La esperanza y la ilusión del aficionado merodean entre las sombras, sin que dé la impresión de que vayan a encontrar la luz |
Que necesitados estamos los aficionados a los Toros,
buscamos y buscamos ese clavo ardiendo al que agarrarnos para mantener viva
nuestra afición. Nos dan unas gotitas de agua y ya nos pensamos que podremos
cruzar el desierto bajo ese sol de justicia que nos aplasta desde hace tiempo.
Unos nos califican de pesimistas, derrotistas, negativistas y hasta de
antitaurinos, pero no creo que haya mayor muestra de afición incondicional que
la actitud que viene mostrando tanto defraudado desde hace ya demasiadas
temporadas, demasiadas ferias y demasiadas tardes de toros en las que se creía
comprar la felicidad cuando se sacaba una entrada para la corrida. Miramos al
cielo esperando una señal divina y buscamos el maná en forma de corrida con
ganaderías no comerciales, con la eterna reaparición siempre frustrada de José
Tomás y ahora con esa aparición que se anuncia de Joselito. ¿Reaparición? Sí,
pero parece que va a ser más efímera que el vuelo de un cometa.
Leo el entusiasmo, la alegría y la esperanza que produce
esta noticia. Algunos ven en ella la salvación de la temporada, la salvación de
una temporada que nos hará continuar manteniendo viva esta flor que casi se ha
quedado sin pétalos. Será en Francia, pero da igual, como si fuera en Alaska,
es lo mismo, lo único que les vale es que volverá Joselito. Quizá esperen que
el maestro del barrio de Las Ventas saboree el veneno del toreo otra vez y se
enganche al traje de luces. No sé, uno no quiere pensar en lo utópico, porque
luego la desilusión se digiere mal, muy mal. Ni con todas las sales de frutas
del mundo se puede asimilar el que el maestro no quiera visitar tu plaza
vestido de torero. Joselito ha afirmado muchas veces que nanay, que no vuelve
ni aunque la otra opción fuera posar ante un pelotón de fusilamiento. Se ha
tildado a si mismo de cobarde, de cobardón, de no tener valor para ponerse ante
el toro y tal y como se las gasta el señor Arroyo, yo le creo a pies juntillas.
Pero también es una persona que le da mil y una vueltas a la cabeza y los
razonamientos pueden hacerle cambiar de opinión. Pero no es esta la cuestión de
fondo, el asunto está en que, ¿cómo estará el panorama para que nuestra ilusión
sea la vuelta de Joselito una tarde o la más que improbable presencia de José
Tomás haciendo una temporada completa? Muchos afirman que sí, que José Tomás
toreará en todas las plazas importantes, que ya tiene preparadas y vistas tal y
cual corridas para volver a Madrid, que ya ha decidido a quien donará los altos
emolumentos que cobre en sus actuaciones, pero el hacer cábalas es gratis y
cada uno puede elucubrar lo que más le satisfaga.
No hay figuras que nos encandilen, no hay carteles que nos
ilusionen y casi ya ni esperamos darnos de cara con el Toreo de siempre, el
clásico, el que nunca pasa de moda, el eterno, porque eso es el clasicismo. Por
el contrario, lo que hoy es moderno, igual mañana pasa de moda, o incluso no
llega a estar de moda. Este menú que nos presentan nos tiene que gustar por
decreto y debemos manifestar nuestra adhesión incondicional, bajo pena de
tortura perpetua ante faenas plenas de monotonía a un animalito dócil, con
apariencia de toro, pero que dista mucho del toro. Y a golpe de dádivas y
regalías, los cronistas oficiales del régimen se deshacen en halagos fatuos e
imprecisos, que lo mismo se podrían aplicar a un torero, que al pregonero de
Castuera. No hablan de toros, no hablan de toreo, hablan de otras cosas que si
interesan a alguien no es al aficionado, al que por otra parte desprecian y
pretenden arrinconar y exiliar al retiro de su casa y que si quiere, que colme
su afición releyendo los libros que cuentan los hechos de aquellos a los que un
día vieron hacer el Toreo, aquellos que pudieron al toro y que ponen en
evidencia a estos caballeros asalta plazas.
Amenazan con no actuar en una gran feria, de una gran plaza
y con una gran afición y se encuentran que el aficionado no sólo no lamenta
estas cinco ausencias, sino que las celebra y casi saca a los santos en andas pidiendo
porque no aparezcan por la Maestranza. Vivir para ver. Hace años se postraban
ante su santo Romero, le rogaban por que se apareciera desplegando el lienzo de
su arte con el capote, se flagelaban por un kikirikí y entregaban su alma a la
fe currista por una natural y el de pecho. ¿Nadie se ha parado a pensar la cusa
de estas diferencias entre unas y otras actitudes? Pues quizá sería bueno un
pequeño análisis. Eso sí, no dudan en echarnos en cara que vivimos anclados en
el pasado y que nos negamos a la modernidad. Pero esto no es así, esto es una
falacia y una interpretación interesada de los hechos. El aficionado no se
agarra al pasado nostálgicamente, lo hace a la grandeza que vivió y que hace
tiempo que no ve, al toro y al toreo puro y a cada segundo que pase, sí, estará
más en el pasado, pero bulle como un volcán en las cabezas. Lastimosamente, ese
aficionado se tiene que ir agarrando a clavos ardiendo, pero vuelvan José
Tomás, nos echen una de Cuadri o Escolar o reaparezca Joselito, como dicen en
mi pueblo, “Un garbanzo no hace un cocido”.
