Un ayudado por alto que comenzó una aburrida tarde toros
Tendré que explicar muy bien a lo que me refiero al decir
esta frase, no vaya a ser que los del programa de la tele de doña Esperanza, el
adalid y salvaguarda de la Fiesta, se me desboquen y me manden a los guindillas
a ponerme firmes. No vamos a ir a Botswana a ver como un chico de la Prospe ha
montado un negocio de exportación de gazpacho, ni que una señora de mediana
edad del barrio de Hortaleza ha montado una casa de trajes de chulapos en el
centro de Manila, por aquello de los mantones. Para eso habrá que esperar los
capítulos correspondientes. Eso sí, si la reportera o reportero necesitan
ayudantes, que no duden en llamarme.
Lo mío es mucho más próximo y no tan concreto, no me voy a
presentar en casa de Manolo o Pepe Luis más allá de Despeñaperros, ni en la
huerta de Joaquín, ni en el Chiringuito allá del mar. Cuando hablo de
madrileños por el Mundo me refiero a la afición venteña y a todas sus
delegaciones repartidas por la geografía. Como el chiste los de Bilbao, un
aficionado madrileño, nace y vive donde le viene bien, aunque no haya posado
sus mullidas posaderas sobre el granito de Guadarrama. ¿Y por qué? Pues porque
eso es un sentimiento, una forma de entender la Fiesta. Hace años, ya lustros y
a poco que nos pongamos, siglos, cada sitio tenía su propia afición a los toros
y esta tenía caracteres muy marcados. Unos gustaban del toro grande, otros del
toreo fino, otros del espectacular, cada uno era de su padre y de su madre.
Pero hete aquí que llega la globalización. Y todos que estábamos tan contentos
con la variedad y la personalidad de cada plaza, de repente nos damos cuenta en
que la afición a los toros se divide en la de la tele, y más concretamente la
de la tele del señor Molés, como máximo mandatario y sumo pontífice de esta
parroquia y los demás, que sumidos en la angustia y la desesperación, ya no
pueden acudir a la plaza de su tierra sin tener ciertos malos pensamientos y
cierta aversión a lo que se ve en los ruedos de por ahí. Entonces es cuando
estos buscan una tabla de salvación y comprueban que a su alrededor solo hay un
salvavidas con el rótulo de Plaza de Las Ventas. ¿Qué van a hacer, ahogarse y
renunciar a su afición? Pues no, lógicamente, se agarran como desesperados a lo
que más se aproxima a su idea de la Fiesta, del toreo y sobre todas las cosas,
del toro.
Los hay que nunca han pasado por la plaza de la calle de
Alcalá, los hay que nunca podrán visitarla y luego también están esos que
aparte de la romería de los patronos de su ciudad, de la excursión a tal ermita
para reunirse con sus convecinos o de ir a coger aceitunas en una fecha
determinada, han tenido que incluir un viaje a Madrid, para ver toros en las
Ventas. Además cuando pronuncian el nombre de la plaza, se les llena la boca y
se les hincha el alma. Unos toman la excusa de apoyar al torero con el que
comparten paisanaje, otros por el ganado, otros por las dos cosas y otros
porque necesitan respirar el ambiente taurino con el que se sienten más a
gusto, por lo menos para ir tirando un tiempecito.
Ya decía que cada afición tiene sus cosas. Esta de Madrid en
la Diáspora, también tiene sus valores eternos de la Fiesta. Es muy raro que no
coincidan todos en el toro. A él agradecen su afición, a él dedican sus
oraciones para que baje de nuevo a la Tierra encarnado en la casta y la
bravura, y a él apelan cuando se sienten flaquear. Que no flaquean, pero les da
esa sensación. Que cosas, gentes de Andalucía, de Castilla o Extremadura, que
tienen el toro en el campo a dos pasos de su casa y se meten una montonada de
kilómetros entre pecho y chepa para encontrarse con el toro. ¿No podrán verlo
igualmente en la plaza de Mérida, Huelva, Badajoz, Linares, Córdoba, Valladolid
o Salamanca? Pues o ellos están ciegos de bastón blanco y perro grandote, o eso
debe ser algo menos que una utopía.
