jueves, 18 de febrero de 2016

La chepa de la vergüenza

Dos quites celestiales con el capote y ascendió a los cielos. Poco tardó en comenzar nuestro martirio en forma de la decepción y desencanto más absoluto


¡Qué disgusto más grande! La de vueltas que le llevo dando a la cabeza, el dios de los toreros, la luz de la torería, el Teseo de nuestros días, nuestro guía en los intrincados caminos del arte, el lince entre los linces, desprecia nuestra plaza y nos dedica un “ahí te quedas”, con un par. ¿Qué mal hemos hecho? ¿Qué delito hemos cometido? ¿Cuál es nuestro pecado? Si nos pinchan, ¿acaso no sangramos? Si nos hacen cosquillas, ¿acaso no reímos? Si nos envenenan, ¿acaso no morimos? Y si nos agravian, ¿no debemos vengarnos? ¿Por qué este castigo? Todo por una chepa, la misma que al mismo dios no le importó para deleitarnos con su toreo de capote años ha, ya demasiados, la misma que no impidió crear el toreo más bello que imaginar pudiéramos a Paula, Romero, Chenel, El Viti o Camino, a los más recientes Mora, El Cid, en la época de los quites del dios, José Tomás o Frascuelo.

¡Maldita chepa! ¡Yo te maldigo chepa! Tú nos has arrebatado al genio, al arte, al baile de corrales, a los caprichos sin sentido, a las mamarrachadas del aprendiz de brujo, a la estupidez pública, a la ausencia de afición, al miedo a afrontar la responsabilidad de una plaza en la que aún se protesta, a tener que esperar que el aire le venga por delante o por detrás para justificar el parné al que nunca ha hecho ascos, al sentirnos abochornados, engañados y asaltados por un espantajo con medias rosas, puro en boca y cafelito a deshoras. ¡Bendita seas, mi chepa del alma!

Antes, en los tiempos pasados, muy pasados, aunque no tanto como lo están aquellos quites con el capote del dios, las gitanas hicieron famosa su célebre maldición en que a los malos toreros les deseaban que les saliera un toro bueno. Pero eso era para quienes al menos se sentían toreros y se veían obligados a demostrarlo precisamente con el toro bravo y boyante, el más chivato de todos, el que canta las carencias y faltas de valor. Pero el dios se nos atasca con una chepa, con una rampa en mitad del ruedo. ¿Será un problema de accesibilidad taurina? ¿Cómo no habíamos caído en ello? Lleva años evidenciando sus carencias y ahora nos extrañamos de lo de la chepa. Si no ha podido superar el escalón del toro encastado, no se atreve con subir el bordillo del toro íntegro y ha convertido en un clásico el pitote corralero matinal. Hay que allanar el camino al dios.

Pero tranquilos, que siempre habrá quién le encuentre la gracia a tanto esperpento y perderán el aliento para justificar y vestir de genialidad tanta tontuna concentrada. Eso que ahora llaman genialidad era motivo suficiente para acabar en el pilón o ser corrido a gorrazos por la calle. Y como al dios le gustaba la sintonía, se subió al carro y se lo creyó. ¡Qué cosas! Para eso no necesito ayuda, sí para la chepa, pero si la cosa va de halagos pega un respingo que llega al cielo. A ver si va a ser que simple y “llanamente” está interpretando un papelón. Serán cosas del márquetin, que uno de sus mentores se llegó de dos patadas a Los USA y se trajo un manual de mercadotecnia aplicada al taurinismo. Mira dios, mientras andemos con estas melonadas, nadie se va a fijar en lo que haces en el ruedo. Ni tan siquiera vas a tener que seguir queriendo imitar a este o al otro, basta con que te disfraces de bicho raro, que te enfrentes a los antitaurinos comiendo pipas, que cuando te pregunten no hables y que cuando hables, parezca que hablas sin hablar y ya está, te desmelenamos tus guedejas al viento, una camisa desigual, esa parsimonia tintada de halo divino y pa’lante. Igual hasta nadie cae en que eres torero y que tu obligación es plantarle cara al toro y así vamos recaudando por esos mundo de perfomance en perfomance. Seguro que “el coro de niños cantores de loas al dios” no se detendrán en esos detalles sin importancia y en gra
n medida, absurdos de exigir al torero como tal, de pedirle que al menos justifique su caché y su fama en los ruedos, pasarán por alto eso de no ver al toro con trapío ni en las litografías de la lidia y hasta se desternillarán cuando se repitan que el dios no acudirá a Madrid por la chepa, porque con la maldita chepa de por medio es imposible. Si ya lo dice él, así no se puede torear. Pero no se equivoque, no se puede torear si no hay toro, si no hay afición para ello y si no hay vergüenza torera, sin detenerse en excusas estúpidas para ocultar tanto que tiene que ocultar y que nada tiene que ver con la chepa de la vergüenza.


