciones no iban ni los del chotis, ni los chocolateros, ni el Sumsum Corda pagándole la entrada.

Quizá esto sea una muestra, en primer lugar del absoluto y descorazonador desconocimiento de lo que es la plaza de Madrid por parte de la empresa explotadora, la propietaria y todos los que se adhieren a este circo de festejos bautizados para la ocasión. Que por otro lado, esta es una actitud que llevan mostrando desde hace años, organizando la temporada por ferias, una detrás de otro, que si el camino, que si los caballos, que si cenarse la plaza. Y en segundo lugar es un intentar inventos para alargar un ciclo que cada vez se hace más largo, aunque haya menos festejos, y aprovechar la inercia del que paga, que cuando va a renovar el abono le es más fácil el “deme todas”, que ponerse a pensar cuál deja en la taquilla. Aunque cada vez hay más abonados que empiezan a desechar festejos, encontrándose con ese gran problema de saber que no sacan, porque cuesta quedarse con algo, que seguramente si le permitieran pasar el año en blanco lo harían, si les guardaran el abono para el año siguiente. A ver qué pasaría entonces. Aunque lo mismo siempre habría el que va una tarde en feria. O en lo que sea siempre que sea en mayo, y aprovecharía que han dejado un hueco para poder ir con la chuti, el cuñado, la cuñada y ya puestos, hasta el suegro y la suegra, pero cada uno pagándose lo suyo, que con estos precios no está la cosa para tirarse el pingüi e ir de generoso.

Una feria, o lo que sea, en la que repiten varias ganaderías, ¡ah, no! Que la Beneficencia no cuenta, es verdad. Pero que vienen dos veces. Que en otros tiempos, se daba el caso de que quién lidiaba en este festejo que se consideraba el más importante del curso, pues no lidiaba en feria. Pero claro, ahora, con ganaderías que llegan a tener hasta la veintena de corridas, se podría montar una feria solo con un hierro. Y lo contentos que se iban a poner más de uno de los de luces. Lo que parece evidente es que los que montan todo este tinglado ni saben, ni quieren saber lo que fue y nunca debió dejar de ser esta plaza, aquella que daba valor real a lo que allí sucedía y a los que lo realizaban y que ahora solo les sirve para engordar unas estadísticas que no se creen ni los de la propia empresa y que solo sirve para engañar a los paseadores de despojos y a los que los piden con vulgar alboroto. Y mientras, pues nos queda la esperanza de que se enteren de una vez de que esta puede ser una feria de otra parte, que no de Madrid.


Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

viernes, 7 de febrero de 2025

Y que no dejamos de sorprendernos

Pues si echaron de menos la presencia del toro en todo lo que fue la presentación y posteriores carteles de San Isidro 2025, explíquenselo a este, que no acaba de dar crédito por quedarse tan al margen de todo.


Las galas sectoriales son lo que son, un acto de autobombo, de melosidad empalagosa que lleva casi hasta la arcada, pero oiga, cada uno se monta sus saraos cómo les da la gana y no somos nadie para enmendarles la plana o afearles su mal gusto para esto de los saraos cuchipandísticos; allá penas. Pero claro, luego llegan los taurinos y se montan su juerga particular, e insisto en lo de particular, en un entorno público, en un lugar del que todos los madrileños somos dueños de hecho, porque eso se mal mantiene con nuestros impuestos, y además están los dueños de espíritu, los que con todo el derecho consideran como suya en este caso la Plaza de Toros de las Ventas. Que no es que pretenda nadie ser el dueño del inmueble para instalarse allí o para celebrar el cumpleaños de los niños o la comunión de la mayor o la puesta de largo ante la yet set. Que no es eso, ni de lejos; ese sentido de posesión es por lo que esta plaza es y representa, el bastión del toreo, o para que nadie se me enfade, uno de los bastiones de esto que los más mayores seguimos llamando los Toros. Unos ven la plaza como ese lugar al que ambicionan llegar una, dos o diez veces al año, después de tragar horas y horas de coche; y otros, pues la sentimos como nuestra casa, y aquí no hay ningún sentido figurado. Que pasamos por ella en cualquier época del año, y aunque el entrar sea algo muy cotidiano, no deja de ser especial, por muchas veces que hayamos cruzado sus umbrales. Y claro, ustedes entenderán, con esto de los ocupas si te bajas a la compra y vuelves a casa con las bolsas y te encuentras a una familia con tres criaturas, los abuelos, los cuatro abuelos, un tío de los niños y su churri, todos en el salón de tu casa cantando el Asereje je de je, pues... Pues eso es exactamente lo que hemos sentido todos los fieles a la plaza de Madrid, censados en cualquier parte del mundo, que nos han llegado una panda de ocupas y se nos han sentado en el salón de casa para darse abrazos, besos, soltar discursos de aquella manera y repartirse premios, como si estos fueran las joyas de nuestra abuela.

