viernes, 10 de enero de 2025

Este año tiene que caer un rabo en Madrid

Mientras unos maquinan cómo hacer para cortar un rabo en Madrid, los toros estarán preguntándose, ¿seré yo, maestro?

Ya está bien de tanto esperar, ya está bien de tanta intransigencia, trabajemos a fondo para que finalmente se corte un rabo en Madrid, ¿qué digo? Dos, tres, cien rabos en la plaza de Madrid, un rabo casa tarde, que los rabos son la alegría de vivir, son la razón de todo esto. Que ya les digo, dónde hay rabos, hay alegría, pero alegría de la de verdad, de esa de perder el sentido. Y esto sí que es verdad, en Madrid se acabará dando, tarde o temprano, un rabo, cuando se haya perdido definitivamente el sentido. Que habrá quién diga que este hecho no se da porque hay una serie de individuos que lo impiden, esos a los que llaman intransigentes, amargados y a veces hasta antitaurinos. Pero no, no se equivoquen, entre otras no se ha cortado un rabo porque quizá los supuestos artífices la han pifiado, porque anda que no lo llevan preparando desde hace tiempo. El borrego al uso que va y viene, los trapaceros que suman los mil doscientos veintisiete trapazos de media, los palcos más generosos que un borracho en una tómbola, esa prensa del movimiento que canta loas hasta llegar a una melosidad que pringa y pringa todo lo que toca y el público, ese público verbenero que entiende que la diversión es ver despojos a tutti li mundi, siempre bien empapados en alcoholazo a cargo de las empresas cuyo mayor reclamo es ese, el gran botellón permitido y alentado en las plazas de toros.

Que estoy seguro que si nos ponemos a hacer un pronóstico de la ganadería que va a ser desrabada, seguro que muchos coincidiríamos y quizá hasta acertaríamos, entre otras cosas, porque los candidatos a agarrarse a un rabo con verdaderas ansias sean los que solo torean esas ganaderías que ahora dicen que son las que “embisten”. Que tengo yo ganas de que esos que hablan del embestir me expliquen que entienden por tal cosa. Ya hemos leído que la gran ilusión de la joven promesa marco Pérez es la del rabo, su gran sueño, un rabo, un rabo en Madrid. Que eso realmente sería la culminación de un camino tan bien planificado, como poco ilusionante para el aficionado, aunque los públicos estén que no caben en si de gozo y entusiasmo al pensar en ver al muchacho paseando un rabo por Madrid. Pero este no es el único, que a esta corriente se ha apuntado entre otros el señor Ortega, que no duda en dorar la píldora a esos tres ganaderos, de los que no da nombres, pero que igual... volvemos a lo mismo, los que todos tenemos in mente y que crían un toro para que esa utopía se haga realidad, un rabo en Madrid. Y ahora yo me pregunto: ¿Qué ganamos con esto? ¿Por qué tanto empeño en que se corte un rabo en Madrid? Quizá para así hacer creer a los más incautos que estamos viviendo un renacimiento de la Edad de Oro, quizá para utilizarlo como un elemento publicitario intentando captar nueva clientela, quizá pretendiendo borrar la historia pasada y así reivindicar la nueva realidad de esta gloriosa vulgaridad. Y todo, por un rabo, ¡Viva los Rabos! ¡Gloria eterna a los Rabos! ¡Ni un día sin Rabos!

Y así, toda esta panda de insignes maestros podrá acumular esas grandes estadísticas y después pedir más dinero en un futur... Perdón, perdón, que se me ha ido la cabeza al rabo. Que esto a ellos les valdrá de poco, pero a los empresarios, ¡ay los empresarios! Esto les servirá para poder poner a Juanín o Juanón con nómina en la casa y así justificar los carteles que son realmente injustificables y al precio que ellos decidan y que los del rabo tendrán que decir que sí y que bueno. Si es que todo está más que pensado. Que esto se nos irá por el desagüe, pero no me negarán que no es mucho mejor una hecatombe agarrados a un rabo, que sin nada que echarse a la boca. Así que nada, amarrémonos bien los machos, hagamos de tripas corazón y abramos con júbilo el portón de la casquería, porque este año tiene que caer un rabo en Madrid.


