jueves, 4 de junio de 2015

Los reyes de Vulgaria

¡Viva Vulgaria!


Corrida Extraordinaria de la Benficencia, con asistencia del Jefe del Estado o del suplente que este considere que vaya, que antes reunía en un mismo cartel a los triunfadores de San isidro de ese año y que ahora ya se cierra en diciembre o enero, de acuerdo a los caprichos de la empresa, con el beneplácito de la Comunidad de Madrid. Y este año nos han regalo regalado un cartel de verdadero lujo, con la presencia de los reyes de Vulgaria, acompañados de su corte de palafreneros, palmeros, voceros, guardia pretoriana y seis elegidos ejemplares de su zoológico de perversidades y degeneraciones taurinas. O lo que es lo mismo, Julián López, alias “El Juli”, y Miguel Ángel Perera, con seis de don Victoriano del Río Corporated, que no Limited, porque no hay manera de que se le agote esa factoría de desechos taurinos, y en caso de escasez, los Toros de Cortés. Pero ya estamos, siempre hay quien no está conforme con tantos esfuerzos para poder arrejuntar un mismo día a El Juli y Perera, los reyes de Vulgaria, algo que se empeñan en recordar a la concurrencia en cuanto tienen ocasión, obsequiándonos con los productos típicos de su reino, el destoreo, el trapazo destempaldo y ventajista, el poner la muleta torcida, pasarse el toro a una distancia mucho más remota de lo aconsejable y de lo decoroso, siempre con ganado  propicio bien seleccionado por ellos y eso tan suyo de ausentarse durante las lidias de estos animalitos tocados por el dedo de sus majestades. Dirán que todo esto no sea justo, pero solo dejo un detalle y es que cuando la ente se les rebela, cuando les protestan y se ponen levantiscos, como castigo utilizan su propio toreo, alargando las faenas innecesariamente. Eso sí que es saber lo que uno tiene en casa. El castigo impuesto por ellos mismos es su propia vulgaridad. Apaga y vámonos.

Para no empezar con sobresaltos, de primeras salió la sardina Venancia, un bonito ejemplar recién sacado de una lata de conservas, escurrida ella, a la que tapaban un poco los pitones. Julián I de Vulgaria le recibió con sus mantazos de compromiso, para inmediatamente desentenderse de aquello. Primera vara al relance, picotazo y el toro, si me permiten la expresión, se marcha echando pestes. En la segunda le dejaron por allí tirado. Muy bien simulado el que picaban, cuando solo le aguantaban el palo apoyado en el lomo. Recibido por el monarca por abajo, ya asomando el pico de la muleta, que tanto protagonismo tendría a lo largo de la tarde. Por el pitón derecho o por el izquierdo, todo se reduce a lo mismo, toreo distante en línea recta, rematando delante de la cadera, retorcido, sin someter jamás, siempre desde la pala del pitón y alargaaaaaango la faena como castigo a los disconformes. Media estocada trasera.

El tercero, el segundo suyo, ya tenía más apariencia de toro, lo que no quiere decir que lo fuera, que las apariencias engañan. Mantazos con el pasito atrás, que ya es mala pata el no calcular nunca o no saber manejar al toro con el juego de los brazos, para dejarle suelto a su antojo. Cabecea en el peto y se marcha; en la siguiente vara en la que fue al relance, le cogieron trasero, cabeceaba el peto, le tapan la salida y solo le aguantan el palo, pero en cuanto vio el campo libre se fue suelto. Aún el toro volvió a una tercera vez al caballo por su cuenta, mientras que el Juli andaba por allí, a sus cosas, igual estaba esperando el momento de fijar al de don Victoriano ya de una vez. Quite por... quite y el toro acaba refugiándose en tablas. Latigazos en los primeros muletazos, aunque hasta llegó a dar la impresión de que en alguno de ellos llevó al toro toreado. Sin parar quieto, derechazos con mucho enganchón, carreras, lo mismo por uno que por otro pitón, haciéndose el tour de Francia detrás del animal por todo el ruedo. Protestas de los sublevados extremistas. Pues hala, como castigo, a alargar la faena sin motivo, ¿qué mayor castigo que una dosis extra de vulgaridad”. Pa’que sepan quien manda aquí.

