Estoy hecho un lío y me gustaría que alguien me lo resolviera, bien el maestro Esplá o cualquier otro que sepa entender el mundo de los toros. Ya comenté anteriormente mi opinión sobre la famosa y cacareada entrevista de Tendido Cero al maestro de Alicante. Recuerdo que una de las quejas de éste era, según su parecer, el excesivo volumen del toro actual y su escasa movilidad y casi llegué a interpretar que los matadores del momento son más víctimas que nadie y que no están a gusto con este cambio del toro. Entonces la demanda del profesional es la del toro no demasiado grande, bravo, con movilidad e incluso con alguna que otra complicación ¿no? Pues no. Y la prueba evidente es lo que vivimos en estos días y lo que llevamos viviendo desde hace años. Leemos, además de la desaparición del hierro de Atanasio, la de la amenaza bajo la que está el encaste de Coquilla, y más concretamente el hierro de Sánchez Fabrés. Un toro no demasiado voluminoso, corto de cuello, y con nervio, pero al que no se ha apuntado ninguna de las figuras, no sólo ahora, sino desde hace años, demasiados. Y esto es condenar a muerte a una ganadería, porque como en todo en la vida, el toro bravo se va modelando poco a poco, se va viendo y se corrige y mejora a partir del examen que supone la lidia en la plaza. Habrá quien me diga que eso también se puede hacer en el campo, en plazas y con toreros de menor categoría, pero también es comprensible el hecho del desánimo que produce el no ser reconocido, aparte de que todo esto se tiene que cimentar sobre una cierta holgura económica. Porque una cosa es la afición y otra que ésta te lleve al suicidio y a la ruina. Y tampoco es lo mismo “atorear” en Centrifuelles de Arriba, que en Madrid, Sevilla o Valencia por poner un ejemplo.
Otro ejemplo de esta ausencia de demanda, por decirlo con delicadeza, son los santacoloma, bajo cualquiera de los hierros que se han anunciado. Los Flor de Jara de hoy son los herederos de aquellos que como mucho han visitado las plazas de segunda y que vienen asiduamente a Madrid en novilladas que descubren a los novilleros que quieren ser algo en el mundo de los toros y a los que sólo quieren pasar el rato o entrar en alguno de los círculos de poder de la fiesta. Seguro que el maestro Esplá sabe de las dificultades de estos cárdenos no muy grandes, pero con un corazón de bravo enorme. Pero la generalidad es que la gran mayoría de los matadores actuales no sólo no han matado casi ninguna corrida de Miura, Pablo Romero, Albaserrada, en cualquiera de sus hierros, o Santa Coloma, si no que además esto que en otros momentos podía ser un motivo de vergüenza, hoy en día lo es de orgullo.
Con estos dos ejemplos tan pequeños como simples, vemos que una cosa es lo que todos, incluidos toreros, empresarios, taurinos o aficionados, decimos y otra lo que hacen todos los que viven del toro. Una cosa es predicar y otra dar trigo, como dice la sabiduría popular. Eso sí, si todas estas cosas nos las dicen muy serios, delante de una cámara de televisión y con un gesto de sincera que abruma, casi podemos llegar a creernos estas coartadas que sólo valen para seguir con ese trágala que está carcomiendo los fundamentos de la fiesta. Pero seguro que volveremos a escuchar al maestro Esplá o a cualquier otro maestro que tenga un don de la palabra parecido y tendremos que volver a pellizcarnos para caer en el embrujo del canto de las sirenas.
Otro ejemplo de esta ausencia de demanda, por decirlo con delicadeza, son los santacoloma, bajo cualquiera de los hierros que se han anunciado. Los Flor de Jara de hoy son los herederos de aquellos que como mucho han visitado las plazas de segunda y que vienen asiduamente a Madrid en novilladas que descubren a los novilleros que quieren ser algo en el mundo de los toros y a los que sólo quieren pasar el rato o entrar en alguno de los círculos de poder de la fiesta. Seguro que el maestro Esplá sabe de las dificultades de estos cárdenos no muy grandes, pero con un corazón de bravo enorme. Pero la generalidad es que la gran mayoría de los matadores actuales no sólo no han matado casi ninguna corrida de Miura, Pablo Romero, Albaserrada, en cualquiera de sus hierros, o Santa Coloma, si no que además esto que en otros momentos podía ser un motivo de vergüenza, hoy en día lo es de orgullo.
Con estos dos ejemplos tan pequeños como simples, vemos que una cosa es lo que todos, incluidos toreros, empresarios, taurinos o aficionados, decimos y otra lo que hacen todos los que viven del toro. Una cosa es predicar y otra dar trigo, como dice la sabiduría popular. Eso sí, si todas estas cosas nos las dicen muy serios, delante de una cámara de televisión y con un gesto de sincera que abruma, casi podemos llegar a creernos estas coartadas que sólo valen para seguir con ese trágala que está carcomiendo los fundamentos de la fiesta. Pero seguro que volveremos a escuchar al maestro Esplá o a cualquier otro maestro que tenga un don de la palabra parecido y tendremos que volver a pellizcarnos para caer en el embrujo del canto de las sirenas.
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