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viernes, 3 de enero de 2025

El “regalito” de los Reyes para empezar Madrid

Se anuncian toros de bella lámina, pero... Ya empezamos la juerga


Ya se oyen los primeros cantos de sirena para la temporada que se avecina, especialmente para Madrid. Que los hay que ya se frotan las manos encantados y le ponen ese calificativo tan bonito, tan ilustrativo, tan... tan necio, de los “toristas”. Pues hala, señores “toristas” mi enhorabuena, disfruten de su “torismo” con la de Adolfo Martín para abrir plaza en Madrid. Que me dirán que una vez echó el toro Dominguito, el toro Joaquinito, pero... ¿Alguna vez ha echado una corrida de toros de verdad y para el aficionado? Que sí, que el ganadero es buen tío, que entrega a sus amigos como nadie, pero, ¡hombre! Que aún somos unos pocos que esperamos una corrida que se pueda picar, una corrida con fiereza, con casta y que hablen con acento cacereño y no de las tierras de allá la mar océana, con esas embestidas mexicanas. Que viendo como han transcurrido los acontecimientos, ustedes podrán responderme a unas pocas preguntas. Estos toros para esta inauguración grandilocuente, ¿los dejó apartados el ganadero el año pasado o son unos toros que no consiguió colocar ni en las calles? Que sí, que serán cinqueños, según dicen las malas lenguas a un pasito de soplar seis velas, pero, ¿estaban ya pensados para Madrid tiempo ha? ¿Quizá no vienen a San Isidro por esa cuestión de la edad? Que oiga, si el ganadero tiene tanta confianza en ese ganado y está tan bien seleccionado para abrir temporada, igual se podría intentar solicitar los permisos oportunos, tal y cómo sucedió hace unos años con el precedente de Reta en una plaza francesa. Aunque honestamente, no creo que se dé el mismo caso.

Que las malas lenguas son, como su propio calificativo indica, muy malas y hasta se ha difundido el comentario de que al propio ganadero no le gusta la corrida ¿Cómoooor? Espero y deseo que eso solo sea un rumor sin nada objetivo que lo sustente y el que lo haya puesto a circular tiene bastante mala fe. Un ganadero no puede estar a disgusto con una corrida que lleve a Madrid, eso va contra todas las normas éticas, de aficionado y de buen ganadero del mundo. Porque si no le gustara, eso podría querer decir alguna cosa y podría provocar más preguntas. En ese caso, ¿el ganadero traería a las Ventas adrede una corrida que no estaría a la altura de esta plaza? ¿El ganadero estaría colando el timo del tocomocho a la afición de Madrid con plena conciencia de ello? ¿Al ganadero solo le preocuparía el que le den sus dineritos por un encierro rescatado del desguace sin mirar para dónde va? O también podría haber otra lectura, que al ganadero le dijeran los contratantes que sí o sí, tenía que tener seis toros para el mes de marzo. Que el propio ganadero dijera que no tenía toros para esta plaza, pero que visto el panorama y las maneras de la empresa de Madrid, no le hubiera quedado otra que... Pero todo esto es especular, porque claro, si nos vamos a hacer caso de un rumor que corre por ahí.

Que luego está la segunda parte, los de luces. Que no me veo yo a los Roca, Perera o ¿Ponce? Ah, no, que dicen que Ponce se ha retirado. Que igual sí que me veo a un Rufo, Robleño, Castaño o Adrián, no porque les guste el caramelito, si no por eso de o vienes o... que ya sabemos que funciona a la perfección para eso de presionar al personal. Que los amigos, familiares, allegados, vecinos, conocidos y saludados les dirían que adónde van, que es una locura, pero igual los que les llevan les dirían eso del “tú sabrás, pero si nos obligan...” Vamos, que la cosa pinta de maravilla. Eso sí, que no faltará quién esté encantado porque se abra Madrid con una “torista”, perdonen que me ría, que aún siguen emplazados en eso de toristas y toreristas y que hasta disfrutan declarándose toristas, que está muy bien, cada uno ambiciona a lo que cree que puede llegar, los de luces con ser figuras, los de los tendidos con ser “toristas”, cuando los más ambiciosos anhelan ser matadores de toros unos y aficionados a los toros, otros. Y quizás los unos y los otros, figuras y “toristas” aparte, le estén dando vueltas y más vueltas a esto y no vean nada claro el “regalito” de los Reyes para empezar Madrid.


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jueves, 19 de diciembre de 2024

Los valores de…

A todos, muy felices fiestas y que el año que entra nos haga olvidar el pasado, que sea como si nunca hubiera existido, aunque...


Que no habremos escuchado una y mil veces eso de los valores del toreo, pero quizá eso sea generalizar demasiado. Que el toreo tiene unos valores indiscutibles y hasta ejemplarizantes para todo el mundo, aficionados, no aficionados y mediopensionistas. Valores como el de enfrentarse a una fuerza de la naturaleza poniendo la vida por delante, enfrentarse a un toro, al toro íntegro, con edad, con sus defensas sin manipular, habiendo sido seleccionado manteniendo su casta, la fiereza propia de su estirpe, un ser que impresiona, hechiza, atemoriza solo con la mirada, la mirada de un animal dispuesto a arrancarte lo más precioso. Unos valores admitidos por todos, por el que decide vestir el traje de luces, respetando el rito, un rito heredado generación tras generación que ha llegado hasta hoy. Los valores que puede encerrar la tradición, el uso y la costumbre. Valores que respetan, hacen suyos y exigen que se respeten los que son espectadores de todo esto; que no solo espectadores, sino estudiosos, entusiastas pensadores, tertulianos, compartiendo su pasión de igual a igual con todo el que quiera rendirse al toro, eje del rito, fuente de todos estos valores.