8 comentarios:
Enrique:
Con este tema, al que no he tenido tiempo de darle muchas vueltas, soy un poco pesimista. Primero por lo que dices de que un garbanzo no hace un cocido. Que Joselito toree una tarde es como enseñarle un caramelo a un niño para luego darle un plato de lentejas del día anterior. Toreará Joselito y será solo el espejismo de una tarde, para luego volvernos a quedar con los componentes del G y agregados.
Segundo porque la ganadería es de lo peor que podía haber elegido del campo bravo. Ojalá me equivoque y los de Garcigrande saquen la bravura que no acostumbran, pero me extrañaría. Si criticamos a las "figuras" por robarnos más de la mitad de la lidia y por cambiar la definición de trapío debemos hacer lo mismo con Joselito. Que si que es cierto que fue un gran torero y que todos tenemos ganas e ilusión de verlo, pero una cosa no quita la otra.
Por último añadiría, y más en general, que estas reapariciones que esta temporada están haciendo diversos toreros no trae nada bueno a la fiesta. Cada uno puede hacer lo que quiera con su carrera y todo es respetable y comprensible (si falta el dinero en casa más aun) pero no puede ser que a los que de verdad empujan, son jóvenes y tienen ganas de torear se les aparte y no se les de sitio, y a los que vienen de vuelta se les den toda clase de privilegios por el simple hecho de que abren cartel y de que como van a torear solo un par de tardes no van a molestar a los G y demás figuritas. Fomentemos la afición dejando paso a toreros nuevos y no olvidemos que pocos se juegan la vida por el simple hecho de disfrutar.
Al menos esa es mi opinión de todo esto amigo Enrique.
Un fuerte abrazo y enhorabuena por tu escrito. Por cierto he estado liado con los exámenes, ya iré leyendo las entradas que los apuntes no me han dejado leer.
Pues puestos a conformarnos con un garbanzo...¡que reaparezca Curro!.
En El Mundo de hoy, Curro da una lección que deberían estudiar TODOS los que se creen toreros importantes del momento. Tan claras sus ideas como grande su toreo. Lo he pensado muchas veces, cuando se retiró Curro, yo tendría que haberme borrado de este negocio.
La gran noticia del maestro José M. Arroyo, es sin duda, además de la gran "clase practica francesa", la de su aportación en la escuela taurina de Madrid como nuevo director junto al Fundi y el Bote.
El sabrá transmitir toda su sabiduría a los futuros toreros, y aprenderán de su mano y la de sus compañeros de terna, Fundi y Bote, que nadie regala nada y en el toro aun menos.
Los hay que se conforman con mortadela, pero Joselito es de los mejores "pata negra" en los últimos años.
Ya veremos mas pronto que tarde los frutos de la mejor escuela taurina del mundo. El espíritu y sabiduría de su "padre" Enrique Martin Arranz a vuelto.
Un saludo.
Alberto:
Tú a estudiar, aunque te echemos de menos en tu Secreto de la Bravura, pero lo primero es lo primero.
Ya ves cómo estamos, que nos volvemos locos por una aparición que es más testimonial que otra cosa, con mucha comodidad y que es algo que se ha hecho siempre, pero ahora no creo que sea el momento de salir con ese ganado, ni en esa plaza, pues todo se magnifica y se le da una trascendencia que no tiene. Parece como si fuera a hacer temporada y se anunciara en Madrid y Sevilla. Si es casi como un festival. Pero ese afán de crear hitos, como tú bien dices, hace más mal que bien. Y mientras nos embobamos con tanto oropel, a ganaderías con el toro se las esconde, a los jóvenes se les tapa la progresión y luego se llenan la boca con soluciones que no entran en el meollo de los problemas. Todo está al revés, o como si lo hubiera pensado un anti muy anti. Y quieren modernidad. Que miren atrás y vean las fórmulas que había para que viviera mucha más gente, aparte de ser mucho mejor para el aficionado.
Un abrazo
Fabad:
Ya lo creo que sí. Lo que pasa es que creo que no nos pensábamos que esto pudiera caer tan bajo en tan poco tiempo. Y además tenemos ese punto de ingenuos que nos hace creer que mañana reaparecerá Domingo Ortega.
Un abrazo
Farero:
Mira que me gustaría que Joselito les enseñara a los chavales lo que es el toreo de siempre, pero bastante sería si al menos les transmitiera los valores y el sacrificio que supone ser torero y a no apartarse de la verdad. Ojalá se cumplan tus deseos.
Un saludo
Querido Enrique Martin, este usted tranquilo que Joselito enseñara y transmitirá a los nuevos aspirantes lo que significa el TOREO en toda la extensión de la palabra, no me cabe ninguna duda. A propósito recomiendo a todos los buenos aficionados el libro "Joselito el verdadero", hay que tenerlos bien gordos para contar toda la verdad a pecho descubierto, se lo dice alguien que puede dar fe de que todo es cierto y se ajusta a la verdad.
Saludos y un abrazo.
Farero:
Joselito podrá tener muchos defectos, pero entre ellos no está ni la cobardía, ni la mentira. Ese valor no solo para el toro, sino para plantarse y contar esa vida que ha tenido, pero como persona inteligente que es, muy inteligente, hasta de eso saca su enseñanza. Es un ejercicio de sinceridad que está al alcance de los muy íntegros y valientes. Quizá si fuera otro, podría dudar, pero no de Joselito. Y lo rápido que se lee el libro, sin darte cuenta.
Un abrazo
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