viernes, 6 de julio de 2012

Madrileños por el Mundo


Un ayudado por alto que comenzó una aburrida tarde toros


Tendré que explicar muy bien a lo que me refiero al decir esta frase, no vaya a ser que los del programa de la tele de doña Esperanza, el adalid y salvaguarda de la Fiesta, se me desboquen y me manden a los guindillas a ponerme firmes. No vamos a ir a Botswana a ver como un chico de la Prospe ha montado un negocio de exportación de gazpacho, ni que una señora de mediana edad del barrio de Hortaleza ha montado una casa de trajes de chulapos en el centro de Manila, por aquello de los mantones. Para eso habrá que esperar los capítulos correspondientes. Eso sí, si la reportera o reportero necesitan ayudantes, que no duden en llamarme.

Lo mío es mucho más próximo y no tan concreto, no me voy a presentar en casa de Manolo o Pepe Luis más allá de Despeñaperros, ni en la huerta de Joaquín, ni en el Chiringuito allá del mar. Cuando hablo de madrileños por el Mundo me refiero a la afición venteña y a todas sus delegaciones repartidas por la geografía. Como el chiste los de Bilbao, un aficionado madrileño, nace y vive donde le viene bien, aunque no haya posado sus mullidas posaderas sobre el granito de Guadarrama. ¿Y por qué? Pues porque eso es un sentimiento, una forma de entender la Fiesta. Hace años, ya lustros y a poco que nos pongamos, siglos, cada sitio tenía su propia afición a los toros y esta tenía caracteres muy marcados. Unos gustaban del toro grande, otros del toreo fino, otros del espectacular, cada uno era de su padre y de su madre. Pero hete aquí que llega la globalización. Y todos que estábamos tan contentos con la variedad y la personalidad de cada plaza, de repente nos damos cuenta en que la afición a los toros se divide en la de la tele, y más concretamente la de la tele del señor Molés, como máximo mandatario y sumo pontífice de esta parroquia y los demás, que sumidos en la angustia y la desesperación, ya no pueden acudir a la plaza de su tierra sin tener ciertos malos pensamientos y cierta aversión a lo que se ve en los ruedos de por ahí. Entonces es cuando estos buscan una tabla de salvación y comprueban que a su alrededor solo hay un salvavidas con el rótulo de Plaza de Las Ventas. ¿Qué van a hacer, ahogarse y renunciar a su afición? Pues no, lógicamente, se agarran como desesperados a lo que más se aproxima a su idea de la Fiesta, del toreo y sobre todas las cosas, del toro.

Los hay que nunca han pasado por la plaza de la calle de Alcalá, los hay que nunca podrán visitarla y luego también están esos que aparte de la romería de los patronos de su ciudad, de la excursión a tal ermita para reunirse con sus convecinos o de ir a coger aceitunas en una fecha determinada, han tenido que incluir un viaje a Madrid, para ver toros en las Ventas. Además cuando pronuncian el nombre de la plaza, se les llena la boca y se les hincha el alma. Unos toman la excusa de apoyar al torero con el que comparten paisanaje, otros por el ganado, otros por las dos cosas y otros porque necesitan respirar el ambiente taurino con el que se sienten más a gusto, por lo menos para ir tirando un tiempecito.

Ya decía que cada afición tiene sus cosas. Esta de Madrid en la Diáspora, también tiene sus valores eternos de la Fiesta. Es muy raro que no coincidan todos en el toro. A él agradecen su afición, a él dedican sus oraciones para que baje de nuevo a la Tierra encarnado en la casta y la bravura, y a él apelan cuando se sienten flaquear. Que no flaquean, pero les da esa sensación. Que cosas, gentes de Andalucía, de Castilla o Extremadura, que tienen el toro en el campo a dos pasos de su casa y se meten una montonada de kilómetros entre pecho y chepa para encontrarse con el toro. ¿No podrán verlo igualmente en la plaza de Mérida, Huelva, Badajoz, Linares, Córdoba, Valladolid o Salamanca? Pues o ellos están ciegos de bastón blanco y perro grandote, o eso debe ser algo menos que una utopía.

