martes, 8 de noviembre de 2016

La juventud: los socorristas de la plaza

¿Y si de verdad se plantaran de frente y torearan de verdad? 


Uno se pone a pensar en lo que ha pasado en esta temporada, ya con un poco más de perspectiva, mirando el bosque algo alejado, sin esa sensación abrumadora que provoca la inmensidad de los árboles a tu alrededor. En la calma de los primeros fríos a uno le da por echar cuentas, ayudado, por supuesto, por las opiniones de los aficionados. Unos hablan del año de Roca Rey, el vendaval; de López Simón, el perejil de todos los guisos; o de las cosas, llamémosles excentricidades, de Morante de la Puebla; y ya como postre, del tocomocho de Casas a Taurodelta, que aún andan queriendo cobrar su billete de lotería premiado.

Que no faltan temas de conversación para el que quiera iniciar un rato de charla, pero también podría pensarse que ha sido el año de los jóvenes, porque interesaba que hubiera no sé si un cambio de nombres, pero sí más variedad, más lomos para aguantar el paso. Ya digo que quitando al Morante, que se las pinta solo para complicarse la existencia, los demás han vivido su temporada con un sosiego del que no gozaban hace años. Que aparte de que muchos ya los consideran un mal inevitable y con el que hay que convivir de momento, no han tenido que soportar ni grandes broncas, ni tensiones incómodas. Que no digo que en tal o cual plaza alguien les pegara tres voces aisladas, que eso nunca falta, pero luego no trascendía, el eco era solo silencio. El Juli ha seguido matando lo mismo de siempre con sus trucos de siempre, por no decir trampas; Manzanares ha seguido componiendo a su aire; Perera ha mantenido ese nivel de aburrimiento innecesario; Talavante navegando en ese estar entre dos aguas del bien y del mal; Y luego esa legión de inevitables que siempre encuentran el apoyo de la prensa, Castella, Padilla, Finito, Abellán y tantos y tantos, que a veces uno piensa que igual es por eso por lo que ahí siguen.

Por su parte, los jóvenes se han mantenido ahí en unos casos por el tirón de taquilla y por la aureola que se les ha creado a su alrededor y en otros por lo que parecía adivinarse que iban a ser, con el factor en común de ese comprensible deseo de querer ver caras nuevas. El caso más sobresaliente es el de Roca Rey, al que confieso que solo le he visto en la plaza de Madrid, bueno, como a todos, para qué engañarnos. Que me dirán que incluso aquí en las Ventas triunfó sonoramente. Bueno, bueno, si el cortar despojos es sinónimo de triunfo, pues estamos ante la reencarnación de Lagartijo el Grande, pero, ¿y si hablamos de torear? ¡Ay! Aquí algunos tenemos nuestros peros. Igual el joven Andrés no toreó tanto. Para algunos aún no ha llegado aún a torear, si como toreo entendemos echarse al toro, toro a la cara, plantarse, pararse y mandar en las embestidas, lidiando y pudiendo a sus oponentes. Aunque no les digo yo que estas ideas puedan estar un poquito pasadas de moda, que no digo que no, pero, ¿quién quiere ser esclavo de las modas? Pero ya digo, de repente las multitudes se mesaban los cabellos al ver como se abanica a un animal sacudiendo los trapos por su jeta, con la única condición de que el animal pasara. Cosas de la modernidad, si el toro pasa, se ha toreado, aunque vaya a su aire detrás de la zanahoria. No me dirán que no es buen colchón y animador de masas para que las figuras se pongan a su rebufo y aprovechando el tirón del entusiasmo generalizado, hasta recolecten sus adorados despojos, cebaderos de estadísticas mentirosas.

