domingo, 22 de marzo de 2015

Valor y huevos


 
Vaciarse sobre el morrillo echando la muleta al hocico del toro y salir airoso de la suerte, eso sí que es valor y valía

El valor siempre ha sido una cualidad muy valorada en un torero, a veces llegaba con este a dónde no llegaba con sus otras virtudes, más bien escasas, pero en estos casos se ponía el valor sobre la mesa y esto se convertía en el salvoconducto que le permitía ser matador de toros. El valor, esa fuerza que te impulsa a afrontar los peligros, aún sabiendo que estos están ahí, esperando y que pueden cambiar la incertidumbre en tragedia en menos de lo dura un pestañeo. Así los toreros valientes eran admirados, pues no dudaban en irse al toro con garbo y decisión aunque el marrajo mostrara las peores intenciones. Asumían con naturalidad el que se podían quedar en el intento, pero no solo se atrevían, sino que hacían alarde de ello con naturalidad y torería, cumpliendo con lo que se le debe exigir al que viste taleguilla y medias rosas.

Pero eso del valor son dogmas antiguos y trasnochados, esas cosas de los ingenuos de antes o de los pasados de moda de ahora, que ya no tienen cabida en este mundo de dioses, ídolos, figuras de la torería, maestros rebosantes de técnica y almas sensibles que saben apreciar lo bueno, hasta cuando no se produce. Esos privilegiados que encuentran lo excelente hasta en la vulgaridad. Lo que pita y pita de verdad son los huevos. Si el valor suplía las carencias de los toreros antiguos, los huevos directamente crean y licencian maestros. Basta con “¡Qué huevos tiene!” y ya no hay lugar para responder o plantear más argumentos posibles. ¿Falta saber ver al toro? Huevos. ¿No es capaz de lidiar de forma medianamente aceptable? Huevos. ¿Sus maneras son más propias de matarife, titiritero o chalán? Huevos. No hay nada que no arreglen estos atributos en la tauromaquia que hoy sufren muchos aficionados.

El Domingo de Ramos Iván Fandiño se enfrenta a seis toros de diferentes ganaderías, habrá que esperar acontecimientos, pero el comentario más extendido acerca de este acontecimiento es el referido a los “huevos”. Sobre todo porque este torero ha hecho siempre por basar sus actuaciones precisamente en esto. Ya puede estar a merced de un toro, sin saber como poderle, que si hay huevos, ya todo se minimiza. ¿Que se encuna para entrar a matar de una forma muy bien estudiada y dando la sensación de estar viendo a un atleta del Cirque du Soleil y no a un torero? No importa, porque allí ha habido eso que tanto gusta al respetable. Haciendo memoria ahora mismo no recuerdo a un Fandiño lidiador, poderoso, con temple, mandando las embestidas y luciendo a los toros, pero de huevos estoy sobrado. ¿Eso es el toreo? Pues permítanme que tenga mis dudas.

Ya ha pasado la feria de Valencia y tengo que reconocer que ha habido momentos en los que yo también he apreciado la notable presencia de esto que se llama “huevos”. Pondré solo dos ejemplos; uno el de Jiménez Fortes, un chaval que deambula por esas plazas del mundo lo mejor que puede y que le echa muchos, pero muchos de estos a lo que hace. ¿Valor? Pues eso no lo tengo tan claro. Precisamente los huevos los veo en como un torero con tan escasa preparación se planta delante del toro. Pega los pases dando la salida antes de tiempo, sin importarle por donde se ande el toro, eso no va con él. Se queda al descubierto él solito y al toro no le queda otro remedio que hacer por él. Eso son huevos, no sabe torear y sale al ruedo con intención de hacerlo. En esas circunstancias la sensación de peligro es más que evidente y los modernos taurinos no solo no le piden que se haga a un lado, sino que encima se permiten la injusticia de jalearle y repetirle a voces eso de “¡Qué huevos!” Pero los mamporros se los lleva el torero, no los jaleadores entusiasmados.