Igual que estos “madrileños” no abjuran de su origen, ni de su plaza, que por supuesto que no deja de ser su orgullo, también ocurre el caso contrario. ¡Cuántos madrileños transitorios prefieren las plazas de tercera! Y todo esto nada más que por un montón de despojos. Estos públicos son los que vayan las veces que vayan a la plaza de Madrid, nunca formarán parte de su afición, entre otras cosas porque no les da la gana, lo rechazan con todas sus fuerzas. Buscan que pasen los dos primeros tercios a toda velocidad, sin preocuparse por nada más y solo a partir de que el espada despliegue la muleta caen en la cuenta de que allí hay un toro y un señor con medias rosas, que se supone que es el torero. Si antes alguien ha protestado el toro, al picador o al lucero del alba, les importa un pito. Pero la afición de Madrid, la de todos los Madriles posibles, esa que forman los que van a la plaza y los de la Diáspora, piden, ya casi añoran, otras cosas. Es abrirse el portón de los sustos y esperan que salga un toro, ¡qué ilusos! Y si no sale, ya tenemos montada la marimorena. Y los otros madrileños empiezan con el cállate. Luego viene lo del picador, que unos quieren que se gane el sueldo y otros que ni se despeine. Seguimos con el “a picar” y la respuesta de “si le pican se cae”, “pues que se caiga; y sigue el pitote y las broncas a distancia. Los madrileños atacan con el “payaso” y los otros madrileños señalan al toro rebozado por la arena respondiendo “¿pero no lo veis? Pero el número fuerte empieza cuando sale el matador, que tiene sus familiares, paisanos y a los amantes de los despojos, del toreo Gore, apoyándole como un solo hombre. Y otra vez la gresca, unos que si el pico, el paso atrás, que si eso es mentira, que míralo con el pobre animalito, mientras que el eco de todo esto responde “baja tú, baja tú, tú, tú, u, u” y otras lindezas que mi educación no permite reproducir, pues ya decían que no es bonito nombrar a la madre del otro y restregarle por la cara algunas costumbres que el vociferante le atribuye por su cuenta y riesgo. Y cuando se produce la estocada, allá donde caiga y después de doblar el toro, entonces es mucho más fácil identificar a los unos y a los otros. Unos flamean los pañuelos como si fuera su pendón, como si blandieran una espada, mientras que los otros se echan las manos a la cabeza y repiten como una letanía “¡Ay Madrid, que bajo has caído! Pero no nos engañemos, estos que vemos son los madrileños que acuden siempre que pueden a las Ventas, porque nadie debe olvidar que además de estos, hay muchos más “Madrileños por el Mundo”.

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Amigo Enrique buen título y extraordinaria disección de una situación real como la vida misma...me siento identificado desde Augusta Emérita...¿habría problema para incluirlo en la revista?
Un abrazo
Pgmacias

Juan Arolas dijo...

Toro, toro, toro y después lidia con capote, lidia a caballo, lidia a banderillas y lidia a muleta y estoque. El verdadero problema está en que la "la autoridad competente" y la "prensa taurina" no pone las cosas en su sitio. La autoridad está alineada con las empresas a cambio de (ellos sabrán). Y la prensa a los que se ponen a favor de un espectáculo dantesco vacío de toro y lidia, no les cuentan la verdad, están engañados los pobres. De eso se mantiene este espectáculo, el que era para Lorca el más culto, es ahora mismo mantenido por paganinis con unos conocimientos limitadísimos. Pero voy a lo de antes, "la prensa taurina" los tienen atontados. Y lo malo que entre los más jóvenes de la "prensa taurina" ya ha habido relevo y año tras año se van perdiendo batallas. Y la autoridad está totalmente corrupta, vendida...

Un saludo y leña al mono.

Enrique Martín dijo...

Pgmacias:
Habrás podido comprobar que mientras escribía esto, yo andaba visitando a más de un "madrileño" por Emerita Augusta, Granada, Pontevedra, Trigueros, Sevilla, Zaragoza, Linares y tantos sitios por donde estáis repartidos.
¿Problemas para usar esto en vuestra revista? Por mi parte ya sabes que ninguno, que es un orgullo. Solo hace falta que este escrito alcance la calidad que mantenéis en todas vuestras publicaciones.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Juan:
Aparte de ser un "entre todos la mataron..." han llegado a unos límites preocupantes de adoctrinamiento. Y como suele ocurrir con estas actividades propagandísticas, más propias de sistemas que quedaron en el pasado, no han dudado en tergiversar y despreciar el pasado, con lo que de un plumazo se quitan de encima cualquier posible referencia que le sirva a los jóvenes como sitio de consulta.
Un saludo y a seguir, porque entre unos y otros nos animamos para seguir y justamente hace un momento vengo de un blog que conoces bien, en el que uno coge fuerza y ánimo.

