martes, 10 de febrero de 2015

Rabo de toro a la madrileña

Muchos serán los que no quieran dar más largas a un rabo en la plaza de Madrid


Ya queda poco para que empiece la temporada en la plaza de Madrid, ya está ahí, como quién dice. Después de ese aperitivo de las primeras ferias del año en las que las plazas parecen esos hoteles tallados en hielo en Finlandia, Siberia o Valdemorillo, ¡Dios! ¡Qué rasca, niño! amos, que a uno le da palo denunciar al ayuntamiento serrano por plagio por el cartel anunciador de la feria. Si lo que tenía que hacer es llevarles un brasero y un caldito para ver si entran en razón. Qué lástima de feria, si los asistentes no podrán si haber merendado a gusto; díganme ¿cómo se coge un canapé de ibérico con salsa de cardos borriqueros caramelizados, con una reducción de mirinda con aromas de Cabrales, con una manopla de esas gordas y forradas de borreguito? Que los gintonics no te los ponían con hielo, te los daban con un palo para ir chupando.

Pero en la plaza de Madrid no tenemos esos problemas, en la plaza de Madrid, si hace falta los combinados los alegra don Simón y no hay que andarse ni con manoplas, ni calcetines gordos, ni na’ de na’. Porque allá para finales de marzo ya no hará este frío de cascar huevos. Y esto hay que agradecérselo a los señores de Taurodelta, ¿por qué? Muy fácil. Con ese afán de empezar la temporada de Madrid cada vez más tarde, al final acabaremos abriendo las puertas de las Ventas el último domingo de julio, casi justo para la final de los ciclos de novilladas de novilleros nada placeados y espectadores muy viajados en los taurinobuses en los que siguen al torerillo del pueblo por esas plazas del mundo.

Que Madrid es la primera plaza del mundo es algo que se nota y no se discute. Y eso se ve en pequeños detalles como este de las grandes meriendas. ¡Qué manjares! ¡Qué bandejas! ¡Qué indigestiones! Lo de las Ventas es alta cocina y si no, juzguen ustedes la última receta que quieren poner de moda este año en las tardes de mayo y, si tiene éxito, servir el plato durante todo el año. Atención y no se pierdan el “Rabo de toro a la madrileña”. La receta era un secreto, pero servidor se ha hecho con él y, gracias a un suculento soborno, puedo ofrecerles la primicia.

Ingredientes:
-          Figuritas varias de la torería moderna, que tengan tirón popular y que tengan una buena relación con los medios de comunicación.
-          Torillos borregueros que vayan y vengan a la muleta, sin necesidad de que antes acudan al caballo. Es más, si no se les picara, mejor, pues así el animalito podrá ir y venir más veces sin maldad ninguna. No importa que embista con el estilo del perrillo que sigue una zanahoria, pues esto hasta le puede dar cierto gusto al guiso.
-          Público clavelero, agradecido, poco ducho en los fundamentos clásicos del toreo, preferentemente no muy asiduo a las plazas de toros, no fuera a ser que aprendiera a distinguir un toro de una oveja lacha, parroquiano de los toros en la tele y fiel de las doctrinas impartidas por los comentaristas de las retransmisiones. Hay que tener cuidado, pues el ser espectador habitual de los toros por la caja tonta no quiere decir que sean leales a la Tauromaquia 2.0. Este error podría echar por tierra la culminación con éxito del plato.
-          Unas gotitas de gintonics, calimocho, dyc coca, birras o cualquier otro elemento líquido con suficiente contenido alcohólico como para poder reblandecer entendimiento y rigor taurino.
-          Claveles para las solapas, que siempre darán color al plato.
-          Programas de televisión, prensa, redes sociales y tertulias que vayan creando el ambiente propicio para que el rabo de toro esté en su punto.


Modo de preparación:

Se cogen los figuritas, animalejos borregueros y público clavelero y se depositan todos sobre una perola grande, así como la plaza de toros de Madrid, a fuego lento, muy despacito, hasta conseguir un sofrito espesado con los licores y canapés. Se va dejando hacer durante días, semanas incluso o meses, en plazas de todo el orbe taurino, pero ya digo que a fuego muy lentito. Se va removiendo al tiempo que se dice: esta faena es de rabo, hasta en Madrid; el torero está en un momento dulce, está en el mejor momento de su carrera; hoy se torea mejor que nunca; qué torería, qué empaque, está por encima del toro. También hay que rezar por el borreguillo con eso de: qué noble; mira como hace el avión; es toro de vacas; el toro es bueno, pero él lo está entendiendo muy bien; es un toro para el torero; enhorabuena al ganadero; Y lo que cada uno sea capaz de poner de su cosecha. Y como guinda de todo esto: el público lo está entendiendo; que buenos aficionados, qué cariñosos y cuánto respeto; lo ha puesto patas arriba; están con el torero; va a haber trofeos. Todo esto es muy importante, pues sirve para que el guiso se vaya haciendo, para que el rabo se vaya ablandando poquito a poco, sin prisa.

