Ya he vuelto de mis cortas pero intensas vacaciones y una de las cosas más curiosas que me han ocurrido en estos días en Portugal es un sueño que tuve y que fue tan real que parecía que lo estaba viviendo de verdad. Yo me encontraba rodeado de gente de otros países, lo mismo franceses, que alemanes, holandeses o portugueses y ningún español y sentado en una silla de madera dura como la piedra, veía jugar a España el campeonato del mundo de fútbol, que se jugaba nada menos que en África. Menudo absurdo, ¿cómo se va a jugar un mundial en un continente que no sea Europa o América? Pero ahí no quedaba la cosa, primero jugábamos contra Alemania, la superpotencia del fútbol, y les ganábamos con autoridad, a los grandullones rubicundos esos. Recuerdo que yo sólo me podía limitar a sonreír y como mucho a apretar los dientes para no dejar escapar la alegría que tenía dentro. Y lo bueno es que ganando, pasábamos a la final del Mundial. A quien se lo cuente, dirá que pocas veces había oído algo tan absurdo. Pero ahí no paró la cosa, resulta que en la final jugábamos contra Holanda, que en lugar de da una lección de fútbol se limitaba a cazar a los jugadores españoles. Si sería raro el sueño, que a Xabi Alonso le pegaban una patada en el pecho y no pasaba nada, ni expulsaban al holandés ni nada. E incluso de tantos palos que repartían, conseguían que hasta Iniesta se cabreara. Esa era una de las pruebas irrefutables de que el sueño no podía ser real.
España jugaba y tocaba y creaba ocasiones, pero no marcaba, ¿cómo iba a marcar? Si lo hacía se convertía en campeona del Mundo y eso ya se sabe que está reservado para los grandes, para Alemania, Argentina, Italia y sobre todo, Brasil. Mientras tenía que aguantar la sonrisilla estúpida de una familia de holandeses, que parecía que ya conocían el resultado de antemano. Se acabó el partido, se llegó a la prórroga y cuando ya tenía asumido que me despertaría del sueño, gol de España, gol de Iniesta; la sala se llenó de silencio, la sonrisilla imbécil calló, las caras de la familia holandesa se convirtieron de repente en una máscara trágica. Recuerdo que sólo pude oír un leve grito de gol en el exterior, que resulta que provenía de mi familia, que veía el partido a través de la ventana. El árbitro pita el final y España campeona del mundo, ¡Dios, que sueño tan bueno! Papá tulipán se levanta como un resorte y decide apagar la tele, todos a la cama, se acabó la fiesta; no escuchaba mis voces diciéndole que no la apagara, que nos quedaba ver como nos entregaban la copa. Le eché valor, volví a apretar el interruptor y vi como los jugadores saltaban alrededor del trofeo. Lo que son las cosas de los sueños, en el partido iban de azul y ahora iban de rojo. Desconozco el por qué del cambio, habrá que preguntárselo a un psicoanalista, pero a mí me daba igual, aunque fuera en un sueño, había visto a España como Campeona del Mundo de fútbol. ¡Qué grande! No me lo puedo ni imaginar en la realidad. Seguro que todo el mundo se echaría a la calle, que los jugadores se pasearían en loor de multitudes, que Fernando Torres volvería a dejar claro su sentimiento atlético, que daría igual que fueran los jugadores del Barça, del Madrid, del Sevilla o de quien fuera, que sólo serían el equipo campeón del mundo por todo un país, por los niños que nunca lo habían visto, por los que hace años, muchos años, dejaron de ser niños y tampoco lo habían visto, por los que no distinguen un fuera de juego de un ataque de nervios, todos éramos campeones.
Habrá quien me llame infeliz por tener estos sueños y encima contarlos, pero a mí me ha parecido tan bonito y tan real, que no he podido evitar compartirlo con todo el mundo. Cosas así hay que compartirlas y aunque esto no nos va a sacar de la crisis, no va a mejorar nuestras cosas del día a día y a algunos no les evitará aguantar a ese jefe cenutrio, por lo menos nos ayuda a pasar un rato de felicidad colgados de las nubes de la irrealidad. Pero… ¿y si llegara a ser verdad?