A pesar de ese destoreo vendavalístico de Roca Rey, quizá se pueda valorar el que al menos pueda ofrecer cierta diferencia con los demás, pero ahora díganme ustedes, ¿en que se diferencia lo que hace López Simón de lo que nos llevan años ofreciendo las figuras? Pues quizá habría que agudizar la vista como si jugáramos a lo de las “siete diferencias”. Pero claro, habrá quién me diga que a lo largo de la temporada le ha mojado la oreja a fulanito y menganito, pero como hace lo que todos, esos todos tienes armas para otra tarde coleccionar más despojos que el de Barajas o cualquier otro de su generación de “emergentes”. El problema se les plantearía si llegara uno y se pusiera a hacer el toreo pur, de verdad, el de siempre. Ahí vendrían las complicaciones, pues no sé yo si habría más de tres que pudieran aguantar el tirón. Tirón que por otra parte, quién primero tendría que aguantar sería el propio que viniera con esas formas. Y si no miremos el ejemplo de José Tomás, al que primero tacharon de loco, suicida, inconsciente y no sé qué barbaridades más, porque se ponía y manejaba los trastos cómo los demás no imaginaban. Al final ha optado, según parece, por un camino extraño y ya parece que no es nada de lo anterior y hasta le permiten alternar con alguno de los fenómenos del sistema.


Y no sé si merece la pena extenderse en otros jovencitos a los que se les valora el estar ahí, pero que poco más se puede decir de sus condiciones de torero. De acuerdo que el valor es una cualidad que hay apreciar, pero en su justa medida. Poco se puede decir de la decisión de Javier Jiménez, hasta de la disposición de Román o ese parecer que quiere de Garrido, pero, ¿y lo de torear? Pues a uno le salen toros de cortijo en Madrid y se limita ver como pasan de un lado para otro; el segundo no da para más que entusiasmo y aguantar ahí las consecuencias que traen consigo el no saber lidiar, que el animal va de bueno a malo y de malo a peor, pero el chaval se mantiene ahía a ver lo qué pasa; y el tal Garrido, que ya está comprándose la placa de “aquí vive un artista” y no tiene más recursos lidiadores que ponerse de rodillas o veroniquear al aire en el primer tercio del toro de un compañero. ¡Caramba! Estos vienen con el cuchillo entre los dientes, ¿eh? Pues será para extender la Nocilla en el pan o lo que es peor, para extendérselo a los maestros a los que no solo no molestan, sino que además les libran de la presión de estar en primera línea. Al final van tenerse bien ganado el título de la juventud: los socorristas de la plaza.


Enlace programa Tendido de Sol del 6 de noviembre de 2016:

2 comentarios:

fabad dijo...

Querido Enrique, estás pesimista y yo lo entiendo. Yo también... pero no nos engañemos llevamos años. y con razón claro...
En cierta ocasión en una "charla" en Granada de una figura grande del toreo en la que yo actuaba como moderador, pregunté al torero su opinión sobre esas voces que salen del tendido (sobre todo en Madrid): ¡Ponla plana!. El torero tomó una carpeta a modo de muleta y citó (de perfil) al "toro". Explicó al público que si ponía la "muleta plana" tenía que forzar la muñeca hasta dolerle... No se le ocurrió pensar que citando de frente y con la muleta plana (como Manolo Vázquez en tu dibujo) no duele nada y reconforta el alma (del público). Yo no me atreví a decirlo por respeto al torero y al buen talante que ofreció...
También tengo que "llamarte al orden" al opinar sobre Manzanares. El día de la Beneficencia no quisiste estar y como sabes, ese día el josemari de hoy resucitó al otro Manzanares en los días buenos. Especialmente con el capote. Tanto que no he querido volver a verlo por si ha vuelto al destoreo. Te lo perdiste. (jeje).
Difícilmente volveremos a ver el toreo de verdad. Debe haber una fuerza superior que nos oblga a seguir asistiendo a lo que mas nos gusta...
Un abrazo y espero que a la vista de tan larga "faena" no hayas preguntado ¿te queda mucho?...

Enrique Martín dijo...

Fabad:
Nooo, Lo único que veía es que se me acababan las líneas y me habría gustado que hubiera muchas más. No sé por qué seguimos en esto, o quizá sí, puede que no seamos tan pesimistas, más bien lo contrario y que aún tengamos la idea de que esto puede remontar en cualquier momento. ¿Te imaginas? Un abrazo y que vengan más faenas como esta.