Pero… y aquí viene el pero, una cosa son los valores del toreo y otra los valores de los taurinos, que para entenderlos mejor, borren todo lo anterior y así no habrá lugar ni a confusiones tendenciosas, ni a contaminación de todo lo dicho hasta ahora, todo lo que ha hecho grande esto del toreo, pero que estos taurinos se empeñan en… dejémoslo en no tenerlo en cuenta. Que si empezamos por el principio, por el eje, el toro, eso es lo primero para lo que los valores mutan en fraude. La casta, la integridad, el respeto que debe imponer el toro y el respeto que se le exige, todo salta por los aires en cuanto empiezan las manipulaciones. Que si una selección buscando la docilidad, la ausencia de casta, la exclusión de la fiereza, pretendiendo convertir al toro a un simple colaborador de aquel hacia quién han trasladado el eje, el torero. Sus valores van dirigidos a la eliminación de todo lo que pueda incomodar al de luces, ya sean encastes poco habituales, pitones en puntas, exigencias de cualquier tipo. Y sus valores solo se ven ensalzados cuando los réditos económicos son jugosos. ¡El parné! Que no quieren perder ni un céntimo y si para ello hay que poner unas fundas a los animales, con el evidente perjuicio para la lidia y para el toro, constituyendo en un afeitado encubierto y legal, aunque que ilícito. Esos valores que suponen el escapar de la verdad, el zambullirse con delirio en las trampas, en el destoreo y en la imposición de la mentira como verdad, anulando no gustos, que también, sino cualquier voz discrepante, cualquier voz que pretenda tan solo hacer referencia a lo que se vio en otro tiempo. Estos son sus valores, los de los que nda vale si se sale de sus esquemas, de sus intereses. Los valores de despreciar al que paga, en la mayoría de los casos con mucho esfuerzo, pero que nunca es suficiente, el no entender que esto no es solo para privilegiados, es para todos. Como ellos dicen, es del pueblo, pero claro, según sus esquemas, es solo del pueblo seguidista, de la masa que aclama su vulgaridad, porque si uno dice que así no, ese queda desterrado, a partir de ese momento ya no es pueblo, es…

Pero estos valores también alcanzan a los que se sientan en los tendidos. Ahora solo pueden estar dirigidos en una dirección, la del triunfalismo, sin preocuparse de que ese triunfalismo mine los cimientos de la fiesta de siempre y de esos valores que engrandecieron el rito del toreo. A ver dónde están los valores del saber estar en una plaza, con seriedad, con apasionamientos, incluso con partidismos, pero por encima de todo, leales al toreo. Los valores de estar en una plaza con ese respeto y a la vez exigencia, esta por encima de todo, han mutado en el botellón, la algarabía sin criterio, los vivas y los jaleos al paisano, que ni tan siquiera se dice ¡olé! Mucho alcohol, incluso impulsado por los propios empresarios, para los que es más importante convertir una plaza en una macrotasca, que conservar la dignidad de una plaza de toros. Eso sí, todos estos luego van corriendo desaforadamente a hablarnos de los valores de…

 

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lunes, 2 de diciembre de 2024

El valor de las orejas

El toreo es mucho más que orejas, el toreo fundamentalmente es poder, mando, y hasta arte, para enfrentarse a la casta, a la fiereza.


Parece que lo único importante en esto de los toros sean las orejas. Da lo mismo el afeitado, las fundas, la alarmante falta de casta, la galopante pérdida de la variedad en favor de la asfixiante monotonía, la desintegración de la integridad, el abandono del rito, la vulgaridad en el trapaceo, la desaparición de una lidia solo enfocada a la muleta, la continua pérdida de aficionados que hartos deciden irse sin mirar atrás, todo esto y muchas cosas más no tiene importancia para los que solo pretenden ver cortar, cortar, pasear y contar orejas. Que bien más grande sería eso de quitarlas, de eliminar este premio que quizá un día tuvieron sentido, pero que hoy en día. Eso sí, si de repente se eliminara esto de dar orejas, para una atronadora mayoría sería como si de repente se apagara el sol, como si se quedaran completamente a oscuras. El gran apagón, ya no se dan orejas. Pero algo habrá que dar, dicen muchos. Pues denles una caja de galletas y gorrito de papel, y para los que pidieran los premios, otro gorrito, así cuando volvieran al barrio, al pueblo o a la “urba” no tendrían que dar explicaciones, bastaría con verles con el gorrito. Que igual se sentirían un tanto ridículos, pero… igual es que no se han visto pidiendo y celebrando las orejas.

