jueves, 15 de octubre de 2015

El toreo al desnudo y los toreros en pelotas

Hay toreros a los que no me imagino luciendo cacha


El que no haya visto esas artísticas fotos de los toreros exentos de ropas, si acaso con lo justo para permitirles mantener el pudor, e incluso alguno atreviéndose a ser soporte de una caricatura, que corran antes de que cualquier mente retrógrada y estrecha las quite de la circulación. Como si fueran los nuevos David de Michelangelo, el Discóbolo o las figuras que decoraban los tímpanos de los templos clásicos, estos elegidos para la gloria han prestado sus cuerpos al arte. No seré yo quién censure este nuevo montaje publicitario. Cuidada la imagen, la luz, el atrezzo, la composición, los personajes bien elegidos, hasta le han hecho un hueco a Urdiales, en alza por méritos propios. Y me atrevería a decir que hasta la caracterización es digna de alabar. Siempre es bueno que el toreo eche mano de las técnicas propias de la comunicación, que las utilice para hacer llegar los mensajes deseados y que estos sean recibidos por el mayor número posible de individuos. Cuanto mayor sea el número de impactos, mejor, pero no confundamos esto con el éxito de una campaña. No seamos tan necios de creer que hemos alcanzado el cielo por el simple hecho de que nos ha visto mucha gente. Ese es un error más propio de estúpidos y simples.

Una campaña publicitaria se puede considerar exitosa según varios parámetros. En primer lugar, si como decía antes, los impactos son muy numerosos, habrá que felicitar al que planificó dicha campaña en los medios, al que eligió los mejores soportes. Pero luego es necesario, imprescindible, diría yo, que el mensaje sea correctamente decodificado por el receptor y que penetre en el público objetivo de la campaña. Si se logra, el mérito será de los creativos que han sabido comunicar lo que se les pedía. Vamos bien, ¿verdad que sí? Estupendo. Pero cuidado, que aquí es donde los que se quedan en lo superficial, en la simple apariencia, es cuando asoman la patita, por si alguien no se había dado cuenta de sus carencias. Nada de esto vale, si el producto no responde a las necesidades del consumidor, a sus expectativas y a que le haga la vida mejor, más cómoda, que le blanquee más las camisas, que los puños queden que niquelados o que el espíritu del aficionado taurino quede plenamente satisfecho. Y todavía alguno dirá: “pero es que así se habla de los toros”. Y vuelta la burra al molino. ¡Qué nooooo! Suponiendo que estas fotos empujen a alguien a ir a una plaza de toros, ¿creen ustedes que el espectáculo que se les ofrece puede conseguir que vuelvan a picar? Eso de engañar a la gente con la primera compra solo funciona con las colecciones de fascículos, nada más.

Incluso no sería una locura pensar que si alguien se entusiasma con las naderías de toreros como Morante, puede que sea peor el remedio que la enfermedad. Le contamos al neófito que el de La Puebla es lo más insigne que hay bajo el firmamento taurino, que es el summum del “jarte” y se encuentran con esa pantomima con un borrego, ese abuso ante un mochuelo y en el mejor de los casos puede que diga que no entiende del entusiasmo que esto provoca en los aficionados. ¿Esto ayuda realmente a la Fiesta? Permítanme que lo dude. Seguimos en esa corriente de modificar lo aparente, de incorporar ideas vacías de contenido, de centrarnos en lo accesorio, de preocuparnos si fulanito o menganito son simpáticos o no, si visten de fucsia y plata o carmesí y espuma de mar al atardecer, si salen en Vogue, Telva o Súper Pop. Nos preocupa más la merienda, el que todos los colegas lleven un pañuelico igual, el que todos lleven chistera verde o hacernos la foto con el figura de turno, pero, ¿y lo fundamental? Eso le interesa a muy pocos, de eso solo se preocupan cuatrorománticos que aún sueñan con ver la vuelta del toro. Si serán escasos estos aficionados, que ya son una anomalía dentro de este circo.