A su último toro en Madrid hasta el año que viene, porque no le veo yo al Juli apuntándose a la del 15 de agosto, se destapó con mantazos más para quitar la polilla de los capotes, que para fijar y meter al toro en los engaños y enseñarle a desplazarse lejos y con temple. Sin ponerlo en suerte le propinan un picotazo y sale espantado; en la segunda vara, en la que sí que le colocaron debidamente, antes de irse se dedicó a cabecear con descaro al notar el palo. Vuelve, el picador se agarra con él, le tapa la salida y le pica algo más. En banderillas iba con la cara alta, sin amago de humillar. Trapazos por ambos pitones, para volver a lo de siempre, pases y pases abusando del pico, teniendo que recolocarse a cada pase, estirando mucho el brazo, ya con no demasiadas ganas, rondando al toro, que por otra parte iba a la muleta como el que va por un paso a nivel. Otro sablazo yéndose de la suerte y aprovechando su carrera hacia la izquierda para clavar el acero.

Perera II de Vulgaria, el que le disputa el trono de la vulgaridad a Julián I, y además con méritos contundentes sobre la mesa, también se encontró de primeras con una bella cabra de don Victoriano del Río. ¿De dónde sacaría el ganadero la corrida de hace unos días? Será cosa de la casualidad. A lo que íbamos, salió la chiva frenándose, mantazos sin fuste, para dejar al animalito a su aire por el ruedo, para llegar al picador reserva primero, y pillar al de tanda cuando andaba por el dos. A picotazo por castoreño, para que el toro continuara su gira, La lidia se convierte en un auténtico despropósito, a lo que colabora con empeño el matador, que considera que en esas dos refriegas ya se ha picado al toro y mira como pidiendo el cambio. ¿Qué sentido de la lidia y el toreo tiene este hombre? Pero ya a contraquerencia, a la chiva le señalan el puyazo, tapándole la salida y entre cabezazos al peto del animalejo dolorido. Carreras y más carreras por el ruedo, un segundo tercio demencial y sin dejarnos respirar nos metemos en los trapazos al aire del comienzo de la faena de muleta, para que el toro se marche de nuevo. Podría hacer un corta y pega de cualquiera de las faenas de otros días, de otras ferias, de otros año o simplemente de las del Juli. Toreo muy distante, muchísimo pico, el toro suelto y pases aquí y allá, sin parar quieto un segundo el torero. Se empieza a quedar el chivo, pero Perera sigue y sigue, carreritas, pases en línea recta, enganchones, aprovechando el viaje del toro que pasaba por allí. Pinchazo y media en los bajos más profundos.

El cuarto, un torazo con demasiado peso y que cualquiera podría confundir con un buey. Mantazos y enganchones y es que parece que don Miguel Ángel no anda demasiado suelto con el capote. Llega el toro al paso al caballo, picotazo escaso y se marcha pidiendo auxilio. Llega al de puerta y nota el hierro y, ¡hala! En la segunda vara, la suerte del “arrime el piano a la silla”, yendo el caballo al toro, que no al revés. Puyazo trasero, solo señalado, echando el toro la cara arriba. Mientras el toro se entretiene en escarbar, Julián I y  Perera II se enzarzan en un encarnizado duelo de quites con el capote. Julián por chicuelinas, Perera por gaoneras, dejando al toro una eternidad en toriles, hasta que se decide, aunque hay que valorar dos cosas, la primera que se eche el capote a la espalda dando un lance y la segunda el que no se conviertan en una sucesión de trallazos desacompasados a base de tirones. Perera pierde el duelo por ser el rey de la vulgaridad, aunque gana en el de al menos intentar el toreo. Lo uno por lo otro. Banderazos a una mano, le dasarma, para seguir con con tandas de derechazos con pico, pico, pico y muchos más pico. Dos naturales y el toro se le viene, más intentos y según sale del pase, el toro escapa, apuntando hacia toriles. Entera saliéndose muchísimo de la suerte y según los más agudos de vista, hasta cantaron a la guardia real de Perera II.


El último de su feria, de la de Perera II, un sobrero de Montalvo, por estar averiado el de don Victoriano. Sin fijar al toro, le dejan suelto, mucho capotazo, aunque mostrando alguna buena condición por el pitón derecho. Puyazo sin castigo ninguno, en terrenos del nueve, desde muy cerca. Dubitativo, lo tira al caballo para la segunda vara, perdón, picotazo, ofreciendo pelea el animal, pero cuando no siente el palo. Tiene que irse a toriles para sacarlo de allí con la muleta. Pases echándoselo fuera y la misma historia de siempre. Todo con la mano derecha, mucho trallazo, pasa a la mano izquierda y el mismo panorama. Ya parado el animalito, entra al engaño como un mulo. Trapazos por los dos lados y estocada entera a capón. Se reúnen el King de los Whopper, el rey del Pollo Frito, el Rey de Bastos, del de Copas con la sota y todo, el Rey León, El Rey y yo, El Rey de las Madalenas y toda la Hartistocracia más harta del Mundo Mundial y al final no se aclara nada, Julián I Perera II, desparramando su vulgaridad a destajo para alzarse con el título como más vulgar entre los vulgares, tendrán que seguir compartiendo trono y convivir en buena armonía como los reyes de Vulgaria.