Igual que estos “madrileños” no abjuran de su origen, ni de
su plaza, que por supuesto que no deja de ser su orgullo, también ocurre el
caso contrario. ¡Cuántos madrileños transitorios prefieren las plazas de
tercera! Y todo esto nada más que por un montón de despojos. Estos públicos son
los que vayan las veces que vayan a la plaza de Madrid, nunca formarán parte de
su afición, entre otras cosas porque no les da la gana, lo rechazan con todas
sus fuerzas. Buscan que pasen los dos primeros tercios a toda velocidad, sin
preocuparse por nada más y solo a partir de que el espada despliegue la muleta
caen en la cuenta de que allí hay un toro y un señor con medias rosas, que se
supone que es el torero. Si antes alguien ha protestado el toro, al picador o
al lucero del alba, les importa un pito. Pero la afición de Madrid, la de todos
los Madriles posibles, esa que forman los que van a la plaza y los de la
Diáspora, piden, ya casi añoran, otras cosas. Es abrirse el portón de los
sustos y esperan que salga un toro, ¡qué ilusos! Y si no sale, ya tenemos
montada la marimorena. Y los otros madrileños empiezan con el cállate. Luego
viene lo del picador, que unos quieren que se gane el sueldo y otros que ni se
despeine. Seguimos con el “a picar” y la respuesta de “si le pican se cae”,
“pues que se caiga; y sigue el pitote y las broncas a distancia. Los madrileños
atacan con el “payaso” y los otros madrileños señalan al toro rebozado por la
arena respondiendo “¿pero no lo veis? Pero el número fuerte empieza cuando sale
el matador, que tiene sus familiares, paisanos y a los amantes de los despojos,
del toreo Gore, apoyándole como un solo hombre. Y otra vez la gresca, unos que
si el pico, el paso atrás, que si eso es mentira, que míralo con el pobre
animalito, mientras que el eco de todo esto responde “baja tú, baja tú, tú, tú,
u, u” y otras lindezas que mi educación no permite reproducir, pues ya decían
que no es bonito nombrar a la madre del otro y restregarle por la cara algunas
costumbres que el vociferante le atribuye por su cuenta y riesgo. Y cuando se
produce la estocada, allá donde caiga y después de doblar el toro, entonces es
mucho más fácil identificar a los unos y a los otros. Unos flamean los pañuelos
como si fuera su pendón, como si blandieran una espada, mientras que los otros
se echan las manos a la cabeza y repiten como una letanía “¡Ay Madrid, que bajo
has caído! Pero no nos engañemos, estos que vemos son los madrileños que acuden
siempre que pueden a las Ventas, porque nadie debe olvidar que además de estos,
hay muchos más “Madrileños por el Mundo”.
15 comentarios:
Amigo Enrique buen título y extraordinaria disección de una situación real como la vida misma...me siento identificado desde Augusta Emérita...¿habría problema para incluirlo en la revista?
Un abrazo
Pgmacias
Toro, toro, toro y después lidia con capote, lidia a caballo, lidia a banderillas y lidia a muleta y estoque. El verdadero problema está en que la "la autoridad competente" y la "prensa taurina" no pone las cosas en su sitio. La autoridad está alineada con las empresas a cambio de (ellos sabrán). Y la prensa a los que se ponen a favor de un espectáculo dantesco vacío de toro y lidia, no les cuentan la verdad, están engañados los pobres. De eso se mantiene este espectáculo, el que era para Lorca el más culto, es ahora mismo mantenido por paganinis con unos conocimientos limitadísimos. Pero voy a lo de antes, "la prensa taurina" los tienen atontados. Y lo malo que entre los más jóvenes de la "prensa taurina" ya ha habido relevo y año tras año se van perdiendo batallas. Y la autoridad está totalmente corrupta, vendida...
Un saludo y leña al mono.
Pgmacias:
Habrás podido comprobar que mientras escribía esto, yo andaba visitando a más de un "madrileño" por Emerita Augusta, Granada, Pontevedra, Trigueros, Sevilla, Zaragoza, Linares y tantos sitios por donde estáis repartidos.
¿Problemas para usar esto en vuestra revista? Por mi parte ya sabes que ninguno, que es un orgullo. Solo hace falta que este escrito alcance la calidad que mantenéis en todas vuestras publicaciones.
Un abrazo
Juan:
Aparte de ser un "entre todos la mataron..." han llegado a unos límites preocupantes de adoctrinamiento. Y como suele ocurrir con estas actividades propagandísticas, más propias de sistemas que quedaron en el pasado, no han dudado en tergiversar y despreciar el pasado, con lo que de un plumazo se quitan de encima cualquier posible referencia que le sirva a los jóvenes como sitio de consulta.