Pero claro, resulta que estos ocupas llevan años instalados en nuestra casa, han quitado las fotos de los niños, las de los abuelos, han tirado al punto limpio los muebles de caoba, el bargueño policromado, las alfombras persas y de la Capadocia, la cristalería de bohemia, un cuadro atribuido a Goya, la colección de monedas antiguas y no se dignan ni a pensarse en arreglar las humedades de las paredes, ni a arreglar las tejas que ya no dejan que el agua resbale. Y todo esto lo han sustituido por la serie Grundhall, la cristalería Bingern y un póster que robaron en el metro de un podólogo en la calle de Alcalá con la carita irreconocible de la nieta del podólogo. Y además, cada vez que organizan un sarao, solo invitan a los suyos, a los que les abrazan, les halagan y dejan hablar al casero, ese que no aparece por allí nada más que una vez al año y si dan de merendar y quién dice defender no sé qué, pero hace la vista gorda a todo este monumental e insoportable deterioro, este estado de semirruina en el que ha quedado nuestra casa. Y lo que más me sorprende es que haya quién se sorprenda de todo esto. Se sorprenden los que aplauden cada compra en esa tienda sueca del toreo, los que cada vez que vas de visita te cobran cada día un poquito más, los que niegan la protesta a los demás, los que se derriten al ver al casero pasearse por el pasillo de nuestra casa y aplauden con fruición y consideran que no hay nadie mejor que estos ocupas. Que lo importante es que haya juergas en nuestra casa, aunque ya en casi nada se parece a nuestra casa ¿Y aún se sorprenden? ¿Se sorprenden porque la señora Ayuso permita y ceda todo lo que hay que ceder a los caprichos de Plaza 1? ¿Se sorprenden porque en los carteles haya desaparecido el toro, que lo anuncien un puñado de tardes y que todo lo demás, de forma mayoritaria, sea lo de siempre, con los de siempre. Y un cartel anunciador que... ¡Hombre! Pues el cartel anunciador es lo más coherente de todo. Coherente dentro de la vulgaridad, chabacanería y alejamiento del espíritu, de la idea que siempre encarnó la plaza de Madrid. No aparece ni la sombra de un pitón de un toro, que lo que debería ser el eje central se ve suplido por la imagen de una señorita que dicen que es... pero que con tanto retoque no la reconoce ni... Luego a un lado la misma señorita poniendo posturas, como... y aquí pongan el nombre que quieran. Y fotos que más parece estar vendiendo la Discoventas. Eso sí, como afirma la empresa, es un cartel actual, vaya si es actual, es la perfecta representación de los Toros en la actualidad, pocas cosas habrá que describan mejor el estado de esto y de esta plaza. Que parece la cartelería de una plaza de por ahí en la que no quieren que salga nada que recuerde los toros, no vaya a ser que alguien se asuste y decida no ir a la plaza, por si echan un toro y le torea un torero. Pues tranquilos, que esto no se va a dar, ni se van a topar con un toro, ni con un torero. Toros, pues ya he dicho, salvo dos o tres excepciones y los toreros, pues... si los figuras son el señor del Perú, de Justo, Manzanares y todos los demás y luego los emergentes son toreros que llevan emergiendo casi una década, cuando no más. Y lo peor es que se viene repitiendo año tras año, las galas astracanadas, los premios sin sentido a los compis afines, los carteles de plaza de pueblo repletos de figuras, a los que les preparan el triunfo artificialmente y que después del descalabro pasado, igual este se lo preparan mejor. Y sin toro, que no me canso de repetirlo. Bueno, sin toro y sin Abellán, que diez minutos antes de la gala se marchó,,, o le marcharon. Tanto y tanto merecedor de acabar convertido en estiércol, pero a pesar de todo, y que no dejamos de sorprendernos.


Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.htmlhttps://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html