Xavier González Fisher dijo...

Enrique: En esto no puedo darte el pésame. Yo podría copiar tu texto y sustituir todas las referencias que haces a Madrid, por las de Aguascalientes o las de cualquier lugar de México. Así están las cosas y parece que "es lo que hay" y lo que habrá si nos dormimos...

Enrique Martín dijo...

Xavier:
Pues sí, parece que nuestros próximos trabajos deberán ser más de adaptación que de pelea, aunque no sé si muchos estaríamos preparados para ello. Igual acabamos queriendo defender la posición y lo dejaremos de hacer cuando ya nos veamos fuera y alejados de esta vulgaridad sin freno.
Un saludo

Diego Cervera Garcia dijo...

Enrique:
Chapó!!! no voy a decir ni añadir nada mas!
Un abrazo

Gloria. Murcia dijo...

Algunos que sufrimos el vivir lejos, aún con declaración oficial e institucional incluida, anhelamos una exportación de "cepas contaminantes", que se hacen únicamente visibles en Las Ventas, a ser posible, de los elementos virales de mayor espectro, a ver si de esta forma, se sacude el polvo a un público borreguil, mediocre, conformista, chabacano y bullanguero, que acude a los toros para hacer de todo, menos para admirar y emocionarse por el sacro-santo sacrificio.

Sacrificio? Para otros no es más que un placer convertirnos en murcianos por la más bella plaza del mundo, donde, aunque de forma cada vez más minoritaria, se sigue exigiendo verdad, integridad y respeto.

Un saludo, Enrique, de una murciana, "enriquecida", "aventeñada" y absolutamente contaminada... sigues siendo imprescindible. Por cierto, sabes que en la huerta de Joaquín, siempre serás bien recibido.

Xavier González Fisher dijo...

Aquí sí que no puedo convenir contigo. Los "XXI" y "2.0" dirían que "nuestros trabajos 'deben' ser 'de adaptación'", en una percepción darwiniana de que solamente "los más aptos sobreviven"... Ir así, con la corriente, permite dormir plácidamente y eso es lo que ellos quisieran, más bien lo que habría que hacer, es recordarles el pasado glorioso y auténtico que esto tiene, para ver si algún día ellos despiertan de su marasmo y retoman el buen camino, que al final y aplicando su misma "filosofía", solo "los más aptos sobreviven"... Un abrazo.

Enrique Martín dijo...

Diego:
Ya es mucho poder contar por aquí contigo.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Gloria:
Ya digo yo que hay "madrileños2 hasta en la huerta de Murcia. Ya me iba yo a dar unos buenos paseos por los bancales de don Joaquín, eso sí, igual os contamino y luego ya veréis lo que hacéis.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Xavier:
Ahora que nadie nos ve, ni nos escucha, ¿tú crees que ellos sinceramente disfrutan? O no será que tienen mucho que argumentar para convencerse de que eso les emociona. A ver si esa selección sabe elegir.
Un abrazo

Pacomartínez dijo...

Enrique: Este fenómeno que comentas de "las dos aficiones" se está dando en muchas plazas y, desgraciadamente, en Madrid también. Ahora se sabe menos de toros que antes, en términos generales, y los nuevos asistentes al espectáculo llegan in albis al tendido, por lo que es lógico que los pareceres de uno y otro choquen. Hasta ahí tampoco parece muy preocupante, pero sí que lo es que desde el medio que retransmite los festejos se acuse de ignorantes a quienes no opinan como ellos y no tengan presente que el público, en un espectáculo tan democrático como son los toros, es soberano, aunque no sea nada más que porque`paga su entrada.
Saludos

Enrique Martín dijo...

Paco:
Ya no existe ni Madrid, ni nada, si acaso un ideal, pero que ya no reside en ninguna plaza y en Las Ventas tampoco. A mí me han llegado a acusar de que no me gustara lo que aplaudía la mayoría. Imagínate que argumento de fuerza. Pero bueno. Y esperemos que le quiten el contrato de la tele a los que están ahora, o que el locutor dogmático se jubile.
Un saludo

Anónimo dijo...

Enrique, somos pocos pero aún resistimos.

Por cierto, ayer estuvo interesante la novillada de Javier Molina. Lástima que no tuvieran enfrente a novilleros que supieran estar a la altura del ganado.

Saludos
J.Carlos