Que las orejas se conceden desde hace décadas, por ejemplo en Madrid, pero no tanto como algunos podrían llegar a pensar. Que sí, que siempre ha habido regalos, para desesperación de algunos que no entienden esto como el Gran Bazar Orejil, pero lo que sufrimos tarde a tarde en plazas como Madrid, en la que todo supone un mérito para el triunfo, menos lo que precisamente debería ser un mérito para el triunfo; las carreras, estar a merced del toro, apelotonar trapazos, irlos cazando por el ruedo allá adónde el toro decida, pero todo sea por el despojo, todo sea por convertir esto que un día fue un rito, en un holocausto orejero, una oda a la vulgaridad. Pero esto no se queda en algo tan superficial como eso, porque si así fuera, cualquier despojo serviría a unos y a otros para luego verse anunciado en los carteles. No, esto va más allá. Antes, hace ya tiempo, el corte de una oreja en una plaza como Madrid a los empresarios les salía caro, les tocaba rascarse el bolsillo, porque eso era excusa para que el coletudo pidiera más dinero, que por otra parte le tenían que dar, porque el público le quería ver y al señor de los despachos no le quedaba otra que aflojar la mosca ¡Qué tiempos! Tanto haces, tanto cobras y cobras por lo que vales, no por lo que las estadísticas dicen que vales, ni porque los paisanos en un delirium táurico decidieron. Pero claro, eso ha cambiado y de qué manera. Ahora el corte de despojos, que no de orejas, solo supone engrosar las estadísticas y que esos empresarios en lugar de ver encarecido un caché, puedan usar los números como excusa para poner a este o al otro, que es de su casa o de la casa de enfrente, que por esa misma razón igual no se puede poner gallito y pedir más dinero, no vaya a ser que le manden a su casa. Y ejemplos seguro que se nos viene alguno a la memoria, ejemplos de alguno que hasta tuvo que quedarse en casa, porque a alguien le enfadó una barbaridad el que le pidieran un aumento de sueldo.

De la misma forma que nos encontramos carteles conformados con supuestos triunfadores, construyendo esos triunfos sobre un manto de despojos infames, y que el aficionado no entiende cómo se lo ponen una y otra vez. Que igual acaban devolviendo los despojos, pero eso ya no importa, porque ya te lo han colado y el señor empresario te ha montado un festejo de “triunfadores” por cuatro chavos. Que los taurinos a la hora de montarse una feria se fija en el cuánto, premios, y el aficionado se queda con el cómo, la manera en que se le cubrió de despojos que a él le dejó frío. Y quizá también se podría añadir el cuándo, si coincidió con aquel día en que los paisanos tomaron la plaza en mitad de una festera algarabía, bien regada y bien… Pero para los taurinos solo cuenta el cuanto y así andamos, subidos en una estadística tan falseada como se quiera falsear, aunque, eso sí, pretendiendo darle una verosimilitud que cuesta hasta pronunciarla. Y si no, repitan eso de verosimilitud. Y ahora, el que quiera, que se convenza de que ese es realmente el valor de las orejas.

 

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lunes, 11 de noviembre de 2024

Tauromaquia para todos

Para disfrutar en los toros, hay cosas que resultan imprescindibles y si no, no sé cómo alguien puede pasarlo bien en la plaza.


Tenemos que reconocer que a todo el mundo hay que garantizarle los medios para que puedan disfrutar de las grandezas que el género humano ha ido creando a lo largo de los siglos. No podemos consentir que una mera dificultad de comprensión, de insuficientes conocimientos o porque la obra encierre una dificultad excesiva, esta llegue a todos. Que el Quijote estará muy bien, según dicen los sabios, pero, ¿para qué se han creado las ediciones para jóvenes? ¿Por qué enfangarse en una obra tan densa como extensa, cuando hay hasta una serie de dibujos animados’ Que me dirán que no es lo mismo. Por supuesto que no es lo mismo, los dibujos animados son mucho más entretenidos y además no hay que pasarse horas con un libro en la mano. Que si seguimos por la literatura, ¿para qué tener que leerse esos tochos interminables, si ya han sacado la película? ¿Para qué leer un periódico si ya tenemos X, antes Twitter? Que ahí te enteras de todo. Pero no solo está la cuestión del “librismo”, porque si vamos a eso del arte… eso es para echarle de comer aparte, que si un huevo frito es arte, que si tal retrato de un papa es todo enjundia. Y anda que no hay cuadros y cuadros y más cuadros. Pero yo sé la forma de quedarse con lo importante de verdad. Cualquier obra que no aparezca en una camiseta, en una taza o en un posavasos, no es una obra importante. Que a poco que uno se descuide, te meten cualquier cosa diciendo que es una obra maestra. Y de música, tanto que hablan de música clásica, de ópera, ¿las han sacado en algún anuncio de perfumes o en una peli? Pues entonces, descartadas.