6 comentarios:

Cincinato dijo...

Triste lo de ayer, muy triste.

Podremos unos u otros juzgar de distinta manera a toros y toreros: cada uno tendrá su criterio. El mío es menos duro que el tuyo, desde luego (lo que nunca ha sido un obstáculo para sentirme siempre bien recibido en tu blog)

Pero hay algo que es innegable: la falta de respeto de los profesionales a la Fiesta, al toro, al público y a ellos mismos.

Esta corrida es, en teoría y por tradición, la más importante del año.

Pues no se pican los toros, y el simulacro encima se hace con los toros saltando a su aire de un picador a otro.

En cualquier plaza de pueblo se banderillea mejor (deplorables los tercios de banderillas, salvo uno que no pasó de simplemente aceptable)

El ganadero presenta una escalera que despertaría runrún en una plaza de tercera.

De decorar la plaza o utilizar banderillas de lujo ni hablamos...

Mano a mano y solo se hacen quites a un toro.

Todo esto me habla de la falta de respeto que mencionaba por parte de todos: empresa, toreros, subalternos, ganadero... Y lo hace de un modo tan evidente que creo que sale de la categoría de "opinión" para entrar en la de "dato".

Aparte de eso, entrando ya en lo subjetivo, a mi Perera y El Juli me gustan más que a ti. Pero su paso por la feria ha sido decepcionante. No han hecho nada.

El Juli, encima, se dejo ir ayer un torito que iba de maravilla en la muleta y que creo que le dejó en evidencia. Era un toro cómodo y lo bastante noble y repetidor para hacer con él lo que se quiera. Pues El Juli debía querer poco: su faena me pareció vulgar, muy vulgar...

Como soy muy bueno, sí le vi algo más en otro de sus toros, no recuerdo si el tercero o el quinto, al que creo que al menos en el aspecto técnico si que le dio una lidia que le fue limando defectos. Pero poco, muy poco es eso para él.

Porque El Juli y Perera son buenos toreros. Como hay otros. Lo que pasa es que con la poca exigencia que hay, NO LES VEMOS, salvo excepciones contadas (la temporada pasada de Perera fue buena) más que en la versión "servicios mínimos" que les sirve para llevárselo crudo y cortar orejitas a troche y moche.

Pues eso les sirve a ellos para ser ricos y famosos, pero no le sirve a la Fiesta en su lucha por sobrevivir. Como tampoco le sirve el paradigma ganadero vigente de "toro amaestrado".

Matar toros bravos no es inmoral. Lo será para los animalistas pero no lo es para mí. Pero matar animales domésticos, mascotas, es algo que repugna a cualquiera. Pues en eso estamos convirtiendo a los toros. Así que no nos quejemos cuando los prohíban.

No sé a qué ha venido esta digresión sobre los toros, porque lo de ayer no es lo que buscan: no "se dejaban" lo suficiente, salvo el primero. Aunque es en lo que acaban degenerando las ganaderías que se ponen de moda efímeramente porque "se dejan": tanto aguan el vino que de la noche a la mañana se vienen abajo del todo. Le pasó hace años a Sepúlveda, creo que le pasa desde hace algún tiempo a Nuñez del Cuvillo y por lo visto ayer le puede pasar también a Victoriano.

Me levanté de la TV con depresión profunda. Pero ¡qué le vamos a hacer! tengo ilusión con la tarde de hoy.

Anónimo dijo...

Fracaso sin paliativos a todos los niveles: toreros,ganado,empresa, afición, presidencia, etc.

De Julián decir, no que me gustase el primero de la tarde, pero lo cierto es que llevaba un cortijo en cada pitón. El destoreo julianesco junto con el malogrado julipié le privaron de las dos orejas que seguro le hubiera pedido la desnortada afición de Madrid. Uno de esos aficionados que lleva 30 años mirando (que no viendo) toros decía que es un torerazo, que torea con la mano muy baja y que templó muy bien. Sí señor, pero olvida unos cuantos detalles: el toreo no se hace fuera o muy fuera de cacho, el toreo no se hace en forma de alcayata y no se mata saliendo descaradamente de la suerte y pegando un salto que ya lo firmaría para sí el cubano Sotomayor. El otro día otro gran aficionado le espetaba al "aplaudidor": " el problema es que antes aplaudías tú solo, mientras que ahora aplaude todo el mundo". Sabias palabras...