España jugaba y tocaba y creaba ocasiones, pero no marcaba, ¿cómo iba a marcar? Si lo hacía se convertía en campeona del Mundo y eso ya se sabe que está reservado para los grandes, para Alemania, Argentina, Italia y sobre todo, Brasil. Mientras tenía que aguantar la sonrisilla estúpida de una familia de holandeses, que parecía que ya conocían el resultado de antemano. Se acabó el partido, se llegó a la prórroga y cuando ya tenía asumido que me despertaría del sueño, gol de España, gol de Iniesta; la sala se llenó de silencio, la sonrisilla imbécil calló, las caras de la familia holandesa se convirtieron de repente en una máscara trágica. Recuerdo que sólo pude oír un leve grito de gol en el exterior, que resulta que provenía de mi familia, que veía el partido a través de la ventana. El árbitro pita el final y España campeona del mundo, ¡Dios, que sueño tan bueno! Papá tulipán se levanta como un resorte y decide apagar la tele, todos a la cama, se acabó la fiesta; no escuchaba mis voces diciéndole que no la apagara, que nos quedaba ver como nos entregaban la copa. Le eché valor, volví a apretar el interruptor y vi como los jugadores saltaban alrededor del trofeo. Lo que son las cosas de los sueños, en el partido iban de azul y ahora iban de rojo. Desconozco el por qué del cambio, habrá que preguntárselo a un psicoanalista, pero a mí me daba igual, aunque fuera en un sueño, había visto a España como Campeona del Mundo de fútbol. ¡Qué grande! No me lo puedo ni imaginar en la realidad. Seguro que todo el mundo se echaría a la calle, que los jugadores se pasearían en loor de multitudes, que Fernando Torres volvería a dejar claro su sentimiento atlético, que daría igual que fueran los jugadores del Barça, del Madrid, del Sevilla o de quien fuera, que sólo serían el equipo campeón del mundo por todo un país, por los niños que nunca lo habían visto, por los que hace años, muchos años, dejaron de ser niños y tampoco lo habían visto, por los que no distinguen un fuera de juego de un ataque de nervios, todos éramos campeones.
Habrá quien me llame infeliz por tener estos sueños y encima contarlos, pero a mí me ha parecido tan bonito y tan real, que no he podido evitar compartirlo con todo el mundo. Cosas así hay que compartirlas y aunque esto no nos va a sacar de la crisis, no va a mejorar nuestras cosas del día a día y a algunos no les evitará aguantar a ese jefe cenutrio, por lo menos nos ayuda a pasar un rato de felicidad colgados de las nubes de la irrealidad. Pero… ¿y si llegara a ser verdad?
6 comentarios:
Enrique, debiste haber gritado: GOOOOOOOOOOOOOOOOOOL y celebrarlo efusivamente delante de la familia de, seguramente, blanquecinos holandeses. Somos campeones del mundo y la bandera atlética volvió a recorrer las calles de la capital, colgada de la espalda del gran Fernando, que nos hizo campeones de Europa y que colocó el balón de gol en el área de Holanda. Tuvo que salir Torres otra vez, para que se produjera el magnífico acontecimiento. Un saludo
David:
Al día siguiente me crucé con Papá Tulipán y todavía le duraba la cara de pasmo, siendo capaz únicamente de emitir gruñidos y no palabras.
Y mira que después del mundial que ha tenido, de la lesión, de ese excesivo halago a Villa, que es bueno y mete goles, pero que necesita mucha gente a su alrededor y de verle de nuevo con su escudo del Aleti en la bandera, después de todo eso llegué a pensar que igual deseaba volver a su equipo. Eso sí que sería un verdadero sueño. Pocos querrían tanto esa camiseta como la quiere él, aunque sea desde Inglaterra.
Un saludo David y prepárate, que en na' y menos empezamos otra vez a sufrir, aunque yo, pesimista casi por naturaleza, creo que no nos va a ir nada mal.
Enrique, lo de Torres otra vez en el Atleti sí que es un sueño, pero de los que no se cumplen. Me refiero al Torres joven y en plenitud, porque si que estoy seguro de que algún día, cuando se haya hartado de ganar, volverá a su casa. Y bien que me gustaría, como madridista que soy, que volviera ya al Atleti, que bien pensando son seis puntos los que nos regalais todos los años cuando el ganais al Barca...
Durante el partido contra Holanda, viendo los viajes que daban, y como los españoles se crecían con el castigo, me acordé de una frase que leí y me encantó, del blog de Sol y Moscas. Dice así:
`Yo soy como los toros de Saltillo, que, cuando me llega la sangre a la pezuña, embisto con más fuerza´´ (Antonio Chacón)
Creo que la frase define perfectamente el partido de Iniesta, que llevaba las piernas reventadas, pero que cuántas más patadas le daban más se crecía.
Saludos
Antonio:
Como podrás comprobar, los atléticos somos unos ilusos. Y estoy contigo, volverá cuando sólo tenga dinero que recoger y nada que ofrecer. Sobre Iniesta es como esos saltillos o como los santacolomas que tenemos en el recuerdo, chiquitos pero bravos, con genio y creciéndose al castigo.
Un saludo
Enrique, yo también tuve un sueño parecido, clavadito, pero yo me tuve que salir afuera para disfrutar el gol y el corte de humor de, cómo tú dices, Papá Tulipan.
Un saludo.
Kolkod:
Disfruta de este y de todos los goles y si alguien quiere aguarte la fiesta, no le hagas caso.
Un beso
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