Y en esto de los toros, pues ocurre tres cuartos de lo mismo, que unos nos vienen con que si el toro con casta, que si la verdad en el toreo, que si las lidias completas, ¡anda ya con las milongas! Que ahora va a resultar que para saber de esto y para que te guste va a haber que tragarse todo un tostón hasta llegar a que atoreen con la muleta. Que si al menos lo hicieran con la capa, con chicuelinas o lopecinas, pues vaya que vale, pero estar ahí traga que traga con que si el caballo por aquí o por allá. Que en esto, lo que vale es que se den muchas orejas, que lo dicen los de la tele y los que no son de la tele, que esto es para que el pueblo se divierta y punto y si todo el mundo pide la oreja, ¿quién es nadie para no darla o protestarla? Pues eso, no son nadie. Que ya está bien de los culgachapas esos que te dan unas murgas que no se aguantan ni ello. Y que me perdone mi tío Juan Hermenegildo, que dice que los hay que lo que quieren es simplificar esto cada vez más, para que medio lo entiendan los que no saben ni lo que es un toro. Como si eso importara. Un toro, es un toro y ya está, que lo sacan para que el torero atoree y punto. Que empieza que si el torero tiene que cargar la suerte, que si rematar los pases, que si lucir al toro en los tres tercios, que si al toro se le ve en el caballo, que si en banderillas te dice cómo va a ir a la muleta, que si… Pero, ¿para qué tanta leche, si al final en la muleta o sirve o no sirve y no hay que darle más vueltas. Que si la suerte suprema, que si hacer la suerte, que si la espada en todo lo alto; pero, ¿la cosa no va de que el toro caiga y punto? Pues para qué marear la perdiz.

Que sí, que nos llaman ignorantes a los que nos sobran todas esas historias que cuentan. Que dicen que esto es inabarcable, que no se puede saber nunca todo. Pues yo he ido dos veces a las Ventas con la Conchita, solo este año, voy a los encierros de mi pueblo y los del pueblo de la Conchita y ya me lo sé todo ¡Ea!  A ver cómo me explicas eso, ¡chúpate esa! Pero, ¿qué hay que saber? ¿Para qué tanta historia de los listos esos que se inventan las cosas para hacer creer que saben? Si es que nos gusta complicar las cosas para darnos importancia, por significarnos. Que dice mi tio que así se nos maneja como les da la gana y que somos ignorantes y que lo peor es que alardeamos de nuestra ignorancia. Pues yo no soy un ignorante, que me sé todas las cosas que dicen los de la tele y si quiere mi tío, se las repito en la jeta, para que vea que no soy ningún ignorante. Y que el torero bueno es el que llena las plazas y el que más orejas corta, ese es el bueno y si no, ¿Por qué corta tantas orejas e indulta tantos toros? Que yo no sé. Pues como dice mi Conchita, yo me las sé todas, sé más que los ratones colorados, cuando voy a la plaza y entro con dos vasos de los gordos llenos hasta rebosar de yintonis, como si no hubiera un mañana y si se acaba, pues a por otro, que un toro entero sin bebida se hace muy largo y si no te puedes pegar un buen peloti, ya me dirán cómo se alegra uno, que así ni te diviertes ni nada. Que no sé, dice mi tío. Él sí que no sabe, que va a la plaza y el tío no levanta la vista del albero, que dice que no hay que perder detalle. Pues él sí que los pierde, ni una fanta se toma el tío seta. Que déjense de que esto es muy complicado, que nunca se sabe de toros. Pues yo sí que sé e igual que hacen el Quijote en dibujos animados o te resumen lo que pasa en el mundo en “X”, antes Twitter, lo que tenían que hacer es un resumen de todo esto, una Tauromaquia para todos.