La Fiesta está desnuda desde hace ya tiempo, los iluminados han ido las telas poco a poco, haciendo jirones el traje más lujoso y mejor confeccionado que se podía imaginar. Como babosos sedientos de carnaza, han ido quitando los velos de la odalisca, acelerados por su ignorancia y la impaciencia del zafio. ¿El toro encastado? Fuera ¿La verdad del toreo? Fuera, fuera ¿La exigencia? ¡Uuuhh! Ni hablar ¿La seriedad? Ni en los funerales ¿La suerte de varas? Nunca sin el yintonic ¿El toro? El toro, ¿dónde estará ya el toro? Ese simplismo, ese fundamentalismo de lo superficial, esa alergia a lo fundamental, ese afán triunfalista no s ha dejado lo que tenemos, un esqueleto apenas cubierto por el pellejo de algo que ya ni recuerda a la Fiesta de los toros, en los que se adora a la mona, se idolatra a los mediocres y se profanan templos que un día acogieron al dios toro. Pero mírenlos, ellos tan felices por ver a Morante poner caras de genio, a Talavante tiznado y engolado y a otros insinuando un pezón. ¿Bello? ¿Estético? Igual sí, pero quizá mejor si esos señores no fueran matadores de toros, si no fueran parte imprescindible en este desmán taurino que nos aflige y si no estuviéramos con la Fiesta de cuerpo presente, esperando el momento de saber cuando le echarán la última palada que cubra para siempre a esto que un día fue grande. Mientras ellos gozando con el toreo al desnudo y los toreros en pelotas.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Una es la fiesta de fiestas...
donde se arriesga el destino.
Pero en el amor se arriesga,
esactamente lo mismo.

Una es la fiesta más bella
pero los grandes cariños
tambien son de alguna manera
...la fiesta de los sentidos.

El toro tiene pitones
y el amor, grandes pasiones
en el ruedo hay redenciones
y en la tienta, tentaciones.

Sí en las corridas hay ternos...
un gran amor es eterno.
Si el redondel tiene medios
en los dos existen miedos.

Como en los toros hay ruedos
en el cariño hay ruegos
el uno tiene sus tercios
y el otro tiene sus tercos.

En la arena hay burladeros
y burlas en la pasión
en ambos existen cuernos
y engaños al por mayor.

Faenas hay en el ruedo
y penas en el amor
muletas en el toreo
maletas en el adios.

En la lidia, las defensas del toro
dan embestidas...
y en el amor hay ofensas
que hieren y que lastiman.

El uno tiene mentiras
y el otro tiene monteras
pero en los dos van unidas
la gloria con la tragedia

En el toreo hay huidas...
...y en el amor ní se diga.
Sí en ambos hay despedidas
tambien hay alternativas.

En los cosos hay capotes
que cuentan con esclavina
y en el deseo hay barrotes
que a veces esclavizan

El uno tiene tendidos
y el otro "mal entendidos".
Sol y sombra, luz y brillo
Plazas, placer y castigo.

En uno y otro hay barreras
mano a mano y querencias.
Los dos requieren faenas
y valor a toda prueva.

Uno es la Fiesta más bella
otro, una bella experiencia.
Uno es de sangre y arena
..otro, de sangre en las venas.

Derrotes hay en la brega
y derrotas donde quiera;
igual que suerte suprema
donde la vida se juega.


Hay pasión en el toreo
y amar es total entrega
ambos son al mismo tiempo
dos caras de una moneda.

El instinto es un instante
la pasión contra el instinto
Tan cercanos, tan distantes...
Tan iguales...tan distintos.



Autor: Elias Rubalcava

(copiado a toda prisa)

Un saludo, Ängel.



Enrique Martín dijo...

Nada don Ángel, no se preocupe, lo habrá copiado a toda prisa, pero ya se ve su práctica en esto.
Un saludo