Un saludo y a seguir, porque entre unos y otros nos animamos para seguir y justamente hace un momento vengo de un blog que conoces bien, en el que uno coge fuerza y ánimo.
Enrique: En esto no puedo darte el pésame. Yo podría copiar tu texto y sustituir todas las referencias que haces a Madrid, por las de Aguascalientes o las de cualquier lugar de México. Así están las cosas y parece que "es lo que hay" y lo que habrá si nos dormimos...
Xavier:
Pues sí, parece que nuestros próximos trabajos deberán ser más de adaptación que de pelea, aunque no sé si muchos estaríamos preparados para ello. Igual acabamos queriendo defender la posición y lo dejaremos de hacer cuando ya nos veamos fuera y alejados de esta vulgaridad sin freno.
Un saludo
Enrique:
Chapó!!! no voy a decir ni añadir nada mas!
Un abrazo
Algunos que sufrimos el vivir lejos, aún con declaración oficial e institucional incluida, anhelamos una exportación de "cepas contaminantes", que se hacen únicamente visibles en Las Ventas, a ser posible, de los elementos virales de mayor espectro, a ver si de esta forma, se sacude el polvo a un público borreguil, mediocre, conformista, chabacano y bullanguero, que acude a los toros para hacer de todo, menos para admirar y emocionarse por el sacro-santo sacrificio.
Sacrificio? Para otros no es más que un placer convertirnos en murcianos por la más bella plaza del mundo, donde, aunque de forma cada vez más minoritaria, se sigue exigiendo verdad, integridad y respeto.
Un saludo, Enrique, de una murciana, "enriquecida", "aventeñada" y absolutamente contaminada... sigues siendo imprescindible. Por cierto, sabes que en la huerta de Joaquín, siempre serás bien recibido.
Aquí sí que no puedo convenir contigo. Los "XXI" y "2.0" dirían que "nuestros trabajos 'deben' ser 'de adaptación'", en una percepción darwiniana de que solamente "los más aptos sobreviven"... Ir así, con la corriente, permite dormir plácidamente y eso es lo que ellos quisieran, más bien lo que habría que hacer, es recordarles el pasado glorioso y auténtico que esto tiene, para ver si algún día ellos despiertan de su marasmo y retoman el buen camino, que al final y aplicando su misma "filosofía", solo "los más aptos sobreviven"... Un abrazo.
Diego:
Ya es mucho poder contar por aquí contigo.
Un abrazo
Gloria:
Ya digo yo que hay "madrileños2 hasta en la huerta de Murcia. Ya me iba yo a dar unos buenos paseos por los bancales de don Joaquín, eso sí, igual os contamino y luego ya veréis lo que hacéis.
Un saludo
Xavier:
Ahora que nadie nos ve, ni nos escucha, ¿tú crees que ellos sinceramente disfrutan? O no será que tienen mucho que argumentar para convencerse de que eso les emociona. A ver si esa selección sabe elegir.
Un abrazo
Enrique: Este fenómeno que comentas de "las dos aficiones" se está dando en muchas plazas y, desgraciadamente, en Madrid también. Ahora se sabe menos de toros que antes, en términos generales, y los nuevos asistentes al espectáculo llegan in albis al tendido, por lo que es lógico que los pareceres de uno y otro choquen. Hasta ahí tampoco parece muy preocupante, pero sí que lo es que desde el medio que retransmite los festejos se acuse de ignorantes a quienes no opinan como ellos y no tengan presente que el público, en un espectáculo tan democrático como son los toros, es soberano, aunque no sea nada más que porque`paga su entrada.
Saludos
Paco:
Ya no existe ni Madrid, ni nada, si acaso un ideal, pero que ya no reside en ninguna plaza y en Las Ventas tampoco. A mí me han llegado a acusar de que no me gustara lo que aplaudía la mayoría. Imagínate que argumento de fuerza. Pero bueno. Y esperemos que le quiten el contrato de la tele a los que están ahora, o que el locutor dogmático se jubile.
Un saludo
Enrique, somos pocos pero aún resistimos.
Por cierto, ayer estuvo interesante la novillada de Javier Molina. Lástima que no tuvieran enfrente a novilleros que supieran estar a la altura del ganado.
Saludos
J.Carlos
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