 

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domingo, 13 de octubre de 2024

Nos quedan los buenos recuerdos… pero no desde el ruedo

Ya solo nos queda esperar al nuevo año y mientras, soñar el toreo, zambullirnos en libros, láminas, charlas y recuerdos de toros 


Se termina una temporada más y a pesar de que se pueda pensar lo contrario, para algunos ha sido un visto y no visto; cosas de la edad. Tardes interminables, ferias interminables, tostones interminables y mira tú, que se ha hecho corto. Y ahora, si me lo permiten, voy a recordarles mis mejores momentos de lo sucedido esta temporada… Ya está. Nada o quizá quede algo, pero tendría que hacer mucha memoria, muchísima. Quedarán charlas con amigos, encuentros, visitas inesperadas, ausencias, pero de lo sucedido allí abajo, un momentito, que voy a ver si con más detenimiento… Nada, que no. Que si me pongo a revisar mis notas seguro que habrá esta o aquella tarde, pero, ¡hombre! ¿No sería algo lógico que se me viniera de golpe algo a la cabeza si ese algo fuera tan sobresaliente? Pues nada, que no hay manera. Pero bueno, siempre nos queda la última corrida, la que ha echado el cierre, pero… Recordar, recuerdo cosas, pero quizá lo que más recuerdo es quedarme petrificado al ver cómo mi plaza ha perdido el gusto por el toro, por el toreo de verdad y se ha acomodado al toro moderno, en el que ya entra sobradamente lo de Victorino, y el toreo más moderno aún, del que esta tarde había dos representantes, uno más clásico, un clásico de la vulgaridad clásica, Miguel Ángel Perera, y un excelso exponente del fototoreo, Emilio de Justo, que si te ponen una foto delante en el momento en que ha pasado el toro y se pone a sacar la panza y no se ven ni las carreras de antes y después y no se ve que corta de un tajo los muletazos, da el pego de toreo de jarte del güeno.

Lo de Victorino Martín no ha ofrecido la mejor de las presentaciones, ni de lejos. Que se puede argumentar eso de que este encaste es así, aunque esto también depende de a quién se le pregunte, unos buscan lo de Victorino “de antes”, lo cual ya es tan poco probable como encontrar la tumba de Genghis Kan, que igual existe, pero, ¿dónde? Otros dirán que lo de Victorino es así o asao, lo cuál suele coincidir con si el que opina se ha levantado con el pie derecho o con el izquierdo. El caso es que su presentación no parece la mejor de las posibles. En el caballo no se emplearon demasiado, a alguno se le castigo, pero sobre todo se les picó mal, sin ponerlos bien en suerte y sin ejecutar esta a modo. Que en eso de poner un toro en suerte no me refiero a casos como el de Perera, que de repente decide que deja ahí el animal y él se marcha por detrás del caballo, lo que vulgarmente se llama “por el culo del mulo”. En descargo del ganado hay que decir que no fue bien lidiada y que en bastantes casos se les dieron capotazos de más. Eso sí, como los más fieles de esta moderna taruromaquia, en la muleta iban y venían que era un gusto. Unos más parados que otros, pero iban. Tampoco eran bobonas, pero al final iban y venían y hasta seguían las telas allá dónde se las ponían, si se la echaban a las nubes, a las nubes que iban, si la cosa era para echarse el toro encima, pues el toro se venía encima, que si les dejaban un hueco enorme entre el trapo y el bulto, pues tiraban por el hueco que le dejaban, pero nada que no se pudiera solucionar simplemente con toreo y un poquito de mando.

De los dos espadas, pues si hacemos caso a unos, estuvieron memorables y lástima que fallaran a espadas, pero otros dirán que de toreo más bien nada, de trapazos mucho y a veces, de teatro, en exceso. Perera sigue con ese empeño de castigar a sus no afines con su destoreo, prolongando la faena hasta conseguir la desesperación de los presentes. Poco capaz con el capote, solo levantó los ánimos en un recibo rectificando en cada lance. Inoperante durante la lidia, como siempre en la muleta, siempre en línea, muy distante y abusando del pico. En su segundo pasó con la lentitud que marcaba el de Victorino, acompañando siempre en línea, escupiendo siempre para fuera al animal. Un aviso antes de pensar en tomar la espada, con la que recetó una entera muy caída y por aquello de no “estropear” la obra de arte, haciendo por no desacabellar, sin importarle ni el toro, ni la imagen, ni la desesperación del personal. A punto, por unos pocos segundos, no escuchó el tercer aviso, pero aún así, el respetable, que a veces se hace respetar muy poco, le concedió un despojo. Perera es un habitual de trasteos eternos y de ir cambiando de mano sin criterio alguno, dando más la sensación que lo hace porque se le cansa el brazo, que por necesidades de la lidia.