Lo que no compartí fueron los pitos a Julián en el quinto de la tarde. ¿Por qué? Pues porque intentó hacer las cosas medio bien, intentando colocarse en el sitio. El problema fue que no está acostumbrado a eso y sólo era capaz de pegar un muletazo sin capacidad para hilvanar el siguiente. Prueba palpable que con un público entendido y exigente, El Juli no pasaría de ser un mediocre del escalafón si hiciera las cosas como deben ser pero vivimos otros tiempos...

De Perera decir que su paso por el serial ha sido de fracaso estrepitoso. Sólo decir que, pese a mi postura habitual, no protesté al sexto de la tarde. ¿Por qué? Porque estoy hasta los mismísimos de que mantengan en la plaza semovientes medio inválidos a base de no bajar el capote para que no caigan y así no forzar a la presidencia a devolver el toro. Sabemos lo que buscan, el toro mermado de facultades físicas y que embista como un carretón. Pues bien, Perera viendo que su paso por San Isidro se esfumaba con más pena que gloria, se dio cuenta que nada podría hacer con el último de la tarde y entonces él y la cuadrilla bajaron el capote para que el toro se derrumbase y lo cambiasen. Ahí es donde la afición tenía que haber hecho piña y no protestar, que se lo hubiera comido como nos hemos comido nosotros multitud de toros que debieron ser cambiados y que por la complacencia entre matadores, presidencia y empresa nos los hemos tenido que tragar.

Lo peor es que tras el esperpento vivido, se oían voces de aficionados de toda la vida diciendo que posiblemente en Otoño ya no se abonarían. Enrique, ¿recuerdas lo que hablábamos el otro día? Tú te planteabas volver, yo también, pero no somos los únicos...

Saludos
J.Carlos

fabad dijo...

Enrique, no solo arriman el piano a la silla. Es que lo hacen arrimando primero el culo (del caballo). Siempre he creído aunque casi nunca lo he visto, que la suerte de varas (hoy cañas de pescar), se hace citando de frente...
A mi lado en la grada del cinco, había algunos "aficionados" a los que molestaba que los "toristas" protestaran el juego de los Toros sin haberlo hecho los días anteriores. Por cierto que os llaman "turistas"... Nada de toristas....
Paco.

Enrique Martín dijo...

Cincinato:
Me resulta muy gratificante el que te sientas bien acogido en esta grada. Sobre lo demás, aparte de criterios personales, podría firmar debajo de casi todo. Y no entro en si Juli o Perera son buenos toreros, aunque ya conoces mi opinión, seguro, pero lo que no se puede es venir de esta manera a Madrid. Y es verdad, esta era la corrida más importante, porque la mayaban los que habían triunfado en la feria de San Isidro, pero ahora es un festejo más, montado al gusto de los taurinos y para que no les complique mucho la existencia. Lo que sí que me gustaría es ver a estos dos señores haciendo una temporada seria y matando toros de todas las ganaderías que tocaran. Eso estaría bien.
De nuevo muchas gracias y gracias por las visitas de los que hacéis que esta grada sea mejor.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

J. Carlos:
Y además nos lo planteamos en serio. Que igual no vamos y nadie nos echa de menos, pero ya son tantos los que se han ido, que la plaza lo ha notado con esa caída libre, con este descalabro que ha hecho perder el espíritu de Madrid.
Se marcharán los aficionados y quedarán los aplaudidores del cubata. Lo malo es que a estos, en cuanto se le cruce otro entretenimiento se pirarán y se acabó, ya no quedará quién aguante y glorifique la vulgaridad de estos dos toreros y otros muchos como ellos. Entonces igual nos van a buscar para que volvamos a la plaza. Lo que no sé es si será ya demasiado tarde o no.

Un saludo

Enrique Martín dijo...

Faabad:
Pues igual algo de turistas sí que tenemos. No sé, nunca me había pensado eso de torista o torerista, bastante tenía con intentar ser aficionado a los toros. Si hasta lo de taurino me viene grande, me rozan las costuras, no me dejan moverme con libertad. Y para más INRI, ahora turista. Vamos a tener más títulos que la de Alba.
Un abrazo