Otro caso de “¡qué huevos!” es lo que sucedió el día de la reaparición de El Soro. Yo admiro la afición demostrada, esas ganas de querer volverse a vestir de luces, incluso con mucho esfuerzo el afán desmedido de sus fieles, que tras tanto penar, querían verle hacer el paseíllo de nuevo. Pero eso no puede ser excusa para permitir que se rebasen los límites de la cordura, del respeto por la Fiesta, el respeto por el toro, por el aficionado y por lo que significa el traje de luces, el rito y la historia. A mí muy personal modo de ver lo que allí ocurrió es que un señor muy limitado físicamente, creo que no tan siquiera llegaba a los mínimos exigidos para poder torear y llevar la lidia, se mantuvo a merced de un animal, que por otra parte tampoco cumplía los requisitos de trapío que se deben exigir en una plaza de primera. Todo giraba en torno a si El Soro aguantaría o no, si podría dar más o menos pases y en provocar y mantener una atmósfera de locura desmedida y sin razón. Si nunca fue un torero dominador, con recursos y artista, ahora no lo iba a ser por ciencia infusa. Fue un torero que todo lo basaba en su poderío físico, carreras, saltos y un derroche de facultades portentoso, pero, ¿y lo de torear? Pero claro, ahora, después de todo el calvario que lleva pasado, no pretendamos que mantenga esta forma. Desgraciadamente, esto es imposible. Y no culpo a Vicente Ruíz, que tantas veces habrá soñado con vestirse de torero en su tierra, a quién culpo de este descalabro es a los que le anunciaron y a los que con sus alabanzas desmedidas le perjudican más que otra cosa. ¿Qué habría pasado si en ese revolcón las lesiones hubieran sido más serias? Entonces todo sería un “y si” acusador. ¿Y si no le hubieran permitido torear? ¿Y si el médico de la plaza hubiera tomado cartas en el asunto y hubiera certificado que el torero no estaba apto para la lidia? Y si, y si. ¿Y si nos tomamos esto un poco en serio?


Pues a todo esto, a tanta inconsciencia los hay que lo llaman valor. No hombre, esto son lo que muy bien dicen ustedes “huevos”. Los mismos que le echa un señor que se sube a once kilómetros con un paracaídas, sin saber si se le saldrán los ojos de las órbitas y se tira en paracaídas, los que un descerebrado le echa a eso de subirse a un rascacielos para caminar por unas estrechas vigas y encima lo graba en vídeo o los que le echa un chalado metiéndose entre los leones en un parque zoológico. El valor es otra cosa, el valor es cuando un torero ve el peligro que tiene un toro, las dificultades que ofrece y aún así se va a por él y salvando todas las dificultades, a base de lidiar, saber torear y sabiendo ver al toro, acaba llevándole por dónde este no quería, hasta que se le acaba entregando. Vamos, que para imponerse tiene que pasar un verdadero quinario, consciente de lo que hay allí. Eso sí es valor, bueno, valor y huevos.

8 comentarios:

malagueto dijo...

Totalmente de acuerdo con el comentario.
Buenas parrafadas echamos con los padres de Jiménez Fortes ( grandes amigos míos), sobre los huevos del niño. Coincidimos en que no todo es eso de los huevos, en que hay que torear con cabeza y parece que este año está algo más entonado sobre el tema. Los padres como toreros que son, han pensado siempre que debía cambiar. Es lo que quiero para el chaval y a ver si lo consigue.
Ah, soy Juanjo Franquelo.

Enrique Martín dijo...

Juanjo:
Menos mal que hay quién entiende que un comentario no es una ofensa y sí un intento de aportar luz para mejorar. En este caso aplicado a Jiménez Fortes. Cualquier partidario se habría sentido ofendido, pero afortunadamente aún quedan cabezas despejadas que saben ver la realidad. No creo que el cuerpo de este chaval pueda aguantar tanta visita a la enfermería. Quizá tendría que hacer caso de ese consejo de intentar cambiar, que no es nada mala idea.
Un abrazo

franmmartin dijo...