Se reserva aparte lo anterior y se pasa a elaborar los carteles de San Isidro, qué sean los que sean, hay que decir, y muy convencido, que son unos carteles redondos y muy bien rematados, ¡vamos! la mejor feria de los últimos años, con sus figuras, sus torillos claveleros y una alegría en el cuerpo que no se puede aguantar, que ese mes entero de festejos se nos hace hasta corto, que porque es mayo, que si fuera febrero, aún nos quedábamos con ganas y se propondría una ILP para alargar el mes hasta los 35 días. Es necesario aprovechar todas las ocasiones que surjan para engrandecer la feria preparada por Taurodelta, incluso entrevistando a don Simón, don Choperita y don Matilla, dando amplia cobertura al acto de presentación de los carteles, aderezando todo con tascurrios para antes de las corridas, el set y el palco del plus y muchos invitados encantados por ir de gorra a los toros. Si hubiera alguno que presentara la más mínima queja o disconformidad con lo sucedido en el ruedo, inmediatamente lo retiramos de la perola, pues corremos el riesgo de que el rabo se nos arrebate, se queme y arruine el plato, vamos, como si le echáramos aguarrás al guiso.


Según el gusto, antes de los festejos pueden repartirse pañuelos blancos en las inmediaciones de la plaza antes de cada corrida. Y ya el día en el que asomen los figuritas, los que paran el tiempo, los que dominan ratas, ratones y roedores varios a ritmo de ratonerías, los que dan el cante, los que cantan, los que no encantan, los que divierten, los que enajenan, encocoran y arrebatan, se pone todo a la vez en la perola, ya a un fuego un poquito más vivo, subiéndolo por momentos, más que nada para que no se escuchen voces disonantes y disconformes. En la televisión ya se bajará el sonido ambiente y se evitará el que se les enfoque, no vaya a ser que se contagien de esta actitud más de la cuenta. Luego, entre canapés de claveles, gintonics de jarte y durabilidad, entre el clamor popular, el arreo de comentaristas y taurinos y las poses pedigüeñas de palmas regaladas generosamente por los palmeros, habrá que conseguir que todo eso haga chup chup, pase en el ruedo lo que pase y si el animalejo cae de un sablazo, caiga este donde caiga, a sacar los pañuelos con las dos manos, los pies la boca y hasta amarrados al peluquín, agitándolos histéricamente mientras se vocifera hasta vaciarse el alma, todo de forma compulsiva, hasta conseguir que el señor presidente saque el pañuelo blanco tres veces. Que no es posible en un toro, da lo mismo, se repite todo esto en los siguientes hasta que el guiso esté listo para servir. Y una vez llegado el momento, que les aproveche este “Rabo de toro a la madrileña.

6 comentarios:

Antonio Fernández Box dijo...

Sencillamente genial....
Saludos.

Enrique Martín dijo...

Antonio:
Muchas gracias, ahora a ver cuando lo sirven, aunque me da que por muy en su punto que esté, a algunos nos va a saber demasiado a tongo, con ese gustillo ácido y putrefacto de la cocina de la Tauromaquia 2.0

Un abrazo

MARIN dijo...

Enrique:
A mi hay platos que me amargan tela y luego se me vienen parriba y me llevo toda la noche con unas ganas de ir al baño que no veas. Ojalá fuese como la cocina moderna, que se innovan platos diferentes, con poca cosa en el plato pero con ingredientes de primera que saben a gloria bendita. Pero me da a mi que esto va a ser mas de cocina tradicional, pero de lo tradicional 2.0.

Como siempre, y como toda buena comida me quedo con el postre, que aparentemente debe ser bueno. Y un buen licor digestivo acompañado de un bue puro...Ya sabes lo de puro.

Enhorabuena una vez mas y un abrazo.

Antonio dijo...

En hora buena Enrique lo has clavado. El año pasado nos montaron el mal llamado tendido 11 en donde daba asco vergüenza y bochorno pasar por esa zona de borrachos hasta altas hora y lo mismo este año nos montan un comedor para probar tu sabroso rabo de toro.

Enrique Martín dijo...

Marín:
Tú es que estás hecho a lo bueno y tienes el paladar para mlo exquisito. Si has llenado el ojo con un buen Curro a la plancha, ¿para qué quieres salsas? Si has disfrutado Cuadri con unas patatitas para acompañar, las hamburguesas de gato no te sabrán igual Y por supuesto, el puro, y si te apetece, después un habano.
Un abrazo y muchas gracias por estar ahí a cada intento de toreo que inicio.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Antonio:
Ya sabes tú de la pericia de Taurodelta para montar tascurrios. Lo que no sé es la fecha en la que servirán mi receta, pero tampoco hay prisa, ¿no?
Un saludo