6 comentarios:

Unknown dijo...

Enrique, qué bien viene un siempre un paseo por esta grada tuya y nuestra por ocupación permitida.
Mucho se ha comentado a cerca de las ya, demasiadas ocurrencias caprichosas de este señor toreador que personalmente me hizo perder la razón. Digo bien, querido amigo: toreador que no Torero porque ser esto último también y entre otras muchas cosas que se escapan a la voluntad de muchos mortales, lleva consigo rendir pleitesía a las tradiciones que nutren este rito. Incluidas conformaciones de ruedos, estructuras de plazas de toros, "chepas" y demás monturas.

Sólo nos falta llegados a este punto que un día, en un arranque de clarividencia divina egocéntrica, señale con el dedo a quienes si o no permite que le vean desplegar tanto arte de humo, algo así como un "No molestar. Estás en la casa de Dios".

Y ni dioses ni reyes, no es tiempo para manías ni antojos cuando nos pisan los talones tan de cerca y no hay un "dios" que tenga agallas suficientes para echar la pata palante, mirar al toro de frente y torear de verdad reivindicando en los ruedos su afición por la fiesta de los toros.

Así que, Enrique, ya va siendo hora de descubrir quién está en esto por pasión, vocación y respeto para diferenciarlo fundamentalmente de esos que miran desde sus púlpitos arrogantes
a las gentes que únicamente quieren, queremos, sentir, viendo torear simplemente.

Como siempre, no puedo irme sin hacerte llegar mi felicitación por tan apropiado, conveniente y sobre todo, necesario, artículo. También para los que un día amamos a un torero...

Un abrazo.

Enrique Martín dijo...

Gloria:
Realmente lo de la chepa del ruedo puede que sea lo de menos, eso espero, porque si es la verdadera razón para declinar ir a Madrid, entonces, ¡apaga y vámonos! Es una excusa para hacer un quiebro a la responsabilidad de acudir esta plaza. Quizá podría haber dicho que la hora no era la mejor, que en el mes de mayo no está con fuerzas o que si la plaza de Madrid estuviera en Villamonas de Abajo, entonces sí. A lo mejor, hasta eran razones más fundamentadas.

En fin, Gloria, habrá que pasar San Isidro sin él. Eso sí, como se dé cuenta de que hay a muchos a los que les da igual, lo mismo se nos incomoda. Yo en cambio no puedo estar sin los que tanto me animáis, me apoyáis y me lleváis en volandas en todas las aventuras en que me embarco en esto de los toros. Serán cosas de no ser un dios. Pero qué gusto, chica.

Un beso

Antonio Fernández Box dijo...

Enrique, Yo creo que esto es una buena noticia, porque tras esta escusa se esconde el temor a enfrentarse a los pocos aficionados que realmente quedan que entienden de esto, si no fuese por Vosotros esto seria para las figuras actuales coser y cantar.
Quiero que felicites a David Cajigas por su crònica de lo de José Tomás y sobre todo objetividad a pesar de ser su Torero.
Enhorabuena por el programa y por los invitados que traes, "el microfono tienes que hacer una derrama entre los oyentes y cambiarlo ya"....

Anónimo dijo...

Torear en Madrid le sobrecoge el ánimo,además hasta hoy no ha salido por la puerta grande.A una figura auténtica le debe aflorar la personalidad y el sobreponerse al miedo y temor al fracaso.La prensa al servicio del taurineo no cumple con su fin,que es decir la verdad.
T.B.Green.

Enrique Martín dijo...

Antonio:
Él solito se descubre, a Morante, como a tantos otros y en tantos otros campos, solo hay que dejarles hacer y ellos solitos declararán lo que son.
Muchas gracias por escucharnos y lo el micrófono parce ser que está en camino, pero somos una emisora muy pequeñita y cualquier cosa cuesta un mundo. A ver si al final cambiamos el micro, jejejeje.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

T.B. Green:
Más al contrario, esa prensa les jalean todo y se inventan explicaciones increíbles para tapar sus carencias. Así es.
Un saludo