Enrique,creo que con este comentario tuyo va a pasar como cuando uno lee a Ortega ,(salvando todas las distancias que se quieran,pero el talento no es exclusivo de los que pasean por el Olimpo).
Y pasa, que después de leer al mencionado Ortega sobre cualquier asunto, dice uno: ¡joé esto es lo que yo he pensado veinte veces pero no he sabido explicarlo lo bien que lo explica este tío!.
Pués eso.
Enhorabuena por la mesura de tu comprometido comentario,sin restarle un ápice a la claridad.
Un abrazo para tí y otro para el amigo malagueto.

Anónimo dijo...

Otra entrada que bordas, como casi todas Sr Martín, el toreo no es cosa de huevos ,pues si fuese asin por muy gordos que los tuviera el torero de turno, mas gordos los tiene el animal que tiene enfrente pir muy pequeño que sea,es cuestión de agacharse un poquito y mirar a los cuartos traseros, el toreo es valor, valor para poder pensar delante de la cara de los toros y poder desarrollar cada uno su forma de torear sean unas mas bonitas que otras, valor es sobreponerse a las dificultades del toro y del público etc en fin lo que escribes tan acertadamente valor es lo que tiene uno de Trigueros que el día 19 de Abril toreará si DIOS quiere en tu pueblo DAVID DE MIRANDA espero que te guste.

Enrique Martín dijo...

Franmartin:
Ahora que no nos oye nadie, te digo que a Ortega le enseñé yo, que eso del Ministerio del Tiempo no es tan descabellado, jajajaja. Muchas gracias por tus palabras y por esos elogios. Quizá los culpables de estas reflexiones seáis los que os pasáis por aquí, los que dejáis vuestro saber y lo compartís con los demás.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Anónimo:
No he visto a David de Miranda, pero por lo que me ha contado alquien que sabe de que se habla, en el que confío a ciegas, y que además conoce muy bien el toreo del chaval, es un torero con el valor del que hablas, el de pensar delante de la cara del toro. Ahí sí que merece la pena haberse puesto, como dicen los modernos, pues te das cuenta lo complicado que es estar pendiente del toro, las telas, las posturitas y encima pensar en lo que se le puede ocurrir al animal. Vamos, que hay que ver al de Trigueros. Eso sí, en su contra parece ser que tiene el que es torero y que anda mejor con el toro, que con el borrego. Qué contrasentido, ¿verdad?
Un abrazo y el 19 de abril le estaremos esperando. Yo además esperaré a ese que sabe de qué se habla.
Un abrazo y que nos guste

Antonio Fernández Box dijo...

Buenas, Enrique y compañia,un placer como siempre leer tus entradas, pero en lo de Jimenez Fortes permiteme discrepar contigo, me viene a la cabeza ese anuncio de neumaticos que decía que la potencia sin control no sirve de nada y eso es lo que creo que le pasa a este chaval, pero para mi no son huevos, es valor como para sacar dos toreros, lo que pasa es que ese valor tiene que canalizarlo para poder corregir sus deficiencias actuales como tú bien comentas. Yo personalmente creo que un buen maestro a tu lado que sepa aprovechar tus virtudes y pulir los defectos es esencial para llevar adelante este proyecto tan dificil como es se figura del toreo, hay casos precedentes como el de Antonio Corbacho con José Tomas, que para mí marcan el camino a seguir de un diestro , asímismo hay casos en los que ocurre todo lo contrario, no obstante creo que lo que he visto de él en Fallas parece que va por el camino de lo que comentaba Malagueto en su entrada.
Un abrazo.

Enrique Martín dijo...

Antonio:
Con Jiménez Fortes creo que se ha cometido una injusticia desde el día de aquellos capotazos en Madrid. Le quisieron convertir en figura y le hurtaron la posibilidad de aprender y placearse. Y así llega hasta hoy, en que le falta mucho por aprender, sobre todo para evitarle tanta enfermería. Lo de los huevos va porque hay que tener muchos para meterse en estas con tan poco conocimiento. Precisamente creo que no se ha aprovechado ese valor del que hablas. En cualquier caso, el principal perjudicado es el torero.
Un abrazo