Emilio de Justo mostró su disposición, y la del público, en un primer quite por chicuelinas apartándose en todas, que el respetable jaleó con entusiasmo. Después, en el recibo de sus dos primeros no aguantó y tuvo que darse la vuelta para perder terreno hacia los medios, lo que también gustó, quizá debido a su firma tan teatral de adornar sus modos. En el sexto se gustó, como parece gustarse siempre, con unas verónicas con la puntita del capote y rectificando demasiado. Con la pañosa en su primero inició pegando respingos, para después pasárselo a una distancia más allá de lo prudencial y siempre tirando del pico de la muleta, pico y a correr, pico y a correr, lo que en lugar de desanimar a los asistentes les enardecía cada vez más. Carreras y voces, muchas voces, que casi eran más efectivas en los tendidos, que en el de Victorino. Medios muletazos, quitando el engaño de golpe para recolocarse a la carrera, mientras el toro seguía la tela allá dónde se la pusieran, aunque lo que más emocionaba era cuando se la arrebataba del hocico. El fallo a espadas desinfló el suflé, que rápidamente volvió a subir en el cuarto, al que de primeras no parecía saber por dónde entrarle. De nuevo pico y carreras y en una de estas se descubrió y el toro hizo por él, afortunadamente no impidiendo que pudiera seguir en el ruedo. Siguió con esos medios trapazos, encogido, pero que una vez que pasaban los pitones, sacaba la panza para adelante. Y con el sexto, que medio se aguantaba en pie a duras penas, pues de nuevo lo mismo, la uve de la muleta con la zurda, dejando que le tocara demasiado la tela, sin acabar de poder con su oponente, más pico, más separación, más voces, que ahora tiro el palo, eso que ahora llaman la ayuda, la de mentira de toda la vida de Dios, y el personal enardecido. Que bien que iban a cerrar la temporada todos esos que han llenado los tendidos de sol durante todos y cada uno de los festejos del curso, hiciera frío o hiciera calor… ¡Ah! ¿Qué no? Pero si se manejaban como si fuera los hijos de Díaz Cañabate, Corrochano, Navalón y don Joaquín. O sea, que… Pero bueno, qué más da, entre el teatro del espada para no descabellar y la algarabía de… de mucha gente, le dieron un despojo que el matador paseo con la parsimonia del que no tiene prisa, quizá porque ya tenía la cena hecha y los niños acostados. Y así se cerró un año más la temporada de Madrid, con gritos de Plaza 1 dimisión, con Plaza 1 sin hacer el más mínimo caso a las protestas, con unos y otros despidiéndonos de aquellos con los que hemos compartido largas tardes feriales, más largas tardes caniculares y así al final siempre nos quedan los buenos recuerdos… pero no desde el ruedo.

 

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jueves, 10 de octubre de 2024

Esa Santa Hermandad… de la Pasta Gansa



Seguro que lo que voy a contarles a continuación lo saben ustedes más que de sobre, entre otras cosas, porque ustedes son habituales sufridores de esta prole de interesados fieles de la Santa Hermandad de la Pasta Gansa. Una especie de secta en la que si hay que traicionar al hermano de al lado, se le traiciona, todo por la Santa Pasta. Esa devoción al dinero todo lo justifica. Que aparentemente todos están en concordia y armonía, eso que llaman “unidad”. Pero caramba, carambita, cuando hay un duro en el suelo y no tiene nombre, que como te agaches a cogerlo, te puede pasar de todo, que te corten una mano, que te empujen a los pies de un tráiler que pasa por allí o que te hagan perder el honor varonil y viril en un nada y menos. Hay que ver los besos y abrazos que se dan en público, pero siempre tienen que estar atentos a que no les decoren la espalda con una daga genovesa. Pero ellos insisten en lo mucho que se quieren, se admiran, se alegran de verse, se… Que como pillen al otro desprevenido…

Eso sí, como alguien ajeno y mucho más si es alguien que se coloca frente a ellos, toca lo más mínima a uno solo de la Santa Hermandad, hay qué ver cómo se ponen. Y si además el “ofendido” es alguien de quién puedan depender sus ingresos o de quién dependa su posición de supuesto privilegio, entonces habrá que ponerse a cubierto. Que ya puede ser una mosca del vinagre, una sola, que despliegan todo su arsenal tierra aire, la brigada acorazada y el séptimo de Michigan en desbandada. Que siempre se revuelven con arreones de manso al sentir el más mínimo amago de lo que ellos consideran falta de respeto, pero cuando les tocan a los jefes, ¡ojito! Aunque por ir aclarando conceptos, una falta de respeto es todo lo que diste un milímetro de ese servilismo cínico que ellos practican. Servilismo cínico y perjudicial para los torsos cuando estos son arrastrados por el lodo con demasiada frecuencia.

