miércoles, 19 de febrero de 2025

Una feria de otra parte, que no de Madrid

A ver quién reconoce ya a la plaza de Madrid. Seguro que Plaza 1 y la Comunidad no, quizá porque nunca han sabido lo que era, aunque alguno alardee de abono desde los diez años, pero si estás pendiente de lo que dan para merendar, igual se te escapan muchas cosas.


Madrid y su feria de San Isidro no son simplemente una retahíla de carteles con unos nombres de toreros, habitualmente, aunque no siempre, tres y una ganadería, aunque también pueden ser dos de diferente dueño, dos del mismo dueño, un número indeterminado con la simple aclaración de que serán de la misma comunidad, cuando no lo despachan con un “de diferentes ganaderías”. También es verdad que es ver los carteles y, ¡oiga! Que parce que nos hipnotizan o nos idiotizan; que reaccionamos como las gallinas cuando le pintan una raya en el suelo. No vemos más que carteles, nombres y más nombres y ya empezamos a soltar que si este qué pinta, que si el otro qué méritos ha hecho en la última década o nos hacemos cruces al ver como vuelven, como cada año, los hierros que garantizan un sonado fracaso, como ha sucedido en los últimos años, demasiados años. Y cuando queremos reaccionar, a lo más que llegamos es que nos van a traer la misma inmundicia de siempre, sin saber con qué objetivo decente, porque de los otros... de los otros se nos ocurren muchos fines, aunque el fin definitivo no sea otro que la ruina total y absoluta de la plaza de Madrid y que todo lo que vaya a suceder, todo lo anunciado no tenga nada que ver ni con la historia, ni con la tradición, ni con los gustos, ni con lo que nunca debió dejar de ser esta plaza.

Nos arrean el listado de festejos y todos nos valen para tomarlos como feria, como parte de la feria, pero, ¿es esto así realmente? Pues no debería serlo, no debería obedecer todo esto a ese empeño de la empresa actual de bautizar con nombres a veces grandilocuentes, a veces supuestamente conmemorativos y siempre estrambóticos. Que no quiero decir que esté en contra de festejos homenaje a personalidades o instituciones, pero fuera de la feria, fuera del abono, que no sean incluidos en el abono cautivo de la plaza; pero claro, si así se alarga el ciclo y se motiva a los públicos a que acudan a la plaza no por el contenido, sino por el continente, pues acabamos poniéndole nombre a cualquier cosa. Que la feria de Madrid debería tener el suficiente tirón como para que bastara ser nombrada con el número de festejo que hace en el ciclo y es más, que al acabar nos quedáramos con ganas de más, que el sentimiento fuera el de sentirse huérfanos de toros y no liberados por haberse terminado el serial... al fin. Y luego, pues para ir calmando las ganas de toros, pues la beneficencia, la prensa y todo lo que queramos después. Que si el cumpleaños de la Unión, que si el de los amigos del chotis, que si la asociación de chocolateros, pero aparte, aunque... aunque visto como está el panorama, lo mismo a estas celebraciones no iban ni los del chotis, ni los chocolateros, ni el Sumsum Corda pagándole la entrada.

Quizá esto sea una muestra, en primer lugar del absoluto y descorazonador desconocimiento de lo que es la plaza de Madrid por parte de la empresa explotadora, la propietaria y todos los que se adhieren a este circo de festejos bautizados para la ocasión. Que por otro lado, esta es una actitud que llevan mostrando desde hace años, organizando la temporada por ferias, una detrás de otro, que si el camino, que si los caballos, que si cenarse la plaza. Y en segundo lugar es un intentar inventos para alargar un ciclo que cada vez se hace más largo, aunque haya menos festejos, y aprovechar la inercia del que paga, que cuando va a renovar el abono le es más fácil el “deme todas”, que ponerse a pensar cuál deja en la taquilla. Aunque cada vez hay más abonados que empiezan a desechar festejos, encontrándose con ese gran problema de saber que no sacan, porque cuesta quedarse con algo, que seguramente si le permitieran pasar el año en blanco lo harían, si les guardaran el abono para el año siguiente. A ver qué pasaría entonces. Aunque lo mismo siempre habría el que va una tarde en feria. O en lo que sea siempre que sea en mayo, y aprovecharía que han dejado un hueco para poder ir con la chuti, el cuñado, la cuñada y ya puestos, hasta el suegro y la suegra, pero cada uno pagándose lo suyo, que con estos precios no está la cosa para tirarse el pingüi e ir de generoso.

Una feria, o lo que sea, en la que repiten varias ganaderías, ¡ah, no! Que la Beneficencia no cuenta, es verdad. Pero que vienen dos veces. Que en otros tiempos, se daba el caso de que quién lidiaba en este festejo que se consideraba el más importante del curso, pues no lidiaba en feria. Pero claro, ahora, con ganaderías que llegan a tener hasta la veintena de corridas, se podría montar una feria solo con un hierro. Y lo contentos que se iban a poner más de uno de los de luces. Lo que parece evidente es que los que montan todo este tinglado ni saben, ni quieren saber lo que fue y nunca debió dejar de ser esta plaza, aquella que daba valor real a lo que allí sucedía y a los que lo realizaban y que ahora solo les sirve para engordar unas estadísticas que no se creen ni los de la propia empresa y que solo sirve para engañar a los paseadores de despojos y a los que los piden con vulgar alboroto. Y mientras, pues nos queda la esperanza de que se enteren de una vez de que esta puede ser una feria de otra parte, que no de Madrid.


Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

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