Hace unas semanas, en la plaza de Madrid, los pocos asistentes a un festejo dominical fueron testigos de uno de los más bochornosos espectáculos recordados por un encierro cuya principal característica, aparte de una impecable presencia, una bella lámina, era su insultante invalidez. Era asomar un toro por la puerta de chiqueros y en los primeros resuellos ya dejaba evidentes muestras de invalidez. Las causas pueden ser mil, pero el resultado solo era uno, los animales no se sostenían en pie. Hasta diez reses habían pisado el ruedo, cuando solo íbamos por el cuarto de la tarde. En total fueron diez los toros, aunque bien podían haber sido más. Y, ¿qué sucedió? Pues que los escribas del régimen no tardaron ni un suspiro en arremeter contra las protestas y los que protestaron indignados la manifiesta invalidez. Que en palabras de estos escribanos a sueldo, aquellos eran lo pero de lo peor que habita bajo el sol. Que si tenían demasiadas prisas en protestar, que si ni un mínimo de paciencia, que si estos son los verdaderos enemigos de la “tauromaquia”, que si había que deportarlos a todos a la isla del Diablo, que si mal rayo les parta. Como si nunca hubiera habido un festejo con tantos toros devueltos al corral por manifiesta invalidez, como si nunca hubiera salido una corrida infame al ruedo de Madrid y lo que es peor, como si tal invalidez solo la vieran unos ojos enfermos y unas cabezas corruptas. Y, ¿por qué tan airada y agresiva reacción encabezada por letristas pertenecientes a conocidas dinastías que en otro tiempo manejaron más de la cuenta en esto de los toros? Pues, llámenme mal pensado, pero es que el hierro anunciado era el de Antonio Bañuelos, máximo exponente de la Unión de Criadores de Toros de Lidia. Sí, esa misma, la que solo se preocupa de los dineros, de los suyos y que no ha movido un dedo desde hace años por detener el penoso deterioro de la cabaña brava, la práctica desaparición de multitud de encastes, dejándolos en el mejor de los casos en un mero testimonio del pasado. Pero claro, el jefe es el jefe y no vamos ahora molestarle y afearle su gestión quizá con el único objetivo que engrosar las arcas de todos estos ilustres ganaderos, sin importarle que el toro de verdad, que la casta, que la fiesta puedan no estar amenazados por tantos males que no se sabe hasta adónde nos van a llevar. Y ni una palabra si el señor presidente afirma que para él el caballo no es importante para medir la bravura de un toro, ¡faltaría más! Es más, la mayoría van corriendo perdiendo la dignidad para alinearse en esa fila de negacionistas del primer tercio, quizá porque esa también es una forma de conseguir poder colar muchos más de sus productos, que no toros.

Pero lo que podía haber quedado en simple anécdota adquiere nueva dimensión cuando resulta que se anuncia en la feria de Otoño de Madrid al máximo ídolo de las masas, ese que él solo es la reencarnación del Guerra, Machaquito, Joselito y el Bombero Torero. Y sale el susodicho y empieza a hacer lo de siempre, quizá con la diferencia de que sus romeros no le echan demasiadas cuentas de lo que está desarrollando en el ruedo, quizá porque en los dos primeros tercios puso en práctica su repertorio habitual en estas fases de la lisia, la nada. Nada, como siempre, ni tan siquiera estar pendiente de auxiliar a sus compañeros en caso de necesidad. Pero sí que había quién no quería perder detalle de todo lo que pasara en el ruedo el ratito de su pobre comparecencia y el de todo el festejo. Empezó con la muleta a seguir su línea de regularidad, trapazos ventajistas y más trapazos. Y unos protestaban, mientras otros… ¡Pásame el yintonic! ¿Alguien tiene pipas? Pero ya se sabe que en esto, cualquier toro te da un meneo y el meneo llegó, se quedó él solito al descubierto y llegó el percance. ¡Aleluya! Los silentes durmientes despertaron y culparon del accidente a los que protestaban. Se montó la marimorena y en la bronca es cuando mejor navega este caballero, se siente como un ibérico en un charco de m… Un despojo y ahí quedó la cosa, pero entonces, una vez acabado el mitin, desembarcaron las fuerzas del régimen taurino, los adalides del sistema y empezaron a soltar por la boca y por las plumas lo imaginable, lo inimaginable y lo inadmisible. Le habían tocado el pan y saltaron como resortes a decir cuantas barbaridades se les pasaban por la boca, como si esperaran despertar a los dormidos para lanzarlos contra los que solo veían lo que muchos, el destoreo que en nada se parece a lo que hacían aquellos con los que algún cerebro avinagrado y panza agradecido se puso a hacer comparaciones. ¿Quiénes se creían esos señores para protestar a una de sus principales fuentes de ingresos, según dicen las malas lenguas, que luego vayan ustedes a saber, que igual no les invitan ni a un café. Pero ellos sacan toda la artillería, y si se llevan por delante el prestigio de una plaza, los valores del toreo o lo que sea, les da igual, pero no me toquen al figura, a ver si… Que sepa todo el mundo lo que hay si alguien se mete con alguno de los capos de esa Santa Hermandad… de la Pasta Gansa.

 

Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

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